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ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO por Kitsune Nishizono

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Notas del fanfic:

Antes que nada, y como siempre, si se deciden a leer, muchas gracias. Pasado ese punto, espero que a nadie ofenda mi fic pues solo es eso, un fic. Si creen que tomo a la ligera las religiones judeo - cristianas, me lo pueden dejar saber, No por eso quitaré el fic (tengo libertad de expresión) pero entenderé su punto de vista. 

 

En fin, es cómico así que no se tomen nada muy enserio, ok?

Notas del capitulo:

PAIRING: HANCHUL (HanGeng x HeeChul)

 

Raiting: PG - 13 (Hay malas palabras y algunas insinuaciones sexuales pero nada del otro mundo)

 

Sinopsis: HeeChul es un ángel. HeeChul ha hecho algo que no debería y ahora está en problemas. LeeTeuk es el ángel menos feliz del Universo. Y HanGeng, HanGeng es millonario

Ángeles. Hermosas criaturas celestiales. Divinas. Perfectas. Soldados de Dios que velan por el bienestar de la obra más querida por el creador: los humanos.

 

                Casi siempre.

 

¿Quién dijo eso?

 

+++

 

-¡Teukie! ¡Teukie, Teeukie! ¡TEUKIETEUKIETEUKIETEUKIE! –El ángel volaba con rapidez en busca de su superior, sin importarle las reglas más básicas de convivencia angelical, los límites de velocidad. El otro ángel, otrora ocupado en admirar los bellos paisajes de la Tierra desde su portal celestial, daba un respingo al escuchar como DongHae se estampaba contra la puerta de la habitación al no lograr frenar a tiempo.

 

-¡Hae! ¡¿Estás bien?! –El menor de los dos ángeles se sacudía un poco, perdiendo el aturdimiento. Luego se tocaba la frente, donde un celestial chichón ya está haciéndose presente.

 

-¡No! ¡Digo, sí! ¡Digo, HeeChul! –LeeTeuk palidecía visiblemente ante tales palabras. HeeChul siempre ha sido la oveja negra del rebaño.

 

-No estoy seguro de querer saber que le pasó…

 

-¡Cayó! –Las manos de DongHae hacían un movimiento abrupto hacia abajo, reafirmando las palabras.

 

-¿Cómo que cayó? ¿Se tropezó nuevamente en la intersección de la nube 9 y la 18? Porque ya le he dicho que esa falla cósmica jamás va a moverse solo porque él lo quiera…

 

-¡No! ¡Nononononononononononono! ¡Cayó! ¡Perdió la gracia y cayó!

 

-¡¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?! –Todos los cabellos de la nuca del mayor se erizaban ante tales palabras. Como subordinado suyo, HeeChul se encontraba a su cargo. Y había caído. Ya no era un ángel. Más o menos. Tan ángel como Lucifer, justo así – ¡Ningún ángel se había caído desde hace más de 500 años con ese feo asunto de la gripe angelical invadiendo la Tierra y provocándoles peste bubónica a un tercio de la población! ¡¿Qué rayos hizo?!

 

-Ahm… -DongHae se rascaba la cabeza, apenado de tener que contarlo –Pues, abrió un lugar de diversión con juegos de azar y mujerzuelas…

 

                LeeTeuk no estaba seguro de si quería reír o soltarse a llorar. La escena entera le parecía salida de una mala película cómica.

 

-¡¿Mujerzuelas?!

 

-Ya sabes, prostitutas…

 

-¡Sé lo que es una mujerzuela, idiota! –Golpeaba la cabeza de DongHae. Este esgrimía de inmediato un enorme puchero para poder evitar mayor maltrato hacia su celestial ser -¡¿Cómo consiguió meter mujerzuelas al cielo?!

 

-Supongo que se arrepintieron de sus pecados en el momento correcto – Se encogía de hombros – La situación es que un momento estaba ahí, atrayendo ángeles con promesas de placeres nuevos y desconocidos y al siguiente… ¡Poof! ¡Caída libre!

 

-¡Ay Dios! ¡Ay Santísimo Dios! ¡Virgen purísima de la concepción! ¡No me puedo quedar sin él! ¡Es mi segundo al mando!

 

-¿No era KangIn?

