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SAKURA GAKUEN por Karenlauren

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Notas del capitulo:

HOLIIIIIS!!!!!!!!

SÉ LO QUE SE ESTÁN PREGUNTANDO..... ¿POR QUÉ NO HAY COMIDA PARA GATOS CON SABOR A RATÓN? TT.TT EN FIN, NO TENGO RESPUESTA PARA ESA PREGUNTA PERO SI PARA LA SEGUNDA QUE TIENEN EN SU MENTE: 
LES SUBO HOY EL CAP DEL SÁBADO POR QUÉ ESE DÍA ESTOY OCUPADÍSSIMA Y NO PUEDO ASÍ QUE...GOMEN Y ESPERO QUE LES GUSTE ;P

 

K. <3

Cuando llegué al lugar dónde había ocurrido el accidente me sorprendió ver que estaba vacío y ni tan siquiera el suelo estaba sucio con la sangre que había escupido La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke.

Supongo que ya se la habrán llevado al hospital, pensé con remordimientos. 

Miré la hora, ahora tocaba ciencias. Seguramente el director estaría en su despacho, tenía algo que hablar con él.

Caminé tranquilamente hasta que entré en la Dirección. Al entrar todas las personas presentes dirigieron sus miradas acusadoras hacia mí. A medida que iba avanzando hasta el mostrador se oían susurros.

No permití que me afectaran.

Llegué al mostrador, y la secretaria alzó la cabeza:

-¿Qué puedo hacer por ti?- dijo amablemente.

Seguramente ella aún no lo sabía, aunque la noticia había corrido cómo la pólvora.- ¿Está el director?

-Sí, le diré que tiene una visita. Espera aquí.- Ella abrió una puerta donde ponía grabado en la madera: “DIRECTOR”. Se oyeron unas voces dentro de la sala, ella salió y me dijo:

- Puedes entrar, te está esperando.

- Gracias.- dije serio.

Iba a entrar cuando ella, de pronto, me cogió de la muñeca y me detuvo. Me giré y vi que sostenía un pañuelo de cuello en alto:

- Antes de entrar ponte esto, él no lo sabe.- me guiñó el ojo a la vez que enrojecía.

Me puse el suave pañuelo de color lavanda alrededor del cuello y entré: la sala era espaciosa y tenía una ventana enorme. El suelo era de moqueta y había una mesa enorme al fondo con una silla de empresario. Encima de la mesa había varios papeles y un ordenador. Al lado había varios archivadores y a la pared opuesta un par de estanterías de roble que ocupaban toda la pared.

El director estaba trabajando en el ordenador. Alzó la vista para mirarme con una mirada fría y acusadora, muy distinta a la mirada cálida del primer día.

- Estoy enterado de su… - hizo una pausa y dijo- “accidente”.

- Bien, entonces escúcheme por favor.- hice una pausa para tomar aire y preguntarme a mí mism o si estaba segura de eso, pero ya no había marcha atrás:- Admito que agredí a esa chica.

Miré a los ojos al director y muy serio le dije:

- Sin embargo, quiero hacerle una propuesta…

 

UNAS HORAS DESPUÉS…

 

Estaba saliendo del despacho del Director, me había castigado con un mes de expulsión y además había aceptado mi propuesta así que ya no sería más la pareja de Sasuke. Antes de salir me giré y le pregunté con indiferencia:

- Una última cosa: ¿Dónde está mi cartera?

- En su pupitre, puede ir a buscarla, y ya que está comuníquele a Sasuke que su emparejamiento queda calificado cómo nulo.

- Gracias por todo, me voy.

- Que pase un buen día, le veo dentro de un mes.

- Hasta entonces- susurré tan bajo que tan sólo yo lo oí.

Me giré y dirigí hasta la puerta. Al salir vi que la secretaria estaba atendiendo a una mujer, le devolvería el pañuelo cuando me fuera. Salí de la Dirección y caminé hasta las escaleras. Las subí tranquilamente.

Es irónico, pensé, tan sólo he estado aquí dos días y ya me vuelven a calificar de “especial”. Sonreí para mí mismo, sí que es irónico, sí. Solté un suspiro cansado y me di cuenta que ya estaba delante de la puerta de mi futura antigua clase.

