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Príncipe y siervo. Amor idiota y leal por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s, aquí les traigo otro capitulo de esta historia. Es la última parte de la escena 15, asi que espero que les guste.

Antes de que se me olvide: FELIZ 2016 A TOD@S, ESPERO QUE TENGAIS UN MUY BUEN AÑO, LLENO DE ONE PIECE Y DE YAOI.

Y también, quiero agradecer a las personas que estáis siguiendo la historia desde el principio, y que además os animais a comentar como Lazyzombie o Alalab. De verdad, muchas gracias. Al resto también ois doy las gracias por agunatar mis retrasos, mis errores ortográficos y todo lo malo que tengo.

Nada más, espero que os guste, lo comenteis con algún review y ... el siguiente capitulo es el último. Bueno, no. Es el último pero sin ser el último.

(os acabo de dejar to locos, ahora tendreis que esperar unos dias para saber de que va esto)

Escena Decimoquinta, Quinta Parte. Un rubio y su marimo. Objetivo: Adelante, familia.


3 de Octubre de 1918, Noreste del Desierto del Sahara, Libia.


Todos los miembros del escuadrón de los exiliados habían pasado un largo día reflexionando los últimos acontecimientos. Por una parte, estaba la decisión de ataque al cuartel aliado tomada por la jefa Tsuru, convirtiéndose en la misión más importante desde la formación de ese escuadrón militar. Pero por otra, la recién llegada carta había dejado descolocados a todos. En especial, a los dos remitentes, los cuales, no eran capaces de conciliar el sueño.


-Zoro… ¿estás despierto?- preguntó el rubio en voz baja para no despertar al resto de compañeros, que supuestamente estaban dormidos, y que al compartir habitación era muy fácil que alguno de ellos despertara.


-Sí- se limitó a decir el peliverde medio adormecido mientras esperaba el mensaje que le quería transmitir su pareja.


-No dejo de pensar en el mensaje de la carta- reveló su inquietud Sanji mientras el otro le miraba y le acariciaba la mejilla para aportarle algo de paz y tranquilidad- ¿Por qué? ¿Por qué nosotros? No hay nadie más que pueda llevar a cabo esa labor. Yo… siento que no seré capaz de hacer nada. Solo soy un humano más en este planeta inmenso. Además… no quiero dejar tirados a nuestros amigos, después de todo lo que hemos pasado juntos. Yo… no sé qué hacer.


-Pero Sanji, ya has leído el mensaje- decía Zoro recordando al rubio la gravedad del asunto de esa carta.


-Sí, lo sé y me duele tener estos pensamientos, pero… sabes, a lo que más temó no es a arriesgar mi vida por el futuro del mundo, sino…- Sanji tuvo que detenerse un momento ya que le costaba revelar los sentimientos que encerraba en su corazón desde que había leído el mensaje- Lo que más temó es que la salvación del planeta se lleve nuestro amor.


-Eso es imposible- de repente, una tercera voz se añadió a aquella conversación de pareja, dejando a los dos chicos un tanto sorprendidos, aunque más bien, preocupados- No he visto dos personas más ñoñosas que vosotros dos. Si alguien debe perdurar unido hasta el fin del mundo, creo que sois vosotros.


-Bellamy, ¿lo sabías? ¿Conoces nuestra relación?- preguntó alterado el rubio de ceja rizada mientras el peliverde se mantuvo callado a espera de recibir una respuesta.


-Lo sabemos todos- otra  voz de la habitación intervino en la charla, una voz masculina perteneciente a un hombre de cabellos negros y bella cicatriz en el rostro. Incluso Daz Bones levantó la mano informando de que también conocía aquella relación.- Se os nota en todo, jajaja.


En una milésima de segundo, Sanji y Zoro se pusieron rojos como un tomate. Por suerte, era de noche, las luces estaban apagadas y ninguno de los presentes observó su sonrojo ya que de lo contrario se habrían burlado durante años.


-¿Todos?- volvió a insistir el rubio, quien recuperado del momento vergonzoso, estaba preocupado por el conocimiento de su relación por parte de cierta jefa mandona.


-To-dos- desde la habitación de enfrente, la única en la cual dormía una sola  persona, se escuchó otra voz, pero esta vez era femenina.


-Lo sentimos mucho, no volverá  a ocurrir, bueno, frente a ustedes me refiero- dijo Sanji arrodillándose desde encima de su saco de dormir mientras la habitación entera se sumió en un guirigay de carcajadas y risas, menos el peliverde que se mantuvo indiferente al gesto de su rubia pareja- Zoro, pide perdón tú también.


-Lo siento mucho, pero… no pienso renunciar a follar el suculento culo del cejillas- sin pensárselo dos veces Zoro casi hace explotar el cuartel con aquella declaración de intenciones, pero para sorpresa de todos, la jefa lo pasó por alto. Quien no lo pasó por alto fue su rubia pareja, que a modo de venganza, le pegó una colleja en el cogote.


