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Al diablo con el oro por Luthien99

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Notas del capitulo:

Buenas!


He tardado muy poquito en actualizar. ¡Muy raro en mi! Pero sufro de inspiración Bagginshield así que me paso el día escribiendo en mi libreta, lo malo es que luego he de pasarlo al portátil y eso me lleva más faena, porque entre que corrijo errores, cambio cosas y estudio catalán, no acabo nunca. En fin.


Muchas gracias a lals personas que dejaron comentarios (los he respondido personalmente), realmente muchas gracias... ¡Significa mucho para mi!


Bueno este es el tercer capítulo, aviso que es algo aburrido... Al menos el principio, pero no os preocupéis por eso... Ya llegará lo interesante.


Bueno, como podrán ver no hago caps excesivamente largos y enrevesados. Más que nada es que quiero actualizar rápido y coger agilidad con este fic, adelantarlo. Espero que os parezca bien la idea de estos caps tan cortitos, ya me diréis algo.


El cuarto ya esta en proceso, así que nada más que decir...


Besos Lúthien.


 


¡Capítulo dentro!

La ciudad restaba callada, las calles estaban tranquilas y frías. Era enero, un enero algo austero y frio. Aún así el cielo era claro, pero la cara del sol que cubría el mundo no irradiaba el suficiente calor como para mantener calientes las mano de Bilbo, que caminaba apresurado por las frías calles.


Lucía una gabardina gris, y unos pantalones tejanos algo viejos, pero que le sentaban bien. Al rededor de su cuello llevaba una bufanda granate de lana. Pero sus manos quedaban descubiertas y expuestas al frio invierno de enero.


Caminaba por una calle poco transitada, y con las prisas que llevaba no se detenía en fijarse en quien le pasaba por el lado. Simplemente seguía caminando ensimismado.


Llegó al supermercado del barrio, aquel al que siempre solía acudir. Entró y fue directamente a coger una cesta para ir poniendo la compra.


Cogió solamente lo que necesitaba para subsistir aquella semana. Comía y cenaba en casa, no podía permitirse comer fuera o salir a cenar con frecuencia, pues no disponía de mucho dinero para poder derrocharlo así como así. Con unas cuantas latas de comida envasada, un par de pizzas congeladas, un poco de fruta y unas galletas, podría pasaría la semana. Así que fue a la caja, dispuesto a pagar. Sacó la cartera y pagó en efectivo. Cogió una bolsa de plástico y fue hasta la puerta. Ya había acabado su compra semanal.


—Buenas tardes, señor—.


En la entrada del supermercado había una niña con dos coletas y una caja llena de pulsearas y objetos hechos a mano.


—Buenas tardes, señorita —dijo con la mayor de sus sonrisas—.


—¿Quiere comprarme algo? —La niña extendió la caja que tenia ante la cara de Bilbo, y él echo un vistazo—.


Bilbo se paró y miró con tranquilidad. Miró las cosas que la niña tenía en la caja, era curioso todas las manualidades hechas por ellas. Collares, pulseras, llaveros, colgantes, etc.


—Este es muy bonito. —Bilbo cogió delicadamente una pulsera de cuero marrón que tenía colgado un dibujo de una bellota tallado en un trozo pequeño de madera—.


—Ese cuesta tan solo un euro. —Dijo la niña con una tímida sonrisa—.


Bilbo sonrió.


Sacó de nuevo la cartera y de ella una moneda de dos euros.


—Toma, —dijo sonriendo—. Quédate con el cambio.


—Muchísimas gracias, señor. —La niña guardó en su bolsillo los dos euros como si de un tesoro se tratase—.


Antes de irse, dejó durante unos instantes la bolsa de plástico con la compra en el suelo, y se anudó la pulsera en la muñeca. Hizo un nudo fuerte para que no pudiera caerse. Era realmente hermosa.


No supo el porque, pero se fijo instantáneamente en esa pequeña bellota tallada en madera. Era algo que le resultaba extrañamente familiar, algo que le provocaba un fuerte nudo en el pecho, un calor asfixiante. Ni siquiera el lo supo entender, pero se sintió reconfortado de llevar atada a su muñeca aquella extraña y curiosa pulsera.


