Martes 9 de noviembre.
2:00 pm.
Suena la campana, las clases han terminado en la universidad estatal de Chicago, Sehun se dirige hacia su casa a paso lento, analizando nuevamente sus respuestas a su examen de psicología, está en primer semestre en la universidad.
Estaba ansioso antes del examen y ahora mismo está confundido. “La solución es nunca confiarse” se dice a su mismo.
El camino de la universidad a su casa es relativamente corto, pero se hace más largo cuando el muchacho titubea sobre sus decisiones de hoy. Cuando finalmente llega, abre la puerta principal con su juego de llaves, observa a su madre de espaldas en la cocina, está haciendo pasta, Sehun lo sabe y su estómago gruñe en respuesta, deduce que su padre aun no llega de la universidad donde da clases, así que se dirige directamente a su dormitorio no sin antes decir un “estoy en casa” a su madre.
La habitación de Sehun es simple. Una cama, un estante para libros, un armario de pared, un escritorio y una computadora en él, libros apilados en la cama, el escritorio y el estante, algo de ropa tirada en el suelo y quizás alguna taza con café frio sobre el escritorio. Sehun es simple como su habitación, tiene solo lo necesario, lo que él considera indispensable y con eso está bien, la mochila queda olvidada en algún rincón de la habitación y su cama le da la bienvenida con los brazos abiertos.
*
Es un día cualquiera en Chicago, el sol brilla, los chicos juegan futbol en el parque, las madres toman el café de la tarde, todo es aparentemente ordinario, pero esto deja de serlo cuando cubren la cabeza de un joven con una bolsa negra asfixiándolo hasta quedar inconsciente, los gritos, las patadas y puñetazos lanzados quedan en el aire esperando dar en el blanco, pero esto no sucede. Todo se vuelve borroso y después negro. Obscuridad es lo único que hay alrededor del chico.
A tientas, en la oscuridad examina el lugar donde se encuentra y su condición, le duele el cuerpo completo, no puede ver y solo logra escuchar susurros del exterior, deduce que está en un cuarto pequeño, encadenado a un poste, solo. Mueve la cadena atada a su tobillo izquierdo una y otra vez con la esperanza de ser escuchado.
-Sh… te oirán.
-¿Hola? – Apenas logra distinguir su propia voz- ¿Hola? – Repite- Si hay alguien ahí, por favor, ayuda.
La puerta se abre, está seguro de notarlo, una mano suave como el terciopelo se posiciona sobre su boca.
-Por tu bien – susurran en su oído – Cállate.
El chico solo asiente. La mano que aprisionaba sus labios se retira.
-Luhan- se logra escuchar a lo lejos- Aléjate del muchacho.
El sonido de un cuerpo levantándose lo alerta, temblando de miedo y quizás algo de frio se lanza contra lo que cree es la pierna del desconocido y lo aprisiona en sus brazos.
-No me dejes- Susurra.
Alguien toca su cabeza suavemente, escucha un suspiro y siente como apartan sus manos de su objetivo.
-Por tu bien y por el mío debo irme.
Frustrado y temblando reniega en silencio.
-¿Quién eres?- se escucha preguntar.
-Nadie – obtiene por respuesta.