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Memory of Colors por Shana A

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Un año más pronto llegaría a su fin, sin un cambio drástico, el siguiente año seguirá igual, algunos morirán, otros nacerán, lleno de tristezas, llenos de momentos felices, todos fugaces para nuestra corta vida, después de todo somos una de las especies que tienen una tasa de vida menor comprada con el resto, aun sí somos los que más disfrutan su vida, ya sea para bien o para mal.

– ¡Rikkaru! – escuche a alguien gritarme. Mi hermana mayor, Midori. No entiendo porque me grita, estoy sentada solo a unos metros, al otro extremo de la sala.

– No grites.

– ¡Ah! Estabas aquí – parecía sorprendida. Me pregunto cuántas veces ya ha pasado esto, al parecer para ella soy invisible. No importa cuanto lo intente, no importa cuántas veces le haya hecho ver que estoy aquí, a su lado, no importa mis acciones porque nunca seré notada por la única persona que realmente quiero que me vea, mi hermana mayor.

– Me voy a mi cuarto, tengo tarea – mentí, pero ella no puede darse cuenta, ni siquiera me mira cuando me alejo, me pregunto si alguna vez dirigió su mirada hacia mí por más de dos minutos.

Subí las escalaras, dirigiéndome a mi habitación, abrí la puerta para entrar, viendo que dentro estaba ya un ser conocido por mí, mi contratista.

– Rikkaru te demoraste – me habla con una ligera sonrisa la joven sobre mi cama, su tez pálida y fina, contrasta con sus cabellos verde oscuro, así como con su vestimenta negra. Sus ojos verdes claro siguen cada paso que doy, hasta llegar frente a ella.

– Mastema – le llame por su nombre – ¿Cuántas veces te he pedido que no aparezcas de la nada?

– Es aburrido estar alejada de ti – era su respuesta siempre – No me gusta ser como las otras contratistas, no me gusta estar lejos de mi contenedor – me abrazo de manera posesiva – Yo soy tu ángel, yo cumpliré todos tus deseos, anda solo pídelo Rikkaru – acerco su rostro al mío, conservando aquella sonrisa arrogante y superior que siempre tenía.

– Yo no tengo deseo alguno que tú puedas cumplir – le di la misma respuesta que siempre.

– Sí los tienes, no olvides que puedo ver a través de ti – me tomo del rostro con aquellas garras negras que tenía en lugar de manos – Soy el ángel que viene a librarte de las injusticias, solo debes aceptar mi poder y pagar el precio – me intento seducir con su tono dulce.

– Mastema, esto no es divertido, quiero irme – dicho esto me soltó rápido.

– ¡Haberlo dicho antes! – sonaba con cierta alegría – Es hora de sembrar la muerte en nuestro reino.

Siguió hablando, no logro comprender del todo a Mastema, aun si hice un contrato con ella, no puede cumplir mi deseo, mi verdadero deseo, es por eso que sigue insistiendo con una nueva forma de contrato, aunque ella solo fue atraída por mi deseo. Desde nuestro contrato me vi involucrada en más de lo que me gustaría.

Me acosté sobre mi cama, para cerrar los ojos, para dejar este dulce sueño e ir hacia la verdad, la realidad que es una pesadilla.

Al levantarme estaba en una habitación amplia y solitaria, decorada con un papel tapiz elegante con un diseño de tréboles verdes, me gustaba por eso aún conservaba eso de aquella antigua habitación.

Junto a mí, apareció Mastema, ella podía ir y venir entre ambas realidades, era parte del contrato que pudiera hacerlo, o eso decía ella.

– ¿Cuáles son las tareas para hoy? – pregunte mientras empezaba a caminar en aquella infraestructura, que se asemejaba a una antigua catedral, quizás aquí antes vivieron en paz, antes de toda la guerra que trajo consigo la tristeza y decadencia actual.

– No se han reportado ningún ataque, tampoco relaciones sospechosas con otras legiones o indicios de rebeliones – me informo mientras me acompañaba – Líder de la legión Verde, Kagawa Rikkaru, ¿Qué opina sobre la nueva adquisición del Líder de la legión Azul?

