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THILBO. por Eli97

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Notas del capitulo:

No tengo mucha dicción relatando escenas de acción, espero que esta no haya sido un fiasco de dimensiones planetarias, :D A ustedes las personas que me leen les dedico todo lo que escribo, un saludo especial a Be Pez que es una lindura, ;D 

17

BLANCURA EN EL AIRE

 

La laboriosa tarea de abrochar y colocar correctamente todas las correas de cuero de la prótesis era una muy laboriosa, además de asegurarse de que ninguna ramita, hoja u otra cosa quedara atorada entre los engranes y palancas doradas. Kili jaló una pequeña palanquita del mecanismo del tobillo y con un chasquido seguido del sonido de un minúsculo motorcito el pie mecánico estuvo listo para cumplir su función, ya todos tenían todo listo, sus maletas empacadas y trastos bien guardados, solo faltaba Kili, que se había llevado todo el rato ocupándose de su pie. Cuando se hubo puesto el zapato en el pie dorado se dedicó a empacar sus cosas, todos lo miraban con exasperación.

En su desesperación, el joven enano tomó la maleta del lado equivocado y todo lo que llevaba dentro ya empacado se desparramó por todos lados produciendo golpes secos combinados.

      -Maldita sea – Dijo entre dientes, inclinándose hacia el desastre para meterlo de nuevo en la maleta.

Danief, que justo en el momento en que iba a llamar a Bilbo para hablar con él escuchó como a Kili se le caían las cosas de la maleta, acudió a la ayuda de su nuevo amigo.

         -Te ayudo – Se ofreció dirigiéndole una sonrisa, Kili se la correspondió.

Entre los dos fueron metiendo desordenadamente las cosas, cuando Danief levantó una camisa blanca de tela ligera de ella calló una pequeña tablilla ovalada. Cuando  Fili se dio cuenta las mejillas se le tornaron coloradas, Danief la levanto y descubrió que sobre un lado de la tablita barnizada hermosamente de color menta, había pegada un dibujo a lápiz de una mujer de orejas largas, cara ovalada y ojos olivo, probablemente, la mujer más hermosa que Danief jamás había visto. Como el dibujo carecía de color el cabello no tenía color, pero este le caía sobre los hombros como una lluvia brillante de seda. Entonces Danief hizo memoria y lo supo, supo quién era, pero olvidó su nombre.

       -Em-em, lo siento – Se disculpó el hobbit apenado, extendiéndole en la mano la tablita para que la tomara. Kili la tomó.

   -No te preocupes – Le tranquilizó el enano y se detuvo para mirar el dibujo, aquel montón de líneas negras y rasgadas que retrataban a la mujer que amaba.

       -Ella es…

Antes de que Danief terminará Kili asintió enérgicamente con la cabeza dibujando una sonrisa.

     -Es Tauriel – Confirmó – Imagino que Thorin te contó sobre ella.

  -Sí, sí, lo hizo – Hizo una pausa, asombrado por la forma en que Kili miraba el dibujo, como hipnotizado, tenía una pregunta carcomiéndole la cabeza, así que la formuló - ¿Ella sigue en el bosque negro? ¿Con los elfos silvanos?

    -Así es, tenía que estar con su gente, el rey Thranduil no la dejaría ir y ella no podría abandonar a su pueblo – Hablaba con tanta melancolía y sin dejar de ver la tablilla que a Danief le pareció, por un momento, llegar algún día a ser acreedor de tanto amor – Sin embargo, nos vemos una vez al mes… Al venir aquí le hice una promesa – Alzó la mirada hacia Danief – Que mientras estuviéramos lejos, no olvidaría la razón por la cual nos vemos cada mes, y ella me prometió que en su mente perduraría, por siempre y para siempre, la razón por la que me amaba.

De pronto Danief se sintió un poco incómodo. El alarido reprendedor de la compañía porque se dieran prisa para partir, sacó a Kili del sueño en el que se había metido. Y así hubieron terminado de empacar el resto de las cosas, se pusieron en marcha.

     -Es hermosa – Le alcanzó a decir Danief a Kili poniéndole una mano en el hombro, a lo que el enano contestó.

             -La más hermosa de las criaturas.

El hobbit aún logró divisar como Kili se metía en el bolsillo del pantalón la tablilla antes de que se adentraran de nuevo al bosque camino a aquel lugar en donde los recogerían las águilas.

