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THILBO. por Eli97

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Notas del capitulo:

Ya extrañaba actualizar, hola de nuevo, este capitulo es bastante largo pero es realmente importante que lo lean hasta el final, es un capitulo muy importante. Bueno, disfrutenlo, comentenme que les parecio, que creen que deberia de corregir, cosas así. ;D

DATO IMPORTANTE: Ya he corregido los primero siete capitulos, si quieren leerlos vayan, agregué algunas cosas, cambie un poco los dialogos, pero la trama sigue siendo exactamente la misma.

20

TRES ANILLOS Y UN ESPÍA

 

—Ven conmigo, hermano.

Le extendió la mano para que se acercara, la luz naranja del fuego ardiente de la chimenea iluminaba la altísima habitación y salpicaba de amarillo el rostro de Dis, que miraba a su hermano a través de aquellos ojos castaños y una sonrisa serena. Thorin era el mayor de los hijos de Thráin II pero Dis tenía aquella atmosfera tan característica que lo hacía sentirse pequeño, inmaduro e inexperto. Estrechó la  mano cálida de su hermana y se sentó a su lado en el sillón que había junto a ella, el tintineo metálico de su armadura sonaba con cada ligero movimiento y hacia ecos en el altísimo techo. El colchón del asiento cedió ante el peso de su cuerpo y posó las manos en los brazos del sillón. El rostro de Dis era angelical bajo aquella luz, su delicada barba amarrada en trenzas entrelazadas le adornaba la barbilla y su larguísimo cabello le cubría los omóplatos y escurría por su pecho. Thorin notó que su expresión se volvió severa, como si hubiera recordado algo.

      — ¿Qué ocurre, Dis? — Preguntó Thorin, fijándose en el inquietante brillo de sus pupilas.

  —Thorin… — La enana se miró las manos y luego se acomodó en el sillón– Hay algo que últimamente… Me ha estado haciendo mucho ruido— Thorin gruñó afirmativo para que su hermana continuara — Ha llegado a mis oídos un rumor, sobre…sobre ti y el hijo de uno de los nobles…

    —Ah…es sobre eso— Thorin lo sospechaba, no necesitaba oír más, sabía que preguntaría, sabía que diría—Sé que es lo que inquieta tu corazón.

Bajó la mirada hacia sus pies calzados de metal y observó el reflejo distorsionado de su rostro.  Fili le advirtió que llegaría el día en que alguno de sus hermanos o su padre, o algún miembro de la corte  se enterarían, y Jesterin había insistido mucho en que debía salir primero de sus labios y no del rumor, pero ya era demasiado tarde. Levantó la vista hacia Dis hinchiendo el pecho de valor, dispuesto a confesar la verdad,  pero el sillón estaba vació, solo había quedado la marca del peso de un cuerpo sumida en el cojín, el fuego crepitaba en silencio y ya no iluminaba a nadie más que a él. A un lado de la chimenea  un larguísimo ventanal de metal se extendía todo lo alto de la pared. Se puso de pie con un tintineo y notó como en la chimenea el fuego comenzó a consumir la leña a una velocidad increíble, las lenguas de fuego se aceleraban hasta que terminó se volvieron cenizas y se apagó, se asomó por la ventana y vio como el sol salía y se ponía la luna y volvía a salir el sol, una y otra vez, los rayos del día bañaban la habitación, se atenuaba y se oscurecía para luego dar paso a los rayos plateados de la luna, una y otra vez iluminó el sol y la luna, uno después de otro. Tantas veces que Thorin no las pudo contar. Desde la altura de la ventana se veían ríos de personas que pasaban velozmente como fantasmas, a lo lejos se construían tan rápido como dibujar líneas pequeños caminos y nuevos edificios de la ciudad del Valle, o se destruían antiguas torres y en las casas nacían más bebes y morían muchos viejos, los bebes se convertían en hombres y los difuntos en cenizas. De pronto Thorin se sintió mareado, tambaleándose apretó los ojos y sintió una ligera brisa de aire, al abrirlos de nuevo ya no se encontraba en la habitación, estaba en la entrada de la ciudad, en la defensa de la muralla, una hilera de arqueros de cada lado hasta donde terminaba la muralla se asomaban hacia el bosque y hablaban entre si tratando de descifrar lo que era.

         —Es un dragón — Balin estaba a su lado, los ojos de Thorin se abrieron como platos y un rugido gutural se escuchó a lo lejos, los pinos crujieron como huesos rotos y el aire caliente se sintió en el rostro. El príncipe enano se volvió hacia el interior del castillo.

   — ¡Dragón! — Se desgañito — ¡Dragón!

