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The One And Only por keny_shawol

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Minho sabía que algo estaba mal. Sólo no podía hacer la conexión.

 

Se había despertado temprano por la mañana con la esperanza de ver a Kibum a su lado. Pero eso no sucedió.

 

Él no podía recordar mucho sobre la noche pasada, sólo retazos de memoria que le suponían a su noche con Kibum.

 

No podía recordar gran cosa, sólo Kibum estando a su lado, suspirando y bostezando por ratos, y después de eso, sólo podía recordar pequeñas preguntas por parte de Kibum que lo tenían confundido.

 

Minho había despertado dispuesto a encontrarse con Kibum, pero éste no estaba en la habitación, concina o baños de la gran casa. Kibum no estaba, ni alguna cosa que le diera indicios que había pasado la noche ahí.

 

Kibum por lo general dejaba los lentes olvidados, a veces alguna camisa o algún suéter, pero esa mañana, Minho había encontrado su pulcra casa como tal. No había rastros de nada, ni siquiera la taza sucia que él suponía debía estar olvidada después del té que Kibum le dio por la noche.

 

No era nada extraño, decidió después de unos minutos. Kibum tenía una vida antes que él y sus enfermedades, Kibum algunas veces le dejaba por la mañana prometiendo regresar por las tardes, porque él, después de todo, tenía cosas que atender. Sin embargo, se había acostumbrado tanto a la presencia de Kibum en los últimos días como en el pasado, que de pronto, Minho sólo lo quería de nuevo en sus brazos, justo como en los viejos tiempos.

 

Su necesidad de tener a Kibum aumentaba día con día. Porque tenerlo cerca, de nuevo, sólo le hacía querer que las cosas estuvieran bien entre ellos, de nuevo. Minho estaba dispuesto a intentarlo, una y otra vez, pero necesitaba que Kibum estuviera dispuesto también.

 

Tomó su móvil dispuesto a llamarle y deslizó su pulgar rápidamente hasta encontrar el número de Kibum y entonces esperó.

 

Pero nada sucedió. Absolutamente nada. Minho sólo podía escuchar la voz femenina de fondo que le decía que el número no se encontraba disponible y que intentara de nuevo más tarde.

Fue después de cuatro intentos fallidos que Minho cayó sobre el sofá con sus manos sobre su rostro. Su mente volando entre cada cosa que podía estar sucediendo. Kibum nunca dejaba el móvil sin contestar, y era extraño no haber encontrado ni siquiera una nota de su parte.

 

Su móvil vibró y sin siquiera detenerse a mirar el nombre en la pantalla, Minho contestó.

 

—¿Kibum?—Preguntó. —Kibum, ¿Dónde estás?

 

—No soy Kibum, Minho. —La voz de Jinki sonó al otro lado de la línea y Minho suspiró, mientras sus manos se enredaban en su cabello. —Y, supongo, por la hora, que Kibum debe estar en el aeropuerto en este momento.

 

¿Aeropuerto, Kibum? Minho tenía las palabras atoradas, rodando en su mente, y volviéndose loco con sólo pensarle.

 

—¿De qué estás hablando, hyung?—Dijo, levantándose del sofá y caminando de un lado a otro. —¿A qué te refieres?

 

La línea murió por unos momentos y Minho pensó que Jinki había terminado la llamada. Pero el suspiro que escuchó segundos después fue suficiente para saber que Jinki aún seguía ahí.

 

—Minho. —Jinki dijo con cautela, como si temiera por su reacción. —Kibum se está marchando. Habló un par de horas atrás, y murmuró algo sobre las despedidas y lo mucho que las odiaba y eso fue todo. Oh, y dijo que vendría de visita siempre que pudiera.

 

Eso era todo. Minho sólo necesitaba las palabras ‘Kibum’ y ‘despedida’ y su corazón se estaba rompiendo en miles de pequeños pedazos con el rostro de Kibum en ellos.

 

Dolía. Minho pensó que podían llamarle loco, pero él estaba seguro de haber sentido su corazón quebrándose y siendo desgarrado de una manera en que sólo el dolor podía llamar placentero.

 

Sus ojos picaron y sus manos se sentían pesadas de pronto y no sabía qué hacer con ellas. Su cuerpo cayó sobre el sofá de nuevo y eso bastó para que una lluvia de imágenes de él y Kibum pasara por su mente torturándole.

 

En cada imagen, Kibum le sonreía, pero entonces al final de ese pequeño cortometraje, Kibum se iba sin él y sin mirar atrás.

 

—Dime que estás bromeando, Jinki, por favor, dime que lo estás.

