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Príncipe y siervo. Amor idiota y leal por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s, por fin pude acabar el siguiente capitulo. Me costó un poco más porque tuve que recuperarme de los examenes, tampoco tenía muchas ganas de escribir. Pero ya estoy devuelta, y espero que les guste.

Escena Decimoquinta, Cuarta Parte. Un rubio y su marimo. Objetivo: La Hiena y la Arena


7 de Enero de 1916, Este del Desierto del Sahara, Libia.


El sexto día del año había llegado a su fin y comenzaba uno nuevo mientras las estrellas iluminaban el cielo de aquel desértico lugar. El cuartel provisional de la armada aliada conocido por todos sus efectivos como el Cuartel Dyna, en honor a la principal fuerza de artillería del fortín, comenzaba a tambalearse debido a los numerosos planes frustrados en los últimos días. Hacia penas unas horas que la soldado Ain había regresado de su misión con malas noticias, y los máximos dirigentes habían tomado la decisión de realizar una reunión de extremada urgencia con el objetivo de hallar una solución para solventar el error en sus recientes derrotas.


-Le pido disculpas por mi derrota, vicealmirante Zephyr. Estoy dispuesta a recibir el mismo castigo que todos mis compañeros- Ain se arrodilló frente a su padre para pedir perdón por sus fracasos y aunque conocía que la sanción por fallar en una misión era la muerte, no le importaba hacerlo.


-Levántate, no seas ingenua. Una derrota no es motivo suficiente para lapidarte- ordenó el vicealmirante Zephyr a su hija.


-Gracias…- dijo Ain con ojos casi llorosos por la gratitud de su padre y jefe, pero evitó soltar lágrimas porque no quería demostrar más debilidad de la que había demostrado ya.


-No peque demasiado de benevolencia, vicealmirante Zephyr, no sea que esta se le pegue a la hora de enfrentarse a sus enemigos- el número dos de aquella división aliada, el “León Dorado”, mandó una dura indirecta  a su superior. Pero una terrible mirada por parte de este, acalló en seguida la arrogancia del león- Bueno… pero algo habrá que hacer. A este paso, la Alianza recibirá una derrota más.


-Si alguno de ustedes tiene alguna idea, no dude en decirla en voz alta- comentó el vicealmirante Zephyr intentando buscar ayuda en sus dos consejeros: el capitán Shikky y el científico Vegapunk.


El silencio manifestó su presencia en aquella sala mientras aquellas mentes malévolas planificaban en sus cabezas alguna astucia para ganar aquellos contra aliados capitaneados por Tsuru. Unos segundos pasaron hasta que la brillantez se asomó en una de las mentes presentes en la sala.


-Jajaja, tengo la idea definitiva. Ya es hora de usar a esos dos bichejos, jajaja- explicó contentó Vegapunk porqué había maquinado algo que llevaría a la derrota de esos malditos exiliados- Escuchen atentamente…


Unos minutos pasaron mientras el Dr. Vegapunk explicaba su magnífica idea mientras el resto de los asistentes quedaban maravillados ante tal plan. Cuando acabó, los planes para lograr la ejecución de la idea del científico ya estaban rondando por los pensamientos de Zephyr.


-Una gran idea, Vegapunk. Aunque nos llevará un tiempo, no importa. Pero no quiero arriesgar más el prestigio de nuestra armada. Capitán Shikky, usted y su escuadrón irán al lugar a asegurarse de que toda marche según lo correcto- ordenó el jefe superior de la base a su subordinado.


-Como desee. Cogeré a Scarlet y Shuzo para la consecución- asintió las órdenes el capitán de melena rubia.


-Padre, déjeme acompañar al escuadrón de Shikky en la misión- rogó la soldado Ain para arreglar sus errores cometidos.


-¡No!- dijo Zephyr con elevada voz ante la propuesta de su única hija. Usted ya tuvo su oportunidad y la perdió. Se quedará al margen de esta misión, entendido, soldado Ain.


-Entendido…- Ain estaba decepcionada y se sentía inútil, sobre todo después de su derrota. Sin decir nada más, se marchó de la sala de reuniones.


-Señores, hemos acabado por hoy. Espero que todos trabajen arduamente para el logro de esta misión. La victoria nos llevará de nuevo a la cima- dijo Zephyr para acabar la reunión, justo antes de marcharse por la puerta.


En seguida, Shikky les siguió y únicamente quedaba solo en aquella sala el científico, pero este se encontraba tarareando una misteriosa canción, a modo de mal presagio.


-Bang, bang, dos pájaros a la vez caerán, y nadie verá la oscuridad avanzar, bang, bang- tarareó Vegapunk y al acabar, sus ojos cerró e inerte se quedó.


8 de Junio de 1917, Noreste del Desierto del Sahara, Libia.


Un año y unos meses más tarde, en la base de Baltigo


-¿Me podrías pasar la sal, Zoro?- pedía un chico rubio un tanto malhumorado cuyo nombre era Bellamy.


-Pero si está a la otra punta. Crocodile está mucho más cerca, ¿por qué no se lo pides a él?- contestó Zoro quien en verdad estaba en la otra punta de la mesa y tendría que levantarse para pasarle la sal a su compañero.


-¡Ni muerto! Joder, para un puto favor que te pido- respondió enfurruñado Bellamy por la respuesta del peliverde.


-Olvídame, y no me metas en tus disputas- definitivamente el peliverde quería pasar de las rencillas entre Bellamy y el cocodrilo.


-Jajajaja- Sir Crocodile no podía contener sus carcajadas cosa que estaba haciendo enfurruñar en gran medida al soldado de pelo rubio.


-Ríete una vez más y te clavo el cuchillo en la lengua- amenazó de muerte Bellamy quien no había mejorado su convivencia con los llegados de los países árabes.


-Atrévete- incitaba el hombre de oscuros cabellos, quien no se echaba para atrás ante nada. Pero justo cuando parecía que el desayuno se iba a convertir en el nuevo campo de batalla, apareció la “salvadora” si se puede llamar así. Con fuerza, la jefa Tsuru asestó dos golpes en las cabezas de sus soldados, sin excepciones.


-No seáis críos y comer antes de que se os enfríe la comida- dijo Tsuru tras golpear a sus subordinados quedando estos doloridos sobre el tablero de la mesa.


