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Príncipe y siervo. Amor idiota y leal por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola aquí les traigo el capitulo numero 11 de la historia espero que les gusta. La verdad es queee es bastante largo y por eso he tarddado en publicar. Y bueno nada más. Que lo disfruteis.

 

Un saludo a todas l@s fans que siguen la historia desde el comienzo. La verdad es que os lo agradezco un mo0nton

Escena Undécima. Una reina y su conde. Objetivo: Fin de la guerra

28 de Julio de 1914, Viena, Austria.

-Mi general, por… por favor… para…dete…detente- decía una voz entrecortada que era incapaz de valerse por sí solo ya que estaba siendo embestido con gran rudeza por su superior- Para… mi general.

Sin embargo, aquel hombre que parecía que no estaba disfrutando no recibía ninguna respuesta por parte de su general. Era casi medianoche y el silencio cubría toda la habitación donde se encontraban, solamente se escuchaban gemidos de dolor y suplicas ignoradas. Por cada embestida que recibía, el joven soportaba un dolor inmenso que recorría todo su cuerpo, seguido de un tremendo sufrimiento. Se sentía frustrado, humillado y rebajado a un mero animal que solo procuraba placer y sexo. Se sentía inútil, usado por su general, es más, se sentía como el esclavo sexual de su general. Pero eso sí, jamás se atrevería a llevarle la contraria sabiendo las consecuencias que podría traerle.

-Basta… detente- suplicaba de dolor el hombre más joven viendo que la velocidad y la dureza no habían amainado ni siquiera un poco.

-Sabes que hoy es una noche muy importante para mí y para la Alianza. Por fin ha dado comienzo a mi plan que me hará escalar hasta la cima del poder- por primera vez hablaba el general pero sin detener sus duros movimientos que atormentaban cada vez más al joven- Deberías agradecerme que celebre esta noche tan especial contigo, mi pequeña fiera.

-Por favor… detente… me…me…- el joven dudo por unos minutos si decir lo que estaba a punto de decir, porque le traería duras consecuencias consigo. Sin embargo, en esos momentos no tenía mucho control de su cuerpo ni de su mente- Me… me duele.

-¡Cállate! Después de tantas veces deberías estar acostumbrado. Yo mismo me he encargado de entrenarte para mis necesidades personales- contestaba enfurecido el hombre que dominaba. Tal era su enfado que aumentó la velocidad en sus movimientos provocando más dolor en su compañero- Además, yo creo que tu cuerpo dice lo contrario. Yo veo que estás disfrutando.

-Eso… eso es… aaaaa… a causa de… la droga- intentaba decir el joven cuando su boca fue tapaba con una de las inmensas manos de su general.

Era una noche traumática, una de tantas como había pasado. Ambos cuerpo se encontraban desnudos, pero uno dominaba al otro. El general, de mayor edad pero un cuerpo más musculado controlaba perfectamente a su esclavo, y eso le excitaba. Incluso, a veces, le hacía lamerle durante horas el tatuaje que tenía en su brazo derecho.

Gemidos y más suplicas salían por la boca de aquella persona de la cual prácticamente estaban abusando. Pero esas suplicas y ese dolor ponía aún más cachondo a su general, empeorando aún más lo que él llamaba como un juego de entretenimiento.

-No puedo… no… para… basta de una vez- el joven de donde pudo sacó fuerzas para intentar forcejear con su superior, pero pronto fue detenido por la fuerza de este.

-Jajaja, en estos momentos la peor catástrofe se cierne en la ciudad de Londres y yo te estoy metiendo mi polla en tu lindo culo de esclavo- decía orgulloso y mostrando su dominancia hacia él- Más vale que no te quejes, ya sabes que podría hacerte sino.

-Ya… ya no puedo más… no puedo aguantar más… para… te lo suplico- de nuevo el chico joven volvía a pedir clemencia al más mayor, pero igual que antes, era ignorado e incluso castigado con mayor dureza.

-Mi hermosa fiera, di mi nombre- intentaba obligar el general a su soldado- Ya sabes que como soldado de la Alianza debes acatar mis órdenes.

-No… me niego… no lo diré- renegaba el joven a pesar de que no tenía muchas salidas.

-¡Dilo de una maldita vez!- gritó con fuerza el general ya que este estaba culminando también su excitación.

-Mi… mi general… mi general Akainu….aaaaaaaa- el joven finalmente cedió.

Este mismo expulsó todo su líquido sobre la cama donde se encontraban ambos, y al igual, el general Akainu llenó todo el agujero del joven con su semen y con un movimiento brusco sacó su enorme pene, provocando un último gemido de dolor en el chico. Por unos segundos, ambos se miraron, uno complacido y el otro horrorizado y avergonzado.

-Al final la has hecho muy bien, mi pequeña fiera. Ya sabía yo que te ibas a excitar, jajaja- decía enorgullecido el general Akainu tras acabar la faena aún más cuando veía que el otro estaba en desacuerdo- Ves, este semen que sale de tu entrada es como los restos de la ciudad de Londres que acabo de aniquilar, jajaja. Y tú tienes el honor de ser el esclavo sexual del futuro general de toda Europa, mi pequeño dinosaurio.

Aquel joven miró furiosamente y con cara desafiante ante su general, aunque sabía que era incapaz de hacerle nada. Solo podía sentarse como una puta cada noche, y esperar que le hiciera el mínimo dolor posible. Esa era su vida desde que entró a formar parte de la Alianza como soldado y un malvado general se fijó en él.

28 de Julio de 1914, Londres, Inglaterra.

Sin embargo, el máximo dolor de aquella noche se estaba viviendo en otra ciudad, aquella que había sido nombrada por el general, Londres. El casco antiguo y muchos de los edificios emblemáticos habían quedado destruidos. Miles de vidas perdidas por la bomba y los fuegos originados. La armada inglesa hacía todo lo que podía para ayudar a los ciudadanos y a sus vidas, pero los esfuerzos no eran suficientes. Incluso la sede del gobierno, el Palacio de Buckingham, casa de la reina Victoria había sido deteriorado por el ataque del malvado general alemán, Marshall D. Teach, asesinando a la gente que se encontraba allí, incluso al conde de Glasgow, Edward Newgate.

Los únicos capaces de huir de aquella matanza gracias al sacrificio de este último fueron la mismísima reina Victoria y el marqués de Glasgow, hijo del conde, quienes en estos momentos se encontraban huyendo por un túnel, que era una de las antiguas rutas de escape que conectaba el palacio real con el exterior. Entre telarañas y oscuros pasadizos, ambos jóvenes corrían desesperadamente y sin detenerse. Estaban decididos a aprovechar la oportunidad de vivir que el conde les había otorgado. Pronto vieron una pequeña luz al final del túnel, pero no se trababa de una luz blanca de esperanza, sino una luz roja viva e infestada de terror. Al salir de aquella ruta, con lo que se toparon fueron las calles de la ciudad londinense en llamas.

Pero no se detuvieron. Decidieron continuar su camino atravesando la ciudad, su ciudad, o las ruinas que quedaban de ella. Por cada calle que pasaban, por cada grito de auxilio que escuchaban, por cada sonido de desesperación de los soldados ingleses, por cada ciudadano muerto o herido la reina Vivi soltaba una lágrima. Un mar de lágrimas que iban pasando por cada calle por donde transcurrían. No lo aguantaba, no soportaba ver como su país, y su ciudad se estaba destruyendo ante sus ojos y era incapaz de hacer nada. Era una terrible impotencia la que sentía la reina Vivi, que las lágrimas de sus ojos no se detuvieron en casi toda la noche. De vez en cuando debía ser animada por el marqués de Glasgow, su acompañante, animándola a seguir viviendo para más tarde poder restaurar todo. Pero algo que definitivamente rompió a la reina fue al ver una joven niña de escasos seis años al lado de su recién fallecida madre y llorando sin poder hacer nada. La reina sintió el impulso de salir corriendo y ayudar a aquella joven, pero Ace la detuvo. Ambos observaron como la niña era rescatada por los soldados de la armada inglesa, exactamente por el capitán Smoker y su compañera, la joven espía Hina.

-No te preocupes, pequeña. Yo me encargaré de cuidarte y ponerte a salvo- decía la joven soldado Hina tras acercarse a la niña y separarla de su madre muerta para llevarla con el resto de soldados que se encontraban rescatando a los civiles.

Mientras tanto, el capitán Smoker se acercó rápidamente al notar la presencia de la joven reina Victoria. Al verla, vio que estaba en un mar de lágrimas y vio que debía elegir bien sus palabras.

-Mi reina, marqués de Glasgow. La armada inglesa está haciendo todo lo posible por salvar a los ciudadanos de Londres. Puede que nuestras labores sean insuficientes pero en la situación en que nos encontramos nos es imposible hacer más. Lo sentimos mucho, mi reina- decía apenado el capitán Smoker- El nuevo general Aokiji está comandando las labores de rescate y de ayuda, pero aun así estamos recibiendo noticias de otros ataques en otros países como Francia o Rusia. Pero, le prometo que haré, mejor, que haremos todo lo que esté en nuestras manos para salvar el país. Pero por favor, ahora debe secar sus lágrimas y marcharse de este lugar lo antes posible. Proteja su vida que será muy valiosa para restaurar el país más tarde.

La  reina escuchó aquellas palabras sinceras de aquel capitán de tan renombre y comprendió la gran gravedad de aquella situación, y lo que tenía que hacer. Aunque le doliera con todo su corazón, sabía que como reina su deber era mantenerse viva para que sus ciudadanos tengan algo en lo que confiar, una esperanza de vida para su futuro. Sin embargo, en ese momento solo pudo articular una palabra.

-Gracias...- contestaba la reina Vivi afligida por todo lo que estaba sucediendo a su amado país.

El capitán Smoker se animó al ver que la reina había comprendido sus palabras y luego se armó de fuerza y valor para continuar con su labor para el país.

-Por favor joven marqués, proteja a la reina ya que ella es el futuro del país- le decía el capitán de los puros al joven marqués.

-Por supuesto, la protegeré con mi vida si es necesario- responde el joven marqués de Glasgow con palabras muy sinceras- Le confió la salvación de la ciudad a ustedes, la armada inglesa. Por favor, siga haciendo su trabajo de manera satisfactoria como ahora y juntos salvaremos a nuestro país.

Tras estas palabras, aquellas personas tan importantes para el resurgimiento de la ciudad de Londres, se despidieron con un cordial saludo que conllevaba mucha responsabilidad detrás. El capitán Smoker retomó su labor y volvió con un grupo de soldados para continuar patrullando las calles en busca de gente herida o con alguna necesidad de ayuda. Mientras, el joven marqués Ace cogió de la mano a su reina, quien poco a poco salía del estado de shock en que se encontraba por ver como se destruía su ciudad, y continuaron avanzando.

La noche se estaba haciendo dura para todos aquellos londinenses, tanto los que sufrían por los daños como los que lo hacían por las heridas causadas. Pero ese terrible horror estaba a punto de llegar a su fin. Sin embargo, las consecuencias que acarrearían este desastre, serán de un valor incalculable. Vivi y Ace poco a poco fueron alejándose de las calles céntricas de la ciudad, hasta llegar a las afueras de esta. Allí, subidos a una colina vieron como el amanecer de aquella terrible noche se escondía detrás de las inmensas llamas que cubrían la mayor parte de la ciudad. De nuevo, le fue imposible a la reina evitar unas lágrimas de dolor.

-Ace, ¿por qué? ¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Por qué mi ciudad está destruida? ¿Por qué?...- gritaba la reina desesperada ante tal vista horrorosa que estaba observando.

No obstante, el marqués decidió no contestar a la reina con palabras, ya que para él, aquellas preguntas no tenían respuesta. Sin embargo, se acercó hacia esta y le dio un fuerte abrazo que duró unos largos segundos y que sirvió para consolar a su majestad y darle el ánimo suficiente para seguir luchando esa difícil batalla.

-Mi reina, Vivi, debemos marcharnos cuanto antes- rompió aquel silencio el marqués tras el abrazo.

Pero un ruido de repente les puso en alerta.

-¿Qué ha sido eso, Ace?- pregunta nerviosa la reina poniéndose en la peor situación y creyendo que era un ataque enemigo.

Ace miró a todo su alrededor y pronto divisó a lo lejos de otra colina a un par de personas abrazadas y que se acababan de despertar y se habían dado cuenta de la tragedia.

-Nada, no te preocupes, solo es una pareja que se encuentra en nuestras mismas circunstancias, la huida- contestó el joven mientras volvió a coger la mano de la reina y tomando camino de nuevo- Vamos, vayamos a mi hogar.

Los dos jóvenes, reina y marqués emprendieron su viaje de huida tras aquella terrible tragedia y que tanto dolor les estaba causando, sobre todo a su majestad. Pero antes, la reina Vivi giró su cabeza para observar a aquellas dos personas que habían provocado ese ruido sin detener su paso.

-Pero… antes no había nada en esa colina…- dijo algo confusa la reina y miró de nuevo a aquel lugar- Espera… son dos hombres.

La reina Vivi se sorprendió que en aquella tragedia, aún hubiera cavidad para el amor. Solo, en aquel momento durante la noche aquella tan dura, la reina se relajó y sonrió. Poco a poco ambos jóvenes prosiguieron su camino hasta que en escasos días habían llegado a su destino, al hogar de Ace, a la ciudad de Glasgow.

3 de Agosto de 1914, Glasgow, Inglaterra.

La luz del sol entraba por la ventana de aquella estancia donde la mujer se encontraba. Lentamente fue abriendo los ojos hasta que podía ver con absoluta nitidez, pero aun así le costó un rato levantarse. Pero cuando lo hizo, se quedó un poco extrañada. Miró hacia el ventanal y observó que gran cantidad de rayos soleados entraban por esta, por lo que no debía ser pronto, y por tanto, se había quedado dormida. Al llegar a esa conclusión, la chica cogió rapidez para vestirse y engalanarse, y más tarde bajar al salón.  Una vez abajo, saludó a las criadas que le deseaban un buen día, y se adentró a la sala. Hacía escasos días que había llegado al palacio del marqués, el Palacio de las Cámaras de Glasgow, pero todos la trataban con gran respeto y admiración. Al entrar, la chica se topó con su viejo amigo, el marqués, quien estaba reunido con otro hombre sobre lo que parecía que era un tema importante.

-Ace, te noto preocupado, ¿es que ha ocurrido algo malo?- preguntaba la reina Victoria de Inglaterra tras traspasar la puerta de la estancia.

-Mi padre…- al joven marqués le costaba pronunciar aquellas dolorosas palabras. Sin embargo se dio cuenta que debía mostrar fuerza ante tal desgracia e intentar no echarse a llorar a los brazos de su majestad- el conde de Glasgow ha fallecido.

Vivi, sin armar mucha agitación, se acercó al marqués y le dio un fuerte abrazo de consuelo u ánimo, tal y como el otro le había hecho a ella durante estos días tan duros.

-Lo siento, Ace- respondió la amiga mientras le abrazaba más fuerte.

Aquel gesto tan sencillo acabó con darle las fuerzas necesarias al marqués, para mantener su entereza y para aprovechar al máximo la oportunidad que su padre les había brindado tras su sacrificio. Aunque más bien una oportunidad no era, sino un deber, el deber de resurgir la ciudad de Londres.

-Disculpen mi señor conde, y me señora majestad, pero debo informarles de algunos sucesos más- dijo aquel hombre que estaba hablando antes con Ace y que había interrumpido aquel abrazo.

-¿Conde?...- el marqués se extrañó al recibir aquel nombramiento pero pronto se dio cuenta de algo- Claro, tras el fallecimiento de mi padre, yo recibo el título de conde de Glasgow. ¿Qué eran esos otros asuntos de los cuales debía hablarnos, señor Jozu?

-Primero, me disculpo porque esto va a ser duro. La verdad es que además del cuerpo de vuestro padre, señor conde, hemos hallado una veintena de  cuerpos de los trabajadores del palacio de su majestad los cuales merecen una sepultura- explicaba un poco cortado y sobre todo afligido aquel señor que estaba al servicio del conde.

-¡Kaya! ¡Conis!- la reina se sobresaltó al escuchar la noticia y saber que sus empleados, o más bien, sus amigos estaban muertos y que ella no había podido hacer nada. De nuevo un atisbo de lágrimas se posó sobre sus ojos- Y también el señor Igaram… y vuestro criado y amigo el señor Marco.

-Es una terrible desgracia que no tiene perdón- contestó el recién nombrado conde de Glasgow- Como usted dice merecen una digna sepultura con sus condecoraciones.

-Me he tomado la libertad de llamar a la funeraria Thriller Bark y el dueño, el señor Hildon se está haciendo cargo de los cadáveres y su sepultura. Además, el cuerpo del conde está trasladado hacia aquí, al igual que el resto de fallecidos regresan con sus familiares-contestó el señor Jozu quien mostró una pizca de enfado al recordar a su buen amigo, el joven Marco y el cual no había podido salvar.

-Gracias, señor Jozu. Ha hecho una labor impecable, continúe así con demás preparativos- respondía cortésmente el conde a su siervo- Ahora si nos disculpa, la reina y yo debemos hablar a solas de otros asuntos.

-Como usted mandé. Me retiro. Mi conde,  reina Victoria- el siervo hizo las correspondientes reverencias y salió por la puerta.

Tras cerrarse de un portazo esta, el joven conde hizo un gran suspiro de preocupación. Se acercó hacia una de las ventanas de la sala y se dispuso a mirar al horizonte. Esto le recordaba a su padre, ya que este gesto lo hacía muy a menudo y decía que le ayudaba a inspirarse y relajarse. Pero no fue hasta hoy que el conde Ace llegó a entender aquella sensación. Mientras, la reina se sentó en uno de los sillones.

-Por cierto, Vivi ¿has podido dormir bien esta noche?- le preguntaba el conde para cambiar de tema, aunque este era otro que le preocupaba.