 

De nuevo, las palabras desaparecieron y ellos quedaron en silencio, Minho rogando que todo fuera una maldita broma y que Kibum apareciera por la puerta como si nada hubiera sucedido.

 

—Lo siento, Minho, me gustaría decir eso, pero Kibum tomó una decisión.

 

Bien, eso lo sabía. Kibum había tomado una decisión y se había ido sin una maldita despedida para él. Eso también dolía, pero pensarle lejos era más de lo que podía soportar.

 

—¿Qué más dijo?—Pregunto, preparándose para una nueva tortura.

 

Minho pensó que debía parar de preguntar, aceptar que Kibum estaba, en ese momento, viajando a otro lugar, y que las difusas imágenes que tenía de la noche anterior serian su último recuerdo de él, de ellos, juntos.

 

Su corazón se quebró una vez más ante ese pensamiento y de pronto, las lágrimas no pudieron más contra sus ojos y se desbordaron silenciosamente por sus mejillas.

 

—No mucho. —Jinki murmuró. —Básicamente lo que te dije, odia las despedidas, no quería un gran alboroto y que espera que todo esté bien en el futuro.

 

—¿Algo más?—Inquirió desesperado.

 

De alguna manera esperaba que Kibum hubiera dejado un mensaje para él, una despedida con una conexión entre alguna llamada con los miembros, algo que le dijera que no había sido olvidado como él creía.

 

—No. —Minho asintió aunque Jinki no pudiera verlo, y dejó sus manos caer contra sus ojos. —Lo siento, Minho.

 

—Está bien, Jinki, —Minho mintió. —Sólo necesito un momento. —O toda una vida. —Te llamaré más tarde.

 

Minho terminó la llamada y entonces enfocó su vista en algún punto sobre la pared. Por supuesto, nada sería igual. Por supuesto, él no estaría bien. Sí, lloraría. Sí, tal vez entrara en una maldita depresión. Pero de alguna forma, Minho sentía que lo merecía.

 

Después de todo, él había abandonado primero a Kibum.

 

 

 

Tenía claustrofobia.

 

El aeropuerto podía ser inmenso, y había puertas en cualquier lugar que mirara, pero Kibum sentía como si las paredes le estuvieron apresando en un lugar sin salida, en un pequeño cubículo que no le dejaba respirar.

 

Respiró hondo, mientras trataba de calmar su corazón acelerado. Su mano se entrelazó fuertemente al bolso que colgaba de su hombro y su mirada recorrió cada rincón del lugar, imaginando posibles escapatorias.

 

—¿Estás bien, Kibum?—La pregunta de Daehyun le sacó de su transe, y Kibum parpadeó mientras enfocaba su vista en el chico frente a él.

 

Daehyun tenía una mirada preocupada bañando sus ojos, y sin embargo, una suave sonrisa bailaba encantadoramente en sus labios. Su corazón debía latir con ese gesto, debía latir aceleradamente y sus manos debían picar, y su columna vertebral debía ser recorrida por una corriente que le hiciera estremecerse.

 

Pero eso no pasó.

 

Y Kibum sabía que era, porque tan simple como sonaba, la persona frente a él no era Choi Minho.

 

En cambio su corazón estaba doliendo de una forma impensable y sus manos querían todo, menos tocar la mejilla de la persona frente a él.  

 

—Estoy bien. —Mintió. —Estoy bien. —Repitió, tal vez para creérselo de alguna manera.

 

Daehyun frunció el ceño, pero asintió hacía él.

 

—Está bien, Kibum. —Él murmuró. —Tal vez sólo son los nervios.

 

Él podía creer eso, si se lo proponía, podría creer que sólo eran los nervios jugando con él en ese momento. Pero Kibum sabía que no era así.

 

Todo, desde las maletas que había hecho horas atrás, hasta tomar su pasaporte, y despedirse de los chicos, se sentía mal. Kibum mentiría si dijera que sólo eran los nervios.

 

Todo estaba mal. Cada maldita cosa en ese momento.

 

Las personas a su alrededor no lograban calmarle, y lo único en que podía pensar, era en regresar a los brazos de la persona que, tal vez, en ese momento, estuviera pensando en su partida.

 

Kibum respiró de nuevo y trató de calmar el dolor en su corazón que llegó al pensar en Minho y la última mirada que le había dado. Tal vez estaba mal por su no-despedida de Minho, tal vez eso era.

 

Él había llamado a Jinki, y había murmurado lo mucho que le extrañaría. Después el número de Jonghyun fue marcado y Kibum fue rápido con su despedida, deseándole lo mejor de lo mejor. Y por último, Taemin había susurrado que lo extrañaría y le había hecho prometer que le visitaría siempre que pudiera.