Hace poco, nos enteramos que la legión Azul adquirió un nuevo combatiente, que quizás ocuparía el lugar que dejo Daniela tras su muerte. Inocente y amable Daniela, al final de nada sirvió tu sacrificio por tu persona amada, ¿Acaso es suficiente satisfacción verle de lejos? Yo solo me frustró por esto, mientras tu muestras una cálida sonrisa, pensé que quizás comprenderías que es amar a una persona prohibida, pero nuestro pensar sobre ese tema es completamente diferente; es mejor que mi persona anhelada siga en la ignorancia, no quiero sacrificarme por un amor que nunca sucederá, no quiero pensar que al final solo seré olvidada, que mi vida fue solo en vano, que tu vida será la misma sin mí, querida hermana.

– Mientras no se metan en los asuntos de la Legión Verde, pueden hacer lo que quieran – fue mi respuesta con tono cortante.

– Si esa es su respuesta, debería declararse neutral como la Legión Naranja – note burla en su tono.

– No hagas comparaciones, sé que tarde o temprano vendrá otra guerra, un nuevo conflicto en donde tendremos que pelear por nuestros ideales, no permaneceré tranquila viendo como los demás se matan entre ellos, porque el resultado me afectara también a mí, a mi legión, que no es la más pacífica pero tampoco la más conflictiva, como la mayoría de las otras viven en ciudades subterráneas, pero yo soy quien se encargara de que sus vidas no se vean envueltas en más problemas.

Mastema solo me vio mientras sonreía con aquella arrogancia que le caracterizaba, acaricio mis cabellos, jugando con algunos mechones de mis coletas.

– Eres complicada y débil, pero sigues luchando – desato mis cabellos – Me gustas más con el cabello suelto, enmarca hermosamente tu rostro de muñeca – paseo suavemente sus garras por mis mejillas, sin hacerme daño alguno.

– No desates mi cabello sin permiso – pedí pero no aparte su tacto.

– No es que te guste tener el cabello amarrado, es solo que te gusta usar las cintas que tu querida hermana te regalo – se burló mientras volvía a atar mi cabello.

Mi querida hermana me regalo estas cintas color negro cuando tenía ocho años, es mi bien más preciado, porque fue de una época donde nuestra relación era más unida, más cálida, una relación que ya nunca volverá. Lo que una vez fue roto ya nunca podrá volver a ser lo mismo.

– En todo caso, al parecer el nuevo miembro de la Legión Azul parece ser muy fuerte – siguió hablando Mastema.

– No me importa – fue directa – Mientras no intente nada contra la Legión Verde seguiremos en esta paz armada.

Me dirigí hacia la parte subterránea de la construcción, bajando hacia la rustica ciudad que vivía allí. Las casa eran pequeñas y simples, los caminos no eran lisos, se sentía una brisa fría por la temporada, aun así todos parecían estar tranquilos.

– Oh, es la señorita Rikkaru y el ángel Mastema – me dirigió la palabra una joven hechicera del lugar.

– ¿Ángel? – mire a Mastema, quien tenía una radiante sonrisa en su rostro. Ella adora ser llamada ángel, aun si es realmente podría decirse es todo lo contrario.

– Así es, yo soy Mastema, el ángel que acabara con la injusticia y condena a todos aquellos que las practican – se jactaba de sí misma con una brillante sonrisa narcisista en su rostro. Me pregunto si todos los contratistas son así, aunque no he escuchado la declaración personal de algún otro, por lo que no podría generalizar.

– Señorita Rikkaru, ¿Es cierto que hay grupos rebeldes infiltrado en las legiones? – pregunto ella con cierta preocupación.

– No te preocupes, no pasara nada aquí – respondí con seguridad, no dejaría que un simple grupo destrozara toda esta comunidad que trata de vivir lo más en paz que es posible.

– Es bueno oír eso, esperemos  no pase nada – parecía más tranquila y aliviada.