-Bueno, durante la noche no dormí mucho, pero por la madrugada pude descansar hasta ahora. Y, gracias por dejarme dormir hasta estas horas, Ace- contestó agradecida la joven reina quien últimamente le costaba conciliar bien el sueño.

-No te preocupes por eso. Me preocupan más tus pesadillas que te atormentan cada noche desde la trágica noche y que no te dejan descansar adecuadamente- respondía el joven conde de Glasgow.

-Ya se me pasaran- contestaba la reina aunque no muy convencida de sus palabras.

-Eso espero- respondió el conde Ace a su reina.

En realidad, la joven majestad había estado soñando cada noche con pesadillas sobre la destrucción de su ciudad, los asesinatos, el fuego de las casas quemadas que la perseguían, etc. Y eso no le preocupaba bastante y prácticamente no la dejaba dormir. Pero había cosas más importantes que esas, como honrar la memoria de los caídos y recuperar cuanto antes el bienestar en la ciudad y en todo el país.

Ambos, el recién nombrado conde de Glasgow y la reina de Inglaterra pasaron una temporada en la ciudad del joven hasta que observaron que no había peligro para regresar a la ciudad londinense. Sin embargo, desde la lejanía trabajaban con algunas medidas para que los ciudadanos afectados en la tragedia pudieran sobrevivir. Al principio se adoptó la medida de crear lugares para darles comida a estos, y en algunos casos alojamiento. Pero esos lugares estaban apartados de la ciudad londinense, ya que las bombas no cesaron durante una larga temporada. Pero por fin, el peligro de la Alianza disminuyó un poco en el país inglés, ya que estos habían puesto ahora todos sus esfuerzos en la lucha contra Rusia. Esto provocó que finalmente, la reina y el conde regresaran a Londres, aunque el conde delegó algunas de sus funciones como conde de Glasgow a sus ayudantes para así centrarse de lleno en la guerra y no dejar abandonada su ciudad natal.

21 de Diciembre de  1914, Londres, Inglaterra.

Era casi vísperas de Navidad, y estaba a punto de celebrarse una de las reuniones más importantes hasta la fecha. Durante estos meses, el general de la armada inglesa estaba en contacto con la reina a través de los telegramas, para contarle los avances y los problemas de la guerra. Pero en cuanto el conde y la reina regresaron a Londres, solicitaron de inmediato una audiencia con el general para saber con exactitud el estado de la ciudad, del país y sobre todo de la guerra que estaba ocurriendo en gran parte de Europa. Esa reunión se celebraba hoy, en el Palacio de Buckingham el cual había sido arreglado para la vuelta de su majestad.

Básicamente constaba de una audiencia bastante privada, con escasos miembros asistentes a la cita. Entre estos, se encontraban por supuesto, su majestad y el que desde hace algún tiempo se había convertido en su nuevo mejor consejero, el conde de Glasgow. Y por otra parte, en representación a las fuerzas inglesas, se encontraban el capitán Smoker, nuevo número dos de la armada y el general Aokiji. El ambiente entre aquellas cuatro personas estaba bastante caldeado, y un poco intranquilo. Pero era lo que tocaba, ya que iban a tratar un tema de vital relevancia.

-Reina Victoria, me alegro de verla sana y salva de nuevo en su hogar- empieza la conversación el joven capitán Smoker tras ver que ninguno de los allí presentes se animaba a romper el hielo- Veo que ha cumplido su promesa, señor conde. Usted sería un excelente miembro para nuestra armada.

-Con todos mis respetos, era mi deber proteger a nuestra majestad, pero no tengo ninguna intención en adentrarme en el mundo militar. Creo que es una institución importante para la conservación de la paz ciudadana, pero yo mismo conozco los problemas que hay tras de ella…- por unos segundos Ace respiro porque toda aquella charla le habían devuelto recuerdos del pasado muy dolorosos para él- Yo mismo conozco el sufrimiento de perder a un ser querido en una de sus batallas.

-Disculpe, no era mi intención…- era extraño que el orgulloso y engreído capitán Smoker se disculpará, pero recordó los rumores que había escuchado sobre la relación entre el fallecido capitán Sabo y el ex marqués de Glasgow. Por primera vez se puso en la piel de esa persona y pensó que si le ocurriera algo a su amor, no sabría cómo continuar su vida.

Si ya estaba suficiente tenso aquel ambiente, ahora se había puesto peor. Vivi comprendía perfectamente el dolor que tuvo que sufrir su gran amigo tras la pérdida de su amor, por tanto, cualquier ocasión de recordarlo, era mejor evitarla. Por lo que la reina decidió desviar el tema, o más bien, centrarse en lo que debían tratar.

-General Aokiji, usted y yo no hemos tenido ocasión de conversar como es debido. Es cierto que lo conozco de algunos eventos y condecoraciones pero ya está. Aunque su fama le precede- desvió el tema la reina Vivi- Espero, que a pesar de que no hayamos tenido un contacto, podamos entendernos para ayudarnos mutuamente.

-Estoy de acuerdo con usted, y agradezco sus palabras sinceras. Debemos olvidar nuestro pasado y centrarnos en el futuro, sobre todo del país- agradeció Aokiji a la joven reina con la que no había cruzado muchas palabras antes ya que este se mantenía al margen de asuntos que no fueran batallas- Ahora debemos hablar de lo que realmente nos preocupa.

-Por supuesto, adelante general- contestó el conde quien había vuelto a adentrarse a la conversación.

-Durante estos meses hemos recopilado la información que hemos podido sobre nuestros enemigos, la Alianza. Gracias a los informes recogidos por el anterior general Sengoku, sabemos que la Alianza consta de una unión de cuatro países capitaneados por el general de esta, conocido como el general Akainu. Estos países que están afiliados a la causa son Austria, Hungría, los países árabes y Alemania. Desde aquella trágica noche, las ciudades europeas cercanas a estos países han sido atacadas y masacradas, y el avance aliado ha sido inevitable.

-Sin embargo, las cosas no le están yendo tan bien al general Akainu como esperaba- intervenía ahora el capitán Smoker para continuar con la información- Hace poco recibimos información de que los representantes de Austria y los países, Donquixote Doflamingo y Sir Crocodile habían desertado de la causa por problemas desconocidos por nosotros y que además habían huido pero su paradero aún nos es desconocido. Esto es algo bueno que podemos utilizar en su contra para frenar el avance enemigo, pero  no es suficiente. El problema es el gran apoyo militar que le está brindando el representante alemán, Marshall D. Teach.

-¡¡¡¿Marshall D. Teach?!!!- se sobresaltó el conde de Glasgow al escuchar aquel nombre que antaño había visto en una terrible ocasión.

-Ese hombre es el que se coló en palacio y asesinó a tu padre, Ace- dijo la reina Vivi tras revelarse el nombre de aquella persona.

-Lo sentimos mucho por la pérdida del conde Edward Newgate. Sinceramente estuvimos muy afligidos con su muerte, él… él fue una persona muy importante para ambos. Él fue nuestro instructor en la armada y un gran amigo…- respondía Smoker entre triste y con una gran ira- Debemos hacer todo lo posible por derrotar a la Alianza y vengar su muerte.

-Smoker, no te dejes llevar por tus sentimientos, son el peor enemigo durante una guerra- regañó el general Aokiji quien tenía más templanza, pero en realidad sentía el mismo dolor y frustración por aquella pérdida.

-Les aseguró que destruiremos a la Alianza- contestó la reina quien tenía en gran estima al padre de su amigo- Por favor, prosiga general.

-Como guste-contesta educadamente Aokiji para continuar exponiendo la situación- Poco sabemos de la figura de este hombre, solo que es bastante poderoso y con un gran nivel militar y político, y como ustedes han podido comprobar tiene una gran astucia.  Se podría decir que es el aliado que aporta la mayor parte de ayuda a la Alianza, y es el que más problemas está causando en los países de Francia y Rusia. Aparte de él, queda el representante de Hungría, Spandam, quien se esconde tras los demás pero tiene una gran fuerza política y sobre todo, el mayor grupo de asesinos a sueldo jamás visto. Prácticamente todos los espías aliados han sido entrenados por él.

-A parte de todo esto, sabemos que la sede de la Alianza se encuentra en Viena, la capital austriaca, y es conocida como el complejo de Marine Ford. Este está conformado por las estancias militares, la prisión Impel Down y el famoso laboratorio de investigación Punk Hazard. Este último es el que mayores problemas nos ha causado- continuaba la historia el capitán Smoker quien se alternaba con su superior para no cansar a los presentes.

-¿Porqué? ¿Qué escondes aquellos laboratorios que son tan peligrosos?- preguntaba preocupada la reina Victoria por saber de qué se trataba aquel problema.

-Porqué es donde fabricaron las armas que destruyeron nuestra ciudad, mi reina- contestó el capitán Smoker a la pregunta de esta.

En ese momento, la reina entendió perfectamente la gravedad que suponía aquellas instalaciones y que debían hacer algo de inmediata para acabar con ellas.

-Entonces, debemos destruirlas cuanto antes, para que no haya más destrucción. Para que cesen las bombas- respondió decidida su majestad aunque no sabía con certeza si aquello era posible.

-No es tan fácil, mi reina- respondió el general inglés Aokiji para denegar la propuesta de esta- Los laboratorios se encuentran en el centro de la formación aliada, por lo que es una de las zonas más protegidas y repletas de soldados enemigos. Además deberíamos avanzar entre sus filas y derrotar a prácticamente casi todos los enemigos para poder acercarnos a ellos. Además, será mejor que centremos nuestros esfuerzos para detener el avance de las tropas enemigas, y así más tarde, podremos avanzar con nuestras armadas.

-Creo que es una mejor opción. Pero aún estoy preocupado por la situación en la que se encuentran los demás países- decía el conde Ace esperando respuestas de alguno de los dos hombres militares.

-Actualmente conocemos que existe una terrible preocupación entre la familia real francesa por el rápido avance de las fuerzas aliadas desde Alemania, y quien en escaso tiempo han atravesado la frontera y ponen en peligro la capital francesa. Además, sobre la situación de Rusia sabemos que está luchando durante para evitar el avance, pero que ha habido algunos problemas internos entre los familiares de la casa real, pero no desconocemos lo que ha ocurrido exactamente- contestaba el capitán Smoker a la pregunta del conde- Esos son los principales países que se encuentran en situaciones de peligro y que presentan una armada fuerte que pueda combatir al enemigo.

-Pues debemos ponernos en contacto con ellos cuanto antes se pueda, y solicitarles ayuda. Sabemos que nuestro enemigo es fuerte, y que solos jamás venceremos, pero eso sería distinto si nos unimos. Convocaremos una reunión en un lugar donde estemos a salvo y podamos conversar tranquilamente y discutir sobre los problemas que tenemos- proponía la reina Victoria a aquellos tres hombres que escuchaban atentos- Mientras, nos encargaremos de recuperar la ciudad de Londres, y hacerla resurgir de sus cenizas. Comenzaremos creando casas de bajo coste para las familias que lo hayan perdido todo, y continuaremos proporcionando comida. Vigilaremos las calles con más soldados, y necesitaremos un nuevo reclutamiento para la guerra. Además sería de gran ayuda recuperar los astilleros de la Galley-La-Company para que creen barcos para la batalla. También reforzaremos las demás ciudades inglesas, y procuraremos detener lo máximo posible el avance aliado.

-Pero, mi reina, en época de guerras escasea el dinero- decía el capitán Smoker quien había pasado por muchas guerras.

-Ese no es un problema. Lo primero que debemos anteponer es el bienestar del pueblo inglés. Por ahora, la familia real inglesa proporcionará el dinero  necesario para todas estas labores, ya que por ahora no nos ha afectado mucho la guerra de manera económica- contestaba la reina Vivi decidida a salvar a su pueblo- Aunque tenga que vender todos mis bienes no dejaré que la gente de mi pueblo muera de hambre.

-Eso es una gran virtud por su parte. Seguro que el pueblo se mostrará muy agradecido- decía Aokiji tras escuchar aquellas palabras de su soberana- Sobre lo que ha dicho usted, me parece correcto el plan de recuperar la ciudad de Londres y el resto de ciudades inglesas. Yo conozco a uno de los trabajadores más importantes del antiguo astillero, a Paulie, y aunque no es ninguno de los dos jefes, seguro que podrá encargarse de realizar algunos navíos. Mientras, mis soldados y yo protegeremos a la ciudad y continuaremos investigando para obtener más información.

-Además, tras la captura del número dos de la Alianza, el capitán Kizaru, seguro que podremos sacarle información con algún método u otro- contestaba el capitán Smoker- En seguida partiré a la prisión con mi compañera Hina para ponernos con ello.

-Yo me ocuparé de evaluar el estado de la ciudad y ver qué es lo que el pueblo necesita, mi reina- contestaba el recién conde de Glasgow- A parte, me encargaré de aconsejarla y darle el apoyo necesario, como su consejero y como amigo.

-Gracias, Ace, y a todos. Salvemos a nuestro país y luchemos para que esta guerra absurda se acabe- contestaba la reina más animada al ver que tenía grandes planes y grandes aliados a su lado- Yo me encargaré de las conversaciones con los países atacados por la Alianza, y para establecer la reunión, la cual la denominaremos como el Reverie.

Así es como los planes de recuperación del estado inglés comenzaron a tener sus frutos. Poco a poco el pueblo se mejoró, a pesar de los constantes ataque s y algunas bombas que caían. Pero, a pesar de todo eso, los niños que tanto habían sufrido desde aquella guerra, tendría por fin un época de mayor tranquilidad, que justo quedaba en el periodo de la Navidad.

Tras un par de meses de discusiones con los países vecinos, la reina por fin pudo establecer la fecha para la reunión del Reverie. La cumbre se iba a celebrar en la capital francesa, a exigencias del líder francés, a pesar de que esa ciudad estaba en peligro por el rápido avance de las fuerzas enemigas. A la reunión iban a acudir los representantes de Francia, Rusia e Inglaterra. Además, se estableció la fecha exacta, que quedaría comprendida por el mes de Junio del próximo año.

17 de Junio de 1915, París, Francia.

Por fin llegó el día establecido para la celebración de aquella reunión entre varios países tan relevante para el mundo. La capital francesa preparó varios dispositivos para proteger a los ciudadanos y, sobre todo a los huéspedes de la realeza que esta iba a alojar para que la cumbre se realizará sin ningún incidente. Se podía decir que el dispositivo de seguridad que se había establecido era el más correcto y el que mayor fiabilidad aportaba.

Hacía un par de días que los invitados se alojaban en las estancias del palacio situado en el complejo de edificios conocido como el  Palais Royal. Un gran complejo de edificaciones entre los cuales destacaba el Palacio de Ryugu, sede de la familia real francesa y el lugar donde se iba a celebrar la transcendental reunión. El edificio, de arquitectura semblante a la antigua, se alzaba majestuoso entre las calles parisinas, reflejando el esplendor que mostraba la familia real francesa. Esta arquitectura, con un número significante de columnas y arcos, además de grandes ventanales y pórticos, servía como lugar de gobierno para la realeza. En definitiva, no era de extrañar que a pesar de los doscientos años que llevaba aquella construcción en pie, seguía siendo una de las más importantes para la ciudad francesa.

Pero el momento había llegado, y la fecha y horas indicadas eran las correctas. Para realizar el Reverie, se dispuso el salón real Noah Hall donde se trataban los asuntos de vital importancia para el gobierno francés. Como anfitriones, la familia real francesa se disponía presidiendo la mesa, mientras que a cada costado estaban los otros dos invitados. Y finalmente, la conversación dio inicio entre aquellas personas tan importantes.

-Rey Riku Dold III de Rusia, reina Victoria I de Inglaterra, es un honor que hayáis aceptado nuestra humilde invitación para celebrar la reunión en nuestro hogar- inicia la conversación el rey de Francia, más conocido como el rey Neptune. De apariencia, un hombre de cabellos largos y anaranjados, de un aspecto robusto pero cuidado por los años que había disputado como oficial de la armada francesa, pero con una fuerte personalidad, muy patriota y quizás demasiado cabezota en algunos sentidos- Y también agradezco la presencia del resto de invitados, princesas y generales. Espero que podamos conversar cordialmente y llegar a un acuerdo que nos interese a todos.

-El placer es nuestro, Rey Neptune I de Francia. En nombre de los ciudadanos ingleses y por supuesto en mi nombre, muchas gracias por aceptar la propuesta de celebrar esta reunión sobre el problema que nos ciñe a todos- intervenía la reina Vivi quien aunque no lo aparentaba, sentía gran nerviosismo ya que muchas cosas futuras iban a depender de esa reunión- Además, me gustaría presentar al conde de Glasgow, Ace, como mi fiel consejero personal, y al líder de la armada inglesa, el general Aokiji, ambos hombres de vital importancia para la recuperación de nuestro país.

-Agradezco que me hayáis permitido la asistencia a esta cumbre, sobre todo para  darle el apoyo necesario a la reina Victoria- saluda Ace agradecido por las palabras de su amiga.

-Yo también debo dar las gracias, y deseo con todas mis fuerzas que en cuanto finalicemos esta reunión tengamos una buena arma para derrotar a nuestros enemigos- contesta también el general inglés, Aokiji- Mientras, mis soldados y yo seguiremos luchando arriesgando nuestras vidas si es necesario.

-Jajajaja, veo que está rodeada de grandes hombres, joven reina Victoria, eso me alegra, sobre todo para el futuro venidero. Seguro que el hijo del gran guerrero Shirohige, y uno de los capitanes con más renombre de su armada son una puesta segura para el triunfo. Aunque me siento un poco apenado por el paso de los años y ser uno de los pocos grandes combatientes que siguen con vida, siento que dejo en buenas manos el mundo- contesta el rey Neptune alegrándose por las nuevas generaciones, y olvidando el rencor que  había tenido Francia con Inglaterra por sus innumerables batallas en las que más de una vez coincidió a golpes con las fieras inglesas el capitán Garp, el ex general Sengoku y el antiguo conde de Glasgow, Edward Newgate-Yo también debo presentar a dos de mis hijos, la princesa Shirahoshi y el general de la armada francesa, Fukaboshi.

