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El chico de rizos por Lynne Blair

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Notas del fanfic:

Ven y descubre la historia de Gabo y Dani... Dos pre-adolescentes que contaran su historia de amor en las maravillosas calles de Talca.

Notas del capitulo:

Es el primer fic original que subo... Y espero que les guste... 

 


1


El primer encuentro


 


Cuando tenía no más de seis o siete años, mi mamá descubrió que mi papá la engañaba con una mujer de Santiago. 


 


Eso fue devastador para mamá, porque para ella, su esposo y su hijo eran todo lo que tenía en su vida. Recuerdo que cuando mi padre le pidió el divorcio para irse con su amante y contraer matrimonio con esta, ella lloró por cuatro noches luego de que me hacia dormir. La escuchaba cada vez que sollozaba y se culpaba por no haber sido una mejor mujer y pedía perdón a dios, como si él pudiera hacer que mi papá volviera a estar con nosotros.


 


A los diez años mis padres se divorciaron, pero estaban separados desde que yo tenía ocho. Al principio sabía que algo estaba cambiando, pero no le preste mayor atención, es decir ¿Qué podría hacer yo si mi mamá y mi papá ya no se querían como antes?


Cuando mi papá se fue de la casa, me miró con un sentimiento de culpa que me caló hasta los huesos y me sonrió, como pidiendo perdón por todo. Yo no le culpaba de nada, a lo máximo el haber hecho llorar a mamá por tanto tiempo, pero nada más. Sabía que no tenía el derecho de obligarle a quedarse, porque un hijo que había nacido sin ser planeado en la vida de dos adolescentes no tenía opinión a nada.


 


Mi mamá solía llevarme, como una tradición, a jugar a la alameda hasta que cumplí los trece años. Para mí, aquello era grandioso, porque al ser uno de los pocos niños al vivir en mi calle, no tenía muchos amigos y casi ni jugaba más que cuando venían mis primos maternos a visitarnos.


 


Los juegos de la alameda, en aquel entonces, eran grandiosos. El tobogán, los columpios y las ruedas de vehículos puestas a la deriva, fueron mi maravillosa infancia y pre-adolescencia.


 


Una vez de las tantas en que mamá me llevo, me perdí. Salí a recorrer más allá de las viejas rejas del recinto y frente a mí se presentaron las largas calles de la cuatro norte.


 


Caminé y corrí por toda la extensión de la alameda, los arboles me saludaban y mis zapatos negros se tornaron plomizos por la tierra que había... No me importo mucho, ni siquiera me puse a pensar sobre lo que podría luego de que saliera de ese sitio porque yo solo quería salir un poco de la típica rutina y ver que había mas allá de los juegos


 


Recuerdo que nuestro encuentro no fue del todo más romántico. A los diez años, mientras corría para ser "libre" choque con aquel muchacho que tenia uno o dos más años de edad que yo. Su cabello era rizado y negro como la noche, sus ojos eran de un extraño color azul marino y su piel... Oh su piel era tan blanca que parecía ensuciarse al tocarla con tus manos.


 


Sentados en el suelo, ambos nos observábamos, intentando descubrir quién daría el primer paso.


 


Ahora que lo pienso, en mi mente me imaginé una maravillosa escena en donde él me sonreiría y me extendería su mano para ayudarme a levantarme, como si fuera mi príncipe azul. En aquel tiempo, mi inocencia era tan grande, que no me molestó ni me asustó el pensamiento de aquel chico como un amante furtivo de amor de niño. Pero al crecer, pensamientos como ese serían más rutinarios que cualquier otro y a causa de eso la crueldad del mundo se presentaría frente a mis ojos.


 


Con una mueca de disgusto, él se puso de pie y comenzando a soltar maldiciones, se limpió su ropa mirándome disgustado.


 


"¿No puedes andar con más cuidado, cabro chico?"  Su voz amenazante, me llegó como un golpe duro del que no tuve mucho tiempo de salir, ya que me tomo de los brazos y como si no pesara más que unos kilogramos me puso de pie frente a él mientras se cruzaba de brazos. "¿Qué hace un niño como tú por lugares como este?"


 


"¿A qué te refieres?"  Pregunte disgustado luego de salir de mi confusión, la imagen del gran príncipe azul, se fue instantáneamente  "¿No crees que es de mala educación tratar de esa forma a los desconocidos?" Le reprendí como si fuera su madre. Él se rió ante mi posición de niño educado y negaba con su cabeza.


 


"A lo que he llegado... Un pendejo retándome por mi vocabulario." Dijo mientras soltaba una que otra carcajada.


 


"Eso es quizá porque a mi si me enseñan modales."


 


"No creo que sea por eso."Susurró después de calmarse un poco de lo que había dicho. Me miro con sus ojos azul oscuro… Y me fije que su iris estaba grande y redondito, como la de un niño al que le ofrecían un dulce después de horas y horas de estarlo pidiendo. Él me miraba como intentando buscar la explicación del mundo y yo solo me estaba perdiendo en su mirada. El mar  fue lo que pensé luego de quedarme viendo un buen rato sus ojos… Eran de un azul tan oscuro y profundo como el mar… Y yo, en ese preciso momento, solo quería meterme a nadar en ellos… Y perderme en todas sus memorias e imágenes que había visto.


