POV Jellal
Desperté de repente, estaba soñando algo extraño, soñé que Natsu era solo mío, que me tomaba desesperado una y otra vez, me desperté cuando llegue a la mejor parte.
- Natsu… - dije al despertar
El sol me pego directo a la cara y me tape con una mano, estaba en mi cama, y casi no recordaba nada, me dolía un poco la cabeza, parecía como si hubiera tomado hasta morir, sentía una resaca enorme.
Me moví entre la sabana que tenía encima y sentí la mano de alguien, la levante y mire que efectivamente alguien tenía su mano en mi pecho, también me di cuenta de algo más.
- ¡¡Estoy desnudo!! – exclame
Tire de la sabana con fuerza y me topé con la escena más linda que hubiera esperado, mire a Natsu dormido a mi lado sin camisa y su mano puesta en mi pecho, dormía profundamente, era tan lindo verlo así, de pronto comenzó a abrir los ojos, me le quede viendo fijamente y solo se movió de posición, se tapó de nuevo y volvió a dormirse.
- Ufff, pensé que despertaría – dije aliviado
Me levante y tome rápido la primera prenda que encontré para taparme un poco, solo encontré una toalla larga que me puse amarrada a la cintura y fui al baño, cuando quise caminar mis piernas no reaccionaron al momento, comenzaron a temblarme y casi caí al suelo, me recargue en la pared y espere a reponer fuerzas.
- No fue un sueño – pensé
Al instante escenas de lo que había pasado la noche anterior venían a mi memoria, recordaba como Natsu me había hecho sentir en el cielo, al instante sentí algo húmedo sobre mis labios, me limpie con una mano y mire que había sangrado, ¡¡estaba sangrando de la nariz!!
Entre al baño y abrí la regadera, tome un baño con agua fría, la sensación que pase era demasiado calurosa, tenía que bajarme la fiebre.
Suspire en la regadera pensando si había hecho bien mi papel, me puse a pensar si Natsu estaba complacido con mi cooperación, de hecho si quiere me había mencionado sobre su nueva habilidad, y me sentí feliz de ser la prueba, a decir verdad lo que quería era sexo salvaje con él.
Pensaba que si lo hacíamos podría tenerlo a mi lado por siempre, pero no llegamos a más de lo que siempre hacíamos, eso pensaba.
- Jellal – escuche de pronto
- Sí, estoy en la regadera – respondí
- Perdón – dijo
- ¿Por qué? – le pregunte
Al instante mire su silueta frente a mí, solo abrí mis ojos como un par de platos y mi nariz dejo salir una gota más de sangre.
Rápido me voltee para no verlo pero sentí su mano en mi espalda, un escalofrió me invadió y quede como estatua.
- ¿Puedo bañarme contigo? – pregunto – te lavare la espalda – termino de decir
- Cl…claro – respondí
Tomamos un lago baño juntos, no sentía que pasara el tiempo, sin querer terminamos dándonos un largo beso y al final no pare de sonreír, de seguro aprecia idiota con esa sonrisa.
- Debes vestirte – le dije
- Pero no tengo otro juego de ropa – respondió
- Yo te prestare una – le dije suspirando
Entre toda la ropa guardada le preste lo primero que encontré, esperaba le quedara bien, aunque para ser sinceros yo era mucho más grande que él, de seguro le quedaba algo floja.
- Toma- le dije dándole un cambio limpio de ropa – espero te quede bien – termine de decir
- Bien – sonrió – ya me cambio
Le indique que bajara despues de que acabara de arreglarse, prepararía el desayuno para ambos, espere a que llegara y desayunamos juntos, al acabar solo dejamos los platos y salimos de casa, tenía que regresar a su casa ya.
Lo acompañe unas cuantas calles y despues me despedí de él, nos separamos y regrese a casa caminando lentamente, iba sonriendo mientras pensaba en lo sucedido, de verdad que estaba muy feliz, nada podía arruinar este momento.
Eso pensé hasta que llegue a casa, mire al entrar que la puerta estaba abierta, no sabía si por que la deje así antes de acompañar a Natsu, no parecía forzada pero algo no me daba buena espina, entre sin hacer ruido, camine hasta la sala pero no encontré a nadie, pensé que era mi imaginación así que me tranquilice un poco.
- Eres muy apuesto – escuche decir cuando sentí un golpe en la espalda
Despues de eso no supe que paso, cuando recupere la conciencia estaba tirado en una habitación completamente oscura, mis manos estaban atadas a la pared y no podía percibir a nadie a mí alrededor.
- ¿Dónde estoy? – pensé algo confundido – ¡me secuestraron!