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Sorpresas por Drarko

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Notas del capitulo:

Empiezan a descubrirse parte los sentimientos de cierto peliverde...

Sorpresas

Inútil

 

La mañana había empezado como de costumbre, el escandaloso desayuno transcurrió sin mayores problemas a los acostumbrados.

 

El sol resplandecía a media mañana, mientras todos los tripulantes se encontraban sumidos en sus tareas habituales. Como era costumbre, recostado sobre la cabeza de león, Luffy se encontraba disfrutando de la fresca brisa matutina. A su espalda, apoyada sobre la baranda, se encontraba una compañía que muchos considerarían poco común, después de todo, nadie podría imaginar que el capitán y la arqueóloga de la tripulación comparten intereses mutuos.

 

-La brisa de hoy parece traer consigo más misterios que de costumbre- comentó la pelioscura con su habitual tono sereno.

-Je… puede que tengas razón- contestó el moreno con una pequeña risa -Pero a los misterios se los soluciona observando correctamente, ¿verdad?- terminó por decir el capitán ampliando su sonrisa, recordando esta frase que alguna vez fue dicha por su interlocutora.

Robin se limitó a sonreír, intuyendo el verdadero significado de las palabras del pelinegro.

-¿Has estado observando lo suficiente?- preguntó luego de un tiempo de silencio en el que sólo se oía el movimiento de las olas.

-Así es… No resulta demasiado complejo cuando sabes qué buscar- respondió Luffy, con un dejo de pesadez en su tono, impropio en él.

-¿Y bien?- indagó expectante la ojiazul, esperando una respuesta que creía saber de antemano.

-Lo que es realmente difícil, es observarse a uno mismo- terminó por decir el moreno, soltando un leve suspiro. La pelinegra, como respuesta, simplemente rió.

 

-~Robin-chwan~- el rubio, con sus acostumbrados ojos de corazón, hizo acto de presencia -Tu hermosa risa me ha conducido hasta aquí para traerte un postre hecho especialmente para tí

-Muchas gracias, cocinero-san- respondió la susodicha, tomando la bandeja que traía Sanji consigo -pero como verás… tengo compañía, no sería muy educado que comiera sola…- terminó por decir, señalando a Luffy.

-Oe, Luffy, ¿qué haces aquí? ¿No estarás molestando a esta bella dama?- acusó el cocinero

-Este es mi lugar, Sanji- se limitó a contestar el moreno, con su habitual despreocupación, mientras estiraba una de sus manos, tratando de atrapar, a ciegas, el postre que tenía la arqueóloga.

-¡Que no!- gritó el rubio mientras golpeaba la mano de Luffy -ya has comido suficiente azúcar en el desayuno, no es bueno para tu salud- terminó por agregar mientras prendía su cigarrillo.

La pelinegra no pudo más que reír a carcajadas ante la situación, mientras el cocinero se retiraba de la proa. Sí, son detalles que pasarían desapercibidos para cualquiera, pensaba para sí misma, acercandole una parte de su postre al capitán. Mientras el moreno ampliaba su sonrisa ante la oferta, y tomaba nota mental de lo dicho por su nakama.

 

Cerca del mediodía, con el sol en su zenit, Usopp había avistado una isla, desde el puesto de vigía, y los Mugiwara decidieron ir hacia allí para abastecerse, después de todo, pasarían unos cuatro días más antes de llegar a Arabasta.

 

Desembarcaron en el puerto y la tripulación completa comenzó a caminar cuesta arriba, en dirección al pueblo montañoso que se presentaba ante sus ojos. No sabían exactamente por qué, pero dicha caminata les pareció sumamente tranquila. Nuevamente, Nico Robin reafirmaba sus pensamientos, los detalles pasan desapercibidos rápidamente. Nadie había reparado de que el capitán estaba caminando en último lugar, detrás de todos, pensativo con las manos en su nuca, y no corriendo locamente hacia el primer restaurante que viera, como era su costumbre.

 

La tranquilidad de la caminata duró poco, Zoro y Sanji habían comenzado una de sus clásicas peleas cotidianas. Un comentario inoportuno del espadachín y una respuesta ácida por parte del cocinero eran todo lo necesario para desatar la tormenta que generalmente luego se calmaba por su cuenta, pero esta vez la situación parecía diferir un poco de la generalidad acostumbrada, los dichos del rubio habían sido desmedidos.

-Cállate de una vez, marimo inútil- había espetado Sanji en medio de la discusión, hecho que hizo que el peliverde aumentara su ira.

-¿A quién llamas inútil, cocinerucho de cuarta?- respondió el espadachín conteniendo las ganas de rebanarle el cuello.