-Si hubiese querido separaros, lo hubiese hecho hace mucho tiempo. Quizás desde el primer día que entrasteis. Pero eso me da igual ahora, aunque debería lavarte la boca con jabón, Mr. Bushido- dijo la jefa Tsuru desde la otra habitación.


-¿Mr. Bushido?- Zoro, quien estaba recuperándose del golpe, no entendía porque la jefa le había puesto ese apodo de repente.


-Sabéis una cosa, y espero que esto no salga de estas cuatro paredes o sino empezaran a rodar cabezas- cuando la jefa de grisáceos cabellos parecía que se iba a poner más tierna, siempre tocaba una parte más brusca de su personalidad- Hace tiempo que dejé de creer en el amor. Ese sentimiento que solamente te aporta dolor. Pero… joder, me cuesta decirlo, pero viendo os  creo que el amor no está tan mal, no.


Las lágrimas comenzaron a salir por los ojos de la jefa Tsuru. Gotas que fueron transmitiéndose al resto de personas en la habitación, sobre todo a aquellas que habían experimentado el dolor del amor alguna vez. Toda aquella sala polvorienta se inundó de tristeza, pero también de valor. Una valentía procedente de todas las peripecias que esos sujetos habían pasado en sus vidas y que ahora utilizaban para ganar sus batallas.


-No seáis tontos, e iros- intervino la jefa Tsuru volviendo en sí después de un duro momento melancólico- Es vuestra responsabilidad cara al mundo. ¿Alguna objeción?


-No- dijo escueto Daz Bones.


-Para nada- contestó también Crocodile.


-Largaros de una vez, que me vais a hacer llorar- se sumó Bellamy a la despedida de aquellas personas.


-Y… además, los únicos capaces de decidir si se van a separar o no sois vosotros, no cualquier guerra o ejército enemigo. Tenerlo claro- con esa última bendición de su jefa, por primera vez desde que habían recibido la carta, la pareja no sentía dudas ni miedos. Simplemente sabían cuál era su cometido y que lo debían cumplir, sí o sí.


Sin embargo, no todo el  mundo en aquella base lo tenía tan claro, y podía tomar decisiones de forma tan sencilla. En la terraza, el humo comenzaba a elevarse hasta las nubes. Aunque no le gustará fumar, le tranquilizaba, al menos cuando estaba nervioso. El chico de cabellos rizados había hecho varias caladas mientras escuchaba atento la conversación de sus compañeros, sin intervenir en ella. A su lado, el robo rue había programado hace menos de un año, y el cual se había convertido en su fiel compañero casi como un perrillo faldero. Pero a pesar de tratarse de un ser sin corazón, parecía como si de verdad hubiese desarrollado uno propio.


-Amo, ¿puedo decirte una cosa?- preguntó el robot de gran tamaño a la luz de la luna.


-¡Cuantas veces te he dicho que me llames por mi nombre! Además, no hace falta que pidas permiso para decir cualquier comentario- le reprochó el humano a la máquina ya que está aún no entendía muy bien los comportamientos humanos.


-Shuraiya, creo que deberías ir con ellos- reveló el robot aquella afirmación que dejó consternado al otro.


-¿Pero qué dices? No seas idiota. Yo… yo tengo cosas que hacer aquí, con el resto de escuadrón. Mañana es la gran batalla, y no me puedo marchar. Además, ¿para que querría irme? – dijo el hombre de pelo rosa aunque en el fondo sabía que sus palabras no habían sonado nada convincentes.


-Por qué es lo que desea tu corazón- respondió el robot sin nombre.


-Jajaja, eso es una tontería- contestó Shuraiya mientras las lágrimas comenzaban a asomarse por las bolsas de sus ojos. 


-No. Desde que leíste la carta algo ronda tu cabeza, y creo que es la única forma de solucionar ese que te preocupa- contestó el robot quien parecía que tenía más razonamiento que algún que otro humano.


-Esa carta solo ha desenterrado heridas del pasado- dijo misterioso el chico de rosados cabellos mientras la máquina continuaba observándole. A la vez, se llevó el cigarro de nuevo a la boca. Por unos instantes, los dos dejaron de conversar, y solamente se podía escuchar el rumor del aire sobre las dunas y la inquietud del hombre que estaba a la izquierda del robot. Pero, tras pensarlo mucho, Shuraiya decidió hablar- Sabes, hace tiempo la Alianza me arrebató lo más preciado para mí, pero no hay posibilidad de que pueda recuperarlo.


-Eso no lo sabes. Desde que me conectaste, he aprendido un montón de cosas de este mundo que antes desconocía. Pero lo que más me ha enseñado este mundo es a no rendirse, o sino, mira a tu alrededor- justo al acabar de decir esas palabras, Shuraiya volteo su rostro en dirección al interior de la habitación. Allí, sus compañeros, no, sus amigos, estaban riendo  a mitad de la noche, y aunque mañana pudieran morir, eso no les importaba y mucho menos se rendían. Al darse cuenta de esa resolución, Shuriaya tomó su decisión- Tu escuadrón, lleno de personas dejadas de lado por el mundo, están luchando con todas sus fuerzas para salvar a aquellos que los desecharon. Y a pesar de todas las dificultades, de las diferencias y las desigualdades, habéis llegado al punto de casi derrotar al enemigo. A sí que, solo espero que no te rindas y que luches por aquello que has perdido y que tanto deseas recuperar.


