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Príncipe y siervo. Amor idiota y leal por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s, aquí os dejo el capitulo número nueva de la historia. Espero que os guste.


La verdad es que estoy muy emocionado con la historia, porque no pense que las cosas iban a cuadrar tan bien. Espero que a pesar de que escribo mal y que a veces siento que me expreso como el culo, espero que el argumento sea entretenido y os haya gustado.

Ahora que se acerca el final, mme gusta dedicaros el capitulo. Este y todos por que yo sigo escribiendo porque personas como vosotr@s continuais leyendo. Muchas gracias de verdad( me gustaria agradecerlo personalmente, pero no puedo)

Os voy a revelar una cosa, desde que introduje al personaje de Kid, me esta costando muxo hacer la historia. Me explico: a mi siempre me ha gustado la pareja LuffyxLaw, pero al darle esa personalidad tierna a Kid, me ha gustado muxo y me costaba separarlo de Law. Definitivamente he creado un triangulo amoroso y sin querer he relegado el amor de Hancock a Luffy a un segundo plano. Sorry =(

Bueno, os dejo con el capitulo, que ya os digo está muy interesante.

Escena Novena. Law, Kid y Luffy


21:11p.m. 3 de Octubre de 1918, Nueva York, Estados Unidos.


No se lo podía creer. Boa Hancock tenía frente a sus ojos a aquella persona por la que había llorado tanto durante estas semanas. Veía a su amiga, la escuchaba e incluso la sentía cerca. Por su mente se pasó la idea de que todo era un sueño o una ilusión creada por su subconsciente. Pero era real, Madam Shyarly, su amiga, estaba viva.


-Siento mucho que hayas pasado todas esas preocupaciones por mi culpa, Hancock- decía apenada la amiga y dueña de Crimin manteniendo cierta distancia con ella ya que no sabía cómo iba a reaccionar- De verdad que lo siento.


-Shyarly, ¿eres tú?- preguntaba con bastante miedo la emperatriz porque no se terminaba de creer que estuviera viva-¿de verdad eres tú?


-Sí, soy yo y estoy viva- contestó la amiga bastante temerosa y eligiendo las palabras adecuadas para facilitar las cosas y no preocupar más a Hancock- He vuelto a mi familia.


Por primera vez, Boa Hancock sentía un gran gozo de felicidad en su interior. Todo por lo que había pasado, todo por lo que había llorado y toda aquella oscuridad que se había adentrado en su cuerpo tras aquella terrible pérdida, estaba desapareciendo. Por fin, en varias semanas veía luz en su vida. Sin embargo, no se dejaba de preguntar miles de cosas.


-¿Qué te pasó? ¿Cómo es que estás viva? ¿Estuviste herida y te has recuperado? ¿Por qué no me dijiste algo antes?, yo… estaba muy dolida, destrozada. ¿Por qué Shyarly, por qué?- la joven empresaria interrogaba a su amiga para entender toda aquella inverosímil situación, mientras intentaba aguantar que se escaparan una lágrimas de felicidad y dolor-  Pero, pero, yo te vi morir en mis brazos.


-Lo siento muchísimo Hancock, pero no te lo podíamos decir. Era muy importante y yo… yo no quería arriesgarte a ti también- respondía Madam Shyarly apenada por toda la preocupación que le había causado a su amiga durante este tiempo- Perdóname, Hancock.


-¿Podíamos? ¿Quiénes? ¿Tú y quien más?- la chica de Amazon Lily cada vez entendía menos aquella situación, conforme se intentaba solucionar una cosa le salían más interrogantes.


-Nosotros, señora Boa Hancock- salía una mujer mayor por detrás de Shyarly, a quien Hancock reconoció en un instante.


-¡¡¡Dr. Kureha!!!- se sorprendió la emperatriz tras escuchar a aquella voz que estaba junto a su amiga.


-Y yo también, lo siento señora emperatriz- intervino un hombre de mediana edad con un uniforme de policía, que identificaba a un alto cargo de esta organización- Era muy importante para la misión.


-¡¡¡Jefe de la policía, Fujitora!!!- Hancock volvió a quedarse estupefacta por la revelación de aquel otro hombre y por sus palabras posteriores- ¿qué plan? ¿De qué misión estáis hablando?


-De la misión para detener el plan malvado de uno de los antiguos miembros de la Alianza europea afiliados al gobierno del general Akainu- contestó Madam Shyarly dando más información sobre lo que estaba sucediendo.


-¡¡¡¿Hasta aquí ha afectado la gran primera guerra mundial?!!!- cada nueva información revelada dejaba más perpleja ya aturdida a la joven Hancock- Pero ¿de quién estáis hablando?


-Del Flamenco Rosa, o más conocido como Donquixote Doflamingo, antiguo representante del país de Austria- revela la identidad el jefe de la policía de Nueva York, Fujitora.


-Pero, ¿que pintaba Shyarly en todo esto?, ¿porque la involucrasteis? La pusisteis en peligro. Estuvo a punto de morir- dice medio enfadada medio apenada la joven Boa Hancock intentando comprender toda aquella situación.


-Hancock, por favor, cálmate. Yo en ningún momento estuve en peligro, es más, siempre estaba vigilada por los agentes de la policía- intentaba explicar la joven Madam Shyarly a su vieja amiga-  Déjame contarte todo y así lo entenderás.


-Sí, por favor. Necesito entender las cosas- exigía Hancock porque todo lo que estaba escuchando la estaba confundiendo mucho.


