Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El casamentero del santuario por Ghost princess Perona

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Temo decir que este fanfic ya se está terminando... pero no se alarmen, todavía tengo unas cuantas ideas para él! Espero que les guste este capítulo, es extra gracioso

Dégel estaba algo frustrado, sentado en la cama después de que Kardia se desmayara tras la fuerte sesión de sexo duro. El bicho seguía inconsciente, indispuesto. Eligió ese momento para volver a abrir los ojos e intentar escapar rápidamente… aunque estaba tan adolorido que apenas se podía mover.
“Ni lo intentes” dijo el acuariano, atrayendo a su presa contra sí. El escorpión podría haberse echado a llorar en ese mismo momento, no quería sufrir ese tormento otra vez. Dégel se mostró tan sádico después de la abstinencia que se arrepentía sinceramente de haberlo dejado tanto tiempo sin sexo.
“Por favor ya no más” pidió casi llorando. “Estoy tan malditamente adolorido que no voy a poder caminar el resto del mes y eso si tengo suerte”
“Tu problema, no debiste ser tan negligente. Ahora voy a saciarme” dijo el copero, tomando a su novio de la cintura y arrastrándolo hacia sí. “¿Ya aprendiste a no ponerte a jugar al casamentero?”
“Hablando de eso…” intentó cambiar el tema Kardia con la esperanza de distraer a su amante y tener al menos un par de días para sanar su abusada entrada. “¿Crees que les irá bien? En sus citas, digo yo”
“Eso, querido, es cosa suya…” sonrió sádicamente Dégel, haciéndole saber al otro que había fallado. Kardia tragó duro, esperaba al menos no volver a desmayarse.
-Con Aspros y Aldebarán-
“¡Qué risa, no me imagino a Shion y Manigoldo castigados como niñitos!” se rió el peliazul, alegre después de tanto tiempo.
“¡Pero fue así! ¡Y Sage y Hakurei no les tuvieron piedad, a uno por emborracharse y al otro por fumar a escondidas! Jajajajajjajaja” lo siguió Aldebarán, también contento. Estaba pasándola genial con su cita, reír y charlar con la persona que te gusta es una de las mejores cosas que hacer. Aspros se llevó la mano a la boca y terminó de sofocar su ataque de risa, tomando un gran sorbo de cerveza que el toro dorado le ofreció. “Cuanto me alegro que seamos tan buenos amigos”
“¿Amigos?” preguntó Aldé algo confundido, ¿no se suponía que estaban en una cita? Al menos a él le había parecido eso.
“Sí, amigos, porque eso es lo que somos, ¿verdad?” inquirió confuso Géminis, dejando su vaso en la mesa. “Para mí eres uno de mis más preciados amigos”
“Amigos…” esa respuesta hizo que una tonelada de ladrillos cayeran sobre el pobre taurino formando una palabra: friendzoned. Aspros acababa de mandarlo a la friendzone. ¡Él no quería estar en la friendzone! ¡Era condenadamente difícil salir de ahí! ¿Qué diablos podía hacer? Sintió la súbita necesidad de deprimirse y ahogarse en alcohol, se sentía miserable. ¿Es que Aspros no se daba cuenta de que quería más con él? Mandarlo a la  friendzone a él, el gran Aldebarán de Tauro…
“A propósito, ¿sabes por qué mi hermano ha ido a ver a Virgo? No sabía que fueran tan unidos” eso hizo que las antenas del pobre dorado se pararan y esbozó una sonrisa maquiavélica. Si él no podía tener nada con Aspros no tenía por qué ser el único sin pareja en el santuario. Podía muy bien hacer miserable a otro abriendo la boca y sentirse mejor. 
“Oh, ¿no lo sabes? Pensé que alguien ya te lo habría dicho” dijo Aldé en un tono muy especial. “Asmita se quiere tirar a tu hermano, todos aquí lo sabían. Escribió un diario lleno de cosas que quería decirle para que accediera a acostarse con él y… oye, ¿estás bien?”
“Y—y-y-y-y-y-yo…” comenzó Aspros sin saber cómo continuar. La jarra de cerveza en su mano estaba rota y su cara era la de máxima estupefacción. ¿Virgo… y su hermano? ¿Virgo se quería tirar a su hermanito menor? Ahí lo llenó la ira. ¡Nadie se tiraba a su hermanito! “Lo siento, tengo que irme” y salió corriendo escaleras abajo gritando improperios y amenazas contra Asmita.
“Jajajajajaja…” se rió el toro, pero su risa fue muriendo al recordar lo que le había pasado. “Friendzoned…” murmuró deprimido.
-En Leo-
“Y entonces me puse a pelear con Yato y bam… le gané a los tres movimientos” contó Regulus, bien portado por primera vez desde que llegó al santuario. Ilias sonrió y le revolvió los cabellos a su pequeño en un gesto de afecto.
“Estoy orgulloso, hijo” ambos se la estaban pasando muy bien con una buena conversación padre e hijo como no las habían tenido desde hace mucho tiempo.