Se sentía un poco menos flojo; Fili le había ayudado a ceñir torno a su cintura la cinta café para que estuviera más ajustada y la camisa no le soplara tanto. A su vez, se sentía más ligero debido a su pérdida de peso. Danief no había podido llevar nada consigo al salir de la comarca, de haber sabido que una parvada de fieras negras los perseguirían se habría llevado al menos una maleta con ropa, sabanas y comida, pero lo único que llevaba era la ropa que traía puesta y que era la misma con la que había estado desde hacía días. Fili reparó en este hecho y con la única intención de ayudarlo, le ofreció un gran saco que llevaba enrollado en su maleta. Danief, sorprendido, como si nunca hubiera imaginado que alguien alguna vez podría tener tal detalle con él, recibió la prenda con un brillo especial en los ojos y una expresión de asombro adornada por una dentada sonrisa, que a Fili le hizo sentir las mejillas arder del enrojecimiento.

    

 

      Los nervios le invadían la cordura al pobre de Bilbo, la idea de tener que volver a pasar por lo mismo le hacía sudar chorros y chorros por todo lugar posible, mientras se agarraba las manos desesperado. Temía que Thorin quisiera tomarlo de la mano de nuevo y así exponerse a la crítica de la compañía. Con Danief tenía más confianza, pero con los demás, le daba un horror tremendo imaginar lo que podrían decir.

Así que apenas pudo, se alejó discretamente del rey enano, que hablaba con Gandalf,  y como una flecha se dirigió junto a donde caminaba Danief, junto a Fili y Kili. Los hermanos estaban distraídos mientras examinaban los daños en el mango de madera en un hacha.

       -¿Estas bien, Bilbo? – Inquirió Danief frunciendo el ceño, notando las ropas empapadas del mediano y la forma en que se rozaba las manos.

 Bilbo dudó un segundo en contarle su preocupación a Danief, no se sentía capaz de compartirlo con algún otro hombre, pero Danief ya le había demostrado más una vez lo bien que aceptaba lo que sucedía entre él y Thorin, además, ambos eran hobbits, y sabía que era de confianza. Entonces se dio cuenta que había pasado algún rato sin hablar directamente con él, como amigos.

       -¿Puedo decirte algo? – Solicitó, lanzando una mirada fugaz hacia los hermanos enanos, para darle a entender que quería hablar más en privado. Afortunadamente Danief comprendió de inmediato.

     -Claro, por supuesto – Aminoraron el paso, dejando que la compañía se alejara un poco más para luego reanudar la marcha un poco más lento y así poder platicar – Dime, ¿Qué ocurre?

       -Em – em – Vaciló el mediano bajando la mirada y frotándose las manos con más fuerza. Danief se dio cuenta y ligeramente posó su mano en el hombro de su amigo.

     -Tranquilo Bilbo, tranquilo… Es sobre Thorin, ¿Verdad? – Adivinó. Bilbo asintió sorprendido, y a la vez, aliviado.

       -Si... es sobre Thorin – Confirmó mirando de soslayo hacia donde estaba, vio cómo su ancha espalda hacia bailar su larga cabellera azabache al caminar y las trenzas negras también. Por alguna razón sospecho que Danief ya sabía lo que iba a decirlo, pero como Danief no se dio la libertad de adivinar de nuevo, Bilbo prosiguió – Es que…veras, no sabes cómo me esta comiendo todo esto por dentro… y…Y es que siento que a Thorin le lastima cuando no quiero tomarlo de la mano, como ahorita, t-t-tu sabes porque quiere tomarme de la mano– Danief asintió, Bilbo bajó la mirada hacia el suelo que avanzaba en su caminar – Y pues…este…no quiero que andemos de la mano porque…p-p-porque me da miedo lo que puedan los otros pensar…

Esperó la respuesta del hobbit.

       -¿Los enanos? – Inquirió Danief, y de repente a Bilbo le pareció que Danief sabía algo que el no.

  -Sí, los enanos – Respondió, con tono de obviedad.

   -¿Thorin aún no te lo ha dicho? – La duda de Danief acerca de si Bilbo sabía que la compañía de enano ya sabía de la relación del enano y el hobbit, quedo respondida. Thorin aún no se lo había dicho, lo cual no le agradó a Danief, porque no tenía que ser él quien se lo dijera si no Thorin, pero, ya que no había vuelta atrás y ya había soltado la lengua, no tuvo más remedio que contarle todo al mediano.

