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Pierrot por MallowSJ

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Notas del capitulo:

Hola! que tal la vida?

Estoy feliz y triste por el comeback de super junior... es decir ¿HIATUS? En serio me duele u_u mi corazon ELF no lo puede aceptar pero bueno...

Una semana había pasado

Una semana y yo estaba volviéndome loco.

Amber no me dejaba salir ni siquiera al pasillo de su edificio horrible, hubiera sido fácil quedarme encerrado solo, quizás hubiera sido soportable. Pero me encontraba con un Chino indocumentado demasiado amor para odiarlo,  casi no hablaba, pero en una ocasión en la que yo estaba llorando  en un día de depresión, él me preguntó cómo me encontraba y si necesitaba hablar. No lo hice y no fue porque desconfiara de él, fue porque realmente ya no me apetecía hablar de HyukJae, todo él era dolor y malestar estomacal.  El otro de los guardianes era JongHyun, quien recibía visitas regulares de su novio Taemin y no podía soportar cuando se ponían cariñosos. Por dios, si al principio Amber solo les dejaba el sillón pero luego de ver la urgencia de Jonghyun se apiadó  y les prestó la UNICA cama que había, en la que dormíamos Amber y yo. Que puto asco. No mencionaré que cuando entraron a la habitación estaba yo durmiendo sobre la cama, casi tuve que salir corriendo y Amber reía como loca.

La dueña del departamento de cuarenta metros cuadrados, Amber, la tomboy con la que casi me lio en una fiesta, era como para no creerlo porque ahora la veía dormir todos los días con… bóxer. Y bañarse solo dos veces a la semana porque  el calentador estaba malo y ella odiaba el agua helada. Su especialidad era cocinar huevos fritos y nada más que eso. Es que no puede cocinar ni una lata de atún. Y ESO NO SE COCINA. Santo cielo.

En una ocasión puso un sándwich que se había comprado en la tienda de comida rápida de la gasolinera en el microondas, todo bien hasta que vi salir unos rayos magenta por la cocina y a Amber mirándolos con una risa estúpida en la cara, como hipnotizada. Corrí al micro y cuando lo saqué tenía el papel de aluminio con una etiqueta enorme que decía “No poner en microondas”.

“Woah, te juro que era lo mismo que ves al estar con un porrito en el cuerpo”

Golpeé por centésima vez en la semana la palma de mi mano en mi frente.

Esa gente, esa gente insoportable era con la que convivía, por razones del destino. Luego de acostumbrarme a los lujos por un tiempo, termino peor de donde estaba en un principio. Solo otra vez, aunque debía admitir que ese ambiente era algo más cómodo que el de los pijos –aunque me tuvieran secuestrado sin un objetivo claro.

El jueves por la mañana entró GD al apartamento. Con el mismo alboroto de la otra vez, con el caminar sonoro y solemne que hacía que todo el piso se enterara que había llegado.

—Lo encontramos.

Mi corazón por unos instantes se detuvo, para luego bombear sangre con fuerza a todos mis órganos vitales. Sentí mucha, mucha presión en mi pecho y miedo.

—Efectivamente estaba en Dongguan… pero.

—Pero qué, ¡Habla!.

—HyukJae está por los preparativos de su boda, por la unión de dos gigantes compañías  para establecerse como una sola en China.

En ese preciso momento, fue cuando todas las depresiones del mundo me inundaron de golpe. Como si las horas anteriores yo fuera una especie de zombie que aún no asimila que ha perdido lo que consideró quizás lo más importante en su vida.

Negué varias veces con la cabeza, todos estaban con la boca abierta. Tan sorprendidos como yo. Pero obviamente no tan afectados. No, ni en sus sueños. ¿Y los negocios? ¿Y IU, su prometida coreana?

 Amber sacó un cigarrillo y le ofreció otro a Ji Kwon, sorprendentemente calmada, una vez éste aceptó sacó su encendedor y los prendió, el suyo y el de ella.

“No”

—Así que, ¿es nuestro fin?

Ji Kwon negó con la cabeza. A mí se me nublaba la vista y antes de caer pude oír algo que me hubiera gustado quizás ignorar. Pero ahí estaba.

­—Sungmin ha dicho que sigamos.

Desperté y ya era de noche, estaba en el sofá de la pequeña sala y me vi solo unos minutos, pero cuando me incorporé pude ver que de pie al lado de la mesa estaba KangIn, observándome fijamente.

—Me dejaron cuidando de porque tenían que resolver unos “asuntos importantes”.