Un año y unos meses más tarde, en la base de Baltigo, la situación seguía igual. A pesar de haber convivido durante un año, y salvarse el cuello en alguna que otra batalla, la Hiena y la Arena seguían sin llevarse bien. Era un nuevo día en el cuartel y todos sus miembros estaban desayunando bien para afrontar los problemas diarios, todos excepto Shuraiya quien seguía ofuscado en su proyecto mecánico en el cual había estado trabajando estos últimos doce meses. Mientras, en la mesa intentaban hacer vida normal, preparándose para resolver las contiendas y salvar vidas ciudadanas cuando el otro rubio decidió saltar de nuevo las alarmas en aquella mañana de junio. Que tendrán los rubios de esta historia que son unos bocazas e imprudentes en su día a día.


-¿Por qué te apodan Mr.1?- preguntó inocentemente Sanji sin pensar que podría estar cavando su propia tumba.


Es cierto que ni él, ni Zoro ni Shuraiya se llevaban mal con los antiguos aliados, pero de ahí a preguntar algo tan personal y tan secreto como esa información... Por unos instantes, Zoro temió por el bienestar de su rubio amante, pero los allí presentes se llevaron una sorpresa con la contestación.


-Era el rango de nuestro gobierno- contestó escuetamente Daz Bones, pero sin alterarse por la pregunta- Los países árabes eran gobernados por Sir Crocodile, o como también lo llamábamos, Mr.0. Después de él, su gobierno estaba formado por trece hombres más, desde Mr. 13 hasta el rango más alto, Mr.1.


-Parece que el cocodrilo tiene demasiada fijación por los hombres, jajaja- dijo Bellamy sin reparos. Pero si Sanji creía haber cavado su tumba, Bellamy había hecho un foso abisal desde el cual no se veía la luz.


-Obviemos este comentario y sigamos…- para calmar las cosas, Daz Bones intentó desviar el tema porqué sabía que esto era tabú para su jefe- Cada uno de esos hombres se encargaba de una parte del gobierno, pero… después del ataque, todos menos nosotros dos han sido capturados o asesinados. Aunque, no todos los puestos estaban ocupados.


-Lo siento…- contestó cortado Sanji por haber sido un poco entrometido y haber hecho recordar a aquellas dos personas sus terribles momentos.


-Es una interesante forma de organizar una nación. Sin embargo, ¿cómo hacía para que todos sus consejeros fueran tan fieles a usted, Sir Crocodile?- Tsuru intervino en la conversación porque estaba bastante interesada.


-Porqué así fueron criados desde niños. Con permiso de Daz- Crocodile miró un momento a su compañero, quien asiento para que prosiguiera- Todos mis consejeros eran huérfanos, y desde pequeños fueron elegidos por los antiguos consejeros del país y de mi padre, y fueron criados junto a mí, con los mismos valores y con la voluntad de proteger a los países árabes de cualquier problema.


-¿Por casualidad tiene algo que ver con ustedes un hombre que se llama Mr.2 Bon Kure?- preguntó de nuevo Sanji en tono inocente, pero desvelando por fin el porqué de toda esta charla de política gubernamental.


-¿Cómo conoce usted ese nombre? Iba a ser uno de mis consejeros más fieles, pero se perdió en un viaje cuando iba a ser llevado a palacio desde donde residía- preguntó muy insistentemente Sir Crocodile- Por culpa de eso, lo conocí a él- Estas últimas palabras no llegaron a oídos de nadie.


Inicio del Flashback. Palacio de Alubarna, El Cairo, Egipto. Hace más de treinta años.


-Croco, si te sientes solo, piensa en mí- un niño de apenas diez años y rubios cabellos consolaba a otro que estaba llorando- No puedo ser un reemplazo de consejero para Mr.2 al ser yo un príncipe. Pero a pesar de que no podemos ser más cercanos por culpa de las normas de nuestros países, espero tener un lugar especial en tu corazón, Croco.


Fin del Flashback.


Por unos instantes, la mente de Crocodile se había ido a sus recuerdos del pasado. Aquellos que más atesoraba y más daño hacían a su corazón. Pero retornó cuando Sanji retomó la palabra.


-Ahora entiendo todo. Por algún motivo mi ex jefa encontró hace unos años un bebe en la puerta de su local con el nombre de Mr.2 Bon Kure, y lo cuidó como a su propio hijo- reveló Sanji al descubrir la identidad de uno de sus antiguos compañeros de trabajo del cabaret.


-Entonces, ¿él está bien?- preguntó interesado Sir Crocodile, ya que a pesar de no conocer a esa persona, siempre tenía la espina clavada en su corazón de que le faltaba uno de sus consejeros.


-Desgraciadamente desapareció unos meses antes de que cayera la bomba en el centro de Londres, y no hemos vuelto a saber de él- contestó Sanji un poco cabizbajo por tener que dar malas noticias- Lo siento…


-No, es bueno saber que al menos tuvo una buena vida y quién sabe dónde estará ahora- contestó Crocodile quien en realidad si se preocupaba por sus compañeros aunque no lo aparentaba.


-Bueno… ¿quién quiere más tortitas? Las ha preparado mi… quiero decir las ha preparado Sanji y todos sabemos lo bien que cocina- Zoro quería calmar un poco el ambiente, entre enfados y tristezas, pero en lugar de eso casi deja a relucir su relación con el rubio, pifiando todo su esfuerzo durante estos dos años para no ser descubiertos. Como no lo dudareis, Sanji le contestó con una furiosa mirada.


-Dame un par, que tanto lloro me da hambre- dijo insensiblemente Bellamy justo antes de que Sir Crocodile se levantará de la mesa para devolver con fuerza aquellas palabras.


-No se atreva, señor Crocodile. No querrá sufrir las consecuencias de sus actos impulsivos- amenazó Tsuru al ver que el cocodrilo se estaba poniendo furioso y se había levantado de la cama- Siéntese y tengamos un desayuno tranquilo.


Sin embargo estas palabras parecía que no habían llegado a los oídos del hombre de oscuros cabellos. Estaba tan ofuscado y tan cabreado por todo, que no pasaría por alto ninguna tomadura de pelo más de su rubio compañero. Parece que aquel recuerdo del pasado había nublado su buen juicio. Pero justo en el instante que este iba a golpear a Bellamy, un gran estruendo los distrajo de su contienda personal. Un ensordecedor sonido procedente de la puerta de la base, la cual, fue mirado por todos sus habitantes con cierta intriga y miedo. Pero la única capaz de acercarse a hallar el causante del estruendo fue Tsuru, quien con cautela avanzó hasta la puerta, pensando que podía ser un ataque enemigo, pero sorprendida se quedó al abrir la puerta. Una vez abierta, dos pequeños sujetos entraron súbitamente y se abalanzaron en medio de la sala. Iban un poco descarrilados, sobre todo por su velocidad, por lo que les fue incapaz detener su frenada antes de chocar contra el suelo. Nada más entrar, los reclutas miraron sorprendidos las acciones de aquellos dos pequeños individuos, pero en especial dos hombres quienes se quedaron estupefactos. Uno de ellos era Sir Crocodile quien detuvo su pelea con el rubio y fue corriendo cara aquellos dos individuos, si se podían llamar así.