-Hola a todos…y gracias por asistir. La verdad es que soy nueva en esto de los asuntos reales y estoy un poco nerviosa…- dice tímidamente la princesa francesa Shirahoshi presentándose ante el resto. Era una joven muy bella, pero que aparentaba muy poca edad, más bien adolescente o como mucho, haber superado la mayoría de edad. Pero algo estaba claro, que tenía una gran admiración por su padre, y por la labor que este hacía.

-Shirahoshi, hija mía, recuerda el protocolo que debes seguir. No puedes tratar tan irrespetuosamente a nuestros invitados- le replica el padre, el rey, por la actitud tan poco correcta de su hija.

-Lo siento… papi- se disculpaba la princesa casi al punto de soltar un gran chorro de lágrimas.

-¡¡¡Shirahoshi!!!- vuelve a regañar el rey Neptune a su hija por haberlo llamado así en presencia del resto de invitados, aunque estos dibujaron una pequeña sonrisa en sus rostros.

-Padre, no te molestes en regañarla. Ella es joven y aún se está iniciando para la preparación para ser reina. Si no fuese porque mis hermanos y yo renunciamos al trono para luchar por el pueblo, ella no tendría que trabajar tan duro- interviene ahora el otro hijo del rey francés, el general Fukaboshi. De cabellos azulados, este joven aparentaba mayor seriedad, como su padre, sobre todo debido a la experiencia recogida con los años-Por cierto, me imagino que lo habrán notado, pero hemos aumentado las medidas de seguridad en la ciudad para que no haya ningún conflicto que pueda detener el Reverie. Además, mi hermano Manboshi se está encargando personalmente de dirigir la seguridad.

-Está claro que era necesario proteger este lugar, y os damos las gracias por el esfuerzo que vuestros soldados están realizando- contestaba la reina Victoria al general francés- Y no se preocupe princesa Shirahoshi, seguro que dentro de poco tiempo ha aprendido todo lo necesario para convertirse en una buena reina.

-Gracias… y espero ser como usted, reina Victoria- contestaba agradecida la joven princesa inexperta.

El ambiente en aquella sala se había relajado bastante desde el comienzo hasta ahora. Parece que los conflictos pasado se habían quedado olvidados ahí, en el pasado. Sin embargo, una figura de la mesa seguía tensa, y eso provocaba cohibir a sus familiares cercanos, sin dejarles intervenir en la conversación. No obstante, alguien decidió hablar.

-Señores, perdonen. ¿Podrían ustedes dejar las tonterías para otro momento y realizar la labor por la que se nos ha reunido? Algunos tenemos cosas más importantes que hacer- por primera vez en toda la charla aparecía el rey de Rusia en la conversación, pero este mostraba un tono de enfado, refunfuñante y de estar al borde de perder los nervios.

-Padre. Relájate. Es bueno amenizar el ambiente antes de comenzar a tratar un asunto tan importante como este. Deberías comprenderlo- le replicaba la hija del rey de Rusia, de cabellos rosados, más bien de color escarlata.

-Lo siento… rey Riku, no fue mi intención molestarle…- se apenaba la princesa Shirahoshi disculpándose por su comportamiento, que era uno de los detonantes que había hecho enfadar al rey ruso.

-Rey Neptune ¿podría decirle a su hija que se calle de una vez y que tenga una actitud mucho más seria?, no estamos para tratar con ñoñerías y con gente infantil- vuelve a renegar el rey Riku ante la contestación de la princesa francesa- Debe enseñarle el verdadero valor de la vida, y que se entere de lo cruda que es. 

-Rey Riku, no tolero que le hable así a mi hija, será mejor que modere sus palabras. Si usted tiene algún problema no lo tome con mi pequeña princesa- contestaba mostrando su carácter más de padre, el rey de Francia.

Tras esta contestación, un gran silencio se  formó en aquel salón. Las personas allí presentes esperaban una contestación, una represalia de aquel hombre tan cascarrabias, pero solo hubo una palabra. Mientras, su hija, la princesa rusa sentía que todo aquello se iba a complicar tras las palabras que había dicho el rey francés, sabía perfectamente que eso le había dolido a su padre.

-¡Kyros!- gritó fuertemente el rey Riku a modo de orden.

De repente, el joven que se hallaba sentado al costado de la hija del rey Riku se levantó y cogió su espada. Con gran agilidad se acercó hasta la silla donde se encontraba sentada la princesa Shirahoshi y estuvo a punto de asestarle un golpe con su arma. Sin embargo, gracias a la habilidad de los otros generales, el arma fue detenida. Fukaboshi y Aokiji pararon el golpe casi subiéndose a la mesa. La princesa Shirahoshi por casi se desmaya del susto. Pero todo quedó en eso mismo, en un susto. Además, Kyros notó como una mano se aferraba a la suya para detenerlo.

-Kyros, ya basta- era la mano de la princesa rusa quien estaba deteniendo el movimiento del general ruso- Aunque le debas fidelidad a mi padre, no debes seguir sus absurdas órdenes. Y, padre espero que pidas disculpas.

-Lo siento, Scarlett…- dijo arrepentido el general Kyros de la armada rusa. Un hombre bastante robusto, y que mostraba una gran fuerza y habilidad con la espada. Además parecía que tenía una gran lealtad al rey y a la princesa.

Los tres generales se sentaron de nuevo en sus asientos para tranquilizar la situación tan tensa que acababa de suceder. Sin embargo, Kyros era ayudado por la princesa Scarlett, que desde que le había agarrado la mano, no se la había soltado. Por fin, cuando todo parecía calmado otra catástrofe estaba a punto de suceder.

-Estáis cogidos de la mano… entonces eso significa que sois pareja, no- intervenía de nuevo la inocente princesa Shirahoshi para volverla a pifiar.

De repente, un terrible enfado consumió a la princesa Scarlett,  quien apretó con más fuerza la mano de su general. Parecía que el temperamento del rey Riku también había sido heredado por su hija mayor.

-Maldita niña, ¿a ti nunca te han dicho que eres una entrometida? Sujétame bien Kyros que si no le doy un par de bofetadas a esta cría para que se entere de lo que vale la vida de una puñetera vez- en definitivamente la princesa Scarlett había dejado de ser princesa por unos instantes. Había sacado todo su fuerte temperamento y estaba a punto de cometer asesinato ahí mismo.

-Detente Scarlett- le decía el general quien era él ahora quien agarraba con fuerza a la princesa, para que no cometiera ninguna tontería.

-Déjame que me la cargo aquí mismo- gritaba de furia la princesa Scarlett haciéndole difícil la tarea de contención que realizaba el general Kyros.

-Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, sumimasen…- la princesa Shirahoshi se puso a llorar arrepentida por sus palabras. Justo en ese momento decidió que era momento de dejar de intervenir en la reunión, aunque eso le iba a costar.

Pero ni siquiera las palabras de este le hacían cambiar de opinión a la joven princesa. Los allí presentes estaban atónitos ante tal escena. Primero el padre, y luego la hija, menudo familia de locos. La reina Vivi estaba pensado que seguro que ellos no se aburrirán en las comidas familiares, y que todo este espectáculo le encantaría a su hermano Luffy. Esto último la apenó y mostró una cara de tristeza que fue notada por el conde Ace. Mientras, los impulsos asesinos de la princesa solo fueron detenidos por unas duras palabras.

-Rey Neptune, será mejor que cuide bien de su hija si no quiere perderla como me ocurrió a mi…- intervino de nuevo el rey Riku de Rusia dejando anonadados a los allí presentes por sus palabras y deteniendo la furia de su hija al recordar todo el dolor tras perder a su hermana- Ahora, olvidemos todo lo ocurrido e iniciemos de una vez el Reverie.

Un gran silencio volvió a cubrir la sala, y por primera vez las personas reunidas vieron un atisbo de humanidad en aquel rey tan cascarrabias. Sinceramente, si estuviesen en su lugar también se sentirían así, por lo que pronto comprendieron la situación sobre todo aquellos que más habían sufrido, como el conde de Glasgow, quien hace apenas unos años había perdido a su gran amor y a su padre.

-En nombre de todos los presentes le pido disculpas, rey Riku. Comprendemos su dolor y espero que a partir de ahora le vaya mejor a su familia- intervino el rey Neptune a modo de disculpas tras los conflictos sucedidos entre ellos- Aún recuerdo la muerte de mi esposa, la reina Otohime y lo duro que fue para nosotros aceptar su pérdida.

-Mi hija no está muerta, se lo aseguro… tengo el palpito de que se encuentra viva en algún lugar-contestó el rey ruso colocando una muesca de dolor en su rostro, provocando a su vez una mirada triste en el general Kyros, y unas pequeñas lágrimas en la princesa Scarlett.

-Siento mucho todo lo que ha sucedido en nuestras familias, pero estoy seguro de quien es la culpa de todos nuestros malas, y ese hombre tiene nombre, el general de la Alianza, Akainu- se introducía en la conversación el general Aokiji de la armada inglesa pero siempre mostrando un carácter cordial hacia sus superiores- Ahora si me permiten, comencemos con la reunión y para ello expondré la información que la armada inglesa a recogido sobre el enemigo.

-Estoy de acuerdo- responde el rey Riku cara al general inglés, aunque con una cierta mirada de desprecio.

Era singular, pero esta mirada la había mantenido desde el principio de la reunión y solamente la dirigía hacia tres personas que se encontraban en el Noah Hall. Se trataba de las provenientes del país inglés, la reina, el general y el conde; como señal de que algo le habían hecho o algo parecido.

-Bien, pues comencemos. En primer lugar decir que gracias a los esfuerzos del pueblo inglés, el país se está recuperando satisfactoriamente de los bombardeos, a pesar de que no cesan. Estoy seguro que el resto de países presentes en esta reunión también están realizando sus mejores esfuerzos para solventar este problema- comenzaba a dar información el general Aokiji- Ahora nuestro principal problema es detener el avance de las tropas aliadas por Europa.

-Pero, ¿cómo vas a lograr tal hazaña?- preguntaba la princesa Scarlett quien estaba completamente enterada de los asuntos de guerra, por su fiel “amistad” con el general ruso, y también por la preocupación por su pueblo-Nuestros ejércitos están luchando duramente en distintas batallas cercanas a las fronteras de nuestros países, pero son pocas las victorias obtenidas debido al gran poder militar que presentan los enemigos.

-Es sencillo. Se lo explicaré a todos ustedes para que lo entiendan- respondía el general Aokiji quien junto a un grupo de expertos guerreros y grandes consejeros habían ideado un plan para lograr la victoria- Nuestro principal problema es la desunión que presentan nuestros reinos. Como muy bien ha dicho usted, princesa Scarlett, cada reino está luchando para defender sus fronteras del avance enemigo. Cada reino con su propia armada, quien es menos numerosa que los ejércitos enemigos que están coordinados por soldados de distintos países.

-Y, ¿qué sugiere usted que hagamos, general Aokiji? No podemos dejar abandonadas nuestras fronteras. Sería como dejar la puerta abierta al avance enemigo. Ahora mismo mi hermano menor, Ryuboshi, está luchando duramente en un enfrentamiento para detener que esos aliados no pasen- replicaba el general francés Fukaboshi, quien conocía de primera mano la dureza que existía para detener que esos enemigos entraran a su país.

-Exactamente, no podemos abandonar nuestras fronteras. Pero tampoco debemos defender solamente, ya que a este paso, el ataque enemigo se comerá nuestras defensas una por una. El plan que propongo tiene dos grandes partes para cumplir varios objetivos- por fin daba inició la explicación del plan que esperaban que les llevará a la victoria- La primera parte es reforzar nuestras fronteras y nuestros ejércitos. De igual forma que el enemigo inició un reclutamiento antes de comenzar la guerra, nosotros debemos hacer lo mismo. Utilizaremos a nuestros mejores oficiales como instructores para esos nuevos reclutas y así aumentará el número en nuestras filas.

-Está usted loco, no podemos enviar a jóvenes inexpertos al campo de batalla para que mueran tontamente- replica el rey Riku tras escuchar la propuesta del general que para él resultaba descabellada.

-Son jóvenes que van a luchar por las vidas de sus familias. Por sus futuros. Está claro que debemos luchar y proteger a nuestros pueblos, que es nuestro deber. Pero en la situación que nos encontramos, es necesario buscar ayuda, ya que esto es un problema mundial que afecta a todos los ciudadanos por igual. Además, nadie les va obligar, y se les proporcionará el suficiente entrenamiento para la lucha- explicaba Aokiji tras las réplicas del rey ruso.

-Es una dura medida, pero necesaria. Yo mismo he recibido telegramas del número de bajas de soldados que se está produciendo y si eso sigue así, en poco tiempo nuestros países serán invadidos- intervenía el general Kyros aceptando la difícil medida que proponía el general inglés- No me gusta que el pueblo intervenga en asuntos de guerra, pero no hay otra forma para lograr la victoria. Espero que todos ustedes también lo entiendan,  y usted también rey Riku.

-Sabes que nunca me ha gustado sacrificar vidas de mi pueblo, general Kyros pero… debo aceptar a regañadientes su propuesta si queremos vencer- por fin acepta el rey Riku aquella cosa que anteriormente le había parecido descabellada- Ahora prosiga, general.

-Gracias. La segunda parte de nuestro plan depende enteramente de ustedes, los líderes de cada país. A lo largo de los años ha habido numerosos enfrentamientos entre nosotros, pero ha llegado el momento de acabar con nuestras diferencias y unirnos contra un mal común. Espero que con lo vivido en cada país entiendan que esta medida sea necesaria, además, sino no habrían aceptado la invitación a celebrar el Reverie- Aokiji proponía su segunda propuesta. La verdad es que toda aquella reunión también le estaba resultando bastante dura. En ningún momento había pensado tener tanta responsabilidad cuando acepto su cargo como general. Además, al encontrarse lejos de su amor, sentía que perdía cierto apoyo- Debemos unir nuestras armadas y crear la Contra Alianza, con el fin de ganar la guerra.

Todos los allí presentes escuchaban con mucha atención el plan que se les estaba proponiendo. La verdad era que poco a poco les iba convenciendo más, y veían que todo lo que estaba diciendo tenía razón. Sinceramente, la reina Vivi se encontraba muy orgullosa de la exposición de su general y del plan ideado que tantos meses les había costado.

-Con el reclutamiento en marcha y nuestros ejércitos reforzados, será hora de ponerse a atacar. Lo primero será ceder soldados a los países fronterizos a los del enemigo y donde se estén dando los mayores conflictos. Allí es donde se realizará una guerra conjunta entre países, y donde los países afiliados a la Contra Alianza, deberán unirse para derrotar a la Alianza. Mientras, cada país, deberá defender sus propias fronteras y su propio pueblo y en caso de peligro, se ayudará con urgencia a ese país- seguía explicando el general inglés mientras el resto escuchaba- Los ejércitos atacantes irán venciendo poco a poco en las batallas hasta reducir el ejército aliado a su origen, Austria y Alemania, y allí es donde se libraran las batallas más duras. Además, ustedes con sus influencias como reyes, atraerán a otros miembros de otros países para que se unan a la causa y luchen. Más tarde me gustaría hablar con ustedes, los generales de otros países para ver cómo se va a dirigir el ataque. ¿Qué les parece, señores reyes?

-Estoy de acuerdo con el plan ideado por mi general y creo que es la mejor opción que tenemos para ganar esta guerra- decía la reina Victoria tras acabar la explicación del general inglés.

-Y a mí me parece un plan magnífico y bien ideado- respondía el rey Neptune que aceptaba gustosamente aquel plan- Será duro, pero unidos lograremos vencer.

-Aunque me cueste admitirlo, debo reconocer que el plan es correcto y que es la mejor opción- contestaba el rey Riku quien había aceptado a pesar de su difícil carácter.

-Pues entonces, está decidido. Hoy se ha creado el arma que derrotará a los aliados y vencerá la guerra, la Contra Alianza, formada por los países de Inglaterra, Rusia y Francia- se alegraba la reina Vivi y lo decía orgullosa ya que entendía que toda la reunión había salido como se esperaba- Con esto, entonces podemos dar por finalizado el Reverie.

Pero cuando todos estaban mostrando sus expresiones de alegría por firmar aquel acuerdo y crear la Contra Alianza, algo sucedió. De repente, un fuerte viento se levantó y provocó que el gran ventanal del salón se abriera de par en par. De allí, entró volando dos objetos que cayeron sobre las mesas, dejando asustados a los presentes.

-Aaaaaaaaa- gritó de terror la princesa Shirahoshi al descubrir la identidad de aquellos dos objetos- ¡¡¡Hermano Ryuboshi!!!

-¡¡¡Capitán Tank Lepanto!!!- gritó también la princesa Scarlett al identificar ella también a uno de los dos objetos.

En efecto, por la ventana abierta habían caído a causa del viento, las cabezas decapitadas de aquellas dos personas que habían nombrado las princesas, ambos capitanes de sus respetivos países, y que se encontraban librando duras batallas. Pero la cosa no quedó ahí. Además de aquellos dos hombres decapitados, entró un hombre alado con una apariencia estrafalaria que dejó anonadados a los presentes.

-Ilusos, en serio pensáis que con esos míseros planes vais a ganar la guerra, jajaja. Pensaba que erais crédulos, pero no sabía hasta qué punto, jajajaja- no paraba de reír aquel hombre alado tras entrar por la ventana y subirse encima de la mesa.

Con rapidez los tres generales se levantaron y apuntaron sus armas a lo que seguro era un enemigo.

-¿Quién eres tú?, ¿cómo has entrado aquí?, ¿y cómo has burlado la seguridad del recinto?- preguntó el conde Ace muy confuso e inquieto por aquella situación que seguro iba a traer problemas.