-Haber, hace cuatro años, un poco antes de estallar la guerra de repente hubo un hombre extranjero recién llegado que se enriqueció exageradamente en la ciudad de Nueva York. Ese hombre como podrás sospechar se trataba de Donquixote Doflamingo. A causa de esta repentina subida de capital, la policía en seguida sospechó y se puso a investigar, sin embargo cada vez que intentaba hallar alguna pista, algo o alguien les bloqueaba y se lo impedía.  Era algo inexplicable. Pero todo cambio hace unos seis meses atrás. La policía de Nueva York recibió un telegrama de Inglaterra, de alguien muy importante allí, la mismísima reina Victoria. En él explicaba con detalles todos los miembros que formaban la Alianza y que papel tenían en ella. Además de advertir sobre el peligro de estos y que era necesario su inminente captura pero que se llevara con pasos muy seguros. Por fin, todo se veía más claro, y con el declive de la Alianza en la zona europea,  gracias a los esfuerzos de grupos de personas que luchaban contra ella como la reina y el  sector que la rodea, era el momento de actuar. A partir de entonces, el principal objetivo de la organización policial neoyorquina era capturar a Doflamingo y a su banda, y detener cualquier plan malvado que estuviera dispuesto a hacer. Fueron muchos días de investigación donde era muy difícil hallar cualquier prueba de sus delitos y sus actividades en estos días. Pero sus esfuerzos lograron dar sus frutos cuando hallaron a una de las antiguas personas que formaban parte de la organización de Doflamingo, Chahige. Este les reveló alguno de los planes de Doflamingo, como su intención de asesinarme a mí para destruir a Crimin. Pero no les dio tiempo a interrogarle más ya que fue asesinado al día siguiente de hablar, por lo que no sabíamos que teníamos miembros infiltrados en nuestras propias empresas. Tras saber está información, Fujitora, quién es un viejo amigo mío que me ayudó mucho en el pasado, contactó conmigo. Me puso protección pero eso no iba a impedir que Doflamingo atacara por lo que ideamos un plan. La Street Fashion fue diseñada justo como señuelo para atraer a Doflamingo a nuestro terreno. Y la verdad es que funciono bastante bien. Planeamos fingir mi muerte y para eso necesitábamos la ayuda de la Dr.Kureha, por lo que ella se unió a la misión y mantuvo silencio durante este tiempo. El día del desfile, yo llevaba puesto un nuevo invento de la policía, una especie de chaleco fabricado con un material que detenía las balas por lo que en ningún momento estuve herida. Aunque sí que tuvimos que utilizar sangre artificial para que todo fuera más realista, y con la intervención de la doctora quedó completamente creíble a ojos de aquel rufián y del resto de personas. Yo, más tarde me quede en casa de un amigo. Creo que lo conoces, era… Franky, el dueño de aquel bar donde fuimos. Bueno, ahora eso no importaba. Queríamos que Doflamingo creyera que yo había muerto y así se confiara y cometiera algún error. Pero en ningún momento nos imaginábamos que podía querer destruirte a ti también, y que secuestraría a Luffy. En cuanto nos hemos enterado, hemos venido lo más rápido posible. Sentimos muchísimo haber preocupado a tantas personas, y sentimos el dolor que os hemos causado. Pero era por el bien de la ciudad, Hancock, debes entenderlo- explicó Madam Shyarly toda la historia para dejar más tranquila a su amiga.


La emperatriz de Amazon Lily se tomó unos instantes para asimilar toda aquella información que había recibido. Respiró lentamente y decidió responder a su amiga, que esperaba intranquilamente una respuesta.


-Gracias, Shyarly, ahora entiendo todo. Ahora se perfectamente quien es nuestro enemigo y porque es tan importante derrotarlo- decidió la joven emperatriz que no era momento de preguntarse más cosas ni de enfadarse con su amiga por ocultarle todo aquello. Sabía perfectamente que lo había hecho por su bien, y además, en estos momentos se encontraban demasiado feliz de verla como para enfadarse. Pero hubo en detalle que no lo pasó desapercibido la chica- Con que estuviste dos semanas encerrada en la casa de Franky. Seguro que estarías muy aburrida, o no.


-¡¡¡Hancock!!!- la jefa de Crimin miró a su amiga completamente avergonzaba- He dicho que eso ahora es irrelevante.


-Jajajajajaja- Hancock no podía de parar de reír tras ver aquel sonrojo en el rostro de su vieja amiga.


-La persona por la que estáis luchando es presa de este hombre, ¿no?- intervino Fujitora quien rompió aquel buen ambiente para volver a la realidad, que era bastante dura.


-Sí, él es… es uno de mis empleados, se llama Luffy y fue retenido por mi culpa, para hundir a mi empresa- se hundía en tristeza Boa Hancock al pensar en todo por lo que el joven habrá pasado por su culpa- Por eso, todos estamos luchando para salvarle, pero tenemos muy poco tiempo.


-¿Poco tiempo? Explícate jovencita- pregunta preocupada la señora Kureha tras escuchar esas palabras de la modista.


-El plazo se acaba a las doce de la noche y hay que llegar arriba del todo antes de ese tiempo, sino…- Hancock toma una pausa para coger aire e intentar calmarse- Sino no sé qué le podrían a hacer a Luffy.


-No te preocupes Hancock, nosotros te ayudaremos. Ahora tenemos que darnos prisa- ánima la amiga de la infancia de Hancock a esta dándole un abrazo para tranquilizarla.


-Pero antes debemos acabar con estos tres- interviene Fujitora quien sabía perfectamente el panorama que les esperaba y que básicamente estaba definido por la lucha y la pelea- Yo me encargaré de ellos. Vosotras, damas, quedaros atrás para que no os hagan daño.


