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Rainy Days por IKMeow

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Sehun admiraba por la ventana de su habitación cómo la lluvia chocaba contra esta sin dar tregua, su rostro ajeno a cualquier expresión mientras sus pensamientos giraban en torno a un espiral de esperanzas perdidas.

 

La puerta abriéndose y unos pasos ansiosos le sacaron de su burbuja, no tuvo tiempo de preguntar quién era hasta que unos brazos le rodean por detrás y el aroma a chocolate caliente inunda sus fosas nasales junto con un olor más familiar. Por supuesto que sabía de quién se trataba, lo reconocería hasta con los ojos vendados, sin ninguna necesidad de tocarlo.

 

Sus ojos se inundaron en lágrimas cuando lo vieron.

 

"Sehunnie, ven aquí. Te traje algo de chocolate así que no estés triste". Dijo el mayor tomándole de la mano, el nudo en su garganta le impidió decir algo, mientras Luhan jalaba de su mano sin quitar su preciosa sonrisa hasta la cama.

 

Sus labios se posaron sobre los ajenos sin perder momento, había extrañado tanto, tanto esa sensación en su cuerpo cuando se besaban, pero el nudo seguía ahí, no desistía. Sus manos despojaron al rubio de su ropa tan rápido como le fue posible mientras el otro hacia lo mismo con él. Su piel tan suave como siempre, ese estremecimiento que le embargaba ante ambos torsos rozándose, flotando en su mundo de amor, dulzura y pasión.

 

"Está aquíestá aquí ". Se dijo así mismo deslizando su boca hasta el cuello del otro joven,  escuchándole suspirar su nombre con ansia, amor.

 

Sus besos eran desesperados, torpes como nunca, intentando convencer a su mente que ese momento estaba sucediendo, porque se sentía real. Luhan tomó su rostro suavemente y le hizo mirarle, en ningún momento quitando la curva de sus labios, besándole despacio, suave. "No hay prisa, estoy aquí", pronunció y él sólo asintió como un bobo, cayendo totalmente bajo el hechizo de esas palabras.

 

El más bajo cambió sus posiciones, dejándolo recostado antes de comenzar a  repartir besos por todo su pecho de manera delicada, tomándose su tiempo en cada uno de ellos y Sehun sólo podía jadear el nombre de su amor como una mantra, cerrando los ojos y dejándose llevar con cada toque. Luhan lo llevó al cielo en tan sólo un segundo en cuanto su boca se cerró en torno a su hombría, provocando que su espalda se arqueara, la sensación era tan deliciosa que en respuesta alzó las caderas pidiendo por más.

 

Ngh... hyung..." Jadeó.

   

En un momento dado, Sehun tomó el rostro ajeno acercándolo al propio para chocar con necesidad sus bocas iniciando un fogoso beso, probando de su propio sabor, pero sin importarle en lo más mínimo puesto a que en segundos ya tenía una guerra con la lengua del mayor. Este jaló su cabello con impaciencia a la vez que el castaño tomó su cintura para rozar ambos miembros, los dos gimieron con fuerza. Calientes, ardientes de pasión. Olvidándose por completo de la tormenta que se desataba en el exterior.

Sehun empujó con suavidad al mayor hacia la cama nuevamente, acomodándose entre las piernas de este hasta dejar su rostro entre estas. Pequeños toques de sus labios en la piel nivea enviaron descargas de placer hasta la zona sur de cuerpo, por lo que rápidamente agarró con una de sus manos la virilidad ajena desde la base para comenzar a masturbarlo sin descanso, al tiempo en que su extremidad libre se encargaba de abrirse paso por el estrecho interior del rubio. Gemidos, gruñidos, jadeos fueron su respuesta y su vista se deleitó en cuanto Luhan se removió con los ojos cerrados, aferrándose fuerte a la almohada mientras pedía por más.

 

"¡Sehun! Así... Ohbebé..."

 

«Estás aquí ».

 

En el momento en que el segundo dígito entró, un sonido ahogado por los truenos se deslizó por los labios del más bajo siendo apaciguado con los besos en las caderas que le otorgaba su menor, siempre cuidadoso. Los movimientos en tijera que realizó este provocaron que el tercer dedo no ardiera tanto, sino que en cambio en pocos minutos le estaban arrancando gemidos con la profundidad que llevaban en su interior logrando tocar su punto dulce.

 

Sin poder esperar más, Sehun se irguió y quitó sus digitos del mayor, llevando su hombría hasta este introduciendo sólo la punta. Y joder, se sentía demasiado bien, lo podía sentirtan claramente apretándolo más y más en lo que entraba por completo, gimiendo cuando Luhan movió las caderas y su interior le apretó haciéndole ver blanco por el placer. Sus manos se posicionaron posesivamente en las caderas ajenas para impulsarse mejor, entrando y saliendo, primero de manera suave antes de tomar un ritmo más rápido.

 

«Estás aquí...»

 

Gemidos que se perdían en el sonido de la lluvia que resonaba con más ímpetu en el exterior, ahogando incluso ruegos desesperados que brotaban con cada latido de un corazón herido.

 

En el momento cercano al éxtasis, Sehun acarició el rostro de Luhan con delicadeza, anhelo, desprendiendo amor en cada roce, mientras este se mantenía con los ojos cerrados y pronunciando el nombre de su menor una y otra vez, pero el nudo aún estaba ahí. Las lágrimas brotaron esta vez deslizándose por sus mejillas cuando juntos llegaron al orgasmo.

 

«¿Estás aquí

 

El rubio con el rostro perlado y pintado de placer, con sus labios entreabiertos y su cabello desordenado, acelerando su corazón. Sus manos entrelazadas con fuerza al ser uno otra vez.

 

Luhan gesticulando un "te amo".

 

Sehun rogando un "quédate" que se mezcló con un relámpago que iluminó la habitación nuevamente permitiéndole ver la sonrisa del mayor antes de sumirlos en una sofocante oscuridad.

 

«No te vayas».

       

El castaño despertó con la respiración entrecortada debido a un fuerte trueno. Estaba completamente empapado de transpiración y con el corazón palpitándole con fuerza.

 

Y solo.

 

Luhan no estaba.

 

Y una risa quebrada escapó de sus labios mientras notaba que estaba llorando, porque era obvio que su mayor no estaba ahí. No más. Luhan estaba en China. Muy lejos de él.

 

Y odio esa tormenta, la misma que lo hacia recordar a su amor. Porque era en los días de lluvia que Luhan volvía a él tan real como si nunca se le hubiera ido de las manos. Como si nunca se hubieran dicho adiós.

 

La lluvia siempre caeasí que esto se repetirá de nuevocuando se detenga es cuando yo me detendré también.

 

 

 


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