Salió de sus ensimismamientos y cogiendo la bolsa del suelo, empezó a caminar.


La fría lluvia empezó a caer sobre el mundo y Bilbo corrió, bolsa en mano, calle arriba.


La lluvia caía sobre sus mechones dorados y los aplastaba contra su cabeza. Algunos se le quedaron pegados en la frente, pero siguió corriendo hacía su apartamento.


Al llegar a la portería sacó las llaves y rápidamente entró en el portal. Se sacudió el pelo con sus manos, mojando el suelo con las gotas de agua que caían.


Subió las escaleras hasta el segundo piso.


—Al fin en casa.


Dejó caer las llaves sobre la mesa principal, y quitándose la empapada chaqueta y los zapatos mojados, fue a encender el radiocasete. Un día tan triste como ese, en el que el cielo lloraba sin descanso, se necesitaba un poco de calma y alegría. ¿Y que era lo único que podía apaciguarle? La música.


Empezó a sonar bajito Hey Jude de The Beatles y el mundo se tornó nuevamente de color para el joven Bilbo.


Encendió su portátil y se sentó en la butaca roja frente el calefactor. Miró el correo, como tenía por costumbre.


Nada.


No había nada que valiera la pena contestar. Un anuncio de una compañía de teléfono y un par de notificaciones de Facebook requiriendo su atención para jugar al Candy Crash Saga.


Nada que a Bilbo le interesara. El esperaba otra cosa.


Y entonces sonó el teléfono fijo.


Un ring puso de puié al joven, haciendo que el portátil cayera a un lado.


Fue hasta el mueble donde se encontraba el fijo.


—¿Diga? —Dijo llevándose el teléfono a la oreja.


—¿Bilbo Bolsón? —Dijo una voz poco conocida para el chico—.


—El mismo... ¿De parte de...?


Soy Fili, ¿me recuerda? De Erebor S.L.


—¡Ah, sí, sí! Fili... ¿Dime? —Dijo esbozando una sonrisa—.


Buenas noticias, compañero. Al parecer le has gustado a mi jefe... sin dada ha aceptado tu admisión inmediata a la empresa. Empiezas mañana.


—¿De veras?


Por supuesto, hablo en serio—.


Bilbo salía de su asombro. ¿Un trabajo decente? ¡Por fin! No podía creerlo...


¿Sigues ahí? —Preguntó Fili a través del teléfono—.


—¡Sí, sí! Perdona, es que no salgo de mi asombro... ¿Que decías?


Mañana empiezas a las 7:00h en punto. Si llegas tarde tan solo un minuto podrías encontrarte con Thorin, y no le gusta que nadie llegue después de él.


—¿Y Thorin es...?


¡El jefe! —Dijo casi gritando—. Más vale que no té tomes muchas libertadas, ¿Acaso no té imaginas porque tenemos una bacante en tu puesto?


—Me lo imagino—, dijo Bilbo—.


Thorin lo echo a la calle por tratar con el enemigo, —Fili hablaba más bajo—.


—¿El enemigo?


Mi querido amigo.... cuando lleves aquí un tiempo lo entenderás todo muchísimo mejor, —Dijo Fili—.


—Eso espero, —Bilbo estaba algo confundido, demasiadas emociones en un momento. Volvió en si—. ¡Fili! Una pregunta...


Dime, —dijo el chico a través del teléfono—.


—¿He de venir con traje? —preguntó Bilbo algo curioso—.


No es necesario, no te preocupes... A menos que el jefe diga lo contrario. Pero tranquilo, mañana podrás hablar con él, espero... Últimamente hay mucho follón por aquí. Nos vendrá muy bien tu ayuda.


—Bien, pues hasta mañana entonces.


Sí, una cosa más... Mañana tendrás que presentarte en el despacho de Bofur. Él té dirá a dónde has de ir. Tu primera tarea en Erebor S.L. Estarás contento.


Bilbo sonrió, —no sabes cuanto—.


Me despido ahora, buenas tardes compañero y hasta mañana.


—Hasta mañana, —y colgó—.


Bilbo tenía trabajo, mañana empezaría su primera jornada en una empresa del centro llamada Erebor S.L. Y estaba total y absolutamente aterrado.


 


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