La conversación fue breve, Mastema y yo seguimos caminando por las rusticas calles, mientras veíamos como todos seguían con sus actividades diarias, algunos se paraban a saludarnos, mientras otros lo hacían de lejos.

– Rikkaru es la más popular – intento avergonzarme.

– Es solo porque mantengo sus vidas en paz – respondí con tono cortante.

– Serias más popular si no tuvieras ese tonito que suena a insulto, pero bueno, ese también es otro de tus encantos – de nuevo se burlaba.

Mastema detuvo su paso elegante, me detuve también, esperando algún tipo de explicación.

– Rikkaru, deberíamos volver.

– ¿Qué ocurre? – supe rápidamente que trataba de ocultarme algo. No era la primera vez, siempre sabía cuándo mentía, mayormente lo hacía porque trataba de ocultarme cosas que alterarían mi rutina.

– Solo regresemos, este lugar ya no es divertido.

Antes de que pudiera preguntar más sobre el asunto, vi algo que me sorprendió, aquello que ella trataba de ocultarme.

La joven de cabello corto marrón y hermosos ojos verdes, se paseaba la ciudad como si fuera algo común para ella.

– Mi…Midori – susurre sin creer que estuviera allí.

– Ella no debería estar aquí – Mastema se mostraba sería en este asunto – Ella fue traída aquí, inducida por alguien o algo.

– Entonces debo liberarla – intento acercarme, pero Mastema me toma fuerte del brazo, impidiéndome moverme.

– Si fue inducida no deberías ir tan rápidamente, es mejor esperar, además por su forma de caminar pareciera como si no fuera la primera vez que está aquí.

– Pero, ella no debe estar aquí, no debe, debo ayudarla, debo ayudarla antes de que algo malo le pase de nuevo – no quise escuchar razón alguna, me solté de su agarre, apresure mi paso hacia mi hermana, pero cada vez se sentía más lejana.

Subimos a la superficie, habíamos cruzado los límites de la legión verde, pero esto poco me importaba. Ella se detuvo.

– ¡Midori!

Al gritar su nombre, ella se giró para verme, me miro con cierta sorpresa.

– ¿Rikkaru? Sabía que estabas aquí pero no espere encontrarte tan pronto – sonrió alegre.

– ¿Cómo fue que llegaste aquí? – fue directa con mi pregunta, ella no debería estar aquí, no debería ser capaz de venir, aun si pudiera está demasiado tranquila como si nunca hubiera sucedido nada, como si aquel hecho en nuestra historia fuera mentira, como si ella nunca hubiera estado cara a cara contra la muerte.

– Pero si tú fuiste quien me mando a llamar – sonrió despreocupadamente, yo no hice lo dicho, tampoco creo que Mastema lo hiciera.

– ¿Quién te dijo aquello? – esta situación era demasiado sospechosa.

– La chica de allí – señalo detrás de mí.

Antes de que pudiera reaccionar vi una espada atravesar mi cuerpo, la sorpresa me invadió a tal punto de no poder moverme, la espada salió de mi interior.

– Esto será suficiente – oí la voz de una mujer.

Midori mostraba la sorpresa y miedo en su rostro, no podía dejar que esto avanzara más lejos, podría salir herida.

– Pensé que sería algo más difícil – me gire para ver a mi agresora, una joven de tez pálida con cabello largo anaranjado que cubría parte de su rostro – ¿Quién eres? – fui directa.

Ante mi sorpresa la joven cambio de forma a un ratón para salir corriendo, pero ella no era mi prioridad, me acerque rápidamente a mi hermana.

– ¡Rikkaru! ¿Te encuentras bien? Por favor se sincera – se notaba verdaderamente preocupada, eso logro apaciguar mi dolor en cierta parte, era agradable que me hablara directamente como antes, aun si tuviera que pasar este tipo de situación para lograrlo.

– Lo siento – la voz de aquella mujer hizo eco. La busque con la mirada pero debí haberme concentrado en el peligro que ahora nos amenazaba. Tome el brazo de mi hermana para jalarlo, intentando alejarme con ella pero fue tarde, una gran exposición cayó sobre nosotras, ambas quedamos sobre el suelo, aquel ataque que recibimos parecía tener incluida un tipo de maldición.