Abrí la puerta sin llamar y entré, el profesor me miró con mala cara diciendo:

- Señorito Uzumaki, es de mala educación entrar sin llamar.

- ¿Acaso usted lo ha hecho al entrar?- me giré y me dirigí hasta mi pupitre.

- Es de mala educación darle la espalda a la gente cuando le están hablando.- dijo él enfadado.

Me giré hacia él y dije:

- Usted no es nadie para decirme eso.- Le dije muy tranquilo. Me volví a girar y seguí caminando lentamente hacia mi mesa. Al llegar, cogí la cartera y la puse sobre la silla. La abrí y puse todos los libros y el móvil mientras el profesor decía:

-¿Cómo dice? ¡Soy su profesor!- me dedicó una mirada desafiante- ¿acaso sus padres le educaron cómo a un salvaje o ellos también son así?

¿Cómo se atrevía a insultar la memoria de mis padres?, pensé mientras una rabia muy peligrosa crecía en mi interior ocupando mi dolorido corazón.

Me volví lentamente hacia él con una mirada oscura y penetrante. Todos los de la clase se pusieron tensos de golpe y bajaron la cabeza tratando de pasar desapercibidos.

-¿Acaso… - dije lentamente clavando mis ojos en él- te has atrevido a insultar a mis padres?

Él se quedó helado de terror. Me acerqué lentamente hacia la pizarra donde estaba el profesor, con un movimiento tan rápido que los ojos del profesor no pudieron tan siquiera verlo, cogí la corbata del profesor y tiré ajustándola a su cuello para que se ahogara. Antes de poder dar el golpe de gracia, alguien puso su mano en mi hombro. Dejé ir la corbata y me giré bruscamente. 

Me pareció ver el rostro de Sai.

Eso me sorprendió tanto que abrí los ojos desmesuradamente y me olvidé completamente del profesor, y un sentimiento de nostalgia ocultó la rabia desenfrenada de mi corazón.

Susurré en voz muy baja:

- Sai…

Me fijé más, y me di cuenta que en realidad era Sasuke.

- Ya basta.- me dijo él serio.

Sonreí melancólicamente y le dije:

- Tranquilo, tú ya no te tienes que ocupar de mí… ya no somos pareja.

Todos los de la clase se quedaron muy sorprendidos al oír eso, y Sasuke dijo:

- Eso es imposible, aquí cuando se hace una pareja se hace para siempre.

Negué con la cabeza y le dije:

-He hablado con el director, me voy a cambiar de clase y no voy a tener pareja porque, por lo que sé, soy el único que está en esa clase. 

- No puede ser…- dijo él intentando ocultar un grave tono de preocupación.

 Me di la vuelta y me despedí:

- Adiós, ha sido poco tiempo, pero ha estado bien.

Salí por la puerta y la cerré de espaldas. Me llevé una mano al pecho y la apoyé.

¿Porque duele tanto?, me pregunté a  mi mismo confuso mientras una lágrima bajaba por mi rostro seguida de otra y, sin poder contenerme más, me eche a llorar en silencio. ¿Realmente esperaba que alguien fuera a buscarme? ¿Cómo podía ser tan estúpido? ¿Acaso no había decidido estar solo por siempre más?

Sacudí la cabeza intentando quitarme ese pensamiento, como si sólo por hacer un simple gesto una sensación tan fuerte pudiera desaparecer.

Salí corriendo rápidamente por el pasillo hasta la Dirección. Desde allí salí al patio sin acordarme de devolverle el pañuelo a la chica de secretaría. Corrí lo más rápido que pude hasta casa.

 

 

********************************************************

 

 

POV. SASUKE (HARÉ UN SALTO EN EL TIEMPO, ES DES DE QUE TRATó DE "MARCAR" A NARU EN LA SALA DE MÚSICA)

 

Naruto se levantó rápidamente del suelo y salió de la clase corriendo; se paró bruscamente en el marco de la puerta, cómo si se le hubiera olvidado algo. Miró por encima de mi cabeza y fuera lo que fuese no debía ser muy importante por qué se giró y rápidamente huyó de allí.

Pasó un buen rato, y mi rubio no regresaba...estaba preocupado por él.

Mi límite era de un par de horas… y ya habían pasado. Ahora cualquiera le podría marcar.