-Tranquilo, mi hermoso conde. Yo soy el brujo de la fortuna, el hombre de vuestras pesadillas, la persona que os hará caer al abismo más infernal. Yo… no soy nadie- contestaba aquel hombre alado que había aparecido en la reunión y había dejado perplejos a sus invitados- No, es broma para apaciguar el ambiente. Simplemente soy el mensajero de la persona que dominará el mundo, mi general, Marshall D. Teach. Me llamó Laffitte y espero que os haya gustado el regalito que traigo de su parte.

 

-¡¡¡Marshall D. Teach asesinó a mi padre!!! Y tú pagarás por ello- gritó con furia el conde Ace tras coger una pistola, y apuntar a aquel hombre- Te mataré.

-Para, detente, Ace…- gritaba la reina Vivi quien presentía que algo malo iba a suceder.

Pero Ace no la escuchó y disparó hacia su objetivo. La bala iba con gran rapidez pero mayor fue la que empleo Laffitte para esquivar aquel ataque, elevándose con sus alas hacia arriba de la habitación.

-No hace falta que os alarméis tanto, solo he venido de visita cordial, jajaja- decía Laffitte tras esquivar la bala y de forma que enfadará aún más al joven conde.

-¿Vuelas?- pregunta inocentemente la princesa Shirahoshi a aquel malvado hombre- Las personas no pueden volar, no tienen alas. Debe ser algún invento falso.

-Eso te lo dejó a tu imaginación, querida. Si deseas creer que lo que estás viendo no es real, haya tú, pero debes abrir los ojos a la realidad, porque hay muchas más cosas en el mundo de las que te imaginas- contesta Laffitte con tono misterioso hacia la joven princesa de Francia- Por cierto, rey Riku, le envió saludos de su hija Viola. Seguro que se lo está pasando en grande encerrada en esa celda durante más de un año.

-¡¡¡¿Cómo?!!! ¿Qué sabes tú de mi hija, bastardo? ¿Cómo que está en vuestra prisión? No sabemos nada de ella desde que se marchó a vivir su vida y renunció al título de princesa para buscar el amor- contestaba el rey Riku quien estaba perplejo por aquella información que acababa de escuchar de aquel hombre pájaro.

-Fue todo un logro encontrar a una joven princesa en un cabaret putrefacto de la ciudad de Londres. Cuando nuestra espía la capturó, no sabía lo valiosa que aquella persona podía ser, jajajaja- sinceramente a Laffitte le gustaba observar la cara de terror que mostraban las persona a quien aterrorizaba- Ahora está retenida en la prisión de Impel Down, en la capital Viena, donde se encuentra la sede enemiga, y donde será muy difícil rescatarla, jajaja. Aunque no sé cuántas torturas resistirá más, jajaja.

-¡¡¡Bastardo, devuélveme a mi pequeña princesa!!!-gritaba muy muy cabreado el rey Riku tras enterarse de que la vida de su hija perdida estaba en peligro.

El rey Riku cogió una espada y con gran determinación decidió asestar un golpe de muerte a aquella persona que tanto le estaba atormentando con sus palabras. Pero de nuevo, el golpe fue esquivado con agilidad por aquel mensajero, quien se subió sobre el ventanal.

-Con vuestra inútil Contra Alianza no seréis capaz de vencer a la Alianza, y si se diera el caso, vuestras vidas seguirían en peligro- decía por última vez Laffitte antes de marcharse volando por aquella ventana- ¡Aún existe un poder mayor que el de la Alianza, jajajaja!

Aquel hombre alado se marchó volando de la reunión, dejando un nivel alto de preocupación entre los asistentes. El rey Riku estaba cabreado por la información que había recibido sobre su hija Viola, y la princesa Scarlett estaba muy asustada. Mientras, la familia real francesa, lloraba la pérdida de uno de sus capitanes, y de uno de sus herederos. Mientras, la princesa se quedó muy pensativa por las palabras que había dicho Laffitte. Le daba vueltas a lo del cabaret y a las últimas palabras de este. Por fin, dio por finalizado el Reverie, tras una infinidad de sucesos a cual peor.

Esa misma noche en el palacio real francés, un joven conde iba caminando por la noche, cuando todos ya se habían acostado. Este no podía conciliar el sueño tras todos los acontecimientos sucedidos. Pensaba sobre todo en un  hombre, aquel que asesinó a su padre. Sobre todo, pensaba en la forma de vengarse. Mientras deambulaba por la noche, se topó con alguien, conocido, el general Aokiji.

-Buenas noches, señor conde, veo que usted tampoco puede conciliar el sueño- inicia la conversación el general inglés quien al encontrarse con el otro hombre- Después de los acontecimientos sucedidos, entiendo que le sea duro quedarse dormido.

-La verdad es que tiene razón. No puedo quitar de mi cabeza el nombre del asesino de mi padre, y solo quiero vengarlo- contestaba el conde Ace.

-A veces la venganza no es el mejor camino a elegir- aconseja Aokiji quien había visto muchos casos de venganza estando en la armada inglesa.

-Ya, pero después de que me arrebataran a mi padre, y a la persona que más he amado en este mundo, ya no me queda nada. Solo continuo viviendo para acabar con sus asesinos- contesta Ace muy dolido al recordar las muertes de aquellas dos personas que tanto le habían importado en su vida.

-Entiendo que fue duro perder a su amado a su padre. Me es imposible ponerme en su lugar, y seguir con tal entereza como la que muestras- halaga el general al conde por sus actos- Solo de pensar que me encuentro separado de la persona que amó por unos días, ya me está poniendo de los nervios.

-Gracias por el cumplido, general, aunque lo que usted ve es una fachada para cubrir todo el dolor que he sufrido- responde apenado Ace recordando imágenes de momentos inolvidables que había pasado con su padre y su amor el capitán Sabo- Además, seguro que su amado está tan inquieto como usted, y el cenicero de su mesa estará repletos de puros gastados.

Tras escuchar aquella respuesta, el general Aokiji se quedó un tanto perplejo. Aunque no era de extrañar que el rumor de que estaba saliendo con el capitán Smoker hubiera llegado incluso hasta palacio. Además, lo dejo pasar, ya que él sabía que el conde también había sufrido con su amor por el capitán Sabo, y la dura pelea que enfrentó para su aceptación. Pero de repente, algo les dejó paralizados.

-¡¡¡Aaaaaaaaaa!!!- se escuchó un grito de una mujer que provenía de una de las habitaciones de aquel palacio.

En seguida, ambos se pusieron en alerta, y corrieron en busca de ese sonido. Pero pronto se dieron cuenta que se había producido en la habitación de su reina, y eso les asustó en mayor medida, y provocó que aceleraran el paso. Una vez allí, entraron sin antes llamar a la puerta, y se toparon con la reina en la cama pero en un estado de mucha alteración.

-Vivi, ¿qué ocurre?, ¿por qué has gritado?- preguntaba Ace que le preocupaba aquella situación, ya que a lo mejor podría haber vuelto el hombre alado.

-He… he tenido otra vez… esa pesadilla, Ace- dijo entrecortada y nerviosa la reina Vivi a su viejo amigo de la infancia.

-Menos mal. Pensábamos que te habían atacado o algo peor- se calmó un poco el conde al ver que solo había sido la pesadilla que llevaba varias noches atormentando a la reina- No te preocupes, las pesadillas son solo pesadillas, y nada más. Además, para que te quedes tranquila, yo dormiré esta noche contigo.

-Gracias, Ace-kun- contestó la reina mucho más tranquila y con mejor humor ya que esa noche iba a dormir con su gran amor.

-Pues si se encuentra bien, majestad, entonces me retiró a mis aposentos- decía cordialmente el general Aokiji al ver que no había una situación peligrosa ni nada por el estilo.

-Buenas noches, general. Ha sido un placer poder conversar con usted a solas. He visto que más o menos tenemos varas cosas en común- se despedía Ace del general inglés.

-Lo mismo digo, señor conde. Con permiso- el general Aokiji se encaminó hacia la salida de la habitación, pero antes se volteó para decirle algo a su majestad- Espero que cesen sus pesadillas, mi reina.

El general se retiró de la estancia, camino a sus aposentos. Mientras, el conde Ace se había acercado hasta la cama de la reina, para abrazarla y tranquilizarla un poco más.

-¿Otra vez la misma pesadilla sobre aquel día?- preguntaba Ace con un tierna voz que embelesaba a la reina Vivi, y que más que tranquilizarla, hacía que su corazón palpitará a cien por hora- Sabes que eso ya paso, y que esa noche no se va a volver a repetir. Para eso hemos celebrado el Reverie, para cambiar las cosas, y que no hayan más tragedias.

-Sí, lo sé. Pero… cada vez que sueño con eso… con la ciudad de Londres destruida y sus habitantes murieron, y… y todos mis seres queridos consumidos por el fuego… cada vez que lo sueño, no me deja respirar y es como si me ahogará, Ace- contestaba la reina quien se había sentado en la cama junto al conde.

-Tranquila, yo estaré contigo siempre y jamás dejaré que te hagan daño, Vivi- contestaba de manera muy dulce el joven conde Ace, provocando que la reina no controlará sus impulsos.

Y así fue. Vivi se guio por sus emociones y por sus sentimientos, y se acercó lentamente hacia Ace. Cuando ambos rostros estaban muy cercanos, la reina juntó sus labios con los del conde, fundiéndose ambos en un tierno y desconcertante beso. Este se alargó por unos segundos, hasta que el conde reaccionó, y apartó a su vieja amiga.

-Lo siento, Vivi... Será mejor que continuemos siendo amigos, por favor. Aún siento que no he sido capaz de olvidar a Sabo, siento como si aún estuviese cerca de mí y eso me aterra- respondía triste el conde Ace- Deseo que seas feliz, y que encuentres a la persona indicada. Pero, esa no soy yo.

La reina se quedó muy cortada tras haber sido rechazada por el hombre que amaba. Está no sabía muy cómo actuar ante él. Pero, debía decir algo para pasar aquel mal trago, y solucionar aquello.

-No, perdóname tú a mí, Ace. No debí hacerlo. Tenía que haber tenido en cuenta tus sentimientos- respondía apenada la reina a su viejo amigo, cuando estaba a punto de romper a llorar fuertemente.

-No te preocupes, Vivi- responde Ace quien se sentía también apenado por la situación, pero creía que ya todo se solucionó.

Además, el conde de Glasgow se acercó hacia la reina para darle un fuerte abrazo de consuelo para que no expulsará ninguna lágrima. Este abrazo reconfortó a Vivi, a pesar del dolor que sentía por el rechazo que había sufrido.

-Ahora será mejor que nos vayamos a dormir, que el día ha sido duro, y mañana tenemos que trabajar con mucho esfuerzo- decía Ace tras apartarse de la joven reina de Inglaterra- Si me permites un lado de la cama, reina Victoria.

-Jajaja, Ace, no tienes que ser tan cortés conmigo- contestaba riéndose la reina como si lo que hubiese pasado no hubiese afectado a su amistad- Gracias por estar siempre a mi lado, Ace-kun.

Ambos chicos se fueron a dormir a altas horas de la noche y esa noche la reina pudo descansar tranquila ya que tenía a su lado, a una de las personas que más le importaba en este mundo. Aunque si se sentía un tanto inquieta porque Ace había decidido dormir sin camiseta, por el calor que prevenía el verano, y esto le provocaba un poco de alteración, llamémosla, un cierto estado de excitación. Pero a pesar de eso, la reina descansó tranquilamente para afrontar un nuevo día.

A la mañana siguiente…

18 de Junio de 1915, Paris, Francia.

El país francés se había levantado de duelo por la muerte de uno de sus príncipes,  y como era costumbre, se había celebrado el funeral y todos los ciudadanos de la capital habían presentados sus condolencias la familia real, al igual que los invitados europeos. Estos últimos seguían agitados por la conversación con aquel hombre alado de ayer y por los asuntos venideros. Y por eso la ciudad estaba alerta por el gran peligro, y las medidas tomadas aumentaron.

De igual forma, el país inglés debía reforzar a sus personas más importantes, con el fin de protegerlas de cualquier mal. Para ello, la reina fue la primera en ser protegida gracias a la contratación de un guardaespaldas personal para ella. Y estaba a punto de recibirlo en los pasillos de la capital parisina.

-Reina Victoria, acaba de llegar la persona que va estar a cargo de su protección. Espero que se lleven bien y que haga su trabajo. Su nombre es Kohza y está entrando a palacio, en unos segundos se encontrará con él- decía Ace quien había sido encargado personalmente de la contratación de esta persona.

-Gracias, Ace. Aunque ya te dije que no necesitaba ningún guardaespaldas, que contigo me bastaba- contestaba agradecida la reina aunque con algunas segundas intenciones hacia el conde- Solo espero que se limite a hacer su trabajo.

Justo en ese momento apareció por el pasillo del Palacio de Ryugu un hombre de rubios cabellos, de tez morena y de facciones estropeadas como si hubiese tenido bastantes enfrentamientos y además hubiese vivido una dura vida. A simple vista, la reina pudo observar que aquel hombre era joven, con un buen aspecto agradable a la vista y con bastante experiencia. Esto calmó a la reina sabiendo que iba a estar en buenas manos, pero no se esperaba lo que estaba a punto de suceder cuando aquel joven llegó hasta donde ella se encontraba.

-Reina Victoria, será un honor trabajar para usted el resto de mi vida, y proteger la suya cueste lo que cueste- dijo Kohza al llegar, pero de repente se puso de rodillas ante su majestad- Mi nombre es Kohza, y humildemente le pido que se case conmigo. Desde que la vi, una mujer tan hermosa y bella, con un fuerte carácter pero con un gran amor hacia su pueblo, supe que era amor, amor a primera vista, diría. Así que por favor, ¿quiere  casarse conmigo?

-Pero usted es idiota- contestaba la reina anonadada y más tarde abofeteó con fuerza a aquel individuo- Limítese a su trabajo, señor Kohza.

La reina emprendió camino por aquel pasillo, dejando en el suelo al hombre abofeteado. Ace mientras estaba atónito por aquella escena que había presenciado pero algo le sorprendió más, un pequeño rubor en el rostro de su majestad.

-Espera, amor mío…- gritaba corriendo Kohza tras levantarse y perseguir a su majestad por aquel pasillo de palacio, pero tras toparse con ella recibió otra bofetada y volvió a discutir con ella.

A lo lejos, Ace que había quedado en el mismo lugar donde habían mantenido la conversación no podía aguantar casi la risa de ver aquella escena. Conocía desde hace tiempo a su vieja amiga, y sabía que del todo, no repudiaba a aquel hombre, de lo contrario, ya estaría entre rejas.

-Jajaja, me parece que este es el principio de algo más, jajaja-dijo Ace sin que los otros dos escucharan aquellas palabras- Me hubiese gustado que presenciaras esto Sabo, deseo tener de nuevo a mi lado. Pero ahora más que nunca sé que mis sospechas eran ciertas, y que aunque sean pocas, quedan las esperanzas de que aún estés con vida, y te prometo que te encontraré.

Desde la reunión del Reverie y la creación de la Contra Alianza, comenzó el contrataque de las tropas europeas contra los enemigos aliados. A partir de ahí, los representantes de cada país regresaron a sus hogares para seguir de más cerca los acontecimientos bélicos. Numerosas batallas se iniciaron desde aquel contraataque, sobre todo en las fronteras rusas y francesas. Y así, pasaron prácticamente dos años, repletos de victorias y derrotas.

19 de Diciembre de 1916, Verdún, Noroeste de Francia.

Al noroeste del país francés, casi pegando con las fronteras alemanas, se estaba llevando a cabo una inmensa batalla que llevaba varios meses en marcha, desde febrero de ese mismo año, la Batalla de Verdún. Los ejércitos aliados de Alemania y Austria atacaban con todas sus esfuerzas a sus rivales después de varias derrotas que habían sufrido en otras batallas, y buscando de nuevo ese espíritu dominante de la Alianza. Era una terrible lucha que realmente se les estaba haciendo muy dura a los ejércitos contra aliados enviados por Francia e Inglaterra. En la terrible batalla, capitanes como Smoker y Hina de la armada inglesa, o el general Fukaboshi y el capitán Manboshi de la armada francesa, estaban teniendo grandes complicaciones para ganarla.

Las duras peleas, la escasez de alimentos, la baja moral de los soldados, la pérdida continua de soldados, los constantes ataques de los enemigos y una larga lista de contras, hacían muy difícil que aquella complicada batalla llegará a buen puerto, pero ninguno de los capitanes se rendía, al menos hasta que aquel día llegó la pesadilla.

En pleno frente abierto, entre bombardeos enemigos de un bando y de otro, los soldados ingleses y franceses se ocultaban entre las trincheras. Llevaban varios días sin poder salir de allí y sin poder volver al campamento base, y las provisiones de comida y de armas estaban escaseando. Pero los soldados perduraban y provocaban que los aliados no avanzaran.

-¡¡¡¡Vamos, cabrones, es hora de reventar a algunos aliados!!!!- gritaba con fuerza el capitán Smoker para avivar la llama de sus tropas y que continuaran peleando- Salir de vuestros putrefactos agujeros, estúpidos aliados, y enfrentaros como hombres valientes contra mí.

-¡¡¡¡Sí, capitán Smoker!!!- contestaban al unísono y con fuerza los soldados a cargo del capitán, más conocidos como las tropas del G5, entendiendo que el mensaje de este había servido en gran medida.

-¡¡¡Por la victoria!!!- gritó de nuevo Smoker, tirando el puro que portaba y marchando con rabia hacia el enemigo, mientras le seguía el resto de sus subordinados.

Pero cuando los ánimos estaban más avivados, algo provocó que estos se quedaran de nuevo por los suelos. Desde lo alto de una colina, una bala apareció con gran velocidad e impacto en el hombro del capitán Smoker, cayendo este al suelo, de inmediato. A su vez, desde las trincheras enemigas, una gran cantidad de disparos fueron abatiendo a sus soldados uno por uno. La recién  nombrada capitán Hina, había conseguido retirarse a una de sus trincheras, pero no sin antes cargar con su capitán herido.

