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Príncipe y siervo. Amor idiota y leal por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola aquí les traigo un nuevo capítulo. El 15. La idea original es que fuera un capítulo largo como los últimos pero al final lo voy a dividir en partes y esta es la primera.  Así no os resulta tan pesado de leer os crea más intriga y a mi resulta más fácil escribir y publicar. Espero que os guste ya que es un capítulo muy especial como ya dije sobre todo para aquellos que siguen la historia desde el principio.  Por cierto MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS REVIENTEN.  SOIS LOS MEJORES LECTORES DEL MUNDO os adoro y me animáis a seguir escribiendo y viviendo. 

Escena Decimoquinta, Primera Parte. Un rubio y su marimo. Objetivo: Amarse hasta el fin del mundo


28 de Julio de 1914, Londres, Inglaterra.


Dos cuerpos desnudos se hallaban recostados en la colina mientras el cielo se plagaba de llamas rojas que tapiaban la luz de la noche y que anunciaban el inicio de una época de sangre y oscuridad. Ni siquiera el fuerte estruendo provocado por la bomba, interrumpió el sueño de aquellos dos, qué parecían dormidos a modo de un conjuro, incluso dormían plácidamente sin darse cuenta del malestar que se vivía a su alrededor. Pero un ruido cercano de unas voces les alertó, despertándolos al instante. Sus ojos se clavaron en la figura de una bella dama de azulados cabellos bien hermosos acompañada de un joven galante moreno. Pero lo que más les sobrecogió era la escena que estos observaban. Los dos miraron al frente y vieron un terrible lugar. Londres destruido y las lágrimas de la mujer volando por el aire disipándose entre el humo negro de la destrucción. Tras percatarse de la presencia de los dos chicos, la dama y el joven se marcharon dejando su dolido corazón en su ciudad. El chico de pelos rubios, figura más esbelta, bella y quien se encontraba tumbado encima de su pareja, comenzó a llorar descontroladamente al ver ese paisaje tan desolador. Se aferraba fuertemente a los brazos de su amor mientras llenaba su torso de gotas de las lágrimas que depositaban sus ojos. El otro chico, de rudas facciones pero gran musculatura y un cabello verde bastante singular, miraba también afligido lo que sus ojos le mostraban. Unos segundos tardaron hasta que ninguno de ellos pudo reaccionar.


-Zoro… ¿qué hacemos aquí? ¿Por qué no estamos en mi habitación del cabaret? ¿Por qué está Londres destruida y en llamas? ¿Por qué pasa todo esto…?- el joven de rubios cabellos y cejas rizadas no entendía aquella situación, es más, le sobrepasaba- Tenemos que ir allí y ayudarlos. A mis amigos y a los tuyos.


-¡No!- contestó tajantemente Zoro pero no en tono furioso sino todo lo contrario. Se volteó para mirar a su amor, le acarició la mejilla con dulzura para reconfortarle y le mostró su valor- Sanji, debemos irnos. Hemos tenido mucha suerte. Estábamos en medio de esa catástrofe y nos hemos salvado. No sé cómo explicarlo pero había como una voz que me avisaba del peligro y que teníamos que irnos. Salvarnos. Salvarte…


-Pero…- el rubio no estaba del todo convencido de aquella idea. La idea de dejar atrás todo y a todos y en un momento tan malo como era ese.


-Comencemos una nueva vida juntos, Sanji. En este momento, nosotros solos somos incapaces de hacer nada para detener esta gran tragedia. Yo confío en mis amigos y seguro que acaban salvándose el culo y lo mismo con los tuyos. Ten fe en ellos. Pero ahora partamos- explicó Zoro con toda la amabilidad y delicadeza posible para intentar calamar a su amor. Vente conmigo, aférrate a mis brazos y no mires atrás. No sueltes mi mano, no te alejes de mí, tus penas son las mías, tu dolor me afecta a mí, tu vida es mía y la mía es tuya. Ya no estarás solo jamás porque siempre estaré contigo. Confía en mí, acógete a mi protección y sígueme, porque yo… porque yo pienso amarte hasta el final de los días, hasta el fin del mundo si hace falta.


