Sus dedos inquietos se enredaron en el cabello negro lacio del chico que estaba frente a él. Disfrutó de la rica y agradable sensación que le brindaba ese simple acto, sus ojos levemente hinchados sin perder de vista los párpados cerrados, la suave piel blanca, traslucida, con un toque de purpura, apenas dando una sombra.
No sabe en qué momento sus ojos se desviaron a los labios contrarios, pero de pronto se encontraba enfocados en aquella boca abultada, labios pálidos y un poco secos, ligeramente entreabierta, dejando entrar y salir el oxígeno necesario para los pulmones del ser que observaba.
Se movió hacia él y con mucho cuidado presionó un cálido y casto beso, sintiendo las esperadas cosquillas por todo su cuerpo, sonriendo un poco por lo tonto que se sentía, siempre como si fuera el primer beso.
Los orbes castaños, y que a la luz que se colaba por la ventana, lucían negros y brillantes, le observaron una vez se separó de aquel beso, labios besados estirados en una sonrisa perezosa, simple. No se movió, y él tampoco. Solo se observaron un poco más, miradas intensas entre ellos por lo que pudo ser la eternidad.
JinKi casi gruñó cuando TaeMin cerró sus ojos, creyendo que nuevamente había quedado dormido pero cuando aquellos orbes adormilados volvieron a aparecer, su interior se calmó y cayó en cuenta lo aniñado que se estaba comportando.
Se disculpó con su mirada almendrada y TaeMin sonrió con su mirada adormilada, esta vez moviéndose él hacia JinKi, presionando un nuevo beso, un poco más largo, más íntimo, susurrando un “Hyung” tan suave, tan dulce contra los labios esponjosos contrarios, que el dueño de aquella boca se derritió, volviendo a pegar sus cuerpos lo mayor posible.
Fue la única palabra dicha en esos momentos, sus ojos hablaban, sus dedos escribían, sus bocas se conectaban, ante tanta cercanía, no había necesidad de pronunciar alguna palabra, entre ellos no hacía falta, no en esos momentos cuando JinKi terminó sobre TaeMin, admirando su cuerpo desnudo, delgado y pálido, ya tan hombre, no más un niño. Al fin esa mirada madura encajaba con su cuerpo.
TaeMin aun así, se removió, intentando esconderse de la intensidad de la mirada de su pareja, cada pedacito de su cuerpo ardiendo de cruda anticipación y ganas que intentaba aplacar.
Sonrió, dedos volviendo a caminar ese tramo tan conocido en la curva de la cintura del pequeño cuerpo, gozando de los tibios estremecimientos, la forma en que TaeMin intentaba no cerrar sus ojos para mantener su mirada y en esos momentos, toda madurez desaparecía y se encontraba con el niño que había provocado tantos estragos en su corazón en sus años de adolescencia. La sonrisa de JinKi de hizo más grande.
No había planeado nada de esto, solo estaba contemplando a su novio dormir, y al momento siguiente se encontró tocando su cabello, luego observando sus labios, escuchando su respiración. JinKi pensó todo aquello con el pequeño resquicio de cordura que le quedaba en su cabeza mientras se interponía entre las piernas de TaeMin, estas rodeando su cintura con posesividad, tirando de él con fuerza, ojos suplicantes y boca rojiza.
Cuando se introdujo dentro del menor, soltó un fuerte resoplido, a la par que TaeMin un pequeño grito rasgado, y cuando los dedos ajenos se enredaron en su cabello y tiraron de ellos con violencia, comenzó a moverse, tan suave, tan certero que los lloriqueos del chico se alzaron, nunca pronunciando ninguna palabra, solo balbuceos, tan agudos y altos que se convirtieron nuevamente en la música preferida de JinKi.
Nuevamente ¿Por qué estaban en esto? Ah, sí, claro, porque JinKi no podía quitar su mirada de TaeMin cuando dormía, no tenía sus manos quietas y las ganas de besarlo se duplicaban hasta el punto de ser sofocantes.
Al llegar al orgasmo, TaeMin primero, JinKi unos minutos después, el menor fue el primero en curvarse contra el cuerpo de su mayor, labios devorando los contrarios, dedos acariciando las hebras también negras, escuchando la pesada respiración.
Sus ojos ahora demasiado despiertos, se concentraron en los parpados cerrados de JinKi y es el momento donde se invierten los papeles y es TaeMin quien adora a su pareja dormir, sus ojos, su nariz y labios. Siendo tan perfecto, a su cruda manera.