 

Y eso había sido todo.

 

Minho no estaba en la lista de personas de las cuales despedirse, no estaba entre sus planes hacerlo. Él sólo se había marchado con un último beso, y una mirada más, que le hiciera recordar a Minho el resto de eternidad.

 

Pero ahora eso le estaba pasando factura y Kibum de pronto sintió las ganas de llamarle y hacerle saber que se estaba marchando y que esa era su decisión. Pero de alguna manera tampoco podía hacer eso.

 

—Sí, tal vez.

 

Daehyun extendió su sonrisa, y sus manos buscaron las suyas rápidamente, sin embargo, Kibum alejó sus manos y las retorció juntas, evitando la mirada de Daehyun.

 

—¿Seguro que estás bien?—Daehyun preguntó de nuevo, esta vez alcanzándolo entre sus brazos.

 

Kibum parpadeó, y asintió. Su mirada cayó hacía sus pies, mientras escuchaba a Daehyun suspirar.

 

Se sintió mal. Él no debía estar haciendo esto. Daehyun no debería de estar preocupado por él. Ellos deberían estar felices, él debería estarlo, porque todos esos sueños de los cuales hablaba por las noches con Daehyun, estaban por cumplirse.

 

—Sí. —No. —Lo estoy.

 

Daehyun asintió y cuando su boca se abrió para hablar, el clásico llamado para el vuelo resonó entre ellos. Kibum mordió su labio inferior, mientras observaba a las personas moverse, caminando, y hablando entre ellos, con sonrisas en sus rostros.

 

—Parece que es nuestro llamado.

 

Daehyun besó la punta de su nariz, y se alejó un poco de él. Daehyun le dio la espalda y comenzó a caminar, y Kibum se vio a sí mismo pegado al suelo. Era como si sus pies no quisieran moverse.

 

—¿Kibum?—Daehyun detuvo su andar y giró para mirlarle mejor. —¿Qué sucede?

 

¿Qué sucede? Kibum se preguntó. Sucedía que era el peor error de su vida. Sucedía que su mente sólo podía pensar en el chico enfermo que era dueño de su corazón. Sucedía que Kibum había tomado la decisión incorrecta.

 

Las lágrimas picaron en sus ojos, por Minho, por Daehyun y por él y se derramaron rápidamente por sus mejillas, perdiéndose contra el suelo del aeropuerto.

 

—Lo siento. —Murmuró. —Lo siento mucho, Daehyun.

 

Daehyun frunció el ceño, y caminó de nuevo hacía él. Se detuvo a centímetros de él, y su pulgar corrió a secar sus lágrimas. Kibum mordió su labio inferior, dejando que las lágrimas siguieran caminando por sus pómulos.

 

—¿Qué está sucediendo, Kibum?—Daehyun presionó de nuevo. —¿Qué pasa?

 

—No puedo hacerlo. —Susurró, y dejó caer la cabeza contra su pecho. Dolía, pero Kibum de pronto respiraba un poco mejor y sentía que todo era correcto esta vez. —No puedo irme contigo, Daehyun, lo siento mucho.

 

El rostro de Daehyun se bañó en confusión y después lentamente su mirada cambio por el reconocimiento de sus palabras. Kibum le miró a los ojos, pidiendo una disculpa silenciosa esta vez.

 

—¿Esto significa que perdí? —Daehyun negó con la cabeza, mientras cerraba los ojos por un momento. —Perdí contra Minho, ¿no es así, Kibum?

 

—Lo siento, Daehyun. —Dijo como respuesta. —En verdad lo siento.

 

Después de eso, Kibum le miró una última vez antes de darle la espalda y alejarse rápidamente de Daehyun con un solo destino en su mente: Minho.

 

 

 

Fueron las horas más tortuosas de su vida, Kibum lo sintió así, antes de poder estar frente a casa de Minho y golpear frénicamente su puño contra la puerta.

 

Escuchó los pasos desde el otro lado de la pared y sólo segundos después la puerta se abrió dejando ver a un Minho demasiado enojado.

 

—¿Qué mier…?—Minho parpadeó. —¿Kibum?

 

Ah, pero Kibum no estaba de humor para palabras. Él sólo quería una cosa: besar a Minho.

 

Fue después de Minho parpadeando una vez más, que Kibum estrelló sus bocas juntas, y fue como si el aire llegara a sus pulmones.

 

Sí, se sentía bien respirar.

 

 

Notas finales:

¡Nos leemos el sábado!


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