-Pues a tí- contestó el rubio dando una calada a su cigarrillo -dime tu función en la tripulación- terminó por decir, hecho que no pasó desapercibido por el resto del grupo, y mucho menos por su capitán, quien fijó su vista en ambos, con una mirada de reproche.

-...- Zoro quedó mudo ante dichas palabras, tomó su espada, dispuesto a matar a aquel idiota sin importarle las consecuencias. Muy en el fondo, se sentía dolido, claramente no iba a dejar que las palabras de ese imbécil le afectaran, pero algo dentro suyo le decía que en parte eran verdad, su lugar en la tripulación no era del todo claro, al menos para él.

-¡Suficiente!- gritó Luffy, mirándolos seriamente, y acercándose a Sanji, el grupo sorprendido por esta reacción, detuvo su marcha -Escuchame Sanji, todos en esta tripulación somos nakamas y cada cuál tiene su función en ella, nadie es inútil- terminó por decirle poniéndose frente a él

-Luffy… yo…- no sabía bien que decir, la mirada del capitán era demasiado severa como para tomarlo a la ligera, nunca lo había visto reaccionar de esa manera, tampoco antes había intervenido en sus peleas con Zoro, admitía que, quizás, esta vez fue demasiado lejos.

-Como vuelvas a insinuar nuevamente algo por el estilo, te las tendrás que ver conmigo- habló el moreno con voz firme, y continuó caminando hasta ubicarse al frente del grupo -y eso va para todos- terminó por decir mientras reanudaba su marcha.

 

-¡Carne!- fue la palabra que rompió el silencio que había reinado luego del incidente, seguida de una gran nube de polvo que levantó la carrera emprendida por el pelinegro hacia el restaurante al final de la calle. Comenzaron a reír, después de todo, su capitán seguía siendo el número uno en animar a la gente.

 

Caída la noche, los Mugiwara terminaron de cargar las provisiones en el Thousand Sunny, y estaban listos para zarpar. Todos tomaron sus lugares prácticamente habituales y reanudaron el viaje, sin embargo, era poco frecuente que Luffy haya decidido hacer guardia de noche, pero había subido al puesto de vigía y permanecía allí.

Zoro comenzó a entrenar, había muchas tensiones acumuladas durante el día que debía soltar. Sanji terminó de preparar la cena y Nami llamó a todos a la mesa. El espadachín y el capitán no se presentaron, uno seguía realizando sus flexiones, el otro estaba sumido en sus pensamientos en lo alto del navío.

Silenciosamente, luego de aceptar que ninguno aparecería mágicamente por la puerta, el cocinero tomó dos platos y salió del comedor. Actitud que no resultó extraña a los demás, dado que no desperdiciar la comida era siempre el lema del rubio, pero que sin embargo, los dejos de preocupación en su rostro, no habían pasado desapercibidos por Robin.

 

-Oye, mari… Zoro- se corrigió así mismo, no habían vuelto a cruzar palabra durante el día y no quería verse envuelto en una nueva discusión -aquí tienes la comida, sabes de sobra que no me gusta desperdiciar- terminó por decir, cerrando los ojos mientras dejaba uno de los platos cerca del peliverde. Obviamente mintió en sus razones, pero no lo iba a admitir.

-Hmm…- fue lo único que respondió el espadachín, entendiendo el mensaje de disculpa de parte del rubio. Lo vió subir al nido del cuervo con otro plato en la mano, y allí se percató de que Luffy no había bajado a cenar.

-Sabes que no me gusta desperdiciar la comida- dijo Sanji, dejando el plato cerca de su capitán

-Ohh... gracias Sanji- contestó el moreno sonriendo -no tengo mucho apetito, pero tienes razón- terminó por aceptar, tomando el plato y comenzando a ingerir su contenido

-Luffy, yo…- debía admitir que le costaba, su orgullo y suficiencia le hacían difícil expresar una disculpa, pero sabía que si no lo decía, el moreno no entendería el gesto, tal y como lo había hecho el peliverde -lo siento… no volverá a suceder-

-Lo sé, estamos en paz- dijo el ojinegro dedicandole una cálida sonrisa al cocinero, mientras terminaba de engullir el contenido del plato

 