Lo miré aun aturdido por el sueño y todo lo que había pasado

—Ehm, te desmayaste hace unas horas y Amber ha dicho que te deje dormir. Me obligaron a cuidar que no te escapes esta vez. Ya lo ves— Kangin tenía mala cara, pero al menos no era amenazante como siempre.

No me iba a escapar de todos modos- rodé los ojos como si fuera lo más obvio del mundo. En parte lo era pero no era tan fácil permanecer “secuestrado” (aunque increíblemente, en mi situación resultara lo más cómodo) no era algo soportable bajo ningún caso.

Sin muchas ganas, se acercó y me tendió un vaso con agua, el que yo recibí con cierto recelo. 

De súbito, mientras tomaba el vaso, recordé todo lo que había pasado, como una ráfaga de imágenes y palabras en orden entrando y revolviéndose dentro de mi cabeza, digiriendo. Y sobre todo, la última frase que alcancé a escuchar ¿Sungmin? ¿Acaso era el verdadero cabecilla de estos títeres? Poco a poco algunas piezas comenzaron a calzar dentro de mi mente, pero al mismo tiempo no entendía otras y sentía que no quería seguir este estúpido juego de misterios y ninguna respuesta. ¿Qué HyukJae se casaba? ¿Entonces fui yo el verdadero engañado? Se han reído de mí, no podía estar seguro de nada, de nada de nada de nada de nada.

 Estaba seguro de una cosa, completa y extremadamente seguro que extrañaba a HyukJae aunque pasara todo esto… También sabía que no era sano extrañarlo. No era lo sano y no era lo que debiera estar sintiendo. De ninguna manera. 

No sabía que hacer ya en ese basurero, estaba harto de estar encerrado. Quería llamar a la policía, pero ¿Dónde iría? Estaba harto, harto de estar solo, de mi puta mala suerte, de ser engañado. Quizás quisiera morir.

Quizás.

—¡¿Me van a decir algún día  porque mierda me tienen encerrado?!— exploté, tiré el vaso al piso y los cristales al impactar rebotaron por todas partes. El ruido fue demasiado estridente, lo vi todo en cámara lenta. Por fin, después de todos esos días con las preguntas en la punta de la lengua, tuve el valor de preguntar.

—No sé— Respondió en seco y mi furia aumentó considerablemente. Me paré del sillón y con fiereza agarre a KangIn de la camisa. No se cómo, solo lo interpreté como instinto de supervivencia –o algo asi-.

—Oye, suéltame. Estoy en desventaja ya que no te puedo tocar ni un puto pelo.

—Te ordenaron eso para seguir sacándome información ¡Yo no sé nada más! ¡DEJENME IR! Kangin, Dejame ir, me olvidare de todos ustedes, me olvidare de todo. Por favor. Yo solo quiero desaparecer.

Kangin me miro totalmente extrañado. Como si de todas las cosas que se esperase esa no estuviera ni en el más recóndito universo de lo que se pudo imaginar.

—Eres lo único capaz de hacernos llegar a HyukJae.

—¿Y por qué quieren llegar al? ¿Qué les ha hecho él?

No me di cuenta el momento preciso en el que comencé a hacer preguntas como un demente. “¿Por qué todos lo conocen?, ¿por qué me han dicho cosas malas de él? ¿Tú no eras su amigo? ¿Por qué estabas con él en la fiesta y ahora acá? eres un traidor de mierda ¿Tú hablaste con Hyukjae recientemente? ¿Qué más te ha dicho? ¿le has hablado de m…” Kangin no era la persona apropiada para hablar el tema. De hecho, era la persona menos adecuada del planeta, pero por Dios, sí que el momento fue el preciso.

Kangin no me quiso explicar nada, no dijo una sola palabra, solo me miró con el ceño fruncido y los ojos ya cansados. Arrojó su teléfono móvil al sillón en el que me encontraba y se encerró en la pieza de Amber.

No hubo palabras pero fue un acto que me dejó helado, primero porque él se había mantenido sereno luego de toda la mierda que le había  escupido. Es más, me había ignorado olímpicamente, o casi, porque gracias a él y a un gesto sin explicación alguna de su parte, tenía a escasos centímetros de mí, nada más y nada menos  que su teléfono móvil, me costó varios segundos procesar que  podía hacer muchas, MUCHAS cosas con él. Pedir ayuda, por ejemplo llamar a la policía, podía, podía…

 Quizás comunicarme con HyukJae. Almejar por fin, después de una semana podría oír su voz.

Mis manos tenían parkinson y yo aún estaba  como un loco con todos los trozos de vidrio bajo mis pies. Pero no me importó absolutamente nada en el momento en que desbloqueé el teléfono y comencé a bajar lentamente en la lista de contactos.