-Nuestro escuadrón, no lo olvides- le dijo el humano al robot mientras le miraba sonriente y agradecido por las palabras- He tomado una decisión. Mañana partiré con ellos. Pero antes debo hacer algo muy importante. Hace tiempo que perdí a esa persona preciada para mí, pero todavía recuerdo el tiempo que pasé con ella. Ella siempre portaba en peluche de oso que yo le reglé en su cumpleaños para que le acompañará por las noches y le ahuyentará las pesadillas y la oscuridad. Y como tú has despejado mis dudas y me has liberado de mi oscuridad, espero que recibas como un regalo de mi parte, este preciado nombre, Kuma.


-¿Kuma?- dijo en voz alta el robot un tanto confuso e incrédulo.


-Sí, el robot que protegerá a este mundo de la oscuridad y… mi salvador- contestó el joven de rosados cabellos. Al segundo, Kuma, a pesar de no tener sentimientos, sintió en su cuerpo como si algún engranaje cerca de su pecho se removiera. Estaba muy agradecido por ese nombre y dio un abrazo al hombre como señal de agradecimiento.


Ambos, robot y humano, mejor dicho Kuma y Shuraiya, se quedaron un rato más mirando el cielo nocturno de aquel paisaje desértico. Al día siguiente, los tres viajeros se despidieron de sus ya antiguos compañeros, amigos, y partieron temprano hacia la costa del mar Mediterráneo. Pero no fueron los únicos que salían fuera de la base. El equipo al completo del escuadrón de los exiliados, a excepción de los que ya habían partido, salió en dirección a la base militar Dyna de la armada enemiga. Sin embargo, una dura contienda se les avecinaba, en la cual, no todos saldrían con vida.


4 de Octubre de 1918, Este del Desierto del Sahara, Libia.


El aire que portaba arena se chocaba con el armazón de aquellos cuatro aviones. A pesar de no ser de gran calidad aérea, gracias a los esfuerzos de Shuraiya, los convirtió en potentes armas destructivas y que podían alcanzar una gran velocidad. Pero su aspecto pequeño sumado a las nuevas características proporcionadas por el mecánico, les dio una apariencia de aves aladas surcando el cielo, siendo casi indetectables a simple vista. No obstante, no debían subestimar la habilidad de sus enemigos.


-Vicealmirante Zephyr, el radar ha detectado cuatro objetos voladores a las dos en punto. Esperamos sus órdenes- dijo uno de los soldados que se encontraba en el puesto de control de la base.


-Jajaja, ya era hora que se decidieran a atacar. Señores, hoy comienza nuestra venganza- parecía que al vicealmirante de cabellos morados le agradaba la idea de aquel oportuno ataque- Soldado Kadar, avisa a todas las unidades que estén listas para atacar. Y que esperen mi señal. Dentro de poco veremos unos bonitos fuegos artificiales en el cielo.


-Aviso a todas las unidades. El cuartel está siendo atacado por nuestros enemigos. Que todo el mundo se preparé para la batalla pero que no actúen hasta nuevo aviso- dijo el soldado Kadar por megafonía, avisando a todos los soldados que habitaban en aquel emplazamiento militar.


La sala de control era una gran habitación que vistas al horizonte, para poder controlar todos los flancos de la base, y repleta de botones de seguridad. En ella, se encontraba el vicealmirante, su hija Ain, el científico y el resto de operarios que observaban el avance de las aeronaves hacia aquel lugar.


-Padre, no debería estar tan confiado- dijo la soldado Ain quien notó en su padre una actitud poco decente para un vicealmirante de renombre como era él.


-¿Acaso cuestionas mis decisiones? Mira que a veces me haces dudar de haberte matado o no con todos tus fracasos, Ain. Conoces perfectamente el plan, así que siéntate y disfruta del espectáculo- dijo encarándose el padre a la hija- Disfruta del final del escuadrón de pacotilla.


-Como ordene- contestó formalmente la hija al ser callada por aquellas palabras.


-Los intrusos están a mil metros y aproximándose- aviso el soldado Kadar al resto de personas en la sala.


-Cuando lleguen a cien será el momento de eliminarlos, jajaja- afirmó de forma malvada Zephyr.


Mientras, a mil metros de la localización de la base aliada, los aviones seguían su camino hasta el objetivo final.


-¡Ya se puede ver la base de la Alianza! Que empiece la hora de las tortas, jefa- dijo Bellamy desde su avión mientras la conversación se trasladaba al resto de miembros a través del intercomunicador que los aparatos voladores portaban gracias también a una modificación del peli rosa.


-Siempre tan infantil como siempre. Cíñete al plan Bellamy, o todos acabaremos muertos- le replicó Crocodile, que a pesar de que ya se llevaban mejor, todavía tenían algún rifirrafe.


-¡Aguafiestas!- le contestó el rubio al chico con el rostro cuarteado.