     -¿Qué cosa no me ha dicho?

  -Creí que ya lo había hecho…yo… Bilbo… - Miró también a Thorin y luego a Bilbo, que en su expresión reflejaba que ignoraba por completo todo.

  -¿Qué? ¿Qué es? – La frustración de no saber de qué se trataba le hizo sentir un vacío a Bilbo.

    -Bilbo… ya…ya todos lo saben…

El gesto de incertidumbre de Bilbo quedó congelado, apenas empezaba a procesar aquello.

     -¿Qué? – Espetó.

-Si… yo hable con Fili y Kili ayer en la fogata, y al parecer… Thorin ya se los había confesado desde antes de partir hacia la Comarca…

     -¿Qué? – La sorpresa era aún mayor, y Thorin no le había dicho ni palabra, lo había dejado a la deriva - ¿Es enserio? ¿No estas bromeando?

Danief asintió encogiéndose de hombros.

    -¿Y-y-y que dijeron ellos? ¿Q-q-que creen? ¿Qué dicen?

-Pues, en lo que respecta a Fili y Kili… – Bilbo miraba  Danief hablar con los ojos abiertos como platos, tratando de predecir las palabras que diría mirando el movimiento de sus labios -  Ellos hasta le dieron consejos a Thorin…ellos… no tienen ninguna clase de problema… Bilbo lo siento, Thorin debió decírtelo… yo estaba preguntándome si tú lo sabias…

Bilbo negó con la cabeza sin borrar su expresión sorprendida.

     -N-no, no lo sabía… - De pronto sus músculos faciales se relajaron y parecieron expresar, ahora, alivio – Y yo que pensé que me juzgarían… que estarían incomodos…

Recorrió a los enanos uno por uno con la mirada, que caminaban más alejados.

      -Solo hable con Fili y Kili – Recordó el cargador – Pero no creo que las opiniones de los otros…

  -Ori y Bofur – Completó Bilbo.

     -Eso, Ori y Bofur, no creo que sus opiniones acerca de ustedes sea mala, creo que también lo aceptan… es lo más seguro…

La ola de desconcierto, alivio, coraje hacia Thorin, pero a la vez felicidad por haberse enterado ya, provocaron en Bilbo tal sentimiento de ironía que no pudo evitar llevarse la palma a la cara y soltar una risotada.

Danief se moría de ganas por preguntarle a Bilbo acerca del sueño, sobre lo que había visto, pero con recordar la reacción que había tenido Bilbo antes le bastaba para decidir definitivamente no hacerlo. Cuando Bilbo paró de reír, le pidió a Danief que le contara todo lo que Kili y Fili le habían dicho. Danief no supo si sería lo correcto, solo le contó lo que habían dicho sobre lo que pensaban, omitió la parte donde él le narraba como se los había contado Thorin, en Erebor. Cuando Bilbo insistió en que se lo dijera, habló con la verdad.

       -Bilbo, Fili me lo contó porque me tuvo confianza, no es que yo sea malo, solo que no siento que sea correcto que te lo cuente, creo… - Tragó saliva temiendo la respuesta de Bilbo – …que es algo que debes hablar directamente con Thorin…

Los primeros segundos Bilbo se sintió molesto pero luego lo comprendió. Le dijo a Danief que estaba bien, que lo entendía. Así, siguieron el camino.

 

 

Hicieron una parada para comer, si hubiera sido decisión de Gandalf habría ordenado seguir, pero los estómagos de todos comenzaron a rugir como si dentro se desataran imparables tormentas eléctricas. Casi no hablaron, empacaron de nuevo todo lo que habían sacado y siguieron la marcha. Hacían muy breves descansos de no más de diez minutos antes de ponerse en marcha de nuevo.

Danief no pudo evitar notar que el bosque iba cambiando gradualmente mientras avanzaban, los árboles con enormes y extendidas raíces y anchísimas copas se habían quedado atrás, ahora, igual de tupido, el bosque estaba poblado por pinos de diferentes tamaños y grosores que habían dejado en el suelo un tapete de pigas y agujas verdes que eran sus hojas, muy escasos también habían matorrales y otros tipos de árboles altos cuyos nombres Danief no habría podido decir. Conforme iban avanzando, y el bosque iba cambiando, el cielo también comenzaba a tapizarse de diferente matices y tonalidades que iban desde naranjas hasta hermosísimos purpuras. Siguieron caminando, y pronto se hizo de noche.