-¡Mr. 13, Miss Friday! ¡Estáis vivos!- con un tono un tanto alegre y eufórico, el cual no era costumbre de presenciar en sus actos, Crocodile achuchaba a esas dos pequeñas cosas- Me alegro tanto de veros.


-¡¡¡¿Una nutria y un buitre?!!! Tanta emoción por dos simples animales. Esto es de locos. Yo no te tengo estima, pero pensaba al menos que cuerdo estabas- se burlaba nuevamente Bellamy quien no perdía ocasión para devolvérsela al antiguo aliado- Me temo que has... Auuuu.


De repente las palabras de Bellamy fueron detenidas por un fuerte golpe, en la cabeza, propiciado por la jefa Tsuru. Un golpe sin duda que estaba a la altura de los dados por la gata ladrona.


-¿Por qué estáis tan heridos? ¿Cómo sabias que estaba aquí? ¿Por qué tanta prisa? Pensé que os habían matado cuando atacaron nuestro palacio- un hecho insólito estaba a punto de ocurrir, parecía que un atisbo de lágrimas se asomaban por los ojos del cocodrilo.


-Y ahora esperara a que le contesten, jajaja- Parecía que Bellamy no iba a parar nunca, pero una potente mirada del rostro de su jefa, le  bajó enormemente los ánimo subiditos que tenía hoy.


-¿Quiénes son estos dos animales? ¿De qué los conoce?- pregunta Sanji quien estaba observando atentamente la escena.


-Son miembros directos de nuestro consejo. A pesar de su apariencia como seres del mundo animal, son muy leales y muy buenos realizando sus misiones de seguimiento, espionaje y mensajería- contestó Daz Bones quien estaba también contento de ver a esos dos pero lo disimulaba mucho mejor- Espera, mi señor, creo que Miss Friday lleva una nota en sus patas.


Con mucho cuidado, Crocodile desligó el mensaje de la pata del buitre, ya que parecía mal herido. Cuando lo tuvo en sus manos, decidió leerlo en voz alta para que no sospecharan nada raro de él, y de que tuviera malas intenciones.


S.O.S.


A quien sea, necesitamos su ayuda.


Nuestro pueblo está siendo atacado. Por favor, ayudarnos.


Izaya.


-Una petición de ayuda. Debemos ir en seguida- dijo Zoro quien durante estos años había desarrollado su sentido de la justicia en gran medida.


-¿De qué me suena tanto ese nombre?- una voz desde el piso de arriba intervino en la conversación.


-A, Shuraiya, por fin sales de tu taller- se metió un poco Zoro con su amigo ya que este pasaba poco tiempo con el resto de compañeros porque la mitad de las veces estaba encerrado en su taller mecánico con su “proyecto”.


-Con el alboroto que habéis montado, para no salir- contestó un tanto brusco el chico de rosados cabellos.


-Izaya… Izaya es la jefa del poblado Shichiseiken, al sur de este país. Me temo que los aliados hayan abarcado más zona a conquistar y estén actuando contra ese humilde lugar- dijo preocupada la jefa de cabellos grisáceos- Debemos mandar en seguida un escuadrón de ayuda.


-Esperad, parece que el mensaje aún no ha acabado- reveló Crocodile ante la expectación de todos sus compañeros.


Nos atacan con pájaros metálicos.


Solo los guerreros poderosos serán capaces de vencer a semejantes bestias.


Les deseo la mejor de las suertes a nuestros salvadores.


-¿Pájaros metálicos? Debe referirse a los aviones de combate- dedujo Shuraiya sobre aquellas palabras del mensaje.


-Es nuestra gran oportunidad. Señores, escúchenme bien- en mucho tiempo no se había visto a la jefa Tsuru tan seria como ahora y eso preocupaba a los miembros del escuadrón de exiliados- Tenemos una misión, la más importante hasta la fecha. Para que no haya inconvenientes, yo misma me encargaré de dirigir el rescate desde el campo de batalla. Conmigo, me acompañarán los reclutas Zoro, Sanji y Daz Bones. El resto permanecerá en la base, preparados para un posible ataque.


-Pero… ¡yo quiero ir a ayudar a esas personas!- dijo bruscamente Bellamy quien no estaba de acuerdo con la decisión tomada por sus superiora.


-Usted y el señor Crocodile están castigados por su mal comportamiento. Deben quedarse en la base para reflexionar sobre sus estúpidos actos y cuando se hayan reconciliado, podrán participar de nuevo en las misiones- ordenó seriamente la jefa sin dar tiempo a replicas por parte de su soldado más quejica- Además, estoy seguro que Shuraiya tiene mucho en que trabajar y no les molestará en su conversación.


-Pero- pero de nuevo Bellamy  no puedo acabar la frase cuando fue callado por la mismísima furia representada en forma de mirada pro parte de la jefa de la base.


-El resto, partamos inmediatamente. El viaje es largo y hasta dentro de un par de días no llegaremos al poblado y la situación es grave- dijo Tsuru cara el equipo de salvamento que había escogido- Espero que la base siga intacta con nuestro regreso.


Una hora tardaron en preparar todo lo necesario para la realización de esa peligrosa misión, y el grupo capitaneado por Tsuru partió en seguida de la base de Baltigo. Mientras, Shuraiya se había encerrado de nuevo en su taller improvisado y los otros dos permanecían en la sala de estar pero sin dedicarse ni una palabra, ni media.


-Espero que Mr.13 y Miss Friday estén a salvo. Ha sido duro decirles adiós otra vez pero si permanecen en esta base correrán peligro. Lo mejor será que partan a un país mucho más seguro- pensaba Crocodile en el bienestar de sus dos subordinados que hace escasas unos minutos habían partido.


Unos kilómetros más hacia al norte, a punto de salir de la frontera de Libia y adentrarse en el inmenso Mar Mediterráneo, una nutria volaba sobre un buitre dejando un rastro curioso de pequeñas gotas en su camino. Pero pocos segundos después de salir a alta mar, una explosión ocurrió en el cielo y consecuentemente una pluma negra cayó sobre el mar.


Ya en la noche, en la misma base del escuadrón de los exiliados, los tres que restaban allí estaban preparados para tomar algo antes de irse a la cama o hacer guardia.


