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Príncipe y siervo. Amor idiota y leal por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola a todos.  Aquí les dejo el capítulo 12 de la historia.  Espero que lo disfruten.  La verdad es que últimamente me están saliendo unos capítulos muy extensos y tengo miedo de que resulten tediosos por eso quiero saber su opinión. 

Escena Duodécima. Un capitán, una bailarina y un animal. Objetivo: Salir del infierno


28 de Julio de 1914, Viena, Austria.


La noche era oscura. El silencio de las calles se sumaba al rubor del viento que traspasaba por los árboles y parques de la ciudad. Ni un alma humana se atrevía a caminar por aquellas callejuelas tenebrosas y repletas de misterios de la noche. Sin embargo, la ciudad tras pasar cada noche, amanecía resplandeciente con los primeros rayos del sol, cada día. Pero a pesar de vivir en tan calma, el mundo comenzaba a sucumbir en la gran desesperación. No muy lejos de aquella capital, la raza humana se encontraba muy agitada. En aquel día tan importante para la armada aliada, ellos veían un triunfo donde el resto de la humanidad observaba una gran catástrofe.


Pero en un lugar era aún mayor la oscuridad, donde la soledad y el miedo se juntaban para hacer pasar las peores pesadillas a sus residentes. Aquel tétrico lugar albergaba un sinfín de gente esperando la hora de su muerte. Y entre ellos, se encontraba un joven. Un muchacho hambriento, solo y dolido. Desmejorado por las condiciones nefastas en las que se encontraba y sobre todo, sintiéndose terriblemente desamparado y sin fuerzas para seguir luchando por su vida. Bastante difícil le resultaba sostenerse en pie, cuanto ni menos hablar. Sin embargo, en aquella espesa y larga noche, unas palabras salieron de su boca, unas palabras repletas de dolor y por supuesto, amor; un amor que provocaba que aquel dolor fuera en aumentó.


-Ace…- dijo una voz masculina cargada de sufrimiento en la lejana noche de aquel oscuro lugar, mientras estaba apresado con aquellos pesados grilletes que desde hacía un largo tiempo eran su compañero más cercana.


Ese pequeño sonido, casi como si se tratara de un susurro, fue el aliento de una persona. El único aliciente para seguir con vida, porque si no fuera por ello, por esos pensamientos esperanzadores y a la vez desgarradores, hacía tiempo que el joven habría sucumbido a todos los males por los que estaba pasando encerrado en ese sitio.


19 de Agosto de 1914, Viena, Austria. Día del torturador.


La sede, o más bien, el cuartel de la armada aliada, más conocido por todos como Marine Ford, se situaba erguido en la ciudad de Viena, como cúspide del poder que esta Alianza estaba consiguiendo con el avance de su recién iniciada guerra. Allí se congregaban las personas más importantes que estaban vinculadas a esta hazaña, y por lo cual, formaba parte de la Alianza y se encontraban atacando a los países europeos.  Además, de los soldados y el resto de personal que hacia posible alzar el poder aliado. Sin embargo, el cuartel enemigo no solamente se trababa de un lugar militar con una sede para los jefes y los militares, sino que este albergaba más partes, por lo que lo convertía en un complejo, el complejo de Marine Ford. Un complejo de edificaciones industriales donde se podían hallar las diferentes instalaciones que la armada aliada empleaba para destruir al resto de armadas del resto de Europa. Entre aquellos lugares, destacaban otros dos a parte del edificio principal, donde se hacían las reuniones, y estaban los despachos del general y del resto de capitanes con alto cargo.


Estos espacios eran los conocidos y empleados por la armada, como la gran prisión de Impel Down, y el laboratorio de investigación Punk Hazard. Pero sobre todo, eran recordados por las personas aliadas y por aquellas que residían en esos lugares, como los más horrorosos de todo el complejo. No solamente eran sitios donde se jugaba con la vida de las personas y del resto de seres vivos. Sino que se trataba a menudo del último lugar que muchas personas veían antes de marcharse al otro  mundo, antes de morir en una de aquellas dos instalaciones. Por tanto, ni siquiera los militares de la propia armada aliada les hacía gracia tener que entrar o tan siquiera pasar por aquellas instalaciones, que tal renombre han cogido con el paso de los años.


Ambos lugares se situaban bajo tierra de la ciudad, exactamente bajo todo el complejo de Marine Ford. Estos emplazamientos estaban separados porque ejercían distintas funciones para la Alianza. No obstante, las personas que se encargaban de salvaguardar aquellos dos lugares, se tenían una cierta estima y respeto, por lo que era normal que conversaran entre ellos e incluso de vez en cuando se pasaran a saludar al otro.


En primer lugar, la gran exuberante y tenebrosa prisión de Impel Down se extendía a lo largo de prácticamente el complejo entero, recordando  a las famosas catacumbas francesas. Llena de largos y oscuros pasillos, donde a ambos lados se situaban las nefastas habitaciones de los presos, llamadas más bien, celdas. De paredes de piedra añeja a causa del tiempo, repletas de humedades y musgo, además de hierros oxidados, vivían como podían aquellos presos sin poder salir nunca de aquel cuarto fortificado con rejas. Al final de la prisión, se situaba el alojamiento del alcaide y de las personas con cargo superior de aquel lugar. Pero no solo eso, sino que las condiciones en que se encontraba no solo eran nefastas, sino que también se encontraba repletas de desigualdades. Desigualdades entre los opresores y los oprimidos. Por una parte, los funcionarios que se encargaban de trabajar en aquel sitio carcelario poseían grandes privilegios como bienes, dinero, alojamiento y mucha comida que tanto les hacía falta a los presos. Pero de lo que más gozaban era de aquello que carecían los oprimidos, de libertad. Por otro lado, las malas condiciones en las que se encontraba la prisión, tanto higiénicas y muy inhumanas, agravaba la situación de los presos, sobre todo en lo que se debe a su estado de salud. Una sola comida diaria, asquerosa y compuesta de las sobras de los soldados aliados, sin cama, sin lugar para resguardarse del frio, y sobre todo, sin justicia para los que se encontraba allí. Porque de lo que más se enorgullecía aquella prisión era de implantar su propia justicia, que para los seres humanos, es más conocido como injusticia, soborno, manipulación, extorsión e incluso abuso. Porque la prisión de Impel Down no era una prisión para retener a la gente que ponía en peligro el bienestar ciudadano de la ciudad vienense, sino que se trataba del sitio perfecto en el cual encerrar a aquellas personas que se oponían al poder de la Alianza, o que suponían una amenaza o interés para esta. Una terrible realidad a la cual numerosas personas han llegado a sucumbir, sobre todo desde el avance aliado por el continente europeo.


A parte de esa gran instalación penitenciaria, en una pequeña porción del subterráneo en comparación a la que ocupaba la prisión, la armada aliada tenía la joya científica por excelencia, el laboratorio de desarrollo e investigación, Punk Hazard. Solamente había que fijarse en una cosa para conocer el riesgo que existía simplemente por adentrarse a aquellas salas. Antes de entrar, en la puerta había un cartel que alertaba sobre que la zona era peligrosa. En su interior, grandes y amplios laboratorios, repletos de investigaciones,  numerosos experimentos en marcha; probetas, tubos, utensilios de disección y demás enseres que empleaban los expertos científicos para trabajar en sus tan estimados experimentos. Con paredes, estas sí, recubiertas de hierro, cemento y grandes vigas que formaban el armazón, debido al contenido de alto riesgo que guardaban en aquellas habitaciones. En definitiva, aquel era un sitio mucho más cuidado y protegido, más limpio y donde las desigualdades humanas no existían. En cambio, lo que allí proliferaba eran las atrocidades humanas, que el propio ser humano  cometía hacia su misma especie. Monstruosidades cometidas en especial por los dos grandes científicos de la armada aliada, el jefe del laboratorio, el Dr. Vegapunk y el subjefe, Caesar Clown.


Pero en un día como hoy, las miradas estaban puestas en la prisión de Impel Down. Como cada año, esta estaba celebrando su gran día, su horrorosa y cruel festividad. Por aquellos oscuros y tétricos pasillos se escuchaban unos pasos. Un sonido de tacones que resonaba entre las celdas. Por donde pasaba aquella mujer, los presos quedaban entre embelesados por su belleza y aterrorizados por su maldad. Era la persona que más mandaba en aquel lugar, por detrás del alcaide. Una mujer cruel, malévola y a quien le encantaba el sufrimiento del resto de personas. Pero sobretodo, lo que era más característico en ella, era su nivel de sadismo que estaba por las nubes. De cabellos anaranjados y bastante largos ya que casi le cubría el pelo portaba un ceñido traje en tonos rosados y un látigo con el que torturaba a sus prisioneros. El nombre de aquella persona era Sadie, la vicealcaide de Impel Down.


La chica se dirigía hacia una de las celdas en concreto. Allí se encontraba presa una persona de alta influencia en la sociedad europea, y a la que tanto le gustaba fastidiar. Y tras unos minutos de caminata entre aquellos túneles subterráneos, llego hasta el calabozo donde se hallaba la otra persona. Nada más llegar, Sadie se lamió el labio con su lengua, costumbre en ella justo antes de realizar su actividad preferida, abusar de los demás.


-Vaya, vaya, querida. Menudo cara presentas hoy, jajaja. Será mejor que una belleza como tú no pierda su lustre aunque este encerrada en esta prisión- saludó a su manera la joven Sadie tras llegar ante la celda- Si quieres, yo podría ayudarte, solo tienes que ser más sumisa para mí, y te prometo que tu estancia en la cárcel será mucho más agradable, y quien sabe, quizás mejore ese hermoso rostro de princesa.


-Sadie… por favor, márchate… hoy no estoy de humor para tus abusos-renegó la chica entre grilletes tras escuchar las horripilantes palabras que salían por la boca de su carcelera.


-Pero bueno, si la princesita osa saltarse a la autoridad. Que te quede claro de una maldita vez, niñata malcriada. Yo soy tu carcelera y debes obedecer mis órdenes, o si no te espera una terrible y agónica muerte- contestó enfurecida la vicealcaide Sadie tras recibir el reproche de la chica- Además, desde ahora serás mi amado juguete de entretenimiento. Mi querida Olive nos deja hoy para siempre. Me temo que ha sido elegida en el día del torturador, y no puedo hacer nada.


-¿El día del torturador?- preguntaba confusa la joven encarcelada ante aquellas palabras tan poco alentadores, y que en gran medida preocupaban a la mujer.


-Claro, chica, que tú eres nueva  en este sitio. Que apenas llevas unos meses con nosotros, princesita, y ya me has robado el corazón, jajaja- contestaba en tono irónico la joven de cabellos anaranjados- El día del torturador es nuestra gran festividad por excelencia. Se celebra una vez cada año, y ese día es decidido por el alcaide, o más bien por el humor de este. Como cualquier celebración, solo queremos divertirnos un poco, y que mejor diversión que matar a un ser humano.


La joven princesa encarcelada no se lo podía creer. En su mente, jamás se hubiese podido imaginar la crueldad de aquellas personas que eran su captores. Una terrible cara de terror y espanto miró a la joven Sadie, quien disfrutaba como una cría de torturar psicológicamente a aquella princesa.


-Pero ¿por qué acabar con la vida de un ser humano si ya lo estáis atormentando con vuestras sucias torturas y vuestro horrible encarcelamiento?- preguntaba inquieta y con temor a la respuesta, la joven de cabellos oscuros.


-Será mejor que cuides tus palabras, niña. Nosotros solo lo hacemos por diversión y para conmemorar el poder que la Alianza ha obtenido a lo largo de los años, jajaja. Y también para mantener a las ratas como vosotros a raya, para que a nadie se le ocurra hacer una tontería- respondía de manera muy tétrica la joven vicealcaide de la prisión- Además, solo es una persona al año. Aunque eso no quiere decir que no hayan más asesinatos, por supuesto. Y, total, es una democracia del asesinato.


-¿Democracia del asesinato?- la joven princesa cada vez entendía menos a las personas que tenía como captores, y menos sus festejos tan extraños y fuera de lo normal.


-Exacto, una democracia donde todos los soldados aliados tienen derecho a votar por un preso de esta prisión para que sea el elegido para morir en el día del torturador- contestaba Sadie impactando más a la otra chica- Aunque, bueno, este año, quizás ha estado algo manipulado por nuestros alcaide.


-Sois las peores personas que he conocido en este mundo. Merecéis ir al infierno por todas las atrocidades que estáis causando al resto de personas- contestaba enfurecida la joven de cabellos oscuros que estaba encarcelada y casi sin fuerzas para seguir luchando- Estáis verdaderamente locos.


-Jajaja, locos de diversión- contestó fríamente la joven Sadie mientras se acercó a la presa para lamerle el labio con su lengua, de una manera tétrica- Bienvenida a la prisión de Impel Down, joven princesita Viola de Rusia. Espero que tu estancia sea de tu agrado, y ya sabes que si necesitas algo, solo tienes complacerme y yo te recompensaré gratamente.


La joven princesa Viola, una chica de cabellos oscuros y ondulados, de fuerte carácter, sobre todo por sus altibajos en la personalidad, ataviada con un rasgado vestido largo con volantes por la zona de abajo, acababa de entrar a las puertas de su infierno. Un infierno que iba a estar condicionado mucho por la relación que debía mantener ante la vicealcaide Sadie, y sus terribles abusos. Sin embargo, en una situación así, lejos de su hogar y de sus amigos, no podía hacer otra cosa que acatar aquellas órdenes, y pasar desapercibida para no causar problemas que la llevaran a la muerte.


-Por cierto querida, tus amigos del Big Mom Cabaret, donde trabajabas antes, están todos muertos por culpa nuestra. Y además, ahora estamos atacando a tu hermoso reino de Rusia, y pronto acabaremos con tu estimada familia, jajaja- reveló las grandes brutalidades cometidas por ellos a la joven Viola quien no pudo detener las lágrimas y la furia que salía de su cuerpo- Y otra cosa princesita. Te llamaré Violet, ya que tu verdadero nombre me tienta a hacerte cosas malas, que se harán realidad si intentas desobedecer cualquier capricho mío.


-¡¡¡¡Juro que te mataré algún día, Sadie!!!!- gritó de rabia la joven Violet desde su celda, resonando en las cabezas del resto de prisioneros que se encontraban en aquel lugar.


-Inténtalo, niñita. Mientras, me divertiré muy bien contigo, jajaja- contestó Sadie a la provocación de la chica, mientras esta ya se marchaba de aquel lugar camino de nuevo hacia los largos pasillos.


Las ganas y el ansia de ver sometida a aquella insolente princesa corrían por las venas de la joven carcelera de cabellos anaranjados. En verdad, no le supo ningún problema perder a su antiguo juguete Olive, ya que ahora había encontrado otro mucho mejor y que mayor interés causaba en ella. Mientras Sadie iba andando por aquellos túneles, se topó con un hombre a quien conocía bien. Se trataba de Magellan, el alcaide de la prisión y, por tanto, su jefe. Un hombre de mediana edad pasando los cuarenta. De aspecto rudo con el pelo oscuro y unos singulares cuernos a modo de diablo. Una gabardina negra que casi le cubría todo el cuerpo donde portaba todas las condecoraciones ganadas por sus méritos en la Alianza, y unos diminutos pantalones a juego con sus pequeñas piernas. Y sobre todo, un rostro oscuro, malévolo y retorcido.


