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La caída de la Casa Asakura por Hao Asakura

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Notas del capitulo:

Hola, aquí las cosas se empiezan a complicar, espero que les guste espero sus lindos comentarios, abrazos y besos no olviden visitar mipág

Cuando desperté en mi cuarto, el mundo me pareció rosa, a pesar que estaba  hundida en las tinieblas.

No recordaba nada de lo anterior.

Lo único que había en mi mente era un lindo vestido, una fiesta de máscaras e Yoh Asakura.

-Buenos días Anna- Abrió la cortina

Me desprogramó un poco ver que era él quien entraba a mi habitación por la mañana y no yo a la suya, era muy temprano, las seis creo, el sol apenas estaba saliendo… no es que fuera a brillar mucho, de alguna manera siempre parecía entrar muy poca luz a través de las ventanas opacas del enorme caserón.

-Hola Yoh.

-Estas lista para la fiesta?- Sus ojos brillaban ligeramente delirantes en la oscuridad, supuse que era por la emoción, traía capas de suéteres y suéteres encima, como para protegerse de una posible pulmonía (sospeché que había sido sugerencia de Hao)

-Es raro verte fuera de la cama y de pie.

-Hao me hizo descansar todo lo posible para que pudiera disfrutar este día… venga! Venga! Levántate, vístete! Vamos a desayunar, el baño déjalo para cuando te pongas el vestido!

-¿Dónde está Hao?

-Trabajando… no te preocupes, estará aquí para la fiesta!  ¡Apúrate! Te tengo una sorpresa!

Yoh esperó pacientemente afuera de mi cuarto a que bañara y me vistiera, aunque protesto por lo primero, luego me guió de la mano por un angosto pasillo al cual entramos por un nicho sombrío al cual yo apenas había prestado atención.

-El día de hoy eres mi princesa- dijo cuando me señaló la luz al final del pasillo.

Era la salida a un balcón, quedé asombrada con la vista de los terrenos de la casa, el paisaje brumoso no me dejaba ver la carretera, pero podía ver los techos de las lonas que se habían colocado sobre las mesas para la fiesta, parecían techos de dos aguas de pequeñas casitas carmesí.

Pero lo que más me asombró: el viejo barandal de madera estaba forrado con una enredadera verde y decorada con rosas rojas, había algunas lámparas chinas  arrojando una suave luz sobre una mesa  puesta elegantemente para el desayuno.

 

-Fausto no metió las manos para nada, yo hice esto para ti.

-Yoh…

-Quiero que este día lo recordemos para siempre.

Seguramente me sonrojé, o lloré, o me quedé como una tonta sin saber que hacer o que decir, él simplemente jaló la silla para que me pudiera sentar.

-Vamos a comer!!

Desayunamos por pausas mientras él hacia viajes de cinco minutos a la cocina, primero fue fruta, luego café con tostadas, después panqueques con miel y tocino, huevos revueltos, dulces japoneses y un montón de cosas que Hao tenía prohibidas. Luego tuvimos una agradable charla, me contó cosas sobre cómo fue construida la casa, sobre sus padres y su infancia.

-Entonces Hao me hizo firmar un pacto de sangre sobre no contarle nada a nuestros padres jajajaja nos cortamos un dedo, dolió horrible, fue la primera vez que me di cuenta  que no puedo ver sangre sin desmayarme.

No es que me molestara, pero en cada pequeña historia estaba Hao, su hermano había hecho esto, había hecho lo otro, hablaba de él con una pequeña y extraña persistencia que me incomodaba.

-Pero de todas maneras nos descubrieron y nos castigaron por dos meses.

-Jajajajaja mmm… oye.

-si?

-No quiero saber más de Hao, háblame de ti.

Yoh no se quejaba de su vida, no le tenía tanto miedo a las personas como su abuela o como Hao, ellos sí que les tenían miedo, es por eso que lo dejaban en casa, para protegerlo, su abuela lo sacó del colegio porque era muy tranquilo y decía que podía ver  espíritus, un blanco seguro de las puyas, pero más que nada por lo violento que podía ser su hermano al defenderlo, una vez golpeó tanto a un tío que…

-Lo siento jajaja estoy hablando de él otra vez.

-Ya lo noté.

-Esta vez, quedará fuera, lo prometo- hizo una seña de honor.

Pero no habló ya demasiado,  dijo que de todas maneras le daba flojera ir a la escuela, que solamente quería una vida tranquila donde pudiera dedicarse a cuidar un gran jardín, leer y jugar todo el día, tal vez era flojo, pero afortunadamente no tenía necesidad de trabajar, claro que extrañaba a sus pocos amigos de la escuela y comer chatarra, desde que se había enfermado nadie lo dejaba comer papas fritas, helados o chocolates; su color favorito era el verde, prefería los perros a los gatos, una vez se emborrachó con sake y terminó vomitando en los zapatos de Fausto… historias a las que quisiera haber puesto el triple de atención.

- Si pudiera tener a mis amigos así como te tengo aquí, todos los días creo que no le pediría nada más a la vida… bueno, eso y tener un hijo.

Ese comentario me tomó por sorpresa.

-A ti te gustaría tener hijos Anna?

-Yo… no lo sé, no lo había pensado.