-¡Shuraiya, sal de una maldita vez de tu cueva y baja a comer algo!- gritó Bellamy desde el piso de abajo para llamar a su compañero que apenas había salido de su taller en todo el día.


-¡Ahora mismo no tengo hambre, ya comeré más tarde!- contestó desde arriba el joven de rosados cabellos solamente asomándose por la puerta.


-A este paso vas a desfallecer un día dentro de aquel lugar y nadie se va a enterar, pero haz lo que quieras- respondía el soldado rubio mientras se alejaba hacia el salón mientras que de repente se dio cuenta de que si faltaba Shuraiya para la cena, tendría que compartir mesa con la persona que más odiaba, y eso por supuesto no le hacía ni pizca de gracia.


Unos pocos minutos más tarde, el hombre de arena y la hiena ya estaban disfrutando de una exquisita cena los dos solos. Digo exquisita no por el sabor de la comida, sino por el silencio que envolvía aquel ambiente, y que a la vez lo hacía terriblemente intranquilo para ambos sujetos.


-Tengo que reconocer algo. Se nota la falta del cocinero, esta sopa esta insípida- decía asqueado Bellamy mientras sorbía otra cucharada de la cena que tenía delante de él.


-¿Alguna cosa sobre mi comida? Si al señorito no le gusta, puedo cambiárselo por lo que desee- contestaba Crocodile también en tono sarcástico, ya que no se dejaba intimidar por los repliques continuos que recibía por parte de su rubio compañero.


-¿Señorito, yo? Se equivoca. El que se ha criado y es un principito es usted. Por eso no sabe cómo preparar ni una sencilla sopa- volvía de nuevo a la carga el chico de rubios cabellos- Sabe algo, le envidio. Le envidio por haber tenido una vida tan fácil, con tantas comodidades y facilidades. Usted no sabe lo que es el dolor de no tener nada.


Inicio del Flashback. Viena, Austria. Hace más de quince años.


-Madre, por favor, no se muera…- gritaba un niño rubio desesperado mientras sostenía entre sus brazos a una mujer que agonizaba y que intentaba decir sus últimas palabras.


-Bellamy…hijo mío- a la madre del chico le costaba articular palabra, sin duda por el mal estado en que se encontraba.


Era un día lluvioso, más bien una noche lluviosa y helada de invierno. La madre del joven estaba escuálida, con apenas fuerzas para continuar, y muy enferma del corazón. Ambos, madre e hijo, estaban en un callejón lúgubre diciéndose el último adiós.


-Bellamy…hijo mío… siento… siento no haberte dado una mejor vida- decía entrecortada la mujer que era sostenida entre los brazos del chico.


-No diga eso, madre- decía casi desesperado el joven rubio mientras intentaba consolar el dolor de la mujer.


-Bellamy… por favor… prométeme que harás lo que sea para salir adelante…- dijo como pudo aquella señora mientras el dolor en su pecho se acrecentaba en gran medida.


-Te lo prometo, madre…- las lágrimas del chico ya no podían contenerse más y resbalaban sobre el rostro mugriento de su madre.


-Graciass…- fue la última palabra que dijo la mujer antes de cerrar sus ojos para siempre. AL instante, el chico gritó con furia y desesperanza, como si todo el dolor del mundo se estuviera cumulando en una única persona.


Fin del Flashback.


-Es por eso que recibo todo su odio y su ira. Simplemente por haber nacido en una familia rica. Eso es una razón absurda- contestó sin remilgos Sir Crocodile- Al igual que una rata de cloaca, sus pensamientos no llegan más allá de su propio bien.


-¡¿Qué está insinuando usted?!- decía mucho más furioso Bellamy ante las insinuaciones del otro.


-Usted sería incapaz de pensar en el bien de otra persona. Es su egocentrismo el que le guía a lo largo de su vida, sin importarle nada ni nadie. Usted sería incapaz de dirigir un país, ni siquiera mantener a una sola persona a su lado, porque todos huirían o acabarían muertos por sus actos- por primera vez Crocodile parecía que estaba echando toda la carne en el asador y no se andaba con tapujos- Usted es un hombre que no vive para nadie. Ni siquiera cuando estuvo como miembro de la Alianza ni ahora como parte del escuadrón contra aliado. Usted no es ni aliado ni contra aliado. Usted no es nadie.


-¡¡¡Cállese!!!- gritó lleno de ira Bellamy quien estuvo a punto de coger el cuchillo y atacar a su compañero de contiendas- ¿Qué soy incapaz de seguir a alguien? ¿De proteger a alguien? ¡Eso es mentira! Lo seguí a él hasta que… hasta que me traicionó y mató a todos los de mi banda.


Inicio del Flashback. Viena, Austria. Hace más de doce años.


-¿Cómo se atreve un niño de la calle a atacarme a mí, al canciller de Austria?- decía un hombre trajeado, de rubio cabellos y de apariencia buena.


-Usted está enriqueciendo a los ricos, y olvidándose de los pobres. Mi madre… mi madre murió por su culpa- dijo un chico rubio mientras aferraba fuertemente su mano a un cuchillo mientras le caí sangre por la cara después del golpe recibido.


Como aquella noche en la que murió su madre, aquel día en Viena solo había lluvia, pero eso no le preocupaba al canciller.


-Sabes, chico, tienes agallas. Has burlado la seguridad de mis guardaespaldas y me has intentado matar. Eso te honra como asesino- decía aquel canciller con risa orgullosa y quien había tomado una decisión que definiría el resto de la vida de aquel hombre- Te propongo un trabajo de asesino, bien pagado y con tu propia banda a dirigir. ¿Qué te parece? ¿Lo aceptas?


Justo en ese momento, y a pesar de toda la ira que tenía en su cuerpo, Bellamy recordó las palabras de su madre antes de morir, y tomó la peor de las decisiones de toda su vida.


-Acepto- dijo Bellamy a la vez que tiraba al suelo el puñal que portaba en sus manos.


-Jajaja, bienvenido a mi familia, mi pequeña hiena- dijo con risas malvadas aquel canciller al ver la decisión que el joven había tomado.


-Doffy, será mejor que nos vayamos ya. Tenemos una importante reunión con el representante húngaro- uno de sus guardaespaldas, de aspecto grueso y con un abrigo oscuro bastante amplio, intervino en la conversación para avisar al canciller, sin embargo y como era de costumbre en él, se acercó demasiado a su superior.


Fin del Flashback.


-Yo no vivo por mi ego, sino por el odio que me impulsa a permanecer en este mundo- Bellamy decidió no enfurecer más y atajar este tema tranquilamente porque de la otra forma no conseguiría nada- Sabe, no odio a los aliados. Yo odio a los jefes de la Alianza que hacen cualquier cosa para lograr sus objetivos. Yo, a pesar de tener odio hacia una persona, llegué… llegué a confiar en ella, pero solo recibí dolor a cambio.