-Capitán Smoker, más te vale que no tengas la decencia de morirte aquí mismo sin haber peleado aún- decía Hina mientras aplicaba los primeros auxilios, e intentando que no cayera ninguna lágrima por su rostro. A pesar de la rudeza con la que había dicho estás palabras, en el fondo de su corazón estaba muy alterada ya que habían disparado a una de las personas que tanto le importaban- Debes seguir viviendo. Al menos… si no lo haces por mí, hazlo por la persona que amas, por Aokiji.

En ese momento, el capitán Smoker volvió a reaccionar y se despertó al escuchar aquellas palabras. Sin embargo, la herida le impedía moverse con facilidad.

-¿Ya me estabas enterrado, Hina?- dijo el capitán tras despertarse ante una asombrada y alegre Hina- Jamás te dejaré sola, ni a ti, y sobre todo a Aokiji.

-No, capitán… pero la próxima vez trate de ser más cuidadoso y no me de estos sustos- respondía la chica de cabellos rosados hacia su recién despertado superior.

-Jajaja, yo aún estoy muy vivo y pienso vengarme del cabrón que me ha disparado- contestaba el capitán Smoker quien lentamente se recuperaba de la herida sufrida en combate- ¿Quién es el maldito cabrón que tiene las narices de dispararme desde la distancia y no dar la cara? Muéstrate, cobarde.

De repente, una voz se escuchó desde aquella colina de donde había venido la bala. Una voz de una persona muy importante, y  la cual no se esperaban encontrar ahí.

-Veo que aún se encuentra vivo, capitán Smoker, pero le aseguro que no será por mucho tiempo, jajaja- un hombre de gran prestigio aparecía subido en un caballo desde lo alto de la colina.

-¡¡¡General Akainu!!!- el hombre de grisáceos cabellos no se esperaba en ningún momento toparse en aquella batalla con el mismísimo general de la Alianza, y eso solamente significaba una cosa, más problemas- ¿Qué hace un hombre como usted en primera línea de batalla?

-Jajaja, solo venía a hacer una visita para informar que este enfrentamiento va a acabar hoy mismo, jajaja. Con los nuevos refuerzos mandados por el ejército alemán, no tenéis ninguna oportunidad de sobrevivir- decía triunfante el general de armada enemiga frente a sus casi derrotados rivales- Esta será vuestra tumba, espero que disfrutéis de los últimos minutos de vida que os restan.

-Maldición….- el capitán de los puros sabía perfectamente que esta nueva situación era muy alarmante, y eso le preocupaba. Si ya tenían suficientes problemas para ganar, ahora era cuestión de un milagro que lo consiguieran.

Al margen de la conversación se encontraba la capitana de rosados cabellos, que desde que escuchó el nombre de aquella persona que había aparecido, se había quedado muy parada. Se sentía rabiosa, con una tremenda furia recorriendo sus venas, y sobre todo con un sentimiento asesino que iba en creciendo poco a poco, y que le costaba detenerlo.

-¡¡¡General Akainu!!!- gritó de forma muy intimidante la capitana inglesa encarándose frente al general- ¡¡¡Te mataré por lo que le hiciste a mi hermana Kalifa!!!

-Jajaja, pero si tenemos aquí a la hermanita de mi antigua secretaria. Tuviste suerte de que solo muriera tu hermana, y no tú también. Nuestra espía Monet tuvo muchas oportunidades para matarte en el cabaret, pero no lo hizo- contestó el general con el fin de enfurecer a la chica- Además, nunca podré olvidar el gozo que me produjo escuchar los gritos de súplica de tu hermana pidiendo clemencia mientras yo la estrangulaba con mis propias manos.

La chica, quien había realizado todos los esfuerzos necesarios para calmarse, no dijo nada más. No siento nada más, ni afecto ni dolor.  Solo reaccionó a sus impulsos de odio más primitivos y empuñó su espada lanzándose hacia el general para acabar con su vida. Sin embargo, el general no se encontraba solo. Con él estaba el francotirador más experimentado de todo el continente europeo, y la persona que había traído el ejército de arqueros para exterminar de una vez esa batalla duradera.

-Si tiene la amabilidad, señor Van Augur, podría encargarse de la joven- sugería el general Akainu a una persona que estaba a su costado en la colina.

-Será todo un placer, general- contestó aquel chico mientras sacó su gran pistola y apuntó hacia la joven, disparando hacia sus esbeltas piernas.

Con una sola bala la abatió y la dejó tirada en el suelo. Una bala que había impactado sobre su pierna izquierda, y que le dolía tremendamente a la capitana Hina. Con ese impacto, había perdido casi la movilidad, y el panorama en el que se situaba era si no el peor, el más próximo a este. Su superior, el capitán Smoker había sido herido y poco podía hacer en combate, y lo mismo le ocurría a ella. Además, las tropas francesas estaban ocupadas combatiendo contra el enemigo. Y para colmo, la presencia del mismísimo general de Alianza y aquel tirador profesional. Hina, ante tal situación, que las expectativas de salir victoriosa de allí eran escasas o casi nulas, se conformaban con seguir con vida.

-¡Joder!- gritó la joven capitana quien estaba enfadada y se sentía frustrada por la poca cosa que podía hacer.

Mientras, la pelea de los hermanos franceses parecía que estaba más a su favor. Estos se encontraban asestando golpes contra el capitán Bastille y sus soldados, de la armada austriaca, por tanto, pertenecientes a la Alianza. Pero aunque las cosas iban bien, las cosas podían cambiar en cualquier momento.

-Si seguimos así, pronto podremos vengar la muerte de nuestro hermano Ryuboshi- dijo el general de la armada francesa, Fukaboshi, a su hermano menor, el capitán Manboshi-Acabemos con Bastille de una maldita vez.

-Sí, hermano- contestó eufórico y bastante entusiasmado el capitán francés tras escuchar las palabras de otro- Soldados, ¿habéis escuchado? Pues entonces un esfuerzo más y honraremos la memoria del capitán Ryuboshi.

-¡Sí, capitán!- contestaron al unísono los soldados de la Ammo Knights, que es el hombre que reciben los soldados de la armada francesa, mientras en sus mentes recordaban la figura de su capitán fallecido dándoles más coraje y fuerza.

Manboshi se topó con un soldado aliado de cabellos largos y marrones, con una cicatriz en la cara, y comenzó a pelear contra él. Pero pronto se vio la diferencia colosal entre ellos, ya que la experiencia en batalla que tenía un capitán no era ni mucho menos la de un soldado. En seguida, ese soldado se quedó acorralado y Manboshi estaba a punto de asestar el golpe final cuando algo le ocurrió.

Desde la colina, salió una orden de ejecución.

-Van Augur, disparé a muerte a aquel hombre- ordenó ferozmente y con prisas el general Akainu, a su aliado alemán.

Sin contestar ni rechistar, el tirador cargó el arma, apuntó y justo antes de que Manboshi matara a aquel soldado aliado, recibió un disparo en la frente, que lo mató al instante. Su cuerpo cayó desplomado frente al soldado recién salvado que aún estaba agitado y con las manos temblorosas.

-¡¡¡¡Manboshi!!!!- gritó de forma desesperada el general Fukaboshi al ver que un aliado asesinaba a otro de sus hermanos sin poder hacer nada para detenerlo. Fukaboshi no pudo aguantar y se tiró al suelo por unos instantes, intentando cubrir sus lágrimas y su dolor, y reprimiendo todo lo que podía los instintos asesinos que estaban proliferando en él.

-Soldado Drake, más te vale estar más preparado y centrado para la batalla, si no quieres que te maten hoy mismo- regañaba el capitán Bastille de la armada aliada a uno de sus reclutas por la ineptitud de este en el campo de batalla- Ha tenido suerte de salvarse gracias a una orden de su general.

Sin embargo, el soldado Drake no se sentía salvado, sino todo lo contrario, se sentía más atrapado que nunca por aquella persona. Ahora ya no solo era lealtad, sino más bien una deuda de por vida que se la haría pagar con intereses, que a Drake no le iban a agradar. A Drake ya no le importaba lo que estuviera sucediendo alrededor suyo, se quedó paralizado y muy pensativo.

-¡¡¡¡Joder, Joder, Joder!!!! Sí el maldito de Akainu no me hubiese tenido toda la noche en vela, al menos hoy podría realizar mi trabajo correctamente- pensaba un poco furioso el soldado Drake aunque pronto se arrepintió de esos pensamientos- Espera, espera, yo no debo pensar así, debo… debo ser fiel a mi general y acatar sus órdenes, sean las que sean.

A unos metros de él, un hombre había caído totalmente en la desesperación, aumentando su furia y provocando que actuará sin pensárselo dos veces, sin tener nada que perder. Se trataba del general de la armada francesa que tras perder a dos de sus hermanos, necesitaba con ansias vengarse. Por lo que emprendió un ataque a vida o muerte hacia el ejército aliado. En escasos golpes, eliminó a los soldados que tenía a su alrededor y se acercó hacia donde estaba el joven Drake paralizado. Sin embargo, no tuvo ocasión de enfrentarse cara a él, ya que se interpuso en su camino el capitán Bastille comenzando un duro enfrentamiento entre ellos.

-Tú rival seré yo. Carga esa furia dentro de mí y golpea con todas tus fuerzas y rabia, general Fukaboshi- incitaba el capitán Bastille que tenía una máscara cubriendo su rostro.

-¡¡¡¡¡Aparta de mi camino, hijo de puta!!!!!!!- gritó furioso el general francés hacia su contrincante, y más tarde cuando estuvo cerca de él, le asestó un golpe de espada desde su rostro hasta el final de su torso, rompiendo consigo la máscara, y dejando al borde de la muerte al capitán aliado. Mientras, en la colina, el general aliado seguía muy de cerca ese enfrentamiento, y el final no le gustó para nada.

-Capitán Brandnew, lleve muy lejos de aquí al soldado Drake- ordenó enfadado y muy directo el general Akainu a uno de sus capitanes mensajeros que se encontraba detrás de él informando.

-Pero general, no es más que un soldado…- contestó el capitán Brandnew al ver que su general quería salvar a aquel soldado costará lo que le costará, mostrando una actitud que jamás había demostrado ante el resto de soldados que perecían en combate.

-Osas desobedecer una orden directa de tu general, capitán Brandnew- amenazó muy furioso el general Akainu a su capitán-El precio a pagar de un desertor es la muerte.

Sin rechistar, el capitán Brandnew asintió y acató las órdenes de su superior. Cogió su caballo y con gran velocidad, bajó hasta el campo de batalla a encontrarse con el todavía paralizado Drake. Sin embargo, el soldado estaba acompañado por el furioso general francés quien lo iba a asesinar antes de que él llegara a tiempo para salvarlo. Sin embargo, de nuevo, algo evitó que mataran a aquel hombre, pero esta vez no era la muerte, más bien, era otra cosa. Era el capitán Bastille que en sus últimos alientos y con sus últimas fuerzas,  detuvo al general francés agarrándolo de las piernas.

-Esper…a, no debes matarl…lo. Es… es la clav…clave- decía entrecortado el capitán Bastille al general Fukaboshi mientras perdía una gran sangre por todo su cuerpo- Grac…gracias por sacarme de este… infierno.

Y esas fueron las últimas palabras del capitán Bastille de la armada aliada, con un mensaje encriptado en ellas. Fukaboshi se quedó tan desorientado por esas palabras de gratitud provenientes del enemigo, que su furia se calmó. Además, mientras estaba siendo detenido, el capitán Brandnew salvó al soldado Drake y lo alejó del campo de batalla. Tras ver esto, un suspiro de alivio  resonó en lo alto de la colina.

-No debería tener brechas que causen su derrota e inestabilidad de la Alianza, general Akainu- aconsejó de manera indirecta el tirador Van Augur al presenciar aquella escena que ponía en riesgo los planes de estos.

-Usted que sabe si solo es un perro de Marshall D. Teach- renegó el general Akainu por la falta de respecto que tuvo aquel subordinado hacia un superior como era él- Absténgase de comentarios innecesarios, y haga su trabajo, soldado.

-Más le vale que no vuelva a llamarme perro si no quiere ver una bala mía clavada en el centro de sus ojos- amenazó ahora Van Augur a su superior, cabreando más a este por tal insubordinación- Entendido, general.

-Dejemos de hablar, y continuemos con nuestro trabajo. Ahora tenemos un enemigo en común al cual derrotar- dijo el general Akainu quien intentaba frenar sus impulsos de ira y asesinos por culpa de aquel maldito tirador- Es hora de acabar esta Batalla de Verdún de una vez por todas.

Mientras ambos hombres conversaban, o más bien, discutían en lo alto de la colina, el capitán Smoker que hacía todos los esfuerzos para no perder el conocimiento, estaba algo confuso por la escena que habían presenciado sus ojos. No entendía por qué el hombre tan despiadado y atroz como es el general Akainu, se había tomado tantas molestias para salvar a un simple soldado raso. Pero no era momento de estar preocupándose por algo tan trivial cuando su vida y las de sus hombres pendían de un hilo. Además, cuando veía que algo tramaban los soldados aliados.

En efecto, algo estaba a punto de ocurrir. La armada aliada, más exactamente, la tropa de francotiradores capitaneada por el capitán alemán Van Augur se estaba preparando para el ataque. Desde lo lejos de la colina, apuntaban con sus armas a cualquier blanco de la armada francesa y la inglesa, sin ningún miramiento. No buscaban esclavos ni prisioneros de guerra, sino una masacre en toda regla, de la que Smoker no era capaz de detenerla. Poco a poco, los disparos invadieron el campo de batalla, cayendo numerosos soldados contra aliados, uno tras otro. Smoker, su capitán, no podía evitar el sufrimiento al ver decenas de sus soldados asesinados a sangre fría y sin opciones de huir, así que se armó de fuerza y se levantó para encarar aquel problema.

-¡¡¡¡Malditos!!!! Sí queréis matar a alguien, matarme a mí… pero dejar en paz a mis hombres- gritó furioso el capitán de mil humos en la dirección donde se encontraba el general Akainu.

-No capitán Smoker, no lo haga- decía Hina casi llorando que intentaba sobreponerse de su herida en la pierna y levantarse para pelear, pero le era imposible- Piense en todas las personas que le necesitan con vida, capitán.

-No te preocupes Hina, una vez en la vida, un capitán debe dar la vida por sus soldados si es necesario- contestó el capitán Smoker con una sonrisa complaciente hacia una de sus mejores reclutas. Después, se giró de nuevo frente a los enemigo sin poder evitar sacar unas lágrimas, cosa que no era muy común debido a su duro temperamento- Matarme si tanto lo deseáis cabrones, pero ¡no pasareis de aquí!

Tras este último grito, todo el campo de batalla se sumió en silencio. Los soldados franceses e ingleses que estaban luchando codo con codo, sintieron un gran respeto hacia su capitán, y les animó a seguir viviendo. Lo mismo le ocurrió al general francés Fukaboshi, quien gracias a este acto, se repuso de la muerte de su hermano menor, y volvió a centrarse en la batalla. Sin embargo, todos esos alientos de vida finalizaron cuando un disparo resonó desde el gatillo del mismísimo diablo Van Augur, impactando de lleno en el torso del capitán Smoker, desplomándose al suelo mientras un rio de sangre se hallaba a su alrededor.

-¡Capitán!- gritó dolida Hina quien sacó el resto de sus fuerzas para ir al lugar donde se hallaba tirado el cuerpo de su capitán- No te mueras, idiota. Mándame a la mierda como antes, insúltame como te gusta hacer, y hazme rabiar, pero, por favor no mueras.

-Escu…cha Hina. Dile a… Kuzan qu…e le… le amo, y… que siento no pod…er seguir jun… juntos- dijo Smoker antes de perder el conocimiento mientras que las lágrimas de la soldado de cabellos rosados caían sobre su cuerpo.

Todo había acabado para el ejército contra aliado, todos esperaban su muerte, al igual que el capitán de los puros hacia mientras yacía en los brazos de su joven soldado. Todo era oscuro y sangriento, lleno de gritos de dolor y desesperación de los soldados que perecían en batalla. Cuando todos se esperaban el final de sus vidas, un atisbo de esperanza les salvó de la muerte.

-Capitán Smoker, creo que eso debería decírselo usted mismo en persona- dijo Hina desbordante de sentimientos de alegría y tristeza, al ver que una caballería inglesa acababa de llegar a la guerra.

El capitán Smoker hizo un último esfuerzo y abrió sus ojos. Pero al abrirlos, no se esperaba la sorpresa de ver a su gran amor ahí mismo, frente a él.

-Tonto, nunca permitiré que te mueras y me dejes solo- dijo tiernamente el general Aokiji tras llegar al campo de batalla y encontrarse con su amor gran herido. Tras esto, le dio un fuerte beso en los labios sin importarle la presencia del resto de personas- Yo también te amo, Smoker.

Smoker no pudo aguantar las lágrimas, y se aferró fuertemente a su amor, quien le correspondía gratamente. Mientras, Hina observaba aliviada, después de tantas penurias pasadas. Kuzan tuvo que separarse de su amor para volver y dirigir una guerra que tanto tiempo llevaba iniciada.

-Capitán Raylight, lleve al capitán Smoker y a la capitana Hina junto a Crocus y a su equipo médico para que les den los primeros auxilios- ordenó el general de la armada inglesa Aokji a uno de sus fieles capitanes, y viejo amigo del fallecido general Sengoku- Yo me encargaré de detener esta batalla y salvar a nuestros soldados. Y… disculpe por no haberle contado antes la relación entre su hijo y yo.

-Como ordene, general Aokiji- contestó el capitán de grisáceos cabellos de manera muy educada y acatando las órdenes recibidas- Y no se preocupe, ya lo sabía desde hace tiempo. Aunque pudiera ser duro de aceptar, después de la pérdida de su madre Shakky, no me queda otra familia.

