«Todo saldrá bien.» Me repetí eso un millón de veces, esperando que fuera cierto. Esperando que Jongin viniera a tocar la puerta y me digiera que me perdonaba, que sabía que no era mi culpa y quería vivir el resto de su vida junto a mí.
Pero obviamente eso no paso.
Era sábado por la mañana. Mi madre llegaría pronto a casa.
« ¿Cómo lo afrontarás ahora?
¿Dirás la verdad? O... ¿Huirás? »
La puerta sonó. Tragué duro y abrí la puerta con el pulso temblando. El perro me acompañaba, moviendo la cola de felicidad al recibir de nuevo a su dueña.
- ¡Kyung! -mi mamá me abrazó apenas me vio- ¿Cómo estás? ¿Bien?
- S-sí.
- Eres muy descuidado, ¿cómo vas a dejar el cable del teléfono malogrado? Me preocupaste. Por suerte tienes tu celular.
- Claro... Pasa, debes estar cansada.
- No sabes cuánto. -estiró un poco los brazos.
- Me pondré algo más cómodo y vendré para que almorcemos juntos.
- No tengo ganas de salir.
- Okey, entonces preparare algo ligero y me contaras de tu viaje.
Apretó una de mis mejillas y tiro de su maleta, cursando la sala, y desapareciendo por el pasillo, en dirección a su habitación. Suspiré. Me tire en el sofá, intentando que mi cabeza dejara de dar vueltas, tratando de entender cuál era la mejor opción.
Al final lo decidí. Mentiría. No diría nada.
- Kyung...
Mi mamá volvió sin darme cuenta.
- ¿Sí? -me voltee hacia ella.
Estaba arrodillada frente al teléfono de la casa.
- Dijiste que Midori había masticado el cable, y por eso no entraba la llamada... Pero esto solo esta desconectado.
- Mamá... Yo... -me levanté de golpe.
Frunció el ceño- ¿Porque bloqueaste la línea?
- Porque...
- ¿Qué hiciste?
- Ehm.
- Responde.
- Yo...
- Responde
Era hora de dejar de ser cobarde.
- Me escapé.
- ¿Qué?
- Encontré una de tus cartas.
- Tú...
- Llegó con el correo y la abrí... Me enteré de todo, o al menos gran parte
- KyungSoo. -apretó los dientes.
- Volví a casa, a donde se supone debimos volver hacer ya tanto.
- Basta...
- Me lo ocultaste tanto tiempo... ¿Porque?
- Detente. -se levantó del suelo y camino unos pasos hacia el pasillo.
- Nada de lo que dijiste era cierto. -la retuve sosteniéndola del antebrazo.
- Dije que pararas. -intentó zafarse.
- Yo no soy huérfano de padre-
Recibí el golpe. Me sentí desequilibrar. Mi otra mejilla ardía
- Lo hice por nosotros.
Recupero una postura firme mientes yo me cubría con una mano la zona agredida.
- No me vengas con diálogos de telenovela.
- ¡No me creas si quieres! –gritó.
- ¡Ese es el punto! ¡Si te creo! -levanté la voz- Por eso duele... Pudiste decirme.
- Kyung... -suspiró- Ven...
Abrió sus brazos, ofreciéndome tregua. Me aferré a ella tanto como puede, sollozando, soltando lágrimas sin parar, humedeciendo su blusa.
- Lo lamento. -su voz tembló.
- Yo también...
[***]
La mañana del domingo desayunamos en absoluto silencio. Debía romper el hielo.
- Dímelo. –pedí.
- ¿De qué hablas? -mi madre me dirigió la mirada.
- Lo que paso... Quisiera escucharlo de ti. Sería bueno que tú me digieras tu versión de la historia.
Sonrío triste - No hay versiones de la historia. Solo una historia.
- Pues empieza. Yo te escucho. - la observé.
- De acuerdo...
Se sentó correctamente, dándome frente.
- Yo tenía apenas 17 cuando conocí a tu padre. Él era mayor que yo por 2 años... Un mujeriego, todos me lo advirtieron, pero siendo yo, una adolescente hormonales, les hice caso omiso y... Bueno... Naciste tú... -de dio un sorbo a su té- Yo ya había cumplido 18 y mis padres no me apoyaron, me echaron... Logré que él se hiciera cargo de nosotros; ropa, comida, "afecto"; todo bajo el mismo techo... Pero aun así su vida no cambio; seguía trayendo nuevas "compañeras" a la casa y yo... Me cansé... Decidí que podíamos conseguir algo mejor, y en una ocasión en la que me dijo que viajaría una semana vine a Seúl, con la ayuda de mis abuelos y un par de contacto pude darte lo que tienes ahora... Tal vez si me equivoqué... Pero... Aquí estamos. -sonrío nostálgica.
- Mamá... Yo...
- No sientas pena por mí, me gusta como estamos ahora, no me quejo.
- No debiste cargar con esto tu sola
- Kyung... Si lo tuviera que repetir no lo haría diferente.
Sonreí- De nuevo con tus frases de telenovela.
- Es mi estilo.
Nos abrazamos unos instantes hasta que la puerta volvió a sonar.
- Yo abriré –dijo.
Mi madre se levantó de la silla Midori siguiéndola por detrás.
- Buenos días -le escuché decir- ¿Lo puedo ayudar en algo?
Me metí un trozo de pan a la boca.
- Si, busco a KyungSoo
- ¿De parte?
- Jongin.