-¡Baka!- respondió Crocodile al insulto con otro.


-Señores, ¿es que tengo que volver a la base para coger los chupetes? Céntrense, coño- dijo enfadada la jefa Tsuru harta de escuchar las chiquilladas de sus soldados.


-Jefa, no cree que deberíamos soltar la carga ya, estamos a una buena distancia- propusó Daz Bones quien de todos los allí presentes, era el que aparentaba tener más cordura, sobre todo en una situación crítica.


-A quien le estáis llamando carga, humanos, ¡mi nombre es Kuma!- la voz del robot se escuchó desde fuera. Este, iba atado con cables a los cuatro aviones que lo portaban en el aire ya que no cogía en ninguno de esos aparatos voladores.


-Perdona…- contestó el de cabeza rapada al herir los sentimientos de un robot, aunque eso no fuera muy posible.


-¡Soldados, suelten los cables de Kuma!- ordenó la jefa y al instante los cuatro incluyendo ella misma apretaron el botón para liberar al robot y dejarlo caer a las dunas. Kuma se desplomó sobre el desierto y comenzó a avanzar raudo hacia la base enemiga-  Aminoren la velocidad. ¡Soldado- la jefa Tsuru ahora se dirigía especialmente al robot que siga avanzando pero que escuchaba las palabras a través de otro intercomunicador puesto en su cuerpo- destruye a esos hijo putas!


Sin detener su paso, el robot alzó su mano y levantó su pulgar hacia sus amigos que estaban en los aviones.


-Así se habla, jefa- a Bellamy le agradó el tono y las palabras que había usado para describir a sus enemigos.


-Solo espero que cumpla la misión y vuelva- dijo un poco más apenada la jefa de grisáceos cabellos- Ahora solo podemos aguardar.


De vuelta a la estación de control del Cuartel Dyna, las cosas se estaban complicando para aquellos aliados.


-Jefe, detectamos señales de otro objeto aproximándose a toda velocidad hacia la base- dio la alerta de nuevo el soldado Kadar.


-¿Qué esta vez? Soldado Cáncer, divisé esa cosa con los prismáticos- ordenó Zephyr a otro de sus soldados, ahora un poco más nervioso porque eso no estaba calculado en sus planes.


-Vicealmirante, se trata… ¡De una de las máquinas de guerra creadas por el Dr. Vegapunk!- dijo con miedo el soldado Cáncer sabiendo cuan peligrosas eran aquellas armas.


-¡¿Cómo?!- el jefe de aquella base no se podía creer aquello que estaba sucediendo, y como no, se encaró a pedir explicaciones al científico- Deme ahora mismo una razón para no volarle los sesos, señor Vegapunk.


Sin duda, Zephyr estaba alterado. Por el contrario el Dr. Vegapunk estaba tranquilo, sereno, como si estuviera disfrutado de lo que ocurría.


-¡Cálmate padre!- le gritó la hija al vicealmirante, pero a cambio, recibió un tortazo de su padre como respuesta.


-Vicealmirante, tranquilícese. Solo es un pequeño contratiempo- por fin el científico se dispuso a hablar y a dar explicaciones- Puede que aquel robot haya sido modificado para que actúe en contra de las órdenes de su propio creador. Pero no se preocupe. Solo era un prototipo. Actualmente tiene varias unidades mucho más eficaces y destructivas que esa. No le será un problema.


-Más le vale, o no solo su investigación tendrá fin, sino también su vida- amenazó Zephyr al científico pero este ni se inmutó- Soldado Kadar, avise al almacén de armas, que preparen los sujetos 1, 2, 3, y 4 y que los envíen ahora mismo a la puerta a derrotar la amenaza.


-En seguida- acató las órdenes el soldado y de nuevo cogió el micrófono de megafonía- Centro de armas, preparen los sujetos del 1 al 4 por órdenes del vicealmirante, y que sean llevados a la puerta principal.


De repente, comenzó a ver mucho movimiento en el interior de la base. Los operarios del centro de armas habían acatado las órdenes, y ya habían preparado a las armas humanas. Por el pasillo central de la base, el más amplio y el cual servía de entrada de vehículos de carga y descarga, comenzaba a resonar unos pasos. Unos pasos que se escuchaban por toda la base y que hacían temblar a cualquier soldado de bajo rango. En el exterior, Kuma estaba a punto de llegar a la entrada cuando esta comenzó a abrirse. Por ella, cuatro armas igual que él salían en su búsqueda. Tres de ellas iguales a él y la otra, de color blanco.


-Mierda, esto será difícil- dijo Kuma quien no era humano pero parecía que había adoptado bastantes costumbres del lenguaje de estos, incluyendo los insultos- No tenéis porqué hacer esto. No solo sois armas para matar. Podéis tener una vida mucho más… mucho más humana. Tener amigos y sentir sentimientos. ¡No tenemos porqué luchar!


 


Pero para desgracia de Kuma, ninguno de esos robots que él los podía considerar como hermanos, le hizo caso. Es más, hicieron todo lo contrario.