     A Bilbo le dolían las rodillas y la espalda. En todo el camino, a pesar de lo que le había dicho Danief, evitó a toda costa estar demasiado cerca de Thorin. Hacia como si no se diera cuenta para que el enano no se sintiera mal. Había estado caminando junto a Danief con quien permaneció charlando un tramo del camino, hasta que ambos se casaron y el resto fue muy silencioso.

Lo que le permitía a Danief distinguir las figuras de los demás caminar delante de él, era la luz blanca de la luna llena que se alzaba majestuosa aquella noche, salpicando con su manto de luz plateada el bosque. El sueño comenzaba a vencerle, pero tenía miedo de soñar. No quería que le pasara lo mismo que a Bilbo, pero los parpados le pesaban y empezaba a caminar más lento. Débilmente puso escuchar la voz rasposa de Gandalf.

      -¡Ya casi llegamos! – Había gritado para que todos lo oyeran.

Pero a Danief se le revolvieron las palabras, escuchó una casi inaudible vibración, como un lamento, se volvió hacia la derecha alarmado y borroso como si tuviera los ojos llenos de agua logró distinguir una figura sin forma que flotaba a lo lejos, entre los árboles, parecía una nube solitaria de neblina, parecía flotar… Se sacudió la cabeza, entornó los ojos ahí donde había visto la figura pero ya no logró distinguir nada. Había sido producto de su imaginación,  pero no quiso averiguarlo, así que trató de sacudirse de la pesadez de su cuerpo y aceleró el paso. Pasaron unos minutos y los parpados volvieron a insistir en cerrarse, como antes, volvió a escuchar aquella vibración, era como una estática en el aire, se volvió hacia la izquierda que era en donde la había escuchado ahora, y la volvió a ver, como un fantasma de gas blanco que oscilaba entre los árboles, silencioso, y espeluznante, demasiado lejos de ellos para que pudiera percibir los detalles. Danief se talló los ojos, y la figura desapareció. << Maldito sueño >>

En eso la voz estridente de Gandalf le hizo dar un brinco del susto.

      -¡Ya llegamos! – Profirió el mago.

Pero Danief ya no lo pudo distinguir, escudriño con la mirada en busca de la compañía pero no encontró a nadie.

    -¿Dónde están? – Gritó asustado. El grito de Bilbo provino del camino derecho así que corrió hacia él. Se encontró en un claro, ahí estaban todos, el bosque ya había cavado. Contemplaban todo el paso de un caudaloso rio que dividía el bosque en dos. La luz de la luna le arrancaba destellos plateados a las corrientes de agua que chocaban con las rocas y salpicaban gotitas resplandecientes.

       -¿Dónde están? – Quiso saber Bofur buscando con la mirada hacia todas direcciones en el cielo.

  -No los veo – Kili también buscaba en el cielo.

-Tranquilos – Les reprendió Gandalf, sereno – Llegamos a la hora justa.

    -¿Cuánto habrá que esperar? – Preguntó Thorin con desasosiego. Gandalf lo miró, con el rostro impasible.

  -No mucho – Contestó el mago someramente.

Fili, que ya no aguantó más, lanzó un suspiro al aire y se hecho en el suelo acolchonado por el pasto, acto seguido se quitó un zapato para sobarse el pie seguido del otro. Ori, Danief y Bilbo lo imitaron, Kili y Bofur cedieron después, pero quien permaneció parado fue Thorin y Gandalf.

Thorin, posó sobre Bilbo una profunda mirada, Bilbo se estremeció y sonrió; no podía evitar estremecerse cuando Thorin lo miraba a través de esos ojos oscuros, bajo aquellas tupidas cejas, con esa mirada de lobo. Thorin sonrió también y luego dirigió su atención de nuevo hacia el cielo nocturno. Las estrellas resplandecían parpadeantes, salpicadas en todo lo ancho del manto negro de la noche. Entonces las vio, pequeñas siluetas negras que se acercaban desde lejos en el cielo, podía escuchar débilmente el sonido de sus alas batirse.