 

-No desde que se bebió todo el vino para consagrar de aquél cura… Tuvo suerte de no caer también…

 

-¿Y qué harás entonces? –LeeTeuk se mordía los nudillos durante unos segundos, meditando las opciones. Finalmente suspiraba y, ya resignado, volvía a hablar – Tenemos que localizarlo antes de que le localice Lucifer o estamos perdidos…

 

-¿Por qué perdidos?

 

-¿Te imaginas a HeeChul viendo a Lucifer después de milenios? Sabes que siempre lo vio cómo su modelo a seguir; y la verdad ¿Te los imaginas juntos? Harán explotar algo. O todo.

 

                Y por supuesto, con semejante visión en mente, ambos corrían a reunir refuerzos para ir a buscar al de ojos almendrados.

 

+++

 

                El despertar abruptamente, muy temprano por la mañana, debido a que se ha caído medio techo de tu habitación, no resultaba precisamente reconfortante. HanGeng había gritado durante un largo periodo de tiempo, lanzando chillidos parecidos a los de un porcino en proceso de ser asesinado. Luego, tras el miedo inicial, se daba cuenta que no se encontraba solo. Ahí, a no más de metro y medio de distancia, había algo. Se trataba de una especie de bola de plumas gigantesca. O al menos ese pensamiento le duró un aproximado de 10 micro segundos. Luego, la bola se movía de pronto; como unos pequeños tics primero para dar paso a un movimiento mucho más convulso. Entonces HanGeng notaba que se trataban de alas, pues estas se disparaban hacia arriba, separándose entre sí del suelo. Solo entonces se percataba de la figura a la que estaban unidas las alas. Parecía un hombre de cabello ligeramente largo, con facciones un tanto delicadas y unos enormes ojos almendrados que en ese justo momento observaban de manera confundida el suelo. El hombre tan solo portaba algo parecido a una túnica alrededor de su cuerpo, dejando ver unas piernas delgadas, estilizadas.

 

                HanGeng hacía la cosa más prudente que cualquiera en su situación podía hacer.

 

GRITABA.

 

-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!!! – El hombre continuaba gritando desaforadamente al tiempo que sujetaba su sábana contra su cuerpo, como si de ese modo pudiese protegerse de la criatura que ahora se levantaba y agitaba las alas dubitativamente, quitándose escombros de las mismas. Continuaba gritando mientras que la criatura miraba hacia el cielo, con la cara de confusión absoluta y, habría podido seguir gritando por toda la eternidad de no ser porque la criatura le miraba de mala manera, harto ya del sonido.

 

-¡OSDFRIFJ! –Decía el hombre alado; o eso es justo lo que entendía HanGeng. Al menos dejaba de gritar para poder mirarle con confusión absoluta.

 

-¿Perdón? –Las alas se agitaban un poco y el hombre se tocaba la barbilla en un gesto pensativo, repasando con cuidado, los hechos en su mente.

 

“Eso fue… chino… mandarín… siglo XXI… ¿Qué hago en la Tierra? Bueno…”

 

-Dije “Deja de gritar”, estabas incordiándome a niveles nuevos y diferentes –Usaba un chino perfecto, sin ningún tipo de acento en específico. Más neutro que el de cualquier libro de estudio –Tengo una audición extraordinaria y tus gritos resultan sumamente odiosos, humano…

 

-Ah… -HanGeng deseaba seguir gritando, de verdad que sí, pero por alguna razón, tras lo que decía la criatura alada sentía que debía dejar de hacerlo. En su lugar lo miraba fijamente, tomando con una mano la almohada más cercana para atacarle si es que se atrevía a acercarse más de lo debido.

 

-Ahora dime… -Hablaba lento, como si el humano no pudiese entenderle, o más bien, entender algo en lo absoluto -¿Qué hago en China?

 

-¡YO QUE SÉ! –La histeria le inundaba nuevamente, sintiéndose indefenso -¡ESTABA DURMIENDO Y TE ESTRELLASTE COMO UN MALDITO METEORITO!

 

-¡¿Dijiste maldito?! –El ángel se indignaba, no pudiendo creer semejante afrenta -¡Todo en mi es celestial, humano inútil!

