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El Djinn y un alquimista por darknesskitsune

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Notas del fanfic:

Saludos he aqui yo con otro fanfic, espero realmente que les guste, saludos de Dark Kitsune! (^-^)7

Suspire con pesadez, era otro día tranquilo en mi hogar, encerrado en mi laboratorio que tantos años me costó levantar. Analizaba algunas viejas notas mientras mi hombro derecho volvia a arder. Cuanta molestia, el dolor no me estaba dejando concentrar en lo que debía hacer, me lance al sofá, lleve mis manos a mi nuca pensativo mientras miraba el techo de piedra de mi laboratorio recordando, si, recordando, aquellos años en los que fui joven, aunque esto era un decir, pues mi cuerpo no había envejecido ni un apice, aun conservaba mi cuerpo bajito de 1.69, trataba de mantener mi figura esbelta y algo trabajada, mi cabello rubio siempre bien peinado, con mis ropas negras de cuero y mis pesadas botas, mi apariencia de niño siempre era un problema, casi no podía salir de casa. Suspire y mire mi estantería, viendo una lámpara dorada, me levante y la tome entre mis manos. Tenía algo de polvo que cubría una inscripción, con un trapo la limpie solo para llevarme la sorpresa de mi vida cuando comenzó a expulsar humo rojizo.

Observe al ser frente a mi, cabello rubio, mas alto que yo al menos por una cabeza, ojos rojizos, tez blanca, ropas orientales, aquellas que tantos recuerdos me traían, tenia dulce voz, pues con una sonrisa me miro y dijo –Hola Amo-
Quede helado mirándolo ¿Cómo era posible? Era un Djinn, un espíritu del fuego y el barro que concedia deseos a los humanos, aunque siempre todo tenía un precio. Lo mire saliendo de mi estupefacción y sonreí –Hola, mi nombre es Nicolás, un placer conocerte- Respondí con mi calma usual, había visto de todo en todos mis años de vida inmortal, me fui hacia el sillón y regrese a sentarme mientras el miraba curioso mi reacción y el lugar donde estábamos.
-Soy un Djinn- comento con enormes animos mirándome –por liberarme de mi lámpara te concederé tres deseos- exclamo con felicidad y yo sonreí, sacando de mi bolsillo un anillo con un diamante carmesí le dije.
-lo siento señor Djinn… pero siendo yo un alquimista y además poseer esto- la piedra brillo un segundo –creo que no hay nada que puedas concederme, solo disfruta del aire fresco, entretente y ponte cómodo- Me miro incrédulo, supongo que por mis palabras y por el anillo que portaba.
-No puede ser… ¿Cómo puede poseer algo como eso?- me dijo con clara incredulidad –el mismo rey Salomon comprobó que esa piedra esta maldita… amo Nicolas-
-Esto es lo que obtienes al buscar y encontrar- Suspire pesadamente sin querer entrar en mayores detalles, el método de creación de la piedra era indigesto, aun me sorprendo de que yo y Salomon pudiéramos crearla. El rubio seguía con sus ojos fijos en la piedra, mirándome entre apenado y asombrado.
-Desde que el rey Salomon murió que no veo una piedra Filosofal, esa piedra casi destruyo el mundo una vez-
-Yo soy mas antiguo que Salomon- Dije con un suspiro pesado mirándolo, la verdad el me recordaba al joven que conoci –Paracelso, Nicolas Flamel, siempre fueron la misma persona… Yo-
El asombro del Djinn con esa nueva información era palpable, me miro al borde de la incredulidad -es usted el viejo amigo de su majestad, me hablo de su amigo que le ayudo con la piedra, aunque corrieron muchos riesgos, ambos consiguieron la inmortalidad debido a ello, pero su majestad la uso para crearnos a nosotros- Hizo aparecer una mesa llena de comida y tomo una mandarina comenzando a pelarla y a sacar un gajo.