Hasta que divise su nombre, que parecía resplandecer ante mis ojos. Se trataba de un numero chino, se notaba y di mil gracias a KangIn ya que por alguna extrañísima razón, se ha encargado de darme una luz de esperanza en medio de todo ese infierno que estaba viviendo, una luz de esperanza que no sabía si estaba desperdiciando o aprovechando llamando a HyukJae, después de todo.

 Mi corazón haciendo Bum Bum cada vez más acelerado, pensé en llamar, pensé en arrojar lejos le teléfono y ponerme a llorar como lo venía haciendo la última semana. Pensando en que lo odiaba por dejarme en esta situación. Porque TODO ERA SU CULPA.

Porque él pudo evitarlo ¿Pudo? No sé, no sé.

Tapé mi cara con ambas manos, esto no se trataba de una llamada picara para querer repetir alguna de las incontables noches con un ex,  no era nada de eso. Se trataba de algo mucho más profundo, más trascendental. Se trataba de devolverme mi maldita respiración.

Dudas, muchas dudas y miedo, pero no tenía mucho tiempo ya que los demás orangutanes llegarían en cualquier momento y yo me vería como el monumental imbécil del año, por no aprovechar para llamarle.

Yo, yo era el que tenía que llamarle obviamente ¡Obviamente HyukJae no lo haría! No haría nada por mí, jamás.  Me vi tratando desesperadamente de adivinar su reacción una vez escuchara mi voz, y no pude, me fue completamente imposible porque él era el Rey de los impredecibles.

Llamé.

Por inercia marqué a su teléfono, a su número de china sin ninguna esperanza de recibir algo bueno del otro lado de la línea. Pero yo era un idiota. Nunca sabría realmente lo que pasara por su cabeza.

El teléfono sonó varias veces y de pronto, la contestadora diciendo cosas en chino que yo no entendía. Colgué y volví a marcar. Desesperándome con cada pitido de la línea, comenzó a caer sudor de mis cienes. No podía ser

 — ¿Diga?

Un cortés y desinteresado saludo, propio de él. Indiferente como el solo. Suspiré sabiendo un poco como tratarlo.

—Soy yo HyukJae.

Nos encontrábamos a mil y tantos kilómetros de distancia y aun así, era posible que el reconociera mi voz al instante. Una exclamación ahogada escondió un suspiro desde la otra línea. HyukJae estaba sorprendido.

Seguramente se habría sonrojado. Quizás…

—Qué quieres— Seco. No había quizás, no había nada. Él era frío conmigo otra vez y yo me encogí en mi miseria. Esto era peor que estar con la incertidumbre.

—Yo… HyukJae- Me quedé sin palabras, recordé que realmente no tenía nada que decirle, que había sido un completo y gran IMBECIL. Que había olvidado la regla de oro “el que se va tiene que volver a buscarte y pedirte perdón, nunca al revés” la jodí completamente. Lamentablemente ya era tarde, y estábamos los dos sin saber qué decir detrás de una línea de teléfono.

Sin embargo, había que hablar.

—Si llamas para quejarte por favor, no— Por una milésima de segundo sentí su voz vacilar, almejar fue mi imaginación. Una inútil alucinación desesperada por hacerme sentir mejor, por darme confianza.

—No, HyukJae, te he echado de menos… mucho. No sabes cuánto— Silencio otra vez, comencé a llorar inconsolablemente. Si él no quería hablar conmigo no había más que hacer.

Las emociones estallaban en amargas lágrimas, dejándose  escuchar hasta china. Pensé que el colgaría, sin embargo se quedó en la línea oyéndome llorar todo lo que me faltaba. Una semana sin él era demasiado tiempo.

Demasiado tiempo pensando que no volvería a ver más a Hyukjae, demasiado tiempo comiéndome los sesos para enterarme finalmente que él se casaría pronto. Que no le importaba contactarme, que no quería, de hecho, hablar conmigo.

—Donghae, escucha. Por favor no me llames más. Nada de esto es culpa tuya. Perdón pero no puedo seguir, cortem…

—¿ERES IMBECIL?

Silencio

—¿Por qué estás haciendo todo esto? HyukJae eres un puto cobarde de mierda.

Colgó la línea.

Colgó colgó colgó, casi arrojo el teléfono también, sintiéndome humillado. Marqué cerca de  cien veces más pero inmediatamente salía la china estúpida diciendo palabras inentendibles.  HyukJae había apagado el teléfono. Vacío, solo podía sentir vacío.

