Amaba su pequeño cuerpo, su cara de ángel, me encantaba tener su mano en mi mano, escuchar su risa cada mañana, me fascinaban sus labios y la forma tan diferente que tomaban cuando sonreía, amaba sus cambiantes tonos de cabello, me encantaba escucharlo cantar, y sobre todo, la vibración que invadía a mi cuerpo cuando lo hacía, cuando él me abrazaba, podía sentir como su corazón retumbaba en mi pecho, en ese lugar que era su cobijo cuando las lágrimas caían a mares sobre su rostro y cuando sus brillantes ojos dejaban de tener esa luz que tanto los caracterizaba, pero al igual que había tantas cosas que yo amaba de él, también había muchas que odiaba, porque odiaba cuando prácticamente se metía en mi cama y me convencía de poseerlo estando plenamente consciente del gran amor que yo tenía hacia él, y aun así, jugaba conmigo, era una destreza, era como si el jugara ajedrez tratando de ganarle a algo que no existía, tratando de idear una jugada para salir libre de todo el embrollo que provocaba en el grupo, porque él sabía las consecuencias, pero no le importaba con tal de que siempre obtuviera lo que quería.
Porque tenía una pareja y yo él era el amante, que lo único que esperaba era tener una oportunidad con él, que por un momento me eligiera antes que a su novio, que me dijera te amo tal cual se lo decía a él, que me besara como a él, que me acariciara y me hiciera sentir todo lo mismo que a él. Pero yo había llegado tarde a la repartición de su amor, llegue justo en el momento cuando él se lo daba todo a Bambam, a ese chico que era mi mejor amigo, pero también era la persona que más odiaba en todo el universo, y sobre todo, odiaba como me restregaba en la cara todo lo que Mark le hacía en las noches, las marcas que le dejaba en el cuerpo, la ropa destrozada que diariamente se encontraba en los desechos del departamento y sus hinchados labios después de una larga sesión de besos.
Pero poco a poco fui entendiendo que lo nuestro no era posible, lo evitaba, cuando se acercaba me daba la vuelta y me marchaba de ahí, cuando su mirada se fijaba en mí y me carcomía como si de ácido se tratara, le devolvía una mirada llena de ese ¨siempre te estaré cuidando pequeño¨ y aunque mil veces tratara de decirle que lo odiaba, terminaba diciendo te amo. Cada que estaba a punto de estallar y de sacar todo el resentimiento que tenía dentro, lagrimas era lo único que podía salir de mí, era un ser vacío, que se conformaba con ver a la persona más importante para él, en los brazos de otro.
Porque me canse de luchar, y de tratar de obtener a alguien que estaba a miles de kilómetros fuera de mis límites y eso era lo más vergonzoso, y llego el momento de la desesperación, en el que empezaba a caer en un precipicio que parecía no tener final y entonces caía y caía y la obscuridad me abrazaba como si estuviera esperando por miles de años a que yo llegara.
Y justo en cada momento antes de estrellarme de lleno en el concreto de la depresión, llegaba Jaebum y me sacaba de ese feo lugar, algunas veces era más fácil que en otras pero él nunca se rendía.
-Jackson sabes que Mark nunca te querrá como a Bambam verdad
-Lo sé, eso es lo que más me duele, porque crees que siempre estoy cayendo, todo gracias a él
-Nunca te dejare caer, siempre estaré para sostenerte antes de que impactes, eres mi mejor amigo, si te hundes me hundo a tu lado
-Gracias JB eres el mejor líder
-No solo eso, eres mi hermano, no te dejare va, ahora a bañarse y a dormir que mañana será un largo día
-Va, descansa, nos vemos mañana
Y antes de que JB se diera la vuelta para marcharse, le daba un fuerte abrazo, demostrándole todo lo que lo apreciaba
-Gracias
-De nada, ahora al baño, hueles horrible
Mientras me bañaba, Mark no podía salir de mis pensamientos, me maldecía internamente por estar siempre pensando en la persona que me consideraba su segundo plato. Mientras caminaba a la habitación sentí sus brazos en mi cintura, y su cálido aliento en mi nuca, quería voltearme y tomarlo a besos, hacerlo mío y que gimiera mi nombre en ese mismo pasillo, para que así todos supieran a quien en verdad le pertenecía, pero sabía que haciendo eso no solucionaría nada, porque al final, él no me amaba de la misma forma.
-Que pasa Mark
-Jackson tu nunca me traicionarías o si
-A qué viene la pregunta
-Contesta por favor
Podía claramente sentir la tristeza en su propia voz, sabía que había estado llorando, aunque estuviera a punto de morir tan solo escucharlo así me hacía querer ir y matar a quien hubiera logrado desaparecer la sonrisa de su rostro. Me voltee para verlo a los ojos y en menos de un segundo mi alma estaba destrozada, mi niño hermoso se veía tan frágil, más que nunca, marcas de lágrimas recorrían sus suaves y tersas mejillas, sus hinchados ojos me contaban una historia diferente que su fingida sonrisa
-qué te pasa Mark, quien te ha hecho llorar, dímelo por favor
Y las lágrimas que parecían haberse detenido antes, volvían a brotar, lo estrechaba en mi fuerte pecho, en su guarida, donde nadie lo podría lastimar, porque yo como su tonto siempre estaría ahí, aunque me hiriera una y mil veces más, él sabía perfectamente que lo esperaría no importaba el tiempo que pasara.
-Termine con Bambam, me ha estado engañando desde hace mucho
No sabía si sentir felicidad porque ya no eran pareja o ir y golpear a Bambam hasta que dejara de respirar, no entendía que él teniendo todo el amor de Mark le pudiera hacer algo tan vil.
-Tranquilo, Jackson está aquí, yo te cuidare por siempre
-Duele mucho Jack
-Lo sé, pero yo estaré a tu lado para curar tus heridas, porque te amo Mark y lo sabes y nunca he dejado de hacerlo, así que confía en mí, dame una oportunidad, aunque sea una vez, déjame ser el primero
Su leve asentimiento indicaba que por fin recibía mi recompensa por esperar tanto tiempo, talvez ya era momento de que fuera feliz…
O talvez no.
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma, de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
-No es que muera de amor / Jaime Sabines-