Mierda, pensé cabreado.

De pronto, llegó un chico. Me vio tirado en el suelo y con fuertes dolores en la entrepierna y gritó sorprendido:

-¡Es verdad! ¿Dónde estarán los extraterrestres? Se lo tengo que decir a lo demás y que vengan a ver esto.

Salió disparado, otra vez.

Mierda, seguro que va a buscar a los demás. No puedo permitir que me vean así.

Seguramente se burlarían de mí hasta después de mi graduación. Me levanté con dificultades y tropecé con algo que había en el suelo.

Traspillé, pero pude lograr recuperar el equilibrio a tiempo.

Le di una patada a lo que parecía una cartera. Caminé apoyado en la pared hasta la salida.

Empecé a recuperarme lentamente, y para cuando llegaron un montón de chicos ruidosos yo ya estaba en la parte trasera exterior del edificio.

“Mierda, se me ha escapado.”, pensé con rabia. “Pero… Es un doncel interesante”.

Volví a la clase aparentando estar bien. Él no podría escapar esta vez, estaré vigilándole las veinticuatro horas del día hasta que le marque… y la próxima vez le sujetaré las piernas.

Sonreí para mí mismo y me senté en el pupitre.

Sonó el timbre que indicaba el inicio de la primera clase y él no apareció. ¿Dónde demonios se había metido?

Pasó la primera clase y siguió sin aparecer. Seguramente se había ido a casa.

No puedes huir de mí, pensé molesto.

Intenté fingir ante el profesor que estaba enfermo, pero no coló y me castigó: después de clase tenía que ayudarle a corregir los exámenes.

Vaya mierda de día.

Al salir del castigo, estaba cansado, había sido un día muy largo: había conocido a Naruto, le había hecho mi pareja, le intenté marcar, la patada, el chico que fue a avisar a los demás, como huí hasta la parte exterior…

Aún le tenía que marcar. Recordé que Naruto se había ido a casa. Tendría que ir hasta allí. Llamé a mi mayordomo y le pedí su dirección.

A los cinco minutos de haber hecho la llamada me llegó un mensaje con información sobre mi rubio:

 

; <Suigetsu, mayordomo>Mensaje de texto:

------------------------------------------------------------------

Nombre: Naruto Uzumaki.

Edad: 16

Dirección: Shinjuku.

Número: 127

Domicilio Dúplex. 

 

 

Shinjuku era un barrio residencial muy tranquilo a las afueras de Tokio. Llegar hasta allí me tomaría veinte minutos andando a paso lento.

Miré el reloj, eran las siete, seguramente él estaría en casa ya que era muy tarde.

Empecé a caminar. Salí del colegio y tomé la dirección hasta Shinjuku. Me fijé en que las calles estaban llenas de familias que se dirigían al parque más cercano, también había escolares y estudiantes de secundaria. Estaba cerca cuando oí algo que me llamó la atención:

- Oye Kiba, me han dicho que tienes un nuevo vecino.

- Si, es de nuestra edad. – Eran un grupo de unos cinco chicos, estudiantes de preparatoria, primer año seguramente.

- ¿Está bueno?

- Si - el chico sacó el móvil del bolsillo y le enseñó una imagen a los demás.

La vi de lejos: pude distinguir a Naruto, estaba en la puerta de su casa. Los demás lanzaron silbidos de admiración.

- ¡Que suerte tienes!- dijo uno.

-Oye Kiba, me he dejado la cartera en tu casa luego me pasaré para ir a buscarla.

- Si, yo también.- dijeron los demás.

Me enfurecí, nadie debía tocarle hasta que YO le marcara.

Estaba a punto de ir y pegarles una paliza cuando de pronto, al que llamaban Kiba dijo:

- No.- dijo él serio.- No debéis acercaros a él...

Los demás se quejaron y empezaron a acusarle de querer quedarse él con el lindo doncel.

- Os equivocáis, por si no os habíais fijado, lleva el uniforme de la Preparatoria Sakura.

- ¿Y qué pasa con eso?- dijo un chico con aspecto de gorila.

- Que, si no queréis acabar muertos será mejor que no os acerquéis a él.- los otros palidecieron ante esa amenaza. Ese chico, seguramente, sabía algo de Sakura.