El capitán Raylight subió a su caballo, y ayudado por dos soldados más, de nombre Jango y Fullbody, subieron a una carreta a los capitanes heridos, y se alejaron poco a poco de la zona de batalla. Mientras, el general inglés tomo una decisión al ver el panorama tan complicado que había cogido aquella batalla.

-¡Escúchenme todos, soldados ingleses y franceses! Habéis luchado con orgullo y honor defendiendo vuestras patrias de los enemigos. De verdad, podéis estar orgullosos de vuestro trabajo. Pero ahora es momento de retirarse, si no todos aquí moriremos- explicaba sus intenciones el general Aokiji tras llegar al campo de batalla-¡¡¡¡Retirada!!!!

-¡¡¡Retírense, muchachos!!!- en seguida, el general Fukaboshi comprendió que era la mejor opción y alentó también a sus tropas a una retirada para salvar sus vidas.

Todos los soldados contra aliados, escucharon las palabras de uno de sus generales y comprendieron que la situación era muy difícil y no podían ganar. Mientras escapaban de las armas enemigas, ayudados por la caballería recién llegada, se subieron a los caballos y fueron marchándose poco a poco. Ambos generales, Aokiji y Fukaboshi también se marcharon, no sin antes, cruzar una seria mirada contra el victorioso general Akainu.

La batalla de Verdún llegaba a su fin, cobrándose por el camino numerosas vidas de soldados de ambos ejércitos. Además, muchos misterios se produjeron en esa batalla que sería decisiva para el futuro de la Alianza, y para el destino del resto del mundo.

22 de Enero de 1917, Londres, Inglaterra.

Tras la retirada de los ejércitos ingleses y alemanes, cada uno regresó a su país. En Francia, rindieron homenaje al segundo de los herederos que perdieron en combate, tanto la familia real como el pueblo francés. Mientras, en el país inglés, los heridos se recuperaban asistidos por el equipo personal de la armada inglesa dirigido por el doctor Crocus. La recuperación era lenta y costosa, sobre todo para los heridos más graves, pero aun así la gran experiencia del doctor Crocus, conllevó a salvar las vidas de prácticamente todos los soldados heridos en Verdún.  Sin embargo, la faena que estaba realizando ahora, le traía más dolores de cabeza que estar en medio del campo de batalla, y esa faena no era otra que sanar las heridas de los inquietos capitanes ingleses, Smoker y Hina. En respeto a la labor de estos en la guerra, la reina había cedido una de las estancias del Palacio de Buckingham para la rápida recuperación de estos, y atender todos sus cuidados. A su vez, permitía al general Aokiji tener un lugar seguro al cual regresar después de un duro y largo día de trabajo en el Cuartel de Ennies Lobby.

-¡Queréis estaros quietos de una maldita vez y regresar a vuestras camas!- gritó Crocus harto de los irrespetuosos pacientes que le habían tocado- Maldición, porqué en mis últimos años de médico me toca cuidar a unos capitanes tan irresponsables como vosotros dos. Mostráis una actitud de niños

-Cállate viejo y déjenos salir de esta habitación convertida en prisión- refunfuñó Hina quien no aguantaba estar un día más en la cama sin hacer nada.

-Eso mismo digo yo- apoyó la idea de Hina el capitán Smoker quien aún se encontraba más harto que la otra.

-Dios, que cruz me ha caído encima- suspiraba el doctor Crocus mientras se preguntaba algo que su mente no llegaba a comprender- ¿Dónde está esa noble y seria actitud que mostrabais mientras peleabais arduamente en el campo de batalla?

-Se fue con nuestra libertad- renegó de nuevo el capitán Smoker contestando con ironía a la pregunta del doctor.

Era de noche, prácticamente la hora de la cena. Como cada día, aquellos dos capitanes recibían una visita que en teoría les alegraba aunque eso solo le ocurría a la capitana de cabellos rosados, ya que el de pelos grisáceos se sentía aún más inquieto y de mal humor.

-Dejar ambos de molestar al doctor Crocus y agradecerle por el buen cuidado personal que os está ofreciendo- dijo una voz masculina al entrar a aquella sala donde se encontraban los dos capitanes recuperándose- Y, que no he dicho nada, buenas noches.

-Buenas noches, general Aokiji- contestó muy cordialmente el doctor Crocus a aquel hombre que tanto respecto le tenía.

-Aokiji, buenas noches. Hoy has tardado más de lo costumbre. Seguro que has tenido un día ajetreado- saludo la capitana de rosados cabellos al ver a su general.

Sin embargo entre aquellos saludos faltaba uno que en verdad le dolía al general Aokiji. Se trataba del capitán de los puros quien se había mantenido callado y serio en cuanto su pareja entró a la habitación, además con una mirada más cabreada y furiosa que la que mantenía de costumbre. EL general, ignorando un poco al resto de personas en la sala, se acercó a ver como se encontraba su amor.

-Y, ¿no voy a recibir un saludo de tu parte, mi querido Smoker?- le dijo Aokji casi susurrando al oído de su pareja, produciéndole un temblor de nervios al joven capitán- Espero que no estés enfadado conmigo.

A pesar de que le costará no ser arrastrado por los encantos de su amor, Smoker se mantuvo firme, y no dejó entrever el rubor que le estaba causando esa escena. De verdad, el capitán se sentía enfadado pero sobre todo muy frustrado en una cosa, y llevaba varios días pensando en ello y había legado a la conclusión que ignorarlo era la mejor opción para llamar su atención.

-Vale, de acuerdo. No sé qué mosca te habrá picado, pero si no piensas hablar no recibirás la sorpresa que venía a darte- decía Aokiji en tono muy tierno pero a la vez muy sensual que dejaba anonadado a su amor, y que le hacía caer en su red.

Efectivamente, Smoker sentía mucha curiosidad por ese “regalo”  de parte de su amor, así que decidió que era momento de acabar con aquella artimaña, ya que al menos había conseguido que le hiciera caso solo a él.

-Yo… yo no quiero ningún regalo… dijo en voz baja pero cabreado el capitán Smoker, a pesar de no ser verdad sus palabras- Yo lo único que quiero es que…

-¿Qué?- preguntaba desconcertado su pareja tras recibir aquella respuesta de este.

-¡Lo único que quiero es tener sexo contigo de una maldita vez! – gritó sin querer el capitán de grisáceos cabellos por toda la sala, dejándolo muy avergonzado después- Sabes cuantos días llevamos sin hacerlo, Kuzan. Yo no aguanto más.

La sala se inundó de un mar de risas entre los presentes tras escuchar aquella confesión tan lasciva de aquel gran capitán. Hina y Crocus trataban de contener las carcajadas para así no enfurecer más al capitán, sin embargo, Aokiji no paraba de reír y reír tras escuchar aquellas vergonzosas palabras de su amor. Una risa que no se podía aguantar y que cabreada mucho a Smoker.

-Vale, iros todos un rato a la mierda y dejarme con mis malditos problemas- contestó furioso Smoker a la avalancha de carcajadas producidas.

-Smoker, pensé que eso ya lo habíamos hablado. Debes entender que lo importante ahora es tu recuperación y que cuando esta termine llegará el momento- contestó muy seriamente el capitán Aokiji a su novio- Además, no puede estar tan excitado siempre.

-Pero seguro que si lo hacemos, me recuperaré antes- contestó un poco cabizbajo el capitán de los puros.

-No es un no, entiéndelo. Además, cuanto más esperemos mejor será la recompensa- dijo con ojos penetrantes, mirada lasciva y voz muy sensual el galante general Aokiji- Por cierto, averigüé aquello que me pediste.

-Entonces ¿es cierto que tenía algo de importancia?- preguntaba Smoker cambiando el tono de la conversación a uno más serio.

-Sí. Estuve averiguando quien era ese soldado, y en los registros nuestros no aparece nada, es como si no hubiese información sobre él, y como si quisieran ocultarlo de algo- contestó Aokiji a su amor mientras hablando de un tema muy importante- Además, estuve hablando con el general Fukaboshi y me dijo que durante la batalla de Verdún, un capitán aliado llamado Bastille al cual se enfrentó, le agradeció que acabará con su vida, y en sus últimas palabras le reveló que este soldado era la clave.

-¿La clave? ¿Para qué? No entiendo, podía haber sido más directo ese capitán- dijo confuso Smoker tras enterarse de esa información- Aunque sabemos ya que ese soldado es muy valioso, y por el bien de nuestras tropas, será mejor capturarlo e interrogarlo.

-Eso mismo había pensado yo. Ahora debo marcharme a mis aposentos, que el día ha sido duro y estoy deseando echarme a la cama- respondió Aokiji a su amor mientras se levantaba de la cama donde estaba sentado conversando- Y una cosa más, no existe ningún regalo, solo lo he hecho para que me hablarás.  Buenas noches amor.

-¡Maldito Kuzan, me las pagarás! ¡Espero que tengas pesadillas en vez de sueños húmedos conmigo!- gritó enfadado Smoker tras ver como se marchaba de la habitación su amor, y tras averiguar la trampa que le había hecho.

Había pasado un mes escaso desde la terrible batalla y la Contra Alianza debía refortalecerse después de aquella derrota que tanto daño les había provocado, sobre todo para el estado de ánimo de los ciudadanos y los soldados que combatían. Aún seguía siendo altas horas de la noche aunque no pasaba de la medianoche, pero la reina y el conde de Glasgow se encontraban reunidos debatiendo asuntos importantes con el fin de solucionar los problemas ocurridos durante la última batalla.

-Reina Victoria, ya he mandado los telegramas con la telegrafía Den Den  Mushi que me pediste. Esperemos recibir pronto una respuesta de sus destinatarios porque si no supondrá un gran problema para nuestra causa- decía el conde Ace mientras estaba reunido en un salón con su majestad- Aunque no debemos perder la confianza.

-Ace, gracia por encargarte personalmente de estos trabajos- agradeció su majestad al compañero de sala que tanto trabajo le quitaba y así le ayudaba un montón.

-No es un problema, y no debe agradecerme nada. Yo soy vuestro consejero personal y además me preocupo por el bienestar del pueblo inglés tanto como usted, y lo mismo me ocurre con el estado del mundo- respondió el joven con mucha sinceridad hacia aquella joven reina- Además, debemos hacer bien nuestra labor, sobre todo para agradecer la dura lucha que está llevando nuestros ejércitos en el  frente.

-Eso por supuesto. Me horroricé al ver el estado en el que habían quedado los capitanes Smoker y Hina tras llegar a palacio. Debemos hacer esto para que tengan ayuda en su lucha. Debemos buscar refuerzos en otros países, porque ni la unión de Francia, Rusia e Inglaterra ha conseguido vencer al enemigo- contestaba la reina Vivi a su fiel consejero- Espero que se nos unan a la causa.

-Yo también tengo la esperanza mi reina- contestó el conde Ace apoyando la actitud de su majestad- Sin embargo, me preocupa uno de ellos, y no sé si con la información mandada será suficiente.

Justo en ese momento, un joven de cabellos rubios oscuros entró por la puerta casi a modo de sirvienta para atender las necesidades de su majestad. Ese joven no era otro que el guardaespaldas de su majestad, que aparte de protegerla de un posible ataque, se preocupa mucho por su bienestar, o incluso demasiado, ya que ponía de los nervios a la reina.

-Reina Victoria, le traigo si me permite la intromisión una taza de leche como a usted le gusta- dijo Kohza nada más entrar a la habitación sin llamar antes a la puerta- Además, si me permite de nuevo el atrevimiento, debería irse a la cama ya, para que descanse plácidamente.

-Pero ¿es que este idiota nunca aprenderá?- se preguntaba cabreada la reina nada más ver la presencia de aquella persona que le ponía los nervios a cien por hora- En primer lugar, llama a la puerta antes de entrar como las personas civilizadas, y en segundo lugar, limítate a hacer tu trabajo y ahórrate esos comentarios sobre lo que debo hacer. Yo soy la reina y sabré perfectamente que es lo que debo hacer. Váyase de mi presencia y llévese su leche consigo antes de que le meta yo una.

-Jo, lo siento….- contestaba apenado Kohza quien había ido a ver a su reina con las mejores intenciones y había recibido aquella reprimenda.

Aunque no le quedó otro que salir de aquel lugar, cabizbajo por la bronca de aquella persona quien le provocaba fuertes latidos en su corazón.

-Vivi, no crees que te estás pasando con Kohza. Él solamente se preocupa por ti, y encima te ayuda con sus mejores intenciones y tú le tratas así. Como tu fiel consejero y gran amigo, creo que no debes tratarlo tan mal y darle una oportunidad- respondía Ace tras la partida de dolido guardaespaldas- Además, creo que si te cayera tan mal, no lo tendrías a tu lado y hace tiempo que lo hubieses despedido.

-Ace, ¿qué estás insinuando?- preguntó la reina Vivi esperando saber lo que estaba pensando su amigo, y esperaba que no fuera lo que ella pensaba.

-Bueno, creo…- Ace dudó en si debía decir lo que pensaba o no, pero al final decidió que no perdía nada y que como buen amigo suyo, lo entendería- Creo que como habrás imaginado, a él le gustas, y además, desde mi humilde criterio, el chico no está nada mal y se preocupa por ti. Deberías… deberías darle una oportunidad Vivi.

Ace había soltado la bomba a y se esperaba una terrible reprimenda por parte de la reina que pusiera en peligro la vida y salud del conde. Pero nada de eso sucedió, sino todo lo contrario de lo que el chico se esperaba.

-¿Tú crees, Ace? La verdad… es que lo he estado pensando desde hace tiempo, y…bueno el chico es mono, aunque no eres tú, por supuesto- contestaba la reina Vivi un poco ruborizada por revelar aquellos sentimientos intranquilos que sentía- Quizás es que es demasiado protector y no lo merezco, no sé. Pero… a lo mejor… cuando todo esto se haya solucionado puede que le dé una oportunidad. Pero solo una, a la mínima le doy la patada.

-Jajaja, eso sí que no me lo esperaba, jajaja- Ace no podía contener la risa- Pero creo que debes hacerlo, por su bien y por el tuyo, sobre todo por la felicidad de los dos.

-Eso sí, por ahora le seguiré tratando así, como si fuera una prueba. Además, si alguna vez llega a convertirse en rey de Inglaterra, le haré que reciba todas las clases habidas y por haber sobre modales- contestaba la reina tras revelar aquellos sentimientos escondidos que desde hace un poco más de un año.

Y por fin la noche había llegado cuando todos en palacio se fueron a dormir para reponer fuerzas para lo que vendrán. Los días siguientes, o mejor dicho semanas y meses, esperaban con ansias las respuestas a esos telegramas mandados. Y finalmente, un día de Abril llegaron a palacio.

24 de Abril de 18917, Londres, Inglaterra.

El conde de Glasgow llegó raudo y veloz a palacio tras regresar de la compañía Den Den Mushi con unos papeles de vital importancia para el futuro. Sin llamar antes a la puerta, entró a la estancia donde se encontraba su majestad y le habló directamente a ella.

-Reina Victoria, acabamos de recibir las respuestas a los telegramas enviados hace un par de meses- contestaba el conde Ace tras entrar en la estancia donde se encontraba su reina- Tome, léalos usted misma.

El joven le entregó a su soberana unas cartas con las contestaciones que el resto de países habían dado tras la oferta o más bien, petición de la armada inglesa. La reina, antes de comenzar a leer suspiró nerviosa, porqué sabía que aquello cambiaría el destino de la Contra Alianza, y por consiguiente, el destino del mundo. Pero finalmente, cogió el primero y comenzó.

Estimada reina Victoria I de Inglaterra, es un honor para nuestro humilde país recibir una petición tan importante como la vuestra, y que tal orgullo ha provocado en nuestra patria. Desde hace unos años seguimos atentamente las andanzas de la guerra, siempre mirando por la protección de nuestros ciudadanos. Pero entendemos que este asunto va más allá de nuestras fronteras, y que debemos unir fuerzas para derrotarlo de una vez por todas. Por tanto, yo, el rey de Bélgica acepto su petición y me uno a su causa. Y si es necesario, sacaré de nuevo mi corcel Pierre y combatiré el mal con mis propias manos, como en mis tiempos pasados. Atentamente, Ganfall IV, soberano del país de Bélgica.

-Parece que el viejo de Ganfall sigue queriendo dar guerra- contestaba animado Ace tras escuchar la contestación de aquel telegrama- Será mejor que continúes, Vivi.

La reina siguió leyendo.

Excelentísima majestad de la reino de Inglaterra, debo agradecer en primer lugar que se haya considerado al reino de Italia para su ayuda, después  de la traición de nuestro anterior gobernador, el señor Gecko Moriah. Pero aun así he de decir que nuestros súbditos también estaban preocupados por la terrible agitación que se estaba viviendo en el resto de Europa. Además, a pesar de ser nuevo como rey, al igual que usted, he sido informado de todos los problemas gracias a la amistad que mantengo con el rey Riku Dold III de Rusia. Para mí y para mi país será un honor enmendar nuestros errores pasados y aceptar vuestra invitación para formar parte de la Contra Alianza. Pondré a su disposición todas las tropas italianas para conseguir una victoria. Un saludo cordial, del rey Elizabello II de Italia.

-Es un gran gesto por parte del rey de Italia aceptar unirse a la Contra Alianza después de los problemas causado con el anterior rey de Italia y sus influencias con la Alianza- respondía Vivi quien se alegraba de escuchar estas palabras, ya que veía que el futuro de Italia había cambiado a mejor. Después, continuó leyendo otro de los telegramas.

Mi querida reina Victoria I de Inglaterra, espero que siga igual de hermosa que siempre. Con los años de tradición que goza mi país heleno, y tras superar numerosas guerras, sus habitantes conocen bien la tragedia que se vive tras ella. Un ambiente de terror y hambre seguido de muerte. Pero con esto no quiero decir que denegamos su invitación, sino todo lo contrario. Como conocemos el sufrimiento, sabemos la importancia que tiene que esta guerra finalice de una vez por todas para que regrese la tranquilidad. Además, espero que como recompensa, me presente a uno de sus galanes ingleses para que se convierta en mi futuro marido. Con respeto y admiración, la reina Lola IX de Grecia, soberana del imperio heleno.

