Thorin ya no tenía aquella sensación, aquella sensación que tenía cada mañana cuando se despertaba. Cuando miraba el techo negro de su habitación buscando en su mente el recuerdo de aquel rostro. Pero ninguna noche lo encontraba, y entonces tenía esa sensación durante todo el día. La sensación de estar perdido, sin un rumbo, sin nadie a su lado. No era un sensación muy agradable. Más bien sentía un vacío existencial en su pecho, como un hueco.
Pero aquella mañana, cuando el nuevo empleado de su empresa había llegado a su despacho, había dejado de tener aquella sensación de vacío.
Se había dado cuenta de que el rostro que buscaba cada noche en lo más profundo de sus recuerdos, estaba frente a él.
Lo sabía, sabía que era él.
Una vez mientras soñaba con aquellos ojos aún no conocidos, con aquella sonrisa sincera y con su pelo del color del oro, se dijo que jamás olvidaría algo tan hermoso, que jamás lo dejaría de buscar y que jamás se rendiría.
Pero no tubo que luchar mucho por ello, pues él solito había llegado por su propio pie hasta Thorin.
—¿Así que no tiene experiencia profesional, señor Bolsón? —Thorin hablaba mientras sus ojos azules estaban fijos totalmente en el joven Bilbo. Escudriñó cada pequeño detalle en él, cada expresión en su rostro, cada destello en sus ojos.
—La verdad es que no... No puedes tener mucha experiencia profesional si no te cogen en ningún sitio. —Dijo Bilbo curvando vagamente la comisura de su labio, intentado parecer una sonrisa torcida—. Este será el primero en mi curriculum.
Esperemos que el último. —Thorin deseó que esos ojos se quedaran siempre a su lado—.
—Y como veo aquí, —dijo cogiendo un folio de su escritorio—. Has estudiado empresariales y economía... Y tienes un máster en relaciones públicas.
—Sí, —dijo Bilbo—. En su día parecía más rentable estudiar eso, pero visto el plan, no hay mucho trabajo...
La voz de Bilbo vibró y se esparció por todo el cuerpo de Thorin haciéndole temblar. Pero ni Bilbo ni Balín, que estaban delante de él, se dieron cuenta.
—Ya veo... —A Thorin le costó horrores apartar la vista de los ojos de Bilbo para mirar a Balín—.
Este sonreía, pues se había dado cuenta de la manera en la que Thorin fijaba su mirada en el joven Bilbo.
—¿Ves algún problema para que entre? —preguntó Thorin a su amigo—.
—Ninguno, solo veo ventajas... —dijo Balín—.
Bilbo no pudo evitar sentirse alagado. ¿Ventajas? ¿Porque? ¿Tan necesario era?
—Entonces no nos demoremos más en firmar el contrato, —dijo Thorin volviendo a fijar la mirada en Bilbo—.
¿Porque me mira? —pensaba Bilbo—. Oh dios mio... Sus ojos...
Bilbo tampoco apartaba la mirada de aquellos ojos de color del cielo claro. Dentro de aquellos ojos había un universo diferente, nuevo, libre.
Bilbo quiso estar dentro de ellos.
—¿Lo firmamos entones? —Balín cortó la conexión—.
—Sí, —Thorin volvió en si—.
Balín cogió un bolígrafo de la mesa y acercando el dossier hasta él, fue hasta la última página y lo firmó. Luego se lo pasó a Thorin, y este hizo lo mismo.
Cuando acabó de firmarlo levantó su mirada hasta Bilbo y movió el dossier hasta dejarlo a su alcance. Luego movió su mano por encima de la mesa, con el bolígrafo para dárselo a Bilbo.
Este levantó su mano como acto reflejo para cogerlo.
Algo se accionó.
El contacto con su mano, su mano áspera.
El contacto con su mano, su mano suave.
Más.
Más.
En aquel momento los dos pensaron exactamente lo mismo. Querían más. Más de aquella sensación que había recorrido sus cuerpos al compartir aquella caricia al coger el bolígrafo. Había sido como una explosión en mitad de su pecho, como un estallido de emociones que se aferraba con fuerza a sus gargantas.
Ambos quisieron deshacerse de aquellas sensaciones tan extrañas, pues al fin y al cabo eran desconocidos, apenas se conocían.
Bilbo bajó la cabeza entonces hacía el papel que tenía que firmar. Se dispuso entonces a hacerlo, pero se paró en seco antes de que la punta del bolígrafo tocara el papel.
—¿Algún problema, señor Bolsón? —Thorin le miró con las cejas fruncidas y extrañado—.
—¡Sí! —Exclamó el joven—. Quiero decir... Nadie me ha dicho que tengo que hacer...
Antes de que Balín o Thorin gesticularan palabra, alguien abrió la puerta de golpe. Era April, la secretaria de Thorin.
Se quedó en el umbral dándose cuenta inmediatamente de que había interrumpido la conversación.
—Perdón, —miró a Thorin con temor—. Vengo a informarte de que Bardo de The Lake Town ya está aquí.
Thorin se llevó una mano a la sien.
—Oh, dios... No me acordaba de la reunión. Los ojos de este chico te han aturdido, serás idiota... —Pensó de si mismo—.
—¿Entonces firmamos o qué? —Dijo Balin haciendo que Thorin le mirara de nuevo—. ¿Señor Bolsón?
Bilbo se sintió meramente observado. Los ojos azules de Thorin estaban nuevamente fijos en él, y eso le puso nervioso. Y no sabía tomar buenas decisiones cuando estaba nervioso.
—¿Pero cual es exactamente mi función? —Volvió a reivindicar el joven—.
—Firma, y quédate a mi reunión con The Lake Town... Aprenderá muy rápido, señor Bolsón. —Thorin torció una sonrisa—. Confíe en mi. —dijo seguro—.
¿Y ahora que haces, Bilbo? ¿Firmas o te largas de esta empresa de locos? Hay muchos trabajos por ahí ¿No? Pero... ¿Esos ojos? ¿Donde los he visto yo antes? ¿Firmo? ¿Me voy? ¿Firmo? ¿Me voy? ¿Dios que hago? Esos ojos...
Antes de poder responder todas sus preguntas, el bolígrafo ya se estaba deslizando sobre el papel, dejando bien marcada su firma. Bilbo se había dejado llevar por su impulso, por ese pequeño impulso que esos ojos azules habían incitado.
Signed: Thorin son of Thrain
Witnessed: Balin son of Fundin
Buglar: Bilbo Baggins
Continuará...