Otro rugido se escuchó y la avenida interior del palacio se volvió un caos, las personas trataban de salir o buscar refugio bloqueando los accesos mientras se tropezaba con los carritos tirados de piedras primas que habían dejado algunos transportadores, o pisaban a otros enanos que no habían tenido mucha suerte. El gran cuerno lloró profundamente, la llamada de que la calamidad inundó Erebor. Thorin sintió la mano de Balin sobre su hombro, se volvió hacia él y vio la mirada de angustia en sus ojos.

     —Jest— Logró decir el anciano enano.

<> Pensó Thorin, el pánico le invadió el alma. Corrió como una flecha hacia las escaleras y empujando gente se logró abrir paso. Jesterin estaba en las cámaras de entrenamiento, estaba lejos, pero nadie lo detendría. Corrió tan rápido como pudo, la cabellera azabache le daba latigazos en la cara, detrás de él el estruendo de una muralla desquebrajándose se escuchó, la entrada de la ciudad, el dragón había entrado.

Forzó los músculos de las piernas,  no podía pensar en nada más que en Jesterin, él, quien debía proteger y protegerlo a él, él. De pronto el silenció se hizo total y solo pudo escuchar el traqueteó de sus pasos y de su armadura. El pasillo esmeralda se volvió oscuro como si la luz se hubiera vuelto gris, se detuvo porque se dio cuenta que estaba perdido.

   — ¿Qué crees que… pensarán los demassss? — Siseó una profunda voz, inhumana y burlona — De los accesos que salían al pasillo surgió un gran resplandor naranja y el tintineo de un millar de monedas llegaba a sus oídos — Thorin….hijo del rey bajo la montaña… ¿Acaso crees que habrían aceptado tu amorrrrrr?— La voz viajaba por el aire, no venía de ningún lugar, a Thorin le pareció que aquella voz, era la voz de Erebor, hablando.

       — ¡Jesterin! — Gritó Thorin, y volvió a correr, entre más corría más largo se hacia el pasillo y más estrechas se hacían las paredes. Se detuvo de nuevo y admiró en el techo la escultura de un rey, no sabía cuál, era un rey enano, color esmeralda, y en la cabeza, de entre la maraña de cabello, le sobresalían un par de larguísimas astas de venado, ramificadas como si fuese un árbol desnudo. Los ojos de la estatua se abrieron de repente, Thorin dio un brinco y por la luz llameante que emanaba de esos ojos el pasillo se iluminó por completo. El rostro del rey esmeralda comenzó a tomar una forma diferente, la barbilla se alargó de forma inhumana y las orejas desaparecieron al igual que la barba y el cabello. El cuerpo se estiró monstruosamente y le salieron de los costados varios pares más de manos. Mientras crecía sus  ojos seguían mirándolo, traviesos. Arqueó la espalda hacia atrás y de ella se extendieron un par de enormes alas emplumadas que provocaron una ráfaga de aire. La bestia seguía creciendo hasta alcanzar un tamaño descomunal. Se apoyó sobre sus primeros dos pares de patas produciendo un estruendo al dejarse caer.

     —Tú eres la bestia — Dijo Thorin, sorprendido.

El monstruo rio.

       —Yo soy tu locura….

De pronto el cuerpo completo del monstruo se oscureció hasta parecer tan solo una oscura y negra sombra, su enorme tamaño parecía estar plasmado en el suelo, la pared y parte del techo. Frente a él apareció su hermana, parecía llorar, tenía el rostro congestionado.

  — ¿Cómo pudiste deshonrar el linaje de Durin? —Gimoteó ella. Thorin apretó los puños.

— ¡Yo no he deshonrado a nadie! —Gritó furioso, la figura de Dis comenzó a transformarse en la de un enano vestido con una armadura plateada con el símbolo de una mariposa adornándole el pecho, los ojos de Thorin se abrieron, calló de rodillas al suelo. Frente a él estaba el hombre que amaba, con su barba pelirroja desaliñada y su cabellera amarrada en una sola coleta, lo miraba sonriente a través de sus preciosos ojos miel, extendió una mano enguantada hacia él, Thorin la tomó y Jesterin lo ayudó a levantarse. Una lagrima de felicidad escurrió por la mejilla del rey bajo la montaña, como si se tratase del ala de una mariposa, rosó con las yemas de los dedos la mejilla sonrosada del pelirrojo.

   —Me dejaste morir, Thorin —Susurró. Thorin ladeo la cabeza.

—No —Gimoteó—Traté de salvarte pero era muy tarde —Siempre has dejado morir a todos.