-Objetivo localizado. Exterminio en 3, 2, 1…- uno de ellos apuntó a Kuma con el arma que portaba en su brazo. Al acabar la cuenta atrás, un  orificio se abrió en la palma de su mano y un potente láser amarillo salió disparado para impactar en el cuerpo metálico de Kuma. Mucha suerte tuvo al esquivarlo por los pelos al apartarse hacia un lado. Pero esa suerte no le dudaría mucho tiempo porque los robots enemigos se pusieron en formación de forma que rodeaban por los cuatro costados al humanoide con nombre de oso. De nuevo, unos disparos salieron de las manos de esos sujetos metálicos y que apenas pudo esquivar Kuma saltando al cielo, para volver a caer.


-¡Parad! En serio, no quiero haceros daño- gritó furioso Kuma al ver como los otros robot no le hacían caso y seguían atacándole- ¡Sois mis hermanos!


El amigo de Shuraiya, distraído intentando llevar al lado bueno a aquellas armas fatídicas, fue atacado con uno de los láseres, que impactó de lleno en su hombro. Por el impacto, una capa metálica de su cuerpo se dejó relucir a la superficie ya que las ropas habían sido quemadas. Resentido por el dolor, Kuma se tambaleó, ocasión aprovechada de nuevo por otro de sus enemigos para dispararle de lleno en la rodilla. Finalmente, Kuma se desplomó en el suelo, apoyando su rodilla para no caer por completo. De repente, mientras esperaba su final, escuchó una voz.


-A pesar de todo, no dejas de ser un mero prototipo Px.2- por uno de los altavoces de megafonía que daba a la puerta principal se escuchaba la voz del científico, quien estaba disfrutando como era reducido a cenizas aquel robot insurrecto- Les consideras tus hermanos. Ja, no seas iluso. ¡Solo sois armas de destrucción masivas creadas por una mente brillante como yo! Que te quede claro, Px.2 ¡no eres un ser con sentimientos, eres un ser que destruye sentimientos! Px.1, Px.3, Px,4 y Shirokuma preparad el rayo Pika Pika y acabemos con esto de una vez- ordenó el científico Vegapunk ordenando a sus creaciones, que tenían esos nombres, a atacar por última vez a aquel desertor.


En un momento, las palmas de las manos de aquellos cuatro robot se volvieron amarillas y de una brillantez muy intensa. Sin duda estaban preparando un ataque letal.


-Kuma, espera compañero, en seguida vamos a ayudarte- la voz de Bellamy se escuchó por el intercomunicador que el robot llevaba implantado en el cuerpo.


-¡No! Tengo una misión que cumplir, y eso haré, cueste lo que cueste- se negó Kuma a que le ayudarán- ¡Yo soy de los vuestros!


-¿Qué intentas hacer, desgraciado Px.2?- preguntó alterado el científico desde la cabina de mandos.


-No soy Px.2 ¡¡¡Me llamó Kuma!!!- gritó el robot dispuesto a morir por aquello que tenía que hacer¡¡¡URSA SHOCK!!!


De repente, alrededor de él se forma una gigantesca burbuja de aire que al explotar, repulsó volando a los cuatro robots que estaban todavía preparando aquellos rayos láseres amarillos. Tal era la potencia del ataque, que los humanoides que salieron disparados impactaron de lleno en el armazón de la puerta del cuartel. A su vez, los rayos que acumulaban en sus cuerpos explotaron en su interior, destruyendo no solo a ellos sino a aquella inmensa puerta de hierro.


-¡¡¡Sí!!! El robot lo ha conseguido- gritó de alegría Bellamy al ver como la puerta del cuartel quedaba abierta debido al impacto.


-Yo sabía que podía hacerlo- dijo satisfecho Crocodile al ver que había cumplido con su parte de la misión.


-Ahora podremos adentrarnos al interior de la base y destruirla desde su corazón- se unió también Daz Bones a los comentarios.


-Maldita sea- se limitó a decir el vicelamirante Zephyr al ver que la entrada había sido derribada. Pero antes de que pudiera actuar él, una de las ventanas de la sala de control se abrió. Por ella, el Dr. Vegapunk sacó una bazuca y disparó.


-No pienso dejar que destruyas mis planes- dijo el científico justo al disparar el arma.


Al ser el ingeniero de aquellas armas, sabía perfectamente donde disparar para destruir a sus propias creaciones. De un solo impacto, agujereó el torso metálico de Kuma, justo por la parte donde iría su corazón, si tuviera. Al instante, el robot se desplomó al suelo.


-¡¡¡Kuma!!!- gritó la jefa Tsuru al ver como uno de los suyos caía en combate de una forma muy rastrera y después de hacer una acción tan gloriosa.


-Si… si alguna vez volvéis a ver a Shuraiya decirle… decirle que le quiero- con sus últimas palabras, Kuma se despidió de los suyos para marcharse al otro mundo, casi como un ser humano más.