La mente en estas situaciones intenta por todos los medios crear un mecanismo de defensa contra el dolor abrazador de un corazón roto. Pero no hay, no existe tal cosa, y si por alguna razón hubiera inventado el ser humano un antídoto, éste no funcionaría para mí. Un millón de dosis tampoco.

Es por esto que nos desesperamos y finalmente terminamos  esparciendo el virus a todo nuestro cuerpo. Nunca me había pasado, pero no podía ser de otra forma, porque algo tan intenso como lo que yo sentía por HyukJae  no podía ser traducido en menos de una fiebre de 40º que me dejó en cama varios días.

Fueron los peores de mi vida.

Amber estaba mirándome desde arriba, preocupada y sin entender lo repentino de mi malogramiento. Presiento que algo intuye, malditas mujeres que saben todo.

—Es muy extraño, estabas muy bien y de la nada caes en cama delirando. Porque si, deliraste. — Entrecerró los ojos y yo rezaba porque no haya revelado información mientras hablaba con la fiebre.  Amber confiaba en mí, se podría decir que me tenía una especie de cariño extraño, yo también lo sentía por ella pero estoy seguro que lo mío era algo así como fraternal.

—Que pasó— Logré decir, mi mano viajó directamente a mi frente, encontrándose con un paño húmedo encima.

—Según KangIn, despertaste sintiéndote mal, empezaste a hablar incoherencias y a chillar, Ah y sin contar que vomitaste todo mi salón. Un detalle— Que vergüenza, quería que me tragase la tierra. Por suerte Amber sonrió y no le dio más vueltas al asunto, dedicándose a atenderme toda la tarde como un bebé. Era agradable tenía que admitirlo.

Era extraño y casi curioso el hecho que KangIn no hubiera dicho nada sobre la llamada, quizás los planetas se hubiera alineado para tenerlo de mi parte… Tal vez él, en forma individual, estaba planeando algo turbio y me estuviera usando como carnada. No podía estar seguro, tampoco era que me importara demasiado después de cómo habían resultado las cosas. Ahora Amber se sentía culpable y lo sabía por cómo me hablaba, pero estaba obligada no sé por qué, un pacto habrán hecho para ser tan leales. Y yo no los veía más que como un “equipo rocket” que pena.

Ella dejó que durmiera cómodamente todo el resto de la tarde. Y entrada la noche tocó la puerta de la habitación aunque estuviera abierta, pero no entró, se quedó parada en el umbral mirándome.

—Espero que me perdones algún día por todo esto, Donghae, de verdad.

Suspiró pero yo estaba demasiado ocupado sufriendo nuevamente, esto no era nada, Amber me cuidaba y con eso era más que suficiente. Ella pensaba que mi depresión se debía al permanecer encerrado pero no, estaba lejos de ser la causa.

Quería que se fuera y me dejara solo, ella sin embargo no se movió y seguía mirándome con culpabilidad.

—Donghae, hay una razón para todo esto, en serio. GD piensa que tú también deberías unirte…

No contesté, no hice caso, solo quería que me dejara en paz.

—Ji Kwon quiere vengarse de él, todos los queremos. Él ha arruinado nuestra vida. Después de casi un año planeando secuestrarlo y quitarle un montón de pasta a su familia para que nos recompense por todo lo que nos ha robado. Él se va a China y sin siquiera nosotros enterarnos ¿puedes entender la impotencia? Ser arrojado a la calle y separarte de tu familia no es algo de lo que no puedas guardar rencor.

 

No me importaba, su mierda de vida no me importaba en absoluto. Estaba siendo un  egoísta pero ¿había siquiera ellos pensado en mí? Yo solo era un objeto otra vez.

Los días posteriores mi respiración seguía siendo irregular, la fiebre iba y venía, estaba malo a tal punto que hicieron una especie de reunión en la sala, para decidir qué hacían conmigo. Todo terminó en discusión, platos rotos, gritos, amenazas y demás. Amber me defendía pero no lograba entender completamente las palabras aunque las estuvieran gritando a unos escasos metros del cuarto.

Estaba pasando todo aquello, cuando llegó una visita inesperada, como siempre y en los momentos más oportunos llegaba Choi Siwon, él siempre sonreía, aunque lo hubieran recibido como una mierda y Jonghyun no quería que entrara, casi lo golpearon porque GD y Amber seguían discutiendo a muerte. Pero llegó a la habitación donde me encontraba, algo despeinado pero sin perder su sonrisa. Levantó su mano derecha en la que tenía una bolsa de Mc Donalds.