-Vicealcaide Sadie, será mejor que controle a su nuevo juguete. No queremos que le pase nada malo a una persona tan influyente como ella- iniciaba la conversación el alcaide Magellan tras encontrarse con su segundo al mando- La princesa Viola es una moneda de cambio muy valiosa para nuestro general Akainu. Será mejor que no la estropees mucho.


-Joder, Mage-kun, primero me quitas a mi querida Olive y ahora me quieres arrebatar al nuevo juguete que me he buscado. No es justo, yo también quiero diversión, Mage-kun- replicaba la joven Sadie con casi una voz de niña pero siempre con sus sádicas palabras, y perdiendo el respeto a su superior- Te prometo que solo me divertiré con ella. No la mataré, aunque otra cosa es que siga entera.


-Haz lo que quieras pero que siga viva, al menos por ahora. Y la próxima vez cuida tu lenguaje, ya sabes que yo soy tu jefe y te recuerdo que llevas poco tiempo en ese cargo y que tal como ascendiste, puedes volver a caer a tu rango de antes- amenazaba Magellan a su subordinada por su mala actitud- Además, tú también estabas cansada de la puta de Olive, e incluso tú misma votaste para su muerte.


-Ya, eso es verdad, jajaja. Ya había fichado a un hobby nuevo con el que entretenerme- contestaba sincera la joven de pelos de color naranja hacia su superior- Pero es tu culpa. Debes calmar tu humor. Solo porque Olive, una puta de un antro barriobajero no te complaciera como es debido, no tenías que haberla encerrado tanto tiempo.


-Me sorprende tu actitud, vieja amiga. Notó cierto atisbo de bondad en esas palabras tuyas- dijo muy perplejo el alcaide Magellan tras escuchar las palabras de su vieja amiga de trabajo.


-No, idiota. Me refiero a que la podrías haber matado directamente en aquel local y no haber gastado empeño en torturarla y asesinarla- renegó Sadie por que el alcaide le había dicho que tenía bondad, cosa que ese sentimiento estaba carente en todo su cuerpo.


-Y exponer a ser culpado. Eso jamás. Así también ha sufrido su merecido- contestó el señor de oscuros cabellos hacia su subordinada-Mira, si hemos llegado ante el joven por excelencia de esta prisión.


Ambos carceleros llegaron hasta la puerta de una celda húmeda, oscura y hecha una ruina, al igual que todas. Un calabozo que era realmente especial por la persona que se hallaba en su interior. Una persona que llevaba más de un año entre aquellos barrotes y que deseaba salir con todos sus fuerzas, aunque estas fueran pocas o casi nulas. Un hombre que repetía en su interior, en el fondo de su corazón, u  nombre, el de la persona que más amaba en este mundo.


-Jajaja, así que aquí era a donde te dirigías, Mage-kun. Mira que te gusta atormentar a los muchachos de la prisión, igual que hago yo, jajaja. Como se nota que somos hermanos. En especial al joven y apuesto capitán inglés que tenemos aquí delante- expresaba la joven Sadie mientras observaba a la persona putrefacta que se encontraba frente a ella- Que pena que no tengas un par de tetas para ser de mi agrado. Porque ese cabello rubio tuyo no sabes cómo me excita, querido.


-Sadie, será mejor que no trates a nuestro invitado así. Además, tú ya tienes a tu apreciado juguete, deja que el resto los atormentemos nosotros- contestó el alcaide a su hermana tras hacer aquellos comentarios- ¿Cómo nos encontramos hoy, capitán Sabo de la armada inglesa?


-Vete a la mierda, Magellan- contestó el hombre que tenía como identidad el supuesto fallecido capitán Sabo, gran amor del conde Ace y que tanto dolor había causado su muerte.


-Y de armas tomar. ¡Dios, como me pone!- dijo Sadie a pesar que el muchacho tenía cierto inconveniente para ser el juguete de la vicealcaide, que no era mujer.


-Sadie, controla tus instintos lujuriosos-regañaba el hermano menor a su hermana más joven- Tengo nuevas noticias para usted, joven capitán. Además, creo que le interesan a sí que debería obedecer un poco más y escuchar.


-Vete… y déjame morir en paz…- contestó como pudo el joven de rubios cabellos que le era bastante difícil aguantar aquellos días tan duros.


-Será mejor que aguantes y no mueras, ahora que tu novio se ha quedado sin su papaíto- contestó Magellan con una sonrisa malévola en su rostro tras revelarle aquella información al joven capitán inglés- El conde de Glasgow, Edward Newgate ha sido asesinado en las instalaciones del Palacio de Buckingham. Además, tu querida Inglaterra está siendo atacada por nuestra armada al igual que el resto de países. ¿Qué vas a hacer, capitán Sabo? Si no puedes hacer nada aquí retenido, jajaja.


-Ace…- fueron las únicas palabras que el capitán pudo sacar por su boca tras escuchar esa noticias tan horribles sobre su “suegro” y su patria-Tengo… tengo que regresar a su lado. Él se… sentirá solo y estará llorando.


-Pobre marqués Ace, o no. Me han dicho que está siendo muy bien consolado por su majestad, la reina Victoria- volvía a confesar más información el alcaide de la prisión, información que intimidará al rubio- Me temo que has sido olvidado, capitán.


-Eso… es mentira- contestó Sabo encarando aquellas falsas acusaciones que estaba afirmando el alcaide- Ace me quiere y debo estar junto a él.


-Querido, pues sí que eres iluso tú- contestó Magellan cara el muchacho apresado por unas grilletes que le provocaban dolor en las manos y piernas- Tú te vas a pudrir en esta prisión hasta el final de tu muerte.


Tras esta afirmación, Magellan y Sadie se retiraron de aquel lugar donde se encontraba encerrado el joven Sabo. Mientras, el muchacho rubio se quedó muy afligido y consternado por las noticias que acababa de recibir. No lo pudo evitar, y unas lágrimas cayeron desde sus ojos hasta su cuerpo sucio y lleno de manchas de sangre de las heridas por estar encarcelado. Solo pensaba en una cosa, en los sentimientos de aquella persona que más amaba y en el dolor que sentía al pensar en todo por lo que había pasado sin él, sin poder ayudarle no abrazarle para consolarlo.


De regreso a sus puestos de trabajo, el alcaide y la vicealcaide de la prisión Impel Down se dijeron unas palabras de despedida.


-Creo que eres más malévolo que yo, hermano. Te ha encantado la cara de sufrimiento que ha puesto el joven capitán tras descubrir todos aquellos acontecimientos- intervino Sadie cara a su hermano.


-Creo que tienes razón, esta vez, jajaja- contestó el alcaide Magellan a las palabras de su hermana- Ahora debo volver al trabajo, Sadie. Feliz día del torturador.


-Feliz día del torturador, a ti también hermano- contestó la hermana mientras se alejaba entre la oscuridad de aquellos lúgubres pasillos.


Con el paso del día se escucharon los gritos de la presa Olive. Los últimos gritos antes de su muerte a manos del verdugo. Un año más, se celebraba la festividad de la que tan orgullosos estaban los opresores. Pero, ¿quién sería el próximo en perecer en aquella escalofriante prisión? Eso aún estaba por decidir, pero candidatos dispares no faltaban.


3 de Febrero de 1915, Viena, Austria.


La primera gran guerra llevaba más de un año desde que se había iniciado en  el pasado mes de julio y, por tanto, los enfrentamientos iban en aumentó. De igual forma, el número de presos de la prisión de Impel Down, se incrementaba, aunque de manera muy escasa ya que a la Alianza no le gustaba capturar sino masacrar. Pero por otra parte, necesitaban medios para avanzar más en sus victorias, medios que los proporcionaban los estudios de indagaciones que se realizaban en los laboratorios Punk Hazard. Investigaciones de todo tipo, desde el desarrollo de nuevas armas y la mejora de las antiguas, hasta la experimentación de venenos en animales y otras sustancias que alteren sus genes provocándoles mutaciones en sus cuerpos, desarrollándolos más allá de su estado físico normal


En esas mismas infraestructuras, se estaba llevando a cabo una conversación, que desde fuera podría tratarse como una simple charla a modo de descanso para el almuerzo, pero en realidad trataba temas de mayor interés. Una charla dos de las personas más influyentes de aquel subterráneo, el alcaide de la prisión, Magellan y el científico número dos del laboratorio, Caesar Clown.


-Y, ¿Qué tal lleva sus estudios, señor Caesar Clown?- preguntaba el alcaide de oscuros cabellos mientras agarraba la copa de vino tinto para beberse un trago.


-Como siempre digo yo, en progreso satisfactorio. Mis investigaciones jamás han fracasado ni fracasaran, a pesar de que muchos no confíen en ellas, y prefieran a las de mi compañero el Dr. Vegapunk- contestaba enfadado el científico por el poco reconocimiento que recibía por parte de sus compañeros aliados- Pero le juro que algún día me pondré por delante de él.


-Veo que es usted un hombre ambicioso. Tenga cuidado que el poder ciega a las personas y puede hacerlas subir a lo más alto, como tirarlas al peor abismo del mundo- contestaba Magellan a modo de metáfora.


-El poder es el motor de este mundo. Quien sea su poseedor se convertirá en el dueño de este- respondía con palabras que iban más allá de lo político, el científico Caesar Clown- Además usted es igual a mí. ¿O acaso no mató al vicealcaide Hannybal cuando quería apoderarse de su puesto, y luego más tarde colocó a su hermana para tener a una persona que controlará muy bien? Es lo mismo que yo hice con el científico Indigo. Lo asesiné y me quedé su investigación sobre los venenos letales. Es ley de la vida. La supervivencia y el estar en la cima es lo que te hace seguir viviendo, si no quieres morir en un mundo tan corrupto como este.


-Eso no se lo puedo negar. Pero del todo no somos semejantes. Yo asesiné porque alguien quería superarme, pero usted es el otro extremo, es la persona que busca superar. Yo soy precavido en cambio tú eres un perro ambicioso con ansias de poder. Sin embargo, el poder es una espada de doble filo, y hay que tener un excesivo cuidado y control sobre este o sino morirás- afirmó el alcaida contestando a las palabras del otro- Por cierto, me hace memoria y me recuerda en que se encuentra trabajando en estos momentos.


-Por supuesto. Actualmente investigo la manera de modificar genéticamente a varias especies de animales para aumentar su fuerza y poder, y controlarlos como armas para la batalla. Yo lo llamo el Proyecto Zoan Despertar- explicó el científico aquel excéntrico proyecto que tan orgullo le traía- Además, recojo muestras de distintos venenos mortales para probarlos en nuestros conejillos de indias para más tarde empelarlos para vencer a nuestros enemigos.


-Un tanto singular su investigación. Pero si llega a dar resultados, será la gran revelación para toda la Alianza, y obtendrá esa fama que tanto desea- afirmaba el alcaide de la prisión tras oír la explicación- Pero ahora mismo no veo que su proyecto avance.


-De eso mismo le quería hablar. Como somos compañeros de subterráneo, me gustaría pedirle cierto favor. Veras, mi antigua ayudante, Monet, se marchó de misión como espía hace varios meses y hace poco he sabido de su muerte. Una terrible tragedia, aunque eso es agua pasada. Y aparte, con la inminente guerra, el proyecto de las bombas del Dr. Vegapunk se ha visto incrementado debido a su gran efectividad en la guerra. Y por tanto, mi investigación ha quedado relegada completamente. Y desde que el Dr. Vegapunk se ha marchado a otro país a experimentar con sus creaciones, yo necesito que mi proyecto vuelva a tener el reconocimiento que se merece. Necesito que usted me consiga a una ayudante de su prisión, para que trabaje conmigo y así se avance en el proyecto que tanto revolucionará al mundo- pidió el científico a la otra persona- Se lo ruego, es de vital importancia para el progreso de la Alianza, para mi progreso.


-Me parece que usted está abusando de nuestra cierta amistad. ¿Qué garantías tengo yo que entregando a uno de mis reclutas, usted saqué su proyecto adelante?- preguntaba Magellan para saber en claro todo lo que ocurría.


-Si desea, puede ver ahora los resultados que he obtenido hasta la fecha con mis experimentos. Le aseguro que después de verlos cambiará de opinión- contestó rápidamente el científico para terminar de convencer al hombre.


-Adelante- contestó Magellan interesado en aquellos resultados.


Ambos hombres se marcharon de aquella sala de descanso y se encaminaron hacia una de las salas de máxima seguridad del laboratorio. Allí entraron con trajes especiales y con todas las medidas de seguridad preventivas para que no hubiera ningún problema. AL entrar a aquella sala, Magellan se quedó perplejo al ver aquellos especímenes que tenía delante de él.


-Yo las llamo las Bestias Minos. Por ahora están en desarrollo, pero su fuerza ha incrementado y estoy haciendo todo lo posible por controlarlas, y como ves, no está yendo nada mal- dijo Caesar Clown tras mostrar aquellas bestias que había creado  a su compañero- Que me dice, ¿me otorgará un ayudante?.


-Por supuesto. Creo que esto va más allá de nosotros y que debe ser empleado para el bien de la Alianza. Mañana mismo vendrá mi soldado Domino, una recluta fiel y ordenada que trabajará sin descanso para usted. Trabajará con usted por las mañanas y tardes, y regresará a trabajar por las noches en la prisión- le explicó Magellan tras quedarse maravillado con aquellas terribles bestias contenidas- Además le invito a pasarse de vez en cuando por la prisión. El mes que viene celebraremos el día del torturador y será un honor contar con su presencia.


-Se lo agradezco, alcaide Magellan. No se arrepentirá- contestó el científico Caesar Clown victorioso porque había conseguido su propósito, con el que alcanzaría a su mayor rival- Allí estaré.


Aquel día se formó un acuerdo. Una unión entre aquellas dos personas malévolas donde sus destinos se iban a encontrar muy ensamblados entre ellos. Un proyecto comenzaba a proliferar, un proyecto que su único fin era la destrucción, y que así iba a ocurrir a posteriori.


4 de Febrero de 1915, Viena, Austria.


A la mañana siguiente, una joven chica de rubios cabellos llegó hasta los laboratorios y se encontró con el científico Caesar Clown.


-Buenos días, señor Caesar. Soy Domino, su nueva ayudante. Espero serle de ayuda en todo lo posible- se presentaba la joven recluta nada más ver al científico que la esperaba de buena mañana.


-Un placer, señorita Domino. Pero dejemos la charla para otro momento. Ahora mismo póngase a trabajar- ordenaba el científico ambicioso a su nueva ayudante- Primero vaya a aquella sala de allá y dele estas medicinas mezcladas con su comida a los pobres animales que están enjaulados.


-Como ordene. Ahora en seguida me pongo en ello- asintió muy fiel Domino a las órdenes de su nuevo jefe- Veo que a pesar que estudie con animales, se preocupa por ellos. Eso es bueno.