    -¡Allá están! – Gritó excitado, extendiendo su brazo en el aire para señalarlos. Era la primera vez que veía a las águilas. Todos se volvieron con sorpresa y cuando lo confirmaron lanzaron gritos de alegría. Danief miró a Gandalf pero este no parecía expresar nada en el rostro, simplemente se había limitado a dirigir su atención hacia dónde venían las águilas. Bilbo los contó, eran 9 águilas, lo cual le resultó extraño porque ellos eran 8. El águila que encabezaba la parvada soltó un bramido y se adelantó hacia ellos.

Asombrado, Danief vio como el enorme animal dibujaba círculos en el cielo entorno a ellos con sus larguísimas alas extendidas mientras iba bajando al mismo tiempo. El suelo retumbó cuando posó por fin su patas hundiendo sus poderosas garras en la tierra, aterrizando.  Gandalf se acercó y lo abrazó del cuello como si se tratara de un viejísimo amigo. Aunque en ese momento Danief no lo supo, ese era el caso. El águila era majestuosa, sus plumas resplandecían hermosas bajo la luz de la luna, con la cabeza bien alta como de la realeza, miraba al mago que ya se había apartado con sus grandísimos ojos negros. Si para Gandalf debía de ser una animal enorme, para los hobbits y los enanos era un monumento.

     -Hola, Gwaihir, gracias por venir a nuestro auxilio – Fue lo primero que dijo Gandalf a Gwaihir, con un tono de respeto, el ave inclinó la cabeza humildemente en respuesta – Me temo que hemos cambiado de destino – Se volvió para mirar a Thorin, luego regresó a Gwaihir – Ya no queremos ir a Erebor… - Gwaihir dobló la cabeza, inquiriendo acerca del cambio de planes de su amigo – Descubrimos que no lograremos nada ahí, debemos dirigirnos a Rivendel, mi querido amigo… es de suma importancia, debo reunir al Concilio Blanco.

Gwaihir se hizo ligeramente hacia atrás, sorprendido, pero luego asintió con firmeza. Danief estaba maravillado con aquella escena, un águila enorme que tenía conciencia. Pronto el resto de las águilas llegó, y con la misma majestuosidad que su líder, aterrizaron en la orilla del rio. Gwaihir las saludo con un bramido, como para comunicarles también el cambio de rumbo, y luego miró fijo a Gandalf, como diciéndole algo telepáticamente, lo que sea que haya dicho, Gandalf lo entendió tan claro como si estuviera hablando.

El mago se volvió hacia ellos.

     -Ya, suban a ellas… no tardaremos en llegar a Rivendel.

La compañía obedeció, Thorin ayudó a Bilbo a subirse a su águila antes de él montar la suya. A Danief nadie tuvo que ayudarle pues al primer brinco pudo treparse en el lomo del águila que había elegido. Gandalf también subió a una, pero nadie había subido al lomo de Gwaihir, Danief dedujo que por ser el rey nadie era digno de hacerlo.

    -Agárrense bien – Aconsejó Gandalf, más para Danief que para nadie más.

El pobre cargador, sintió como los músculos de su águila se tensaban, preparándose para despegar. Sintió una fortísima ráfaga de aire provocada por las alas del ave al extenderse, cerró los ojos y asió entre los puños las plumas más gruesas que encontró. Sintió el impulsó y el esfuerzo de la gravedad por tirarlo cuando el águila se impulsó hacia arriba batiendo las alas, pero él estaba bien agarrado. El estómago se le revolvió por la inclinación y el aire golpeándole el rostro. Escuchó el gritó divertido de Kili y Fili. Al cabo de unos minutos el águila se estabilizo y Danief por fin pudo abrir los ojos. Por primera vez, estaba en el aire, y pudo admirar desde lo alto en que estaba la vista panorámica del mundo que la ocasión le ofrecía. Que dichoso se sintió. Buscó con la mirada a los demás y ahí los vio, montados en sus águilas, Kili tenía los brazos extendidos y los ojos cerrados, recibiendo el aire en el cuerpo que le agitaba la cabellera. Bilbo, también asiéndose fuertemente a las plumas de su águila disfrutaba de la brisa fresca. Miró debajo de nuevo para contemplar el paisaje.

 Entonces los vio. Del interior del bosque divisó como unas lenguas de neblina o gas blanco comenzaban a salir en dirección hacia ellos. Entornó los ojos y pudo escuchar aquella estática, notó como las lenguas empezaban a separarse en retazos que de inmediato tomaron forma como de fantasmas cubiertos con sabanas de gas; volaban velozmente como flechas, formando surcos en el aire y dejando una estela de luz plateada a su paso. Parecían cometas.

