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Like a boy por Rizel

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Notas del capitulo:

Hola! Este es mi primer fanfic en amoryaoi, muchas gracias por leer! n...n/

 

-              El vaso se va a caer ¿Qué te sucede?

Miró desconcertada el vaso de cristal, estaba a punto de apoyarlo en el aire.

Empezaba a sentirse mareada.

-              No es nada, pero ¿sabes? Tengo que irme. Ahora.

Samantha observó a su amiga con el ceño fruncido. Desde hace un buen rato que Abi se había estado comportando extraño, miraba sus zapatos en vez de a los chicos de la fiesta, no conversaba con nadie, se había quedado apoyada en ese rincón detrás de un grupo de idiotas y ahora que por fin la encontraba se daba cuenta de que ni siquiera había tomado el ron con Coca Cola que le había conseguido ella misma hace una hora.

Definitivamente esto no era lo que habían planeado mientras elegían entre una legión de ropa y reían divertidas.

-              ¿Ahora? ¿No crees que es demasiado pronto?

Abi se mordió el labio y siguió sin mirarla a los ojos mientras palmeaba su mano izquierda sobre el jean recién estrenado. Entonces Samantha se percató de lo nerviosa que estaba.

-              ¿Ha ocur…?

-              Debo irme ya. No me siento bien, Sam. Hablo en serio.

Alzó su rostro hacia su amiga. Sam pudo ver como no le sostenía la mirada por más de unos segundos, volviéndola a bajar.

Empezaba a preocuparse de verdad.

-              Te acompaño ¿sí? – sonrió intentando animarla.

Abi giró la cabeza un poco mirando el fondo de la estancia.

Sam giró también, pero no pudo distinguir gran cosa. Esas luces oscuras que habían alquilado para la fiesta no servían para ello, no podías distinguir a nadie si no estaba a menos de un metro de ti.

-              No te preocupes, quédate y diviértete. De todos modos no es muy lejos.

Tenía razón, la casa de Abi estaba a no más de un par de manzanas.

Lo pensó unos segundos y desistió. A Abi no le agradaba que le acompañasen, siempre se hacía la dura. Sería como discutir con la pared.

-              Vale, pero no te desvíes ¿sí? Derechita a casa.

Su amiga sonrió. Fue su sonrisa la que la terminó de tranquilizar.

-              Claro.

-              Bien, nos vemos mañana.

-              Eso mismo, hasta mañana.

La espalda de Abi se abría paso a duras penas, la siguió con la vista hasta que estuvo fuera y entonces regresó a la cocina a por otro vaso de ron, esta vez solo.

                                     

Abi tenía las manos heladas y los hombros tensos, necesitaba tranquilidad y ahí no lo conseguiría. Así que había huído.

Caminó con pasos apurados, mirando el suelo con una expresión de horror y sorpresa, no podía creer lo que había estado viendo mientras se ocultaba tras ese montón de descosidos. Había vuelto. Dios mío. ¿Por qué había tenido que ir a esa fiesta? ¡Las odiaba!

Debió haberse negado a Sam como siempre hacía.

Debió haberlo hecho. Debía haberlo hecho.

Se llevó las manos a las orejas. Había oído su risa y no podía sacársela de la cabeza. Era igual a como la recordaba.

-              Lo siento – tropezó con un tipo en traje, su maletín le atinó de lleno.

Se detuvo llevándose una mano a su brazo izquierdo. Ese golpe le dejaría una buena magulladura.

Miró la calle en la que se encontraba, no había muchas personas, pero sentía que empezaba a ahogarse. Un vómito mental.

Un pequeño recuerdo se había escapado del tacho de basura, ella lo había arrugado con todas sus fuerzas y lo había depositado allí hace muchos años. Pero ahí estaba, desdoblándose y alisándose. Abriéndose para ella.

Abi se rindió sin luchar, asumiendo lo que se avecinaba retomó la caminata con pasos suaves.

 

-              Estaba aquí – indicó sentándose en la cama – Y de pronto, recuerdas a ¿Zac?

Un pequeña Abi asintió con la cabeza.

-              Bien, él se acercó por aquí – simuló ser Zac y caminó frente a la cama unos pasos – A que no adivinas lo que hizo.

Abi frunció el ceño. Zac era un bobo. ¿Qué no pudo haber hecho?

-              ¿Quieres que te lo demuestre? – preguntó ella.

La miró unos segundos. Si iba a golpearla esto de seguro terminaría muy mal.

-              De acuerdo – aceptó a regañadientes.

Esa Alex de 10 años hizo una mueca.

-              Vas a tener que quitarte el chicle de la boca.

 

Paró de caminar observando con horror a dónde le habían llevado sus propios pies.

-      Mierda.

¿Cómo es que había pasado? De todos los lugares posibles de la ciudad ¿cómo es que había terminado allí, en la misma fiesta que ella? No era popular, no tenía miles de amigos, no era la fiesta más cool, no era posible.

Abi estaba temblando y su corazón latía asustado. Desde luego aún no se había recuperado del shock que le había supuesto verla. Probablemente le tomaría semanas reponerse.