-Si, si bueno, marchase ahora mismo y déjeme trabajar- mintió Caesar Clown con una sonrisa falsa en sus rostros ya que en verdad él odiaba a aquellos animales, y además lo que la muchacha estaba entregando no eran medicinas sino venenos experimentales que fortalecían las células de las especies, para aumentar sus dotes de batalla.


La joven de rubios cabellos se fue con las supuestas pastillas medicinales a aquel departamento del laboratorio. Una vez en su interior, observó que era una sala larga donde habían amontonadas una gran cantidad de jaulas repletas de animales de todas las clases. Vio la información que ponía en sus pastillas y fue entregándole cada medicina al animal que le correspondía, según ponía en el cartel.


-Haber, está va para ti, preciosa Ave del Sur, y estás para las chiquitinas ardillas Risky- la joven Domino comenzó a hablarles a los animales mientras les daba las pastillas- Que grande eres, pulpo Surume y deja ya de pelear con la rana Yokuzuna. Espera… espera pero si tiene hasta un cocodrilo Bananawi y una ballena Boe. ¿De dónde sacará esta clase de animales tan raros?


Domino seguía admirando a todas las clases de especímenes que allí se encontraban. Poco a poco iba entregándoles las medicinas a todos ellos tal y como le indicaban. Meterse al acuario con la Ballena Boe y el Bananawi fue todo un reto para ella, pero al final lo consiguió. Aunque pronto se encariño de todos ellos.  


-Y, ¿tú que clase de animal eres?- preguntaba muy desconcertada la joven Domino al ver una especie de mezcla de dos animales- Haber en el cartel pone Dugong, una foca tortura. Eso no tiene sentido, pero aun así sigues siendo una monada.


-Monada- se escuchó de repente una voz en aquella sala.


-¿Quién está ahí?- preguntaba la joven Domino preocupada por aquel sonido que había oído- Espera, debo estar loca, si aquí solo estoy yo. Seguro que son imaginaciones mías.


-Mías- repitió de nuevo la voz dejando más desconcertada a la joven ayudante de rubios cabellos que intentaba hallarla.


La chica fue avanzando por la sala mientras seguía la voz de aquella supuesta persona. Pero su suposición era incorrecta. No se trataba de un ser humano, sino de otra cosa, que de verdad no se lo esperaba. Cuando llegó casi al fondo de la habitación, se giró y vio en una pequeña jaula a un monoso animal.


-¿Pequeñín, me has hablado tú?- preguntaba la joven cara aquel animal aunque aún no se lo creía del todo ya que le resultaba muy ilógico para su mente humana- Pero que hago preguntándole a un reno si habla o no. Domino estás perdiendo la cabeza.


-Cabeza- de nuevo volvió a repetir las palabras de la joven aquel animal que tenía en frente de ella.


-Vale, vale, ahora si me ha quedado claro. A sí que tú puedes hablar chiquitín. Eso no me lo esperaba. Bueno en verdad no hablas más bien repites mis palabras- la joven Domino intentaba ordenar sus ideas en su cabeza de lo que estaba ocurriendo- Haber, eres un reno nórdico de Alaska. Eso no tiene sentido. Pero, en tu etiqueta no pone el nombre, bueno parece que está borrado. ¿Cómo te llamas pequeñín?


-Chopper- contestó el joven reno a la chica, quien se quedó un tanto perpleja ya que pensaba que solamente sabía repetir palabras como los loros, pero en verdad tenía una gran capacidad para aprender el lenguaje de los humanos.


-Entonces te llamas Chopper. Es un muy bonito nombre- decía la muchacha tras conocer la identidad del animal, pero algo seguía rondándole la mente- Pero, ¿por qué te encuentras aquí tan solo, separado del resto de animales?


-Amigos…él…llevar- intentaba explicar Chopper con las palabras que conocía siendo su lenguaje un poco pobre aún.


-¿Dices que alguien se llevó a tus amigos y por eso ahora te encuentras aquí solo? Aunque una cosa es cierta. Que son grandes los experimentos del científico Caesar- dijo la joven Domino, pero cuando el reno escuchó ese nombre se puso muy furioso, golpeando la celda y casi sin control.


-Caesar, Caesar, Caesar- no paraba de repetir el reno Chopper en un ataque de rabia que la joven ayudante no entendía muy bien.


-Cálmate chiquitín. Toma, tómate estas pastillas y seguro que te sentirás mejor- le daba la joven Domino la supuesta medicina al alborotado animal para intentar tranquilizarlo.


-No- gritó Chopper tirando sus pastillas y rompiéndolas para que no sirvieran más- Malas… pastillas malas… Caesar malo… ayuda.


-Pero ¿qué estás diciendo Chopper? Caesar os proporciona sus medicinas para que os curéis si os pasa algo en su experimento. Caesar no es malo, o al menos eso creo yo- intentó explicar la joven Domino al animal, aunque este no se convencía en absoluto- Dices que fue Caesar quien se llevó a tus amigos. Quizás fue que se encontraban mal y los está cuidando aparte. ¿Si quieres yo me ofrezco a buscarlos para que te quedes más tranquilo?


El reno solamente asintió con la cabeza a la muchacha, pero seguía sin confiar en aquel hombre que les trataba tan mal y que solo él sabía la verdad. Sin embargo, Chopper pensó que era precipitado contar la verdad a la chica, ya que no era todavía de su confianza, por eso, fue listo y se calló. Sin embargo tenía que hacer algo para al menos ayudar a los otros.


-Domino…- dijo el reno el nombre de la joven de forma como si la estuviera llamando- Yo… siento… gritar.


-No pasa nada Chopper. Aunque si estás más a gusto. No te tomarás las pastillas hoy, de acuerdo- aconsejó la chica para tranquilizar al asustado animal, y solo recibió una respuesta en forma de asentimiento- Bueno, será mejor que me marché ya, que ya se ha hecho tarde y debo regresar a prisión. Hasta mañana Chopper, que duermas bien.


-Mañana…- repitió el reno a modo de despedida de la mujer, cuando esta estaba saliendo de la puerta y no pudo escuchar sus últimas palabras- Ayúdame… volver… familia.


La joven Domino regresó a su trabajo pero esta vez en la cárcel. Allí tenía la labor de vigilar a los presos y además distribuir las distintas comidas que les proporcionaban. Aunque solo en ciertos sectores. Pero hoy era un día diferente ya que su otro jefe, el alcaide Magellan le había pedido que sirviera a un sector donde jamás había estado, y la chica estaba un poco ilusionada por conocer a aquellas personas.


Cuando llegó a aquella zona, comenzó a comprobar las celdas y a los presos en su interior. Hombres malheridos y en un estado físico y emocional muy horroroso. La joven Domino no se lo podía creer. Era su prisión pero jamás pensó que había personas en tan mal estado. Aunque sinceramente, Domino era una chica demasiado inocente y que no se daba cuenta mucho de lo que de verdad ocurría, ya que solo viendo a los dirigentes de la prisión y sus festividades, ya debería comprender la maldad que habita en ella. 


Entre toda aquella gente, le llamó la atención una persona. Una mujer bella que se encontraba encarcelada y no sabía muy bien porque. Se acercó a su celda y le colocó la comida sin decir nada esperando a que la chica se aproximará y lo cogiera. Sin embargo, no ocurrió nada de eso, simplemente una mirada se alzó, una mirada de desprecio y dolor que afectó mucho a la joven Domino.


-Deberías comer algo, será bueno para tu estado de salud- intentó explicarle la joven Domino a la otra muchacha tras recibir aquella amenazadora expresión.


-Lárgate- contestó la joven de cabellos oscuros a la otra ya que odiaba a todas las personas que trabajaban en aquella prisión que tanto daño le estaba causando- No necesito caridad de ninguno de ustedes.


-Pero aun así insisto. Por favor, no lo hagas más difícil. Si no comes, podrías morir- insistía la chica de rubios cabellos que estaba verdaderamente preocupada por la joven que tenía delante- Una chica tan bella como tú debería pensar en su bien, a pesar de que se encuentre en estas condiciones.


-¿Otra persona que quiere liarse conmigo? Váyase usted a la mierda y déjeme en paz- renegó la chica encarcelada tras las amables palabras de la joven.


-Lo siento, lo siento mucho, no fue esa mi intención- respondía avergonzada Domino cara a la otra, notándose el cierto rubor en sus mejillas, que fue observado por la joven presa- Por favor, debes seguir viviendo, sino… no me lo perdonaré.


-Chica veo que te lo tomas muy a pecho. Sobre todo en tu trabajo. Por esta vez te haré caso- decía la joven encarcelada mientras se acercaba al plato de comida y comenzaba a comer aunque fuera un poco, ya que esta no le era muy de su agrado- Me sorprende que exista una persona amable entre tanta maldad. Aunque me alegro.


Domino se volvió a ruborizar tras escuchar aquellas palabras o más bien cumplidos recibidos de aquella chica, que por fin le estaba haciendo caso. No sabía porque, pero no podía dejar de estar con ella, de hablar con ella, no la podía haber dejado así, sin comer. Se preocupaba por ella y no comprendía muy bien porque. Y buscaba darle conversación a la joven


-Por cierto, mi nombre es Domino. Y como veo que no te gusta mucho la comida, la próxima vez intentaré traerte algo mejor de la cocina, a escondidas- se presentaba la carcelera a la presa- Si no te importa, ¿me puedes decir tu nombre?


-Me llamó Viola, aunque prefiero el nombre de Violet. Pasa más desapercibido, jajaja- dijo la mujer de oscuros cabellos sin revelar su parentesco con la familia real rusa y enseñándole por primera vez su sonrisa a aquella joven rubia que tal impacto le causó- Y gracias por preocuparte por mí.


-No hay de qué. Ahora debo seguir repartiendo comida, pero… espero que hablemos otro día- dijo Domino mientras se despedía de la chica que acababa de conocer y que tanta impresión le había causado, sobre todo, provocándole un sentimiento que desconocía.


Domino se marchó por los túneles para seguir con las reparticiones para el resto de presos de aquella curiosa zona de la prisión. Mientras, la joven Violet se había sorprendido de que hubiese una persona con corazón en aquel lugar tan terrible, y pensó que por primera vez desde que estaba encarcelada en aquella celda, sentía esperanzas e ilusión por volver a vivir aunque tuviera que aguantar mucho dolor para conseguirlo.


Cerca de aquel lugar, ya a altas horas de la noche, pero sin pasar la media, un joven recién llegado a prisión se había dado cuenta de quién era su compañero de celda.


-Perdona, ¿usted es el capitán Sabo de la armada inglesa?- preguntó el chico de cabellos blancos y anaranjados al darse cuenta de la persona que tenía a su costado- Yo también soy de Inglaterra, más bien, incluso trabajo en lo mismo que usted. No puedo creerme que una persona con tan renombre y tantos logros se encuentre a mi lado. Aunque mi mayor sorpresa es hallarlo con vida, capitán Sabo.


-Lo siento, pero ¿quién es usted? Dice que trabaja para la armada inglesa. Nunca lo había visto antes- preguntaba desconcertado el chico rubio al no poder identificar a aquella persona que tenía frente a él- No me gusta que la gente hable de mí, y menos sin yo conocer al otro.


-Perdón, no era mi intención. Permítame presentar. Soy Inazuma, uno de los espías ingleses que trabajaba en cubierto en la ciudad de Viena como peluquero. Durante estos últimos años he enviado información sobre la situación aliada y sobre todo lo que tenía que ver con la sede principal de esta. Aunque jamás estaré a la altura de la persona que fue capaz de infiltrarse entre sus filas, tan cercana al general Akainu. En paz descanse, señorita Kalifa- se presentó el espía Inazuma al capitán Sabo del que tanto había oído hablar- Prefería haberlo conocido en otra situación, capitán.


-Yo pienso lo mismo. Entonces por eso no lo conocía. Los espías paran pocos días por su hogar debido a sus largas misiones. La verdad es que hacen una dura labro y muy necesaria para la armada. Aunque luego acaben así- se apenó de repente el joven Sabo por darse cuenta otra vez de que estaban encerrados en una prisión enemiga y que sus posibilidades de salir con vida eran nulas.


-No se preocupe. Yo era feliz sirviendo a mi país y aunque fuera por pocos días, mientras regresara y lo viera a él, con eso me bastaba- reveló el espía Inazuma al capitán- Sin embargo, ahora ya no está, y…


El hombre de cabellos anaranjados y blancos no pudo contener sus lágrimas al recordar a cierta persona que amaba mucho y que relativamente hacia poco tiempo que la había perdido. Era su razón de vivir y ya no la tenía.


-Es doloroso estar separado de tus seres queridos- respondió Sabo cuando una imagen de su amor Ace se le paso por la cabeza, llenándolo de tristeza y añoranza- Seguro que haya donde este su amor, seguirá queriéndolo.


-Eso es imposible. Él está muerto y yo no pude hacer nada para protegerlo. Como un espía deja que los enemigos aliados lancen una bomba que maten a la persona que amaba- se atormentaba aún más el joven Inazuma- Sí al menos antes de marcharme le hubiese confesado mis sentimientos. Pero no, soy tan idiota, tan  cobarde. No me merecía estar a su lado. Al lado de Iva-san.


-A lo mejor contándome su historia, quizás se calmé un poco- aconsejó el capitán al chico afligido que tenía delante de él.


-Está bien. Iva y yo éramos amigos de la infancia, porque nos apoyábamos el uno en el otro. Desde pequeños, el resto de personas nso repudiaban por vestirnos de estas formas tan estrafalarias según ellos, y por tener ese carácter afeminado. Pero eso a nosotros no nos importaba mientras estuviéramos juntos. Pasaron los años, y yo quería convertirme en alguien en quien Iva pudiera confiar, en alguien que le pudiera proteger, por eso me alisté en la armada inglesa. Allí bajo el entrenamiento del instructor Garp, me especialice en infiltración ya que eso era lo que mejor se me daba hacer. Mientras, Iva que le gustaba mucho ser el centro de atención y estar con la gente, se metió al mundo de la noche, en el Big Mom Cabaret. Me encantaba ver su sonrisa cuando salía al escenario de maestro de ceremonias. Poco a poco hice varias misiones que salieron bien y por tanto me recomendaron infiltrarme en la ciudad enemiga para tener información de primera mano. Yo lo hice para que Iva se sintiera orgulloso de mí, pero la noche antes de irme, discutimos. Él no paraba de decirme que no me fuera pero no me daba ningún motivo. Yo me enfadé y a la mañana siguiente me embarqué a la misión. Esa fue la última vez que lo vi. Sin embargo, el año pasado me enteré que el cabaret fue bombardeado y que él…Iva-san había muerto- explicó Inazuma su historia intentando contener sus lágrimas de dolor- La última vez que nos vimos y fue para discutir en vez de decirle que le amaba desde hace tiempo. Jamás me lo perdonaré.