 

                Recalcaba las palabras agitando un poco las alas, no solo para sacudirse los trocitos de edificio que aún tiene enredados, si no para lucir más imponente, parecido a un ave que piensa atacar y amedrenta primero a su presa. Y vaya que lo conseguía, porque HanGeng lanzaba un gritito y colocaba la almohada a modo de escudo delante de él, intentando esconderse por completo detrás de la misma.

 

-¡NO ME MATES! ¡SOLO SOY UN CHINO MILLONARIO VIVIENDO EN UN ENORME Y LUJOSO DEPARTAMENTO DE SEÚL! ¡NO ESTAMOS EN CHINA!

 

-¡Pues claro que eres insignificante! ¡Eres un humano! –Veía la almohada temblando y suspiraba, fastidiado. Luego, su mente ubicaba en tiempo y espacio la ciudad -¿Qué haces viviendo aquí siendo chino?

 

-¡MIS PADRES SON DUEÑOS DEL MAS GRANDE COORPORATIVO CHINO Y YO ME ENCARGO DE LA RAMA COREANA! ¡NO ME MATES!

 

-¡Aish! ¡Deja de gritar! ¡Nadie va a matarte! ¡¿Por qué haría algo así a una criatura tan insignificante?! ¡Yo mato amenazas celestiales! ¡No monos! –Se miraba los brazos y se tocaba el cabello, verificando que todo en su magnificente ser esté en su lugar –Además no ganaría nada matándote ¿Para qué hacerlo entonces?

 

-Pues… -Finalmente el chino dejaba los gritos para enfocarse de manera concienzuda en el rostro del ángel. Le miraba durante varios segundos a modo curioso y cuando decidía que no mentía y no intentaría matarle, se atrevía a continuar con las preguntas –Oye… ¿Y qué eres? ¿Chica? ¿Chico?

 

-Soy un ángel, idiota… -Daba un par de pasos hasta quedar rozando la cama -¿Acaso no lo ves?

 

-Bueno, supongo que sí, pero eso no responde mi pregunta… ¿Eres del sexo femenino o masculino? –Los ojos almendrados se entrecerraban para mirar con desdén a HanGeng, que seguía compactado tanto como podía contra la cabecera y aferrado a la almohada a modo de escudo inquebrantable.

 

-Ya te dije. Soy un ángel. Los ángeles no tenemos sexo. Ni femenino ni masculino…

 

-Oh…

 

-¿Qué?

 

-Nada…

 

-¡¿Qué?! ¡Dilo!

 

-Pues… que pareces chica pero plana y con voz rasposa… así que pensé que eras chico… entonces ¿Nada de nada en la entrepierna? –Como respuesta obtenía un fuerte golpe dado por una de las alas del ángel, que no dudaba en usarla para callar lo que consideraba una falta de respeto hacia su angelical persona.

 

-¡Ouch! ¡Me dijiste que lo dijera! ¡Me dijiste que no querías matarme! –Colocaba su almohada encima de la cabeza, protegiéndose contra las plumas que, a pesar de la apariencia suave, golpeaban fuerte si eran esgrimidas correctamente.

 

-¡No te dije que hicieses preguntas inapropiadas! ¡De toda la sabiduría y las cosas que pudiste preguntarme y vas y preguntas sobre genitales!

 

-Pues, es que da mucha curiosidad…

 

-¿Por qué? ¿Quieres ver? –Y arqueaba una ceja de manera desafiante, como diciendo “Anda, atrévete a decirlo y te estrangulo ahora mismo”. El hombre negaba desde debajo de las cobijas –Bien. Ya nos vamos entendiendo…

 

                HeeChul admiraba la habitación en ruinas en la que se encontraba. A esa altura y sin importar que se trataba del cálido verano, hacía frío. 50 pisos abajo, la ciudad de Seúl ya comenzaba a despertar. Plegaba las alas para que estorbaran lo menos posible porque, a pesar de tratarse de un departamento de lujo, las dimensiones no estaban planeadas para alguien con alas de más de dos metros de largo. Luego se giraba y observaba el terrible boquete que había abierto en el techo y parte del costado del edificio y, a pesar de su carácter eternamente abrasivo, debía de reconocer que podía sentir algo de culpa por el desastre ocurrido. Era un guerrero, no un ser desalmado, después de todo. La pálida luz del nuevo día le hacía ver claramente el desastre ocurrido. Además, podía escuchar las ambulancias que se acercaban al lugar, aún un tanto lejanas.