Sus manos eran puños que apretaban duramente su nuevo top de 47 street, arrugándolo, mientras miraba el edificio blanco que se erguía frente a ella. Si iba no habría vuelta atrás, sería revivir todo aquel capítulo enterrado tan hondo hace años y habría válido un pepino el esfuerzo y las preocupaciones de su madre hacia ella.

Pero, necesitaba hablar con alguien, lo necesitaba tanto. Y ese alguien solo podía ser él.   

Abi respiró fuerte y empezó a subir las escaleras.

 

Con la mirada interrogante, Abi decidió hacerle caso. Escupió el chicle en la palma de su mano y lo tiró por la ventana, procediendo a limpiársela en la falda jean que llevaba puesta  y miró a su amiga expectante.

Alex se rascó la cabeza. Abi supo que estaba nerviosa por ese simple gesto, la conocía de toda la vida. Unos cuantos años en este caso.

-      ¿Por qué no vamos a jugar a…?

De pronto, Alex estaba invadiendo su espacio personal, se había acercado dando dos amplias y graciosas zancadas.

Ambas se miraron. Una sorprendida y la otra muy seria.

Abi miró su nariz, su boca, sus ojos siguiendo la dirección de sus labios se acercaban. Dos segundos y Abi cerró sus párpados fuertemente. No estaba segura de por qué lo había hecho, fue un reflejo.

La pequeña mano de Alex le jaló de la blusa mientras la miraba, atenta.

Y entonces la besó. Un beso corto, apenas un roce.

Se separó de ella un momento para tomar aire y volvió a besarla con más fuerza, esta vez colocando una mano en su cintura mientras la otra subía por su brazo.

Abi resolló un poco al notar la intensidad de Alex. Se sentía abrumada y se dejaba llevar por sus sentidos. No estaba segura de saber qué era lo que estaban haciendo, no estaba segura de si Alex sabía lo que estaban haciendo ni si era correcto. Todo lo que podía entender era que se sentía bien.

-              ¿Alex? – preguntó en apenas un murmullo cuando al fin la dejó libre.

Ella alzó la vista y sus ojos cafés la miraron ligeramente asombrados. Luego la tomó de la mano y la fue llevando a la cocina.

Abi aún estaba aturdida por lo que acaban de hacer, de modo que no opuso resistencia y se dejó arrastrar hasta el refri. Alex abrió la puerta y asomó la cabeza. Estuvo revolviendo cosas hasta que finalmente alargó el brazo hasta su amiga, en su mano había una barra de chocolate.

-              Gracias – sonrió Abi mientras tomaba y rasgaba con no poca prisa la golosina.

Alex la observaba muy seria siguiendo todos sus movimientos con los ojos.

-              ¿No quieres? – farfulló Abi con la boca llena de chocolate y los labios embarrados mostrándole un pedazo aún sin comer en su mano.

Se estaba derritiendo por el calor.

-              Un poco, sí.

Se acercó a ella y le tomó de ambos lados de la cabeza, acercándose rápidamente. Abi se asustó y con la mano de chocolate intentó detenerla, manchándole la ropa a medida que la alejaba todo lo que podía.

Alex no se detuvo e imponiéndose a la fuerza venció a Abi y se adueñó de su boca con facilidad. Le mordió el labio inferior con premura y Abi gimió, momento aprovechado para poder internarse y degustarla. Estaba el sabor a chocolate, muy dulce y cálido, y estaba el sabor de Abi, ese le gustaba más aún.

Ninguna se había percatado de que otra persona había ingresado a la cocina y estaba observándolas desconcertada.

-              ¿¿Qué creen que están haciendo??

 

Hundió su dedo índice en el timbre y escuchó un estridente barullo al otro lado de la puerta. Rayos, qué nerviosa estaba.

-      ¿Sí? – Se escuchó por el intercomunicador. Solo podía rogarle a los cielos que siguiera viviendo allí.

-      Uhmm… Ho-hola ¿se encuentra Isaac?

-      Soy yo ¿Quién es?

Abi tragó saliva sintiendo que la sangre se le helaba.

-      Abigail Cross – casi susurró.

Esperó un rato y no pasaba nada. Iba entonces a repetir su nombre más alto cuando escuchó el seguro de la puerta destrabarse y observó como ésta se abría con un crujido.

Abi se quedó viendo al chico pálido y delgaducho que se había revelado frente a ella. Lo reconoció de inmediato.

-      No puedo creerlo – exclamó él - Eres tú. Realmente eres tú. Abigail Cross - Y se abalanzó sobre ella.

Abi, quien primero había estado muy sorprendida ante su reacción, rió. Ese abrazo le estaba trayendo muchos recuerdos. Isaac y ella viendo animes, Isaac y ella jugando al futbol, Isaac y ella peleándose por la última galleta de chocolate preparada por la abuela de él, Isaac y ella tirándose globos inflados con agua en pleno verano. Hacían buena dupla y un par de veces lograron vencer a Alex y a su puntería mortífera.

Abi separó bruscamente a su amigo con un jadeo ahogado.

-      ¿Estás bien? – preguntó Isaac con los ojos desorbitados.

Tomó aire fuertemente antes de hablar.

-      No, no estoy bien. Alex ha vuelto.

Notas finales:

Si me dejasen un review sería fenomenal!

Ah y les dejo mi blog personal a ver si les gusta C:

www.azur-azabache.blogspot.com


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