-No nos subestimes, señor Fujitora. Aunque tenga cierta edad aún puedo pegar unos fuertes golpes. En mis días fui una gran luchadora de combates en la calle, antes de unirme a la profesión de medicina- contestaba un poco enfadada Kureha por el desprecio que les había hecho aquel oficial de policía.


-Señora, será mejor que me deje hacer mi trabajo y no estorbe. Usted encárguese solamente si hay algún herido- volvió a insistir el oficial de policía sin saber las consecuencias que esas palabras podrían tener.


-¿Me acaba de llamar señora?- gritó enfurecida la doctora a punto de estallar en llamas y matar a aquel oficial a golpes- Será mejor que me calme si no quiero cometer un asesinato. Se ha librado porque hay cosas más importantes que resolver. Pero no nos menosprecie.


-Será mejor que no se meta con la doctora, oficial Fujitora- contestaba Shyarly quien se estaba riendo junto a Hancock por la cara asustada que ponía de vez en cuando el oficial- Además, mire toda la gente que no es policía y que hoy ha demostrado su valor en la lucha y ha derrotado a todos esos enemigos. Aunque no tengamos placa, podemos hacer nuestra propia justicia, y en este caso es más efectiva que la proporcionada por la policía.


-Así se habla Shyarly- dijo orgullosa la joven Boa Hancock- ¿Te apetece luchar codo con codo junto a mí, igual que en los viejos tiempos de la escuela?


-Por supuesto, me encantaría- contestó feliz Shyarly tras escuchar aquellas palabras de su amiga.


-Señor…quería decir damas, siento mucho si les he ofendido y siento también que en este caso la policía no haya dado todo lo que tenía para ayudar. Si me permiten, acepto su ayuda- responde resignado Fujitora al ver que aquellas tres mujeres eran de armas tomar y que no las iba a convencer tan fácilmente.


Los tres asesinos que se habían quedado en segundo plano escuchando atentamente las conversaciones entre aquellas cuatro personas, decidieron intervenir ya que era hora de actuar y ejecutar las órdenes recibidas del joven amo.


-Bueno chicos, parece que vamos a disfrutar asesinando a las personas más influyentes de la sociedad neoyorquina, jajaja- se reía maléficamente Trébol al ver la determinación de aquellas personas y esperando ver  como caían derrotados- En nuestro menú de muerte, hoy tenemos oficial de policía incompetente,  de segundo una vieja doctora y para acabar un par de modelos acabadas. Será divertida, jajaja.


-Trébol, no te dejes llevar por tus emociones y por tus ganas de matar. Recuerda que debemos retenerlos para que no lleguen a donde está el joven amo- contestó algo más serie otro de los asesinos llamado Diamante- Aunque esta vez estoy contigo, disfrutaré matando a estas personas tan importantes.


-Venga, dejémonos de cháchara y enfrentemos de una vez- gritaba eufórico y ansioso por la pelea el tercero de los asesinos llamado Pica.


10:29p.m. 3 de Octubre de 1918, Nueva York, Estados Unidos.


Por unos instantes, ambos bandos de peleadores cruzaron sus fuertes miradas antes de dar inicio a la pelea. En un principio, tenían ventaja numérica el grupo de Hancock, sin embargo, cuando se enfrenta contras asesinos tan profesionales, tener ventaja no les servía de mucho. Fue el mismo grupo de Doflamingo quien inició el ataque, sin perder ni un segundo más, ya que las ansias de tener sangre en sus manos eran incontrolables.


Exactamente fue Trébol quien se abalanzó con gran rapidez hacia el grupo que tenía en frente. Pero desde un principio, había fijado un objetivo claro. Destruir el pilar que unía aquellas grandes fuerzas, el pilar más débil, y no se trataba de otra que de la dueña de Crimin, Madam Shyarly. El asesino sacó dos cuchillos afilados escondidos bajo sus ropajes y amenazó con apuñalar de muerte a la ex modelo. Cuando la chica intentó esquivar aquel mortífero ataque, fueron más lentos sus reflejos que los del asesino entrenado, por lo que no tuvo más tiempo de reaccionar.


-Agáchate- gritó una señora que se puso delante del asesino para proteger a la dama que más tarde siguió las órdenes de esta.


La señora mayor sacó una vieja espada, más bien una katana heredada de su familia de hace tiempo y con gran habilidad detuvo aquellos dos cuchillos que ahora se estaban abalanzando hacia ella.


-Mierda, ¿cómo se atreve señora Kureha a interponerse en mi camino?- se enfadó el asesino Trébol después de que su ataque hubiese sido detenido por aquella mujer- Tú no me interesas, no eres mi objetivo.


-Jajajaja, veo que eres un buen estratega, asesino- la doctora reconoció el mérito a aquella persona que la estaba atacando- Pero será mejor que te olvides de ella. Yo soy tu rival y mientras viva no podrás ni un solo dedo en esta mujer.


-Jajaja, pues entonces tendré que matarte- respondió con una sonrisa perversa y malvada aquel hombre- Y luego me encargaré de ella.


Mientras, en otro lugar de aquella sala, estaba ocurriendo uno de los duelos más majestuosos y feroces de todo el día. En él se enfrentaban por una parte el jefe de la policía neoyorquina conocido contra el asesino cuyo nombre era Pica.


-Trébol prefiere acabar primero con el rival más débil para así desmoronar al resto del grupo y hacerlos sufrir. Pero a mí me gusta luchar contra el más fuerte en un duelo cara a cara y sin trampas- afirmaba Pica mientras seguía asestando fuertes golpes de espada, la cual era de gran tamaño- Es un honor para mí poder matar a un oficial de policía. Disfrutaré viendo como pierdes la cabeza.