El rostro de Jesterin de pronto se transformó en la de su abuelo, Thrór, Thorin retrocedió aterrorizado, era la cabeza de su abuelo enterrada en una pica de orco.

   — ¡Thorin! —Se escuchó, el enano se volvió hacia donde venía el grito, a lo lejos vio a Jesterin corriendo y el fuego del dragón avanzando detrás de él, las lenguas de las llamas le besaban la espalda. Thorin corrió hacia él, extendió la mano pero frente a sus ojos el fuego se comió su cuerpo.

 — ¡No!—Se desgañitó, las llamas se volvieron transparentes y entonces pudo ver a través de ellas a Jesterin siendo consumido por el fuego, la carne se le desprendía y se chamuscaba, un ojo le reventó después del otro, el cabello se había achicharrado. Trató Thorin de cerrar los ojos pero algo se impidió. Oía los rugidos guturales de Jesterin siendo quemado. Trató de acercarse pero entonces el cuerpo de Jesterin se volvió Bilbo. Las venas en los ojos de Thorin se volvieron rojas, era el cuerpo de Bilbo el que se quemaba vivo entre las llamas.

   — ¡Bilbo! —Volvió a gritar Thorin antes de lanzarse a las llamas. Al principio sintió como si miles de hielos le estuvieran besando la piel, pero luego fue el dolor, las llamas seguían siendo transparente, miró a través de ellas y vio a Bilbo, mirarlo ser comido por el fuego.

  —Sal —Se oyó una voz femenina proveniente del aire, dejó de sentir las llamas, se fijó en la sombra de Artoc al fondo del corredor y vio como sus ojos se abrían de repente, no había sido él quien había hablado —Sal de aquí— Se oyó de nuevo —Bilbo desapareció, de pronto pared a pared el corredor fue desapareciendo, el cuerpo de Artoc comenzó a perder color, se vivía gris —Ven a la senda de la luz.

Lo último en irse fue la sombra de Artoc, que se difuminó lentamente hasta desparecer. Todo se había vuelto blanco y Thorin sintió como si una brisa de aire fresco recorriera su mente y sus pulmones.

 

   —Estará bien— Anunció Lady Galadriel apartando los dedos de la cabeza de Thorin. Bilbo, angustiado, analizó la expresión de Thorin, parecía calmado y sereno, su pesadilla había acabado. Vio a la elfa dirigirse hacia Fili que se movía inquieto y sudoroso en la cama. ¿Qué estaría soñando? Se preguntó el mediano, ¿Qué habría estado soñando Thorin? Dirigió de nuevo su atención al rey enano, sus ojos se movían debajo de sus parpados, persiguiendo algo en los sueños, ¿Cuáles eran sus temores? ¿Qué era lo que le preocupaba más? ¿Cuáles eran sus más profundos deseos? Por un instante diminuto deseo fervientemente ser Artoc para así poder navegar por el misterioso mundo que era la mente de Thorin, sacudió la cabeza para alejar esa idea.

Escuchó detrás el susurro angelical de Lady Galadriel.

       – ¿Cuándo van a despertar? – Oyó preguntar a Kili.

   – Cuando haya terminado el sueño – Contestó Gandalf, Kili soltó un bufido, la respuesta no era muy convincente.

  – ¿Y cuánto tiempo será eso? – Inquirió Bofur, Elrond dejó escapar un suspiro de exasperación.

      – Los veré en la sala principal para discutir acerca este asunto – Anunció el elfo ignorando la pregunta del angustiado enano, el resto del concilió asintió hacia su compañero y este salió.

   – No lo sé, querido Bofur – Respondió Gandalf por fin – Espero que no mucho.

─ Esperemos que pronto – Contestó Lady Galadriel separándose de Fili, Kili corrió rápido junto a él y miró inquisitorio a la elfa – Ya está bien – Le dijo ella como leyéndole el pensamiento – Los sueños son más vulnerables al exterior que los trances, no les digo que sean maleducados pero les sugiero que si desean que sus amigos despiertan más pronto, hagan un poco de ruido y eso los despertará.

Arqueó una leve sonrisa divertida antes de dar media vuelta hacia la puerta.

     –Hemos de reunirnos con Elrond – Anunció a Cindar, Radagast y Gandalf – Hay muchas cosas que discutir.

Con un ligero movimiento de cabello, la blanca figura de la mujer despareció tras la puerta seguida de las de los demás miembros del concilio, antes de que Gandalf saliera Bilbo lo detuvo.

   – ¡Gandalf, espera! – Lo tomó de la manga para que se detuviera, el mago bajó la mirada hacia él y lo miró con curiosidad a través de sus grises ojos – Me gustaría solicitar un lugar en el concilio.