-Sabes, creo que lo que Iva estaba intentando decirte era que te quedaras para estar con él, porque aunque no te lo dijo, seguramente te quería, por eso no quería que arriesgarás tu vida- intentaba consolar Sabo tras oír el relato- Nunca es tarde. Aunque él esté muerto, siempre irá en tu corazón, y el día que os encontréis en el cielo, seguro que os perdonareis y os amaréis para el resto de la eternidad.


El joven Inazuma escuchó estas palabras y lo único que pudo hacer fue echarse a llorar en la celda, mientras el otro le consolaba. Así pasaron un largo rato aquellas dos personas que estaban separadas de sus amores.  Sin embargo, lo que no sabían aquellas dos personas que abrían su corazón, era que había un hombre que les estaba escuchando en la oscuridad de la noche. Un hombre cuya identidad aún no había sido revelada.


Cuando llegó el mes de Marzo, era hora de celebrar un año más la festividad del torturador. Como siempre, se hizo la votación, esta vez sin manipulación, y salió elegido el nombre de un chico. Más bien, tal y como lo calificaban los carceleros, el nombre de un traidor. Se trataba nada más y nada menos que el número tres de la armada árabe comandada por el traidor de Sir Crocodile, antiguo miembro aliado que decidió desvincularse de esta y traicionarla. Aquel hombre era conocido con su nombre en clave de Mr.3, aunque su verdadero nombre era Galdino. En sus últimos minutos de vida, el verdugo le permitió unas últimas palabras.


-¿Desea pronunciar unas últimas palabras antes de morir, señor traidor?- le dijo el verdugo Saldeath al otro cuando estaba en posición de ser guillotinado- Aunque de poco le servirán, ya que pronto estará reunido con el resto de personas de su organización. Mr. 4, Mr.5, Mr.7 y Mr. 9 ya han sido asesinados por nosotros, jajaja. Seguro que en estos momentos tu capitán Crocodile estará muy dolido y muy solo. Pues que se lo hubiese pensado mejor antes de traicionarnos a nosotros la Alianza.


-Solo deseo decir una cosa. ¡Mi arte perdurará para el resto de la eternidad, y vosotros sucias alimañas estáis destinados a perecer! Nos veremos en el infierno, Alianza- gritó con fuerza Galdino antes de ser guillotinado por el verdugo.


Y así pasaba un año más el día del torturador, pero de nuevo surgía la duda. ¿Qué pobre inocente caerá al año siguiente?


Pasaron los meses en aquella prisión Impel Down, y poco a poco se iban estableciendo unas relaciones afectivas en forma de amistades que se utilizaban para aliviar el dolor a causa de estar encerrados en aquel infierno. Por una parte, Inazuma había decidido apoyarse en el respaldo de su compañero de males, el capitán Sabo. Este, conforme iba pasando el tiempo y ganaba más confianza, pudo abrir más su corazón e incluso contarle la historia sobre su gran amor, el conde de Glasgow, Ace. Ambos hombres compartían dolor y penas, batallas y peleas, e incluso alguna que otra anécdota que les hacía sacar una sonrisa que ni ellos mismos entendían, ya que no se encontraban en la mejor situación. Y siempre tenían una sombra que les escuchaba sin que ellos se dieran cuenta. Una sombra que seguía atentamente sus conversaciones. Por otra parte, la joven carcelera Domino fue ganando el respeto de la dulce Violet, que poco a poco fue relajando su precaución para aceptar más a la otra joven. Domino hacia todo lo posible por ganarse su confianza, desde llevarle comida a escondidas como escucharla para que al menos se olvidará por unos minutos de su horrible existencia en aquella prisión. Violet, que se había fijado en la constancia de la muchacha, bajó su guardia y al menos, pasó unos meses más en calma, aunque de vez en cuando su corazón se alteraba al estar en presencia de la rubia. La rubia, quien hacia un par de meses que se había dado cuenta de sus sentimientos hacia aquella chica que le parecía tan bella, no dudó ni un momento en ayudarla en todo lo posible, pero se sentía impotente ya que jamás la podría liberar de su horrible cautiverio.


Había llegado el año de 1916, el gran año de la Alianza y de todas las personas que formaban parte de ella. El año glorioso, donde consiguieron las mayores victorias y el mayor avance, y donde finalmente, tras varios meses de pelea, la armada aliada derrotó a su gran enemigo, la Contra Alianza, en la Batalla de Verdún. En definitiva era un año de alegría para aquella organización y eso se notaba en el ambiente. Pero lo que significa un gran festejo para unos, suponía una terrible desgracia para otros y dentro de poco, esto iba a salir a la luz.


25 de Noviembre de 1916, Viena, Austria. Día del torturador.


Las estaciones fueron pasando con el orden de las batallas, desde la primavera hasta el invierno, como si el ciclo de la naturaleza nos e viera afectado por estos conflictos bélicos que ponía en riesgo la raza humana. Ahora el año estaba a punto de finalizar, pero los miembros de la prisión seguían esperando ansioso el día de la festividad. Por una parte, los carceleros querían disfrutar de ese sangriento y macabro espectáculo que ponía sus sentidos más primarios al límite. Por otra parte, los prisioneros se aferraban a la idea de no ser escogidos para morir en aquel cruel entretenimiento. Pero entre tanta discordancia, el alcaide Magellan no había establecido todavía la fecha para el gran evento.  Había aguardado bastante este año, quizás porque su humor no era el más conveniente para festejar o porque se encontraba demasiado atareado tras la llegada de nuevos prisioneros de guerra a su cárcel. Pero tras los acontecimientos recientes, tan esperanzadores para los ideales de  la Alianza, era la fecha idónea para celebrar el gran festejo. Tras pensarlo detenidamente, el alcaide decidió que era en este mes cuando se iba a empeñar tal hazaña. El día del torturador estaba a punto de llegar, y no iba a ser un día como los de años anteriores. Supondría uno un tanto especial.


Para el día conmemorativo, el alcaide Magellan había dispuesto el gran reciento de la prisión Impel Down donde de normal se hacían las ejecuciones púbicas y los actos más bestiales e inhumanos. Allí había ordenado mandar a distintos presos con posibilidades de ser elegidos como candidatos a morir en aquella masacre que tanto deseaban dejar pasar pero manteniendo su vida. Entre ellos se hallaban los dos ingleses pertenecientes a su armada, Inazuma y Sabo, y la cabaretera y princesa rusa Violet, quienes situados en unas celdas provisionales al costado del recinto, esperaban no obtener su horrible muerte rodeados del personal cruel que trabajaba en la prisión.  Sin embargo, nadie de los allí presentes se esperaba lo que estaba a punto de ocurrir, o más bien el gran anuncio del alcaide, el cual ya se encontraba subido a la palestra para dirigirse a sus empleados y presos.


-Señores carceleros, compañeros en esta gran misión, amigos, y algún que otro hermano. Hoy es un día muy especial para nuestro empeño y arduo trabajo. Y como ya os habréis imaginado la ocasión lo merecía y por tanto decidí anunciar la celebración de nuestra tan estimada tortura. Pero no solamente conmemoraremos nuestra fiesta anual, sino que también estará muy presente la gran victoria de nuestra armada aliada contra sus mayores enemigos y la cual nos ha brindado un paso más hacia la cima- el alcaide Magellan hablaba a modo de discurso delante de aquellas personas que se hallaban reunidas en ese recinto ejecutorio- Por eso gritar conmigo, cabrones ¡Viva la Alianza!


¡Viva!- gritaron al unísono los trabajadores de la prisión y miembros de esta, entre los cuales estaban la vicealcaide Sadie, o el verdugo Saldeath, además de otras personas que se encontraban invitadas a tal evento como el científico Caesar Clown, entre otros.


-Y como son unas fechas tan señaladas y con la reciente gran victoria, no podía faltar a nuestra gran fiesta el hombre que hace capaz que todo esto sea posible. La persona que todos los aquí presentes admiramos y veneramos por encima de todas las cosas y a quien le debemos el gran renombre que se le está otorgando a la Alianza- el señor de cabellos oscuros y puntiagudos se sentía orgulloso de poder estar en presencia de una de las personas a quien más respetaba y admiraba-Es un honor como su fiel siervo que usted, general Akainu de la Alianza, haya podido acudir a un evento que significa tanto para nosotros.


De repente, las puertas de aquel recinto cerrado se abrieron de par en par y entraba un hombre de gran porte y poder, como era el general aliado, acompañado de varios de sus capitanes y soldados que pertenecían a la fuerza militar aliada. Entre ellos, destacaba un  joven soldado de cabellos castaños casi tirando a un tono anaranjado, que en los últimos años era muy cercano al general. Murmullos, gritos y alabanzas se escucharon en toda la sala tras la aparición de su general. Los militares fueron pasando por el camino que les había dejado el resto de personas empleadas en la cárcel hasta llegar al centro de aquel lugar donde se encontraba el lugar de ejecución. Allí se hallaba un lugar especial desde el cual observar bien aquel acto tan atroz. Pero antes de sentarse a contemplar la escena, el general dirigió unas palabras a sus fieles.


-Señores y señoras, o mejor dicho, aliados y aliadas, es un honor para mí, su general, poder asistir al festejo del cual tanto he oído hablar. De verdad,  gracias por haberme invitado a este gran festejo de tan renombre para nuestras tropas. No quiero quitarle protagonismo a su alcaide, quien está haciendo una labor estupenda en la prisión. Por eso, sin más dilación y con toda mi aprobación, que dé comienzo el día del torturador- el general Akainu agradecía su invitación y daba permiso para el inicio de aquellos terribles festejos, donde unos gritaban de emoción y otros se escondían para que no fueran escogidos para morir.


Tras sentarse en la silla, su fiel y acompañante soldado le susurró unas palabras al oído.


-Un gran mensaje, mi general. Es un gran gesto por su parte asistir a tal evento y mostrar respeto por todas las personas de su bando- dijo el soldado Drake susurrando al oído de su general que estaba a su vera- Como general, me enorgullece.


-Solo es un acto para entretener a los perros sabuesos y ambiciosos que habitan en este subterráneo. He sido obligado a asistir por mi posición, pero- respondió en voz baja el general Akainu- Pero preferiría estar metiendo mi polla en tu precioso agujero que estar en este lugar putrefacto.


Al escuchar estas palabras, el joven soldado Drake se quedó casi blanco y pálido, con una cara de terror de la cual debería estar acostumbrado por todas las crueldades que le había hecho su general. Un terrible rostro que nada enviada a los desamparados semblantes de los presos de aquel lugar.


Con la llegada del general al evento, el alcaide Magellan había decidió esperar unos minutos a que todo el mundo se volviera a calmar y se callará. Cuando observó que estas circunstancias se daban, decidió continuar hablando sobre lo más importante del día del torturador, la elección de la persona que iba a ser asesinada por diversión.


-Pues nuestro gran general Akainu ya lo ha dicho, y ha dado el pistoletazo de salida para iniciar los festejos. Pero antes debemos anunciar la principal atracción de esta- empezó de nuevo a hablar Magellan dirigiéndose a todas las personas allí presentes, tanto presos como soldados- La votación para elegir al candidato a ser el protagonista de nuestra tortura ha finalizado, y ya tenemos el recuento de votos con el nombre de la persona escogida por todos ustedes. He de decir que hasta el general Akainu ha decidido participar en esta votación.


-¡Venga, Mage-kun, que no tenemos todo el día! ¡Dinos el nombre de una maldita vez!- gritaba Sadie desde lo lejos para acelerar a su hermano que estaba tardando en desvelar.


-Cállate Sadie- regañó el alcaide tras escuchar los gritos de su propia hermana, mostrando una mala actitud para tratarse de la vicealcaide de aquella prisión-A ver… por lo que veo las votaciones han sido muy reñidas, jajaja, eso me gusta


El director de la prisión de Impel Down  estaba a punto de anunciar el nombre del elegido que pasaría a formar parte del mundo de los muertos. Por tanto, era normal que la tensión se palpara en el ambiente, y sobre todo en los asistentes. Los carceleros se encontraban anhelantes de diversión, procurada por esta atrocidad humana. Mientras que por otro punto, los reclusos esperaban no escuchar su nombre, no ser elegidos y mantener sus vidas, aunque fueran en aquellas horribles circunstancias. La joven princesa Violet se aferró a la mano que le depositaba confianza desde hacía ya un tiempo, a la mano de la señorita Domino que en ningún momento de aquel día se separó de ella. Sin embargo, ninguna de las dos jóvenes se percató que aquella escena había sido vista por una joven de anaranjados cabellos a quien no le agradó nada. Inazuma, a pesar de haber ganado fuerzas para seguir viviendo con las conversaciones mantenidas con el capitán rubio, solo deseaba que todo este infierno acabará, de una forma u otra. Por último, el capitán Sabo solo tenía en mente una cosa, a su único amor, a Ace.


-Los opresores han decidido por sus votos que quien debe morir en este día del torturador, de 1916, sea…- Magellan hacía una pausa para crear un mayor suspense entre los presentes antes de decir el nombre- El espía Inazuma de la armada inglesa.


El chico de cabellos blanquecinos y anaranjados ya se esperaba ser elegido para morir. Desde hacía un tiempo que los carceleros lo tenían fichado y sabía que a más de uno le repudiaba, sobre todo su actitud y aspecto afeminado. Todo esto le recordaba a los abusos que sufría cuando era pequeño junto a Iva-san, pero en esta ocasión él no estaba para apoyarlo, y seguir adelante. Por tanto, ya hacía tiempo que Inazuma había decidido que era su hora de morir, y al menos, reencontrarse con su amor.


El verdugo Saldeath comenzó a subir al tablado de ejecuciones con su hacha. Inazuma fue cogido entre gritos y vitoreos de los presentes, que deseaban ver morir a aquella persona. Lentamente, fue llevado hasta el altar donde iba a poner fin a su vida. Una vez arriba, fue colocado con sus últimos grilletes y en posición de ser decapitado.


-¿Unas últimas palabras, señorita?- decía en tono de burla el verdugo Saldeath, uno de los que rechazaban la presencia de aquel hombre en prisión, y que por supuesto, había votado por su muerte.


-Siento no haberte follado cuando quisiste, querido Saldeath. Ahora las cosas serían muy diferentes para los dos- intentaba intimidar Inazuma a su verdugo antes de morir.


-¡¡¡Maldito!!!- gritó de furia Saldeath a causa de esas palabras del chico, y movió su hacha para asestar el golpe que acabaría con su vida.


-¡¡¡Te quiero, Iva-san!!!- gritó con fuerza y entre lágrimas el espía Inazuma antes de ser terriblemente decapitado por el hacha del verdugo.


La cabeza del chico cayó hasta el suelo muy cerca de los asistentes. La sangre estaba aún fresca en el arma que portaba el furioso verdugo, quien mostraba una sonrisa complaciente por sus actos.


-¡¡¡Inazuma!!!-gritó el joven capitán rubio tras ver morir a su único amigo en aquel infierno, a la única persona con la que podía conversar y olvidarse por unos instantes del lugar donde se encontraban.