-No creas que eres tan bueno. Por algo yo soy el jefe de la policía de Nueva York y mi deber es arrestar a todas aquellas personas que perjudiquen las vidas de los civiles- contestaba Fujitora a las amenazas de muerte de su contrincante- Dentro de poco estarás entre rejas con tus compañeros, y ninguno de vosotros verá la luz del día en lo que os resta de vida.


-Dejemos de hablar y peleemos como grandes adversarios- respondió Pica cansado de conversar con aquel hombre y perder tiempo para poder asesinarlo.


Los dos hombres retomaron su gran pelea, siempre prestando una gran atención en los ataques de su rival. Así estuvieron un gran rato, asestándose golpes el uno al otro, pero ninguno sin retroceder en la contienda. Ganas no les faltaba a ninguno de ellos, ganas de derrotar a su adversario. Fujitora pronto vio que no podía subestimar a su rival  ya que continuamente le asestaba hábiles golpes que le provocaban poner todos sus sentidos en alerta máxima, y utilizar sus técnicas de espada más poderosas.


Mientras se realizaba esta inmensa pelea entre los dos grandes espadachines, uno de los asesinos se preparaba para enfrentarse contra las dos jóvenes modelos que quedaban sin rival para el duelo.


-¿Damas, espero que estéis preparadas para morir? Os aseguro que no me voy a contener aunque seáis mujeres, jajaja- intentaba intimidar el asesino Diamante cara a las otras dos mujeres- Estaba vez me aseguraré de matarte, Madam Shyarly.


-Ja, ya veremos si eres suficiente hábil como para enfrentarnos a las dos a la vez- respondía a las amenazas la joven Madam Shyarly quien no se dejaba intimidar ante el asesino.


-Veo que no te dejas intimidar. Pero seguro cambias de opinión cuando veas como asesino a tu amiga frente a tus ojos, jajaja- continuaba con las amenazas aquel asesino, ahora atacando a la joven Boa Hancock.


-¿Piensas que yo soy la débil del grupo? Iluso. Tú no nos has visto enfrentarnos a pandillas enteras en nuestro barrio cuando éramos jóvenes. Más de un chico se ha hecho pis en los pantalones después de enfrentarnos a nosotras- contestaba animada Hancock rememorando aquellos grandes momentos que pasó con su amiga de la infancia- No hemos llegado tan lejos solo por nuestras caras bonitas.


-Peleemos a ver cuál de los dos grupos es más fuerte- cerró tajantemente la conversación el asesino cuyo nombre era Diamante.


-Cómo desees. Hancock, en formación- dio órdenes la ex modelo Shyarly a su amiga.


-En seguida- respondió sin protestar la otra mujer obedeciendo las órdenes recibidas.


La modelo Boa Hancock se puso en posición de combate, con los puños fuera, preparadas para asistir los golpes. Mientras, Madam Shyarly, se preparaba para defender la retaguardia de la mujer y así protegerla a ella y a sí misma. Por tanto la atacante iba a ser Hancock, mientras Shyarly defendía los golpes.


El primer golpe decidió darlo la mujer, cansada de esperar para pelear con aquel asesino. Pero fue esquivado fácilmente por el asesino.


-¿No tienes nada mejor?- se reía Diamante de lo debilucho que había sido el ataque.


-Solo estoy calentando- contesto algo frustrada ola modelo. Aunque habían sido buenas luchadoras, tras dejar de pelear y causa de los años, estaban un poco oxidadas, pero solo necesitaban recordar un  poco y en seguida darían cien por cien de su rendimiento.


Rápidamente reaccionó Diamante quien se abalanzó con ambos puños hacia la modelo Boa Hancock, pero el ataque fue detenido por la fuerte defensa de la otra modelo. Justo tras parar el ataque, Hancock muy rápidamente atacó por sorpresa a Diamante, quien no pudo esquivar el golpe a tiempo y fue herido en un brazo.


-Mierda, me estáis hartando las dos. Será mejor que me ponga en serio ya de una vez- dijo Diamante enfadado tras recibir aquel golpe.


Buscó algo entre su abrigo y sacó una pistola apuntando a la joven Boa Hancock para vengarse por asestarle aquel golpe que le causó la herida.


-Adiós, querida- dijo Diamante con una sonrisa malvada y disparó el gatillo de la pistola.


-¡¡¡¡Noooooo!!!!!- gritó Shyarly  mientras corría para colocarse delante de su amiga para recibir el disparo ella.


Efectivamente, la bala impactó en el pecho de la joven Shyarly, cayendo instantáneamente al suelo. Hancock gritó fuertemente y se acercó corriendo a su amiga, porque no quería volver a perderla. Pero cuando todo parecía de nuevo oscuridad, una luz volvió a iluminar el camino. Shyarly estaba viva y le había guiñado el ojo para que le siguiera el juego. En seguida, Hancock comprendió la situación y utilizó sus habilidades de actriz para hacer aquella escena aún  más real.


-Noooo, Shyarly, porque te has muerto, no puedes dejarme sola de nuevo-actuaba un poco exagerada la mujer.


-Jajaja, una menos. Ahora te toca a ti- dijo con una sonrisa malvada Diamante satisfecho por haber matado a aquella mujer.


-Muere, asesino- gritó fuertemente Boa Hancock encarándose contra el hombre e intentando atacarle.