Pasé por su lado fingiendo que tan sólo andaba hacia esa dirección, y aproveché para verle la cara. No pude, ya que estaba rodeado de los demás chicos que le molestaban para pedirle una explicación.

Seguí andando para no levantar sospechas.

Llegué hasta su casa y ya eran casi las ocho, me había distraído con esos chicos un buen tiempo.

Estaba en la entrada cuando de golpe, oí cómo se abría la puerta. Me escondí detrás del buzón y puse la oreja, no oía nada.

Maldita sea, pensé molesto. 

Me acerqué más y pude oír levemente hablar a una voz muy familiar:

- Me ha encantado venir, ¿podré volver algún día?- ¿Ino-chan?, me pregunté confundido… ¿Qué hacía ella allí?

- ¡Me encantaría!- dijo otra voz, seguramente era Naruto.- Hasta otra.

- Adiós- dijo Ino-chan mientras se iba. Oí cómo se cerraba la puerta a la vez que los pasos de Ino- chan. Salí de detrás del buzón y me encontré de cara con ella.

-¿Qué haces aquí?- dijo ella alarmada.

-¿A ti que te parece?- le respondí lanzándole una mirada significativa.

- Creo que no deberías hacerlo, pero haz lo que quieras.- dijo ella con indiferencia y frunciendo los hombros.

- Me da igual lo que creas- dije fríamente. - ¿Se lo has contado?

Ella asintió con la cabeza, se giró y se fue. Ninguno se despidió, ni tan siquiera con un gesto a pesar de que éramos primos lejanos.

Entré en la casa, la rodeé y fui al patio de la parte de atrás. Había un cachorro pequeño adormilado, de color negro. Pasé por su lado sin hacer ruido para no despertarlo. Llegué al cristal, dejé la cartera en el suelo y probé a abrirlo. Se abrió fácilmente.

Doncel tonto, mira que no cerrar la puerta...

Entré en lo que parecía una sala de estar de la medida de mi habitación, con un sofá que ocupaba la mitad de la sala, un televisor de pantalla plana, una mesita entre el televisor y el sofá. No me fijé más en lo que había, porque encontré la puerta que daba al pasillo.

Salí al pasillo y fui hacia la entrada, en un lateral estaban las escaleras. Subí al piso superior, al ver que el inferior estaba vacío.

Arriba me encontré con dos puertas, abrí la primera con expectación. Dios me sentía cómo un jodido acosador.

Tuve suerte, él estaba durmiendo en una cama de matrimonio pegada a la pared con sábanas rosa claro.

Me fijé en el resto de la habitación: había una alfombra en medio color crema, en la pared del fondo una ventana grande abierta con macetas -aun sin flores que daba hacia el jardín por dónde había entrado- por fuera y cortinas blancas con encaje en la parte baja. En la pared derecha había un armario y una cómoda, por último, había un espejo de cuerpo entero en la misma pared que la puerta.

Miré la hora, ya eran las ocho y media.

Estaba muy cansado, así que con cuidado de no despertarlo, me puse a su lado en la cama.

Puse la alarma del reloj a las cuatro y envié un mensaje a mí mayordomo para que me viniese a buscar a las cuatro y media a la dirección que me había mandado en el otro mensaje. 

Cerré los ojos, pasé un brazo por su cintura y le atraje hacia mí.

Me dormí tranquilamente escuchándole respirar, sincronizando nuestras respiraciones.

 Me despertó el pitido del reloj, lo apagué antes de que Naruto se despertara. Me apoyé en un brazo y le observé dormir, antes no me había dado cuenta, pero ahora me podía fijar en que Naruot tan sólo llevaba de pijama una camiseta rosa claro que se le había subido al dormir y mostraba su ropa interior, unos slips de color verde manzana con zorritos naranjas MUY ajustados...

Que sexy, pensé excitado, vamos a pasar un buen rato.

Él se empezó a mover, intentó levantarse pero al no poder, medio adormilado, se dio la vuelta hacia mi dirección.

Al verme susurró sorprendido:

-¿Qué haces aquí Sasuke?

- Me parece que Ino-chan ya te lo ha contado.- dije con una sonrisa que prometía que esta, iba a ser una noche entretenida.

- ¡¿Nos has estado escuchando?!- dijo indignado.

