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THILBO. por Eli97

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Notas del capitulo:

Antes de comenzar a leer este capitulo, me siento con la necesidad de explicar la razón por la cual tarde demasiado en subir éste capitulo, no es un pretexto, es la verdad.

Ya tenia escritos los capitulos 10 y 11 del fict, pero accidentalmente el disco duro de mi computadora se rompio por un golpe y me quede sin computadora por una semana. Intenté escribir en mi cuaderno pero perdi todas mis historias, fotografias y lo que llevaba escrito de un fanfiction de The Walking Dead que estaba escribiendo, incluyendo los capitulos de THILBO, y me sentí muy triste por eso, toda mi informacion de mi página web se perdio, todo T_T

Pero bueno, lleve a reparar mi computadora y porfin pude volver a usarla, pero ya habia perdido toda mi informacion, mis programas, etc.

Me vi en el problema dehaber perdido el hilo de la trama del fanfiction y no tenia respaldado nada, por lo que me fue dificil reescribir este capitulo.

Ademas comenzaron los procesos de ficha para la universidad y estuve fuera unos dias.

PERO BUENO, ya regrese, y espero que a los que leen este fict y a los que lo siguen, les siga gustando.

:D

Saludos

10

LA IMPERIOSA NECESIDAD

 

PARTE 1: SABOR

 

Llegó un punto en que los hermanos Salumba se volvieron fastidiosos. De ninguna manera les contarían la verdadera razón por la que estaban viajando, así que Bilbo tuvo que inventarse una historia que fuera lo suficientemente creíble como para dejar satisfechos a Andon y Nindi, pero los chicos eran insaciables, lanzaban una pregunta tras otra, y no dejaban al pobre hobbit respirar.

    -Saben, estoy algo cansado de contar historias – Dijo lanzando un suspiro al aire, cuando ya no pudo más.

Ambos chicos se volvieron hacia el sin detener al poni y asintieron al mismo tiempo.

Por un lado, Bilbo se sintió aliviado de que por largo rato hubiera mantenido a su cerebro ocupado mintiéndole a los hobbits porque así no pensó en lo que había pasado la noche anterior. Pero ahora que se había sentado, encontrándose con la mirada de Thorin frente a él, recostado al otro lado, el recuerdo del tacto con su cálida mano volvió a invadir su cabeza. Esas palabras que hacían eco en las paredes de su memoria, << Tu… me gustas >> El conjunto de sonidos más armonioso que una persona podía escuchar, quería escucharlo de nuevo. Pero el recuerdo de la voz de Thorin no era la única que habitaba en el inconsciente del hobbit. Esa titilante vocecilla que lo hacía sentir culpable cada vez que deseaba al enano, esa maldita voz, exasperante como una abeja volando alrededor  << Debes dejarlo, es incorrecto >>

Miró nuevamente a Thorin y vio como sus labios se formaban en una sonrisa. Bilbo se sonrojó y apenas se la correspondió.

El rey de Erebor no podía dejar de pensar en él. Mientras les inventaba aquella historia a los chicos no poda evitar mirarlo, contemplar a aquella criatura.  El que se hubieran confesado había reforzado esos sentimientos de hierro. Sin embargo, Thorin no estaba satisfecho, quería demostrarle a Bilbo su afecto como era debido, quería sentirse realmente correspondido, y seguía tratando de convencerse de que no era intención de Bilbo ser tan seco, frio o distante, quería entender que para él era muy extraña aquella situación, << Solo tienes que darle un poco más de tiempo >> Se seguía repitiendo mentalmente. Pero, para Thorin, si a una persona le gustaba otra, no importaba que pudiera pasar o que pudieran decir los demás, haría lo que fuera para estar con esa persona y punto. Es por eso, que cuando vio la débil y casi forzada sonrisa que Bilbo apenas le había devuelto, su rostro se oscureció y en su cerebro se plantó, aunque fuera una muy pequeña, una minúscula semilla de duda. No le pareció que el hobbit a quien él amaba, aquel que había estado con el cuándo la espada de Azog le había traspasado, le estuviera demostrando el verdadero interés que merecía.