         -¡¿Qué es eso?! – Gritó Danief alarmado, señalando hacia abajo. Todos se volvieron hacia él y luego hacia donde señalaba. Entornaron los ojos como había hecho Danief, pero ahora las blancas figuras estaban más cerca. 

   -Pero que demon…

Alcanzó a decir Thorin, antes de que una de las figuras, como un rayo, se adelantara hacia ellos y golpeara con gran fuerza el águila de Danief, que desorientada, se fue en picada aún con las alas extendidas. Danief sintió las tripas  flotarle en vacío y el silbido agudo del aire en los oídos. Toda la sangre se le fue a la cabeza y con espanto veía como el suelo se hacía cada vez más grande. A lo lejos escuchó los gritos desesperados de la compañía. No se había dado cuenta que él también estaba lanzando un larguísimo grito de terror, sintió algo más, algo caliente en la espalda. El águila recupero la conciencia y a punto de chocar con un árbol se estabilizó rozando con la punta de una garra el pico de la copa de un pino, se alzó de nuevo hacia arriba y ahora su jinete sintió como todo su interior se le resistía hacia atrás. Arriba estaba el resto de la parvada, el fantasma blanco había pasado a chocar con Danief y se había pasado recto hacia arriba. Pero lo vio aparecer de nuevo, entre las nubes que flotaban más arriba, de picada y dispuesto al ataque de los demás alumbrados todos por la luz de la luna. Bajó la mirada y divisó a los demás fantasmas, ahora estaban más cerca.

     Cuando Bilbo vio como aquel haz de luz había pasado fugaz para derribar a Danief, sintió como unas ondas de calor le llegaban al rostro, como cuando se está cerca del fuego y alcanzas a sentir la radiación calurosa que desprende, así lo sintió cuando la criatura pasó fugas para seguirse derecho hacia arriba. Lo último que vio de Danief fue como sus ojos se ponían en blanco cuando su águila se fue hacia abajo, Bilbo quedó petrificado.

      -¡Danief! – Gritaron todos al unísono, pero antes de chocar con los arboles su águila recupero el equilibrio y se dirigía hacia ellos de nuevo.

        -¡Cuidado! – Le escuchó gritar al cargador, pero era demasiado tarde, otro haz de luz que venía de abajo, los rodeo como a una centella y golpeo con la cabeza redonda y caliente al águila de Ori, que fue empujada por la criatura luminosa y luego cayó en picada, Ori profirió un grito desesperado de auxilio mientras su águila, que se había desmallado caía, sin posibilidad de levantarse al bosque. Al instante en que esto sucedió todos profirieron más gritos y sus águilas de desplegaron para tomar maniobras evasivas, mientras Gwaihir lanzando un chillido al aire se lanzó al rescate de Ori y su águila.

      -¡NO! ¡ORI! – Había gritado Bofur

El águila de Danief también comenzó a zigzaguear en el aire para esquivar los ataques de los fantasmas, el hobbit miró hacia dónde venían y vio como las criaturas, dejando haces luminosos en el aire perseguían a cada uno de ellos imitando las maniobras de sus víctimas,  miró detrás y descubrió que también a ellos los perseguía uno, el mismo que ya lo había derribado. Escuchó el sonido que producía, como un agudísimo lamento, y sintió de nuevo aquel ardor punzante en la espalda, gimió de dolor y se llevó la mano a  los omóplatos para palpar, sintió algo húmedo y al verse la mano, con horror contempló que la palma estaba completamente cubierta de sangre, caliente y roja. De pronto se escucharon incesantes latigazos, era  Gandalf, que se acoplado a los movimientos de su ave y con la cabellera flotándole en el aire, asía su cetro con fuerza y lo ondeaba en dirección a las centellas lanzando pequeñas ondas de luz para refrenar la velocidad de éstas, pero ni por toda la cantidad de ataques seguidos que lanzó ningún fantasma fue derribado siquiera, solo logró que aminoraran su velocidad.

      Bilbo sintió el aire silbarle en los oídos.

  -¡Bilbo! – Escuchó, era Thorin llamándolo desesperado, vio a lo lejos como Gwaihir, llevando entre las garras el cuerpo desmallado de Ori se incorporaba al zigzagueo desordenado de los demás profiriendo gritos como órdenes a las demás águilas. Pero el águila que llevaba a Ori no la vio.