 

-Bien humano, ahora debo irme…

 

-¡¿Qué?! ¡Pero me destrozaste el lugar! ¡Debes pagar! –HeeChul fruncía el ceño, encontrando la situación infinitamente molesta. Claro, había hecho todo pedazos pero ¿Era su culpa que las creaciones humanas fuesen tan débiles e imperfectas?

 

-Comprendo. Pero no traigo ningún rayo de sabiduría conmigo. Tampoco he venido con algo de juventud eterna o escamas de dragón celeste, así que no puedo pagarte.

 

-¡¿De qué hablas?! ¡Yo necesito dinero para pagar todo esto! ¡Yuanes, Wons, Dólares, Euros!

 

-¿Dinero? Yo no uso eso –Le miraba con verdadera confusión en el rostro. HanGeng suspiraba pesadamente. Aún no se sentía con suficiente valor para salir de su cama (sobre todo porque estaba tan desnudo como Dios le había traído al mundo) pero si para reclamar. Aunque claro, si atrapaba al ángel y lo exponía, seguro que podía recuperar rápidamente el dinero perdido.

 

-Un monstruo alado siempre atraerá curiosos. Podría rentarte por foto así conseguir que me pagues el dinero rápidamente –El ángel no estaba en lo absoluto de acuerdo con ello. Lo expresaba tan claro como el agua: movía nuevamente el ala para pegarle nuevamente al humano. Este gritaba un poco.

 

-¡Soy un ángel! ¡No soy diversión para nadie! Y como no tengo con qué pagarte entonces, me voy… No sin antes borrarte la memoria –Estiraba el brazo y le tocaba la cabeza  por encima de la almohada que le protegía –Listo.

 

-¿Listo qué? Me sigues debiendo en dinero…

 

-¿Qué…? – Se miraba los dedos, preocupado. Luego volvía a apoyarlos contra la almohada, con mayor fuerza y volvía a intentar borrarle la memoria pero lo único que ocurría es que HanGeng se quejara por la presión con fuerza excesiva -¡Mono delicado!

 

-¡Tienes fuerza de monstruo, no es mi culpa! –HeeChul le hubiese atacado por volverle a comparar con algo poco glorioso pero justo en eso escuchaba que tocaban la puerta seguidos por gritos de “¡SEÑOR HAN, VAMOS POR USTED! ¡NO PODMOS ABRIR LA PUERTA HASTA ESTAR SEGUROS DE QUE ES SEGURO! ¡EL HELICÓPTERO YA VIENE POR USTED! ¡DIGA ALGO!”

 

-Les dices algo de mí y te destripo… -HeeChul se inclinaba para susurrarle lo más cercanamente al oído. HanGeng emitía un quejido bajo antes de atreverse a contestar con fuerza.

 

-¡TODO BIEN! ¡ESTOY VIVO Y NO LASTIMADO! ¡CREO! ¡ESTOY EN MI CAMA!

 

-¡LO MEJOR SERÁ QUE NO SE MUEVA DE DONDE ESTÁ! ¡TODA LA ESTRUCTURA SE HA SIMBRADO! ¡NO SABEMOS QUE OCURRIÓ! ¡¿USTED ALCANZA A VER ALGO?! –HanGeng quería contestarles con toda la verdad pero, por desgracia, sentía al ángel casi respirándole en la oreja de la manera más amenazante que había conocido hasta entonces y ¿Quién quería a un ángel enojado?

 

-¡NO, NO VEO NADA COMO NO SEA UN MONTÓN DE ESCOMBRO!

 

-Bien mono, me voy… -El ángel se alejaba un par de pasos y abría sus alas tanto como podía, tirando un par de floreros y un espejo en el proceso, sin poder evitarlo. Agitaba las alas, abría los brazos y, a pesar de que una ráfaga de viento movía con brusquedad las sábanas de la cama de HanGeng, tan solo conseguía elevarse un par de centímetros antes de que las alas cediesen. Caía nuevamente y, sintiendo las rodillas débiles, terminaba tirado en el suelo -¡¿Qué ocurre?!