Oculto por una pila de cajas, Danief observaba como se alejaban más y más de su padre, de su vida. Aunque ya había entendido que era por bien de su progenitor que él se alejara, aún seguía deseando haber podido despedirse de él. No podía con la idea de lo preocupado que estaría su padre.

Veía pasar los árboles y flores frondosas que adornaban la orilla del camino, y mientras lo hacía sintió como el pesar de sus parpados se acrecentaba, hasta que se dejó llevar por el sueño.

La herida en el pie de Bilbo ya casi no le presentaba molestias, de repente sentía una que otra punzada leve, pero no era tan grave como a Bilbo, de repente, en un momento de masoquismo, le hubiera gustado que fuera. La única razón era que cuando recién se había herido, toda aquella atención por parte de Thorin le había parecido demasiado enternecedora, demasiado suya, reconfortante, y quería más, pero le daba una inmensa vergüenza el tan solo pensar en él mismo, pidiéndole al rey enano un poco de cariño.

Tal vez Bilbo lo sabía pero lo reprimía y no quería creérselo, pero Thorin, pensando al otro lado de la carrosa, aguantándose las ganas de mirar a Bilbo, contemplarlo y admirarlo, se moría de ganas de ofrecerle todo ese cariño que Bilbo anhelaba. Quería sentir a Bilbo como algo más que un par de manos tocándose. Pero, se le llenaba de vergüenza el alma el tan solo pensar en él mismo, rogándole a Bilbo por algo que seguro se negaría. Y, desesperadamente, seguía repitiéndose internamente que debía seguir dándole tiempo, que él no estaba acostumbrado a este tipo de cosas. Pero es que el deseo de los enanos debe satisfacerse apenas se sienta, porque de no hacerlo, podría terminar explotando.

Thorin esbozó una sonrisa para sí mismo, la imagen de su misma cabeza toda roja y estallando le había parecido graciosa.

Y poco a poco, sumidos en sus propios pensamientos, tanto Thorin como Bilbo fueron víctimas del pesar de sus parpados, hasta caer profundamente dormidos.

Normalmente Thorin no soñaba, y cuando lo hacía, al despertar apenas recordaba uno que otro fragmento muy borroso de ellos. Otras veces, muy pocas en realidad, lo que soñaba no eran precisamente sueños, si no recuerdos, entremezclados y con ecos.

Pero, en ese momento, de repente aprecio como si lo estuviese viviendo nuevamente, el momento en que casi moría.

Primero escuchó un leve susurro, no era su voz, era la de Bilbo, estaba llorando y parecía débil.

   -Mira, las águilas – Se escuchaba, como un arrastre del viento gélido – Ya vienen las águilas.

Ese no era un recuerdo, estaba completamente seguro de que jamás había oído a Bilbo decir algo como eso, y tampoco podía imaginarse una situación en la que hubiera sido necesario decirlo.

El susurro de repente lo cortó el golpe de un enrome mazo amarrado a una cadena, Azog lo azotaba contra Thorin una y otra vez pero una y otra vez Thorin lo esquivó, cayendo en el hielo de la cascada, quebrándolo poco a poco. El choque de sus espadas y el chirrido de éstas terminó en aquella delgada línea roja que se había dibujado en el cuello de Azog, la espada de Thorin lo había atravesado tan rápido que el mismo orco blanco ni siquiera se dio cuenta hasta que se le desprendió del pescuezo la cabeza y rodó como una pelota por el hielo. De repente, todo se desvaneció lentamente, ahora Thorin se hallaba en Erebor, rodeado de las enormes columnas color esmeralda del castillo, estaba parado en el estrecho puente que se conectaba al gran trono del rey. Sobre su cabeza reposaba una hermosa y dorada corona y en sus hombros se sostenía una gran capa de piel. No había nadie alrededor más que él y la persona por quien había preguntado, y sin embargo Thorin seguía urgando con la mirada, no quería que nadie lo viera, que nadie se enterara.

   -¿Por qué me haz traído aquí, Thorin?- Se escuchó entonces - ¿De qué querías hablar conmigo?

Thorin se volvió hacia Bilbo y con las manos lo tomó firmemente de los hombros. Bajo su frente yacía un par de ojos locos y ojerosos, que con gran intensidad no podían dejar de mirar al desconcertado hobbit. 