-¡¡¡Eres el robot más humano que he conocido!!!- gritó entre lágrimas Tsuru al escuchar las últimas palabras del que fuera uno de sus subordinados- ¡Señores, no vamos a desperdiciar esta gran oportunidad que Kuma nos ha brindado con su sacrificio! ¡Adelante, destruyamos el corazón de esa maldita base!


Como una bala, los cuatro aviones se enfilaron hacia la entrada del cuartel. Sin embargo, las complicaciones aún les acechaban.


-Es hora de poner en marcha nuestro plan- dijo seriamente Zephyr quien se había cansado de estar perdiendo todas las batallas- Soldado Kadar, tome el control de esos cuatro aviones. Inutilice sus frenos.


-A sus órdenes, vicealmirante- contestó sin reproches el soldado obediente. Posteriormente, apretó varios botones de sala de control, activó varios códigos en su controlador, y completó con éxito la orden- Frenos inutilizados, señor.


-Bien. Soldado Cáncer, active las piedras Dyna- ahora la orden fue mandada a otro de los subordinados que estaban en aquella sala- Ahora sabrán esos exiliados con quien están jugando, jajaja.


El soldado cuyo nombre coincidía con uno de los horóscopos también apretó diversos mecanismos del panel de control que tenía delante. Después de un par de segundos, consiguió poner en marcha el mecanismo de las piedras Dyna.


-Piedras Dynas activadas al 10% y cargando- informó el soldado sobre la situación de aquellas armas.


-Fue una gran idea esconder nuestras armas nucleares dentro de esos aviones, que indirectamente les dejamos obtener, jajaja- reveló los maléficos planes el vicealmirante Zephyr- Esas piedras son el orgullo de esta base y ellos tendrán el honor de morir a manos de ellas.


-Piedras Dynas activadas al 50%- dijo el aumento de progreso el soldado Cáncer.


-Pronto será el fin de esos soldados contra aliados, y esta pesadilla de cuatro años acabará por fin- dijo aliviado Zephyr quien había tenido muchos comederos de cabeza por culpa de aquel escuadrón entrometido.


Mientras, los aviones estaban a escasos cien metros de la base y avanzando.


-Pienso hacerles pagar la muerte de Kuma- dijo enfurecido Bellamy mientras seguía pilotando aquel artilugio.


-Nunca cambiarás- le reprochó Crocodile quien aunque también estaba furioso por la muerte de su camarada, sabía que guiarse por la venganza no era nada bueno- Jefa, ¿no creo que esto está muy tranquilo?


-Sí. Hace tiempo que esperaba cañones y bazucas sobre nosotros, pero no ha aparecido ningún arma defensiva- contestó la jefa de grisáceos cabellos quien tenía un mal presentimiento sobre todo esto.


De nuevo en la base de la armada aliada, el nivel de activación de las piedras superada al 75% y era inminente su explosión. Sin embargo, Zephyr quería glorificar su victoria por todo lo alto y dejar hundidos a sus enemigos, por lo que optó por coger el altavoz de megafonía.


-Saludos, escuadrón de los exiliados. Al habla el vicealmirante de la base Dyna- por los altavoces de los laterales de la muralla se escuchaba a plena potencia la voz de Zephyr, llegando a oídos de los pilotos- He de reconocer el mérito que tiene todas vuestras victorias e incluso habéis conseguido penetrar en la base.


-Pero ¿qué quiere este ahora?- decía confuso Daz Bones- No creo que vaya a rendirse.


-Seguir atentos a vuestro alrededor- ordenó la jefa Tsuru a todo su escuadrón- Temó que algo malo vaya a pasar.


-Pero un día como hoy, un día tan especial, culminará mi malvado plan, jajaja- alertaba Zephyr a los intrusos, poniendo a estos completamente en guardia- Decir adiós al mundo, porqué esto está ya a 99% de potencia ¡¡¡Iros al infierno, escoria exiliada!!!


El segundo más largo de sus vidas fue el que todos los allí presentes vivieron en aquel momento. Unos ansiosos esperando la victoria, y otros temerosos de lo que pudiera pasar. Pero donde debía producirse la explosión, no ocurrió nada.


-¿Qué cojones ha sido esa amenaza?- dijo sobresaltado Bellamy al escuchar las palabras de su enemigo y que después no ocurriera nada.


-Seguir hacia vuestro objetivo, soldados. Olvidad todo lo que acaba de ocurrir- ordenó Tsuru quien tampoco entendía que había sido ese numerito.


-¡¡¡¿Qué narices ha pasado?!!!¿Por qué no han explotado? ¡¡¡Que alguien me dé una explicación si no quieren perder la cabeza, todos!!!- amenazó a sus subordinados Zephyr al ver que sus estimados planes habían fracasado de nuevo.


-Señor…- Kadar se disponía a informar a su superior, medio tembloroso y a punto de entrar en pánico- Los controles no han fallado. Todo… todo está perfecto en la base de control. No… sabemos que ha podido fallar… no…


Pero antes de acabará de hablar, el soldado ya tenía un orificio de bala en su frente, cayendo muerto sobre la mesa donde trabajaba. Mientras la sangre de ese inocente soldado se iba desplomando sobre la mesa, el vicealmirante apuntó con aquella pistola a todos sus operarios y habló.