 —Como supiste— Alivio, lo que no había hace tiempo en mí, pude sentir cuando Siwon hizo un gesto con la mano para que solo lo dejara pasar, que no era importante ni necesario hacer preguntas.

—Estás pálido— Dijo aun de pie al lado de mi cama, yo  no solo estaba pálido, estaba flaco, asqueroso, no me daba un baño hace días y deseé estar limpio.

Me encogí sintiendo mi autoestima por el piso, porque él se veía radiante, como siempre. En un impulso idiota me tapé  completamente con el cobertor y casi le dije que se fuera, pero que dejara la comida del mc donalds ahí.

Pero Siwon me destapó amablemente y acarició mi cabello. Hubo una parte de mí que se estremeció. Siwon me trataba bien, venía sin que lo llamara y me sonreía. Por Dios él regalaba sonrisas como si fuera lo más fácil del mundo.

—Vas a comer algo ahora ¿Sí? — No pude decirle que no, asentí y tomé la bolsa de las manos de SiWon, nuestros dedos se rozaron y tal vez me sonroje, pero no le di mucha importancia porque de pronto se me antojó comer, y el dolor de mi pecho disminuyó.

De pronto creí olvidar que HyukJae había intentado cortar conmigo por teléfono, que me había colgado y no había contestado ninguna puta llamada. Creí sentirme mejor al perderme en los ojos de Siwon que me miraban con atención, hace rato.

Comencé a dar pequeños mordiscos a la hamburguesa que olía y se veía delicioso. Pero mi estómago ha estado rechazando absolutamente todo lo que entraba por mi boca en los últimos días. Di tres mordiscos pequeños y tuve que dejarla porque las náuseas volvían. Decidí ir a por las papas.

—He hablado con los chicos ahí afuera. Dijeron que no podías salir y no quisieron explicarme por qué. KangIn-hyung me ha dicho que acá podía encontrarte Donghae, pero yo quiero llevarte conmigo. Les propuse un trato…— Mis ojos se abrieron de par en par, sentí mi corazón dar bote de algo que no supe si era felicidad u otra cosa.

No, definitivamente no era felicidad. Porque en el fondo de mi corazón pensaba que las cosas no deberían estar resultando de esta manera.  NO no y no, el que tenía que ir a buscarme no era él, quería que se fuera, que me dejara hundiéndome solo, por favor.

Temblé ante unos brazos que me envolvían completamente, recordé la vez que habíamos tenido una discusión monumental con HyukJae en la oficina y Choi Siwon me había reconfortado.

Una coca cola y un abrazo mientras yo lloraba. Él era perfecto, era quien cualquiera quisiera tener en la palma de su mano. Pero ahora me encontraba yo, en una habitación de tres metros cuadrados, desordenada y con pintura descuidada, rechazándole.

—No puedo irme contigo SiWon, aunque lo intentara, no puedo.

 Siwon se encogió, frunció el ceño con preocupación sin querer creerse que un pobre diablo le había rechazado. Pero yo no podía vivir de una mentira.

—Donghae ¿No entiendes la clase de persona que es HyukJae? Él no sabe querer.

No, que se callara, que sacara su puta presencia de mi vista. Le arrojé la almohada. Le arrojé la hamburguesa que quedó hecha una mierda estampada en la puerta que Siwon acababa de cerrar de un portazo

“Estas jodido, jodido y loco por alguien que no te quiere”

Siwon lo sabía mejor que nadie. Él ya me había visto llorar en una ocasión, sabía que HyukJae generalmente era un bipolar de mierda que me hacía sentir mal emocionalmente.

 Pero no había necesidad de ser tan cruel. No tenía derecho a refregarme en la cara lo estúpido que era, menos en un momento de sensibilidad como este. Odié a Siwon, Odié a HyukJae, odié a su maldito padre. A todos.

Mi segunda semana encerrado culminó con un hecho que fue como una bala a quema ropa. Una pequeña vibración en alguna parte de la habitación. La ropa esparcida en el suelo hace días, mis pantalones. El móvil del puto Kangin, el móvil que él había dejado deliberadamente en mis bolsillos con un fin desconocido. Me sentí entumecer completamente, paralizado hasta el último terminal nervioso de mi cuerpo, ahora mis pulmones necesitaban grandes bocanadas de aire debido a los fuertes y rápidos latidos de mi corazón.

Escalofríos  me recorrían la columna y mis manos temblaban desesperadamente. Intenté calmarme y desbloqueé el teléfono.

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“De Lee Hyuk Jae”

Notas finales:

rr? please !!


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