 

                HeeChul nunca se había sentido tan aterrado en toda su vida; una vida que llevaba teniendo desde hacía casi tanto tiempo como Lucifer. De hecho, hasta ese momento, no había sentido el más mínimo miedo nunca. Era un guerrero, un soldado de Dios, una criatura feroz y asesina capaz de acabar con cualquier amenaza. Ni siquiera aquella vez en que le habían partido un ala y un Leviatán de siete cabezas (no, no una o dos… SIETE) había estado a punto de devorarle había sentido semejante miedo. Por su parte, HanGeng, al escuchar el pequeño gritito de terror, dejaba de esconderse bajo la sábana y almohada para asomarse y notar que las alas del ángel daban unas fuertes sacudidas y luego parecían implotar hasta desaparecer. No se escuchaba ningún “Poof!” ni tampoco había algún tipo de luz. Desaparecían de pronto y sin más.

 

-Ah… qué buen truco, si me lo permites ¿Así es como se camuflajean? ¿Hay muchos de ustedes entre nosotros? ¿Cómo extraterrestres?

 

-¡No me estoy camuflajeando, pedazo de idiota, mono rapado! ¡No sé qué me está pasando!

 

-¡Oye, no me insultes! ¡Tengo sentimientos por muy mono que sea! –Meditaba lo que acababa de decir y se daba cuenta que no salía tan bien como debería -¡Espera, ni siquiera deberías llamarme mono!

 

                HeeChul se limitaba a girar los ojos antes de sentarse y verse las manos y los pies, buscando cualquier tipo de lastimadura o iluminación sobre lo que le ha ocurrido. Todo lucía normal. Se ponía en pie con decisión pero tan solo conseguía dar unos cuantos pasos a modo de bebé cervatillo y al momento siguiente se desplomaba nuevamente.

 

-¡¿QUÉ OCURRE?! –Agitaba los brazos, furioso de no poder siquiera mantenerse en pie siquiera. HanGeng sonreía maliciosamente, dándose cuenta de que el destino se ha revertido. Se envolvía en la sábana y se bajaba de la cama para poder observar a HeeChul desde arriba, casi con superioridad.

 

-¿Ahora vas a seguir llamándome mono, ángel que ni siquiera puede ponerse en pie? –Se cruzaba de brazos y ponía su expresión arrogante de niño millonario que sabe ha ganado la partida. Al menos por uno o dos segundos, porque HeeChul, muy poco complacido de que se le insulte de semejante modo, no dudaba en tomarlo del tobillo y tirar de él, haciéndole caer pesadamente, cuál res muerta -¡AAAAAAAAAAUCH!

 

-¿Quieres ver quién sigue siendo el mono y quién el ángel? –Remarcaba las palabras con un ligerísimo golpe en el vientre del chino, el cual sentía que de inmediato se quedaba sin aire de la manera más lastimera posible. Podía ser que las piernas del ángel se sintiesen débiles y que ni siquiera tuviese alas de momento, pero en definitiva no perdía ni un poco de su fuerza sobrenatural. HanGeng boqueaba y lagrimeaba sin conseguir emitir sonido alguno de dolor –Así me gusta.

 

-Me… has… m…a…t…a…d…o…

 

-Llorón. No aguantarías ni un round con un querubín. No sé qué les vio Dios a seres tan inferiores… -Volvía a levantarse y esta vez conseguía subirse a la cama y acostarse en la misma –Esto es, agradable. Suave pero con soporte ¿Cómo se llama?

 

-C…a…m…a… -Tosía y luego también se incorporaba, sobándose todo el vientre, adolorido en demasía. Ni siquiera se percataba de que había perdido la sábana y ahora el ángel podía verle desnudo. Aunque dicho ángel parecía más interesado en sentir los resortes del colchón que otra cosa. Quizá porque era la primera vez en toda su existencia que no tenía sus alas y la piel entre sus omóplatos parecía muy complacida con el contacto contra una superficie. HanGeng se dejaba caer a su lado, deseando desaparecer para no sentir el dolor –Creo… que me has… reventado algo…

 

-¿Los humanos revientan? Vaya… Qué asco, la verdad…

 

-¿Los ángeles no revientan?