Algo de la solicitud debió parecerle muy divertido al istari pues soltó una gran carcajada que inundó la habitación entera, pero Bilbo no terminó por entender.

      – ¿Qué es tan gracioso?

–Bilbo, no se pude ser miembro del Concilio así nada más porque si, tienes que ganarte el lugar, sin mencionar algunas que otras habilidades – Explicó el mago.

   –P-p-pero tengo que saber de qué es lo que estarán hablando…. Me concierne, y a los demás también – Extendió la mano hacia Kili, Fili, Bofur y Thorin – Es sobre nosotros de lo que van a decidir…

 –Las reuniones del concejo son privadas, no quiero ni pensar en lo que diría Saruman si se nos ocurriera sugerirle que un hobbit tenga lugar en el concejo –Rio levemente – Saruman tiene ideas muy diferentes a las mías con respecto a lo que se le debe de dar más importancia.

    – ¿Por qué su opinión es tan importante? – La pregunta pareció sorprenderle a Gandalf.

–Porque él es el jefe del concejo.

Bilbo se sintió realmente tonto pero al mismo tiempo sorprendido, habría pensado de Gandalf o Galadriel como un líder, pero no Saruman, él no le daba buena espina, algo en él era peligroso. Recordó su mirada y su reacción cuando estaba acariciando el anillo en su bolsillo, era como si hubiera sabido que era lo que estaba tocando, era como si lo hubiera sentido, de alguna forma, el anillo también le susurraba al mago blanco. Miró a Gandalf.

      —¿Algo más que quieras decirme?

Bilbo pensó en contarle lo de Saruman, Gandalf ya sabía que Bilbo había encontrado el anillo en los túneles de los trasgos, de alguna manera se había enterado, ¿Cómo podía ser el anillo algo malo si Gandalf no había hecho nada al enterarse? Ni siquiera había intentado quitárselo ni advertirle nada, al contrario, había dejado que se lo quedará, y  Bilbo comenzaba a sentir al anillo como a un amigo, un aliado en un aguerra. Se llevó la mano al bolsillo del saco y acarició la suave superficie de la joya, negó ladeando la cabeza hacia el alto mago.

  –No, nada más, lo entiendo.

Gandalf asintió le alborotó el cabello rojizo a Bilbo y salió hacia el pasillo tras los demás miembros. Bilbo se volvió hacia donde dormían Thorin y Fili, Kili y Bofur miraban a sus amigos durmientes con expectación, como si estuvieran esperando a que de pronto volvieran a parecer inquietos. Bilbo sacó la mano del bolsillo y miró a Kili.

   –Tenemos derecho a saber – Dijo alto para que sus dos amigos lo escucharan, ellos se volvieron hacia él, extrañados.

      – ¿De qué hablas, Bilbo? – Inquirió Bofur, juntando las manos en el aire  igual que una ardilla.

–De la reunión del concilio – Bilbo señaló hacia la puerta – Van a hacer una reunión en la que hablaran sobre nosotros pero curiosamente no estamos invitados a ella.

   –Bueno, no somos parte del concilio, si nuestra presencia hubiera sido requerida…

 –No se trata de si somos requeridos, es que debemos estar ahí porque es sobre nuestras vidas de las que hablarán, tenemos derecho de por lo menos escucharlo… ¿No creen?

Kili y Bofur se miraron dubitativos.

     –Tal vez tengas razón – Razonó Kili – Pero de todas maneras, no fuimos invitados, no podremos escucharlo a menos que quieran decírnoslo después.

  –No necesitamos ser invitados – Bilbo sonrió y sus amigos lo miraron desconcertados.

     – ¿O sea…?– Bofur no acababa por entender

 –O sea que podemos escuchar, sin que ellos se enteren.

  – ¿Te refieres a espiar? – Preguntó Kili sorprendido, a lo que Bilbo asintió mirándolo traviesamente.

–No —Negó Bofur ladeando la cabeza y cruzándose de brazos — Eso, eso no esta bien…

    —Bof tiene razón, Bilbo, no es de enanos, es deshonroso, s-s-si no nos invitaron es porque no nos quieren ahí, ¿Por qué ir a donde no nos quieren?

  —Porque tenemos derecho a saber —Estaba decepcionado de que ninguno de los dos lo hubiera apoyado. Da igual, pensó, estoy acostumbrado a hacer cosas solo, y eso lo entristecía pero había que aceptar que la vida en general es estar solo. Soltó un bufido de exasperación al ver que sus amigos no cambiarían de opinión —Bien, si no quieren ir conmigo, yo iré, cuando regrese les contaré lo que han dicho.

