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Rap' Smile por Nilde

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[Punto de vista en todo el fanfic: Rap Monster]

- Dola bojimaaango tonagara to narul chajimal go saragara... HARU HARU MUDJOYOGANE EH EH EH. ~ -Estaba completamente inmerso en aquella canción que acababa de salir al mercado. Para ser principios de 2008, la verdad es que la estructura y composición musical de la canción estaba bastante actualizada.

En su MP3, no paraba de sonar, ya que la tenía en modo repetición continua. Era tal la obsesión con esa melodía, que incluso se sabía los momentos en los que la música era agitada, a la par que su cuerpo. A pesar de estar fregando su aula tras las clases, pues ese día le tocaba, no paraba de mover los pies al ritmo de la canción, pero siempre haciendo su labor.

De vez en cuando acercaba aquel palo como si fuese un micrófono y miraba hacia todas aquellas mesas vacías, esperando que algún día se convirtiesen en personas que pudiesen oírle cantando. En cuanto a el baile... Era tan sumamente patoso, que llegó a tirar un poco de agua al dar una patada al cubo de la fregona. Era peor que un pulpo en un garaje.

Pero entonces, llegaba el momento. Ese momento en el que el rapero de ese grupo, T.O.P, decidía cantar. Soltaba con euforia la fregona de entre sus manos para comenzar a moverlas en el aire (hasta con un poco de agresividad) y sus labios mágicamente se movían con rapidez. La fluidez de aquellas palabras era tan veloz, que cuando se trababa se castigaba a sí mismo retrocediendo un poco de la canción para poder asegurarse de que se lo aprendía bien.

De pronto, sintió una pequeña presencia observándole. ¿Un fantasma? ¡Cómo iba a ser un fantasma! A su edad, con 14 años, nadie creía en ellos. Se giró con lentitud con algo de temor, pero vio por el marco de la puerta dos pequeños ojos que no le quitaban la mirada, con un flequillo castaño y una nariz algo respingona.

- Cuando bailas, pareces un pato mareado... -Conocía a ese chico, porque iba a la clase de al lado, pero jamás le había oído hablar. Tampoco le había visto con amigos en el recreo, con lo que no se extrañó mucho al verle allí en ese horario de tiempo libre. En cuanto dijo esas palabras, se fue corriendo. Pero antes, le dejó el mejor regalo no material que pudieron haberle dado.

El ajeno, le sonrió. Le sonrió. Pero no con una sonrisa normal, si no con LA sonrisa. Llegó a tragar un poco de saliva al sentir como se le erizaba la piel por aquel gesto, dejándole hasta inmóvil. No pudo ni seguirle, no podía, le había paralizado.

Se dió cuenta, de que aquel había sido el insulto más cálido y confortable que jamás había escuchado.

 

 

 

La escuela se había preparado desde hacía meses para el primer festival de música de ésta. Sus nervios estaban a flor de piel, o más bien su cabreo. Como era de suponer, querían dar un aire "prestigioso" a la escuela, con lo que tenían que tocar una sonata de Beethoven entre todos los grupos. Y a él, le tocó el xilófono. UN PUTO XILÓFONO.

Para rematar, tenían que llevar unos trajes de marinerito como si fuesen la primera Comunión de éstos, cosa que le hizo respirar varias veces para intentar no matar a alguien. Obviamente, no iba a llenarse de sangre... Así que lo dejó pasar y se subió en aquellos altos escalones para colocarse arriba del todo, donde se encontraban los xilófonos. Aún eran los ensayos, con lo que tenía tiempo para repasar su parte.

Lo peor es que al director le había dado por dar pequeños trocitos de canción a cada alumno, y luego se tenían que "juntar" en un instrumento para tocar armónicamente. Eso demostraría cuánto sabían sobre la música, y haría una pequeña alza a la nota final de las evaluaciones.