“Por cierto, me sorprende que El Cid finalmente se armara de valor para pedirle una cita al tío Sísifo, pensé que tendría hijos para el momento en que ese gallina finalmente se animara…”
“¿Eh?” preguntó el león mayor confuso.
“¡Sí! Y pensar que era el tío Sísifo era el único de toda la orden que no sabía que El Cid estaba loco por él y lo acosaba por todas partes…”
“¡¿Eh?!”
“Y todavía no te cuento de ese sangrado nasal masivo que se mandó la vez que vio al tío Sísifo desnudo en el baño, el muy mañoso. ¡Parecía que quería hacerle muchas cositas no aptas para menores!” terminó el cachorrito.
“¡¡¡¡¿EH?!!!!” prácticamente gritó Ilias, completamente alarmado y al borde del colapso nervioso. Quería ir a romperle la cara al pervertido, pero no podía dejar a su… de repente Manigoldo pasó distraído rumbo a la cámara de su maestro e Ilias lo detuvo.
“Manigoldo, ¿podrías cuidar a Regulus unos minutos? Gracias” dijo sin darle tiempo al cangrejo para contestar. Ni un segundo después partió la carrera, lanzando amenazas.
“¿Y qué hago yo contigo ahora?” se preguntó el crustáceo, mirando al gatito. Se encogió de hombros y continuó para encontrarse con su maestro mientras el adolescente suspiraba. Mejor iba a espiar a Kardi y a Dégel, la abstinencia debía haber convertido a Acuario en una fiera y ahora las cosas debían estar tan candentes como le gustaban…
-De regreso en la casa de Acuario-
“No… eso no” pedía Kardia mientras Dégel le mostraba sádicamente un consolador enorme. Definitivamente no quería eso dentro de él, lo dejaría imposibilitado de caminar por un año entero. Retrocedió en la cama tratando de evadirlo, pero el otro logró tomarlo de las piernas obligarlo a abrirlas. “Espera… si de todas maneras vas a metérmela al menor ponle un poco de lubricante, animal”
“¿Por qué? Ya estás muy húmedo por dentro, amor” el acuariano estaba a punto de empalarlo en esa enorme y gruesa cosa cuando se oyeron gritos en todo el santuario.
“¡ASMITA DE VIRGO! ¡VOY A SACARTE LOS OJOS Y LUEGO TE LOS HARÉ TRAGAR! ¡TE CASTRARÉ Y TE OBLIGARÉ A COMERTELA CON SAL!” amenazaba Aspros.
“¡SÍSIFO, HERMANITO, NO TE PREOCUPES VOY A SALVARTE! ¡EL CID, ATRÉVETE A TOCARLE UN PELO Y ERES HOMBRE MUERTO!” gritaba Ilias.
“¿Eso responde a tu anterior pregunta?”
“Pobrecitos”
-En Rodorio-
El Cid y Sísifo estaban pasando un buen momento. El español le regaló una flor al arquero, un gesto muy trillado que el griego aceptó con ternura, y pasearon por la villa hablaron. Al fin, después de una hora, el peliverde por fin se envalentonó lo suficiente como para tomarlo de la mano, a lo que el arquero no se resistió. El caprino se encontraba en el séptimo cielo, ¿quién pensaría que matarse combatiendo a los dioses de los sueños podía traer tan bonitas consecuencias?
“Sísifo, tú me… me” trató de decir la pobre cabra. El otro le devolvió una mirada gentil y una sonrisa pura que le puso el corazón a mil.
“¿Sí?” preguntó con inocencia.
“¡Tú me gustas mucho!” por fin logró soltar. “¿Quieres salir con…?”
“¡GRRRRRR!” les interrumpió un completamente airado Ilias con una mirada que hubiera fulminado muerto a cualquiera, gruñendo como un león furioso a punto de atacar a una indefensa presa. El Leo mayor miró la flor y sus manos juntas, un tic apareció en su ojo derecho y un cosmos asesino se comenzó a formar en torno a él.
“Ilias, qué…” comenzó Sísifo, pero fue arrancado del Cid por su furioso hermano.
“¿Exactamente qué le quieres hacer a mi hermanito, cabra pervertida?” dijo el mayor de los griegos, levantando el puño amenazadoramente y destrozando la flor que tenía su hermano. El Cid, dándose cuenta de la advertencia, echó a correr con el león detrás en plena cacería, gruñendo y mostrándole los colmillos furioso.
“¿Qué acaba de pasar aquí?” se preguntó inocentemente Sísifo antes de partir de regreso hacia el santuario. A lo mejor su hermano sólo quería jugar un rato con su amigo.
-Con Asmita y Deuteros-
“Nunca había estado en un lugar así a plena luz del día” dijo Géminis, maravillado por el mundo nuevo que empezaba a conocer lejos de las sombras.