– No puedo moverme – susurro Midori, pero al estar tan cerca pude oírla claramente – No puedo moverme – me miro asustada, sus piernas estaba cubiertas con esas marcas negras de maldición. Debía mantener la calma, aun podíamos salir a salvo.

– Lo siento – escuche la voz de la mujer nuevamente, aquel tono de tristeza y culpa, me anuncio que otro ataque vendría.

– ¡Mastema! ¡Mastema! – grite con desesperación.

La figura elegante de la contratista apareció frente a nosotras – Tal parecer que ahora tendrás que hacer un contrato conmigo, lo quieras o no – una sonrisa de satisfacción surco su rostro.

– ¡Te daré todo lo que quieras! ¡Todo! – lo único que no quería era ver a mi hermana a punto de morir nuevamente, aun si para eso tenía que sacrificar algo propio nuevamente. La figura de mi hermana se veía cada vez más hinchada, empezando a adquirir un color grisáceo.

– Primero lo primero, no me estorbes muñeca – la mirada de Mastema se dirigió a algún punto, seguramente le hablaba a aquella mujer. El ambiente a nuestro alrededor comenzó a cubrirse con una nube color verde oscuro – Así nadie podrá interrumpirnos – sonaba feliz por este hecho.

– Lo único que quiero es…

– Lo único que quiero es salvar a mi hermana – completo mi frase con burla – No es la primera vez que me lo pides, ¿Has olvidado tu cumpleaños número diez? Esa frase insoportable la repetías cada vez más y más, un deseo impuro ante los ojos de todos pero el sentimiento que posees es simplemente exquisito, porque aun si no es correcto, siempre la antepones, aun sobre tu deseo – tomo mi rostro con sus garras apretándolo un poco – Si no te hubieras distraído con tu querida hermana, habrías notado la trampa ahora, si no te hubieras distraído con tu querida hermana cuando cumpliste diez años, ahora tendrías tus poderes, tus verdaderos poderes – soltó mi rostro, sentía las ligeras líneas de sangre caer por mi rostro, seguramente me había arañado al momento de soltarme – Pero si no fuera gracias a tu querida hermana, en tu cumpleaños número diez no habrías sacrificado tus poderes de hada para salvarla de su muerte, si no fuera por tu querida hermana nunca nos hubiéramos conocido, si no fuera por tu querida hermana, ahora no podríamos hacer el contrato, así que por primera y espero única vez diré esto, ¡Gracias Midori! – parecía disfrutar con una extraña malicia suya este hecho.

– Ya te dije que te daré lo que quieras, solo quiero que la salves.

– Claro que obtendré lo que quiero, siempre lo obtengo, y lo que más anhelo es tu vida – su expresión se tornó con tal placer que me causaba escalofríos.

No veo importancia de mi vida para ella, no veo el valor que le pueda dar, ella pide devorar mi vida, mi alma, mi cuerpo. Tengo miedo, tengo dudas, pero no puedo dejar que la persona más importante para mí muera frente a mis ojos, ya una vez mi querida hermana se sacrificó por mí en este mundo, verla al borde la muerte me hizo usar todo mi poder, le di todo mi poder para devolverle la vida, aunque al ser tan joven para realizar ese acto tuve que pagar un precio, no solo perder mis poderes, involucrarme con esta realidad podrida, ocasionando que mi hermana me mirara cada vez menos, después de todo ella quiso olvidar todo lo relacionado a ese ataque, incluso a veces pienso que también quiso olvidarme a mí.

– Soy tuya – mi voz tembló, no pude evitar que las lágrimas empezaran a brotar para descender por mis mejillas – Soy tuya, Mastema quiero hacer el contrato contigo a cambio de que alejes para siempre a mi hermana de esta horrible realidad – mi voz parecía más débil con cada palabra.

Una suave sonrisa cruzo por su rostro, todo se volvió cada vez más y más oscuro, sin embargo la sombra del color verde seguía allí, no pude ver más, no pude oír más, no pude sentir más, no pude vivir más.


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