Al ser primera hora, tuvo que rascarse el ojo para quitarse el sueño, mientras abría la boca como si fuese el león famoso de 'MetroGoldinMayers'... Pero apareció el chico de la sonrisa a su lado. Le vió abrir la boca de aquella manera y se tuvo que recolocar acto seguido como si fuese un buen estudiante.

 

- Pato mareado, ¿ahora te crees león? - El ajeno, se puso a reír completamente por su bostezo, mientras que el otro intentaba recomponer lo poco que le faltaba de dignidad. Se puso nuevamente a tocar, o más bien a hacer un poco el idiota con el xilófono.
- Yah... No me llames pato mareado. Tengo nombre... -Hizo los mismos acordes que los de los centros comerciales, y entonces dio un fuerte golpe con la barilla contra la tecla de madera.- RAP MONSTER. -Y justo en ese acto, la barilla se rompió y salió escopetada hacia la cabeza del compañero de alante, quien le miró con odio y desprecio mientras este pedía disculpas arrepentido de aquella torpeza.

-¿Rap Monster? ¡Te pega más BROKEN MONSTER! -El chico del flequillo se comenzó a reír con levedad, hasta que de pronto y con una pose a lo Power Ranger (bastante extravagante...), dijo.- Yo soy J-Hope. ¡El que da esperanza!

Entonces, quien rió ahora fue él. No se creía que tuviese un nombre tan patético, porque era increíble que se llamase así. Pero realmente, si se llamaba J-Hope, sería por algo.
- ¿Y tu esperanza me ayudará en arreglar esa barilla rota? - Fue entonces cuando el contrario, sacó de su bolsillo una cinta adhesiva, cogiendo ambos trozos un poco chapuceros y consiguió juntarlos en uno. Justo a tiempo, porque iba a empezar la función.

 

De vez en cuando, miraba a su acompañante de xilófono, el cual estaba tan concentrado que hasta sacaba la lengua hacia un lado. Le parecía gracioso, pero a la vez... Era otro sentimiento. Era extraño. Se sentía bien teniéndole a su lado. Pasaban los minutos, ya llevaban unos 8 ó 10 minutos tocando, cuando de pronto la barilla se despegó y se quedó con medio palo en la mano.

Histérico, intentó llamar la atención de J-Hope, quien le miró sin creer que se hubiese despegado. Y entonces, la música dejó de sonar. La parte de arriba, había dado en el violín de uno de sus compañeros, haciendo que sonase un sonido de lo más extraño el cual hizo alterar a todos, incluídos los padres y el público.

¿Qué debía de hacer? ¿Pedir disculpas y hacer como si no hubiese pasado nada? ¿Decidir aceptar las culpas o huir cual cobarde?

Mientras se cuestionaba todo eso, el director se acercaba furioso hacia él, mientras todos le miraban.

- ¡Corre, Monster, corre! -Su nuevo amigo, intentó obstaculizar al director para que no pudiese agarrarle, mientras él huía entre todos los instrumentos hasta que llegó al micrófono de abajo, donde había hablado el director con anterioridad. Vio las caras de los padres, completamente aburridos excepto algunos que estaban curiosos por lo que había pasado. Así pues, se le ocurrió coger el micrófono y mirar hacia el director como si nada hubiese pasado, pero pidiendo disculpas con su toque especial: Con un rap.

 

Lo lamento Director, no volverá a pasar,

sabe que soy torpe hasta para fregar.

Pero barillas como esa no duran,

si con un hombre bruto las juntan.

No me gusta el xilófono, prefiero rapear,

el público aburrido no puede ni reflexionar.

¿Quién mandó ponernos estos trajes?,

son tan horribles que ni sirven de disfraces.

La escuela funciona así, como una prisión,

excepto un prisionero que llegó a mi corazon.

Y no miento cuando digo que esto está podrido,

que de lo único que me alegro es de tener un amigo.

 


Y ese fue, por mi estupidez, el último día que vi al chico de la sonrisa. Nuevo colegio, nueva ciudad, mala vida.


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