Ante esta declaración, Sanji fue incapaz de responder nada, ya que su corazón fue afectado en gran medida. Un viento le revolvió todo su ser. Él y Zoro se habían convertido en uno solo, en una vida y estaba deseando vivirla. Se acercó a él, lo miró con amor y terminó sellando aquella unión con un tierno beso que fue respondido gratamente por el peliverde. Un beso con un fondo de llamas y destrucción, un bes de amor entre tanta perdición. Tras separarse, Zoro agarró la mano de Sanji y ambos se marcharon de su ciudad, dejando atrás sus vidas y con un destino incierto.


23 de Septiembre de 1915, Manchester, Inglaterra.


Las puertas de la taberna se abrieron para que entrara un chico de verdosos cabellos agotado después de una dura y larga jornada laboral. Ya era casi de noche pero parecía que en aquella ciudad nunca se acababa de trabajar. Zoro entró como llevaba haciendo todos los días desde que llegó y se sentó en su asiento preferido de la barra. En seguida, una voz masculina alertó de la llegada de aquel muchacho.


-¡Sanji, acaba de venir tu querido esposo para recogerte!- decía en tono burlón uno de los cocineros del bar, quien tenía por costumbre no callarse nada, cosa que le podría llevar a tener problemas.


-Patty, no molestes al recién llegado con tus burlas, no ves el humor que ese hombre trae hoy- otro de los cocineros se encaró contra el comentario expuesto por el otro, sobre todo después de ver la expresión de furia del de pelos verdes- Aunque seas el jefe del local, cosa que hay que discutir, no debes ponerte en contra de tus empleados. Tómatelo como un consejo de hermano.


-Siempre dando por saco Carne. Nunca me dejas disfrutar de una pequeña broma- contestó el cocinero Patty a su hermano justo en el momento que de la cocina salía un apuesto cocinero rubio- Ale Sanji, ve a calmar el enfado de tu amorcito.


Desde que los dos chicos llegaron a la ciudad de Manchester, alejándose de la tragedia ocurrida en su ciudad natal, se pusieron en seguida a buscar trabajo para cubrir sus gastos. En cuanto Sanji vio una oferta para estar en las cocinas de un restaurante, no dudo ni un  instante en aceptarla ya que le recordaba a su pasado y así es como el rubio  de cejas rizadas comenzó a trabajar en el Baratie, uno de los restaurantes más afamados de la ciudad de Manchester. De grandes dimensiones y galante apariencia, era llevado por dos hermanos que eran sus jefes, los cocineros Patty y Carne, aunque el carácter del primero le hizo autoproclamarse jefe. Pero a pesar de todo, y por una extraña melancolía y añoranza, Sanji se sentía a gusto y feliz trabajando en aquel lugar.


Tras un cruce de miradas con su jefe Patty, Sanji pasó de este y se fue directamente a atender a su pareja recién llegada, la cual esperaba inquieta en la barra. Cuando el rubio iba a recibir a su amor con la mejor de sus sonrisas, esta desapareció al ver el cabreo que portaba el otro.


-¿Qué ha ocurrido esta vez?- preguntó el cocinero rubio resignado al ver esa imagen y quien ya conocía esa expresión del peliverde. Mientras, le ponía una copa de sake para que le fuera más fácil abrirse y contar el problema. Tras ponerla, se sentó en la silla a esperar una respuesta, y mañas le valía que fue convincente.


-Ese viejo de Ippon-Matsu es un maldito explotador…Quiere que trabaje más horas en su herrería, rebajándome el salario a la mitad. Es un maldito bastardo y me he cansado de aguantarle por lo que…- explicaba Zoro pero fue interrumpido por las palabras del rubio.


-Por lo que has decidido despedirte. Joder Zoro, ya llevas más de tres trabajos en lo que llevamos de año y siempre pones excusas estúpidas como esa ¿Seguro que no ha influido tu difícil carácter en esa decisión?- Sanji regañaba a su amor.