- ¿Y qué?- dije indiferente mientras le traía hacia mí con la mano con la que tenía sujeta firmemente su estrecha cintura.

 - Aléjate.- dijo poniéndome las manos en el pecho y empujándome hacia atrás.

Hice todo lo contrario: rápidamente me puse en la misma posición que esta mañana en la sala de música: a cuatro patas sobre él sujetándole las manos sobre la cabeza fuertemente, y le inmovilicé las piernas con las mías... Por si acaso.

- Gritaré.- Me advirtió al ver que le había inmovilizado por completo.

Lo miré como un lobo a una dulce y tierna ovejita diciendo con doble sentido:

- Eso espero.

Mi rubio se puso rojo de golpe. Esa reacción tan linda me hizo pensar que era tan… inocente, con algo de cariño. Ojalá que no tuviera que hacerlo a la fuerza pero no me quedaba otra opción para que él estuviera a salvo.

- No me…- empezó a decir él nerviosa.

No estaba para explicaciones así que fui al grano y le di un beso en la comisura de los labios, sabía extrañamente dulce.

¿Otras partes de su cuerpo sabrían tan dulce?

Naruto dejó de moverse. Fui bajando hasta la parte baja del cuello, ahí hice una pausa, olí su cuello –su aroma me era muy dulce y familiar: a almendras dulces-.

Mordí, no muy fuerte pero lo suficiente para dejar marca. 

Soltó una exclamación ahogada y volvió a intentar moverse.

Esta vez no le iba a dejar escapar, jamás se me había escapado una chica o doncel, aún menos iba a dejar escapar a este: era perfecto para mí.

-¿Preparado?- le avisé antes de empezar. No le di tiempo a responder, ya que coloqué mis labios sobre la mordedura: empecé a chupar y absorber salvajemente.

Noté, de repente, que él ya no intentaba moverse así que le solté las manos y inesperada e inconscientemente se aferró a mis hombros con fuerza. Seguramente aún no se había dado cuenta que le había soltado así que afloje, también, las piernas.

Tardé varios minutos.

Al acabar Naruto volvió a la realidad, averiguó que la había soltado. Levantó la rodilla con mucho impulso y me golpeó, esta vez en el estómago.

Vacié el contenido de mis pulmones en ese golpe.

Aproveché esa oportunidad para desplomarme pesadamente encima de mi rubio y abrazarle bien fuerte. Deseaba dormir con él lo que quedaba de noche.

Naruto no me lo permitió ya que me apartó bruscamente y saltó de la cama para ir a verse en el espejo.

Aproveché ese momento de distracción para bajar de la cama y abrir la ventana, miré hacia abajo: allí estaba mi mayordomo. 

Le hice señas indicándole que iba a saltar.

Antes de irme me giré dedicándole las únicas palabras dichas en un susurro que jamás pensé que alguien fuera merecedora de ellas:

-Algún día, si me dejas, te haréel doncel más feliz del mundo ya que eres único para mí.

 Salté a la vez que él se giraba para comprobar si aún estaba en la cama, supongo que no me vio porque no gritó mi nombré llamándome ni nada por el estilo.

He de admitir que eso me decepcionó un poco. 

 

 

A LA MAÑANA SIGUIENTE..... 

 

La mañana siguiente, fue como si nada hubiera ocurrido: la criada me despertaba cómo siempre, abriendo las gigantescas cortinas de color azul marino. El mayordomo me vestía, bajaba a desayunar al comedor principal. Desayunaba con tranquilidad y cogía el coche para que el chófer con el que nunca había hablado me llevara a la escuela... Durante el trayecto me acordé de lo ocurrido anoche...

 

FLASHBACK....

 

- Señor, sus padres están en el tercer salón del ala este, tienen una importante noticia que comunicarle. - dijo una criada nada más entré por las puertas de la gran mansión. 

Ojalá sea su divorcio, pensé molesto. Noticias suyas nunca podían ser buenas para mí.

Subí lentamente las escaleras y fui al ala este, dónde estaban el segundo y tercero salón más la cocina y un ala de invitados.

Me paré en la puerta del tercer salón, tomé aire para tranquilizarme y la abrí lentamente preparándome mentalmente para lo peor.

