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TroubleMaker [BTS] por Shitara

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Notas del capitulo:

Bueeenas, pues aquí os traigo el capítulo 5, solamente quiero pediros una cosa<3, vereís, acabo de crear una página de facebook donde subiré algunos otros fics y mis FanArts de kpop, y me haríais tremendamente feliz si decidierais darle a like<3   Podeís encontrarme como 'Shem Park Art' :'D os espero por allí~~

Gracias y espero que os guste el nuevo capítulo~~

Las aulas parecían estar vacía, cuando realmente estaban abarrotadas, compañeros, riendo y jugando.


¿Amigos? Él no tenía de eso, ¿Los necesitaba? Seguramente, pero nunca lo aceptaría, por que a el nunca nadie lo habían aceptado.


Los catorce años, suele ser una etapa que marca tu vida, los hechos que sucedan ahí, determinarían posiblemente tu futuro, las pequeñas manos de los estudiantes de las aulas, allí con sus pequeños y maleables cerebros.


Digan lo que digan, se lo van a creer.


La soledad inundaba el blanco rostro del joven, allí sentado con un libro, haciendo caso omiso a las explicaciones de su profesor, ¿Exámenes? No le importaban, el amaba la literatura, nada le enseñaba más que un buen libro, era de corta edad si, pero el aislamiento y las burlas le hicieron encerrarse más, en su propio mundo, en su propia y única realidad. Por que¿A quien le importaría que el muchacho estuviera sufriendo? ¿Quien sería aquel que viera que estaba llorando? ¿ A quien le importaba que todas las solitarias tardes, se deshiciera de su dolor presionando fuertemente sobre sus adoloridas muñecas con algún objeto afilado?


Al fin y al cabo, el no era nadie ¿verdad?


 


Cuantas veces había pensado el abandonarlo todo, el liberarse al fin de todas sus cargas, sentir la satisfacción de que el dolor y la soledad habría acabado? Infinidad de veces, no obstante, era un niño, un niño que aún buscaba calidez, buscaba amor, buscaba alguien que le gritara su nombre, alguien que supiera que el existía, tan solo pedía un poco de eso que todos tenían.


 


El era un muchacho, no merecía tal infancia, por que esto no solo se retoma desde su entrada a la secundaria, el hecho de ser una persona reservada, hizo que su vida escolar fuera un infierno, desde tan temprana edad, las mofas y los burlas nunca cesaron.


 


Y el sabía más que nadie, cuan crueles podían ser los niños, esos que por mucho rogar que pararan no lo hacían, esos que incluso tras pedir piedad, tiraban de los finos y azabaches cabellos del chico, esos que a pesar de todo, empujaban al pequeño de cara contra el frio asfalto, viendo como su nariz sangraba, que aún que su boca, con ese sabor a sangre, a hierro, preguntaba con desesperación el por que a el.


El nunca hacía nada.


Tal vez ese fue su primer error.


No obstante, con los años y el paso de primaria a secundaria, podía decirse que cambio ligeramente, ya nadie le golpeaba, haciendo saborear la tierra del patio, ya nadie, le insultaba, ya nadie le miraba.


Nadie sabia de el.


Y comprendió, cuan inútil resultaba su presencia en el mundo, lo indiferente que era.


 


La estación, era un lugar que odiaba a más no poder, pero más odiaba subirse a esos trenes abarrotados en hora punta, donde todos creían ser superiores a otros, donde todos corrían para coger asiento, sin importar quien lo necesitaría más.


 


El llanto de una chica, probablemente de su edad, le hizo despertar de su ensimismamiento, y por sus casi ilegibles balbuceos, logró descifrar lo que decía, había perdido su cartera.


 


Nadie ayudaba, tan solo empujaban con velocidad para subirse al tren que estaba apunto de ponerse en marcha, el muchacho, tampoco hizo nada, tan solo miró desde el interior del tren, sujetado a una de las barras metálicas de arriba, como aquella joven sollozaba buscando su cartera a escasos centímetros de vehículos, hasta que las puertas se cerraron, viendo en la distancia como la niña seguía buscando con desesperación, cerca del anden.


