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Quién lo hubiera pensado [JiKook]. por Neverislate

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Notas del capitulo:

¡Hola, hola! Este capítulo esta narrado desde el punto de vista de Jungkook al igual que el anterior.

Espero que lo disfruten.

Pasaron tal vez unos quince minutos luego de que acepté salir con él o tal vez menos, no tengo idea. Sinceramente, el viaje en autobús se me hizo eterno y tan sólo permanecí mirando por la ventana. Ni siquiera lo conocía, pero tampoco tenía interés en hablar con él. En cambio, Jimin se esforzó todo el viaje en entablar una conversación conmigo y yo no hice más que evadir sus clásicas preguntas. Finalmente llegamos a nuestro destino o eso supuse ya que mi acompañante se había puesto de pie y jaló con levedad mi brazo; me molestó que volviera a tocarme, pero no dije nada al respecto y sólo me levanté.


Ya habíamos bajado del transporte y a paso relajado caminamos hacia la heladería que estaba cerca. Me mantuve en silencio al igual que antes hasta que llegamos al local. Él abrió la puerta para permitir que yo entrase primero y me pareció muy raro. ¿Acaso cree que soy una chica o qué? Sin embargo, entré y avancé hasta el mostrador. Estaba indeciso y no sabía qué sabor escoger, pero terminé decidiendo lo de siempre; chocolate.


— Yo quiero uno de vainilla… —Habló el chico que nuevamente estaba a mi lado y luego me miró—. ¿Tú cuál deseas, Kookie?


— Chocolate. Hey, sin apodos raros por favor.


— Pero suena lindo, te viene por eso… —Susurró cerca de mi oído mientras esperábamos en la fila y no pude evitar reír con sutileza.


— Ese fue un intento bastante patético. ¿Te ha funcionado?


— ¿Tan mal estuvo? —Habló entre suaves risas y pareció que no le importaba que me estuviese burlando. Él seguía siendo extraño.


— Terrible. —Sentencié y al fin nos atendieron. Cada uno pidió lo que quería y saqué mi billetera para sacar dinero suficiente para pagar mi helado, pero Jimin se me adelantó y pagó todo. Seguía tratándome como a una chica y me irritaba.


No tardaron en entregarnos nuestros helados y de inmediato le di una lamida al mío mientras daba la vuelta. Él siguió mis pasos nuevamente y juntos salimos del local. Cada quien estuvo concentrado en lamer su helado o por lo menos yo lo estaba y caminamos sin rumbo alguno. Mi semblante era serio como de costumbre y lamí mis labios antes de comenzar a hablar, me estaba aburriendo así que no quedaba de otra.


— ¿Ya estás feliz?


— Bastante. Yo he logrado algo que nadie pudo.


— Sí, aunque con chantajes. Por cierto, dame mi libro.


— Te lo daré si aceptas una segunda cosa… —Habló algo dudoso y esa sonrisa medio pervertida volvió a aparecer.


— ¿Ahora qué quieres?


— Sal conmigo maña-


— No. —Lo interrumpí de inmediato y volví a lamer mi helado, estaba bastante delicioso.


— ¿No quieres tu libro?


— Algo me dice que me vas a chantajear por siempre. Mejor me compro otro.


— Ese también te lo quitaré… —Creo que bromeaba, aun no comprendo esa extraña sonrisa tan propia de él.


— Eres irritante.


— Sólo un poco… Vamos, Kookie. Sal conmigo mañana y luego de eso juro que te devolveré tu libro. Sin más chantajes. —Por el tono con el que me habló parecía que me estaba rogando y de la nada su labio inferior se fue abultando hasta formar un pequeño puchero. ¿De verdad creía que con eso me iba a convencer?


— ¿Y adónde se supone que iremos? —Quise darle esperanzas, probablemente falsas.


— ¿Te gustan las películas?


— Mucho.


— Te llevaré al cine, ¿te parece? —Ahora un brillo apareció en sus grandes ojos y sonrió de manera amplia dejando a la vista su blanca dentadura. Yo quería mi libro. Era uno muy costoso y además me lo había dado mi padre una vez que salimos, tenía valor sentimental y lo quería recuperar.


— Lo pensaré.


Después de decir lo último no se habló más del tema y caminamos hasta una plaza. Ambos nos sentamos en el césped y por lo menos yo, seguía comiendo lentamente mi helado. Siempre he sido alguien muy lento cuando se trataba de comer, es algo que no puedo evitar. Mancharme es otra cosa que me cuesta evitar y justamente eso ocurrió. La punta de mi nariz terminó totalmente cubierta con el helado y antes de que pudiese limpiarme, Jimin quitó la mancha con sus labios. Obviamente me sorprendí y me aparté, pero de seguro mi reacción no fue como lo esperaba. Las cosas tiernas no van conmigo, me desagradan bastante y por lo que veía, Jimin era del tipo de persona excesivamente melosa. En fin, en un veloz movimiento llevé mi helado a la mejilla adversa hasta mancharlo y me fui poniendo de pie, reflejando en mi rostro lo molesto que estaba.