-El doctor dice que yo no podré tener uno… nunca más, por mi enfermedad.

-Nunca más?

-Sólo es una forma de hablar, es decir, en un futuro no podré…

-Los tendrás.

-Anne.

-No hagas caso de lo que diga un médico loco como Fausto, crecerás, tendrás una vida larga y feliz, también vas a tener un montón de hijos, sólo déjalo de mi cuenta.- Me sonrojé acto seguido, lo que acababa de decir sonaba sumamente atrevido y se prestaba a malas interpretaciones.

Sin embargo Yoh se empezó a reír, con tan sana y pura alegría que me contagió.

-Gracias Anna

-No jajaja, no pienses mal yo…

-Harías eso por mí Ann?- dijo de pronto

Me sonrojé al triple.

-Harías eso por mí?? Es decir, me ayudarías a que yo pueda mecer un pequeño Asakura en mis brazos? Antes de…

-Lo haré.-

-Anna!

-No digas más, lo haré… sólo… no lo digas.

Yoh se puso de pie y me abrazó mientras yo permanecía sentada, se inclinó sobre mí y besó mi frente.

-Hao les cuidará.

No sabía en este momento que estaba aceptando ni me importaba, aunque si creía saberlo, solamente estaba equivocada.

Por  último me contó algo que debí escuchar con más seriedad. Hubo un tercer Asakura, sus padres tuvieron un tercer hijo cuando ellos  tenían diez, pero había muerto  antes de cumplir un mes de nacido, por causas que sus padres no les explicaron, también les prohibieron mencionarlo.

-Y Hao… el no puede hacerlo también?

-Ann si para mi es imposible para Hao es… dime ¿Qué chica querría venir hasta acá a encerrarse con un neurótico lleno de alergias como mi hermano? Seamos realistas, eres la única en la que podemos confiar.

Lo dijo en un tono que me dio escalofríos.

Después del desayuno bajamos al primero piso y cruzamos el oscuro comedor  que yo ya conocía, estaba decorado con los mismos árboles rojos en maceteros y las mismas flores, guirnaldas colgando del techo, en eso si había ayudado Fausto, salimos al patio trasero todo piedras y musgo, en él había un pequeño templo con dos pequeños ídolos de piedra sobre un altar, estaban tan deformes que no supe que eran.

-Vamos a dar las gracias aquí- indicó prendiendo el incienso que había a cada lado de los ídolos.

Nos arrodillamos y juntamos las manos, yo no sabía porque agradecer.

-Que la fiesta salga bien y que Anna se divierta mucho, que mi hermano pueda disfrutarla sin enojarse o tener un ataque de nervios… si tan solo él pudiera volver a escuchar música, le hace mucha falta, también quiero volver a ver a mis amigos de la escuela amén.

-Amén- secundé.                                                                         

En ese momento los pequeños ídolos salieron disparados como si alguien los arrojara.

Yoh se puso de pie bruscamente.

-¡Escúchame bien Amidamaru! ¡Si haces algo y  arruinas la fiesta no te volveré a hablar!

El incienso y algunos adornos volaron también.

-¡Aunque me muera ¡ ¿oíste? No hablaré contigo jamás.

Las cosas parecieron calmarse.

-No te asustes Anna, está enfadado pero no es contigo.

 

La atención de Yoh fue completamente para mí hasta las tres de la tarde, hora en que el “hombre invisible” llegó  del trabajo  con Fausto, traían un montón de bolsas y dos cajas pequeñas como de juguete.

-Nii chan!!- Corrió a abrazarlo.

-¿Qué haces en la sala Yoh? Debiste  descansar más, nos espera una larga jornada.

-No puedo! Estoy muy emocionado, Anna jugaba conmigo al ajedrez para ver si lograba concentrarme jaja.

Hao se quitó las gruesas gafas y se jaló el vendaje de la cara, una vez que se lo quitó lo suficiente para respirar dijo:

-Vayan a la cocina con Fausto para que coman algo antes de la fiesta, después de eso se bañan para ponerse sus disfraces por favor.

-No tengo hambre- protestó Yoh, quiero bañarme con Nii-chan

Un ramalazo de asco golpeó mi cabeza, pero no supe porqué.

-Anna ¿estas bien? – dijo Hao- has palidecido.

-Anna lo hará- anunció Yoh lleno de confianza, esta vez fue Hao quien palideció

-Que?-

-Anna lo hará- repitió Yoh- me ayudará a tener bebés

Hao abrió mucho los ojos, en seguida me tomó de las manos, le temblaban.

-Lo harás Anna?

Insegura asentí con la cabeza.

Esta vez fue Hao quien me tomó de la cintura y me dio vueltas, conduciéndome en un imaginario baile mientras sonreía, como hace mucho tiempo; me dio un giro más para enviarme con Yoh que me tomó en sus brazos tarareando y bailó también, no pude evitar sonreír mientras danzaba por turnos con cada hermano, para luego quedar en medio de los dos, ellos realmente siguieron valseando conmigo en medio, por primera vez me sentí integrada en el raro juego que ambos parecían jugar a diario.

Como si me hubieran aceptado por fin en un exclusivo manicomio.

Fausto nos veía con una cara que no iba para nada con la alegría del momento

 


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