- Jongin.
Podría jurar que casi me atraganto.Gire la cabeza ligeramente, logrando así divisar a mi madre haciendo pasar al invitado.Me levanté de golpe.
- Kyung, el joven te busca a ti.
- S-sí, lo escuché.
Supongo que mi mama detectó esa preocupación en mi rostro y como buena madre…
- Los dejaré solos.
No, no entendió la indirecta. Me senté en el sofá, frente a Jongin. No sabía a donde mirar, ni que decir. Yo ya había cumplido con pedir disculpas de la manera más cursi que mi mente pudo concebir, pero aun con la conciencia liberada.
« ¿Quién estaría preparado para esta situación? Nadie.
Entonces… ¿Qué hago? Esperar recibir el golpe. »
- ¿Por qué tan rojo? –escuché.
- ¿Ah-h?
- Tu cara.
Mis ojos se abrieron lo más que pudieron, llevando mis manos a mis mejillas. Ardían.
- Lamento… –tomó aire– Lamento haberte golpeado.
- No es nada, mi madre se encargó de emparejar la otra. –reí nervioso– Ehm… -aclaré la garganta- E-esto es raro.
- No, ni tanto.
- Kai-
- No me digas así. –me sonrió.
Lo miré. Intente descifrar su pensamiento. Pero no lo logré.
- El muñeco… Gracias por dármelo, me... Me hiciste feliz
- ¿E-en serio?
- Sí, lo extrañaba… Yo me despegué de todo recuerdo que te relacionara cuando fui pequeño… -suspiró– Creo que ahora me arrepiento.
- En ese caso… –me levanté– Ven… –murmuré.
Camine a mi habitación. Jongin me seguía por detrás. Abrí la puerta con el cuerpo rígido.
- Siéntate –le indiqué la cama.
Me arrodillé en el suelo, quedando a la altura de las gavetas bajas de mi escritorio. Abrí el último cajón. Quité los cuadernos de encima, sacando un sobre.
- Toma –se lo entregue.
- ¿Qué es?
- Lo de adentro… Me lo entrego tu madre antes de irme.
Saco el contenido. Esa foto. Talvez yo ya había encontrado que sentir al mirarla. Sonreí.
- Yo-
- Escucha, –interrumpí– Lo siento ¿Si? Lamento haber invadido tu vida, no estuvo bien. Ahora lo entiendo… pero de verdad quería verte y al saber dónde estabas no pude resistirme…
- Kyung-
- Perdóname. –imploré.
- Kyung-
- Te lo pido
- Pero-
- Te juro que-
- No estoy molesto.
- ¿No lo estás?
Negó con la cabeza.
Abandonó la cama, arrodillándose junto a mí. Me observó unos momentos, como si estudiara cada facción de mí. Yo hacía lo mismo. Sus manos rodearon con suavidad mi cuerpo. Su piel roso con mis mejillas, el rubor fue paseándose por mi rostro, cubriéndolo por completo. Nuestras narices chocaron.
«Mi corazón… creo que se saldrá de su lugar…» Y esos labios. Sus labios. Se colocaron sobre los míos.
- Creo que podría gritar. –susurré sobre el beso.
El rio un poco.
- Solo hazlo, mi querido Come Libros.
Se separó.
- Eres un coqueto. –sonreí de lado.
- Gracias.
- ¿Y ahora qué?
- ¿De qué hablas?
- Me besaste ¿Qué sigue ahora? –pregunté.
- Ehm… No lo sé, yo pensaba en un enfoque dramático a nuestros rostros y luego la cámara se eleve-
- ¡No estamos en una película! Esto es la vida real.
- Entonces… ¿Quieres jugar a La Mamá? –reí.
- Mmmm… De acuerdo.
…El resto es tan bueno que no sabría cómo contártelo…