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El casamentero del santuario por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Espero que les guste, aquí está lo que muchos esperaban... ¡Que lo disfruten!

Kardia había intentado muchas otras cosas, pero la guerra santa se interpuso en su camino y tuvo que dejar de lado sus juegos, cosa que agradecieron Aldebarán, Asmita y el Cid. Pero tan pronto la guerra llegó a su fin y fueron revividos los pobres se vieron de nuevo víctimas de los juegos del escorpión, quien aún tenía la necesidad de ayudarlos (torturarlos). Por su parte Dégel, con quien el escorpión había sido negligente desde antes de la guerra, ya no lo soportaba más.

“Se acabó” dijo el aguador, ya harto de estar en forzada abstinencia. Kardia, que se encontraba en su escritorio conspirando mientras mordisqueaba una manzana, se vio bruscamente levantado del brazo por su enfurecido novio.

“¿Y ahora qué hice?” preguntó algo asustado. Dégel daba miedo en esa forma.

“Vamos a solucionar los malditos problemas amorosos de todos de una buena vez” gruñó el francés mientras arrastraba a su amante hacia la puerta de la casa de Acuario y salía con una mirada de determinación. Tan pronto como terminara más le valía al escorpión compensarlo por todo lo que le había hecho pasar.

-En casa de Capricornio-

El Cid se encontraba ordenando su cuarto (se ausentaba un par de meses y el lugar acababa hecho un desastre, ¿es que a nadie en el santuario se le ocurría limpiar?). De repente por la puerta entró un cabreado Dégel de Acuario arrastrando a un aterrorizado escorpión del brazo. Esta visión hizo que se pusiera en guardia, ¿acaso la falta de sexo finalmente lo enloqueció?

“Tú, ven con nosotros” le ordenó el acuariano sin darle opción a protestar. Al ver su cara el caprino obedeció como el buen niño que era y caminó detrás de los amantes.

-En casa de Sagitario-

Sísifo espolvoreaba su ropa y la volvía a meter el armario. Había sido una gran idea por parte de Atena revivir a Ilias, ahora tenía más tiempo para él mientras su hermano se encargaba de Regulus. El chiquillo por su parte estaba feliz de tener de vuelta a papá… de repente entraron Dégel, el Cid y Kardia a su templo. El aguador soltó bruscamente a su novio y le dio una gran sonrisa forzada al arquero. El escorpión trató de escapar, pero una rápida ráfaga helada se lo impidió.

“Hola, Sísifo, ¿qué tal?” lo saludó el francés en tono alegre. “He escuchado que como tu hermano está criando ahora a su hijo estás más libre”

“Sí” respondió el castaño pensativo. “Oh, y te aseguro que no te va a volver a molestar. Ilias lo tendrá controlado”

“¡Bien! Eso era lo que quería oír” respondió el peliverde, aún animado. “Mientras tanto, ¿qué te parece si das una vuelta con el Cid y te cuenta cómo  te rescató de los horribles dioses de los sueños?”

“¡¿Q-QUÉ?!” preguntó el español, poniéndose rojo. “Yo no…”

“Me parece bien, quiero oírlo” dijo Sísifo sin entender las dobles intensiones de su compañero. El Cid era un buen amigo, ¿Por qué no aceptaría pasear un rato con él e intercambiar anécdotas? “Apuesto a que es una gran historia”

“Yo…” quiso zafarse el caprino, pero una sonrisa de Sísifo lo desarmó. ¿No iba a desaprovechar la oportunidad de tener una cita con su amor por timidez, verdad? “Está bien, vamos”

“Gracias” ambos se marcharon juntos. Una vez estuvieron fuera de vista la expresión de Dégel regresó a ser la misma que cuando abandonaron la casa de Acuario. Recogió al escorpión del suelo y se adelantó hasta la casa de Géminis, donde Deuteros se encontraba vigilando mientras su hermano se tomaba un baño.

“Hola, Dégel, Kardia” saludó el gemelo menor, un poco confundido. Desde que regresaron no se acostumbraba a estar en el santuario a vista y paciencia de todo el mundo, ni a estar lejos de la lava de Kanon. El acuariano soltó el brazo de su novio de nuevo para adelantarse hasta el demonio.

“Hola” de repente puso una expresión de culpabilidad. “Yo quería disculparme por lo que pasó con el diario de Asmita, eso no estuvo bien”

“¿Con el…? Ah, te refieres a cuando Kardia me jugó esa broma pesada en Kanon. No hay de qué preocuparse, ya hasta se me había olvidado”

“¿Broma? ¿De qué hablas?” preguntó Dégel sorprendido. “Yo me refería a que traduje el diario de Asmita para Kardia y gracias a eso y a la bocaza de Aldé que encontró las hojas todo el santuario se enteró de las cosas bonitas que pensaba de tí”

“¿Él… de verdad pensaba eso de mí?” preguntó el gemelo sin creérselo.

“Por supuesto… y todo el santuario puede corroborártelo” se quedaron en silencio unos minutos. Dégel satisfecho y Deuteros procesando lo que estaba oyendo en su mente. Finalmente el demonio de Kanon sonrió.

