Baekhyun nunca tuvo suerte.
El día que nació estaba nublado, llovía y su padre llegó varias horas tarde, a parte de que casi se le cae a una enfermera de los brazos y sus problemas respiratorios, que le hicieron permanecer en una incubadora durante dos meses.
Su infancia tampoco fue especialmente afortunada. Era pequeño, torpe y solía enfermar con facilidad.
Cuando salía al patio del colegio tropezaba, se caía, se manchaba, los balonazos siempre impactaban en su cara, la arena se metía en sus ojos y, si había algún charco cerca, seguro que el pequeño Byun Baekhyun iría directo hacia él, mojándose, en el mejor de los casos, hasta los tobillos.
En casa sus juguetes se rompían con facilidad o se perdían, y en más de una ocasión su querido perro, quizá irónicamente bautizado por el pequeño como Lucky, se los comía.
Tampoco tenía mucha suerte en su cumpleaños. Cuando soplaba las velas del pastel no se apagaban o se quemaba con la cera derretida. Los regalos no solían ser lo que él quería y Lucky siempre le quitaba el último trozo de tarta.
Baekhyun entró en el instituto siendo, aún, un chico pequeño y frágil, y su suerte no cambió mucho. Seguía tropezando en los pasillos, fallando en sus exámenes y, en más de una vergonzosa ocasión llamó "Mamá" a la profesora de Matemáticas. Todo esto sin contar aquella vez que, con la finalidad de no llegar tarde a un examen de Historio, que acabó suspendiendo, se tuvo que ir en su, muy poco masculino o maduro, pijama de ositos.
No, definitivamente, Byun Baekhyun no era un chico con suerte. Pero, como el mismo pudo comprobar, las cosas a veces cambian, y para él cambiaron un miércoles cualquiera durante su último año de instituto.
El, ya casi adulto, pequeño Baekhyun salía de su clase de Biología después de haberse cortado con una hoja de papel, lo que venía ocurriendo una vez cada diez días, más o menos. Mientras caminaba hacia el baño, con su puño apretando el dedo dañado, vio un enorme cuerpo caer al suelo, seguido de un quejido. Baekhyun se quedó inmóvil, viendo como un chico de, aparentemente su edad, se levantaba y se sacudía la ropa, estirándose y mostrando su gran altura y una amplia sonrisa.
El pequeño se le quedó mirando sin entender como, después de semejante golpetazo, el chico podía sonreír así.
─ Oh, ¿me has visto? ─ preguntó mientras su cara se tornaba de un adorable color rojo ─ Creía que no había nadie en el pasillo. Me tropecé con algo ─ añadió riéndose nerviosamente.
─ No hay nada en el suelo ─ contestó Baekhyun mirando a su alrededor.
El chico enrojeció aún más, mirándose las manos magulladas de la caída.
─ Bueno, no creo que decir que el suelo quería un abrazo cuele, ¿no? ─ Baekhyun negó, sin poder evitar soltar una pequeña risa ante el comentario ─ Por cierto, soy Park Chanyeol, acabo de llegar. Te daría la mano, pero no quiero mancharte.
─ Soy Byun Baekhyun. Y no te preocupes por mancharme, si no lo haces tú acabará pasando de una forma u otra.
Chanyeol sonrió y le estrechó la mano, mirándole a los ojos y sin quitar esa, casi estúpida, sonrisa de su cara. El pequeño se sintió contagiado, sonriendo también, y siendo reacio a soltar la mano del grandullón de enfrente, que tampoco parecía querer romper el contacto.
─ Oye, Chanyeol, ¿puedo saber como eres capaz de sonreír así después de casi dejarte los dientes en el suelo?
─ Cuando llevas toda la vida cayéndote cada dos pasos aprendes a hacerlo cada vez que te levantas r13; contestó encogiéndose de hombros.
Baekhyun le miró fijamente, viendo la sinceridad y la positividad en sus ojos, sintiéndose casi instantáneamente atraído por ellos. Respiró hondo y enrojeció antes de abrir la boca.
─ ¿Crees que podrías enseñarme a sonreír de esa manera?
─Será un placer hacerlo, Baekhyun ─ contestó con una sonrisa aún más grande, si es que eso era posible, que antes.
Así fue como el pequeño, torpe y poco afortunado Byun Baekhyun recibió un golpe de suerte, aunque el golpe más bien se lo llevó Chanyeol.
No es que haya dejado de tropezarse, mancharse, cortarse con el papel o que Lucky ya no se coma sus cosas, pero ahora ha encontrado a alguien con tan mala suerte como él, y ambos se sienten realmente afortunados de tener a alguien con quien sonreír cada vez que se levantan.
─ FIN ─