Súbitamente Thorin se quitó la corona, se sacó la pesada capa, luego el chaleco y todas las capas de ropa que llevaba encima. Bilbo se alarmó.

 -¿Qué haces? ¿Qué estás haciendo?

Thorin se detuvo hasta que bajo la piel de su pecho y tronco lo único que quedaba era una hermosa camisa casi transparente que brillaba como si estuviera hecha de plata y oro. El rey enano seguía mirando fijamente a Bilbo, que no entendía nada de lo que pasaba, y sin apartar los ojos de él, se quitó también la brillante prenda, dejando al descubierto su pecho forrado de bello y sus rozados pezones. Bilbo tragó saliva e intentó no mirar el cuerpo del rey.

Thorin extendió la camisa plateada frente a él, como una barrera delicada entre el hobbit y él.

   -Es un regalo, de mí para ti. El acero valiriano te protegerá de todo…es un escudo.

La perplejidad en el rostro de Bilbo se dibujó de la manera más clara que Thorin había visto nunca. Era como si no hubiera esperado que Thorin hiciera algo por el en algún momento.

Con las yemas de los dedos temblorosas, dubitativo, extendió lo brazos hacia la prenda para tomarla, y sus puños al cerrarse para sostener la camisa,  las manos de ambos personajes se rosaron.  Fue como si fuera la primera vez que Thorin tocaba a Bilbo, y un agradable escalofrió que comenzó con el punto exacto en que había tocado al hobbit le recorrió todo el cuerpo hasta el pecho.  Sorprendido por la sensación, esbozó una sonrisa, y bajo el hechizo de una satisfacción imperiosa, como si su boca hubiese sido atraída por una fuerza gravitacional paradójica, Thorin se inclinó hacia Bilbo hasta detenerse en el choque de sus labios. Intenso como cuando comes por primera vez luego de haber ayunado, los gustos de Thorin no podían ser más claros.

Los ojos de Thorin se abrieron tras el impulso nervioso provocado por el incesante traqueteo de la carrosa, y el sabor de aquel beso se desvaneció en el aire, pero el “sueño” se quedó ahí, flotando claramente en la mente del rey bajo la montaña.  Totalmente conmocionado, miró fugazmente a Bilbo que seguía dormido plácidamente al otro extremo, ¿Había sido un recuerdo o un sueño? Si había sido un recuerdo, ¿Por qué Thorin no lo había recordado antes? ¿Acaso fue una ilusión provocada por su mismo deseo de concretar su amor con Bilbo? Si era un recuerdo ¿Por qué Bilbo no había dicho ni comentado nada acerca de él jamás?

Y con esa incógnita, hasta el resto del camino a Bree, el enano fue inquietándose gradualmente, necesitaba preguntárselo a Bilbo, era indispensable.

 

 

PARTE 2: ARRIBAR

 

Lo que sacó a Bilbo Bolsón del reino de los sueños, fue el incesante y algo tosco zarandeo de Danief contra su hombro.

   -Despierte señor Bolsón- Escuchó el hobbit  en la lejanía, hasta que su vista se volvió clara y divisó frente a él el rostro del cargador, de ojos azules y mentón forrado por una poco poblaba barba castaña.

Bilbo, tallándose los ojos soltó al aire un quejido.

   -¿Ya llegamos? – Preguntó recorriendo con la mirada hacia alrededor. Divisó afuera de la carrosa la gran puerta de madera que daba entrada al pueblo de Bree, pero por más que rebuscó entre su campo de visión no logró hallar a Thorin.

     -Fue al bosque porque tenía que hacer pis – Informó Danief como si le hubiera leído los pensamientos de Bilbo. Bilbo se volvió hacia él  sorprendido de que hubiera sabido lo que buscaba. ¿Acaso era tan obvio que algo estaba pasando entre los dos? Su rostro se oscureció de repente, una idea le había invadido de repente la mente.

    -Danief – Le llamó al cargador, éste lo miro al escuchar su nombre. Bilbo tragó saliva y se sintió un poco avergonzado de preguntar - Si llegases a sentirte… no sé, incomodado por lo que esté pasando entre Thorin y yo…- La extrañeza se esparció por el rostro de Danief -  Pues… me gustaría que me lo dijeras, porque yo sé que es extrañ…

Pero Danief lo interrumpió.