-Eso no tiene nada que ver, era un cabrón explotador y pesetero y punto. Además, deberías apoyarme, soy tu novio- le recriminó el peliverde al rubio pero este solamente escuchó la parte final del mensaje y se ruborizó. A pesar de llevar más de un año juntos aún no se había acostumbrado a esa felicidad y peor temor es que llegará a ser efímera. Pero ese rubor se quitó cuando Zoro volvió a hablar- Estoy harto de que todos mis jefes me critiquen. He hecho un montón de cosas por ellos y por sus negocios, y jamás me lo han agradecido. He trabajado para el minero Barbarosa, para el panadero Pagaya e incluso para la dueña de la casa de la ceremonia del té, la señora Carmen y todos ellos se han quejado de mi temperamento y mi rudeza. Eso cuando trabajaba para Franky no pasaba. La gente de difícil carácter se llega a entender expresando su duro temperamento y es así como luego salen las cosas bien. Aparte, es la única forma de sobrevivir en una época así.


-Bueno, debería estar acostumbrado- acabó por darse por vencido Sanji- Sabes, si no hubiese encontrado este trabajo, ahora estaría en la misma situación que tú.


-¿Eh?- preguntó Zoro sin comprender muy bien aquel espontaneo comentario del rubio.


-Me cuesta mucho hablar sobre mi pasado, y no lo acostumbro a hacerlo, es más, tú serías la primera persona a quien se lo cuente, pero… pienso que te has convertido en alguien muy especial para mí- dijo Sanji provocando una intensa emoción en el marimo- Yo no tengo padres, bueno, más bien no sé quiénes son, pero es algo que he llegado a aceptar. Fui criado por una persona genial y maravillosa que se llamaba Zeff, mi padre adoptivo y el chef principal del Restaurante “Pies Rojos” de Londres.


-Pero, si ese es uno de los restaurantes de mayor renombre y todos saben de él, incluso un idiota como yo. No solo se conoce por su exquisita comida sino también por la sonada noticia  entorno a su repentino cierre- Zoro no se esperaba que aquel cabaretero que conoció y que ahora era su pareja, pudiera estar relacionado con algo tan importante como aquel lugar.


-Exactamente. Pero nadie conocer del todo la verdad detrás de su clausura- expuso Sanji de forma que dejó aún más intrigado al peliverde- Mi padre Zeff era el dueño del restaurante y como ya he dicho, su chef jefe. Sin embargo, él tenía un pasado turbio con la ley debido a que de joven se dedicó a la piratería para ganar el suficiente dinero para cumplir su sueño de abrir su propio local, y lo cumplió. Por fortuna, a mí me recogió de bebé abandonado en la puerta de su restaurante. Me convertí en su aprendiz, no, más que eso, me convertí en su hijo. No obstante, aquellos tiempos felices acabaron. La armada inglesa descubrió el pasado de mi padre y fue condenado a la muerte sin que ni siquiera el fallecido rey de Inglaterra, el rey Cobra quien estimaba gratamente la comida de Zeff, pudiera hacer algo para impedirlo. Mi padre fue ejecutado sin salir esa información a la luz y el restaurante fue cerrado repentinamente creando un fuerte revuelo en la sociedad, y yo… yo me quedé de nuevo solo y es cuando acudí al cabaret. Pero aún recuerdo las últimas palabras que mi padre Zeff me dijo antes de morir. “Naruto, sigue viviendo tu vida y ama la comida. Algún día encontrarás esa persona que te quite la soledad de tu corazón y te ame tanto como tú amas a los alimentos que cocinas” me decía él y siento… siento que ahora he hallado esa persona en ti.


Zoro escuchó perplejo toda esta historia, Todo el dolor que su amor había sufrido de pequeño y que desconocía. Ahora más que nunca, sintió que esa promesa realizada en aquella colina con aquel paisaje horrible, era más importante que nunca. Le agradó que Sanji abriera su corazón y le contará todo sobre él y su vida, pero se apenaba y le dolía el no poder hablar de su pasado ya que el rubio podría marcharse de su lado si llegará a conocerlo. De repente, un detalle de la historia le vino a la mente y se sobresaltó.


