Han pasado tres años desde que paso ese día, y los dos nos encontramos sentados en la banca de un parque cercano a nuestra casa, ya no es la misma casa que teníamos antes, por que logramos cumplir nuestros sueños, por qué no contábamos con nada que nos pudiera interrumpir, también cumplimos nuestros deseos de viajar, tiene como una semana que regresamos de nuestro viaje de vacaciones y sin ningún contratiempo.
Los dos estamos contemplando unas fotografías impactantes, que nos dieron en el hospital donde atendieron a mi esposo.
- ¿No me digas que esta es la masa de tejidos ensangrentados? – veía esas fotos con un poco de tristeza, ya que dichas fotos mostraban una masacre.
- Al parecer si lo son – logro notar que tu voz se escucha un poco angustiada – No puedo creer que nosotros fuéramos hacer esto – por lo que veo en tus ojos se asoman dos lagrimas la cuales luego murieron, porque yo las detuve con mis dedos, los cuales acariciaron tu rostro para que te calmaras.
Solo algo no encajaba, del puño de carne humana, roja y medio machacada, salían brazos y manitas diminutas. Cada manita estaba completa, con sus deditos perfectamente formados, las cuales nunca lograron acariciar el bello rostro del quien le dio la vida y al mismo tiempo la muerte y todo porque no se sentían capases de llevar esta responsabilidad. Las piernas, las cuales nunca llegaron a dar los primeros pasos, y los brazos eran visibles en medio de la masa sangrienta.
Las fotografías correspondían a un niño abortado en condiciones totalmente legales. Cuando vimos esas fotografías, no pudimos contener las lágrimas. Nadie nos había contado toda la verdad… mucho menos aquellos que de manera profesional nos brindaron “asistencia” en la clínica de abortos.
Sencillamente, nunca lo supimos…
Cuanta gratitud nos inundo cuando pusimos a un lado las fotografías para contemplar a nuestro pequeño hijo de cabello negro, pero ojos color verde, el cual se encontraba acurrucado en tus brazos.
Qué bello es recordar que ese jueves a las 5:00 p.m., casi tres años atrás, mi esposo y yo habíamos cancelado la cita en la clínica de aborto.
PASADO
Llegamos a la clínica a las 4:55.
- pasen – nos dijo la enfermera – verán que se será rápido.
Pero pude ver que tu mirada cambio.
- Lo siento señorita – lo dices de una manera amable - solo venimos porque vamos a cancelar la cita – me tomas de la mano para luego salir de ese lugar.
Ya una vez fuera.
- A que se debió todo eso - te lo digo con la esperanza de que lo que estoy pensando se cierto.
- A que vamos a tener a nuestro bebe - lo dices sonriendo, y yo solo soy capaz de derramar lagrimas – Hades porque lloras, no me digas que no lo quieres – por lo que noto que malinterpretaste mis lagrimas.
- No seas tonto bebé, claro que si lo quiero, pero tengo miedo – te lo digo preocupado – de que no seamos unos buenos padres justo en estos momentos.
- No lo sabremos, si no nos arriesgamos - sabias palabras, que se que salieron de lo más profundo de tu corazón - y pues nuestros sueños, simplemente sufrirán un pequeño cambio.
- Ya no seremos dos, ahora seremos tres los que haremos que se cumplan - yo solo soy capaz de tomarte por la cintura, y en tus labios deposito un beso, el cual está cargado de amor y de gratitud, ya que tú me brindaste el mayor regalo que uno puede desear, que es el de ser padre – Gracias.
- Gracias de que – son las palabras que lograron surgir de tus labios ya que te encontrabas recuperando el aliento, el cual fue robado nuevamente por otro beso.
- Gracias, por el haberme convertido en padre, eres lo mejor que me pudo pasar, solo te prometo que a ti, ni al fruto de nuestro amor, no les faltara nada – tu solo logras darme una sonrisa, en la cual encuentro la esperanza de que tendremos un futuro mejor y lleno de amor.
PRESENTE
Y hasta la fecha, no he faltado a mi palabra, se que nos ha costado trabajo el ser unos buenos padres para nuestro pequeño, pero cada día hacemos nuestro mayor esfuerzo.
Ya se está haciendo tarde, por lo cual se empieza a sentir un poco de frio, tu logras tapar a nuestro pequeño con una pequeña cobija que tu traías para estas ocasiones, y es cuando nos levantamos de esta banca para dirigirnos a nuestra casa, aquella que compramos para que nuestro pequeño pueda crecer feliz y rodeado de amor, el cual tu y yo le brindamos.
Miro mi reloj para saber la hora, lo que noto es que las manecillas marcan que son las cinco de la tarde y mi mente logra pensar en ese día, ese día que cambio para siempre nuestra manera de ver nuestro futuro el cual estaba planeado para dos, pero no contábamos que un tercero iba a venir a cambiarlo todo…
Solo puedo lograr recordar tus palabras aquellas que nunca pensé que las pudieras decir, ya que yo pensaba que nada podría hacerte cambiar de parecer.
- pasen – nos dijo la enfermera – verán que se será rápido.
Pero pude ver que tu mirada cambio.
- Lo siento señorita – lo dices de una manera amable - solo venimos porque vamos a cancelar la cita.
Todo cambio y solo fue en un JUEVES A LAS CINCO DE LA TARDE, el día que mi mundo cambio para siempre.