 

-No creo, al menos no conozco de ninguno que lo haya hecho. Cuando le cuente a LeeTeuk que los humanos revientan, seguro que se reirá por eones. Con lo fea que es su risa… -Se giraba para quedar boca abajo y, tras probar que sus brazos seguían pudiendo levantarle sin ningún problema, intentaba con las piernas, apoyándose en las rodillas hasta quedar apoyado en sus cuatro extremidades. Justo en ese momento, HanGeng no podía evitar girarse y notar lo blancos y lisos que resultaban los muslos del ángel o el modo en que la túnica corta, ligeramente replegada hacia la cintura del mismo, le permitía ver el comienzo de un muy perfecto y redondeado trasero. Y, aunque la curiosidad le mataba, de algún modo la túnica estaba atrapada entre las piernas de HeeChul y no le permitía ver más allá para poder satisfacer su duda de minutos atrás. Sin embargo, con lo que alcanzaba a distinguir, se percataba de algo…

 

“Me gusta el monstruo. Estoy jodido…”

 

                Los ojos almendrados se entrecerraban, meditabundos. No comprendía que le había ocurrido a sus piernas pero ahora las sentía normales. Se ponía de pie arriba de la cama y daba medio paso para poder girar sobre su eje. Notaba el modo en que el humano le miraba las piernas e intentaba ver en medio de ellas con cierta frustración, porque ya fuese por designio divino o por casualidad contraria a sus deseos, ni en esa posición alcanzaba a ver nada ya que la túnica parecía tener la habilidad de permanecer completamente pegada a ciertas zonas.

 

-¿Qué tanto me ves? ¿Qué tengo? –El chino, atrapado en el acto, se sonrojaba por completo pero tenía el suficiente descaro para negar con la cabeza antes de atreverse a hablar.

 

-Na…da… noteveonada… -Ni siquiera se atrevía a respirar. HeeChul parpadeaba con lentitud, intentando procesar la manera curiosa en la que el ser inferior se comportaba. Y ya pensaba dejarlo pasar cuando notaba que el cuerpo del humano había cambiado. No solo toda la piel lucía enrojecida, ni los ojos se habían convertido en un par de pozos profundos, si no que había cierta parte de la anatomía del chino, justo en medio de las piernas, que a pesar del miedo, se levantaba orgullosa. El ángel continuaba parpadeando con lentitud, recordando inminentemente las clases del Instituto que le daban en el Cielo y en las cuales hablaban sobre las costumbres de apareamiento en los seres con dos sexos. A veces con 3 sexos. De hecho, eran justo esas clases las que le habían dado la idea del lugar con mujerzuelas y juegos de azar (de las cuales no entendía mucho cual resultaba el atractivo pero había sonado tan desafiante que había tenido que intentarlo).

 

-¡BLASFEMO! –Deseaba tener sus alas para cubrirse pero, como no resultaba el caso, hacía lo más prudente que se le ocurría. Le cerraba los ojos al chino dándole un pisotón en la cara, sin más. HanGeng se giraba, aullando de dolor, maldiciendo de formas que HeeChul jamás había creído que llegaría a escuchar jamás.

 

-¡ME HAS ROTO LA NARIZ, MALDITO!

 

-¡YO NO SOY ESO!

 

-¡ME SACASTE UN OJO!

 

-¡TENIAS PENSAMENTOS RAROS CONMIGO, MONO INMUNDO!

 

-¡NO ES MI CULPA QUE USES ROPA TAN CORTA!

 

-¡EN EL CIELO NO ES NINGÚN PROBLEMA!

 

-¡NO ESTÁS EN EL CIELO!

 

-¡NO SÉ POR QUÉ!

 

-¡¿SEÑOR?! –Las voces del otro lado de la puerta sonaban asustadas. Tanto HanGeng como HeeChul dejaban de gritarse para quedarse muy quietos, estáticos.

 

-¡ESTOY BIEN! –Quería soltarse a llorar. Estaba desnudo, a la intemperie, con un ángel asesino de túnica extra corta y sus malditas hormonas reaccionando de maneras incorrectas.

 

-¡¿HAY ALGUIEN MAS AHÍ?!

 

-¡AH! ¡NO! ¡SI! – No sabía que decir. Sin embargo, ya se oía el helicóptero acercándose y no podía mentir cuando la realidad inminente se acercaba -¡SI!