-¿De quién está usted hablando? Explíquese- preguntó Crocodile insistentemente sabiendo que ese era el tema importante en esta conversación.


-De…- pero al ex aliado rubio le costaba pronunciar aquel nombre que antaño había sido tanto para él y que tal dolor había caudado en su corazón. Ese nombre le llevó a recordar el peor momento de su vida.


Inicio del Flashback. Viena, Austria. Hace más de tres años.


-Seguro que con lo bien realizada la misión, el canciller nos recompensa a toda la banda- así de emocionado llegaba Bellamy a la base de su banda tras cumplir con una tarea.


Sin embargo, el panorama que se encontró era del todo menos de festejo. Tras entrar a la humilde casa donde él y su banda se alojaban, lo único que pudo ver fue un rio de sangre y los cuerpos asesinados de sus compañeros, de sus amigos. En seguida, corrió hacia uno de ellos e intentó reanimarlo.


-Sarkies, responde, ¿Quién ha hecho esta atrocidad?- preguntaba alterada la Hiena quien estaba a punto de ser consumido por la ira.


 


Pero la única respuesta que recibió de su compañero fue una mano que con las pocas fuerzas que le quedaban, apuntaba hacia la barra del bar que tenían en su base de operaciones donde había dos hombres presenciando la escena.


-Por fin llegas Bellamy, se nos estaba acabando el licor esperándote, jajaja- dijo un hombre de aspecto extravagante, de gran altura y una capa roja que le cubría hasta las rodillas.


-¡Diamante! ¿Qué hace aquí? ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué están todos muertos?- Bellamy no paraba de enviar preguntas hacia su superior intentando recibir una respuesta sobre la masacre ocurrida.


-Acaso no es evidente, mi querido Bellamy- intervino el otro hombre, mucho más joven, también de rubios cabellos pero de aspecto más femenino.


-Cállate Dellinger. Déjame el placer de alumbrar a este humilde siervo, jajaja- puso autoridad Diamante hacia su subordinado- La guerra comienza, Bellamy, y el joven amo no quiere ser partícipe de algo que le perjudique, por eso ha decidido marcharse lejos antes de que todo inicie. Pero antes ha pedido atar unos cabos sueltos para que no le causen problemas en el futuro.


-¿Atar unos cabos sueltos?- el rubio parecía que aún no entendía bien la situación.


-Matar a todos aquellos que sepan información del joven amo y que la puedan revelar a sus enemigos- dijo sin reparos Diamante impactando de lleno en el joven rubio.


-Pero, yo le juré lealtad. Yo he realizado un millón de misiones con resultado satisfactorio para la familia. Yo, yo llegué a respetarle y admirarle. Yo confié en el asesino de mi madre…- Bellamy estaba consternado, a punto de gritar por todo lo sucedido, pero los otros dos no le iban a dar tiempo a pensárselo.


-Tus servicios a la familia Donquixote han acabado- dijo Diamante frente a su ex subordinado- Dellinger, acaba con él.


En ese momento y sin que pudiera detener el ataque, Dellinger con gran velocidad se abalanzó sobre el chico rubio y con una fuerte patada tiro al suelo al joven Bellamy.


-Es un insulto que enviéis a un niño a matarme- se quejaba Bellamy tras levantarse del golpe asestado por Dellinger.


No obstante, antes de que este si pusiera erguido completamente, Dellinger sacó unas afiladas agujas de sus tacones clavándolas en el pecho del rubio. El grito de dolor que produjo se escuchó por todo el edificio. Mientras, la sangre iba cayendo por su torso magullado. Bellamy, quien después de esto y aunque le doliera, solo podía pensar en una cosa, en huir. Con rapidez, se levantó y corrió hacia la puerta. Pero su joven adversario lo persiguió y se abalanzó de nuevo con una patada pero eso era lo que esperaba Bellamy. Este se apartó y Dellinger se quedó clavado en la pared por culpa de las agujas. Esto le dio una oportunidad a Bellamy de escapar y así fue. El rubio escapó ante la mirada atente de Diamante, quien decidió no intervenir en el curso de los acontecimientos. No obstante, por las calles lluviosas de Viena, el rubio ensangrentado juró venganza por todo el dolor que le habían causado. Mientras en la antigua base de  la banda de Bellamy.


-Diamante, perdone mi incompetencia- se disculpaba Dellinger arrodillado frente a su superior tras haber perdido a su presa.


-Ya recibirás tu castigo esta noche- dijo Diamante mientras levantó al chico de forma sensual cogiéndole desde la barbilla- Total, ¿qué puede hacernos una hiena indefensa? Jajajaja


Fin del Flashback.


-De Donquixote Doflamingo, el hombree que me utilizó como su títere para los asuntos sucios y luego intentó matarme. El hombre que impulsa mi odio y que me permite seguir viviendo día tras día- revelo Bellamy el nombre a su compañero, pero no se esperó para nada la reacción del otro.


Sir Crocodile escuchó ese nombre y su mente quedó en blanco, ida, como si estuviera en otro mundo. De repente las palabras de Bellamy dejaron de escucharse en su mente y lo único que se mostraba era una escena, proveniente de lo más hondo de su corazón.


Inicio del Flashback. Palacio de Alubarna, El Cairo, Egipto. Hace más de treinta años.


-Donquixote Homing, así que este es su joven hijo- dijo un hombre de mayor edad señalando a un pequeño chico rubio escondido tras el resguardo de su padre- Parece tímido. Pero le prometo que estará bien cuidado en mi palacio y bajo la protección de mi primogénito.


-Gracias Sir Mr. 0, necesitaba encontrar un lugar seguro para mi hijo mientras la guerra tome las calles de mi país- explicó agradecido el rey de Austria llamado Homing mientras notaba que su brazo era aferrado fuertemente por las manos de su pequeño.


-Ven aquí Crocodile, y preséntate- ordenó el soberano de la nación egipcia mientras su joven hijo de cabellos negros salía por detrás de sus consejeros- Venga, acércate a él.


-Mucho gusto, soy Crocodile, espero estar a la altura en el cuidado de su hijo- se introdujo el joven de oscuros cabellos de forma muy cortés.


-No crees que deberías decir algo, Doffy- dijo el rey austriaco mientras miraba a su pequeño, dándole un último empujón en su presentación.


-Me llamó Donquixote Doflamingo, y… agradezco su acogida y protección- decía entrecortado y nervioso el chico rubia mientras miraba atentamente el comportamiento sereno de su homólogo.