-Me parece que le ha surgido un trabajo más, mi majestad- contestó entre risas el conde Ace quien estaba emocionado por la buena respuesta de los reyes europeos.

Reina Victoria de Inglaterra, le escribo para responderle a la petición de vuestra parte que recibimos hace unos meses. Tras sopesarlo mucho con mi consejo personal, hemos llegado a la conclusión que será mejor hacer algo que quedarnos de brazos cruzados. Yo mismo me he ofrecido a capitanear la armada serbia con el fin de ganar a nuestros enemigos. Además, agradezco la labor que ha estado haciendo durante todos estos años para defender al pueblo europeo, y siento de corazón haber tardado tanto tiempo en darnos cuenta del problema y ponerle solución. Mis más sinceras disculpas de parte del rey de Serbia, el señor Dalton VII.

-Por lo que veo, va todo viento en popa. Seguro que con estos refuerzos conseguiremos acabar de una maldita vez, está larga guerra- decía el joven Ace que casi no aguantaba el entusiasmo tras ver una pequeña luz al final del túnel- Deberías alegrarte más, Vivi.

-No cantes victoria tan fácilmente. Aunque aprecio de bien agrado su ayuda, ambos sabemos que sus armadas son flojas y con escasos miembros y armamento. Por lo que todo depende de la respuesta del último rey- decía la reina Vivi mucho menos entusiasta que su consejero- Pero es la respuesta que más pavor le tengo.

-No te preocupes Vivi, seguro que habrán comprendido el problemas y harán caso de tus peticiones- intentaba animar el chico a su reina que estaba más decaída- Venga, léelo, que seguro son buenas noticias.

Y sin más dilación, la reina se dispuso a leer el último de los telegramas, pero el más importante para el futuro de Europa e incluso del mundo.

Estimada Reina Victoria I de Inglaterra, he recibido su petición y le escribo para darle la respuesta a esta que estoy seguro que espera con ansias. Conozco la grave situación que está viviendo Europa en estos momentos, a pesar de la lejanía de nuestros dos países. Pero no por ello voy a poner las vidas en peligro de los ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, eso era lo que pensaba al principio de conocer el estado del enfrentamiento, no obstante mi opinión fue cambiando conforme veía que el problema se agravaba. Pero ahora tras conocer la situación más de cerca, sobre todo gracias a la información recibida por ustedes y la que nuestros mensajeros nos han proporcionado, veo necesario que el ejército estadounidense intervenga en el conflicto. Porque ya no es proteger las vidas de nuestros ciudadanos, sino proteger a la población mundial, cosa que debería ser una prioridad para todos los líderes del mundo. Por todo esto, confió que uniendo nuestras fuerzas, el poder militar de la Contra Alianza aumente y podamos derrotar a los enemigos. Además, gracias a la información que nos proporcionasteis, hemos encontrado varios problemas a resolver en nuestro país alrededor de cierta organización criminal que antiguamente operaba en el bando aliado. Pero con esto, su solución está más que servida y nuestro equipo de policías estoy seguro que atenderá de modo correcto la situación. Espero que a pesar de la demora, todos los países, unidos, luchen conjuntamente y hagan desaparecer el terror que vive la población europea y que se está transmitiendo al resto de continentes. Mis más cordiales saludos y mi enhorabuena por sus grandes méritos, de parte del presidente de los Estados Unidos de América, Monkey D. Dragon.

-Ace, ¡lo conseguimos! Con esto estoy segura que pondremos fin a la catástrofe provocada por la Alianza- decía la reina Vivi ahora sí entusiasmada tras leer está contestación saltando de alegría, perdiendo un poco el comportamiento adecuado de una reina, y abrazando fuertemente a su amigo- Tenías razón Ace. Gracias por no perder la esperanza, y por apoyarme todo este tiempo.

-De nada Vivi, estaba seguro que nuestros esfuerzos darían sus frutos tarde o temprano-decía el conde Ace quien también se encontraba muy feliz tras aquellas buenas nuevas- Ahora, ¿por qué no lo celebramos con una botella de champagne?

-Creo que es una buena idea, jajaja- decía alegre la joven reina- Y después iremos a contárselo al general y a los capitanes. Estoy segura que se pondrán felices.

Por fin, después de tantos problemas y líos de cabeza que les había causado el enfrentamiento con la Alianza, por fin recibían buenas noticias. Una luz de esperanza que iluminaría el camino de las tropas de la Contra Alianza para destruir por fin a su enemigo y restaurar la paz en el mundo.

1 de Mayo de 1917, Washington, Estados Unidos.

Unos días más tarde de que la reina de Inglaterra recibiera la respuesta a sus peticiones, el presidente de los Estados Unidos mandó llamar a uno de sus subordinados más importantes y más fieles, para tratar un tema de vital importancia para el país estadounidense. Aquel hombre fue invitado a la mismísima Casa Blanca, sede del gobierno del presidente, residencia de este, y lugar donde se trataban los asuntos de estado más transcendentales. Un lugar singular, y nada parecido a otros. Con su característica proliferación de color blanco, y con un estilo semejante al de los antiguos clásicos, de Grecia y Roma, se alzaba majestuosa como símbolo de la lucha de los estadounidenses para hacerse un hueco en el mundo.

Allí, en el despacho del presidente, conocido como el Despacho Oval, estaba esperando aquel hombre para reunirse con él, para haber de que trataba aquel asunto tan urgente. Y con unos minutos de retraso, debido a su agenda ocupada, entró por la puerta, y saludó al otro hombre, al que conocía desde hace varios años, y que había mantenido la amistad durante varios largos años.

-Es un gusto volverle a ver, señor presidente- saludó el hombre invitado tras ver como entraba el otro señor por la puerta- Me imaginó que el tema a tratar es importante, ya que sino no me habría hecho llamar personalmente.

-Ha comprendido bien, señor Fujitora. Gracias por la rápida presencia, y por dejar su cargo de jefe de policía de Nueva York para atender a mi llamamiento- saludó el presidente de los Estados Unidos a su viejo amigo de batallas- Pero primero, mi hija Koala le envía saludos a su hija Keimi y está deseando reunirse con su amiga, como en los viejos tiempos.

-Le haré llegar los recuerdos de su hija a la mía. Seguro que se alegra por ello- respondía más entusiasmado el jefe de policía por aquellas palabras- Pero, ahora si no le importa, vaya al grano, señor presidente. Seguro que nuestras agendas están repletas de cosas y no estamos para perder el tiempo.

-Siempre tan profesional, viejo amigo. Esa es una cualidad que se le agradece. Bueno, pues entonces le explicaré el asunto- dijo Dragon a su amigo antes de comenzar la explicación sobre aquel tema tan importante- Hace unos meses recibimos una petición de entrar en guerra contra la Alianza, y así finalizar la guerra en la que se encuentra sumida Europa. Y hace unos días, aceptamos esa oferta.

-La verdad es que conozco poco del estado de Europa y esa guerra, escasamente la información que sale de los periódicos. Pero en sí, esta ya es alarmante. Así creo que ha optado por la mejor, y será bueno ayudar a esa pobre gente para que su sufrimiento acabe- Además, aunque sean asuntos ajenos al país, no debemos echarles la espalda.

-Ese es el problema, Fujitora. La reina Victoria en su telegrama a parte de la petición de unirnos a su causa, nos aportaba información sobre los distintas personas que conformaban aquella organización, y entre ellas hay uno que conocemos muy bien, sobre todo usted- contestaba Dragon dejando con el misterio a su viejo amigo, el jefe de policía- La identidad de ese hombre se haya oculta bajo el nombre del  Flamenco Rosa.

-¡¡¡¿Donquixote Doflamingo?!!!! El gran magnate de los negocios de Nueva York. Si le soy sincero, no me sorprende, ya que acumular esa cantidad de fortuna tan rápido y escalar a lo más alto de la sociedad en tan escaso tiempo, era imposible si no había un asunto sospechoso por detrás- explicaba Fujitora quien no se sorprendía de aquellas noticias- Sin embargo, su captura será una empeña bastante dificultosa y que creará un gran revuelo en la ciudad.

-Por eso quería tratar este asunto en privado con usted a solas. Conocemos gracias al informe de la reina inglesa que Doflamingo tiene una organización criminal, pero no sabemos sus planes ni sus objetivos. Además, no tenemos la suficiente información necesaria para apresarlo a él y a su banda- respondía sinceramente el presidente Monkey D. Dragon ante el jefe de la policía neoyorquina, y un viejo amigo- Por eso le propongo que en secreto y con sus mejores hombres y aquellos que sean más fieles, habrá una investigación policial y que saqué los trapos sucios de esta organización. Y que lo haga con la mejor fiabilidad y con la rapidez posible para que este asunto no afecte a los ciudadanos estadounidenses.

-Por supuesto. En cuanto regrese a mi ciudad me pondré en contacto personalmente con mis investigadores más profesionales y nos encargaremos de resolver este asunto que tendré prioridad máxima- contestó Fujitora con la respuesta que su presidente quería escuchar- Ahora, si me disculpa, debo regresar y poner en marcha nuestros planes.

-Que tenga suerte, y que aunque tarde tiempo, mete a esos rufianes entre rejas, señor Fujitora- dijo el presidente mientras se despedía de su amigo que salía por la puerta de aquel amplio despacho- Mientras, yo me ocuparé de ayudar a que esta guerra cese de una vez por todas.

 Y así fue como nació la investigación a la organización criminal que en un año causaría tantos problemas a un joven príncipe inglés y a su fiel y amado siervo. Grandes fueron las coincidencias de que la hermana del príncipe alertará sobre el peligro que se le venía a su hermano, desconociendo el futuro de este. Sin embargo, gracias a esto, el tormento que sufrió el príncipe y sus amigos fue el menor y pronto se solucionaron las cosas en la ciudad neoyorquina.

Con la intrusión de las tropas estadounidenses, y del resto de países europeos, la Contra Alianza se reforzó en gran medida, tanto en el número de soldados como en forma armamentística, y pronto, las primeras victorias de esta coalición, llegaron. Casi un año pasaría hasta que el final de la guerra mundial llegará, el 11 de Noviembre de 1918, pero antes varias batallas tenían que disputarse para acabar de una vez con todo el conflicto. Una de ellas, o más bien, la última de ellas, pero muy importante para la historia, fue la que cambió por completo el destino del mundo.

Este último enfrentamiento, en la región de Vittorio Veneto, al norte del país de Italia, supuso en el conflicto clave y final entre los dos enemigos. Por una parte, la Alianza había quedado bastante debilitada después de sucesivas batallas que habían surgido durante el año 1918, y para culminar el problema, la reciente explosión en las principales instalaciones enemigas del complejo de Marine Ford en la ciudad de Viena, supusieron un terrible horror para los planes aliados que se vieron frustrados, sobre todo para la mente perversa del general Akainu. Pero está oportunidad no la dejaron escapar las armadas contra aliadas, que en vez de tener un horrible año, las cosas no les podían haber ido mejor. Tras el refuerzo de tropas y armas, las victorias se sumaron a sus filas, y ahora combatían esta última batalla con deseos de finalizar una larga y duradera guerra.

La Batalla de Vittorio Veneto, la cual ya llevaba varias semanas desde el 23 de Octubre de 1918, estaba en su momento más álgido. Se vivieron grandes duelos como los del general Fukaboshi contra los capitanes Ronse y John Gigant, de la armada aliada, además del combate que marcó leyenda entre el general inglés Aokiji y el general austriaco y líder de la Alianza, Akainu. Este enfrentamiento cambió el curso de la batalla ya que el líder Akainu recibió un bajón a causa de perder algo que parecía que le importaba. Su perro soldado llamado Drake fue capturado por el capitán Raylight tal y como le había ordenado su general, y Akainu furioso no pudo controlar sus nervios, perdió destreza con el arma y perdió el duelo contra Aokiji. Esto provocó aparte que las tropas aliadas se retiraran debido al fuerte avance de sus rivales, pero estos nos les daban lugar a la retirada, ya que buscaban atraparlos antes. Los soldados ingleses, franceses, rusos, estadounidenses y demás países, poco a poco fueron derrotando a los aliados, y capturándolos para que más tarde pagaran por sus crímenes ante la justicia de cada país. Además, los generales de las armadas, que estaban todos en combate, luchaban contra los restantes capitanes aliados que no buscaban la derrota. El general Kyros de Rusia se enfrentó contra varios adversarios para buscar información sobre la retención de su cuñada Viola, pero no encontró nada. Mientras, el presidente de Estados Unidos y general de este país, Dragon, luchaba con todas sus fuerzas contra enemigos formidables como el capitán Momonga, el capitán Onigumo o el vice capitán Sentomaru. Pero los esfuerzos de los generales Aokiji, Fukaboshi, Kyros, Dragon, entre otros, dieron sus frutos. La victoria estaba asegurada, sobre todo cuando llegaron los últimos refuerzos. Las tropas que el conde de Glasgow había reunido para la batalla y que en un principio habían decidido mantenerse al margen del conflicto.  Los capitanes ingleses Ramba y Rakuyo, la capitana Elmy de la armada italiana, el capitán irlandés Isleone, y el francés Epoida, además de los capitanes hermanos Dircavan y el capitán Doma  de las armadas del norte de África. Todas estas personas, más los generales, capitanes y demás soldados consiguieron darle un último empujón a la lucha, hasta que el día 2 de Noviembre de 1918 se produjera el gran milagro que tanto añoraban. La Batalla de Vittorio Veneto finalizó con el resultado a favor de la coalición Contra Aliada, y como señal, la Alianza fue prácticamente derrotada en su totalidad, dejando que claro que la guerra estaba a punto de finalizar.

Los enemigos fueron capturados y mandados presos a las diferentes priones de los distintos países para interrogarlos y castigarlos. Sin embargo, las personas más importantes de la Alianza no pudieron ser capturadas. El líder alemán Marshal D. Teach y todos sus cómplices se abstuvieron de luchar esa batalla en Italia, y salieron libres sin ser capturados, siendo su paradero actualmente desconocido para las tropas contra aliadas. Además, el líder político Spandam y su tropa de asesinos tampoco han sido hallados, al igual que la persona que ideó todo este plan de dominar el mundo, el líder de la Alianza, el general Akainu. Solamente llegaron unos rumores de que estaría escondido en su ciudad natal de Viena, entre los restos de la sede de Marine Ford, y los restos de la Alianza.

11 de Noviembre de 1918, Londres, Inglaterra.

El mundo entero se había levantado con un gran revuelo. La gran noticia iba recorriendo cada parte del continente europeo al igual que del resto del mundo. La noticia de que por fin, todo volvía a la estabilidad y que los conflictos habían acabado. El fin de la primera gran guerra mundial. 

Los ciudadanos de todos los lugares salieron a las calles a celebrar con festejos aquella gran noticia, festejos que duraron todo el día, ya que en muchos países se detuvieron las jornadas laborales por la celebración. Además, los soldados, capitanes y demás cargos, celebraban el fin de la batalla por las calles, bebiendo como locos y regresando a sus hogares que tanto añoraban. Los principales países afectados por la gran guerra como Francia, Rusia e Inglaterra, o los pertenecientes al bando aliado comenzaron a recuperarse después de la tragedia. Hicieron planes de reconstrucción de sus edificios y calles, volvieron a cultivar y a subir las industrias, e incluso volvieron algunos lujos como el teatro o los burdeles, intentando sobre todo, regresar a la rutina normal de antes de la guerra, a sus días felices. En definitiva, la paz se había restaurado en el mundo entero.

El Palacio de Buckingham se encontraba completamente ajetreado, con todas las personas de un lado para otro, por todo lo ocurrido durante aquel día. Desde que amanecieron con la noticia del fin de la guerra, numerosas cartas de gratitud habían llegado para su reina Victoria. Cartas que se fueron acumulando hasta que la reina se dispuso a abrirlas, pero no sin antes pasarse a hablar por el Going Merry Hall con aquellas personas que ya consideraba muy buenos amigos, los capitanes Smoker y Hina, el general Aokiji y por supuesto el conde Ace, y un poco de rebote ya que se encontraba ejerciendo su trabajo, el joven guardaespaldas Kohza.

-Chicos, ¡por fin! Por fin acabamos con esta maldita guerra- dijo la reina Vivi gritando con gran intensidad nada más entrar por la puerta de aquel amplio salón, con un  carácter que normalmente no solía mostrar ya que tenía que mantener una posición- Hoy pienso pasarme el protocolo de reina por donde me plazca, porque simplemente estoy feliz.

-Pues claro que sí, su majestad es la reina y puede hacer lo que le plazca, además, la ocasión lo merece- contestaba riendo la capitana Hina quien no había visto aquella faceta de la reina, y que le gustaba- Ahora solo nos faltan unas copas de champagne para brindar u celebrar una gran fiesta, jajaja.

-Hina, no te pases, que estamos en el palacio de su majestad y ante su presencia. Debes mejorar tus modales- renegaba Smoker que parecía un tanto enfadado aquel día- Aunque también estaría bien tomar un par de copas de sakes, o más, jajaja.

-No estés de mal humor un día como hoy, Smoker, o ¿es que sigues enfadado porque tu novio no te dio el permiso para participar en la última batalla?- chinchaba la capitana Hina a su amigo, sabiendo perfectamente lo que le hacía rabiar-¿o quizás sea porque hace mucho que no… bueno tú ya me entiendes?

-¡Hina! No digas eso aquí en presencia de la reina. Y para tu información no es ninguna de las dos cosas- intervino el general Aokiji un poco nervioso tras escuchar aquellas absurdas preguntas que su capitana le hacía a su pareja- Quizás un poco la primera, pero eso ya lo tengo superado. Y… actualmente lo tengo muy bien complacido, para que lo sepas.