 

                HeeChul, sin saber muy bien que hacer y pensando que si aquél mono le había visto de esa manera, los otros monos harían lo propio, tomaba la sábana del suelo y se cubría con la misma, dejando tan solo su cabeza de fuera mientras que HanGeng palpaba la cama y, encontrando la cobija, también se tapaba. Un momento después el helicóptero sobrevolaba la zona. HeeChul lo observaba con cierta fascinación, notando que esa cosa vuela aunque no tenga alas con plumas. Se enoja consigo mismo por no haber puesto la atención necesaria en clases. Una escalerilla descendía desde una de las entradas del helicóptero y un humano vestido en un uniforme verde bajaba con rapidez. Observaba el departamento medio derruido antes de enfocarse en el ángel. Solo entonces le sonreía un poco y, tras hacer una reverencia, le decía:

 

-¿Se encuentra usted bien, señorita? –HeeChul planea decirle de que va a morir por un momento pero luego recuerda que no tiene alas, que no sabe que pasa y que ya es suficiente con que un humano quiera averiguar sobre cierta parte de su cuerpo. Se limitaba a asentir, sin decir palabra alguna -¿Vio algo que se haya estrellado?

 

                Como HeeChul se limitaba a negar con la cabeza, el hombre decidía que la chica se encontraba en una especie de shock post traumático. Le daba una ligerísima palmada en la espalda, indicándole que todo estará bien, antes de acercarse a la cama, donde HanGeng se acurrucaba, todavía sobándose el rostro.

 

-Señor ¿Todo bien?

 

-Sí, perfectamente. Solo me duele el rostro, creo que una piedra me pegó…

 

-Les llevaremos al hospital y les revisaremos, no se preocupen –Los siguientes minutos pasaban en relativo silencio. Conseguían subirlos al helicóptero y bajarlos a tierra firme donde eran transportados en una ambulancia. Iban a medio camino cuando HanGeng parecía salir del trance.

 

-No pueden verte. No eres como nosotros y en el hospital te van a oscultar de pies a cabeza… -Le susurraba al oído. HeeChul no sabía que era un hospital pero no sonaba nada bien. Le miraba con confusión. HanGeng suspiraba. Había querido exhibirlo minutos atrás pero, ahora que lo pensaba, le parecía cruel –No te preocupes. Pagaré a alguien para solucionar este embrollo - El ángel asentía un poco antes de enfocarse en sus manos, intentando meditar que debe hacer ahora.

 

“¿Qué pasó? ¿Dónde están mis alas? ¿Cómo regreso a casa ahora?”

 

+++

 

                La noticia, por supuesto, no se hacía esperar. En todas partes del mundo se hablaba de un asteroide o meteorito que se había estampado contra un lujoso edificio departamental en el centro de Seúl. Y todos los noticiarios señalaban el mismo problema: No encontraban la piedra que había golpeado. Una hora después de que HanGeng y HeeChul hubiesen llegado al hospital, un hombre se escabullía entre las cintas de no traspasar y los escombros y, subiendo hasta el último piso por las escaleras, lograba llegar al penthouse. Entraba por el hueco donde antes estuviese la puerta y observaba el lugar  con detenimiento. Luego, tras caminar con sigilo por toda la estancia y admirar el gran agujero, se dedicaba a sacar fotos. Después, de su maletín extraía un extraño aparato. Al encenderlo, emitía un zumbido y luego un foco verde se encendía. El hombre sonreía visiblemente. Sacaba su celular y marcaba un número.

 

-¿Qué has descubierto?

 

-Estamos en el camino correcto, hyung…

 

-¿Estás seguro? –Solo entonces notaba una pluma larga, enorme, atascada entre un pedazo de concreto. Se acercaba a la misma y, sacando del maletín un pequeño envase, le dejaba caer un líquido transparente. De inmediato, la pluma brillaba con intensidad. El hombre sonreía, de oreja a oreja.

 

-Completamente seguro, hyung… Completamente seguro…

 

Notas finales:

Capítulo corto pero que dice justo lo necesario para introducir el fin. Lo he comenzado porque es el que se queda en lugar de Efecto Mariposa (si, siempre es necesario algo de humor)

 

Cuídense mucho, muchos besos, escuchen mucho SuJu y espero hayan disfrutado del capítulo...


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