 


La gente apenas chasqueaba la lengua por no lograr encontrar sitio, una mujer embarazada, se apoyaba sobre una de las puertas para lograr mantener su columna recta a causa de la pesadez de su notable vientre creciente.


 


Y ahí sintió como si ya nada importara, por que el mismo, se había convertido en lo que tanto odiaba, en uno de esos insensibles humanos.


 


Saco de su mochila, un pequeño libro de apenas unas 200 hojas, el cual abrió por la mitad, leyendo las primeras lineas, para después desplegar sus parpados sobre sus ojos, preguntándose el por que se sentía tan triste.


 


Quería volar fuera de ese mundo, hasta el borde del universo, jugar con esa fantasía que apoco de disuelve y se retuerce, antes de que sus lagrimas cayeras sin un por que en concreto.


 


Aun que pareciera una locura, solía callejear después de sus clases, esperando a que el sol se pusiera, para coger el último tren, el cual algunas personas cogían.


 


Allí podía sacar su libro y leer sentado cómodamente dejándose mecer por el tren.


 


Sus libros favoritos siempre eran del mismo autor, que de algún modo, el joven, se sentía identificado, el artista se suicido, dejando una pequeña nota en su última obra, con palabras simples.


 


''Mi vida esta llena de vergüenza y de mentiras''


 


El pequeño le pareció algo absurdo y bastante lúgubre, no obstante, aquellas palabras rondaban siempre en su cabeza.


 


La soledad hacía que el joven pensara de sobre manera, y necesitaba oír la voz de alguien, oírla dirigida hacía el, sus labios no articulaban palabra, mientras su mirada pedía a gritos a alguien que lo ayudara. Y en ese momento más que nunca, enfrascado en su novela, quiso volar más allá de la luna, olvidarse de todo, que cualquier rastro de el desapareciera y que nunca más nadie le recordara.


 


El trayecto había terminado y el tren estaba por partir nuevamente hasta la última estación , y las vías se veían apeteciblemente iluminadas y húmedas por la humedad.


 


Quería volar nuevamente, hasta alcanzar el cielo con sus propias manos, abandonar todas aquellas restricciones que le limitaban como ser humano y correr sin rumbo.


 


Retrocedió el joven sobre sus propios pasos hasta permanecer a escasos centímetros de las vías.


 


Estaba bien, nadie lo notaría, nadie precisaba de su presencia, nadie le esperaba en casa.


 


Se disponía a acabar con su inexplicable existencia cuando alguien toco sobre su hombro.


 


''Eh, se te cayó esto antes'' Vocalizo otro muchacho, que se veía más mayor que el pequeño de cabellos negros a la vez que le entregaba un marcador de páginas.


 


''Gracias'' Dijo el mencionado en un suave hilo de voz que dejo salir junto a la brisa de la noche mientras miraba las extrañas y llamativas facciones del otro.


 


''No es nada, por cierto, ¿Te sientes mal? En el tren parecía que en cualquier momento ibas a desvanecer'' cuestiono el de cabellos rubios y tez morena con una sonrisa.


 


''Oh, solo que tuve un mal día'' respondió sorprendido, anhelaba el contacto físico.


 


''Bueno, todos tenemos malos días'' agregó la misma sonrisa ''Soy NamJoon, un placer'' saludo al joven dándole la mano.


 


''Jeon Jeongguk'' correspondió al apretón con inseguridad.


 


''Realmente te vengo a hablar de algo, tengo un proyecto entre manos, estoy buscando a gente que trabajé para mi'' Repitió la misma sonrisa adhiriendo palabras amenas.


 


El pequeño Jeon no puedo resistirse, era una situación extraña, pero ansiaba el poder comunicarse, y aquel chico había leído sus pensamientos, había visto dentro de el, y le estaba ofreciendo un futuro, un futuro del que nunca hubiera podido disfrutar si en ese momento nadie le hubiera hablado.


 


----------------


 


El estruendoso timbre de la puerta, alerto a cierto pelinegro que se encontraba apaciblemente con la música a todo volumen a la vez que subrayaba sobre sus cientos de apuntes de derecho constitucional, tal fue el susto que, se cayó de la silla, propiciándose un fuerte golpe contra la moqueta de la habitación.


