Trece. Trece años Trece malditos años. Ella sabía lo que significó para mí, y aun así no pudo contarme nada de esto, sabía que quería volver, recordar y no pudo decirme nada, tenía que guardarse para sí misma todo esto.
Exploté en lágrimas. Me abracé a mis piernas con fuerza mientras que el llanto se transformaba en silencio, un dolor mudo. Intenté tranquilizarme. Reuní de nuevo todos los escritos justo como lo había encontrado, devolví todo a su lugar, excepto el último sobre. Corrí a mi cuarto y me encerré.
«Sería como si nunca hubiera llegado...»
- ¿Por qué me duele? –me pregunté todavía con la mandíbula temblando.
«Sabes porque te duele»
Me encogí sobre mi cama, cerrando los ojos con fuerza y aferrando a mi pecho aquellas fotografías. Me quedé dormido.
[***]
- ¡Soo! ¡Kyungsoo! ¡Abre la puerta!
Desperté de golpe al escuchar que me llamaba una voz muy conocida. Me levanté esperando que todo fuera un sueño, pero no. Me aproximé a la entrada de la casa y abrí la puerta
- ¡Soo! Al fin abres ¿Te quedaste dormido? Creo que sí.
- Pasa de una vez.
Esta persona que llego es Junmyeon, o Suho como le digo yo; él es mi mejor amigo, la púnica persona en el mundo en la que confío lo suficiente para contarle todo, absolutamente todo.
- Quiero mostrarte algo. –le dije– Ven. –lo guie a mi habitación.
- ¿Estás bien? Te ves muy tenebroso hoy día.
- Solo sígueme.
Lo hice pasar a mi cuarto y ahí le mostré todo, le expliqué todo y el conté todo.
- Kyungsoo, ¿Qué vas a hacer? ¿Le dirás a tu madre?
- ¿Para qué? ¿Para qué lo niegue todo? ¿Para qué se desentienda? Ella no me dirá nada… Si no lo ha hecho en todo este tiempo es por algo, algo que no me va a decir-
- ¡Deja de pensar un momento! –me interrumpió.
- Pero-
- Deja de hacerlo.
Suspiré– De acuerdo.
- Ahora, respóndete; sin pensar en nada más que tú quieres hacer ¿Quieres buscarlos? A estas personas ¿Quieres encontrarlos?
Agaché mi cabeza.
- Si, si quiero.
- Hazlo… si quieres, hazlo. –le escuché decir.
- Pero… ¿Y el viaje? –lo volví a mirar.
- Que no te importe, le diré a los demás que estás enfermo y te quedaste, no lo sabrán; y además, tu madre llega dos días después que nosotros, será como si no hubiera pasado.
- De acuerdo, lo haré.
Las siguientes dos horas fueron agitadas. Miraba mis prendas, intentando elegir lo más apropiado para un viaje, pero mi cerebro no reaccionaba y terminé metiendo la mitad de mi clóset en la maleta.
- ¡Mi ropa está lista! –avisé a Suho, que esperaba en la cocina.
Le saqué el asa y conduje la maleta fuera de mi cuarto, llegando al lado de Junmyeon.
- ¿Qué harás con el teléfono? –dijo.
- ¿Ah?
- El teléfono de la casa ¿Qué harás con él?
- Cierto… Mi madre seguro llamará para saber cómo estoy.
- Tu celular ¿aún lo tienes?
- Si –se lo mostré.
Suho se inclinó a la altura del teléfono, desconectando el cable de la línea.
- ¿Qué haces?
- Ahora, cuando tu mamá llame no habrá línea y tendrá que llamar a tu teléfono.
- ¿Y si pregunta por qué no funciona el fijo?
- Dale una buena excusa.
- ¿Cómo cuál?
- ¡Ay! No sé, invéntate una ¿Para qué tienes un coeficiente tan alto si no lo usas?
Hice un puchero.
[***]
Cuando las siete de la noche se marcaron en el reloj yo estaba en la estación de trenes; con un sobre en una mano; a Midori atado a una correa en la otra; y una maleta a mi lado.
- ¿Qué es lo que buscas, Kyungsoo? –me pregunté.
Me acerqué a la taquilla y le pedí a la señorita que atendía un boleto en el próximo tren cama a la dirección escrita en el sobre. Midori no dejó de ladrar hasta que entramos a nuestro cubilo y se pudo acomodar sobre lo que sería mi cama, botando sus pelos por todo el espacio.
- Odio a este can,
Sacudí la esquina junto a la ventana y me senté, descansando el cuerpo y apoyando la cabeza contra el vidrio. Bostecé. El perro se hizo un bollo y se quedó dormido
«El tren está saliendo de la estación» Se escuchó decir a una señorita a través de los parlantes.
Saqué el contenido de la carta una vez más. Me quedé observando las fotos de aquel niño a mi costado, su sonrisa, su piel, sus gestos. Algo presionó en mi pecho
- ¿Por qué me duele?
«Tú sabes por qué te duele» Apreté los dientes.
- Si, lo sé.
Esa conversación no la olvidaba.
Mi madre iba conduciendo el auto por detrás del gran camión que llevaba nuestras cosas.
Tenía la mirada fija en el camino y no había dicho mucho desde que salimos de casa hace más o menos una hora. El cielo había oscurecido y yo ya había comenzado a bostezar un rato atrás.
- Mamá, ¿Ya llegamos?
- No, Kyung, se paciente.
- ¿Cuánto tiempo nos quedaremos?
- Será por las vacaciones.
- ¿Y cuándo volveremos?
- Kyungsoo, deja de hacer tantas preguntas, me distraes.
Suspiré y me acomodé en el asiento para poder dormir, usando como almohada uno de mis peluches.
- ¿Ya vas a dormir?
- Sí, tengo sueño.
- De acuerdo, lo más probable es que es que en cuanto despiertes habremos llegado.
- De acuerdo, y por cierto…
- ¿Qué pasa Kyung?
- ¿Te digo por qué hay que volver pronto?
- ¿P-por qué?
- Tengo que contarle a Jongin un secreto.
- ¿Secreto cuál?
- No te puedo decir, sino ya no sería un secreto.
- Si, supongo.
- Volveré, le contaré mi secreto y jugaremos a la mamá como le prometí. –sonreí.
- Pero… ¿En serio no me vas a contar cuál es tu secreto, hijito?
Antes de contestar ya me había quedado dormido. Talvez hubiera querido decirle esa noche.
- ¿Mi secreto? –suspiré– Me gustas, Jongin.