 


. "Me llamo Gabriel" Dijo después de un largo silencio de estarnos mirando. Su voz, me pareció chillona y sin gracia, algunos gallitos se le escaparon, pero preferí callarme antes de soltar una carcajada " Y tú, ¿Cómo te llamas?"


 


"Daniel" Conteste seco. Mi nombre nunca me gusto mucho, para ser sincero. Mi mamá me decía Dani de cariño pero eso siempre me recordó al nombre de una niña. Realmente, desde pequeño que me disgustaban las niñas. La mayoría de ellas son chillonas y lloronas, no puedes hacerles una broma o jugar brusco con ellas sin que se pongan a llorar o te acusen con tus papás… Así que para mí, el que me dijeran Dani, era una broma de mal gusto, aunque obviamente, dependía de quién lo dijera, pero en la mayoría, odiaba que me llamaran así.


 


“Así que el señorito se llama Daniel..." Le escuche decir con burla" Dígame usted, pequeño joven, ¿Que anda haciendo por lugares como este?"


 


“Nada... O sea, andaba jugando en los juegos de alameda con mi mamá y me escape un rato para ver que había afuera... Y... Ahora choque contigo..."  Le mire desconfiado. Mamá siempre me reprendía por cosas así, pero yo continuaba igual. No iba a cambiar actitudes mías por personas que ni conocía.


 


 "No deberías separarte de ella, niño"  Me dijo " Te puedes perder o quizá con que te puedas encontrar"


 


Me tomo de la mano como un hermano mayor lo haría y me llevo devuelta hacia donde supuse que estaría mi madre.


 


Gabriel estuvo en silencio todo el camino. Solo se preocupo de que yo no me soltara de su mano y volviera a salir corriendo.


 


Su mano era un poco más grande que la mía y había un cierto calor en ella que me hacía imposible soltarla.


 


No me fije mucho en Gabriel en ese momento, porque iba más concentrado en soltarle la mano y seguirle de cerca. Me di cuenta que pasamos por fuera de la estatua de Don Bernardo O'Higgins y del Liceo Abate Molina, y que un poco más allá estaban los juegos. Gabriel apuro el paso, tironeándome con su mano, llegamos en menos de cinco minutos.


 


La mayoría de los juegos estaban vacios, porque ya eran como la seis de la tarde y al estar en invierno ya estaba un poco frio y oscuro. Gabriel me hizo un gesto con la mano en señal de que buscara a mi madre y me soltó la mano. Yo solo hice un mohín y comencé a recorrer el lugar para tratar de encontrarla. Pase por las bancas que había adentro y no estaba. Un poco mas asustado, me metí a los juegos altos específicamente en el tobogán, para poder buscarla en mayor altura y abarcar más terreno de una. La vi, por el lado contrario en el que entramos Gabriel y yo.


 


Estaba junto a unos carabineros y se encontraba llorando desconsolada. Me baje del juego y corrí hacia ella. Recién a unos metros de distancia, pareció percatarse de que yo iba corriendo a su lado.


 


Me miro con una cara que recordare hasta el día de mi muerte, sus ojos verdes estaban rojos y llorosos, como cuando mi papá nos dejo, su maquillaje se había corrido todo, dándole un aspecto penoso y lastimero… En ese mismo minuto, al verla en ese estado, me prometí a mi mismo que nunca más me escaparía y la dejaría sola. Nunca más en mi vida.


 


Cuando estuve a su lado, pareció que salió de su pesadilla y se arrodillo ante mí para cubrirme en un abrazo.


 


"Mi niño... Mi Dani... Oh mi bebe precioso... Pensé que te habían hecho algo y yo... Oh mi dios yo" Sollozo sobre mi hombro sin soltarme.


 


Le devolví el abrazo y me entraron ganas de llorar. Arrugue la nariz y cerré los ojos para que así no se escapara ninguna gota de agua. Los señores de verde solo nos miraron y se despidieron luego de que mi mamá se separara de mí para darles las gracias, aun secándose las lágrimas.


 


Me tomo de la mano y me llevo dentro de los juegos nuevamente, para limpiarse la cara antes irnos, yo aún estaba un poco acongojado por todo el temita de haber hecho a llorar a mi mamá y estuve como un muñequito todo el camino a casa no decía ni hacia nada que mi mamá no dijera.


 


Luego, cuando estuviéramos tomando once, y mi mamá me preguntaría que estuve haciendo para perderme por cerca de dos horas, solo en ese momento me acordaría del muchacho de rizos y piel blanca, al que no  le di las gracias por haberme ayudado.


.


.


.


 


Gabriel... Un nombre que recordaría por el resto de mis días... Y quizá mucho más que eso.

Notas finales:

Bien... Como podran haberse dado cuenta... Este fic esta ambientado en Chile, Talca especificamente ,por lo que, es posible que tenga ciertos modismos de mi pais ( que es mas que probable porque mi idea es que fuera así... Hablar con el "po" y esas cosas) Así que en caso de no entender algo, no duden en decirme y en lo posible les intentare explicar...

Acepto todo tipo de critica, no se preocupen en dejar su opinión sobre este capitulo, y no duden en decirme las faltas horrograficas, porque quiza tenga... Así que no duden en decirme

Espero que les haya gustado y nos leeremos pronto... Hasta luego


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