Dentro estaban mis padres sentados, frente la monumental chimenea de mármol oscuro, en un sofá enorme con entapizado rojo selva. Estaban en medio de una típica “escena romántica”: ella estaba acurrucada frente a él mientras la besaba y le susurraba al oído.

Me acerqué a ellos y tosí para que notaran que estaba ahí. Pararon mirándome. Él me preguntó desinteresado:

- ¿Dónde estabas?

- Atendiendo unos asuntos pendientes.- Dije sin darle mucha importancia.

Tomé aire preparándome para lo que me querían decir y se lo pregunté directamente:

- ¿Qué me queríais decir?

Ellos se miraron, sonrieron y me dijeron al unísono muy ilusionados:

- Vamos a formar una familia.

Me miraron expectantes para ver mi reacción. Les miré sin comprender y dije cómo si fuera obvio:

- Ya tenemos una familia.

Aunque no lo parezca, pensé.

Ellos se miraron, claramente decepcionados. ¿A qué venía todo eso?

- No lo entiendes,- dijo mi madre mientras se colocaba una mano en el vientre- VAMOS a formar una nueva familia.

De repente lo comprendí: estaba embarazada. No podía ser, era imposible. ¿Cómo me han podido hacer esto?

- No.- dije asustado.

- ¿no?- dijeron ellos mientras se miraban extrañados ante mi reacción.

- Sabemos que va a ser difícil, pero entre todos seguro que lo conseguiremos.

-No contéis conmigo.- dije de inmediato. El miedo se transformó en ira dentro de mí. - Buenas noches.

Me giré y huí antes de que dijera algo que pudiera hacerles daño.

Al salir, dejé la puerta entrecerrada,  me apoyé en la pared de al lado. Aún podía oír sus voces:

- ¿Qué vamos a hacer?- dijo Mikoto, mi madre.

- No lo sé, ninguno de los dos se lo ha tomado bien...- dijo Obito, el nuevo marido de mi madre, tristemente.

Así que Itachi ya lo sabía... Seguro que les había montado un espectáculo, me hubiera gustado verlo, pensé con una sonrisa maliciosa.

Me aparté de la pared, esa noche no estaba para oír más noticias “agradables”. Volví a las escaleras principales y me dirigí al ala oeste, dónde estaban los dormitorios principales.

Entré en mi cuarto.Me tiré en la cama deseando que todo desapareciera, era demasiada presión.

Me dormí al instante.

 

FIN FLASHBACK....

 

Parecía como si el día anterior no hubiera existido: como si mi madre no estuviera embarazada, como si no tuviera pareja, como si no hubiera una Presidenta Del Club De Fans De Sasuke, cómo si no hubiera mierda en mi vida. 

Al llegar, vi a Naruto en la entrada. Tengo que reconocer que me gustó ver como todos los chicos se apartaban de su camino, reconociendo  mi marca.

Me acerqué silenciosamente a su lado y le abracé pasándole un brazo por la cintura. Él se giró hacia mí y me miró con cara de pocos amigos. Me iba a costar que me perdonara.

- Buenos días.- dijo dando un golpe de cadera para deshacerse de mi abrazo. Al menos me habla, pensé aliviado.

- Buenos días – dije acelerando el paso para colocarme a su lado. – parece que sigues de mal humor. Por favor, no corras que el golpe de ayer me dejó KO.- dije intentando hacerle reír.

Él se paró de golpe, yo frené a tiempo consiguiendo que no nos chocáramos.

Naruto susurró algo que no alcancé a oír ya que agachó la cabeza.

Me coloqué delante suyo y le dije:

- Eh… ¿Qué has dicho cariño?- acerqué mi cara a la suya.

Él levantó la cabeza repentinamente:

-¿Por qué?- repitió más alto y con determinación pero con unos ojos dulcemente confusos.

Joder, estaba dolido de verdad pero sabía cómo solucionarlo:

Me alejé un poco para coger uno de sus mechones dorados que con el reflejo del Sol parecía oro líquido. Lo admiré un instante antes de acercarlo a mis labios, besarlo suave y delicadamente.

Levanté mi cabeza aun sosteniendo su pelo y le dirigí una mirada en la que puse todos mis sentimientos por él: confusión, cariño, diversión, posesividad… había uno que aún no sabía que era pero era el más fuerte y me ataba a mi rubio de tal manera que no había hecho con otro ser humano.