    -¡THORIN! – Grito Gandalf a lo lejos asestando latigazos de luz a los atacantes, el rey enano se volvió hacia donde estaba - ¿Cuántas veces utilizaste la espada? – Le preguntó el mago con un gritó.

Thorin supo a que se refería, el mago había hechizado su espada mucho antes de partir a la comarca, habían utilizado un ataque en Bolsón Cerrado contra los targos, cabía la posibilidad de que pudieran ocupar uno más.

       -¡Solo una vez! – Declaró al mismo tiempo que desenvainaba a Orcrist y  la ondeaba en el aire, pero no tenía suelo donde chocarla y así activar el poder que aún guardaba – ¿Cómo la activo si no hay suelo?- Preguntó, Gandalf quedó enmudecido.

Danief miraba la escena y al escuchar esto recordó como en Bolsón Cerrado, Thorin había enterrado su arma en el suelo y de esta se había disparado una onda de luz cegadora que hizo a los targos quedaran inconscientes. Se le ocurrió una idea.

   -¡Thorin! – Lo llamó, éste se volvió hacia él, el aire hacía que su cabellera azabache bailara incesante - ¡Chócala con la espada de alguien más! ¡Tal vez funcione!

   Thorin asintió agradecido por la idea y llamó a Fili.

       -¡Fili! ¡Desenvaina tu espada, y cuando te diga la chocas contra la mía con la mayor fuerza que jamás en tu vida hayas descargado!

 Fili obedeció y dándole la indicación a su águila de que sincronizara el vuelo con la de Thorin, esta se acercó y empezaron a volar juntos.

       -¡¿QUÉ ESPERAS!? ¡HAZLO YA! – Profirió Kili colérico.

   -¡Aún no! ¡Debemos dejar que se acerqu…!

Fili vio con horror como el fantasma que perseguía a Danief, embravecido profería un sonido ensordecedor como del aceite caliente hirviendo carne (un tsssssssssssssssssssss) y se hacía más grande, soltando lengüetas salvajes de fuego blanco y se abalanzaba sobre el águila que huía desesperada, cuando la golpeó solo vio cómo la centella pasó de largo amenazante y ruidosa.  En el aire se salpicaron gotitas brillantes de sangre mientras la enorme ave, probablemente muerta caía con las alas ondulándole hacia arriba, buscó a Danief pero ya no estaba montado en ella, ahora caía junto a ella, de la misma manera, soltando hilos de sangre que le brotaba por todas las heridas de latigazos que tenía en el cuerpo.

    Todos gritaron pero quien lo hizo con más fuerza y más desesperación fue Fili, que, sin llegar a pensarlo siquiera, con un movimiento le ordenó al águila que fueran a su rescate. Como una flecha se abalanzó en picada al rescate del hobbit, antes de que éste se impactara en el suelo. Mientras se acercaban más hacia donde caía, a Fili un pensamiento le atormentaba << Está muerto >>

Cuando estuvo más cerca, le susurró al oído del águila.

     -Cuando lo tenga me atrapas – Y sin esperar la respuesta del ave se lanzó, poniendo rígidas las piernas y los pies para avanzar más rápido hacia donde caía el hobbit. Sintió como el aire le golpeaba el cuerpo.

 

Thorin había quedado estupefacto, Fili, quien se suponía que chocaría la espada con él se había lanzado a rescatar a Danief. Pero de inmediato, Bilbo, reparando en esto mismo, se adelantó a junto  Thorin y desenvainó la espada, dándole a entender al rey enano que él lo haría. Thorin no pudo evitar notar que la espada de Bilbo no brillaba con aquel resplandor azul que generalmente desprendía cuando había peligro.

     -¡AHORA! – Gritó Thorin sin esperar más. Bilbo alzó la espada en el aire igual que Thorin.

 

Fili con las ropas ondeándole hacia arriba como banderas, extendió los brazos hacia Danief para capturarlo. Lo tomó de los hombros y la cintura y lo apretujó contra su cuerpo con gran fuerza para no soltarlo, una figura se posó debajo de él y lo capturó, era el águila, que una vez capturado Danief, se lanzó un poco más y con sus garras rodeo el cuerpo de su amiga. Con un poco más de pesadez se alzó de nuevo. Se escuchó de pronto el sonido atronador de metal contra metal y luego un descomunal flashazo segador que iluminó todo a su pasó. Fili supo que Thorin había logrado chocar la espada. Pero no podía ver nada, solo sentía las ráfagas salvajes de aire impactarle el cuerpo y un peso en los brazos que le mojaba los brazos con un líquido caliente, era sangre.