    — ¿Qué hay de Thorin, no vas a despertarlo?—Lo detuvo Kili, Bilbo miró al rey enano, respiraba pausadamente hinchiendo el pecho, de pronto recordó que él le había ocultado la verdad acerca de que la compañía ya estaba enterada acerca de su relación, se sintió con la necesidad de estar molesto, tal vez a sobre manera, pero se sentía molesto, no le importaba si había olvidado contárselo o simplemente no había querido, debió hacerlo.

     —Despiértenlo si quieren, pero acaba de salir de un trance, unos pocos más de dulces sueños no le harán daño —Kili se encogió de hombros y Bilbo dio media vuelta y salió al pasillo. Caminó derecho y pasó por la habitación de Danief, se asomó y descubrió a un elfo maestre sentado a la orilla de la cama, aplicando un ungüento verdoso en sus heridas, el cargador se dio cuenta de su presencia y esbozó una sonrisa amigable, que Bilbo correspondió.

 — ¿Qué pasó con Fili y Thorin, Bilbo? —Le preguntó. El elfo alzó la mirada hacia la puerta donde estaba Bilbo.

   —Lady Galadriel logró sacarlo del trance —Informó—Sigue durmiendo pero…

—Sal de aquí, por favor —Pidió el elfo un poco brusco —Solo hará efecto en un ambiente tranquilo y sereno —Alzó el dedo dejando ver que estaba embarrado del ungüento.

Bilbo asintió, lanzó una sonrisa de despedida a su amigo herido y siguió derecho su camino. Sabía dónde quedaba la sala del concilio, no era una habitación real, era un piso alto construido en la cima de una colina, no tenía paredes ni techo, estaba rodeado de pilares de piedra blanca donde se veía el valle desparecer entre las montañas, la última vez que había estado en Rivendel había sido en su camino con la compañía para recuperar Erebor, había tenido suficiente tiempo para explorar el lugar, aquella vez accidentalmente había llegado a la sala en una reunión del concilio, había llegado poco antes de que todos se fueran, había oído a Lady Galadriel preguntar, ¿Por qué el mediano? Y se había sorprendido por la respuesta de Gandalf. Conforme avanzaba por los pasillos y escaleras iba recordando hacia donde entrar o subir para llegar a la sala del concilio, todo era bastante claro. Llegó a una escalinata sostenida por pretiles tallados en forma de árboles y que sostenían un techo color lila, escuchó pisadas bajar por los escalones y el sonido acercándose de una conversación, rodeo fugazmente el lugar con la mirada en busca de un escondrijo, donde meterse para evitar ser visto, pero no había ningún lugar, no había esquinas y todo era liso, sintió un escalofríos y entonces supo la respuesta. Fue como si le llamara, metió la mano al bolsillo y sacó el anillo dorado, lo sostuvo con el los dedos índice y pulgar y lo contemplo, el oro pareció destellar con su mirada. Las pisadas se volvían más fuertes y sin pensarlo más deslizó el dedo en el anillo, escuchó una brisa de aire fugaz y todo se volvió gris y nublado, por fin aparecieron quienes bajaban por la escalinata, eran un par de elfos de servicio que llevaban charolas de plata, Bilbo quedó sorprendido, los cuerpos de ambos emanaban una gran blancura, era como ver un par de estrellas caminar frente a él. Sacudió la cabeza y subió rápidamente ya sin ningún cuidado, sabía que nadie podría verlo. Pasaron junto a él tres pares más de elfos hasta que pofirn llegó al final de la escalera donde había un rellano rodeado de arbustos y salía a un caminito de piedras que terminaba en la sala del concilio. Ahí estaban todos, sentados sobre bancos de piedra alrededor de una mesa ovalada de mármol tallada reluciente, estaba Gandalf sentado junto a Radagast y Cirdan, y Galadriel sentada al lado extremo junto a Elrond, Saruman estaba solo a la cabeza de la mesa. La conversación llegó a sus oídos.

        —….no conocemos que clase de poder es este, Radagast —Decía Cirdan — no podemos comenzar a hacer…

      —Es claro que clase de magia es esta— Interrumpió Saruman al elfo, Bilbo caminó rápido hacia ellos y se quedó recargado en uno de los pilares, quedó sorprendido al percatarse de que todos emanaban un brillante resplandor lechoso a excepción de Saruman, a él lo rodeaba un aura inquieta y grisácea que le rememoraba a los días grises y lluviosos — No creo que debamos darle importancia a esta… esta farsa… insisto —Golpeó el istari con su puño la mesa —Esto no es más que una simple demostración de magia de algún espíritu o algún mago farsante….