-Toma- de repente el joven príncipe de Egipto entregó un objeto al otro pequeño ante la atenta mirada de los presentes- Ponte estas gafas para tener el valor suficiente para afrontar las adversidades de tu vida.


Al escuchar esas palabras, el pequeño Doflamingo se colocó aquellas gafas de sol tal y como le habían dicho.


-Además, te quedan guay- añadió Crocodile a sus anteriores argumentos mientras los presentes no pudieron evitar las carcajadas ocasionadas por la situación.


-Gracias…- por primera vez, Doflamingo sonrió de una forma tan bella y grácil que cautivó por completo a Crocodile, comenzando así el final para aquellas dos personas.


Fin del Flashback.


-Eeh, Crocodile, me escuchas, eee, cabezota de la arena, eee- Bellamy intentaba por todos los medios hacer que su compañero volviera a escucharle, y parece que con aquellos insultos la cosa estaba dando sus frutos.


-Cállate ya, y deja de utilizar la ocasión para burlarte de mí- le reprochó Sir Crocodile cuando volvió en sí a la conversación. Pero antes de continuar, respiró, sobre todo para lo que iba a decir- Él no fue siempre así. Doflamingo era amable, alegre e inocente. Ese es el Doflamingo que yo conozco.


-Pero ¡¿tú estás loco o que te pasa?! Estás escuchando lo que dices. Doflamingo no es ni será una buena persona. Es el alma más malvada que conozco- Bellamy no entendía, no comprendía lo que estaba afirmando aquel sujeto que se situaba frente a él- Es un asesino, un mentiroso, un manipulador, un estafador, un diablo hecho persona.


-¡¡¡NO!!! ¡Él no era así! Yo… yo lo convertí en lo que es ahora- reveló Crocodile con mucho dolor mientras una lágrima se asomaba por sus ojos- A sí que te pido un único favor. Si tienes que odiar a alguien, ódiame a mí. Si quieres venganza, hazla contra mí. Si tienes que matar a alguien, ese soy yo. Porqué yo soy el causante de los males que he cometido y los que ha causado también la persona a la cual destrocé la vida.


Bellamy estaba atónito ante las palabras que llegaban a sus oídos. Aquello que le estaba pidiendo Crocodile era irracional, igual que sus propias palabras, y jamás lo consentiría.


-Sería un mal hombre, peor de lo que soy, si mató a una persona que no tiene culpa de lo que ha hecho otra y que además intenta redimir sus pecados. Aunque me cueste admitirlo, no tengo razón al intentar burlarme de ti o reprocharte algo… y siento que eres la única persona de esta base que podría comprender mi dolor- explicaba Bellamy mientras el alterado Crocodile se iba calmando poco a poco- Si alguna vez consigo obtener mi venganza, sin duda, ira contra Donquixote Doflamingo.


-Entonces, me temo que no sabré a que bando apoyar- dijo cabizbajo el hombre de la arena.


Palabras y revelaciones duras se habían realizado durante aquella noche de temprano verano. A pesar de que parecía afianzarse una nueva amistad, sus sentimientos hacia cierto individuo eran contrarios, pero eso no quitaba que a partir de ese día intentarán convivir de mejor forma.


Varios días después, el escuadrón que tenía que llegar al poblado de Shichiseiken, por fin llegó, y lo que se encontró fue un puro caos.


11 de Junio de 1917, Sur del Desierto del Sahara, Libia.


Los ojos de los miembros que conforman el escuadrón de los exiliados se quedaron atónitos al hallar frente a ellos un poblado en llamas y completamente destruido. Debido a la gravedad de los acontecimientos, la jefa Tsuru ordenó adentrarse mucho hasta el centro del poblado. Allí encontraron lo que estaban buscando y lo que más le preocupaban, los llamados pájaros metálicos o más bien, los aviones.


-Ahí están- dijo Tsuru con voz potente al hallar lo que andaban buscando- Tenemos que hacer todo lo posible por hacernos con ellos.


-Eso si les dejamos- de repente un voz sonó por encima del tejado de una casa y todos los soldados miraron hacia arriba y lo que más temían, ocurrió. Un enemigo había aparecido.


-El famoso León Dorado Shikky, es un placer al fin conocerlo en persona- decía Tsuru en tono un tanto sarcástico- Aunque mayor placer me causará cuando le aseste el golpe final.


-Veo que no se anda con remilgos, jefa Tsuru. La valiente capitana de la armada inglesa. Un lobo solitario, sin duda. Siento que eso haya sido en todos los aspectos- se burló también Shikky de su enemiga- Pero dejémonos de cháchara. Shuzo, prepara el cañón.


-Escuadrón, en posición defensiva- ordenó Tsuru a sus subordinados mientras estos acataban las órdenes para cubrirse del ataque que estaba por venir.


De la lejanía de una de las terrazas de los edificios, una bala de cañón salió impulsiva con gran fuerza y velocidad, impactando de lleno en el lugar donde se encontraban los exiliados. Sin embargo, la astucia de su jefa, la cual aviso de la amenaza ante les permitió huir con solamente una polvareda encima de sus cuerpos.


-Tu habilidad es tal como la dicen- admiraba Shikky a su contrincante- Pero veremos si es mejor que la mía. Te reto, capitana Tsuru. Te reto a matarme.


-Sería un placer para mí aceptar ese reto- explicó Tsuru mientras se abalanzaba con rapidez hacia su enemigo, quien bajó desde lo alto del tejado hasta el suelo de la plaza.


Mientras los dos grandes combatientes se encontraban, un par de cañonazos se escucharon en el aire hasta impactar en la zona donde se encontraban los soldados exiliados. Pero había algo que les preocupaba más.


-Tenemos que proteger los aviones. Si siguen tirando balas de cañón los acabarán destruyendo- dijo Daz Bones alertando a sus otros dos compañeros de escuadrón- Yo me encargaré de eso.


Pero justo cuando Zoro iba a darle la razón, un terrible grito de mujer se escuchó por todo la zona, resonando en cada pared y en cada palmera. Los tres intentaron hallar la fuente del sonido, hasta que al final divisaron en lo alto de una torre, seguramente la torre de vigilancia del poblado, a un ser portando entre sus brazos a una señorita.


-¡¡¡Maya, amor mío, ya voy a salvarte!!!- gritaba un hombre de cabellos plateados desde bajo de la torre. Un grito de desesperación ya que sabía que él no tenía nada que hacer contra aquel monstruo.


