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Too young to die por Andhara

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Notas del capitulo:

Nuevo capítulo! Este un poquito más corto (por no decir mucho, però creo que es necesario) He decidido ir escribiendo ahor aque tengo tiempo, aqunque nadie me lea :'(

Bueno, este capítulo es un poquito más interesante (ya me entendeis jejeeee)

Ale a leer todo el mundo!

Canción del título: God save the queen, Sex Pistols

Al despertar, Shino se descubrió solo en su habitación. Eran las tres pasadas y se notaba la garganta seca hasta el punto de que le dolía tragar. Se levantó pesadamente, peinándose los enredos con la mano. Quizás se rapaba la cabeza entera cuándo llegará el verano.  Era sustancialmente más cómodo y fresquito que el pelo largo.

Luego de hidratarse en la cocina y mear, volvió a su cama. Estaba realmente hecho una mierda. Eso de cargar a Ryu durante todo el camino le había pasado factura a sus endebles músculos. No se podía decir que el pelinegro fuera un chico pequeño, precisamente. De repente Shino cayó en la cuenta. Ryu no estaba. Seguramente se había despertado antes y se había ido. No es que le molestará mucho, pero realmente estaba preocupado por su integridad física. Agarró el teléfono de la mesita y al lado encontró la camiseta que le había dejado para dormir, impolutamente doblada y colocada, mejor de lo que estaban en su propio armario.

Desbloqueo el teléfono, encontrándose con mensajes de sus amigos de la noche anterior. Los ignoró por completo. Pese a los ideales que sus “amigos” profesaban, eran unas personas bastante egoístas y prejuiciosas.  Buscó a Ryu en la lista, pero no encontró su número. En el fondo, el chico era un completo desconocido y antes del día anterior ni siquiera se habían dirigido la palabra. No sabía que era lo que le había impulsado a invitarlo esa noche. Supuso que le gusto la forma en la que el moreno compartía sus silencios.

No tenía demasiados amigos en el instituto. Algún que otro conocido pero poco más. No eran personas de su interés, en general. Hablaban mucho, hacían poco y pensaban menos. Para él instituto era una obligación. Una etapa que tenía obligada y luego ya sería totalmente libre. Era el último paso que quedaba después de abandonar el piso tutelado. Por fin dejaría de ser del Estado y seria simplemente él, propiedad de Shino y de nadie más. Anhelaba eso más que cualquier otra cosa. Importaba una mierda la universidad, o la formación profesional o la desgracia. Todo le daba igual. Sería más libre de lo que había sido nunca y con eso bastaba y sobraba. Podría vivir debajo de un puente o en la droga, pero habría sido su decisión. Nadie tutelaría su vida nunca más.

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Ryu apoyó la cabeza en el cristal del metro. Se sentía un idiota y un desgraciado, además de que le dolía como si le estuvieran taladrando el cráneo.  La noche anterior se había comportado como un crio de quince años la primera vez que sale de casa. Shino le había invitado y él la había cagado pero bien, hasta el punto de que le tuvo que poner una camiseta. Si tenía alguna oportunidad de ser su amigo, dudaba que siguiera existiendo. El chico siempre le había llamado la atención, al fin y al cabo.

Se había despertado a las 12 del mediodía con Shino abrazado a la espalda. No le molestó. Se levantó lentamente, con cuidado de no despertarle, muchos problemas había causado ya. En la casa hacía un frio horrible pese a ser mediodía y había dudado en volver al calor de las sabanas y del cuerpo del chico delgado que aun dormía. Desechó rápidamente la idea al pensar en cómo miraría la cara a Shino cuando despertará, por lo que decidió marcharse antes.

 No recordaba casi nada de la noche anterior, flashes confusos y desordenados. Yuri, bebida, el abrigo de leopardo, la pastilla, un charco de vomito… Pero sobre todas las cosas recordaba a Shino entrando al lavabo detrás de la chica. La imagen le retumbaba en la mente. Se le repetía constantemente y le asaltaba cada vez que cerraba los ojos. La rabia le corría por la sangre, desde la cabeza hasta los puños, los cuales apretaba contra el pantalón. Sobre todo le jodía el ser incapaz de dejar de repetir una y otra vez el estúpido recuerdo.

Nunca en su vida había estado tan avergonzado y el llevar sólo como ropa una miserable chaqueta tejana no era más que un amargo recordatorio de su humillación. Se inventó que había dejado su jersey en casa de Shino, pero la realidad es que no tenía la menor idea de donde estaba. Confió  en que su madre olvidara su existencia algún día.

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Ryu decidió no ir a ninguna clase antes del descanso el lunes. Pronto, al llegar, subió al techo de la azotea a pasar el rato. Pasó allí unas cuantas horas y Shino no apareció. En cierta manera le reconforto. No le apetecía enfrentarse al testigo de su espectáculo del viernes. Por otra parte se sintió bastante solo. Últimamente se sentía bastante aislado y Shino parecía, sino compartir, entender esa sensación.

El martes siguió un proceso bastante parecido. El instituto le asfixiaba, sentía su juventud y su ilusión pudrirse a cada minuto que pasaba en los salones. Quizás los profesores tenían razón y en el futuro se arrepentiría de hacer campana, pero ese futuro le parecía algo inexistente, una ficción. Quizás mañana moría y él había perdido el tiempo haciendo algo que no le gustaba. Aunque estar en la azotea fumando como una carreta tampoco fuera algo muy productivo, era algo que había escogido, y eso estaba bien, supuso.