Pero justo cuando Hancock se abalanzó sobre aquel hombre y Diamante estaba a punto de apretar de nuevo el gatillo, la modelo se apartó del frente engañando al asesino. Solo la pudo ver por unos segundos, pero allí se encontraba de pie Madam Shyarly con una pistola, quien disparo antes y dio en el brazo herido de Diamante, tirándolo al suelo y dejándolo incapacitado para seguir luchando.


10:46p.m. Piso número cien


Pelea: Duelo de golpes, puños y artimañas.


Victoria: Boa Hancock y Madam Shyarly.


Derrota: Diamante.


Notas: La unión hace la fuerza, y el chaleco antibalas es gran invento de la historia.


-¡Shyarly, vencimos!- decía animada Hancock quien fue a abrazar de alegría a su amiga.


-Sí- contestó con una sonrisa la otra modelo- Espero que les vaya bien a los demás.


Volviendo a otra de las batallas que se estaban disputando en aquella estancia, Kureha no se dejaba intimidar por los fuertes ataques de su contrincante, el asesino Trébol. Este asestaba poderosos golpes con los dos cuchillos que tenía en sus manos, cosa que le era bastante difícil de esquivar a la doctora Kureha. Pero todo cambio cuando Trébol vio como caía derrotada Diamante y entonces vio la importancia de acabar pronto aquel combate, por lo que sacó su arma secreta.


-Me estoy cansando de pelear, es hora de que ponga final a este duelo- contestó Trébol sonriendo por lo que estaba pensando para acabar con la doctora- Con esto acabaré contigo de un modo en que sufrirás mucho.


Trébol sacó del reverso de su abrigo otro par de cuchillos, pero estos no eran iguales a los anteriores, o al menos no tenían el mismo efecto. Estas nuevas armas estaban cubiertas por una fina capa de veneno, de una calidad extraña y muy difícil de encontrar, por lo que normalmente eran letales contra sus adversarios.


El asesino emprendió con gran fuerza un fuerte movimiento con los cuchillos, intentando asestar algún golpe a la doctora, cosa que no le era fácil. La señora tenía una gran habilidad para defenderse de sus golpes, e incluso para contratacar nuevamente. Trébol se vio obligado a aumentar la velocidad de sus movimientos y a poner mucha más atención. Solo por un instante, uno de los tantos golpes que la doctora esquivaba, acertó en el blanco, pero únicamente rozando la piel, como una especie de rasguño, suficiente para culminar el plan del asesino.


-Ahora morirás vieja, jajaja- decía enorgullecido aquel fanfarrón de Trébol tras ver el diminuto corte que presentaba la señora en el brazo- Con esa diminuta herida, el veneno se traspasara a todo tu cuerpo y en unos segundos habrás fallecido.


-Oh, no, me muero, me estoy muriendo, o… no. La verdad es que no me muero, mira tú por dónde. Aún soy joven para morirme- contestaba la doctora quien había sobrepasado ya los cien años, dejando perplejo al asesino.


-Pero ¿cómo? ¿por qué no he afecta?- Trébol estaba anonadado. En su vida de asesino le había ocurrido jamás algo así. Estaba tan frustrado que agarró el cuchillo y lo apretó fuertemente con una de sus manos, llegando a herirse.


-Soy inmune a cualquier tipo de veneno. Simplemente soy doctora y tengo todas las vacunas en mi organismo, no me puedes derrotar- respondía Kureha riendo triunfantemente cara su contrincante.


-Pues si no puedo envenenarte, te mataré por el método tradicional- gritaba de furia Trébol tras ver sus planes frustrados por aquella señora.


-Me temo que no te queda tiempo. Tú mismo te has infectado con el veneno al agarrar el cuchillo antes- contestaba Kureha antes de que su enemigo retomara el ataque- Lo siento, te daría la vacuna, pero un asesino como tú no merece vivir.


-Mierd…dda- Trébol fue cayendo hacia el suelo, desplomándose y diciendo sus últimas palabras.


10:51p.m. Piso número cien.


Pelea: Combate de cuchillos y envenenamientos.


Victoria: Dr. Kureha.


Derrota: Trébol.


Notas: Consejo de Kureha: a los niños hay que vacunarlos desde pequeños por si algún día deben enfrentarse a asesinos.


-Mejor te salvo- cambió de opinión la doctora inyectándole la vacuna a su enemigo- Pero estarás incapacitado para luchar hasta que lleguen los policías a detenerte. Espero que sea mejor castigo quedarte toda tu vida encerrado entre rejas.


Ya solo quedaba la última pelea en ese piso y no se trataba de otra que la que estaban librando duramente el jefe de la policía y el gran asesino Pica. Pero la balanza de la victoria parecía que ya se estaba inclinando hacia un ganador, por lo que no era necesario demorar más aquella pelea.


-Maldito seas, muere de una vez Fujitora- Pica estaba a punto de salir de quicio al ver que la mayoría de sus ataques no afectaban a su rival.


-Estaba claro desde un principio quien iba a ser el vencedor- contestó el policía para que su enemigo perdiera aún más los estribos.


-Cuando te mate a ti, iré y violaré hasta que me sacie a tu preciosa hija, y luego la dejaré abandonada en una cuneta, jajaja- contestó gravemente Pica a las burlas de Fujitora.


-Muere- dijo solamente Fujitora sin contestar nada más.


La furia del jefe de policía era tan inmensa tras escuchar aquellas palabras, que provocaron que acabará de un instante esa batalla. De un solo golpe, derrotó a Pica con su espada, quien tuvo suerte y no murió en el acto, ya que ese movimiento llevaba una gran intensidad debido al enfado del oficial.


11:06p.m. Piso número cien.


Pelea: Combate de espadas.