Los presentes no pudieron evitar echarse a reír con esta contestación del normalmente inexpresivo general, todos menos el capitán Smoker, que primero se escondió avergonzado pero después se acercó a su novio y sin pensárselo dos veces le dio una colleja.

-Vale, vale, lo siento, no me pegues- contestó Aokiji arrepentido tras la reacción de su pareja- Será mejor que cambiemos de tema.

-Eso sería lo más correcto- contestó también el conde de Glasgow, el joven Ace quien recordó algunas tiernas escenas con su difunta pareja tras presenciar a la feliz pareja del capitán y el general- Aunque he de decir que ambos parecen una pareja de recién casados, jajaja.

-Eso, eso, y ¿para cuándo la boda?- chinchó nuevamente la capitana Hina que estaba disfrutando de ver al avergonzado Smoker- Que debo elegirme un bonito vestido que cause sensación.

-Cállate Hina y búscate de una vez un novio, que de verdad parece que lo vayas necesitando- le renegó el capitán de la armada inglesa a su compañera.

-Pero si ya tengo – respondió muy rápida la capitana de cabellos rosados generando interés entre los allí presentes.

-Uy, chica, que calladito te lo tenías,  y ¿quién es el afortunado galán que te conquistó el corazón? Y ¿Cuándo lo conociste? , cuenta, cuenta- preguntaba le reina intrigada como si fuera una conversación de chicas que se transmiten los cotilleos sobre sus novios.

-Llevamos saliendo desde hace un par de años. Es el general Fukaboshi de la armada francesa, a quien todos conocéis. La verdad es que cuando lo vi la primera vez, me enamoré locamente de él. Es un hombre varonil y valiente, entregado a su patria y a su familia, y con un cuerpazo. Chica, lo que todas desean tener- contestó Hina como si solo estuviera conversando con la reina- Y cuando luchamos codo con codo en la Batalla de Verdún, bueno, pues nos conocimos un poco más… a fondo… y surgió el amor. Y a pesar de que sea una relación a distancia lo llevamos bastante bien. Siempre nos podremos ver en las batallas.

-Jajaja, déjate de batallas por un tiempo- contestó la reina Vivi entre risas alegrada por el amorío de su amiga- Menudo partidazo que te has cogido. Aunque te deseo lo mejor, que te lo mereces, Hina.

-Gracias, y a ver cuándo encuentras al hombre que te ponga mirando para al otro lado- le contestó la capitana a la reina sin tener ningún miramiento en sus palabras.

-¡Hina!- gritó avergonzada la reina tras aquellas palabras de su amiga la capitana inglesa.

Mientras, el resto de personas de la sala, o más bien el grupo de hombres se mantenían alejados de la conversación de chicas. En verdad no querían que les salpicará todo aquel cotilleo y marujeo. Simplemente se alegraron de la felicidad de Hina.

-Por cierto, Kuzan, mi padre me dijo que habían capturado al soldado que os dije que parecía importante, y que está en la prisión de cuartel general de Ennies Lobby. Cuando tenga tiempo me gustaría interrogarle yo personalmente. Hay algo que me intriga de todo esto- dijo Smoker a su pareja- Además, creo que puede ser la clave para encontrar al general Akainu.

-Cómo desees, querido- dijo con retintín el general de la armada inglesa.

-Y otra cosa, mi padre Raylight nos ha invitado a cenar esta noche en su casa. Le he dicho que iríamos encantados. Se encuentra muy solo desde que mi madre Shakky murió en aquel cabaret. Si lo hubiese sabido antes, no la hubiese dejado que se fuera a vivir a aquel lugar donde también trabajará. Si solamente mi padre estuviera más tiempo en casa y no con sus aventuras- explicaba Smoker que recordaba apenado a su fallecida madre.

-No te preocupes Smoker, no fue culpa tuya ni de tu padre que tu madre muriera. Fue una desgracia que no se pudo evitar. Ambos deben seguir para adelante como han estado haciendo- decía tiernamente Kuzan para reconfortar a su pareja quien mostraba un rostro triste- Y… tengo miedo de tu padre. Creo que no acepta del todo nuestra relación.

-Jajaja, no creo que te vaya a matar. Solo te hará pasar un rato mal y ya está- contestó entre risas Smoker al ver el sudor en el rostro del valeroso general Aokiji. Podría con una guerra pero jamás con su suegro- Ten en cuenta que le quitaste al único hijo que tiene, y eso no te lo va a perdonar tan fácilmente.

-No te robé. Solo te conquisté- respondió dulcemente Kuzan quien se acercó a su amado para darle un beso.

Parecía que aquellos dos no escondían su amor ya, sobre todo ante aquellas personas que ya conocían la relación que estos mantenían. Ace miró por unos instantes al joven Kohza, que estaba un poco perdido en la nada, y se acercó para hablarle.

-¿Por qué andas tan en las nubes, joven Kohza? Deberías estar alegre y feliz, la guerra  ha acabado y lo estamos celebrando- dijo el conde tras acercarse a aquel rubio que se mantenía al margen de la conversación- No será que te ocurre algo, quizás mal de amores.

-Señor conde, ha acertado usted en el clavo. Quizás he sido muy impetuoso demostrando mi amor por su majestad, pero siempre recibo el rechazo por su parte y mi corazón duele cada vez que ocurre eso. Creo que no aguantaré por mucho tiempo más- dijo muy triste el joven Kohza confesando sus sentimientos al conde Ace- Debo desistir y dejar que la reina se enamoré de la persona que quiera, y ese… no soy yo.

-Debo decir que mi amiga es un poco dura y en temas sentimentales le cuesta abrir su corazón. Pero le aseguro una cosa, señor Kohza, si le odiará no estaría aquí presente- explicó Ace al joven tras conocer los sentimientos de las dos personas implicadas en esta historia de amor- Además, creo que un buen momento para intentar insistir en su hazaña. Seguramente el resultado sea diferente, confíe en mí.

-Gracias, señor Ace, gracias por animarme- contestó el joven rubio a su nuevo amigo- Creó que por ahora seguiré aquí y esperando a que surja la ocasión.

-Creo que es la mejor, jajaja- respondió el conde Ace hacia un más animado Kohza.

Pero luego se dio cuenta de que en una de las mesas de aquel amplio salón estaban unas cartas que la joven reina debía leer cuanto antes.  Por eso, Ace decidió apartarse del joven guardaespaldas y de aquella conversación a escondidas de la que nadie se estaba enterando, y se acercó a su majestad Victoria.

-Vivi, antes de celebrar la fiesta esta, será mejor que leas estás cartas, puede que alguna sea importante- dijo el conde Ace aconsejando a su vieja amiga, aunque veía que esta no estaba muy por la labor.

-Ace, no seas aguafiestas. Eso ya lo haré más tarde, disfruta de la mini fiesta y tomate una copa para relajarte, que seguro te viene muy bien- dijo la reina quien parecía que estaba un poco borracha tras tomarse unos tragos con su amiga Hina- O mejor, he cambiado de opinión, ¡a la mierda las cartas! Hoy toca disfrutar.

La joven reina Vivi, medio borracha por la ilusión de haber finalizado aquella guerra, cogió y actuó por sus propios impulsos. Se acercó hasta donde se situaba el joven guardaespaldas Kohza y cuando estuvo al lado de él le dio un fuerte beso apasionado. El chico rubio se quedó atónito, en verdad el conde le había dado bastantes esperanzas, pero no pensaba que tantas, además que hicieran efecto tan rápido. Aunque lo único que pudo hacer fue corresponder aquel beso apasionado con otro más tierno que estremeció a la reina quien por fin había aceptado sus sentimientos.

-Ala, ya lo he hecho- contestó la reina tras sacar todos sus sentimientos a relucir con ese beso- Pero que no se te suba a la cabeza Kohza, tienes que seguir conquistándome día a día.

-Por supuesto, mi reina- dijo entrecortado el joven, para más tarde acercarse a su majestad y darle un tercer beso, el más tierno de todos- Yo también la amó.

Después de que la reina recibiera aquel beso seguida de aquella declaración de amor, no pudo evitar el sonrojó que sus mejillas intentaban esconder. Pero buscó desviar el tema, acercándose a las cartas que portaba el joven Ace, lanzándolas hacia el aire sin pensárselo dos veces. Ace y los demás presentes quedaron un poco atónitos por esta acción de la reina, aunque los militares se rieron y lo dejaron pasar, sobre todo al ver la muestra de amor que acababa de recibir su majestad. Sin embargo, el conde decidió recoger las cartas antes de que se perdiera. Pero lo que no podía imaginar es que una de ellas fuera un misterio.

-Espera, esta carta no tiene remitente ni nada. Solo el destinatario, y… somos nosotros dos, Vivi. Creo que es algo importante, voy a leerlo- contestó Ace quien comenzó a abrir la carta con cierto misterio por lo que podía hallar en su interior.

No obstante, la reina Vivi quien seguía un poco ebria, le quito la carta de las manos, la terminó de sacar y comenzó a leerla mentalmente. En lo que en un principio aquella reina pensaba que sería una carta de gratitud como la que había recibido de otros países, resultó ser una carta más importante. Cuando acabó de leerla, con una cara un tanto pálida, habló con seriedad e intranquilidad.

-Ace, haz las maletas cuanto antes, partiremos mañana- dijo la reina Vivi, o más bien ordenó a su compañero que estaba mirando perplejo- Y vosotros cuatro también, que nos ayudéis a proteger.

-Pero Vivi, ¿qué pasa? ¿Qué es esto tan repentino? ¿Dónde vamos? ¿Por cuánto tiempo? ¿por qué necesitamos protección?- el conde no podía parar de preguntar inquieto tras aquellas palabras de la reina- Por favor, Vivi di algo.

-Nos vamos a un lugar de Francia, y tenemos que estar allí en una fecha en concreta o sino el mundo se volverá a sumir en un tremendo apocalipsis como el que vivíamos con la guerra- dijo muy preocupada la reina quien aquella lectura le había producido que los efectos del alcohol se le pasaran- No, sería peor.

Y así acabó la fiesta y celebración para aquellas seis personas. Cuando la alegría estaba palpitante en el ambiente, y la felicidad recorría las vidas de aquellas personas, felicidad muy ligada al amor, todo acabó. Una carta había llegado y había cambiado los destinos de otras dos personas, igual que ocurría en una lejana ciudad cruzando el charco. Pero mientras, esa misma noche pero en otro lugar del mundo, algo se estaba maquinando, algo que no era nada bueno.

11 de Noviembre de 1918, Viena, Austria.

Un hombre derrotado caminaba en la penumbra de la noche entre los restos de escombros de la sede militar de la Alianza. Tras la explosión sucedida hace un par de meses, que dejó prácticamente destruida la sede aliada más conocida como el cuartel de Marine Ford, la Alianza no levantó cabeza. Aunque ya llevaba un año bastante duro y difícil de afrontar para ellos. Y ahora prácticamente estaba al borde de desaparecer para siempre. Solo un hombre continuaba en aquella enmienda, su líder, pero parecía que tras el anuncio del final de la guerra y lo sucedido en la última batalla, ya nada le importaba. Caminaba sin rumbo entre las sombras de la noche, sin objetivo, sin un sueño. Su vida se había roto totalmente. Las dos cosas más valiosas que había tenido las había perdido en un solo día y ya no había vuelta atrás. Solo quería encomendarse a sus dioses y esperar hasta que llegará la hora de su final.

Eso era lo que estaba tratando de hacer el general Akainu cuando regresó a su casa, a la sede aliada. Entre los escombros de uno de los edificios, halló la estrecha y escondida entrada secreta hacia un pasadizo subterráneo, el único que había quedado en pie tras la explosión. Este era oscuro y estaba repleto de telarañas y algún que otro animal como ratas y arañas, pero el armazón que lo sostenía era tan fuerte que ni la explosión ni la onda expansiva de esta, había conseguido dañarlo. Pero eso no le era relevante, solo seguía su camino sin detenerse a mirar para atrás. Finalmente, al final del largo y mugroso túnel encontró la sala que estaba buscando desde hace un tiempo. Se trataba de una capilla, la cual era la base de la Alianza, conocida como la Capilla Mariejoa.

Era un lugar muy sagrado para las tropas de la Alianza, ya que allí se erguían de pie las cinco estatuas de los fundadores de la Alianza, de hace varios siglos. Cinco estatuas, grandes y altas, de piedra que representaban los ideales fundamentales que buscaba promulgar la Alianza con sus conquistas. Además, cada una se situaba en uno de los extremos de la capilla, y en el centro de esta estaba un pequeño altar de oración. Sin duda, se podía decir que era el lugar más importante para la gente que pertenecía a esta organización.

Allí, hasta ese diminuto altar de piedra, se acercó el general aliado y se arrodilló para rendir culto a sus dioses. Y es en ese mismo lugar donde comenzó a pedir sus plegarias.

-Oh, mis amados dioses, mis venerados ancestros, los fundadores de esta noble causa. Oh, miembros del Gorosei, yo, general Akainu de la Alianza os imploro clemencia por todo el daño que os he causado. Mi afán de poder y ambición ha mandado a la Alianza hasta el caos total y lo que es peor, a su derrota. Pero… pero no era mi intención. Solo buscaba promulgar esos grandes valores que ustedes, miembros del Gorosei, nos enseñaron a estos humildes siervos. Yo solo soy siervo de vosotros, y ahora… os he fallado. Merezco un gran castigo, como la muerte- decía arrodillado el general aliado Akainu mientras unas lágrimas caían sobre su rostro arrepentido por el gran fallo que había cometido- Además, he pecado. He pecado de amor. He fallado uno de los votos más importantes de un líder aliado. No amarás, decía esa sagrada ley que yo he roto. Pero fui incapaz de detener mis impulsos, y… aun así cuando lo tenía en la palma de mi mano, lo arruiné todo y lo perdí para siempre. Te perdí, mi amado dinosaurio. Así que os pido como última voluntad, clemencia a la hora de llegar al sagrado cielo junto a ustedes. Porque mi vida ha acabado y no merezco seguir viviendo.

Justo cuando acabó de decir estas palabras a modo de plegaria final, el general Akainu sacó un cuchillo que portaba en su abrigo, y se dispuso a clavárselo en el pecho. Ya nada le importaba en este mundo que se le había ido de las manos. Solamente quería perecer en aquel sagrado lugar y acabar con su sufrimiento. Y entonces el general de la Alianza, el verdadero perro siervo de esta, se intentó suicidar. Pero una voz le detuvo a tiempo.  Una voz arrogante y orgullosa, malévola y despiadada. Una voz que él mismo conocía muy bien, y sabía el horror que traía consigo.

-Nunca me habría imaginado que el general más despiadado que he conocido, tuviera corazoncito en ese robusto cuerpo bañado de sangre, jajaja. Por eso has perdido, general Akainu. Por esa debilidad tuya, la Alianza ha sido derrotada- dijo aquel hombre que apareció en la noche en aquella capilla, para intimidar al general- Pero eso ya no importa. La Alianza solo era parte de un magnífico plan que llevo elaborando desde hace décadas, así que su derrota tampoco es tan importante.

-¿Cómo? Pero que está diciendo usted, señor Marshall D. Teach. ¿La derrota de la Alianza no le importa en absoluto? Si usted mismo forma parte de ella- dijo muy desconcertado el general Akainu tras escuchar aquellas intrigantes palabras de una persona que de verdad no le caía nada bien- Además, ¿qué es eso de que todo forma parte de su plan maestro? Explíquese ahora mismo, se lo ordeno.

-Vale, vale, no te alteres, jajaja. Simplemente estaba afiliado a la Alianza por mero interés, pero cuando las cosas comenzaron a torcerse, ya no me interesaba seguir vinculado a esta. Además, ¿Quién crees que instigó a hacer una guerra? Yo fui quien le mandó más hombres y armas, yo fui la base de su plan. No, yo fui el artífice de crear sus planes y sus sueños. Yo soy la persona que os controla a todos como si fuerais mis títeres, jajaja- decía orgulloso el hombre alemán, y le gustaba las reacciones de rechazo y odio que ponía el general aliado- Entiéndalo de una vez, la Alianza ha muerto y usted también. Sin embargo, yo le ofrezco otra oportunidad, a no sé qué quiere morir en unas condiciones tan nefastas y deshonrosas como son las provocadas por un suicidio.

-¿Otra oportunidad? A mí ya no me queda nada por lo que luchar. La Alianza, como usted ha dicho, ha muerto, y… a él lo perdí- recordó apenado el general Akainu, el momento en que las tropas inglesas le arrebataron a aquello que le era preciado, como su tesoro.

-Y si le digo que puede recuperar a aquello que más desea, a quien más desea en este mundo- reveló una gran sorpresa el general alemán tras decir aquellas palabras que alentaron al general aliado- ¿Qué me dice, general Akainu? ¿Se une a mi causa y se convierte en un fiel siervo mío, o prefiere morir aquí abandonado?

Por unos instantes todo se sumió en silencio esperando la respuesta del general Akainu, quien tardo un largo tiempo en meditarlo y pensarlo bien, pero finalmente respondió.

-Acepto. Me convertiré en su siervo si así puedo recuperarle- contestó el general Akainu que se había rebajado mucho para poder conseguir lo que buscaba.

-Bien. Ahora que ya hemos sembrado el pánico en el mundo, solo nos queda eliminar a unas cuantas personas. Aquellas que son capaces de derrotar mis planes- contestó Marshall D. Teach mostrando una tétrica sonrisa y expresión que dejó aterrorizado al ya antiguo general de la Alianza.

La primera guerra mundial había llegado a su fin aquel día 11 de Noviembre de 1918. Sin embargo, algo peor comenzaba a maquinarse, ya desde hace tiempo. Algo mucho más malo y que podía poner en peligro las vidas de todos los seres humanos del planeta. ¿Podrán aquellas personas nombradas por el general Marshall D. Teach, detener aquella tragedia?


 

Notas finales:

Bueno. Espero que os haya gustado y espero grandes comentarios. Unos saludos y nos leemos en el proximo capitulo.

 

TO BE CONTINUED =)


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