— ¿Así piensas convencerme de que salga contigo? —Lo miré desde lo alto mientras el trataba de limpiarse con una pañuelo desechable y de inmediato se puso de pie.


— ¡Perdón! No pude resistir, no te enojes. Sal conmigo mañana, prometo que te vas a divertir. ¿Acaso has olvidado que tengo tu libro? Deberías de ser más amable conmigo. —Y nuevamente, trató de chantajearme.


— Eres un… agh. Vale, luego te respondo. De todas maneras tengo que pedirles permiso a mis padres. —Eso fue más que nada una excusa, mis padres nunca estaban en casa y yo salía cuando se me daba en gana—. Me tengo que ir.


— No tienes mi número, ¿cómo piensas avisarme?


— Se me ocurrirá algo. —Dicho lo último, hice una corta reverencia y me di la vuelta. Era tarde y estaba cansado, de verdad me quería ir a mi casa.


— ¡Espera! —Exclamó y corrió hasta ponerse a mi lado—. ¿Qué tal si te acompaño a tu casa, pides permiso mientras te espero afuera y luego sales a darme la respuesta?


— Eres peor que un virus. —Comenzó a reír luego de que dije eso y me miró mientras caminábamos, ansioso por una respuesta.


— Y como el buen virus que soy, no dejaré de molestarte hasta que aceptes salir conmigo.


Por suerte, mi casa no estaba lejos de allí y llegamos en cuestión de minutos. Mi adverso se la pasó literalmente todo el caminó insistiendo e incluso rogando para que saliera con él. ¿De dónde salió ese chico? Yo bien sabía que le gustaba a muchas personas de la escuela y lo más probable es que él sea otro más en la lista, pero jamás nadie se había tomado tantas libertades conmigo. Primero que todo, ya era sorprendente el simple hecho de que se atrevió a hablarme, ¡y fue más de una vez! Ahora no sé cómo quitármelo de encima.


Me detuvo luego de que abrí la puerta y sostuvo mi mano derecha con firmeza, aunque nunca llegó al punto de lastimarme. Sólo me miró fijamente a los ojos durante unos segundos y sonrió como si de un bobo se tratara. Lentamente comenzó a acortar la distancia entre nuestros rostros y mi ceño se frunció al mismo tiempo que llevé mis dedos a los labios foráneos, deteniéndolo.


— Alto ahí, campeón. —Hablé en un tono divertido y me zafé de su agarre—. Dame mi libro.


— Sal conmigo, bebé.


— Te dije que no me lla-


— Sal conmigo. —Me interrumpió y con sus brazos rodeó completamente mi cintura. El agarre era bastante firme, pero no me lastimó en ningún momento. Obviamente yo hice todo por liberarme de él, pero mis esfuerzos fueron nada comparados con su fuerza.


— Agh, demonios. ¡Está bien! —Exclamé algo enfurecido y continué esforzándome en librarme de sus brazos. Él sólo sonrió de esa forma medio pervertida y me miró fijamente a los ojos, lo que me pareció algo raro.


— Es una cita. —Dijo sin más y robó un suave, pero corto beso de mis labios. Esta vez no pude hacer nada. Todo pasó tan rápido que ni me percaté y sólo quedé ahí, parado con una cara de idiota que reflejaba lo sorprendido que estaba. Para cuando volví en mí, Jimin ya estaba corriendo y me lanzó un beso mientras reía algo burlesco.


— ¡No es una cita! —Le grité mientras lo veía marcharse y fruncí el ceño, exclamando una vez más—. ¡Me las pagarás, virus! 


Luego de lo ocurrido entré furioso a mi casa. Jamás saludaba a nadie, aunque por lo general las únicas personas que estaban eran los empleados y según parecía, ese día no fue la excepción. Lo primero que hice después de dejar mi mochila en mi habitación, fue lavar muy bien mis dientes. Jamás he sido un amante de los besos y mucho menos si me los daba alguien que apenas conocía. Jimin me irritaba en demasía y en mi opinión, no era tan guapo que digamos, sólo… decente. Me molestó mucho que me besara de la nada, en la calle. ¿Y si mis vecinos lo vieron? Yo sólo espero que nadie lo haya notado porque si mis padres se enteran, estoy muerto.


A pesar de lo desagradable que me parecía, después de acostarme no hice más que pensar en él. Creo que de verdad es un virus.  ¿Qué sorpresas tendrá mañana? Sí o sí, yo me tengo que vengar. 

Notas finales:

¿Les gustó? Yo espero que así haya sido. Por favor dejen sus comentarios para hacermelo saber y motivarme a actualizar pronto[?]. 


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