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La caída de la Casa Asakura por Hao Asakura

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Lo siguiente que supe, fue que desperté atada en el cuarto de Yoh, con las mismas correas que Fausto usaba para sujetarlo.

-Es una lástima que haya visto eso, señorita Anna.- dijo el médico de los Asakura, mientras medía el contenido de algunos frascos y sacaba una jeringa.

De pronto recordé lo que había pasado: La habitación de Hao, lo que los gemelos estaban haciendo ahí.

-Q… qué son ellos…

En vez de preguntar, porqué estaba atada, gritar que me soltaran y preocuparme por la inyección que veía preparar al siniestro hombre.

-Nada en especial, solo un par de hermanos que se aman… aunque si me lo pregunta, no tengo idea que ve Hao Dono en su débil hermano pequeño, apenas y puede sostenerse en pie.

Intenté de forma silenciosa, forzar mis ataduras, fue en vano, estaban demasiado apretadas, a unos cuantos metros pude ver, mi propio rosario colgando de una silla pintada de blanco.

-Suéltame.

-Me temo que eso no es posible.

-Se lo diré a Hao.

-Esto es por su bien, señorita, a Hao Dono no le gustará saber que usted los ha visto.

-¿Son un par de enfermos no?  Únicamente se han dedicado a lastimar a Yoh.

Fausto puso una expresión de lastima sumamente fingida, su labio inferior sobre salió en un pequeño puchero.

-Ohhh, aún cree que el joven Yoh es inocente en todo esto- añadió con fingida voz de ternura.

Dejó un momento su quehacer para acercarse a mí y acariciar mi rubio cabello.

-Necesita entender, señorita Anna, que no hay lugar para usted, ni para mí en medio de esos dos; deben estar juntos, así lo dictó el destino y también la maldición.

-¿Cuál maldición? – pregunté agitándome en la cama- esto solo es un maldito manicomio!

-La maldición que ha perseguido a la familia Asakura  de generación en generación- dijo suspirando- bueno, supongo que nada de lo que le pueda contar es más grave de lo que usted misma ha visto…

-escúpelo…

-Verá usted, la familia Asakura tiene un abolengo antiquísimo,  data del año 1800 y su fortuna no tenía par, el primer Asakura la amasó a base de la venta de hojas de té Asakura, un te muy especial proveniente de una planta que ahora mismo ya no existe.

-Me aburro, ¿ve al grano quieres?

-Como probablemente sabe, en la antigüedad las familias de clase alta formaban uniones matrimoniales entre familiares para así preservar su nombre y su fortuna, llegando a comprometer primos, tíos con sobrinas etc. Bueno en el caso de los Asakura ellos fueron u poco más lejos, empezaron a emparejarse y a tener herederos entre hermanos.

-Bueh… pero eso es absurdo! Hao e Yoh ambos son hombres!

-Le diré que  en realidad, tratándose de los Asakura, la conservación del Abolengo era un plus, siempre fueron una estirpe oscura y retorcida, de generación en generación tuvieron este tipo de relaciones enfermas, mi padre fue médico de la familia y su padre antes que él, todos tuvieron que guardar este tipo de secretos.

-Eso quiere decir que…  Yohmei y Kino…

-Si, y Mikhisha con Keiko, hermanos todos!

La cabeza me empezó a dar vueltas, ¡eso no era posible!

-Eso siempre trae consecuencias.

-Así es, hubo un momento en que los genes de esta familia se vieron tan entre cruzados que empezaron a engendrar monstruos sin ojos o sin cerebro, seres terriblemente deformados o con severo retraso mental, ahí fue donde el papel de mi bisabuelo fue fundamental, tuvo que usar sus dotes de médico y de shaman para poder corregir esa situación, al grado que nuevamente pudieron crear seres perfectos… o casi.

-Entonces la enfermedad de Yoh…

-¿Que si es genética? No, no lo es, eso fue una simple coincidencia, o quizá algún castigo, ¿parte de la maldición? Quién sabe , lo del señor Hao me atrevo a decir que es solamente cansancio mental y físico por cuidar a su hermano estos años, sabe, Yoh no es como cualquier chico de su edad.

-Eso salta a la vista

-Bueno, es más que un joven tímido y enfermo…

-Si, es un pervertido.

-Es muy fácil juzgar, sin embargo si supiera lo mucho que ha sufrido… es lógico que siendo como es, sólo pudiera encontrar consuelo en su hermano mayor.

-Fausto…  te importan demasiado ambos.

-Me importa el amo Hao, trato de curar al joven Yoh solo por él, aunque ambos en el fondo sabemos que no hay caso, que un día se dormirá para no despertar y ese es el día que más teme el amo Hao.

-Pero tú  te quedarás al lado de tu amo, solos los dos  ¿Qué conveniente no?

Fausto le dio un golpe a la pared, me hizo saltar.

-Ese día las almas de ambos serán tragadas por esta casa y los que aquí se esconden entre las sombras…  me interesa mantener vivo al joven Yoh a cualquier precio, solo por Dono, si puedo lo curaré, Hao cada vez permanece más tiempo en el otro lado.

-El otro lado?

-Creías (me empezó a tutear) que mientras Yoh esta dormido  en verdad Hao Dono sólo deambula como un inútil? Que inservible es ese rosario que cargas todo el tiempo, y tus poderes de pacotilla… no te han servido para darte cuenta que el amo muda una parte de su conciencia al otro lado para combatir a los espíritus que quieren robarse el alma de Yoh.

-Amidamaru?

-Amidamaru es la excepción de esta casa, codicia a Yoh, lo protege, Amidamaru no está atado a esta casa por ninguna maldición, quiere estar aquí en cambio los otros… si devoran el alma de Yoh su poder los hará libres.

Demasiada información, todo me daba vueltas, quería vomitar ¿yo que tenía que ver en todo esto? Solo había querido ayudar a un amigo y ahora…

La esperanza que era Yoh para mí se había convertido en nada.

-Desátame! ¡Quiero irme de este sucio lugar!

-Lamento haberte herido así, sin embargo…no te sientas mal, no te durará mucho.

Fausto sujetó con fuerza mi brazo y ese líquido que había estado preparando, lo inyectó dentro de mí.


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