Victoria: Jefe de policía, Fujitora.


Derrota: Pica.


Notas: La representación del inmenso poder de los padres.


-Damas, será mejor que continuemos hacia arriba. Nosotros hemos acabado aquí ya, debemos ir a ayudar al resto- dijo Fujitora tras acabar su combate.


Las tres mujeres le hicieron caso sin rechistar y el grupo se dirigió hacia donde se encontraba o donde se estaba disputando el combate final, en el piso número 102, el último piso del Empire State.


Unos minutos antes, el Flamenco Rosa ya había llegado al último piso de su edificio, al lugar donde tenían retenido al joven Luffy. Este se encontraba preso dentro de una celda de barrotes, y cubierto solamente por una sabana para evitar que llegara a enfermar. Pero aun así, su estado era lamentable.


Era ya de noche, y la altura de aquella tremenda edificación impedía que entrara la luz de las farolas de las calles. La sala estaba prácticamente a oscuras, a excepción de una pequeña vela situada en la entrada a la celda del joven. De repente, unos pasos comenzaron a escucharse por la habitación. Pasos que se acercaban. Luffy se preparó para lo peor. Pero después de lo que le había ocurrido, prefería la muerte a permanecer un minuto más allí con aquel hombre. Sin embargo, no tuvo esa suerte. En cuanto el joven vio la figura de su opresor entrar por el pasillo, un terrible escalofrío recorrió todo su cuerpo recordando todo lo sucedido la noche anterior. Su mirada penetrante y asfixiante, su rudeza al tratarlo, sus insultos, su desprecio, el dolor que le causaba y el daño que recibió. Quería todo menos verlo de nuevo a él, pero en un sombrío reflejo de luz de vela apareció su rostro, alertando que llegaba su final, que llegó Doflamingo.


Sus pasos eran firmes y precisos, resonando en toda la estancia a causa de sus tacones. Y en unos instantes estaba en frente de la celda. Miró a Luffy, quien  intentó cubrir su cuerpo para no volvérselo a mostrar a aquel bastardo. Ese acto más que enfurecer a Doflamingo, le excitó, ese pequeño acto de rebeldía le impulsó a abrir la prisión donde se encontraba el joven y adentrarse en ella con el fin de acabar lo que no pudo. No dirigió ni una sola palabra hacia su presa, simplemente se limitó a ir tras él y apresarlo entre sus brazos para que no huyera. Nuevamente, Luffy se resistía forcejando con el hombre, pero su fuerza muscular era mucho menor que la de su opresor, por lo que cualquier intento de liberarse era en vano. Doflamingo comenzó a desabrochar los botones de su pantalón. Pronto, Luffy pudo notar la erección de aquel hombre en su trasero. Le asqueaba, repudia cualquier cosa que viniera de él. Pero no podía hacer nada más que gritar. Y solo se le venía a la mente algo que gritar con fuerzas.


-¡¡¡¡¡TORAO!!!!!- chilló Luffy desesperadamente con las fuerzas que le restaban antes de que Doflamingo le tapara la boca con su mano para callarlo y empezar con el juego.


-No te molestes, nadie va a venir a salvarte- susurró al oído aquel opresor intimidando al chico y con ganas de hacerlo sufrir, con ganas de violarle hasta la saciedad.


-¡¡¡¡DEJA A MI LUFFY EN PAZ!!!!!- se escuchó una voz de un hombre a lo lejos de la sala, con cierto tono posesivo que más tarde le traería consecuencias, o más bien ciertas explicaciones al joven.


Doflamingo detuvo su ataque sexual al joven y miró enfurecido a las dos personas que acababan de llegar hasta donde se encontraba aquel chico encarcelado. Sus miradas desafiantes se cruzaron durante unos instantes, pero ninguno de ellos retrocedía en la intimidación.


-Joder, ¿es qué nadie va a dejar que me folle a este crio?- inició la conversación Doflamingo enfadado por la presencia de aquellos dos hombres- Menuda panda de incompetentes tengo como familia. Tendré que encargarme personalmente de eliminar la basura.


-¡¡¡¡Doflamingo!!!!!- gritó cabreado un chico de cabellos pelirrojos hacia su rival- Vas a pagar por todo lo que nos has hecho sufrir.


-Jajajajaja, menudo perro rabioso nos ha salido. Será mejor que calmes tus nervios, chico Eustass, sino quieres que algo malo le ocurra a este joven- amenazó Doflamingo al chico pelirrojo con hacerle daño a Luffy.


-¿Cómo sabes mi nombre, malnacido?- volvió a alzar la voz Kid al saber que aquel bastardo le conocía de algo.


-Lo sé todo sobre vosotros. Todo sobre Amazon Lily y Crimin. Todas vuestras virtudes y vuestras carencias, vuestras fortalezas y sobretodo vuestras debilidades. Todo para eliminaros, jajaja- reveló Doflamingo colocando una expresión de terror en su rostro.


-Bastardo- se limitó a decir el enfurecido Kid, cuando se giró para observar cómo se encontraba Law, y comenzó a asustarse.


Trafalgar Law estaba completamente en un estado paralizado y sin poder soltar ni una palabra. Piernas tensas y brazos del mismo modo, pero con una gran presión en los puños cerrados que apretaba con gran fuerza. Torso erguido para encarar a su oponente y mirada fija en un punto. El rostro estaba oscuro, como ido de allí, y lleno de furia. Y sus ojos estaban posados en una persona, en su amor. Ojos que intentaban revelar unas pequeñas lágrimas pero que estás no podían salir a causa del terrible estado de Law. Nada más ver aquella expresión, Kid temió lo peor.