- Porque…- empecé a decir tranquilamente antes de que una voz de murciélago me interrumpiera:

- ¡ALTOOO!

Ambos nos giramos hacia el lugar de dónde provenía la voz, aunque yo ya sabía de quién era con tan sólo escucharla.

De hecho me acechaba en mis pesadillas más oscuras: era La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke.

Estaba corriendo como loca hacia Naruto con el puño alzado y la cara roja de ira. Su pelo resbaló de entre mis dedos.

Alargué mi mano para atraerlo hacia mí, pero fue demasiado tarde ya que para cuando reaccioné él ya había esquivado el golpe de La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke con una velocidad inhumana. Unos instantes después oí un fuerte crujir acompañado de un sonido desagradable como de vómito.

Enfoqué la mirada y me quedé helado al contemplar la horrible escena: Naruto estaba contemplando indiferente a La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke, quién estaba tirada al suelo encima de un charco de sangre proveniente de su boca. Se agarraba el pecho luchando por respirar.

Naruto me miró, pude ver en sus ojos que estaba muy asustado pero yo no me podía mover, aún estaba en estado de shock y más asustado que él.

En esos momentos tan solo pude recordar ver como mi rubio se iba corriendo porque yo había sido un cobarde.

 Si tan solo le hubiera defendido… Pero, ahora mismo, estaba horrorizado.

El profesor que había acudido a calmarnos nos intentó tranquilizar mientras llamaba a una ambulancia y a los padres de La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke, además de tranquilizarse el mismo.

Para cuando reaccioné pude fijarme en que Naruto se había olvidado su cartera, los alumnos se estaban empezando a dispersar y la ambulancia se estaba llevando a La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke al hospital de urgencias dónde ya la esperaban sus preocupados padres. 

Cogí la cartera de Naruto yendo con la marea de estudiantes hacia mi aula, tenía la mente en blanco y tanta sorpresa no me cabía en mi paralizada mente.

Mi mundo se había parado y llenado de sangre.

Llegué al aula y dejé la cartera de Naruto en su pupitre, la escena de La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke escupiendo sangre y luchando por respirar no se podía ir de mi mente me tenía atrapado en un bucle horroroso de tal manera que no pude atender a las clases de Matemáticas de Nagato-sensei, un buen hombre que enterado del “incidente” no nos presionó mucho en la clase de hoy.

A mí alrededor podía oír la gente murmullando y rumoreando acerca del “incidente”, a pesar de que trataba de ocultar mis sentimientos bajo una máscara de indiferencia, me estaba empezando a desmoronar.

De repente se abrió la puerta y Naruto entró sin llamar, el profesor le miró con mala cara diciendo:

- Señorito Uzumaki, es de mala educación entrar sin llamar.- Nagato-sensei era un buen hombre pero no soportaba a la gente sin modales, era un estirado en ese aspecto.

- ¿Acaso usted lo ha hecho al entrar?- respondió mi rubio maleducadamente girándose hasta su pupitre.

- Es de mala educación darle la espalda a la gente cuando le están hablando.- dijo el profesor enfadado.

Naruto se giró tranquilamente y le soltó:

- Usted no es nadie para decirme eso.- Parecía que él también seguía en estado de shock por dentro ya que él también estaba usando una máscara de calma cómo la mía.

Se giró y siguió caminando lentamente hasta su mesa. Llegó sin tan siquiera dirigirme una mirada, no sabía qué hacer. Era como si mi rubio me estuviera evitando, pensé con inseguridad, pero lo más probable era que estuviera tan encerrado dentro de los muros de su mente que ni tan siquiera se dio cuenta que yo estaba allí.

Llegó, cogió la cartera y la puso sobre la silla como si no pasara nada. Recogió sus cosas con indiferencia mientras el profesor decía:

-¿Cómo dice? ¡Soy su profesor!- le dedicó una mirada desafiante- ¿acaso sus padres le educaron cómo a un salvaje o ellos también son así?

Él se volvió lentamente hacia él con una mirada oscura y penetrante. Todos los de la clase se pusieron tensos de golpe bajando la cabeza, tratando de pasar desapercibidos. Excepto yo.