-¡¡¡¿Naruto?!!!- preguntó Zoro muy desconcertado por ese nombre pronunciado por su amor.


-Sí, bueno, ese es otro de mis secretos. Para que no fuera vinculado con los actos delictivos de Zeff, me cambió el nombre a Sanji, pero en realidad me llamo Naruto o eso es lo que ponía bordado en la manta en la que fui recogido- contestó Sanji explicando otra verdad que dejaba impactado a su novio- Aunque… sabes qué, prefiero el nombre de Sanji ya que es el que me dio Zeff al convertirme en su hijo y formar parte de su vida.


-Demasiado información para mi cabeza… pero me alegro que me lo hayas contado…- explicó Zoro quien era mucho más feliz al conocer todos los detalles de Sanji.


-Anda, tómate la copa de una vez y vete para casa a ver si te relajas un poco por todo–le casi ordenó Sanji a su pareja antes de que le diera un algo por todo lo ocurrido ese día-Cuando acabe mi turno iré yo y quizás tenga ganas de subirte el ánimo.


Con una mirada muy pícara, Sanji dijo estas últimas palabras, avergonzando y excitando a la vez al peliverde. De un tirón se tomó la copa para partir a casa cuanto antes y esperar esa recompensa no merecida. Pero cuando se iba a marchar de la taberna, el rubio le llamó una última vez y al voltearse, recibió un inesperado beso. Ya casi sin el enfado, Zoro se marchó del local algo más contento, pero esa felicidad duraría poco cuando su cabeza comenzó a inundarse de pensamientos oscuros y malignos hacia él.


-Seré idiota. Estoy dejando que el solo lleve todo el peso del hogar. Seguro que en realidad le decepciono cada vez que entro al local con una noticia así. Ahora de nuevo tiene que ocuparse de mí ya que seré incapaz de traer dinero para los gastos. Soy una maldita carga, joder- Zoro mientras pensaba para sí mismo, pegó un fuerte puñetazo contra una de las paredes de las casas de las calles, hiriéndose a la vez su mano- Él ha tenido un duro pasado y ahora debe ser feliz, debo darle esa felicidad y solo le causo problemas. Odio causar molestias, me prometí no causar más problemas a nadie desde aquel terrible incidente. Le prometí a Sanji protección y esto es lo único que puedo darle… Soy un inútil como pareja.


Zoro iba perdido en sus pensamientos cuando de repente un tumulto de gente le llamó la atención. Como no perdía nada se acercó y quien sabe, quizás le proporcionaría una salida a su problema. Al llegar, se dio cuenta que no era un grupo de personas sin más, sino que estaban formando una fila y esperando a hablar con alguien que se hallaba al principio de esta. El peliverde decidió preguntar y lo más lógico era a la última persona de aquella cola de hombres.


-Perdone…- interrumpió Zoro a un joven de pelos rosados utilizando buenos modales, cosa que le había obligado a aprender el rubio ¿A qué se debe este gentío? Me siento algo intrigado.


-Ofrecen puestos de trabajo para alistarse en la armada inglesa- respondió el joven escuetamente como si en realidad fuera muy introvertido cosa que no cuadraba mucho con su semblante precioso y un tanto entre amable y misterioso a pesar de ir cubierto por una capa oscura que prácticamente no dejaba nada al descubierto.


-Pero para eso se debe tener una gran instrucción previa- contestó el de cabellos verdes quien no se acababa de creer toda aquella historia.


-No en momentos como este. Necesitan soldados para la guerra y los reclutan de donde sea, tengan o no experiencia. Además, se van a los más desvalidos, como exiliados, gente empobrecida o gente que lo ha perdido todo- respondió el muchacho de rosados cabellos un poco de forma brusca cosa que fue percatada por el otro acompañante en la conversación. Una brusquedad que parecía que tenía hacia las clases altas y el orden- Además, suena mucho más exquisito cuando hay una buena paga de por medio. No sabes lo que la gente puede llegar a hacer por su país, o simplemente por salvarse el culo.