Mientras estaba sumido en sus pensamientos la cabecilla naranja de Shino apareció. Había subido sin él darse ni siquiera cuenta. Era un día frio y ventoso y el pelo se le revolvía por los hombros.

-Hola pastillero. ¿Qué tal la resaca? Te intente llamar pero no tengo tu número, me pegaste un buen susto.- habló del tema con humor, pero sus palabras destilaban bastante preocupación.

- Cállate, anda. Estoy bien, al menos físicamente. Lo siento, soy un gilipollas.- Ryu se disculpó con sinceridad.

- ¿A qué hora te fuiste?

- A las doce o así. No te quise despertar.- la cara de Shino dormido y el calor que desprendía le asaltó la mente.- ¿Ese es mi jersey?

Shino llevaba debajo de la americana negra del uniforme su jersey gris del viernes. ¿No había salido semidesnudo? Estaba bastante confuso. ¿Cómo lo tenía él?

-Yuri vino a mi casa el domingo y se lo dejó. Por eso no vine ayer.

Una descarga de rabia agito al moreno de los pies a la cabeza.

-¿También se dejó las bragas?- Ryu se levantó para irse.

-Puede, es un poco guarra. Creo que ni siquiera se llama Yuri, lo usa porque según ella es sexy- Shino hizo una sonrisa torcida.- ¿Sabes?, creo que no ha lavado tu jersey. Y eso que sudaste como un cabrón.

-¿Qué?- Ryu aún estaba mosqueado pero Shino lo descolocó. O no se dio cuenta o disimulaba bastante bien.

- El jersey. Huele a ti. Mira, ven.

Ryu, sin entender nada demasiado se acercó al muchacho. Desconocía tener un olor. En el caso de que lo tuviera debía ser bastante desagradable teniendo en cuenta que como bien había dicho Shino, aquella noche sudo tanto que el jersey se podía escurrir. Al acercarse Shino alzo el pecho, haciendo ademan para que acercará la nariz. Ryu agachó la cabeza desconfiado, parecía el truco de la flor de los payasos. Mientras lo hacía alzó los ojos, encontrándose con Shino mirándole fijamente. Le recordó a la mirada de un león, altiva y amenazante. Se incorporó rápidamente, casi sin inhalar. De repente Shino le agarró del cuello de la camisa e hizo una sonrisa ladina antes de besarle. Fue un beso fugaz, repentino e intenso. Tan corto que a Ryu no le dio tiempo a reaccionar. Antes de darse cuenta Shino ya le había soltado y sonreía socarronamente, mirándole por última vez para darse la vuelta mientras tiraba y pisaba el cigarro que había llevado en la mano.

-Nos vemos, Asahara.

Ryu se quedó sólo en el tejado, con el viento agitándole el pelo, mirando como un idiota el punto por el que Shino había desaparecido con su jersey.

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No sabía que era lo que le había impulsado a llamar a Yuri, como tampoco sabía por qué había besado a Ryu. Tampoco le dio demasiadas vueltas. Actuaba por impulso. Según sabía ya se había liado con un chico hacía un tiempo, pero la verdad es que no recordaba absolutamente nada. No le perturbaba demasiado si era verdad o no. Y tampoco le perturbaba demasiado estar sintiéndose atraído por un chico. Nunca había estado cerrado a nada. En ese momento le apeteció hacerlo y lo hizo, y era así como quería vivir. Cómo reaccionara él tampoco le importaba. Al fin y al cabo ni siquiera era su amigo, podía no dirigirle la palabra nunca más y tampoco cambiaria demasiado su vida.

La realidad era que durante todo el fin de semana había estado pensando en cómo Ryu apretaba las carnes de Yuri, incluso se había masturbado.  Ella era una chica muy guapa, lo habían hecho un par de veces. Así que atribuyó este hecho a que a lo mejor tenía ganas de hacérsela otra vez. Por eso la llamó. Al acabar recordó porque hacía mucho tiempo que no follaba con Yuri. Su sola presencia en la cama le molestaba. No la quería allí, quería estar solo, en su casa, en su cama, sin nadie a quien verse obligado a hablar, mirar, cuidar o complacer. Por algo era su puta casa. A Yuri no le hizo demasiada gracia que la echara, pero la verdad es que le daba igual, si la llamaba acabaría volviendo de todas formas.

Ahora que lo pensaba bien, quizás esa imagen se le había quedado grabada no por la castaña, sino por Ryu, siendo realistas ella no tenía nada que no hubiera visto ya. Era joven y tenía el derecho y el deber a probar cosas. En este caso, quería probar el salvajismo que presenció el viernes. En el fondo nunca le habían gustado ni las princesas y ni las delicadezas. Esta vez quería agresividad y caos. Quería un puto concierto punk en la polla. Cuando quiso acordar, otro cigarro se le estaba consumiendo entre los dedos, dio una profunda calada antes de pisarlo y volvió a casa. 

Notas finales:

Por favor, si alguien lee esto, dejad review. Los necesito muchoooooo TT

Si lo lees, no me amas y no quieres dejar comentario, igualmente muchas gracias por leerme!! 

Hasta la proximaa! (este seguramente tarde un poco más)


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