   —Si me permites discernir, Saruman —El medio elfo Elrond tenía los codos apolados en la mesa y  las manos entrelazadas formando un puente mientras miraba al mago blanco con seriedad—Un mago farsante cualquiera no poseería tales capacidades, eso que vimos, era un trance, ni siquiera un istari puede emanar tanto poder fácilmente, estamos frente a una criatura diferente… me inquieta saber….

—No vine a perder mi tiempo —Replicó Saruman —Aun así, aun me queda una duda —Miró a Gandalf que aún no había dicho nada —Gandalf, contéstame... ¿Porque creíste que era la mejor idea venir aquí y reunir el concilio ante esta supuesta amenaza? ¿Creí que eras lo suficientemente listo como para saber identificar entre un peligro real y un engaño?

El mago gris apretó los puños.

      —Me ofende tu indiferencia, Saruman —Contestó —Si bien recuerdo la última vez que les advertí sobre la aparición de un nigromante, tú… —Señaló al blanco —…dijiste exactamente lo mismo que estás diciendo ahora, que no era real, era solo un mago farsante, ¿No recuerdas, Saruman? Tú con tus propios ojos viste lo era esa cosa en realidad…

  —También recuerdo que aquella vez llegaste con pruebas, una espada, para ser precisos.

 — ¡Hemos sido atacados!—Gritó el mago al mismo tiempo que se ponía de pie y una sombra recorría la sala, haciendo dar un salto a Radagast —Dos de los enanos fueron heridos por esas bestias de luz, un águila murió, una bandada de Targos nos persiguió por tres días, han sido atormentados en sus sueños por esta criatura, ¿Qué otras pruebas necesitas, Saruman? Venimos aquí por protección, y reuní al concilio porque esto es un asunto que nos incumbe a todos…

      —Gandalf tiene razón —Intervino Galadriel, que había estado sentada escuchando la discusión, con la espalda recta y el rostro sereno—Ha hecho bien al reunirnos, no pudo elegir mejor lugar, pero es imprescindible que permanezcamos tranquilos, sin riñas ni coraje.  

  —Me preocupa que no estemos discutiendo lo que es realmente importante —Todos se volvieron hacia Cirdan.

   — ¿Qué crees entonces que deberíamos de discutir? —Inquirió Saruman inclinándose.

—No sabemos nada acerca de esta criatura, creo que habías comentado, Gandalf, que tu propósito principal de venir aquí, era indagar acerca de éste Artoc, y creo que ahora que nos has contado sobre tu visión, debemos alarmarnos aún mas de que un espíritu negro este más que involucrado—Gandalf asintió.

   —Justamente, querido Cirdan —Dijo —Creo que antes de discutir acerca de qué hacer debemos investigar sobre Artoc, lo vi en la visión y jamás había visto nada como él, parecía un dragón pero no lo era… debemos investigar sobre él y así tal vez encontrar la forma de confrontarlo.

    — ¿Y cómo piensas hacerlo, Gandalf? —Preguntó Saruman.

—Es sabido que Rivendel alberga una gran biblioteca —Miró a Elrond — seguro en sus grandes estanterías debe haber algún volumen que hable sobre algo relacionado.

El medio elfo se rascó la barbilla con el dedo.

   —Mmmgh, no creo haber leído jamás algo acerca de una criatura tipo dragón capaz de controlar las mentes de sus adversarios — Confesó —Siento mucho decepcionarte Mithrandir, pero me temo que no hallarás nada en mi biblioteca que te sea de utilidad.

Gandalf bajó los hombros desilusionado. Bilbo pudo notar el pesar en los ojos grises de su amigo, se llevó la mano al anillo en su dedo y con las yemas frotó la dorada joya. De inmediato Saruman miró hacia donde estaba, un escalofrió recorrió el cuerpo del hobbit al percatarse de que estaba bajo la mirada del mago, había abierto los ojos como platos y sus pupilas se habían dilatado. Rápidamente Bilbo apartó la mano del anillo y espero hasta que Saruman devolviera la mirada a la discusión.

      — ¿Entonces que vamos a hacer? —Radagast se tallaba las manos, inquieto, mientras un pajarillo se acicalaba las alas sobre su hombro — S-s-si sales de la seguridad de Rivendel, si salimos de la seguridad de Rivendel estaremos expuestos.

 —Eso es lo que más me preocupa —Dijo Lady Galadriel —Estando aquí no se supone que Artoc pudiera tener influencia en las mentes de los enanos, sin embargo han entrado en trance, ¿Qué tan poderosa es esta criatura si puede evadir la magia blanca que se cierne sobre Rivendel?

   —Tal vez…tal vez sea un ventaja —Cirdan había estado meditando algo —Tal vez sea bueno.