-Siempre existen lados oscuros en situaciones así- contestó Zoro pensando en que los soldados ingleses lo harían bien y no tendrían ese lado pérfido y maligno- Gracias por la información, señor…


-Un hombre que ha perdido todo en su vida, carece incluso de un nombre con el que ser llamado- contestó de forma intrigante y melancólica el apuesto chico justo cuando le había llegado su turno en la cola y se preparó para hablar con el superior.


Pasaron unos pocos minutos antes de que el chico finalizara la conversación con el superior y firmara la solicitud de la armada. Justo antes de marcharse, Zoro le detuvo una vez más.


-Me llamó, un hombre que desea proteger con todas sus fuerzas aquello que más ama- dijo Zoro un tanto ruborizado por sus palabras mientras el chico partía no sin antes produciéndole una extraña pero cálida sonrisa en ese rostro misterioso y triste.


-Caballero Zoro, por lo que escucho. ¿Desea unirse a nuestra armada y luchar por el bien de su país? Soy el capitán-reclutador Comil, de la armada inglesa y en nombre de mi organismo, nos gustaría contar con usted en el frente- interrumpió el capitán reclutador Comil, un hombre de melena rubia casi como un león, quien empleaba habilidosas palabras en su función, o más bien, misión.


-¿Cuánto pagan?- preguntó el peliverde sin andarse con rodeos y que no se dejaba engatusar por esas hábiles convicciones del capitán.


-Lo suficiente para que usted y aquello que más desea proteger vivan felices hasta el resto de sus días- a pesar de que no habían hecho efecto las artimañas de Comil, con esta última frase, Zoro había caído en sus manos. Había dado justo en su mayor debilidad en este momento de su vida- Que me dice, ¿desea firmar?


-Es una idea estúpida y lo sabes. No te dejes engatusar por este y lárgate. Olvida todo esto y vete a casa cuanto antes, Zoro. No la fastidies ahora. Además, seguro que Sanji se cabrearía como una fiera si lo hiciera, pero… pero ¿y sí es la única forma de serle útil, de conseguirle algo de dinero? Le podría suplir los gastos y al menos él sería feliz, ¿no? Total, que son unos meses en el campo- Zoro intentaba autoconvercerse en sus pensamientos pero de algo estaba seguro y es que la decisión que tomara le traería graves consecuencias, pero su cabeza no dejaba de dar mil vueltas- Siento que esta es la única salida. Sanji, espero que llegues a comprenderlo.


Como de forma inconsciente, Zoro había agarrado la pluma y se encontraba firmando la solicitud para alistarse en la armada inglesa. Acto seguido, estrechó las manos con el capitán quien le deseo todas las suertes antes de partir.


-Bienvenido a la marina inglesa- dijo Comil mientras apretaba con fuerza aquellas manos temblorosas por la repentina decisión que había cometido.


Cuando Zoro se estaba marchando a cas no pudo evitar un último pensamiento en su cabeza.


-Seguro que me mata- es lo único que se le ocurrió a Zoro pensando en la furia del rubio cuando se entere.


Unas horas más tarde, casi en la medianoche, un rubio cocinero entraba cansado a su hogar después de trabajar tendido en el restaurante. Mientras entraba, se desajustó la corbata y desabotono un par de botones de la camisa para sentirse más cómodo. Al ser de noche, no se veía nada a expensas de lo que estaba iluminado por la luz lunar. Casi a tientas, fue llegando hasta la habitación. Era un piso muy normalito, si nada lujoso ni nada extraño, pero ideal para las dos personas que lo habitaban. Sanji entró sigilosamente en la habitación y halló una grata sorpresa. Su querido marimo se había quedado dormido mientras esperaba su regreso. Esto provocó un gran rubor en las mejillas del rubio, amplificado por la falta de la camiseta en el peliverde dejando una suculenta visión al rubio. Lentamente, Sanji se despejó de su camisa y se aproximó hasta donde estaba recostado su amante, pero sin llegar a despertarle. Lo miraba fijamente, quería ver esa escena solo para él, pero de repente, unas intensas ganas de besarlo se apoderaron de él, impidiéndole pensar en otra cosa. El rubio se agachó un poco para acercarse al cuerpo tumbado del otro, aproximó sus labios y justo cuando iba a disfrutar de un exquisito beso, una fuerte mano le agarró y lo tiró sobre la cama.