De verdad, todos los carceleros disfrutaron gratamente con aquella matanza, sobre todo con las últimas palabras desafiantes del joven y con el llanto del capitán Sabo. Incluso la vicealcaide Sadie estaba alegre, y parecía que los acontecimientos revelados sobre Saldeath le eran insignificantes. Pero ya estaba, ya había acabado el día del torturador. Los asistentes comenzaron a marcharse tras el disfrute. Su evento principal había finalizado, o al menos eso era lo que pensaban los allí presentes. No obstante, nadie se imaginó que el alcaide Magellan saldría con una espantosa sorpresa.


-Alto, señores, ¿dónde creen que van?- les decía algo cabreado el alcaide Magellan por la actitud de sus trabajadores- Hasta que yo no diga que esto ha finalizado, nadie se puede largar de aquí. Espero que os haya quedado claro. Además, ¿estáis seguros de perderos el gran acontecimiento que va a suceder en unos instantes?


Los asistentes no entendían nada de lo que estaba ocurriendo, ni de las palabras que estaba diciendo su alcaide. Pero de algo estaban seguros, y era que debía quedarse porque se avecinaba un espectáculo mucho mayor que jamás se volvería a repetir en sus vidas. Poco a poco, estos volvieron a sus sitios para ver de qué se trataba esa sorpresa.


-Así está mejor, señores- dijo Magellan al ver que el resto de asistentes se colocaban de nuevo en su lugar y prestaban su atención. Vio que era el momento oportuno para revelar de qué se trata esa misteriosa sorpresa- Ha sido un magnífico año para la Alianza, y no podía ser menos que hacer algo especial esta vez, sobre todo contando con la presencia de nuestro general. Por tanto, a pesar de que se ha tardado este año en celebrar nuestros festejos, he decidido adelantar el día del torturador del año que entra a hoy mismo. Por lo que, hoy, señores escúchenme bien, tendremos asesinato por partida doble, y la persona que tendrá el privilegio de morir de una manera tan especial es…


Los que se encontraban en aquel recinto tenían el corazón encogido, con la respiración casi detenida. Simplemente estaban prestando toda su atención en las palabras de su alcaide que estaba a punto de revelar la segunda identidad de la persona elegida. De verdad era una locura lo que estaba haciendo el director de la prisión, pero una gran locura que ponía los pelos de punta de todos los carceleros, provocándoles sensaciones y estímulos primarios muy sádicos, que les agradaba en cantidad. Pero los prisioneros no se encontraban de la misma forma. Ellos, que ya creían haberse librado de la muerte al menos un año más, estaban otra vez a merced de las palabras de su opresor, y esto lo inquietaba en gran medida. El único que estaba pasando de todo era el capitán Sabo, quien estaba en shock tras ver morir a su amigo, y que no prestaba ningún interés en el discurso.


-Por elección mía y para dar un buen espectáculo a todos ustedes, la persona elegida para subir de nuevo al altar de ejecución es… el capitán Sabo de la armada inglesa, más conocido como la putita del marqués de Glasgow- reveló la identidad el alcaide Magellan de la persona que iba a morir con cierta forma de burla hacia su persona.


Las personas de la sala se giraron a contemplar al abatido capitán inglesa quien se encontraba en su celda y que escasamente había escuchado las palabras del alcaide. Este parecía como si no reaccionara, estaba totalmente en blanco, pálido y con un horrible rostro. Fue llevado por los carceleros sin mostrar ninguna oposición hasta la parte central de tablado donde le esperaba el verdugo con el hacha aun ensangrentada con la sangre de su amigo. Lo colocaron en la posición y como de costumbre, Saldeath le habló.


-Sus últimas palabras, capitán- dijo de forma más seria el verdugo Saldeath quien había salido escarmentado la vez anterior- Quizás algo que decirle a su amado.


Sin embargo, no hubo respuesta por parte del chico inglés. Solamente silencio y un rostro ido, perdido en sus pensamientos, como si en realidad ya estuviera muerto. Saldeath miró a su jefe, y Magellan le dio la aprobación para asesinarlo. El verdugo sostuvo su hacha, y la levantó con un fuerte movimiento que se disponía a quitarle la vida a la persona que se encontraba ahí delante.


-¡Alto!- gritó una voz espontaneo de la sala deteniendo a tiempo la muerte del capitán inglés- Si quieren dar un buen espectáculo, mátenme a mí. Seguro que unos militares como ustedes estarán más complacidos al ver morir a un general de armada, antes que a un capitán.


-No le hagáis caso. Solo es un preso demente. Saldeath continua con la ejecución, es una orden- el alcaide Magellan se negaba a parar aquel espectáculo por la intromisión de aquella voz, de la que más tarde se encargaría personalmente.


-No. Detener la ejecución- intervino el general Akainu quien pensaba que por fin todo aquel desmadrado espectáculo se ponía interesante.


-Como ordene, mi general- el alcaide Magellan no tuvo más remedio que rendirse ante las exigencias de su superior, aunque por primera vez no estaba de acuerdo.


-Bien- acepto el general Akainu y puso su mirada en la persona que había interrumpido la ejecución- Ahora quiero saber la identidad de la persona que osa interponerse en la voluntad de la Alianza. Hable, ¿quién es usted?


-Me llamó Jinbe, antiguo segundo general de la armada de Francia, fiel subordinado del general Fisher Tiger, hasta su muerte. Es un honor conocerlo en persona, general Akainu. Siempre he deseado encontrarme con la persona que ha estado actuando como dueño del mundo, cuando ni siquiera conoce ni a sus propios enemigos ya que si fuera el caso, hace tiempo que estaría bajo tierra-se presentaba Jinbe de forma intimidante hacia el general que tanto despreciaba- Usted que solo busca imponer sus ideales por encima de los demás, no es nadie más que un perro como sus subordinados. El “Gran Perro de la Alianza” lo llamaría yo.


-Jajaja, ya veo que usted también es un peso pesado de este mundo, pero si me lo permite, no gaste sus palabras en halagos llenos de injurias. Me gusta su toque de arrogancia unida a la fidelidad. Le aporta personalidad a una vieja gloria como usted- contestaba el general Akainu sin retroceder ante las amenazas del otro- Sin embargo, debe comprender muy bien la situación, Por muy leyenda que haya sido usted en sus tiempos mozos, ahora está encadenado en esta lúgubre prisión y su destino… está en mis manos, señor Jinbe.


-Es un perro bien entrenado, que no se deja acobardar. Pero no crea que tiene el poder solo por ser el más fuerte en estos momentos de la historia. Usted solamente es alguien pasajero, una persona de altibajos, que ahora está en la cima pero que está a punto de caer en picado. Créame cuando se lo dice una vieja leyenda como yo- respondía severamente Jinbe quien no se doblegaba- Si mi general Fisher Tiger levantará la cabeza, sería derrotado en cuestión de segundos.


-Y ¿acaso por qué no me vence usted? Ha perdonada no me acordaba que estaba encarcelado y maltrecho por la edad. Si su general levantará cabeza haría lo mismo que con el general Sengoku o el conde de Glasgow, Edward Newgate. Eliminaría a todo lo que supone un inconveniente. Además, ¿qué ha podido hacer usted si ni siquiera ha salvado a sus jóvenes discípulos, los príncipes de la armada francesa? Solo su actual general, Fukaboshi, consiguió salir con vida de nuestra batalla, pero pronto perecerá. Me parece que sus lecciones no sirvieron de mucho- revelaba Akainu la situación de los príncipes franceses a su antiguo instructor y amigo- Pero dígame usted, ¿por qué en estos momentos, una vieja gloria como es, se sacrificaría por una persona que no conoce?


-Por amor, algo que usted jamás podrá conocer. Por los sentimientos que el capitán Sabo tiene hacia su persona querida y sus esperanzas de reencontrarse. Al menos ellos pueden vivir lo que yo no tuve- contestaba Jinbe mientras recordaba recuerdos dolorosos de su pasado- Es una pena que un instructor sobreviva a sus reclutas, pero es una mayor desgracia no haber impedido que mataran a su general, a la persona que amaba.


-Entonces, lo hace por amor, ya veo. En esta vida es mejor carecer de sentimientos tan mundanos como ese que lo único que harán será destruirte a ti y a tus logros- contestaba Akainu cuando de repente se giró y observó de pleno a su compañero Drake que le miraba extrañamente, y esto aunque no lo quería reconocer, le produjo una sensación extraña en su cuerpo- Dejemos de charlar. Señor alcaide, espero que acepte la petición del ex subgeneral Jinbe, y que le ocupar el puesto de ese chico.


-Por supuesto, si eso es lo que usted decide- respondió el jefe de prisión a quien no le agradaba para nada todo esto.


Al alcaide Magellan no le quedó otra que acatar las órdenes de su general y mandó que subieran al preso Jinbe al altar de ejecución. Allí, el verdugo esperaba con ansias clavar su hacha en el cuello de alguno de aquellos dos hombres, y ya le daba igual quien fuera. Cuando Jinbe estaba ya subido y colocado, miró al aún aturdido capitán Sabo y le dijo unas palabras.


-Chico, será mejor que luches con todas tus fuerzas por aquello que amas. Que un obstáculo como este no te detenga. Seguro que al final encontrarás una salida al final de la oscuridad, junto a tu amor- decía Jinbe unas palabras que poco a poco hicieron que el rubio fuera reaccionando- Te dejo mi último deseo. Vive la vida que yo no pude vivir.


Tras decir sus últimas palabras, el verdugo Saldeath decapitó al señor Jinbe ante todos los allí presentes. El general Akainu estaba complacido ya que no aguantaba más la arrogancia de aquella persona, aunque su conversación había hecho mueca en él y más de un comedero de cabeza le traería. Necesitaba urgentemente tener en sus brazos a su pequeño dinosaurio, aunque fuera de manera cruel. Mientras, Magellan se marchó un tanto refunfuñado, pero no sin antes ordenar que los presos supervivientes se quedaran encerrados en las celdas de aquel recinto para tenerlos más vigilados. Las dos chicas se separaron un tanto aliviadas por el resultado de los acontecimientos pero aún agitadas por lo ocurrido. Sadie y Saldeath se largaron también cabreados con sus respectivos motivos, pero sobre todo por no haber podido disfrutar sus festejos como querían. El capitán Sabo había conseguido reaccionar y una lágrima se desprendió de sus ojos por el gesto que había tenido aquella persona que no conocía, pero que al parecer había escuchado todas sus conversaciones con Inazuma. Aquel día, Sabo se sentía más solo que nunca ya que había perdido a dos personas que si siguieran con vida, serían dos gran pilares en los que apoyarse. Sin embargo, aquel mismo día, comenzó el ascenso hacia su libertad, y jamás se esperaría tener a los ayudantes que iba a encontrar más tarde.


Del mismo modo que los años anteriores, el día del torturador había finalizado con dos muertes en su camino. Ahora solo cabía esperar al futuro próximo. Pero estaba claro que las cosas iban a cambiar, sobre todo después de lo presenciado en aquel lugar. La Alianza estaba a punto de entrar en un ciclo de circunstancias que la llevarían a su fin.


9 de Enero de 1917, Viena, Austria.


La investigación del científico Caesar Clown estaba teniendo por fin forma, después de la ayuda que le ofrecía su ayudante Domino. El hombre ambicioso había logrado comenzar a contralar a aquellas Bestias Minos de las que tan orgulloso estaba, y por tanto, estaba a solo un paso de que se convirtieran en las armas no humanas más feroces de todo el mundo. Su camino hacia la fama estaba llegando como tanto ansiaba. Mientras, la joven Domino seguía trabajando arduamente con los animales de aquella sala que hacía un par de años que había conocido. Asimismo, su amistad con el joven reno Chopper había mejorado tanto que incluso la muchacha se había ofrecido a enseñar al reno a hablar, y en pocos meses, este ya hablado perfectamente igual que si fuera un ser humano. La confianza entre los dos fue creciendo, pero aún Chopper no estaba seguro si debía decirle la verdad sobre aquellas pastillas, pero mientras, se estaba asegurando que sus compañeros no la tomaran, aunque a veces les costará convencerlos.


-¡Chopper, Chopper! Hoy Violet me ha sonreído. Es la primera vez que lo hace. Soy tan feliz- entraba gritando la joven Domino por la puerta de la sala donde se encontraba su amigo animal.


A tal grado Domino consideraba amigo al reno que le había confesado hace tiempo su amor por la joven Violet, y todos sus intentos para que le prestará atención, y los cuales estaban dando sus frutos, ya que al menos la muchacha comenzaba a apoyarse en la carcelera.


-Es una gran noticia, Domino- dijo Chopper mientras se alegraba de ver a la joven rubia, ya que no le gustaba estar solo en aquella celda sin poder comunicarse con sus grandes amigos-Seguro que dentro de poco entenderá y aceptará lo que sientes por ella. Aunque…


-Aunque sigue encerrada en la cárcel y jamás podremos ser felices en libertad. Era eso lo que ibas a decir, no. Es algo que ya se y el cual me atormenta cada noche al acostarme- confesaba Domino apenada por la situación en la que se encontraba su amor- Me siento tan incapaz de ayudarla. Mi posición es tan baja que no se si podría hacer algo por ella si le llegará a suceder cualquier cosa, ¿y si fuera elegida en el día del torturador del año que viene? ¿Qué haría yo? Sería una catástrofe.


-Domino, lo que iba a decir es que jamás la podré conocer. Ambos estamos encerrados en celdas y seremos incapaces de ser libres- revelaba Chopper tras las palabras tan desalentadoras de la joven rubia- Menudos amigos que te has buscado.


-Pero que dices. Estoy segura que algún día seremos libres los tres, vosotros de vuestras celda y yo de mis ataduras como aliada, y… y viviremos juntos como una gran familia- contestaba Domino quien tenía demasiados sueños en su cabeza- Ya lo verás.


-Yo… ya tengo una familia. Y mi sueño es regresar con ellos algún día- decía el reno cuando imágenes de sus padres, los dos doctores, se pasaban por su cabeza- Pero espero que podamos salir de aquí los tres, y al menos, nos visitaremos de vez en cuando.


-Por supuesto- contestó la chica con una sonrisa en su boca, cosa que reconfortaba al joven reno y que le daba valentía para regresar.


Cuando estaban en plena conversación, un golpe detrás suyo les alertó de algo, de que algo malo había sucedido. Con miedo, los dos seres vivos se giraron y vieron desplomada en su celda a la madre conejo Lapahn junto a su cría que estaba llorando descontroladamente. En seguida, la ayudante fue corriendo a ver qué había ocurrido, mientras que Chopper se agarraba fuertemente a los barrotes de su celda ya que se temía lo peor y podía imaginarse porque estaba pasando esto.


-¡Madre Lapahn, madre Lapahn!, ¿qué le ocurre?- gritó Domino al abrir la puerta de la celda y encontrarse con el animal en un estado muy crítico-No te mueras, tienes a tu bebe… lo tienes que cuidar.


Sin embargo, la señora conejo continuaba sin reaccionar, y los llantos de su pequeña cría seguían resonando de dolor en aquella sala.