— ¿De qué manera podría eso ser bueno? —Inquirió Elrond.

 —Tal vez podríamos usar los trances como una herramienta —Gandalf lo miraba con gran interés —La mejor arma del enemigo puede ser su más grande debilidad —Citó —Tal vez podamos combatir a la bestia en los mismo trances.

   —Entiendo tu punto, Cirdan, suena muy lógico, pero, ¿Cómo lo vamos a hacer si no sabemos cómo?

  —Hay una manera —La voz de la elfa blanca resonó como una suave brisa, todos se volvieron hacia ella y Bilbo vio como ella se frotaba el anillo que llevaba en el alargado dedo blanco. Bilbo se acercó un poco para observarlo con más detalle, era de reluciente plata, con forma de flor en cuyo centro había un gran diamante blanco incrustado.  

Cirdan y Elrond se miraron unos a otros y luego la observaron a ella, perplejos, mientras los ojos de Saruman centelleaban.

     —Ne­­nya —Masculló Gandalf.

—No entiendo —Dijo Cirdan. Lady  Galadriel esbozo una ligera sonrisa.

  —Los tres anillos de los elfos han hecho que nuestra raza haya permanecido incorruptible desde que Sauron nos engañó a todos forjando el anillo único —Por alguna razón Bilbo sintió como si estuvieran hablando de él, sintió un cosquilleo proveniente del anillo —Ustedes saben cuáles son los poderes de cada uno de ellos… me siente siempre fuerte cuando los tres están reunidos —Cirdan y Elrond asintieron — Es gracias a los anillos que nuestros hogares han prosperado… otorgan claridad, paz, fuerza, curación… es lo que necesitaríamos para confrontar a esta bestia.

    — ¿Hablas de ser nosotros quienes nos enfrentemos a él? —Inquirió Elrond, la perplejidad no parecía borrársele del rostro.

  —No, eso sería infructuoso, los anillos deben permanecer lejos de la oscuridad o serán corrompidos como los fueron los de los hombres y los enanos.  Yo creo, que si lográramos reunir los poderes de los tres anillos en una sola pieza, lograríamos crear el arma perfecta para derrotar a Artoc y a Terot. 

    — ¿Es que te has vuelto completamente loca? —Gritó Saruman —Jamás, nunca, nunca se ha hecho una cosa así. No sabes en que podría resultar, el portador de esa monstruosidad podría volverse loco.

  —Estoy de acuerdo con él, Galadriel, estaríamos otorgándole al portador de esa joya el poder absoluto de todos los elfos, de todos los reinos inviolados, el legado de nuestra raza, nuestros secretos e historia, todo.

    —Se utilizaría esa joya solo para derrotar a Artoc y a Terot, una vez concluida la misión, se destruirá.

 —Me niego —Bufó el mago blanco hecho una furia —No es lógico, se los prohíbo ¿Quién será el portador? ¿Tú?, que conveniente, siempre has deseado el poder, Galadriel, te prohíbo cometer esta locura.

Lady Galadriel volvió la cabeza lentamente hacia él y le lanzó a una mirada asesina.

   —Esa no es tu decisión, Curunír —La mandíbula de Saruman se puso tensa — Esto es un asunto de elfos, y es derecho único de los elfos decidir acerca de su destino —Miró entonces a Elrond y Cirdan —Mi corazón me dice que es lo correcto, se tomarían minúsculos fragmentos de todos los anillos para luego unirlos en una aleación única. Solo necesito encontrar una manera de contrarrestar los poderes sobre los elfos y solo dejar los poderes que se necesitarían.

 —Y si lográramos hallar la manera… ¿Quién sería el portador de esta joya?

  Galadriel pareció pensar la respuesta, Bilbo habría apostado lo que fuera a que la elfa diría el nombre de Gandalf.

    —Me parece, que debe ser quien haya experimentado los poderes de Artoc primero —Dijo la elfa, Bilbo quedó un poco confundido —Es a quien la bestia a elegido como centro de tormento, por lo tanto debe ser quien lo venza.

    — ¿El hobbit? —Soltó Saruman como ofendido, Bilbo quedó boquiabierto — ¿Estas bromeando?

 —Su nombre, es Bilbo Bolsón —Intervino Gandalf —Y… mi señora, estoy de acuerdo en que no tengo palabra en su decisión de crear esta joya, pero me muestro en mi más sincero acuerdo en que Bolsón es la mejor opción.

Bilbo sintió como el corazón empezaba a latirle cada vez más fuerte, se mordió el labio y dio un paso hacia atrás.