-Law, ¿estás bien? ¿Te encuentras bien? Es mejor que te calmes. Ya verás como todo se soluciona y en seguida vuelves a tener a Luffy en tus brazos- intentó animar el chico pelirrojo con palabras, aunque le dolieran en lo más profundo de su alma.


Pero el chico de rojos cabellos no recibió respuesta por parte de su compañero, en lo referente a respuesta verbal. Sin embargo, recibió una fuerte mirada intensa y profunda que descolocó completamente a Kid. El chico de cabellos pelirrojos sabía perfectamente en que estaba pensando Law y necesitaba pararlo de alguna forma. No obstante, no se esperaba que su amigo reaccionara de alguna forma. Una reacción que no sabría si iba a ir a mejor o a peor.


-Luffy, pero…pero que te han hecho…- intentó decir algunas palabras Law, pero le costaba por ver el estado en que se hallaba su amor.


-¡¡¡¡Toraooo!!!!- volvió a gritar Luffy mucho más aliviado al ver que su gran amigo estaba ahí con él y que lo podía rescatar.


Por fin, Luffy veía luz entre tanta oscuridad. Pero pronto regresó a ver todo negro.


-Cállate- regañó Doflamingo a Luffy, mientras ambos volvieron a forcejear obligando al rubio a asestarle un golpe al joven que le dejó inconsciente.


-¡¡¡¡LUFFY!!!!- chilló Law al ver como su amado caía desplomado e inconsciente al suelo.


Por primera vez en la vida, el joven siervo tuvo ganas de asesinar a otro ser humano. Lid presenció toda aquella escena sin decir ni una palabra, perplejo por los acontecimientos que estaban sucediendo. Pero debía actuar antes de que algo malo sucediera. Puso una mano en el hombro de Law para apoyarlo y tranquilizarlo.


-Por favor, Law, cálmate. Solo está inconsciente. Yo te ayudaré a salvarlo, no actúes tú solo.


Por favor, Law- Kid llegaba al límite de suplicar para que Law se tranquilizara, sino lo iba a perder para siempre.


Sin embargo, recibió una claro respuesta. Law apartó la mano del pelirrojo con un fuerte manotazo y miró desafiante al chico. En su rostro estaban grababas las palabras “No te metas en mi camino”. Pero Kid no lo podía dejar así, sin embargo fue demasiado tarde para detenerlo.


El joven Law sacó de su bolsillo una pistola y puso el blanco en Doflamingo. Dudó por unos diminutos instantes en si debía apretar aquel gatillo, o no. Tiempo suficiente para que Doflamingo actuara. Sacó él también su pistola, de mejor calidad y puntería y disparó  varios tiros a sangre fría hacia el joven que le estaba apuntando. Law absortó en sus pensamientos, no le dio tiempo a reaccionar. Por fin, Kid supo que era el final, su final.


El pelirrojo ya había tomado una decisión hace tiempo. La decisión de proteger hasta la muerte a su único amor. Y eso hizo. Sin dudarlo, se plantó delante de Law y recibió de lleno los disparos. Exactamente tres, uno en el brazo izquierdo, otro en la pierna derecha y el último en el pecho. Cayó desplomado al suelo y al segundo perdió el conocimiento. El suelo comenzó a teñirse de rojo debido a la gran cantidad de sangre que salía de su cuerpo. Kid estaba muriendo. Pero moría feliz, con una sonrisa al menos por haber protegido a su amado.


-¡¡¡Kid!!!- chilló Law al ver a su reciente amigo tirado en el suelo frente a él y a punto de morir.


Después de mucho rato, Law había conseguido salir de su estado de furia y descontrol para centrarse en la situación. Pero era una situación tan poco alentadora que no sabía qué hacer. En frente suyo estaba Kid muriéndose por protegerlo y un poco más adelante se encontraba Luffy inconsciente y retenido por Doflamingo. No sabía cómo actuar. Simplemente todo esto le sobrepasada, pero una voz le hizo reaccionar.


-Rápido jóvenes, ayudarme a taponar las heridas para que no pierda más sangre- dijo una señora cuya voz le resultaba bastante conocida al joven.


-¿Dr. Kureha?- dice confundido Law al encontrarse con aquella señora en aquel lugar, y al ver que estaba ayudando a Kid.


-Joven Law es hora de que se centre y haga su trabajo. Como médico su deber es salvar vidas. Eso es algo que no debe olvidar- contestó la doctora sin dejar de atender a su paciente muy mal herido- Yo me encargaré de salvar a este muchacho, encárguese usted de rescatar a su amigo.


-Gracias, doctora- es lo único que pudo responder el joven Law tras dejar en las mejores s manos a Kid y poner toda su atención en salvar a Luffy de las manos de Doflamingo.


-Joven, déjeme ayudarle. Soy el jefe de la policía y es mi deber como agente de la ley encerrar a ese malnacido entre rejas- intervino Fujitora quien también había llegado con el resto del grupo a aquel piso.


-No es necesario, señor agente. Esto es algo de lo que debo encargarme yo personalmente- respondió Law quien ya estaba decidido a enfrentarse cara a cara contra su rival, ahora sí, sin perder la cabeza como antes.


-Al menos déjeme respaldarle- contestó el oficial sabiendo que no iba lograr cambiar la opinión de aquel muchacho.


-Gracias agente, se lo encargo- agradeció Law por la ayuda y volvió a centrarse contra su adversario- Esto es entre tú y yo, Doflamingo.


-Ven cuando quieras. Tu final está cerca, jajaja- contestó de forma intimidante el gran magnate de los negocios.