¿Cuál era su función en ese barco...? se continuaba preguntando el otrora cazarrecompensas, mientras continuaba su entrenamiento. Cuando se unió, había dejado en claro que sólo lo hacía por su ambición, y que mataría a cualquiera que llegará a meterse en su camino. Nunca se había planteado su puesto en la banda y nunca antes se había cuestionado si servía o no para el sueño de Luffy, dado que era él quien lo quería en su equipo. Pero esas palabras del cocinero pervertido lo habían inquietado de verdad. Tenía que reconocerlo, hace tiempo había desarrollado por su capitán sentimientos que no eran los adecuados. Al final del día, su lealtad incondicional al hombre que le salvó la vida era impulsada por ese no-se-qué alojado en su interior. Obviamente no dejaría que eso lo apartase de su meta, ni lo reconocería ante nadie, aun bajo tortura, sería un secreto que se llevaría a la tumba. Sin embargo, por culpa de eso aquellas palabras dolían mucho mas. No era que  cualquier jefe pudiera considerarlo inútil, era que Luffy pudiera hacerlo, y eso, sin dudas, era mucho peor.

Tenía que acallar sus dudas, así por lo menos las cosas estarían claras para todos, si el despistado de su capitán se daba cuenta de que no servía, podía pedirle que se marchara. Era un riesgo que estaba dispuesto a correr, no se consideraba a sí mismo ningún cobarde que huye de sus problemas.

-Zoro, ¿sucede algo?- dijo el moreno cuando vió entrar al espadachín con una expresión completamente seria.

El susodicho dió un suspiro, pensando muy bien la pregunta a formular -¿Por qué me elegiste para estar en tu tripulación?- soltó por fin el peliverde.

-Porque simplemente quise elegirte- contestó el capitán con su acostumbrada sonrisa despreocupada

-No, Luffy, esa no es una respuesta- no una que le sirviera realmente, pensó para sí -Quiero saber el motivo de verdad. Una vez me dijiste que te habían enseñado que tenías que escoger a tu primer nakama con mucha cabeza porque sería el que más te ayudaría en tu viaje… ¿Por qué yo?- Zoro se estaba enfadando y le recordó las palabras de Shanks, el héroe de su infancia, para hacerle ver que el tema iba en serio.

-Ya te lo he dicho, porque quise elegirte. Eres fuerte y me caíste bien- volvió a reafirmar Luffy, mirando el horizonte.

-¿Sólo por eso?- preguntó molesto -Idiota, deberías pensar mejor a quién metes en tu barco. Piensa en tus prioridades y lo que necesitas, capitán- terminó por decir sin esperar que el menor le respondiera.

-Zoro, ¿por qué te enojas?...- consultó el moreno, trataba de entender el planteo de su nakama, sabía de sobra que las palabras de Sanji lo habían herido, pero ahora pareciera que el culpable era él.

-No tengo función aquí. Nami es la navegante, el cejillas es el cocinero, Franky el carpintero… Todos tienen un papel que cumplir excepto yo, y eso que fui el primero en unirme… Debí pensarmelo mejor…- dijo el espadachín, elevando el tono de su voz -Y tu no me das una razón de peso para justificar mi lugar- terminó por comentar, con la voz algo quebrada.

Luffy suspiró -Todavía no lo ves, ¿verdad?- le preguntó al peliverde, mirándolo fijamente -Tu eres el único que no cuestiona mis decisiones, aunque no estés de acuerdo con ellas, eres el único que confía plenamente en mí, aún cuando todos los demás pierden la fe...- el capitán comenzó a enumerar sus virtudes, y para Zoro sonaron como un bálsamo reparador, por supuesto que él sabía todo eso, pero ahora, también sabía que Luffy se daba cuenta de ello, y para él sólo eso bastaba, ser reconocido por el portador del sombrero de paja -Te escogí porque eres tú, porque eres Zoro, ¿necesitas un nombre para ello?- terminó por decir el moreno, con un tono firme de autoridad, que no era común en él.

-Luffy… yo…- le costaba, sí, admitir que había sido un idiota era difícil para él, y más aún cuando tenía que admitirlo ante su capitán -...siento haber dudado de tí- dijo finalmente, luego de una pausa para meditar correctamente sus palabras.

-No te preocupes, sabía que algún día me lo preguntarías- dijo sonriendo tranquilamente y mirando las estrellas del cielo nocturno

-¿Qué quieres decir con eso?- rápidamente preguntó Zoro, sorprendido por dicha confesión

-No lo sé, tal vez, una parte de mí no es tan despistada como crees que es- respondió el moreno, sin dejar de observar el cielo -Hoy las estrellas brillan con intensidad- comentó tratando de cambiar de tema -¿Te quedas a hacerme compañía, Primer Oficial, Roronoa Zoro?

-Como usted diga, capitán- respondió el aludido, sonriendo ampliamente, después de recuperarse de la sorpresa ante las palabras del menor.

 


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