“Gracias. Yo… tengo que irme” Géminis entonces comenzó a correr escaleras arriba hacia el sexto templo justo en el momento en el que su hermano salía de la ducha ya vestido con ropa de entrenamiento. Aspros puso una cara de sorpresa, no sabía que su hermanito hubiera hecho amigos en el santuario después de su muerte.

“¿De qué me perdí?” preguntó confundido.

“No lo sé, pero Aldebarán de seguro podrá decírtelo” le respondió Dégel. “Despues de todo, ¿Quién más tiene todos los chismes del santuario o es el primero en enterarse de ellos? Debe estar en casa ahora”

“Hum… sí. Le haré una visita” murmuró el gemelo mayor, dándose la vuelta y marchándose por la escalera opuesta a su hermano.

“Vamos de regreso” dijo el acuariano, cogiendo por tercera vez al escorpión y arrastrándolo escaleras arriba mientras el otro miraba su obra asombrado. ¿Realmente estaba pasando? ¿De verdad era tan fácil unir a dos personas con las técnicas adecuadas? De repente en plena subida se cruzaron con el dios Hades y su escolta, aka Los Tres Jueces del Inframundo. Detrás de ellos unos caballeros de oro se dirigían junto con ellos a la salida después de haber firmado un tratado de paz. Entre ellos estaba Albafica, que no le quitaba el ojo al espectro con el que luchó hasta la muerte. Dégel los miró y se quedó parado junto a Kardia unos segundos. Cuando el peliceleste pasó por su lado lo hizo tropezar y este cayó justo sobre Minos de Griffo.

“Lo siento” se disculpó avergonzado.

“Fíjate por donde caminas, caballerito. Te tomaba por alguien menos torpe que eso” se burló el juez.

“Cállate” le respondió Albafica y se pusieron a pelear en medio de la escalera. Dégel se quedó mirando la escena a la expectativa de que pasara algo. De repente el juez suspiró y encaró al caballero de Piscis.

“Hoy en la noche algunos de los chicos y yo iremos a un bar cerca de aquí, ¿quieres venir?” lo invitó el espectro.

“Ah… sí, sí claro” contestó el pez algo sonrojado. “Pero sólo para asegurarme de que no hacen nada malo” agregó.

“Sí, como sea. Nos vemos allá” se despidió Grifo y se fue. Ahora Kardia sí que estaba impresionado. Su novio no sólo logró unir a tres parejas en minutos mientras que él en meses no había hecho más que entorpecer sus relaciones e incluso había tenido tiempo para encontrarle una cita al hombre más solitario de todo el santuario.

“Wow” fue lo único que pudo decir mientras era arrastrado hasta Acuario. Una vez dentro de la habitación el dueño de la casa se puso manos a la obra, sacándole al armadura y posteriormente la ropa a una velocidad increíble. Levantó su cara, tenía un expresión aterradora que le heló la sangre a su novio.

“D… Dégel” comenzó a temblar el escorpión.

“Meses, Kardia” comenzó el aguador. “Meses de abstinencia forzada que tú me has obligado a soportar mientras jugabas al casamentero. Espero que te des cuenta de lo que has hecho”

“Y…yo…” comenzó aterrorizado el otro, tratando de alejarse, pero fue sujetado por una mano que más bien parecía una pinza de hierro helada.

“Además me prometiste que me compensarías” con esto el escorpión se petrificó. Mierda.

“¿Qué… qué me vas a hacer?” preguntó aterrado.

“Kardia, Kardia, la pregunta es ¿qué no te voy a hace?” y con esto lo empujó a la cama y se trepó encima suyo. El peliazul cerró los ojos, eso iba a doler.

-En la casa de Virgo-

Asmita se encontraba en posición de loto, meditando con su rosario de 108 cuentas. De repente escuchó a alguien entrar en su casa y se preparó para otro ataque de Kardia, pero la voz que se dirigió hacia él distaba mucho de ser la suya.

“Deuteros” lo saludó, levantándose del suelo para recibir al gemelo menor.

“Hola, Asmita, al tiempo” dijo el demonio, un poco incómodo. “Sabes, Dégel y Manigodo me acaban de confirmar que… bueno, las cosas que me dijo Kardia ese día que me visitaron en Kanon venían de tu diario”

“Esos metiches” masculló Asmita. ¿Es que nadie conocía la privacidad en ese santuario? Iba a matarlos a todos, empezando por los dos tortolitos causantes de su humillación. ¡Y seguiría con el toro bocazas que esparció el chisme por todo el santuario! ¡Para terminar le arrancaría su sonrisita al bromista de Manigoldo por andarse burlando de él!

“Bueno… no sabía que pensaras esas cosas de mi. Sé que no me tenía que enterar, pero… nadie me ha dirigido unas palabras así nunca. Es bonito”

“¿Te… te gustó? ¿de verdad?”

“De verdad, ¿a quien no le gusta que le digan cosas bonitas?” le sonrió el demonio. “Más bien… ¿me perdonarías por reaccionar mal esa vez?”