 

Cuando todo se volvió claro, y la luz blanca fue difuminándose gradualmente, lo primero que vio fue como las ráfagas de luz, resplandecientes en la noche caían en picada hacia el suelo, soltando de sus cuerpos lengüetazos de desconcierto, no se dio cuenta que una caía justo sobre él hasta que pasó frente a éste y logró asestarle un latigazo de luz en el hombro. El enano sintió aquel golpe le había desgarrado de dos la carne y esta sangraba por toda la zona, profirió un gemido de dolor.

    Se oyó el grito de Gandalf.

  -¡VAMOS! ¡NOS DARÁ TIEMPO!

Las águilas lanzaron chillidos al unísono a las cuales la de Fili unió su alarido. Bajó su mirada hacia el cuerpo que tenía en los brazos, ya lo podía ver, el listón café se le había caído, el saco que le había dado estaba completamente rasgado, la camisa blanca que llevaba debajo estaba hecha jirones, pero ya no era blanca, era roja, pudo verle en las rasgaduras de las ropas la carne abierta al rojo vivo que seguía barbotando sangre y más sangre. Su rostro, pasible e inmóvil, había sufrido dos o tres heridas, en su mejilla, sobre el parpado, y en la frente. Sus ojos estaban cerrados, no se movía, Fili lo movió para que reaccionara pero el hobbit no se movía, parecía muerto.

     -Danief…– Le llamó, frunció el ceño y lo miró con terror – Danief... despierta… por favor

La voz se le quebró, y lo sintió, un ligero estremecimiento y el movimiento de sus ojos debajo de los parpados. Una sonrisa adornó el rostro lastimado de Fili. Qué felicidad sintió. Danief no despertó, pero respiraba.

 

Era todo blanco, no había nada, no se escuchaba nada, solo una leve vibración. Se sintió mareado, como cuando te levantas muy aprisa de donde estabas acostado y sientes que todo se mueve a tu alrededor acompañado de un fuerte dolor de cabeza. Así se sentía. Danief estaba tendido en el suelo, no sabía si tenía los ojos abiertos o cerrados, tal vez, estaba ciego.

Apoyando las manos en el suelo se incorporó, se sentía limpio, fresco. Se miró las ropas y vio que no llevaba puesto la camisa blanca, ni sus pantalones azul oscuro ni el listón café, llevaba puesto solo el saco que Fili le había prestado, era lo único, debajo del saco estaba desnudo, cubriéndole hasta las rodillas, dejando sus piernas desnudas y velludas a la intemperie. La sensación de mareo se había esfumado. Se llevó a la nariz uno de los pliegues del saco y a sus fosas nasales las invadió un intenso olor a la lavanda, estaba limpio. Pudo apreciar bien los colores de la prenda; verde alcaparra desteñido, cosido con hilos blancos y el cuello forrado con piel de oso, caliente y acolchonada. No estaba ciego. Se tocó el cabello y este estaba sedoso y lavado, ya no sentía el dolor en la espalda.

Miró a su alrededor pero no distinguió nada que no fuera blanco, era un vacío claro, sin embargo, su alrededor parecía moverse, el blanco parecía como un líquido espeso lechoso, que lanzaba débiles destellos, como agua de perla.

      -¿Dónde estoy? – Se preguntó en voz alta, dio unos pasos tratando de palpar algo con las manos adelante, no había nada. No se sentía ni aire, ni olor (más que el del saco), nada.

Se escuchó algo a lo lejos, como si hacia él estuvieran acercándose las ondas de un eco que se hacía más fuerte conforme avanzaba.

     -Daaaaaniefffff – Se escuchó cuando el eco llegó hasta él. El hobbit se sobresaltó. Era un susurro, una voz difícilmente distinguible entre femenina o masculina, pero sin duda profunda.

 -Q-q-q… ¿Quién es? – Escudriñó a su alrededor en busca de quien había hablado pero no vio nada. Todo seguía igual, el cielo y los horizontes seguían moviéndose espesamente. Entonces supo, que estaba soñando.

 

 

Notas finales:

Sigan leyendo...


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