-he... Salomon siempre fue así- Suspire pesadamente mirándolo con calma como hacia su tarea de pelar la mandarina - yo llevo muchos siglos vivo, recordando los gritos y llantos de horror de las personas que sacrificamos para crear estas malditas piedras... pero bueno, te aburriré si hablo de esto-

-no me aburre- Aseguro dándole un mordisco a la jugosa fruta, pues un poco de este escapo de sus labios, humedeciéndolos de un modo deseable -conozco la versión de su majestad, pero jamas me dijo que os llevo a crearla-

-codicia, orgullo y la juventud- Dije mirando la piedra con pesar, viendo en su reflejo todo lo que viví con Salomon para poder crearla -creíamos que podíamos ser dioses, que podíamos hacer lo que fuera-

-técnicamente lo consiguieron amo Nicolas, son lo más parecido a un dios, su majestad nos creó a los djinn ¿y usted?- Me pregunto con esa adorable carita llena de curiosidad, me sorprendía lo parlanchín que era o quizás era que me quería conocer, lo dudaba la verdad, conocía la leyenda de los Djinn.

Suspire con pesadez ante su pregunta, la verdad no había hecho nada útil con mi inmortalidad, no como Salomon -nada, solo he ayudado a científicos y a inventores a prosperar, siempre en las sombras-

Sentí su mirada penetrante, casi podía ver aun si hacerlo directamente, esos ojos carmesí escrutarme, aun desconociendo si era curiosidad o si había algo más entremezclado -tienes la misma mirada sombría que el rey Salomon amo Nicolas, sé que es la eternidad, es muy dolorosa-

-es dolorosa… más cuando no tienes a nadie con quien pasarla- Me levante acercándome a la mesa y cogí unas uvas, comenzando a comer con mi calma y parsimonia característica -mi único amigo está muerto-

El ser asintió dándome la razón -te entiendo muy bien, yo soy un mero sirviente, muchos humanos reclaman mis atenciones anhelando mi presencia pero en cuanto cumplo los tres deseos que puedo cumplir, me desechan como un papel inservible, por eso hago que se le vuelvan en su contra, asi sufren el precio de su vanidad y egoísmo-

Sentí algo de pena por él, sabia lo cruel que pueden ser los humanos -todos los humanos somos egoístas Phenex, ese es un rasgo natural, pues la maldad yace en el corazón de la humanidad-

El Djinn chasquea los dedos haciendo aparecer cojines como la habitación de un marajá, lanzándose a ellos -lo se amo Nicolas, pero estoy obligado a obedecer-

Tome una copa vacía, unas uvas y algo de agua, choque mis palmas y toque la copa creando vino y lo bebí con calma, pensando en lo duro que debía ser estar en sus zapatos -hum... eso es una lástima Phenex, pues... la verdad no deseo nada... que puedas concederme claro...-

Me volvió a mirar mientras seguía comiendo la mandarina, echado entre los cojines. -¿cómo concederle algo a alguien que es más poderoso que yo?- Me sonrió con calma y comprensión -por curiosidad ¿que desea?

Regrese a mi sofá, sentándome con un suspiro con la copa aun en mi mano -Revivir a toda la ciudad que asesine cuando cree esa maldita piedra… no haberla creado nunca, pero sin ella tu no existirías, por ende, mi error debe ser cometido, no puede ser corregido-

El djinn cerro sus ojos algo ensoñador -ojala pudiera cumplir algún deseo que anheles, miro tus ojos veo sinceridad en ellos, no codicia-

-eso me alaga viniendo de alguien con un alma tan pura- Intente sonreírle lo mejor que pude, aunque por fuera solo pareciera un atisbo de sonrisa.

El Djinn rio leve ante mi cumplido sobre su pureza -amo Nicolas, mi alma es puro fuego, mejor q nadie sabes que mi alma viene directamente del elemento más salvaje de todos, no sé si pureza seria lo indicado-

-he he el fuego jamás debe ahogarse, siempre debe ser libre- Moví la copa con el poco de vino que aún me quedaba en la copa, no sabía que desear y sentí que debía hacerle ese favor al pobre Djinn -deseo tu libertad de esa lámpara, que puedas hacer lo que quieras, viajar donde quieras, que no seas un mero sirviente-

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