-¿Alguien me puede dar una explicación convincente, señores?- dijo intimidante Zephyr sin que le temblará las manos al portar ese arma en ellas.


-Jajajajaja- de repente, entre tanta tensión, un hombre se atrevió a reírse de aquella situación. Un hombre cuya profesión era la de un científico y cuya risa parecía sacada de cualquier malvado de un  cuento de hadas y monstruos- Jajaja.


-¿De qué se ríe, Vegapunk?- se encaró Ain con aquel hombre debido a aquella falta de respeto.


-Jajajajaja- sin duda, este no parecía parar ya que estaba disfrutando el momento.


-¡Tú…!- dijo Zephyr apuntando la pistola hacia aquel sujeto de bata blanca y risa perversa.


-Al fin te das cuenta, vicealmirante- respondió entre risas el científico- Acaso pensaste en que ese plan funcionaría. Eres más inútil de lo que creía.


-¿Qué pasa, padre?- preguntaba Ain ya que no le quedaba clara aquella situación.


-Él ha saboteado nuestros planes- respondió Zephyr a su hija.


-No, te equivocas. Yo solamente entregué los aviones, tal y como se dispuso con aquellas bombas en el interior. Pero deberías haberlo entendido perfectamente al ver aquella máquina en contra de su propio creador- explicaba Vegapunk ante la expectación de los allí presentes- Entre esos exiliados hay un excelente mecánico, y estoy seguro que detectó la bomba Dyna y la quitó.


-¿Porqué? ¿Por qué la Alianza sabotearía una de sus propias bases? ¿Quién está detrás de ti?- preguntaba insistentemente el vicealmirante para entender los planes que habían detrás de aquel sabotaje.


-Te vuelves a equivocar, i querido amigo. La Alianza solamente ha sido una pieza más de este tablero donde el final ya está decidido. Todos y cada uno de vosotros habéis vivido vuestro idilio conquistador, cuando en realidad habéis sido meras artimañas en nuestras manos, jajaja- revelaba gratificante el científico Vegapunk- La bomba de Londres, la separación de os representantes aliados e incluso la inminente derrota aliada, todo eso estaba ya escrito por nosotros. Ahora solo queda activar el engranaje final de esta fiesta y toda esta base desaparecerá.


-¡¿Pero qué estás diciendo, maldito?!- preguntó muy alterado Zephyr quien ahora sí que no entendía muy bien de que iba toda aquella situación. Pero el científico no le hizo caso y por lo contrario, se acercó a una de las mesas en la que presionó un diminuto botón que podría fin a todo.


-¡¡¡Bienvenido a la era de la Oscuridad!!!- gritó Vegapunk justo después de apretar aquel botón.


-¡¡¡Muere!!!- Zephyr se abalanzó sobre el científico con una guadaña que tenía colgada a modo de trofeo en una de las paredes. Sin apartarse, el hombre de la bata le esperó. En unos instantes, su cabeza quedó degollada, desplomándose al suelo.


-¡¡¡¿Pero qué es esto?!!!- gritó Ain asustada al ver lo que tenía delante.


-Un robot… ese maldito era un robot… una pieza de usar y tirar, joder- dijo desesperado el vicealmirante al enterarse de que aquel científico no era humano.


De regreso con el escuadrón de los exiliados, estos estaban a punto de arribar a su destino.


-Jefa, ya se puede ver el corazón de la base al final del pasillo- informó Bellamy que seguía muy de cerca a su superiora, quien encabezaba la avanzadilla.


-De acuerdo muchachos, prepárense para aterrizar. Debemos colocar las bombas con los temporizadores para que nos dé tiempo a marcharnos, pero no bajen la guardia. Seguro que nos estarán esperando allí al final- explicaba las órdenes la jefa Tsuru para acabar con la misión.


Pero cuando uno de ellos fue a probar los frenos para el aterrizaje, estos no funcionaban.


-Jefa Tsuru, ¡no funcionan los frenos!- informó Daz Bones.


-¡¿Qué?!- preguntó asustada Tsuru por aquella revelación- Soldados, prueben todos a aterrizar.


-Los míos tampoco funcionan- avisó Crocodile sobre su situación, y justo después Bellamy dijo lo mismo- Ese maldito de Shuraiya, debería haber mirado los frenos lo primero.


-¡No! No es culpa suya. Esto es algo más allá de sus conocimientos. Nos han tendido una trampa. Sabíamos que esto podría pasar y aceptamos el riesgo. Sin embargo, ahora solo hay una forma de hacer estallar la base aliada- avisaba la jefa Tsuru de la peor situación que podría pasar. Por unos instantes, el silencio se formó en aquel amplio pasillo. Un silencio que presagiaba la muerte  y que significaba mucho para todos ellos- Soldados, os debo pedir una última misión- de repente, la jefa Tsuru se puso seria, aunque más bien se podría decir que estaba sentimental- No, soldados no, porqué yo os considero como mi familia, aquella que nuca tuve. Os tengo que pedir un favor. Debemos destruir nosotros el interior de la base, y la única forma es… estallar los aviones en el corazón de esta. Sé que es mucho lo que pido, pero no veo otra forma, lo siento mucho.