“Pues no te perdono” dijo el ciego de forma maliciosa. Bien podría aprovechar la oportunidad que le habían dado esos metiches para conseguir una cita.

“Ay, vamos. Dame una oportunidad” dijo Deuteros, creyéndose lo que su amigo decía en broma.

“Tal vez… si sales conmigo hoy”

“¿Eh?” ahora el gemelo menor estaba completamente sonrojado, cosa difícil de ver con su piel oscura por el magma del volcán.

“No es mucho, sólo es una cita” trató de tranquilizarlo Asmita. Sabía que Deuteros no estaba acostumbrado a estas cosas habiendo vivido durante tanto tiempo solo. Esta era la primera vez que alguien lo invitaba a salir en su vida.

“Yo… no sé”

“Anda, te divertirás” le aseguró el rubio.

“De acuerdo, si tú lo dices”

“¡Ah! ¡Dégel, no! ¡tranquiloooo!” se oyeron gritos desde la casa de Acuario. Ambos voltearon en esa dirección, Asmita con una sonrisa y Deuteros con confusión en el rostro. “¡¿Qué… qué es eso?! ¡Ay, no! ¡Atrás! ¡Sentado! ¡Por favor no me comas!”

“¿Qué… es eso?” inquirió el gemelo, algo traumatizado.

“Créeme, no quieres saber”

-En la casa de Tauro-

Aldebarán se reía por los gritos que acababa de proferir Kardia. ¿Qué le estaba haciendo Dégel para mandara semejantes gritos? Sea los que sea, el bicho se lo merecía. Esperaba que se quedara inválido por una semana, así dejaba de meterse en los asuntos de los demás. Prácticamente todo el santuario podía oírlo. Se dirigió hacia su refrigerador para sacar un par de cervezas, dispuesto a planificar su próxima movida con Aspros. Ahora que estaba de vuelta no iba a desperdiciar la oportunidad de tener algo con el gemelo mayor.

“Hola, Aldé, amigo” dijo de repente el aludido, entrando en su templo con su ropa de entrenamiento. Se le veía tan bien que al toro le costó mucho no babear. “Recordé que tú usualmente estás muy enterado de lo que pasa en el santuario, así que podía acudir a ti para ponerme al día”

“Ah… Aspros… claro que puedo hacer eso… ¿y tu hermano? Podría ponerlos al día a los dos”

“No sé, creo que en Virgo charlando con Asmita. Siempre que no le pase algo malo estoy tranquilo… no le va a pasar algo malo ¿o sí?”

Tauro se lo pensó un poco. Podía descubrir el secreto no tan secreto del ciego y decirle de frente a Aspros que el otro estaba loco por su hermano, pero quién sabe lo que causaría, así que decidió mantener el pico cerrado por una vez.

“A propósito, ¿has oído los gritos de Kardia? ¿Qué se supone que están haciendo? Son más fuertes de lo que recuerdo”

“Creo que están pasando por una etapa, ignóralos, pronto volverán a la normalidad”

“¿Debería conseguir tapones para los oídos?” se burló Aspros, pero luego se tapó la boca. Se había propuesto a mejorar, empezando por ser bueno con las demás personas. Y eso significaba cero burlas crueles. “Lo siento”

“No te disculpes, fue una broma graciosa”

“Supongo… pero para ellos no. Ahora que lo pienso, tengo que agradecerte por ser una de las pocas personas que quería ser amigo mío con mi personalidad”

“No eras tan malo…”

“Oh, sí que lo fui, pero de todas formas gracias por el cumplido” dijo el gemelo mayor, sentándose a la mesa con el toro para disfrutar de las cervezas.

-En la casa de piscis-

Lugonis, que también fue revivido por Atena, leía un libro mientras su hijo revolvía su armario en su cuarto. Decidió no prestarle atención tan pronto notó que era un tema tan trivial como la apariencia, tachándolo de cosas de adolescentes.

“¿Qué tal este?” le preguntó Albafica a su padre, modelando con un conjunto que le quedaba de infarto.

“Bien, igual que los últimos trece que te probaste” respondió Lugonis aburrido, pasando una página de su libro.

“Papá, coopera conmigo, quieres” se cruzó de brazos el peliceleste, cansado de la mala disposición de su guardián. “Por una vez en mi vida quiero verme bien”

“Te ves bien todos los días, no necesitas ropa ni peinado para eso”

“Entonces quiero verme mejor”

“¿Para qué, si se puede saber? Dudo que tengas algo que hacer, me lo habrías dicho, ¿no?” preguntó Lugonis, apartando sus ojos del libro por unos minutos. Albafica se lo pensó, lo último que quería era interferencia paternal en su primera cita.

“Pensándolo bien, creo que puedo encargarme de esto yo mismo” cuando el más joven se marchó a su habitación el hombre suspiró.

“Ah, estos adolescentes. Juro que cada día lo entiendo menos” se dijo antes de volver a su lectura.

Notas finales:

Esto me huele a problemas. ¿Cómo reaccionarán Ilias y Aspros cuando sepan de las citas? ¿Y Lugonis? ¡Reviews, por favor!


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