Decidí observarle y mantenerme alerta por si tenía que intervenir; podía adivinar que el profesor había tocado un punto sensible ya que logró sacarlo de la seguridad de sus muros, pero no había elegido la mejor manera de hacerlo…

-¿Acaso… - dijo lentamente clavando sus ojos en él- te has atrevido a insultar a mis padres?

El profesor se quedó helado de terror mientras él se acercaba lentamente hacia la pizarra donde estaba el profesor, con un movimiento tan rápido que ni los ojos del profesor ni los míos pudieron tan siquiera seguirlo, cogió la corbata del profesor y tiró ajustándola a su cuello para que se ahogara.

Antes de que pudiera dar el golpe de gracia me levanté rápidamente y puse mi mano en su hombro para detenerle, si hacía falta le pararía a la fuerza porque aunque no se diera cuenta, se estaba lastimando a él misma.

Dejó ir la corbata y se giró bruscamente hacia mi dirección. Sus ojos estaban vacíos.

Su reacción me sorprendió y provocó un extraño sentimiento: parecía que había visto un fantasma en mi rostro y llamó a un tal Sai… No sabía que había sucedido pero a pesar de mi confusión, él se había calmado inmediatamente.

Naruto fijó la vista y volvió a la realidad con una mirada de decepción al verme… ¿A quién coño esperaba ver?

- Ya basta.- le dije seriamente, se estaba sobrepasando.

Me sonrío melancólicamente y dijo:

- Tranquilo, tú ya no te tienes que ocupar de mí… ya no somos pareja.

Eso me sentó peor que su puño en el estómago de anoche, parecía que todos los de la clase también se quedaron muy sorprendidos al oír eso.

Con el poco aliento que me quedaba a causa de la conmoción, dije:

- Eso es imposible, aquí cuando se hace una pareja se hace para siempre.

Él negó con la cabeza y me dijo con mucho pesar:

-He hablado con el director, me voy a cambiar de clase y no voy a tener pareja porque, por lo que sé - hizo una pausa dramática y siguió - soy el único que está en esa clase.

- No puede ser…- dije intentando ocultar un grave tono de preocupación.

Naruto no podía irse, era lel doncel de mis sueños… Y también un monstruo que casi se carga a La Presidenta Del Club De Fans De Sasuke, dijo una vocecilla en el fondo de mi mente que hizo que me volviera a confundir y perdiera la poca seguridad que acababa de ganar.

Veía con desesperación cómo él se giraba y me dedicaba unas últimas palabras:

- Adiós, ha sido poco tiempo, pero ha estado bien.

Mi rubio salió del aula y cerró la puerta cuidadosamente.

Todos estaban en silencio, incluido un asustado profesor que estaba tratando de recuperar el aliento y unos alumnos blancos como el papel del miedo que habían sufrido al presenciar esa escena.

De repente todo fue muy confuso, no supe qué hacer pero tuve el pequeño impulso de ir a buscarlo, seguramente ahora estaría llorando él solo… pero esa estúpida vocecilla me convenció para que no fuera.

¿Qué debo hacer?

Una pregunta que resonaba en mi mente cómo si del Código Da Vinci se tratara: quería ir a buscarle pero tenía miedo de lo que pudiera ocurrir después, a la vez sentía que debía sentarme y hacer cómo si nada hubiera pasado pero entonces él se llevaría una parte de mi corazón terminando algo… ¿cómo describirlo? Es un sentimiento que no quieres que acabe pero a la vez es tan poderoso que tienes miedo que ocupe toda tu mente, tiempo y espacio… no sólo eso, también tienes miedo que termine, porque seguramente morirás con ese sentimiento si es que algún día se pierde…

- ¡Sasuke!- la voz del profesor me sacó de mi divagación mental para devolverme a la difícil realidad.

- ¿Si señor? – pregunté distraído, en ese momento mi decisión lo era todo para mí.

- Siéntese. – me ordenó declarando mi sentencia.

Decidí que por hoy no me presionaría que dejaría las cosas pasar y mañana ya estaría todo mejor.

Así que me senté obedientemente sin poder olvidar la impresión de soledad que me provocó ver su espalda... casi como si pudiera ver la pesada carga que llevaba sobre sus hombros... 

 


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