Mientras, la doctora Kureha atendía a contrarreloj al joven Kid quien perdía sangre cada segundo que pasaba. Le ayudaban Madam Shyarly y Boa Hancock taponando las heridas para evitar más pérdida de sangre. Pero a la doctora había algo que le preocupaba.


-Mierda. Señoritas, aprieten con fuerza esos torniquetes- ordenaba la doctora a sus dos ayudantes provisionales- Hancock presiona para parar el sangrado de la herida de la pierna. Shyarly, detén tú la sangre que sale del disparo del pecho.


-Sí- contestaron las dos al unísono obedeciendo sin rechistar las normas impuestas por la doctora.


Kureha había quitado ya con gran rapidez las tres balas, e intentaban cerrar una por una los orificios para detener el sangrado. Con un improvisado cordel y aguja médica que llevaba siempre en su bolso, por si surgía una emergencia, consiguió cerrar las heridas del pecho y de la pierna izquierda. Pero el problema era el brazo.


-Venga chico, aguanta- intentaba animar la doctora al joven pelirrojo a pesar que este estuviera inconsciente- Yo te salvaré.


Pero aún estaba su preocupación por el brazo del joven. La bala había impactado en una de las zonas claves que juntaba el ligamento de los músculos, y además esta había casi atravesado todo el brazo. Prácticamente era incurable y más con los pocos medios que había en aquella habitación. Kureha debía salvar a aquel joven, costara lo que costara, sin embargo no sabía si podría salvar también su brazo izquierdo.


De nuevo en el enfrentamiento entre Doflamingo y Law. Esta vez, optaron por pelear cara a cara con un duelo de espadas. Doflamingo era un experto espadachín, reconocido y con fama mundial. Sin embargo, el joven no se quedaba atrás y defendía y devolvía los golpes que le asestaban. Estaba claro que el duro entrenamiento en el palacio de Londres estaba dando sus frutos. Pero no sabía si iban a ser suficientes.


Los chasquidos de las espadas resonaban en toda la sala. De vez en cuando debía intervenir Fujitora para salvaguardar la espalda del muchacho y para parar algún que otro ataque de Doflamingo. Pero hasta ahora, la cosa estaba relativamente igualada. Solo hasta ahora.


Doflamingo estaba hastiado de recibir y dar golpes de espada que no iban a llevar a ningún lado y que hacían el enfrentamiento muy largo. Sabía perfectamente como acortar aquel combate. De nuevo saco su pistola y apuntó directo al corazón de Law. Era el momento decisivo, y una bala salió tras apretar el gatillo. Esta vez no había nadie para protegerle, Fujitora no iba a llegar a tiempo, solo estaba él para reaccionar. Con una gran habilidad y sobretodo mucha suerte por su parte, Law empuñó la espada y con un fino estacazo partió la bala por la mitad, esquivando el impacto y dejando bastante sorprendido al su rival.


De repente, un gran silencio en volvió la estancia. Un silencio que fue detenido por el ruido de las campañas que provenían de fuera del edificio y que marcaban la medianoche en Nueva York. La hora exacta que se había marcado para el final del juego de supervivencia, es decir, para la última oportunidad de rescatar a Luffy.


00p.m. 4 de Octubre de 1918, Nueva York, Estados Unidos.


-Vaya, vaya, veo que tienes una gran habilidad- alagó bastante frustrado Doflamingo por que habían detenido aquella bala- Pero ya veremos qué piensas cuando le clave esta espada en el corazón de tu amigo.


Doflamingo cogió del suelo a Luffy y le colocó su espada sobre el cuello de este. Pero no vio lo que se le venía encima.


-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡DOFLAMINGO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!- gritó Law mientras empuñaba su espada para atacar ferozmente a su enemigo y asestar el último golpe.


Fue un corte limpio, y fino. Muy rápido y casi no se notó nada en el rostro de Doflamingo. Un rostro que quedó inerte cuando su cabeza se separó del resto de su cuerpo tras aquel profundo corte. Definitivamente, Doflamingo había muerto a manos de Law, quien le había cortado la cabeza para salvar a su amor.


Tras caer el cuerpo de Doflamingo, Luffy quien aún se encontraba inconsciente comenzó a desplomarse, pero rápidamente Law soltó su espada ensangrentada y recogió a Luffy, colocando cerca de su pecho.


-No te preocupes, ya estas a salvo- dijo Law mientras sostenía en sus brazos al adormilado Luffy, al que más tarde le dio un tierno beso en la frente- Volvamos a casa.


Por fin la pesadilla había acabado para todos ellos. Pero había habido varios problemas en el camino que aún quedaban por solucionar.


Unas horas más tarde, Law y Luffy estaban de vuelta en su hogar. Por recomendación de la doctora, Luffy estaría mejor en un ambiente que conocía que en un hospital. Y además no se preocuparía por los cuidados ya que tendría a un médico pendiente en todo momento. Era ya muy tarde, y los dos estaban muy cansados por aquellos días tan intensos, pero no podían conciliar el sueño. Estaban tumbados en la cama cuando alguien decidió romper el silencio.


-Torao, tengo que decirte algo…- dijo Luffy con la voz muy entrecortada, llegando a preocupar al joven Law.

Notas finales:

Bueno, espero que os haya gustado y nos veremos en el proximo capitulo, con sopresas=)

Me gustaría que me comentarais que tal la historia y que os ha parecido todo lo ocurrido durante estos dos ultimos capitulos. Los comentarios me animan muxo para seguir escribiendo( cuando los leo me sacan un gran sonrisa, me animan el día)

TO BE CONTINUED=)


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