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Se Busca a Kim JongIn por Baozi173

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Notas del capitulo:

[En Seúl]

Por la mañana del día siguiente me levante automáticamente cuando el primer rayo de sol se coló por la ventana. Me cambié de ropa tan rápido como pude y la devolví a la pequeña maleta que traje. Unos toques en la puerta me alertaron.

-           Puede pasar. –dije.

Al abrirse la puerta la Sra. Kim se asomó, sonriendo con su delantal puesto.

-           Es hora de desayunar, ven al comedor.

-           Pero… tengo que irme-

-           No seas terco, quédate a comer.

Asentí. La señora se dio la vuelta, yo la seguí, con Midori por mi costado, moviendo la cola al compás de sus pasos. Al entrar al comedor, la Sra. Kim estaba poniendo un último plato sobre la mesa y se sentaba junto a su marido, el cual leía el periódico, levantando su mirada, dirigiéndola a mí al notarme entrar.

-           Buenos días. –saludé.

Esta persona inclino la cabeza como contestación, bajando el diario y poniendo sus manos sobre la mesa, cogiendo los cubiertos para empezar con el desayuno.

-           ¿Cómo dormiste? –se dirigió a mí el hombre.

-           B-bien, gracias –contesté nervioso.

-           ¿Partirás hoy?

-           Esa es la idea.

Silencio. Me metí comida a la boca, me sentía raro hablando de ir a buscar a Jongin con el Sr. Kim, como si ya estuviera predispuesto a que algo tendría que salir mal.

-           Relájate. –me volvió a hablar– No te voy a hacer nada –sonrió burlón.

-           ¿A-ah? –me atragante con un poco de pan.

-           Que dejes de estar tan nervioso.

-           L-lo siento, es que, no sé… me siento extraño, algo así como vigilado.

-           ¿Por qué? No tienes la culpa de nada. ¿O sí?

-           N-no, pero no sabía cómo iba a reaccionar, después de todo vengo a buscar a su hijo bajo ciertas razones y circunstancias, después de 13 años sin comunicación… y bueno, soy un chico. –agaché la cabeza avergonzado.

Los esposos sonrieron simultáneamente al escucharme hablar

-           No te pongas así, ya tuve esta charla con Jongin, sus decisiones son suyas, gustar de chicos o chicas, eso no los hace diferentes, no soy de esa clase de gente que juzga a los demás por querer a alguien.

-           La vez en que nuestro hijo nos confesó eso por primera vez fue porque le gustaba su amigo. –fruncí el ceño– Nosotros entendimos. Jongin  salió con él un tiempo, se separaron, ando con otros chicos, y nada de eso cambio nuestro sentir.

Me sentí aliviado, recibido.

[***]

El reloj marco medio día, y yo, ya estaba en la puerta de la casa con mi maleta y mi perro, listo para partir.

-           Me retiro, gracias por su hospitalidad hasta ahora, y por todo lo demás.

-           No hay por qué, Kyung

-           Voy saliendo-

-           ¡Espera!

La mujer me detuvo antes de cruzar el umbral de la puerta, sosteniéndome firmemente del antebrazo.

-           Siento que estoy en la obligación de decirte esto.

-           ¿Qué cosa?

-           Si quieres cerrar completamente el pasado, quisiera que sepas que…

-           ¿Qué sepa qué?

-           Que tu padre sigue viviendo al frente.

Me soltó en el momento justo en que dijo la última palabra de esa oración. Me quede helado. Voltee mi cabeza, orientando mis ojos hacia la puerta abierta, recorriendo con la vista la calle y posándola en la puerta de la casa de en frente, la que, en un tiempo lejano, fue mi casa.

-           ¿Podría cuidar mis cosas un rato? Quisiera dejar mis saludos antes de irme. –dije con un tono seco.

-           C-claro.

Le entregue la correa del perro a la señora y con un paso apresurado atravesé la pista, cruzando por el jardín principal, quedando frente a la puerta. Dos toques fueron necesarios. Un señor de rostro bien cuidado, considerando su edad, abrió la puerta.

-           ¿Qué se te ofrece? –emitió un voz gruesa y firme.

-           Lo vengo buscando a usted.

-           ¿A mí? –asentí- ¿Qué necesita?

-           No quiero hablar aquí. ¿Podría pasar?

-           Claro, adelante.

Entre a la casa. El aire era denso, con un ligero rastro de alcohol y cigarro. Me senté en el sillón que me indico, frente al que él ocupo.

-           Okey, ya estamos adentro ¿Qué es lo que quiere de mí?

Suspiré- ¿No me reconoces?

-           ¿Debería? –me respondió altanero, sacando un puro de su bolsillo junto a un encendedor.

Apreté los dientes-  ¿Es en serio? Los grandes ojos, las cejas bien marcadas y esta piel lechosa ¿No te dicen nada?

El señor me analizó de pies a cabeza. Trago saliva.

-           Soy tu hijo, viví aquí. –aclaré- ¿Al menos me recuerdas?

Asintió. Soltó el humo contenido en su boca, dejando el puro en un cenicero de la mesita de centro, levantándose del sofá, dándome a espalda. Una joven apareció por el pasillo, llevaba una falda demasiado corta y una blusa muy reveladora, los cuales combinaban a la perfección con el excesivo maquillaje que tenía puesto.

-           Oye, amor, ya me tengo que ir ¿Dónde está mi chaqueta?

Me miro, me sonrió.

-           ¿Quién es esta monada? –se acercó unos pasos a mí.

-           Nadie. Ya se va. –dijo el hombre que ahora estaba abriendo la puerta.

-           Pero-

-           Vete. –me interrumpió.

Muy enojado me levante del sofá, y apretando los puños me dirigí a la salida. Me detuve en seco antes de abandonar el lugar, dedicándole una mirada furiosa a la persona que alguna vez llame padre.

Mi puño impacto en su rostro. El hombre cayó al piso al recibir el golpe, al tiempo que la chica gritaba horrorizada.

-           ¡¿Qué crees que haces, niño?! –se escandalizó la mujer- ¡Llamaré a la policía!

-           No, déjalo. –dijo el señor levantándose, tapándose parte del rostro con una mano.

Gire sobre mis talones, saliendo de ahí rápidamente. Volví a la casa de los Kim a recoger mis pertenencias, me despedí de ambos, y emprendí mi viaje, de vuelta a Seúl.

[***]

Regresé a mi casa. Ya era miércoles. Estaría solo, nadie llagaría hasta la siguiente semana, mis amigos el viernes y mi madre el domingo.

Se supone que tendría que ir a buscar a los tíos de Jongin, pero me acobarde, los primeros días no salí de mi habitación, con las justas si le daba de comer al perro. Recibí un par de llamadas durante ese tiempo.

Primero mi madre, reclamándome por qué no entraban las llamadas al teléfono de la casa y deseándome un feliz viaje, ya que, según lo que le había dicho, yo tendría que haber salido de viaje el jueves. Y luego una de Suho, quien luego de escuchar lo que había pasado me intento animar, decía que fuera a buscarlo, pero… por alguna razón no me sentía preparado.

[***]

Los días iban pasando conforme a que yo me iba recuperando del shock. Llego el sábado y yo aún no le había dado uso a la dirección que la Sra. Kim había apuntado para mí.

-           Ya es hora.

Me levante de la cama y decidido, salí de mi casa. El viaje no fue largo, la puerta de la casa era normal, como cualquiera. Toqué esperando que abrieran. Así fue.

-           Buenas tardes –dije.

-           Buenas tardes ¿Lo puedo ayudar en algo?

-           S-sí, busco a Kai.

 


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