-¿Con qué queriendo aprovecharte de una persona dormida?- dijo el peliverde en tono picante mientras se colocaba encima del rubio, aprisionándolo entre sus brazos- Llevo esperándote horas, quiero mi recompensa.


-Jajaja, parece que el tigre se ha despertado con ganas de jugar- contestó de forma sensual el rubio mientras no podía aguantar más las ansias de besar aquellos labios y lo hizo.


Sus labios se juntaron muy apasionadamente durante unos largos segundos, al igual que sus brazos se aferraban el uno al otro, y sus manos se unían para amplificar la intensidad de la excitación. Cuando se separaron, ambos chicos se miraron con una sonrisa complacida.


-Me alegro que se te haya pasado el cabreo- dijo Sanji mientras observaba la expresión más serena que le ofrecía su amante.


-Eso se debe a que tengo buenas nuevas- le contestó Zoro mientras seguía jugando con su amante y le daba ciertos besos en el cuello, y caricias que hacían temblar todo el ser del rubio.


-A así, serías tan amable de contármelas- respondió Sanji de forma excitante pero esa frase hizo que Zoro se tensara por un momento.


-Verás… primero te pido que no te enfades conmigo- de repente el ambiente había cambiado en su totalidad, y Zoro se moría de los nervios mientras que Sanji estaba muy confundido y expectante- Es una decisión meditada y creo que es lo mejor. Te lo voy a decir sin rodeos. Me he alistado en la armada inglesa.


-¡¡¡¿QUÉ?!!!- el grito del rubio resonó por toda la casa. Apartó los brazos que lo aprisionaban empujando a su amante y se sentó sobre la cama- ¡Pero es que eres idiota, Zoro! ¡Alistarse en la marina! En serio, ¿no había otra cosa? ¿No se te ha ocurrido una idea mejor?- sin duda el rubio se había enfadado y bien, y ahora el peliverde estaba temiendo por su vida.


-Serán solo unos meses, y además… así tú mientras vivirás tranquilo, sin sofocarse por el dinero o por si llegamos a fin de mes- contestó entrecortado Zoro por la fulminante mirada asesina de su pareja.


-¡¿Qué solo serán unos malditos meses? ¿Pero en qué piensas? ¿Acaso no te importa tu vida? Ir al frente es algo muy serio. Me da igual estar agobiados hasta el cuello por la falta de dinero, me da igual que no tengas trabajo, ya conseguirás algo. Pero esto no lo pienso aceptar- Sanji continuaba muy cabreado y con razón.


-Pero, no moriré, te lo prometo- contestó Zoro como pudo entre las quejas del rubio.


-No me vale tu palabra. El campo es un lugar muy peligroso. No quiero que un día venga un marine a la puerta de casa con una notificación de tu muerte, idiota…- el rubio no podía aguantar más y las lágrimas comenzaron a caer por su hermoso rostro…- ¿Acaso no te has parado a pensar en lo que piense yo? Me prometiste que siempre estaríamos juntos y ahora decides irte tu solo a un viaje que no te asegura la vuelta. ¡Eres un maldito egoísta!


Sanji comenzó a pegar golpes en el pecho de Zoro para descargar su furia contra él. Pero este detuvo sus manos y le hizo que lo mirara a la cara.


-Yo te quiero, Sanji, y te prometo estar juntos el resto de nuestras vidas. Pero… pero si no hago esto yo siento que… siento que te defraudo, que no soy suficiente para ti… que soy un inútil como tu pareja- Zoro reveló por fin al rubio sus verdaderos sentimientos a cerca de porque hacia este disparate, pero justo cuando estaba hablando, recibió una fuerte bofetada en la cara.


