Pasaron los días, y la noche anterior al primer día de colegio vino mi tío Minato a casa. Le invité a entrar y le preparé un té.
Nos sentamos en el sofá, uno a cada punta. Había un vacío entre nosotros tanto en espacio como emocional.
Mi tío se aclaró la garganta y empezó a hablar:
- He venido para comunicarte que debido a tu coeficiente intelectual has sido avanzado un curso, por lo tanto, no harás primero de preparatoria, harás segundo. – hizo una pausa para volver a aclararse la garganta, como si le costara retener las lágrimas. -Y, tu preparatoria será la Preparatoria Privada Sakura, ya no puedo permitir que vayas a instalaciones públicas siendo quién eres. Eso es todo.
Dicho eso llamó al mayordomo, Orochimaru, con un gesto y él dejó elegantemente una caja enorme de cartón encima de la mesa:
- Ahí tienes toda la información sobre la preparatoria.
- Muchas gracias, Tío Minato.
Al ver que se iba me levanté del sofá y le dije:
- Te acompañaré a la puerta.
- No hace falta.- me cortó él de manera desagradable.
El mayordomo le siguió elegantemente hacia fuera. Pero antes de salir de la estancia me miró con dureza y me dijo:
- Eres una mancha negra en la historia de esta familia. No deberías haber nacido.
Al oír eso agaché la cabeza para que no viera como una lágrima de dolor se deslizaba lentamente por mi mejilla.
Des que era pequeño, ese mayordomo había estado diciéndome cosas cómo esa. Cuando se lo contaba a mi cuidadora Tsunade, ella no me creía y me pegaba por mentiroso. Cuando Orochimaru se enteraba que me había vuelto a chivar me llevaba a una habitación vacía y me pegaba hasta que se quedaba satisfecho. Jamás nadie me preguntó que me pasaba, por qué tenía tantos moretones.
No comprendí por qué él me decía esas cosas y me pegaba hasta que a los diez años, una noche fui a la habitación de mí tío: me asomé por la puerta y vi cómo Orochimaru abrazaba a Minato, consolándolo por la reciente muerte de su marido, fue entonces cuando me di cuenta que Orochimaru amaba a mí tío. El por qué me pegaba lo comprendí un poco más tarde, él odiaba ver a mi tío sufrir así que me echaba a mí toda la culpa de su sufrimiento y descargaba esa ira contra mí: pegándome.
Por suerte, ahora ya no estaba a su alcance.
Me volví a sentar tranquilamente en el sofá una vez oí como se cerraba la puerta. Abrí la caja, dentro había cuatro uniformes del colegio que enseguida fui a colgar en el armario para que no se arrugaran.
Volví a mirar dentro de la caja y vi que tan solo quedaba una carpeta, dentro había la dirección de la escuela y mi clase además de información sobre la escuela y los libros para clase. Lo puse todo en mi cartera y me fui a dormir, estaba muy cansada y mañana sería el primer día.