-¡¡¡Saga!!!- gritó la muchacha mientras era retenida por aquel monstruo- Suéltame, bicho inmundo, bicho asqueroso. Quita tus manos de mí.


Parecía que la chica llamada Maya intentaba resistirse a su opresor, pero este no la dejaba.


-Estate quieta o te tiro desde esta altura- amenazó el hombre, o más bien era una especie de mono muy grande.


-Maldito mono. Suelta tus manos de la chica, si no quieres morir- de repente en lo alto de la torre apareció un hombre perteneciente al escuadrón de los exiliados- Yo me llamó Daz Bones y pensó derrotarte. El de ahí bajo que esté tranquilo, que yo me encargo de salvar a su novia. Pero… ¿Cuál es tu nombre?


-Soy Scarlet, la mano derecha del capitán Shikky- explicó el mono mirando a su oponente mientras dejaba atada a la chica a un poste de la torre, para poder enfrentarse bien con su oponente.


-¿Eres una chica?- preguntó Daz intrigado al escuchar el nombre.


-No. ¡¿Algún problema?!- gritó el mono llamado Scarlet en tono enfurecido.


-¡¡¡Qué no me gusta!!!- Daz Bones se abalanzó con fuerza, apoyo su cabeza en el pecho del mano, lo agarro y lo empujó hasta el borde de la torre. Y por su propio peso, Scarlet se precipitó al vacío, quedando noqueado al momento de caer- Pues sí que ha sido fácil. Señorita ¿se encuentra usted bien?


-Sí, gracias- dijo entrecortada la chica llamada Maya, que quedó un poco embelesada por su salvador.


Batalla en la torre de Vigilancia.


Pelea: El rescate de la muchacha.


Ganador: Daz Bones.


Perdedor: Scarlet, el mono. Nada que ver con King Kong.XD


Notas: La batalla contra el mono fue fácil, la verdadera contienda viene ahora contra el novio de la joven.


Mientras, como Daz Bones había decidido encargarse de salvar a la chica,  nuestra pareja protagonista tenía la misión de derrotar al bombardero. Moviéndose de forma encubierta, los dos llegaron hasta el edificio donde se encontraba él. Subieron con sigilo hasta la terraza y allí, de nuevo, con la boca abierta se quedaron.


-¿Eso es…- Zoro no terminó de formular la pregunta.


-¿Eso es una alpaca con un cañón en la espalda?- preguntó Sanji acabando de formular la cuestión iniciada por su pareja- Eso no tiene sentido.


-Alpacacino, no les escuches. Tú eres mi precioso bebe- decía el hombre que se encontraba junto al animal mientras acariciaba con mucho amor el lomo de este.


-¿Es que no hay nada normal en esa organización?- pregunta Zoro quien cada vez se encontraba más sujetos extraños afiliados a la Alianza- A ver, ¿Cuál es tu nombre, encantador de alpacas?


-Soy Shuzo, el tercero al mando en el escuadrón del León Dorado, y tengo el deber de defender el honor de mi escuadrón y pagaréis caro el daño a los sentimientos de mi amor- decía Shuzo mientras miraba a su alpaca- Alpacacino, apuntales a ellos.


Después de escuchar las órdenes de su dueño, la alpaca apuntó el cañón a donde estaban Zoro y Sanji. Suerte que el primero, apartó a ambos de la trayectoria de la bala de cañón porque si no ahora estarían muertos. Pero los ataques de la alpaca no cesaron. Balas y más balas comenzaron a salir por los aires en dirección a la pareja, siendo bastante difícil la cuestión de esquivarlas.


-Zoro, tengo una idea, sígueme- dijo Sanji indicando el camino a su pareja, y el marimo sin discutir, le siguió.


Sanji y Zoro comenzaron a bordear la terraza donde se encontraban. La alpaca seguía tirando cañonazos, mientras pasaban por el borde. Pero los enemigos no se daban cuenta de que cada vez estaban más cerca de ellos. Sanji y Zoro, bordeando, habían llegado hasta detrás de donde estaba Shuzo, y la alpaca, sin enterarse, había lanzado de nuevo una bala, justo con había ideado Sanji. Los dos chico se apartaron  la bala impactó de lleno en el cuerpo de Shuzo que salió por los aires. Poco después, la alpaca estaba llorando por la pérdida de su dueño cuando Zoro le ayudó a reunirse con él. Con una fuerte patada, lanzó a volar a la alpaca, quien estaba más contenta por reunirse con su dueño Shuzo.


Batalla en lo alto de una terraza.


Pelea: Astucia y bombarderos.


Ganadores: Sanji y Zoro.


Perdedores: Shuzo y Alpacacino. Despegando por los cielos como el mismísimo Team Rocket.


Notas: No sé yo, pero entre Shuzo y su alpaca olía a zoofilia. Yo no quiero decir nada…


Aunque el resto de contiendas habían acabado con resultados satisfactorios para el grupo de los exiliados, aún quedaba la peor. Hacía poco tiempo que la jefa Tsuru había alcanzado la posición donde se encontraba Shikky esperándola para su enfrentamiento, cara a cara. Era una pequeña plaza del poblado, pero de singular belleza  a causa de la vegetación de su alrededor. Sin duda, se trataba de un lugar muy bien cuidado, cosa que le preocupó en gran medida a la capitana.


-¡Aquí no podemos luchar!- dijo Tsuru casi a modo de orden frente a su enemigo.


-Vaya, vaya. Parece que te has dado cuenta. Eres muy perspicaz, pero deniego tu propuesta- decía entre risas el capitán de rubios cabellos- Que mejor lugar para un enfrentamiento que el cementerio sagrado de una civilización antigua. El lugar idóneo para morir.


-Si quieres un enfrentamiento, que sea en otro espacio. No pienso destruir el entorno más preciado para estas gentes- se negaba Tsuru rotundamente al combate sobre aquel suelo sagrado, pero en cuanto observó que su oponente desenvainó sus dos espadas, no le quedó más remedio.


La capitana hizo lo mismo, y desenfundó su arma de afilada hoja y reluciente aspecto con los rayos del sol.


-Preparado, jovencito- dijo Tsuru frente a su contrincante para intentar intimidarlo.


-Preparado para vencer a una vieja gloria, jajaja- contestó Shikky  a quien parecía que las palabras no le habían afectado nada.


Por última vez, los dos se miraron desafiantes, antes de iniciar su combate. Fue Tsuru la que lo comenzó. Con gran velocidad, corrió hasta Shikky quien de un salto esquivó el ataque de está subiéndose a una palmera. Pero Tsuru no se daba por vencida y continuó una ardua ofensiva. Comenzó atacando a la planta para hacer caer a su oponente pero de nada le sirvió ya que este se pasó al tejado de una de las casas cercanas, y antes de que pudiera darse cuenta, lo tenía detrás, hiriéndole en la pierna.