Las lágrimas de la dura jefa Tsuru comenzaron a empañar el cristal de aquella aeronave. Todos habían escuchado atentamente su petición y ahora tenían que debatir con su interior que era lo que debían hacer, más bien, lo que querían hacer, porque para algo se jugaban sus vidas en ello.


-Bueno, si no nos queda otra, habrá que hacerlo. Será la mejor forma para redimir nuestros pecados- contestó Daz Bones decidido el primero para sorpresa de todos- Además, somos los únicos que podemos hacerlo. Veremos si la muerte puede con nosotros o nosotros podemos con ella.


-Estoy con el cabeza rapada- contestó ahora Bellamy quien estaba de acuerdo con aquella idea suicida- He hecho muchas cosas en la vida de las cuales me arrepiento pero no puedo cambiarlas. Si con esto, doy una mera posibilidad de ayudar en la salvación del mundo, creo que al menos el diablo reducirá mi pena en el infierno, jajaja- decía entre risas Bellamy- Ahora en serio, gracias. Gracias jefa Tsuru por acogerme, por acogernos a todos cuando el mundo nos había apartado de él. Aunque no le debamos nada a este mundo, no podemos dejar que se destruya. Aún hay personas que merecen la pena en él, y ahora se dirigen a una batalla mucho peor que la nuestra. Así que, ¡estallemos esta puta base y brindemos con sake en la otra vida!


Pero cuando todos estaban esperando la respuesta de Crocodile, este estaba sumido en sus pensamientos. Su mente estaba viviendo un tremendo duelo entre vivir o morir, y todavía no sabía qué hacer. Pero de repente recordó algo. Un rostro tapado con unas gafas oscuras. Una hermosa y cándida expresión que se ennegrecía y que era poseída por el mal por su culpa, y entonces lo entendía. Ya había tomado una decisión.


-Acepto. Yo lo maté a él y ahora debo cargar con la culpa. Pero...- de repente el serio y testarudo Sir Crocodile se echó a llorar en un llanto tremendo como el que nunca había tenido- Pero… solo espero que me perdone cuando nos encontremos en la otra vida… -Sin embargo, lo que el hombre de arena no sabía es que hacia escasas horas, en un lugar a miles de kilómetros, el hombre a quien había dañado, moría.


-Chicos… gracias…- dijo Tsuru mientras veía que aquellas personas que parecían unos críos eran de verdad unos adultos responsables y buenos de corazón y que se merecían aquella segunda oportunidad que habían tenido- Ves, Garp… yo también he conseguido una familia. ¡Adelante familia, destruyamos este maldito lugar!


Unos kilómetros más hacia el norte del país, casi llegando a la zona de costa, tres camellos surcaban el desierto. De repente, un tremendo estruendo les hizo detener su camino. Los tres individuos que cabalgaban a lomos de aquellos animales, e bajaron y miraron al lugar de donde provenís aquel sonido. Por el horizonte, pudieron observar una humareda inmensa.


-¿Qué ha sido eso?- preguntó uno de ellos cuyo color de pelo era rubio y tenía una característica ceja rizada.


-Una explosión- contestó otro pero este tenía una extraña y curiosa cabellera verdosa.


-Allí…allí es por donde se ubicaba la base enemiga- respondió el tercero, de pelo rosado, a quien le corrió un escalofrió por todo su cuerpo.


El viento comenzó a moverse en aquellas arenas áridas. Eso era un suceso de lo más extraño ya que no era una tormenta de arena, sino una brisa apacible pero un tanto melancólica. De repente, los tres hombres notaron como unas palmadas les empujaban por su espalda. Poco después una voz les susurró al oído.


-Adelante, familia…- dijo aquella voz indeterminada a oídos de los tres individuos. Tras escucharla, el chico de pelo rubio se echó al suelo. No podía contener las lágrimas. De igual forma, el de cabellos rosados se quedó parado mientras las gotas iban recorriendo todo el rostro. Por último, el hombre de cabellera verde comenzó a enfurecerse y a frustrarse a la vez que notaba como una especia de agua que se asomaba por el borde de los parpados.


Un difícil final para aquella familia exiliada que no tenía lugar al cual regresar. Sin embargo, esto no acaba aquí. Todavía falta la batalla final, en la cual, sucesos peores al ocurrido el día de hoy están por llegar.


Mientras, por los pasillos militares de la principal base alemana, llegaba ella. La bruja malvada de este cuento aparecía para traer consigo la oscuridad. Pero con ella, también venía una carta. La última. La decisiva. La que acabará con la vida de alguno de nuestros héroes.

Notas finales:

Bueno, d eneuvo decir que espero que os haya gustado, que si teneis un poquito de  tiempo que comenteis ( que a mi me hace mucha ilusión y me da mucha felicidad, y además, yo os contestaré, seguro que con cosas bonitas, jajaja)

TO BE CONTINUED=)


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