-Domino…me temo que ya no podemos hacer nada…- decía Chopper cuando veía que la madre Lapahn no daba señales de vida- Es mi culpa… si la hubiese convencido mejor… si la hubiese vigilado… si hubiese visto que no se tomaba las pastillas…


-Pero ¿qué estás diciendo Chopper? No es tu culpa. ¿Por qué dices que no se debía tomar las medicinas si tú también te las estas tomando?- Domino estaba muy inquieta y confusa tras escuchar las palabras del animal.


-Lo siento, Domino… hay algo que no me he atrevido a contarte. Tenía miedo de que tú… que fueras una sierva fiel a la Alianza y que tuvieras un aura maligna detrás de tu sonrisa… pero me equivoqué- Chopper estaba muy afligido por haber juzgado mal a su amiga y sobre todo por las consecuencias que habían pasado- Las medicinas son en realidad drogas, venenos, y tú no lo sabías. Nos las administrabas creyendo que era algo bueno para nuestra salud, pero solo nos va destruyendo poco a poco. Eso es lo que les paso a mis amigos que desaparecieron. Por eso mismo me enteré de que eran malas y les intenté explicar al resto de animales que no se las tomará. Pero me temo que la madre Lapahn no se fiaba de mí y se las siguió tomando. Si hubiese confiado más en ti, si te lo hubiese contado antes, quizás ella estaría viva… Perdí a mis amigos y ahora no pude salvarla a ella.


-Chopper…- la joven de rubios cabellos no supo que contestar más, estaba muy afligida y dolida por aquella revelación, pero sobre todo un sentimiento corría por sus venas- Si de alguien es la culpa, es mía. Debí sospechar que algo malo ocurría con estas pastillas. Después de ver las atrocidades de la Alianza no me tenía que haber confiado con el científico Caesar. Él es igual que el resto, una persona maligna. Pero ahora mismo voy a arreglarlo Chopper y te prometo que no va a pasar nada más.


-No, espera. Tú sola no puedes hacer nada. El científico Caesar Clown es también un asesino y no tendrá reparos en matarte- alertaba Chopper quien detuvo a la decidida joven rubia- Será mejor esperar a tener pruebas y ayuda. Por ahora vigilaremos más atentamente que ninguno tome las pastillas, con eso será suficiente.


-Pero…- la chica no estaba del todo convencida aunque sabía que era la mejor opción- Esta bien, pero te prometo que me vengaré. Se acabó la cándida Domino. Por fin he abierto los ojos para ver la realidad de la Alianza. Yo, Domino, desde hoy reniego a cualquier ideal o norma de la Alianza y ponga por testigo que lucharé contra ella para salvar a mis seres queridos.


-Gracias…- Chopper estaba mucho mejor al ver que la chica había tomado esa decisión- Será mejor que te marches ya y te lleves para enterrar a la madre Lapahn. Yo me ocuparé del pequeño.


La ayudante asintió y cogió en sus brazos a la madre Lapahn llevándosela de aquel lugar. Mientras, el joven reno se encargó de cuidar a su cría, intentando calmarle los nervios. A la salida del laboratorio Punk Hazard, Domino se topó con el científico en jefe Caesar, y simplemente le sonrió. Una falsa sonrisa que en realidad transmitía odio y dolor.


Los meses fueron transcurriendo, y con ellos la debacle de la Alianza tuvo lugar. Numerosas derrotas se sumaron a su bando, y grandes bajas habían sufrido en el último año. Parece que los refuerzos de la armada Contra Alianza, estaban haciendo bien su trabajo, ya que prácticamente durante 1917 y lo que llevaban de 1918, el avance aliado fue detenido y por consecuente, esta estaba siendo derrotada. La fuerza militar restante se encontraba luchando duramente en los últimos campos de batallas resistentes, por lo que el complejo de Marine Ford había quedado casi desierto. Las instalaciones estaban vacías, sin ninguna vida de ningún soldado por allí. A penas quedaban unos pocos trabajadores que se habían decidido a abandonar su puesto de trabajo y sus ideales, a pesar de estar en una preocupante situación.


Por la parte del subterráneo, también se había visto afectado los problemas de sus superiores. La gran prisión Impel Down perdió a casi todos sus presos que fueron liberados mientras estaban siendo trasladados a otro lugar penitenciario ya que este era incapaz de seguir. Los únicos que continuaban encarcelados allí eran un joven capitán enamorado y atormentado y, una bailarina con título real. Del mismo modo, debido a las deudas por los gastos en conflictos bélicos, la plantilla de la cárcel había sido reducida al escaso número de dos personas, el alcaide Magellan y la vicealcaide Sadie, quienes se bastaban para aterrorizar a los últimos reclusos. Incluso el verdugo Saldeath había abandonado el barco dejando atrás a su esposa,  pero de poco le sirvió huir ya que pronto fue capturado por la armada contra aliada.  


Lo mismo ocurría en los laboratorios Punk Hazard. El científico Caesar Clown se negaba a abandonar toda su estimada investigación por lo que decidió quedarse, y con él, todos los animales a los cuales maltrataba. El resto de expertos se largaron con el rabo entre las piernas pero poco a poco fueron detenidos y acusados por conspiración contra el mundo. La joven ayudante Domino también se mantuvo allí porque tenía que salvar a aquellas dos personas que había llegado a amar, a pesar de estar encerrados e inicialmente ser del bando contrario.


Era el mes de Octubre de 1918, y comenzaba a hacer frio en la ciudad vienense. Sin embargo, la temperatura estaba a punto de subir a causa de los acontecimientos venideros.


12 de Octubre de 1918,  Viena, Austria. Último día del torturador.


Era por la tarde, pero el cielo se encontraba encapotado como si un mal presagio se cerniera sobre la capital. Pero ninguno de los habitantes de esta se esperaba aquello que iba a suceder.


Ya de por sí la luz no entraba en la prisión de Impel Down porque se encontraba bajo tierra, pero hoy, la oscuridad era mucho mayor que de normal. De repente, entre el silencio y la calma que representaba temor, se escucharon unos pasos. Un sonido tras otro que indicaba que alguien se estaba acercando a las dos únicas celdas con moradores. Eran unos pasos comunes, conocidos más bien, pero las intenciones que traían cada vez que se acercaban nunca habían sido tan malignas. A los pasos se sumó el ruido de unos golpes que zarandeaban los barrotes de los otros calabozos. Pronto, el ruido y las pisadas se escucharon muy cercanas, removiendo los estómagos de los dos presos. La persona llegó a aquel recinto de ejecución. Allí pasó de largo del primero de los encarcelados y se marchó hasta el final. Cuando llegó, se detuvo durante unos instantes y, más tarde sacó unas llaves de uno de los bolsillos de su traje y abrió la reja. Miró lascivamente a la mujer que se hallaba en su interior, y se lamió los labios con deseo de hacer un acto impuro y sádico.


-Princesita, he venido a despedirme de ti. Pero antes pienso disfrutarte hasta tu último aliento- amenazó una joven de cabellos anaranjados tras adentrarse a la celda y asustar de mal grado a la reclusa de su interior.


-Sadie… por favor…cálmate… esto… lo podemos hablar y seguro que encontramos una solución que te satisfaga- intentaba explicarle la joven Violet quien se temía lo peor debido a la actitud que estaba mostrando la otra- Ten clemencia de mí… es lo único que te pido… Sadie…


-Lo único que puede satisfacerme ahora eres tú, princesa Viola- contestaba la muchacha quien parecía que no atendía a razonamiento alguno- Si te estás quieta, en seguida todo pasará, jajaja… Hoy te voy a hacer mi propia versión del día del torturador. Primero te hago mía y luego te mató.


Poco a poco la joven Sadie estaba aproximándose de manera muy peligrosa a la otra. Violet no sabía qué hacer. Aunque gritara sería en balde ya que no tenía a nadie que la rescatara de aquel infierno. Justo cuando pensó en eso, una persona le vino a la mente, una chica rubia. Sin embargo, a pesar de que chillará con todas sus fuerzas, ella jamás la escucharía desde tan lejos.


-Sadie… detente…déjame- intentaba apartar la bailarina a su opresora, pero sin conseguir nada ya que las manos de está ya la tenían fuertemente agarrada y estaba a punto de besarla ferozmente.


-Deja que disfrute de ti tanto como lo he estado deseando desde hace tiempo-decía lascivamente Sadie quien estaba a punto de juntar los labios con la otra.


Tras escuchar esto y con las últimas fuerzas que le restaban, Violet gritó. Pero gritó de forma desesperada y sin esperanzas de que su agonía fuera escuchada por alguien, y mucho menos, por su salvadora.


-¡¡¡Domino!!!- gritó fuertemente la princesa a quien más necesitaba en este momento.


Que Violet vociferará el nombre de esa mujer enfureció de gran grado a la joven de anaranjados cabellos. La rabia comenzaba a  recorrer todo su cuerpo y en un impulso de ira, golpeó el rostro de la bailarina, que cayó desplomada y con el labio partido.


-Insolente, maldita perra malparida. ¿Cómo te atreves a nombrarla delante de mí? Soy yo quien te posee, soy yo quien te desea y te hará sufrir, no esa inútil traidora- Sadie estaba llena de enfado que iba desbordando en la otra mujer- Yo soy tu dueña y jamás dejaré que ella te tenga. Me perteneces. Recuerda, eres mi valioso juguete, princesita.


Violet estaba completamente aterrada. Desde que había sido agredida, no había sido capaz de levantarse y someterse a la ira de su opresora. Simplemente se había quedado acurrucada en un lado de la celda mientras escuchaba los insultos de la vicealcaide.


-Ilusa. Tu salvadora nunca vendrá. Estás sola- volvía a intimidar Sadie aun en un estado de furia desmesurada-Ahora te vas a enterar.


De nuevo, Sadie se acercó hasta donde estaba tumbada la temblorosa bailarina. La levantó con una mano y con la otra aproximó sus labios a los de la mujer. Pero, como la vez anterior, algo la detuvo, o más bien.


-Quítale las manos de encima, vicealcaide Sadie- aparecía como salvación la joven de rubios cabellos por mostrando un carácter que no era el suyo propio, sino que estaba guiado por la determinación de ayudar a su amor- Apártese de Violet o muera.


-Vaya, vaya, pero si ahora la chiquilla modosita saca sus garras. Que sepas que no acepto amenazas de una traidora como tú- la joven de pelos naranjas no se deja intimidar por la otra, sabía muy bien lo que hacía y las armas que poseía, y todo el deseo que tenía en poseer a la joven princesa- Será un buen espectáculo tu muerte, Domino. De nuevo, me parece que tendremos un día del torturador con doble ración de muertes, jajaja.


-Calla de una puñetera vez y aléjate de Violet- seguía con las amenazas Domino y encarando un carácter serio y sereno para no dejarse llevar por malos impulsos-No creas que te será fácil asesinarme, Sadie. Pero, hay algo que no me ha quedado claro. Tú estás casada con el señor Saldeath. ¿Por qué estarías interesada en ella?


-¿Que por qué? Porque la deseo con todas mis fuerzas. Deseo poseer todo su cuerpo y escuchar sus gemidos de dolor cuando haya caído entre mis garras. Además, Saldeath y yo teníamos una relación muy abierta, y él tenía sus propias aventuras como ya pudiste comprobar. Pero jamás le perdonaré que huyera, eso es de débiles. Ojalá muera, el maldito condenado-parecía que la maldad de la joven vicealcaide no tenía fin y eso preocupaba a Domino, sobre todo en lo que respecta al futuro de su amada- Dejemos la cháchara y luchemos. Luchemos para ver quién se queda con la chica.


-Acepto el desafío, pero no llores cuando seas derrotada- contestaba Domino quien comenzó a sacar su arma del bolsillo.


De repente, una gran tensión llenó los pasillos y el recinto de la prisión, incluso estaba acompañada de un silencia sepulcral. Por unos instantes, ambas mujeres enfrentadas se miraron fijamente, notando la determinación que tenían para enfrentarse en aquel duelo a vida o muerte. Pero cuando todo esto acabó, sacaron sus armas y comenzaron a pelear ferozmente.


Golpes y más golpes resonaban con el eco producido en la prisión. El látigo de la vicealcaide Sadie era tan resistente y largo que llegaba incluso a herir a su contrincante a larga a distancia. Sin embargo, la joven Domino no se quedaba atrás, ya que detenía bastantes ataques con su fusta de metal, que era su arma preferida. Pero lo que estaba claro es que ninguna de las dos iba a dar un paso atrás en su lucha.


-No está nada mal, rubita. Pero veremos qué te parece esto- avisó Sadie de una terrible complicación que se cernía sobre la chica rubia.


El arma de la vicealcaide comenzó a sacar una especie de púas que producían heridas graves en la chica. Domino tenía que proteger bien sus defensas ya que ahora el duelo se había puesto bastante serio. Sadie seguía golpeando con dureza a su rival, sin dejarle ningún hueco de escapatoria ni tiempo para descansar. Domino hacia lo que podía pero con eso no era suficiente. De repente, Sadie, con su dominio con el látigo, enredó los pies de la muchacha cayendo al suelo de morros, para más tarde herirle su espalda con el látigo de púas. La sangre iba derramándose por las arañazos que tenía en la piel Domino, pero ese no era motivo para que retrocediera. A pesar de haber sido gravemente herida en los pies y espalda, se volvió a levantar y atacó a Sadie directamente con su fusta.


-Esta te la devuelvo hija de puta- gritó con fuerza la muchacha rubia cuando velozmente atravesó las defensas de la otra, y golpeó su rostro con el palo de metal, dejándole una fuerte herida.


-Maldita seas, mira cómo has dejado mi preciosa cara- se enfadó aún más la joven Sadie tras el ataque recibido- Esto ha llegado demasiado. Es hora de que pruebes mi ataque final.


Tras decir esto, y con gran fuerza, Sadie elevó su látigo y comenzó a girarlo a modo de remolino. Las púas de su arma comenzaron a sobresalir de forma alarmante, además de estar manchadas de la sangre de la joven carcelera rubia. Cuando el movimiento había cogido cierta velocidad e intensidad, Sadie atacó con su látigo hacia su contrincante. El ataque preocupaba en gran medida a Domino ya que debido a la gran inmensidad de este iba a ser costoso de detener.  Y definitivamente fue así. Domino no pudo evitar el ataque y quedó completamente enredada en el látigo de púas mientras todo su cuerpo iba perdiendo sangre, dejándola sin fuerzas.


-Mierda…- dijo Domino al verse derrotada por la otra y sin posibilidad de hacer nada por su amor.


-Vaya chica, donde quedó todas tus ganas de vencerme, jajaja. Mírate ahora. Apresada igual que su bella bailarina y al borde de la muerte- dijo orgullosa de su victoria la chica de anaranjados cabellos tras ver sometida a la otra, tal y como ella quería- Tus deseos son órdenes. Ahora mismo te mataré, pero primero quiero que veas como disfrute de tu Violet.


Pero cuando Sadie se giró cara la celda para reclamar su premio por haber ganada el duelo, lo que se encontró no le gustó nada, o más bien lo que no se encontró. Exacto, el calabozo se encontraba totalmente vacío y sin señales de la joven princesa que antes había quedado completamente aterrorizada por sus abusos.