 


No dejaban de timbrar lo que le hizo suponer al alto, que era algo sumamente importante, que no podía esperar, por lo que corrió a toda velocidad para abrir la puerta encontrándose a dos muchachos semi discutiendo el uno con el otro sin hacer el más mínimo caso al mayor que se encontraba con un cómodo chándal gris.


 


''Te he dicho que dejes de llamar'' dijo entre dientes un pelinaranja mientras agarraba con fuerza las manos de su acompañante, más bajito y de grandes mejillas, el cual identifico como Park Jimin, su vecino, que seguía timbrando, hasta que ambos chiquillos se percataron en la mirada desaprobatoria del mayor.


 


''¡Oh! HoSeok, pensábamos que no estabas en casa'' vociferó alegremente el más bajito.


 


''Ya...Y eso explica el por que tienes que maltratar el timbre de mi apartamento ¿no?'' cuestiono con cierto enojo pero que a los oídos de los más jóvenes sonó divertido puesto que rieron tras lo dicho.


 


El pelinegro alto tan solo miró desde arriba a los otros, elevando una de sus cejas en busca de una explicación.


 


''Bueno HoSeok, ¿Recuerdas que buscaba un compañero de piso?'' El mencionado asintió ''Pues este es, y quería conocer a los vecinos'' agrego Jimin.


 


El estudiante de derecho miro las delicadas facciones del nuevo amigo de su vecino, el cual le resultaba tremendamente conocido, estuvo un rato analizando incluso el tono de voz de aquel joven a la vez que dejaba entrar a los dos muchachos hasta su ordenado apartamento.


 


El pelinaranja, abrió su boca en forma de ''O'' actuando un poco de sobremanera, no obstante, los presentes no se extrañaron.


 


''Eh, tu eres el de la estación'' Señalo al más alto, pareciendo que se acababa de acordar y ahora mismo estaban bajo el mismo techo por mera casualidad.


 


''Ya decía yo que me resultabas familiar, eres...¿Tae Byung?'' trato de recordar Ho Seok.


 


''Casi pero no, TaeHyung'' corrigió el más pequeño de edad.


 


''Cierto, cierto, que casualidad, cuéntame, ¿como has llegado a parar aquí?'' Preguntó interesado, y algo emocionado de volver a ver a ese ya no tan desconocido pelinaranja.


 


Mientras que ambos altos hablaban de cosas triviales, el más bajito se sintió algo ignorado, no solo por que su nuevo compañero de piso apenas le hablaba, si no por que su querido vecino, por el cual se había decidido arreglar para visitar, le mostraba más atención al joven al que acababa de conocer y no a el.


 


Eso le hizo sentirse algo...¿celoso?


 


''Bueno, si vais a seguir hablando, yo vuelvo al apartamento, tengo cosas que hacer'' interrumpió el pelinegro bajito, tras ver que ambos tan solo se despidieron de el con un simple gesto de la mano, hizo que su sangre hirviera, el debía ser el solicitado por todos.


 


''TaeHyung tu deberías ir también, aún tienes que ordenar tu armario si no me equivoco'' Replico esperando que el alto le diera la razón y se fueran a su casa.


 


''En un rato voy, Jimin'' Respondió su nuevoamigo, simplemente Taehyung no podía irse ahora, su plan estaba rodando perfectamente, entablar una conversación con su victima, no le resulto difícil, como le había pasado ocasionalmente, mantener una conversación con el divertido HoSeok, no era nada complicado, es más, podría decir incluso que le resultaba agradable, su sonrisa carismática hacia que se entrevieran sus blancos dientes y su cabello desordenado, le daba un toque bastante campechano. Eso era algo que el llamado V no veía todos los días y le estaba resultando más agradable de lo que debería.


 


Jimin, aún con cierto cabreo, cerro la puerta del apartamento de su vecino, mirando en su bolsillo para hallar las llaves de su propia casa, introduciendolas en la ranura, abriendo la puerta de par en par, para después cerrarla tras de si, acompañado con un sonoro suspiro.


Pero no sabía que el volver le fuera a ocasionar tantos problemas, y hubiera preferido mil veces quedarse allí en el piso del estudiante de derecho mientras hablaba amablemente con su compañero si hubiera sabido lo que le esperaba al llegar a su casa.