-Primer golpe, jajaja- dijo entre risas Shikky  mientras miraba la sangre caer de la señora.


-Esto no es nada- dijo la capitán de grisáceos cabellos mientras se levantaba después de la herida recibida- Además, me crezco ante las adversidades.


-Eso ya lo veremos- contestó aún más desafiante el león dorado.


La lucha se reanudó pero fue Shikky, con sus dos espadas empuñadas en ambas manos, quien se abalanzó sobre Tsuru. Por suerte, pudo evitar el ataque colocándose detrás de una de las tumbas sagradas, pero esta no se libró. Tsuru por un segundo miró apenada la destrucción que los dos estaban causando en aquel lugar, y su sangre comenzó a hervir. Sin embargo, mientras estaba sumida en sus pensamientos, no vio que un golpe venía desde el cielo. Su oponente, Shikky, quien tenía gran habilidad de salto, estaba en el aire, a punto de atacarle con las dos espadas. Al bajar, la capitana se defendió de uno de los golpes, pero no tuvo tanta suerte con el otro, que impactó de lleno en su hombro.


-Mierdaa…- gritó de dolor la capitana Tsuru al recibir de nuevo otro golpe por parte de su duro contrincante.


-Sabe, debería haberse retirado hace años, señora- dijo en tono de burla el capitán aliado de rubios cabellos.


-Nene, acabas de cavar tu propia tumba- como si una furia hubiese emergido del mismísimo infierno posándose en el rostro de Tsuru, esta agarró fuertemente su espada, y casi como una flecha y sin que el capitán la viera venir le asestó un duro golpe en la pierna.


-Aaaah- gritó dolorido el capitán quien recibió el golpe.


Pero la ira de Tsuru ya estaba en pleno apogeo y no iba a contentarse con solo eso. Numerosos asaltos vinieron después, con la misma velocidad y sigilo que una flecha, e impactando en todas las partes del capitán quien al quinto o sexto golpe ya estaba convertido en cadáver de camino al otro mundo.


Batalla en el cementerio sagrado.


Pelea: Estilo de dos espadas VS Estilo de esgrima modo flecha.


Vencedora: Tsuru.


Perdedor: Shikky, el León Dorado.


Notas: Las viejas glorias son la peor amenaza para los jóvenes hipócritas. Además, todo el mundo sabe que no hay que meterse en cuestiones de la edad, si deseas en tu vida perdurar.


Y así fue como de nuevo, el bando de los exiliados obtuvo un nuevo triunfo, llevándose como premio, aquellos “pájaros metálicos” a su base, pero desconociendo el terrible peligro que estaba por llegarle. Muy diferente a cualquier cosa de la que se hayan enfrentado.


3 de Octubre de 1918, Noreste del Desierto del Sahara, Libia.


Otro año había pasado para los residentes de la base de Baltigo. Aunque parece extraño, pero durante este último año las contiendas se habían ido reduciendo en gran medida, desde la última batalla en el poblado cercano al sur del desierto. Pero toda esta tranquilidad tenía muy intranquilos a los exiliados, ya que no podían entender que no hubieran ataques po parte de la Alianza. A pesar de ser mediados del mes de octubre, hacia un día espléndido, y los chicos estaban pasando el rato a fuera de la base, o más bien discutiendo, para variar.


-Jefa Tsuru, yo creo que es el mejor momento para atacar- proponía Bellamy con esa ímpetu por lo que era reconocido siempre.


-No estoy segura, sería imprudente atacar una base con tan pocos efectivos en nuestro bando- se explicaba la jefa Tsuru para intentar tomar una decisión- Aunque por otra parte, decidimos coger los aviones para realizar un ataque directo. Señor Crocodile, usted que opina.


-Creo que la Alianza ha quedado bastante debilitada en los dos últimos años. Ya ha recibido más de algún telegrama con las victorias en distintos campos de Europa por parte de nuestros aliados- explicaba Crocodile la situación para poder respaldar ahora su decisión- Por eso creo que la Alianza está débil, y ahora es el mejor momento para atacar.


-Me parece sorprendente que por primera vez estés de acuerdo con Bellamy- dijo Shuraiya quien aparecía del interior de la base.


-Shuraiya, no deberías pasarte tanto con tus compañeros- dijo un hombre alto, de traje negro, pelo también oscuro y que seguía muy de cerca al chico de pelos rosados.


-No hace falta que te metas en esto. Además, no eres mi padre, eres un robot y no deberías entender a los sentimientos de las personas- le replico Shuraiya a su nuevo amigo.


-En serio, a nadie le parece extraño o no se ha acostumbrado a tener de compañero a una antigua arma letal del bando enemigo- en efecto, Zoro tenía razón en sus dudas.


Hacia un par de meses que la dura investigación de Shuraiya en su taller, y las largas horas dedicadas habían dado sus frutos. Había recodificado el sistema del prototipo de robot más conocido como Px.2, y ahora era un aliado más para el escuadrón de los exiliados. Sin embargo, lo que no se esperaban ninguno de ellos era el fuerte apego que este no ser le cogería a Shuraiya.


-A mí también me resulta extraño, Zoro- respaldo Sanji el desconcierto de su pareja.


-Como no…- dijo Shuraiya sin que el resto de los presentes lo entendieran.


-Bueno, olvidemos todo esto. El robot es un gran aliado nuestro y Shuraiya ha hecho un gran trabajo, ya que nos ayudará a derrotar a la Alianza en su propia base- dijo Tsuru mientras todos se quedaron expectantes por la decisión.


-Entonces eso significa que…- dijo medio emocionado Bellamy porque por primera vez le hacían caso en una de sus ideas descabelladas.


-Que patearemos el trasero de esos aliados en sus propias narices, jajaja- Tsuru se había saltado sus estrictas normas y su lenguaje culto y con alegría dijo esas palabras. Sin duda, aquella jefa solitaria había encontrado en sus nuevos subordinados la familia que jamás tuvo.


-Hey, ¿eso es una carta?- intervino Daz Bones para interrumpir la alegría de todos mientras se dirigió hacia el objeto y lo cogió- Si, es una carta, pero… va dirigida a vosotros dos, Zoro, Sanji.


De nuevo, una carta se cruza en el camino de los protagonistas de esta historia. Una carta que influirá mucho en el destino de la base, de los enemigos y también en el de los propios amigos.

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado y que comenteis mucho, con muchos reviews, perfa please.

TO BE CONTINUED=)


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