-¿Me buscabas, Sadie?- intervino de repente Violet asestándole una fuerte patada de tacón a la joven Sadie que cayó al suelo desprendiéndose de su arma- Será mejor que no subestimes a una chica que abandonó su hogar para buscarse la vida.


-Jajaja, siempre me ha gustado ese carácter duro tuyo- decía la vicealcaide mientras se intentaba reponer del duro ataque- Pero lo que más me gustará es ver como suprimo toda esa valentía con mis propias manos, princes...


Pero Sadie no tuvo tiempo de acabar la frase cuando Violet le había pegado de nuevo una fuerte  patada que la mandó a dentro del calabozo con la mala suerte de chocarse contra los hierros y quedar completamente noqueada. Con rapidez, la princesa cerró la celda y Sadie quedó encerrada en aquel lugar.


-Te repito que no me subestimes. Se cuidarme muy bien por mí misma- dijo la joven Violet quien mostró su apasionado y duro carácter para intentar salvar su vida- Domino, ¿te encuentras bien? En seguida te quitó ese látigo.


Cuando Violet venció a Sadie, fue corriendo a encontrarse con su herida amiga, que aún estaba tirada en el suelo y enredada con el arma, pero que había presenciado toda aquella escena de manera muy perpleja. Al llegar, sin decir nada, la joven de oscuros cabellos intentó romper el látigo que a pesar de que tenía púas no le importaba ya que quería por todos los medios posibles sacar de allí a su salvadora. Domino no dijo nada, solamente se dejó liberar y cuando ya estaba libre por fin, fue abrazada fuertemente por su amor.


-Gracias… gracias por salvarme…- decía Violet entre lágrimas  mostrando su personalidad apasionada por la que era conocida.


Pero la chica rubia se sentía frustrada, sobre todo al escuchar estas palabras. Ella no la había salvada, en todo caso había sido salvada. Y esto le producía un gran enfado y dolor.


-Pero Violet yo….- intentó explicar su frustración Domino por no haber sido capaz de liberarla, pero fue callada súbitamente con un tierno beso de la princesa que la dejó completamente sonrojada.


-Calla, y no llores más. Tú me has salvado con la sola presencia de estar conmigo. Me has salvado de la soledad, de la tristeza y del dolor, e incluso de la muerte. A sí que por favor, no digas nada, acepta por una vez que yo te hay salvado a ti y acepta estos sentimientos tontos que me temó que soy incapaz de controlar- reveló sus escondidos pensamientos la joven Violet, pensamientos que desde hace tiempo habían florecido en su interior.


-Violet…- dijo tiernamente Domino al ver que sus sentimientos eran correspondidos, y aceptó todo aquello que le dijo su amor.


De nuevo las dos chicas se fundieron en un apasionado y duradero beso, seguido de un tierno abrazo que las calmaba y las alentaba a seguir luchando para escapar de aquel infierno.


-Violet, debemos irnos de aquí. Puede venir alguien y si ven a Sadie encerrada en tu celda en seguida nos encontraran. Debemos huir- explicaba la situación la chica rubia a la otra joven.


La bailarina se limitó a asentir y cogida de las confiables manos de su amor, se marchó por donde ella la dirigía. Ambas unidas corrieron hasta la salida de aquel lugar donde se hallaban. Sin embargo, justo antes de abandonar aquel infernal recinto de ejecución, una voz les detuvo. Una voz masculina que transmitía mucho dolor y pena con sus plegarias.


-Por… favor…sacarme… liberarme- dijo entrecortado el joven muchacho que tenía pocas fuerzas ya debido a su deteriorado estado de salud.


-¿Quién eres tú? No vamos a arriesgar nuestra huida por un simple desconocido- contestó con rapidez Domino quien ya no confiaba en nadie de aquel lugar.


-Solo soy una persona que desea regresar con su amor- contestó el chico dejando un tanto atónitas a las dos jóvenes- Me llamo Sabo, capitán de la armada inglesa y les imploró por su ayuda. Necesito  volver con él, y sois mi única salida. Siento no haberos ayudado con vuestra pelea, pero me temo que como comprenderéis mis circunstancias no son las mejores aquí, encerrado. Pero os lo pido desde el fondo de mi corazón. Liberarme de este infierno, señorita Domino, princesa Viola de Rusia, por favor.


-De acuerdo- contestó Violet tras sacar las llaves que le habían quitado a Sadie para abrir todas las puertas de la prisión- Será un honor liberar a un capitán de mi país de acogida.


-Gracias… a las dos…- contestó el chico rubio tras sentirse libre por haber abandonado su celda, su cautiverio, su infierno desde que había llegado a aquel lugar.


-Espera, espera- Domino estaba estupefacta por una cosa de la cual no dejaba de darle vueltas en su cabeza- ¡¡¡¿Cómo que princesa Viola de Rusia?!!! ¿Desde cuándo? Pero ¿por qué? ¿Seguro que ahora tu familia rechazará nuestra relación?


-Domino, eso ahora no importa. Tenemos que huir de aquí antes que venga alguien, tú misma lo has dicho- dijo Violet quien buscaba desviar el tema que le incomodaba- Solo te puedo decir que es verdad, pero que te lo oculté porque… porque renuncié a ser princesa hace tiempo para encontrar a alguien a quien amar, y ahora… creo que ya la he encontrado, y lo demás me da igual.


La joven Violet se sonrojó al transmitir estas palabras y sentimientos que llevaba guardados en su corazón desde hace tiempo. Domino entendió perfectamente a su amor y para reconfortarle le dio un dulce beso en sus labios, para calmar toda aquella alocada situación, o revelación.


-Chicas, siento interrumpir pero será mejor marcharnos ya- dijo Sabo que de nuevo había presenciado una escena amorosa entre aquellas dos jóvenes las cuales se habían convertido en sus salvadoras, y que a posterior serían un gran pilar de amistad en el que apoyarse.


-Sí, si claro- contestó entrecortada y un tanto avergonzada la princesa rusa.


Los tres se marcharon por fin de aquel recinto, esperanzados de que hallarían la libertad tras salir por las puertas de la gran prisión de Impel Down. No obstante un gran mal estaba a punto de cogerles. Un mal que buscaba venganza tras haber hallado desplomada a su amada hermana.


Los jóvenes siguieron corriendo a través de los pasadizos de aquella prisión, y en seguida se dieron cuenta de que prácticamente estaba abandonada. No había ni reclusos ni guardias de seguridad, por lo que su avance fue mucho más fácil y rápido, y en el poco tiempo de una hora consiguieron salir de las instalaciones penitenciarias. Pero justo cuando estaban a punto de subir las escaleras para abandonar aquel terrible sótano subterráneo, la joven Domino detuvo al grupo súbitamente.


-Esperar. No puedo irme sin liberar a un amigo mío- dijo decidida Domino mientras se marchaba hacia la puerta de los laboratorios científicos- Le prometí que algún día lo sacaría de su horrible prisión.


-Domino, espera. ¿Dónde vas? Tenemos que irnos- preguntaba Violet cuando veía a su amor que retrocedía para adentrarse a unas instalaciones que no conocía- Mierda, porque no me hará caso.


-Tranquila. Será mejor que vayamos con ella y la ayudemos- contestó Sabo quien comenzaba a comprender la amabilidad de aquellas dos personas- Todos los que sufren este infierno tienen derecho a ser liberados.


Los dos chicos siguieron a la chica rubia hasta el interior de las salas de los laboratorios científicos de Punk Hazard. Era ya por la noche y no había nadie allí, ni siquiera el científico Caesar Clown, o eso pensaban. Tras llegar, Domino al ser la ayudante de aquel lugar, sacó sus propias llaves y se encaminó a la habitación donde estaba retenido su amigo animal y todos sus compañeros. Al llegar, abrió la puerta, y despertó a todos los de allí.


-Chicos levantar todos. Hoy veremos por fin la libertad- decía la joven rubia despertando a todos los animales de aquella sala- Chopper, como te lo prometí, pienso sacros de aquí, y tengo ayuda.


-Domino…- contestó Chopper quien se sentía agradecido tras ser liberado de su prisión. Tanta era la emoción que abrazó fuertemente a su amiga cuando se sintió libre- Gracias…


De repente, llegaron a aquella sala de experimentos, un poco agotados por la caminata, el capitán y la bailarina y se quedaron un tanto boquiabiertos al ver la escena que estaba contemplando. Animales muy extraños, hasta un reno que sabía hablar.


-Chicos, tomar las llaves y ayudarme a liberar a los animales- dijo Domino entregándoles parte de las llaves para que comenzaran a abrir las celdas- Mira Chopper, está es Violet, de quien tanto te he hablado. Y el chico rubio es Sabo, un capitán militar.


-Encantado de conocerte, señorita Violet, y a usted también, capitán- se presentó el reno de forma muy cortés ante una atónita chica de oscuros cabellos.


-¡¡¡¿Hablas?!!!- preguntó perpleja la joven Violet quien no entendía muy bien esos amigos tan raros que tenía su amor, la chica rubia.


-¡¡¡Un mapache que habla!!! Pero que clase de laboratorio es este- dijo estupefacto también el joven capitán Sabo de la armada inglesa.


-Sin faltar, que soy un reno. Hablo debido a un experimento del científico Caesar Clown. Bueno y también le debo a Domino que me enseñara a hablar- explicó brevemente el animal al resto de humanos que acababa de conocer- Pero ahora no es momento de explicaciones. Ayudarnos todos a sacar a mis amigos de sus jaulas.


-Claro- contestó en seguida Violet quien parecía que tomaba rápidamente las decisiones, al igual que había ocurrido antes con el capitán inglés.


Todo el grupo se puso a trabajar en la tarea encomendada, Comenzaron a liberar de sus jaulas a las distintas clases de animales que portaban en su interior. Mientras, Domino les indicaba el lugar para quedarse hasta que todos estuvieran sacados de sus prisiones.


-Venga todos, hacer un último esfuerzo. Bananawi ayuda a llevar la pecera de la ballena Boe, que ella no puede ir sin agua. Ardillas Risky no os quedéis atrás y tú Dugong no te pelees con la celda, que ella no tiene la culpa- la chica rubia intentaba organizar como podía aquel guirigay- Chopper encárgate de ayudar al pequeño Lapahn.


-En seguida- contestó Chopper quien estaba apurado ayudando a todos-Que se escapa el ave del Sur.


-La tenga- dijo el capitán Sabo quien TiVo que dar un gran salto para coger al animal y más tarde calmarlo.


Tras un rato de escándalo y mareo entre animales y humanos parecía que todos estaban ya listos para marcharse de aquel laboratorio hacia la libertad.


-Ya estamos todos. Entonces podemos marcharnos. Seguirnos a nosotros y no os separéis hasta que estemos en un lugar seguro y os lo indiquemos- daba las órdenes pertinente Domino a los animales e incluso a los humanos- Vamos a salvarnos todos, chicos.


-¡Sí!- gritaron al unísono todos aquellos que tenían la capacidad de hablar, mientras que el resto de animales levantaron una de sus patas en señal de asentimiento.


El grupo entero, formado por animales y humanos, se puso en marcha y corrió velozmente por aquellas instalaciones científicas. En el fondo, todos, personas y animales, dejaban atrás años de tortura y opresión, dolor, sufrimiento, agonía y mucha desesperanza. Pero ahora todos tenían un objetivo común, o más bien un pensamiento, salir de aquel infierno para volver a vivir de una vez por todas. Sin embargo ninguno de ellos se imaginaba que sus planes de libertad fueron frustrados tan rápidamente.


Al llegar a lo que parecía la última sala de los laboratorios Punk Hazard, la última antes de la salida, se toparon con un hombre en un terrible estado de ira. Estaba consumido por esta, y esto les provocó un horrible sentimiento de preocupación y miedo al grupo entero. Aquel hombre emanaba un sentimiento de venganza por todo su cuerpo, y estaba dispuesto a llevarla a cabo costara lo que costara.


-No dejaré que ninguno se marche de aquí con vida, maldito cabrones- iniciaba la conversación el hombre que se les había aparecido delante de ellos y que era terriblemente peligroso, sobre todo en ese estado- Vengaré lo que le habéis hecho a mi hermana.


-Alcaide Magellan, espere, no se precipite. Usted no es como su hermana, no se deja llevar por sus impulsos más viles. Escúchenos, tenemos animales enfermos y solo estamos nosotros en la cárcel y deseamos salir de allí. No somos personas malas como usted habrá visto- intentaba explicar Domino con palabras poco convincentes que ni ella misma se creía- Lo que le hemos hecho a su hermana Sadie no tiene perdón, pero ella… ella abuso de su poder y eso va contra la ley, incluso contra los principios de la Alianza.


-Ya sé que no soy como mi hermana, sino que soy mucho peor que ella- respondía con un horrible rostro el alcaide de oscuros cabellos- Ahora morirás traidora, y todos tus compañeros también.


Magellan sacó una gran espada afilada e intentó golpear a muerte a la joven Domino que tenía en frente. Sin embargo, la gran velocidad y habilidad del capitán inglés consiguieron salvar a la chica de la muerte.


-¿Estás bien?- preguntaba Sabo a la joven tras salvarla del ataque- Yo me encargaré de luchar contra él, tengo unas deudas pendientes con el alcaide. Vosotras mientras sacar a los animales del laboratorio y ponerlos a salvo.


-Sí, gracias. Pero no podrás luchar sin un arma. Toma esta espada. Pero que su filo no te toque la piel, tiene algo especial, como ya habrás supuesto que es- le dio la chica rubia una espada que estaba en el laboratorio y la cual escondía un secreto-Violet, Chopper ayudarme a proteger a los animales. Entendido.


Los tres se pusieron en marcha y continuaron sacando del laboratorio a todos los animales que había allí los cuales se encontraban temblorosos y asustados tras la aparición de aquel malvado hombre. Mientras, el capitán Sabo se enfrentaba de igual a igual contra su archienemigo, el alcaide Magellan. Era un gran enfrentamiento de espadas, donde se escuchaban los chasquidos que provocaban sus armas por toda la sala. Ninguno de los dos quería perder, por tanto, una gran determinación les movía. Golpe tras golpe, asalto tras asalto, nadie retrocedía ya que sobre todo llevaban cargados grandes sentimientos de odio hacia el otro. El alcaide Magellan, gracias a su experiencia y su edad, luchaba más ferozmente y casi no dejaba tiempo para descansar a su contrincante. Pero el capitán Sabo no se quedaba atrás. Cuando luchaba en las batallas de campo era bien reconocido por sus logros y méritos. Por todo esto se está dando un verdadero enfrentamiento.


Magellan golpeó con su espada e hizo que Sabo se echará para atrás pero este se  topó con la pared del laboratorio y se quedó acorralado sin escapatoria.


-Jajaja, ya eres mío, capitán- decía victorioso Magellan al ver que su rival estaba contra la espada y la pared- Los actos que habéis cometido contra mi hermana serán vengados.


-¡Pero si yo no le he hecho nada a tu hermana! Aunque ganas no me faltaba- contestaba Sabo quien por primera vez se sintió preocupado por lo que le pudiera pasar- Además, ahora que soy libre no dejaré que alguien como tú me mate antes de reunirme con Ace.