    -¿Por qué tendría que sentirme incomodado? –Le espetó.

Bilbo frunció el ceño, apenas ofendido por la interrupción.

-          Entonces, ¿Tú crees que… es normal lo que… está sucediendo entre nosotros?

El hobbit temió la respuesta, pero Danief negó rotundamente con la cabeza, como si la pregunta le ofendiera.

-          No me parece incorrecto si existe amor de por medio.

Expresó el cargador, sonriendo al mismo tiempo, a lo que Bilbo correspondió, lo que le hizo recordar lo que el mismo Danief le había dicho a Thorin cuando él los escuchaba charlar desde la puerta << Es hermoso >>

  No podía caer todavía en la cuenta, de que un hobbit, incluso proveniente de un lugar más recóndito que Bolsón mismo, tuviese una mente tan abierta a nuevas situaciones que era probable nunca en su vida había escuchado o visto, entonces se preguntó, si el cargador se encontrara en la misma situación que Bilbo, ¿sería más abierto con esa persona, expresaría sus verdaderos sentimientos hacia él, lo tomaría de la mano o lo besaría? Probablemente la respuesta seria un sí, pero intentó alejar esa idea de su cabeza, pues no podía parar de imaginar a Thorin y Danief de la mano, y eso no le agradaba en lo más mínimo.

    -¡Buenos días! – Exclamó Andon Salumba asomando la cabeza por la parte trasera de la carrosa – No quiero ser grosero ni nada, pero solo podemos dejarlos hasta aquí. Estamos en Bree.

Bilbo y Danief se miraron unos a otros antes de sonreírle al chico y asentir al mismo tiempo.

  -Claro – Contestó Bilbo cordialmente – No te preocupes, justo aquí era nuestra parada.

-¡Excelente! – Exclamó el chico con una felicidad contagiable, antes de volver a donde su hermana.

Bilbo hizo tronar todas las vértebras de su espalda para luego apearse del carruaje junto con Danief. Siguió buscando a Thorin con la mirada, intentaba divisar a lo lejos la melena azabache del enano, o escuchar sus pisadas toscas, pero no lo consiguió. Preocupado, se volvió hacia Danief quien no parecía estar muy angustiado sacándose la mugre de las uñas.

   -¿Hace cuánto que se fue Thorin?

-No mucho antes de que te levantaras – Contestó sin mirar al hobbit – No te preocupes – Devolvió la atención hacia él, sonriendo – No estoy seguro de cuanto tarden los enanos en ir a hacer sus necesidades, pero a todos nos gusta tomarnos nuestro tiempo.

Bilbo soltó una risita y asintió, pero nadie podría quitarle la preocupación hasta no ver la desaliñada apariencia del rey.

    -Bien, debemos seguir nuestro camino – Anunció Nindi acercándose a los hobbits – Fue un placer haberles ayudado, esperamos que tengan muchas aventuras.

-Nosotros estamos más que agradecidos con ustedes, nos han hecho un gran favor – Dijo Bilbo antes de envolver entre sus brazos a la chica quien le correspondió el gesto. Tras ellos apareció Andon que estrechó a Danief y luego a Bilbo.

La despedida fue una oleada de agradecimiento y halagos que llevaron a más abrazos, a pesar de que no habían tenido tanto tiempo para conocerse, aquellas cuatro personas se habían hecho amigos de vida de inmediato, pero Bilbo seguía lamentando que Thorin no estuviera ahí para disfrutar el momento.

Por fin los hermanos Salumba abordaron el mando de la carrosa y dieron marcha hacia adelante ondeando las manos para despedirse desde lejos hasta que las dos parejas se perdieron de vista.

Pasaron unos segundos de silencio, hasta que Bilbo pudo oír a lo lejos unas pisadas provenientes del bosque que los rodeaba, lentamente, emocionado, se volvió hacia atrás, pero se dio cuenta de que no se trataba de solo un par de pisadas, y en cuanto descubrió lo que venía hacia ellos, sus ojos se abrieron como platos, sorprendido.

 


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