-Eres un idiota…- dijo esa últimas palabras el rubio cuando salió de la habitación y se marchó de la casa llorando desconsoladamente.


Esa bofetada significaba mucha para él y para el peliverde. Les recordaba a unos de sus peores momentos estando juntos, y a la consecuencia de este, que era la separación.


-No, me niego a perderte de nuevo…- dijo Zoro levantándose de la cama pero cuando iba a salir por la puerta, decidió calmarse- Esta bien, esperaré aquí despierto hasta que se te pase el enfado y regreses. Entonces, decidiremos nuestros destinos, Sanji.


Las horas fueron pasando lentamente, y el peliverde estaba siendo consumido por los nervios. No había pegado ojo desde que la pelea, y seguía esperando al rubio que no aparecía. Sus ojos estaban repletos de ojeras, hacia incluso muy mala cara, con los pelos desarreglados, pero seguía ahí. Ya había amanecido y la gente había comenzado a trabajar, pero por suerte, Sanji tenía turno de noche y por la mañana libraba, así que Zoro sabía que tarde o temprano debía pasar por casa, al menos para recoger su uniforme de trabajo. Ese sería el momento idóneo para hablar y arreglar todo este lio. Y parecía que ese instante había llegado justo cuando el pomo de la puerta de la entrada comenzó a moverse, poniendo a Zoro en un estado de nervios insoportable.


-Cálmate Zoro, actúa con tranquilidad y explícale todo. Seguro que así las cosas se arreglaran- intentaba pensar en su interior el peliverde justo antes de que el rubio entrará por la puerta. Aunque no estaba del todo convencido de esos pensamientos.


Como si de un huracán se tratará, el rubio entró por la puerta de su hogar y rápidamente divisó al peliverde sentado nervioso. Con paso firme se encaró contra él igual que la noche anterior y eso, tal y como pensó Zoro, solo le traería más problemas.


-Maldita sea Zoro, ¿por qué no me avisaste que estaba tan lejos el puesto de reclutamiento? Me he pateado media ciudad buscándolo- dijo Sanji nada más ver al peliverde y dejando a este muy confuso.


-¿Eh?- el de cabellos verdosos no comprendió muy bien el mensaje del rubio al entrar, se esperaba un reproche, e incluso otro golpe, pero no algo así.


-Ya está todo solucionado, y parece que nos vamos de viaje a vivir aventuras, jajaja. ¿O acaso pensabas que te iba a dejar marchar solo en medio del frente con tanto hombre buscón que hay por ahí? Debo proteger lo que es mío- dijo Sanji revelando lo que había hecho dejando muy perplejo al peliverde quien no se esperaba esto.


-Pero, ¿y tu sueño de ser cocinero?- preguntó algo cortado Zoro por la respuesta que podría dar el rubio.


-Ese no es mi verdadero sueño. Es como mi hobby, y puedo cocinar en cualquier parte del mundo. Mi sueño eres tú, Zoro, y estar el resto de nuestras vidas juntos, no importa el lugar ni la situación, solo importa que estemos tú y yo unidos- el rubio explicó sus verdaderos sentimientos poniéndose más clamado y de forma cariñosa- Además, siempre quise visitar el continente africano. Eso sí, le pedí al capitán Comil que nos diera el plazo de dos meses para terminar de arreglar las cosas aquí y con el restaurante. Después partiremos los dos como nuevos soldados de la armada.


-Jajaja, por eso te quiero tanto, Sanji- Zoro no paraba de reír, a la vez que intentaba disimular las lágrimas de felicidad que caían de sus ojos. Para fundir aquella unión, ambos se dieron un beso.


El beso de una vida que vivirían los dos juntos en unos lugares que no les serían para nada agradables, y con personas a las que amarán y otras a las que odiaran a muerte. Este es el inicio de la historia de Sanji y Zoro. Su lucha de amor para salvar al mundo y que continuará con numerosos peligros encima.

Notas finales:

Bueno solo espero que os haya gustado y espero muchos reviews please.

TO BE CONTINUED =)


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