Y así fue, cuando Magellan fue a asestar el golpe de gracia, el capitán inglés se agachó hábilmente y esquivó el ataque casi en su totalidad. Pero sufrió una herida en el brazo izquierdo que le dolería durante un tiempo.


-Mierda… tenía que haber sido más rápido. Ahora es mi turno, alcaide Magellan- decía con ganas el chico rubio ante el otro- Te pienso devolver todo el dolor que nos has provocada a todos, donde me incluyo.


-Adelante, muchacho- incitaba el alcaide al otro chico comenzando por fin el asalto final entre los dos hombres de armas.


Pero mientras, en la misma sala, la evacuación de todos los animales estaba realizada. Estos estaban subiendo por las escaleras del sótano hacia arriba, donde esperarían a los humanos para que les guiarán. No obstante, aún quedaba un chiquitín que se negaba a marcharse de aquel lugar sin sus amigos. Un joven conejo que no paraba de llorar y berrear, mientras el resto era incapaz de calmarlo.


-Cálmate pequeño Lapahn. Debes irte ya y ponerte a salvo. Nosotros iremos más tarde, pero primero debemos ayudar al capitán Sabo- contestó la joven Domino intentando convencer a la pequeña cría de conejo- Ya verás cómo en unos segundos estaremos contigo y con el resto.


Pero el pequeño aún se negaba a abandonar aquel lugar sin los que se habían convertido en su única familia, después del fallecimiento de su madre hace un año.


-Lapahn, escúchame bien- Chopper miró cara a cara al joven conejo para decirle unas duras palabras pero que le servirían como un buen consejo para el futuro- Tú ya no eres una cría indefensa. Eres fuerte y tienes que luchar por tu vida, por sobrevivir. Eso es lo que más hubiese deseado tu madre, así que por favor, vete con tus compañeros arriba, que nosotros iremos ahora.


El joven conejo se quedó muy callado tras oír esas palabras tan sinceras. Tras unos momentos para sopesarlo todo, asintió a modo de dar las gracias por la lección de vida y se encaminó hacia la salida. Pero cuando parecía que estaba fuera de peligro, una mano humana le cogió por el cuello y no la dejaba escapar.


-¿Dónde pensabas ir, sucia rata de experimentos?- apareció de repente en la sala de los laboratorios el científico Caesar Clown- Me he despertado por tu culpa de un escándalo fuerte, pero jamás imaginé que se trataba de semejante traición, señorita Domino. Le aseguró que pagará cara boicotear mi investigación.


-Suéltelo, Caesar, él es pequeño aún y está indefenso- gritaba Domino desesperada mientras que Violet agarraba con fuerza a Chopper para que no golpeará a aquel hombre- Además, usted estaba matando a estos animales solo por una estúpida investigación. Eso es cruel.


-¿Estúpida investigación? Con que eso es lo que piensas. Pues entonces, muere- gritó enfurecido el científico quien sacó una pistola y disparó en el brazo de la chica rubia, dejándole una herida en este.


-¡¡¡Domino!!!- gritó desesperada la joven Violet al ver a su amor tendida en el suelo y con una herida por la que salía gran cantidad de sangre.


-Me las pagarás, maldito- respondió el reno quien se había soltado de la princesa y estaba a punto de atacar a su gran enemigo- Vamos, Ultra Píldora, forma humana.


De repente el pequeño reno se convirtió en una especie de bestia de gran tamaño y que aparentaba una tremenda fuerza. Las dos chicas, e incluso el capitán que estaba en medio de una batalla miraron estupefactos la trasformación de su adorable reno. Pero el científico Caesar Clown miraba maravillado su creación cuando tuvo que esquivar un golpe proveniente de este.


-Fantástico- dijo alegre el científico loco al ver la evolución de una de sus creaciones- Veo que el veneno que te he estado administrando por años ha surgido efecto y ha desarrollado tus células. Excelente. Ahora podrás unirte a tus compañeros en la pelea.


-Te haré pagar por lo que le has hecho a Domino- gritó con furia Chopper cuando de nuevo atacaba con un fuerte puño al científico quien lo esquivó fácilmente.


-Jajaja, será que deje este combate para los fuertes. Bestias Minos, adelante, atacar a vuestro antiguo amigo- ordenó el científico Caesar cuando de repente se abrió las puertas de una sala y salieron de allí cuatro terribles bestias, más feroces que la transformación de Chopper, y a quien este reconocía enseguida.


-¡Zebra, Koala, Taurus, Rhinoceros! Pero ¿qué os ha pasado, en qué os habéis convertido?- preguntaba Chopper aterrorizado por lo que estaba viendo ante sus ojos.


-No, ya no son esos, ya no son tus viejos amigos. Ahora son seres que yo puedo manipular a mi antojo, jajaja. Te presento a Minozebra, Minokoala, Minotaurus y Minorhinoceros, las armas vivas de destrucción masiva creadas gracias a mi Proyecto Zoan Despertar. ¡¡¡Esta es mi maravillosa creación!!!


-Chicos…- decía apenado Chopper al ver a sus antiguos compañeros transformados en esas armas.


Eran sus viejos amigos de celda, a quien creía que los habían matado, pero sin embargo estaban siendo utilizados por unos de los horribles y malvados experimentos de Caesar. Ahora sí que el reno jamás perdonaría a aquel científico cuya maldad no tenía fin.


Mientras, de regreso a la pelea entre el capitán de la armada inglesa y el alcaide de la prisión Impel Down, el resultado de esta estaba a punto de darse. Después de largos y duros enfrentamientos con las espadas, ambos comenzaban a mostrar señales de cansancio que si no controlaban, podrían causarles la derrota, o lo que es peor, la muerte. Pero aún con todo eso, ninguno de los dos flojeaba en la intensidad de sus asaltos.


De nuevo, Magellan había acorralado al joven Sabo, y cuando creía que iba a asestar el golpe de gracia que acabará todo, cayó de lleno en la trampa del astuto capitán. Este se había dejado acorralar en una zona donde las paredes estaban hechas de un material viscoso para prevenir escapes de gas. Cuando la espada atacó a Sabo, está se quedó enganchada en la pared y el alcaide Magellan quedó indefenso y ese fue el momentos que el capitán aprovechó para asestar su golpe. Con firmeza en la espada de gran filo que le habían entregado, provocó un corte en todo el torso del alcaide. Pero este parecía que no había recibido mucho dolor.


-Jajaja, creo que ya he pillado tu plan. Querías darme un golpe con esa espada que seguro que está envenenada y así acabar con mi vida- dijo Magellan riéndose tras ser golpeado, confiado en sus habilidades- Iluso, yo soy el alcaide la prisión de Impel Down y soy inmune a cualquier tipo de veneno gracias a todos los experimentos a los cuales me sometí de pequeño. Siento haber frustrado tus planes.


-Me temo que estás equivocada, alcaide. También se salvará de un fuerte veneno creado por su compañero aliado Caesar Clown para matar grandes bestias feroces?- preguntaba victorioso Sabo al saber que por fin tenía la gran venganza en sus manos- Esto es por Inazuma, por Jinbe y por todas las personas que has asesinado injustamente.


-¿Cóm…-intentó decir Magellan pero se desplomó a causa de los rápidos efectos del veneno.


Por fin, el capitán Sabo había reclamado su gran victoria y había vengado a todos los amigos que perdió en el capitán. Mientras tanto, Chopper luchaba como podía contra sus viejos amigos, pero intentaba no hacerles heridas graves, ya que aún mantenía la esperanza de salvarlos. Pero esto le provocaba heridas severas ya que los otros animales no se doblegaban ante su antiguo compañero ya que había quedado borrado en sus memorias manipuladas por el científico. Domino presenciaba la dura lucha de su amigo el reno y decidió que debía intervenir.


-Violet, ayúdame a levantarme. Necesito ir a ayudar a Chopper. Él solo…él jamás logrará vencer contra unas personas que amaba- intentaba ponerse de pie la joven rubia malherida, aunque sus esfuerzos eran en vano.


-Tú descansa y cuida del pequeño Lapahn. Yo me ocupo de ayudar al resto- dijo la princesa rusa y antes de que la otra pudiera renegar algo, la calló con un beso en la boca.


-Vaya, vaya, ahora entiendo por qué nos has traicionada, mi querida ayudante- decía en tono de burla el científico Caesar Clown para sacar de sus casillas a las dos jóvenes que estaban delante.


-Caesar, yo voy a ser tú rival. Prepárate para luchar y para pagar por todos tus pecados- encaró la bailarina a su contrincante para proteger a su amor y a los animales.


Violet se levantó decidida a pelear duramente contra el científico que estaba frente a ella. Allí mismo comenzó una pelea de patadas y puños. La joven  no se dejaba intimidar a intentaba dar lo mejor de sí misma en la pelea, pero estaba claro que en cuestión de fuerza y por desgracia, era inferior. A pesar de que el científico había recibido algunas duras patadas donde el tacón se le clavaba, el daño de la princesa era mucho mayor. Esta se encontraba golpeada por todo su cuerpo, con heridas y arañazos. Pero la voluntad de salvar a su amor era mayor y no se rendía.


A su costado, Chopper luchaba desesperadamente contra sus amigos, mientras las lágrimas caían por sus ojos. Esquivaba todos los ataques posibles e intentaba devolverlos con la menor fuerza posible para no hacerles daño, pero el que estaba muy malherido era él. Cuando se vio acorralado por las cuatro bestias y pensó que era su fin, gritó con fuerza.


-¡¡¡Parad!!!- chilló Chopper en su último intento de hacer despertar a sus viejos amigos de aquella manipulación.


Para su gran sorpresa, las cuatro Bestias Minos se detuvieron totalmente. Se quedaron inertes como si se trataran de robots que hubiesen sido apagados. Y así fue, cuando Chopper miró, detrás de él se encontraba el científico Caesar Clown completamente noqueado y en carleado con unos grilletes a unas tuberías. Con sorpresa miró a Violet, y esta le sonrió.


-Puede que no tenga mucha fuerza. Pero sin gran astucia y habilidad. No solo soy una cara bonita- dijo Violet tras vencer a su enemigo con cabeza y no con fuerza- Soy una bailarina y princesa que sabe cómo someter a los hombres. Por cierto, Chopper, creo que tus amigos se han detenido cuando su controlador ha sido derrotado, por lo que me temo que…


-Que están muertos y solo son unos cuerpos controlados por un sujeto. Lo siento- apareció de repente el capitán Sabo tras haber vencido en su pelea también- Ahora debemos irnos rápido. He programa esto para que se autodestruya, y con ello la base entera de la Alianza quedará reducida a cenizas. Pero antes debemos salir de aquí. Violet ayuda a Domino a levantarse y vámonos.


-Esperad… debo agradecer a todos lo que habéis hecho arriesgando vuestras vidas por salvarnos- dijo agradecido Chopper mientras unas lágrimas caían sobre sus ojos por la revelación en torno a sus amigos.


-No hay de qué-contestó Violet con una sonrisa en su rostro.


-Es mi trabajo como militar servir a los civiles y ayudarlos- contestó también contentó Sabo porque parecía que se había acabado su infierno.


-Te lo prometí- respondió Domino quien estaba siendo incorporada por Violet.


-Gracias, de nuevo…- Chopper se vio reconfortado por todos los de allí- Rápido ahora vayámonos de este lugar de una maldita vez. Subir todos sobre mi lomo. Ultra Píldora, forma híbrida.


Otra vez, Chopper mostraba una extraña transformación, pero esta vez no era tan monstruosa ni daba tanto miedo. Esta se asemejaba bastante al aspecto de un reno adulto normal, pero con la peculiaridad que era más grande. Violet subió con mucho cuidado a su amor Domino quien iba acompañada del pequeño Lapahn. Más tarde, el capitán Sabo subió delante y Violet detrás para proteger que no se callera la malherida Domino. Por fin aquel grupo salía de su terrible infierno y salían al exterior. Allí, el grupo de animales les estaba esperando y en cuanto llegaron a la superficie, todos corrieron lo más que pudieron para alejarse del complejo de Marine Ford que estaba a punto de estallar.


Era de noche y las calles de la ciudad vienense estaban desiertas, por lo que pudieron deambular sin problemas. Sin detener su paso, siguieron su huida hasta que salieron de la capital y desde lo alto de una colina vieron como aquel terrible infierno donde habían estado durante años, explosionaba y solamente quedaban unas ruinas. Todos miraron fijamente, mientras su corazón se llenaba otra vez de sentimientos de libertad, de amor y de querer regresar al hogar. Tras unos minutos de observar, llegó el momento de las despedidas. Los distintos animales que habían liberado cogieron su rumbo de regreso a sus hogares, y en aquella colina solo quedaron cinco sujetos, tres humanos y dos animales.


-Y, ¿ahora qué hacemos?- preguntaba Chopper quien estaba junto a Violet atendiendo la herida- Seguro que ahora cada uno emprenderá su camino de retorno a casa. Es una pena que ahora que estamos todos, nos tengamos que separar.


-Pues sí- dijo apenada Violet mientras agarraba fuertemente la mano de su amada Domino.


-Esperad, chicos, ¿qué tiene en los brazos el pequeño Lapahn?- dijo Domino quien había visto algo extraño en las manos del animal- Parece como si haya encontrado una carta.


Sabo se acercó al animal y lo cogió entre sus brazos para ver qué era lo que portaba. En efecto, se trataba de una carta tal y como había dicho la joven rubia. Pero traía algo curioso y muy misterio. El destinatario eran ellos, Violet, Chopper y él mismo. ¿Cómo podía ser que una carta encontrada en mitad el campo fuera destinada a ellos? Aquí había algo importante y por eso Sabo se dispuso a leerla. Cuando acabó su lectura, una decisión había sido tomada, una decisión que en cierto modo le agradaba.


-Me temo que nuestros destinos seguirán unidos por un tiempo- dijo Sabo tras leer el contenido de la carta que acababa de hallar el pequeño conejo y que tenía sus nombres en el sobre- Nos marchamos al norte de Francia, amigos. Nos espera una nueva aventura.


Parecía que aquel extraño grupo que se había unido por terribles circunstancias y que había creado fuertes vínculos, iban a perduran juntos por un tiempo más. Un nuevo viaje estaba cerca, pero ¿por qué parece que esa carta se repita en ciertos sujetos alrededor del mundo?


15 de Octubre de 1918, Viena, Austria.


Unos días más tarde de la explosión en la sede de la Alianza, un hombre parecía que deambulaba por los alrededores de esta buscando algo importante. Tras varios minutos de merodear de un lado para otro, halló aquello que tanto ansiaba.


-Al fin os encontré, Bestias Minos. Seguro que podré usarla para una buena batalla, jajaja- dijo aquel hombre con apariencia estrafalaria y sobre todo muy desgastada, que emanaba un aire inmenso de maldad- Vayámonos Stronger, hemos acabado lo que teníamos que hacer aquí.

Notas finales:

Bueno q os ha parecido?  Espero vuestros reviews y nos veremos en el siguiente capítulo. 

TO BE CONTINUED =)


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