''Hombre Jimin, me ha llevado tiempo encontrarte'' Preguntó un muchacho, de unos escasos centímetros más alto que el pelinegro, este se encontraba recostado sobre el reposa brazos del sofá, mirando directamente hacía la puerta.


 


''¿Que haces aquí? Te pedí que me dejaras en paz'' Titubeo el pelinegro recostado sobre la puerta, al ver como el de ojos gatunos, se acercaba sigilosamente hacía él.


 


''Me has dicho muchas cosas, no pretendas que las recuerde todas'' La sonrisa ladina del mayor hizo que un escalofrió recorriera la columna del joven, y más cuando el mencionado, lo acorralo, posicionando una de sus manos sobre la puerta a un lado de su cabeza, sonriendo amenazante, rozando su respiración con la de Jimin.


 


''Suga, por el amor de Dios, dejame vivir, te dije que no le diria nada a mi hermano ni a mi padre, solo dejame'' Respondió atemorizado, pero no simplemente por la cercanía del mencionado, si no, por la violación de su intimidad, al entrar en su apartamento, sin llaves y sin permiso, sintiéndose vulnerable.


''Pero si no puedo jugar contigo, no es divertido'' recalcó Suga, respirando con fuerza haciendo que ambas exhalaciones se fundieran. Llevaba meses sin ver al menor, buscándolo removiendo cielo y tierra, solo para ''jugar'' con el. Anhelaba los esponjosos labios del más moreno, por lo que no tardo en devorarlos con brusquedad, haciendo estremecer al cuerpo que estaba contra la puerta, sin salida.


 


Jimin intento zafarse de los labios del de los ojos gatunos, no podía negar que esa situación le excitaba de sobremanera, no obstante, cada vez que recordaba todo lo que hizo el mayor, un punzante dolor atacaba su estomago, haciéndolo querer vomitar por el contacto del otro. Realmente lo odiaba, de eso no tenía duda.


 


''Me das asco'' Dijo logrando separarse, propinando un fuerte rodillazo en la parte íntima del de piel blanca, haciendo que aprovechara su momento de debilidad, para sacarlo fuera de su casa forcejeando un poco, no obstante, Jimin logró echarlo, puede que Suga fuera mucho más mayor que el, sin embargo Jimin, no era alguien fácil y se entrenaba todos los días, adoraba cuidarse y tonificarse, y en estos momentos lo agradecía más que nunca.


 


 


NamJoon se encontraba en su amplio despacho, situado en aquel bar llamado ''TroubleMaker''


Tecleaba velozmente sobre su portátil plateado, mientras miraba las fichas que había sobre la mesa, toda ella estaba repleta de papeles, con fotos y datos de víctimas y clientes.


Su móvil empezó a vibrar nuevamente, la tranquilidad, no era algo común en su vida, su vida ajetreada, pero le gustaba aquello, no podía quejarse.


''¿Sí?'' pregunto el de la cabellera rubia platino, posicionando el teléfono entre su oreja y su hombro, sin dejar de teclear sobre su laptop.


''RapMonser, Soy Zico'' Contesto una voz aparentemente familiar para el chico ocupado, el cual contesto desganado, dándose a notar que estaba ocupado.


''¿Como anda mi proxeneta favorito?'' cuestiono divertido aquella persona.


''Joder, Zico, cuantas veces te lo he dicho, no soy un chulo, y no trabajo con putas'' aclaro NamJoon, algo cansado de repetir siempre lo mismo.


''Jajajaja, ya lo se RapMon, solo quería hablar contigo'' rió el tal 'Zico'


El rubio tan solo sonrió internamente, estaba ocupado si, pero tal vez, podía relajarse un poco hablando con su viejo amigo Zico.


Por que no estaría mal tomarse un descanso de vez en cuando, al fin y al cabo, el también tenia derecho.

Notas finales:

Bueno pues pues no se que más decir, intentaré actualizar pronto, ya saben, pongan un review y esas cositas<3

Y visiten mi página<3 se los agradeceré con hermosas actualizaciones~~

bye!


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