   —Pero si Artoc lo ha elegido como víctima principal ¿No es porque es el más débil? —Razonó Radagast —No dudo de la inviolabilidad de un hobbit, pero ¿Qué pasa si lo hacen portador de la joya y él simplemente no puede con el poder de ella?

  —Para eso sería la joya, tendría todos los poderes de los tres anillos, el poder de mantener puro, incambiable, el poder de tomar fuerza y ser valiente, de tener valor ante cualquier situación, y el poder de sanarse cualquier herido y alejar el mal de sí. Al ponerse la joya debería de sentirse la criatura más fuerte y feliz de todas, la más serena, y más sana.

Explicó Galadriel. Aquello pareció convencer aún más a Elrond y Cindar, ambos estaban pensativos. Hubo un largo silencio, y a Bilbo le costaba cada vez más respirar, sentía como si estuvieran oprimiendo los pulmones. Enfrentarse a Artoc, solo de recordar el trance le hacía querer gritar, le hacía querer morir.

   —Necesito una respuesta ahora —Exigió la elfa —El enemigo no descansa, y debemos actuar cuanto antes, si dejamos que esto continúe el control de Artoc podría extenderse por muchos reinos y pueblos, ahora no lo sabemos, pero ¿quién nos dice que en las aldeas o en los reinos mismos de los hombres y los enanos no han empezado ya a experimentar estos trances? Es obvio que Artoc no se limitará a atormentarnos a nosotros.

     —Lo he pensado… y he decidido arriesgarme a esto —Elrond puso la mano sobre la mesa y dejó ver su anillo resplandeciente, dorado como el trigo y un hermoso zafiro incrustado en él, el mar de todos los mundos parecía habitar en él.

—Debes jurar ante los dioses, por los primeros elfos y las primeras criaturas sobre la tierra, que una vez concluya esta misión, esta… joya de trinitas, deberá ser destruida y los fragmentos extraídos de los anillos, devueltos a sus joyas respectivas.

   —Lo juro —Galadriel inclinó la cabeza, Cirdan asintió satisfecho e imitó el gesto de Elrond. En su dedo resplandeció un hermoso anillo de oro tallado y un rubí centelleante engarzado.

  —Te ofrezco entonces un pedacito de Narya, el Anillo de Fuego. 

  —Y yo un pedacito de Vilya, el Anillo Azul.

La elfa esbozó una brillante sonrisa dentada y cerró los ojos agradecida.

   —Hágase pues, la joya de Trinitas.

Saruman formó con ambas manos dos puños y los azotó contra la mesa, provocando un estallido estruendoso que hizo a todos dar un tremendo brinco de espanto, a excepción de Lady Galadriel, que se limitó a mirarlo sin ningún atisbo de expresión.

   —Tontos —Gruñó el viejo mago, su larguísima cabellera había volado con el impacto de sus puños —No saben lo que están haciendo.

Sin decir nada más se dio media vuelta y apoyándose de su cetro salió con la frente en alto. Estuvo a punto de chocarse contra Bilbo, que dio un brinco hacia atrás y casi cae, lo cual habría sido una desgracia pues al caer habría hecho ruido y lo descubrirían, sin embargo, eso no le importaba en esos momentos, no podía creer lo que acaba de oír, habían decidido enviarlo a un suicidio, a luchar contra algo a lo que más le temía. Lady Galadriel había empezado a hablar otra vez pero ya no pudo escuchar más, se echó a correr tan rápido como pudo, bajó por las escaleras apenas logrando esquivar a un elfo de servicio que subía con un jarrón de vino, corrió por los pasadizos y escalinatas hasta encontrar un rincón entre dos grandes arbustos en un pequeño jardín cerca de las habitaciones donde estaban los demás. Gateo a donde las ramas de ambas plantas se unían y creaban un escondite perfecto, se aseguró de quedar completamente oculto y entonces se quitó el anillo. Todo volvió a la normalidad, los colores volvieron y también la claridad, incluso todo le parecía extraño, había tenido puesto el anillo mucho tiempo.

 Aún en la sala del concilio, Gandalf se había quedado un poco impactado por la reacción de Saruman, observaba perdido en sus propios pensamientos, la grieta ramificada que los puños de su compañero habían hecho en la mesa, mientras los tres elfos discutían sobre el mejor herrero y forjador de los elfos.

 

Notas finales:

Bien, ya que terminaron de leerlo, deben saber que la Joya de Trinitas es una invencion marciana mia que desde que comence el fanfict habia pensado en incluir en la historia, y pues aqui esta, realmente esten atentos a los proximos capitulos porque las cosas cambiaran mucho... Saludos, gracias por leer, lo quieeeeerooooooo.


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