“¿Ah, no? ¿Y en Kanon?” preguntó el ciego. Había esperado que una vez libre del santuario el gemelo menor se hubiera divertido un poco, saliendo a la luz e interactuando un poco más con las personas. Pero no, se quedó encerrado en un volcán por culpa de Aspros.
“No, pero si ahí me creían un demonio, ¿Cómo iba a salir a la calle?” bromeó. Llevaba un poco de ropa mejor de lo que solía utilizar, prestada por Aspros esa mañana. “Supongo que ahora puedo hacerlo, incluso mi hermano se ha ofrecido a llevarme a comprar ropa para mi propio armario”
“Sí, después de muchos años Aspros finalmente aprende lo que es la fraternidad” musitó Asmita con veneno en la boca. “¿Tienes hambre? Podemos ir a cenar”
“¿Ah? Claro, ¿por qué no?” aceptó el demonio. Estaban a punto de ir a un restaurante para tener una cena romántica después de su paseo cuando apareció un furioso Aspros de Géminis, desbordando ira y agresión por los poros. Su expresión rabiosa le dio a entender que iba a derramar sangre… la sangre de Asmita.
“¡ASMITA DE VIRGO!” gritó echando espuma por la boca. Su gemelo y el rubio estaban estupefactos, ¿qué diantres le estaba pasando? A su paso las personas huían aterradas como si escaparan del diablo en persona. “¡Aldebarán ya me ha contado lo que planeas hacerle a mi hermanito!”
“Toro metiche y bocafloja” fue lo único que comentó Asmita.
“Hermano, ¿qué…?” pero Deuteros no pudo terminar la frase porque su gemelo atacó a su amigo y este corrió para continuar con la guerra de mil días en otro lugar. El furioso peliazul le siguió mientras el demonio de Kanon se quedaba estupefacto en el lugar, preguntándose qué estaba pasando.
“¡TE MATARÉ, MALNACIDO!” gritaba Aspros.
“¿Qué no podría haberse quedado callado?” se preguntó el rubio, aún corriendo.
-Más tarde esa noche-
“Adiós, papá, ya me voy” dijo Albafica, ya vestido para marcharse a su cita. Lugonis, al que nunca se le había pasado por la cabeza que su pequeño iba a tener una cita, siguió con lo que hacía tras responderle. El peliceleste llegó al bar donde los espectros y algunos santos menores iban a festejar la tregua con cantidades industriales de alcohol, entre ellos el espectro Luko de Dríade, su tío. El tiempo pasó y Piscis hizo gala de su resistencia sobrehumana al alcohol, charló animadamente con Minos. 
Conforme avanzó la noche las cosas se pusieron un poco más alocadas. Luko en la enésima copa y muy tambaleante, saliendo de la pista de baile mareado. Terminó su trago y apuró otro que lo dejó aún peor. Apenas estaba consciente cuando uno de sus compañeros, más sobrio que él, lo agarró de la cintura y le plantó un beso en la boca, devorándolo mientras otro que venía por detrás lo agarraba también y comenzaba a manosearlo. Eran Giganto de Cíclope  y Rock de Golem, dos de los espectros más feos que se pudiera imaginar. Ambos comenzaron a tocarlo por encima de la ropa y a lamerle el cuello. Finalmente lo llevaron a otra habitación donde lo desnudaron y estaban a punto de armar un trío cuando Luko se acordó de Pefko, su hijo adoptivo, y los sacó de encima suyo.
“No voy tener sexo con ustedes” dijo serio y se puso la ropa, sintiéndose mal. Salió del bar a toda prisa, en esas condiciones no llegaría muy lejos. Se decidió entonces por ir a pasar la noche al templo de su hermano (¡Error! ¡Danger! ¡Danger!).
Lugonis, que dormía calmadamente de repente fue despertado por un estruendo proveniente de su entrada. Confiado de que Albafica dormía, salió a plantarle cara al intruso, sólo para encontrar a su hermanito oliendo a alcohol y hecho una ruina.
“¿Qué te ha pasado?” preguntó muy preocupado.
“Creo que tomé demasiado… urgh, me siento mal” dijo el pobre espectro. Lugonis rodó los ojos y llevó al menor a su sala, recostándolo sobre el sofá y ofreciéndole una infusión de hiervas que lo ayudaría. 
“¿Esos son chupetones?” preguntó el mayor consternado al examinar más de cerca a su hermano.
“Sí… dos de los espectros más feos que he conocido trataron de abusar de mi… quienes se han creído” farfulló Dríade.
“A ver si así espabilas antes de que te pase algo malo y dejas de beber” le regañó el antiguo Piscis, acomodándolo en el sofá.
“A propósito, me sorprende que hayas dejado a Albafica ir sin ninguna protección, esa fiesta  está salvaje. Y con el Juez de Griffon entre todas las personas”
“¡¿Qué?!” se sobresaltó Lugonis, ¡él no le había dado permiso a nadie para nada! “¡¿Cómo que Albafica está ahí?!”
“¿No lo sabías? Tenía una cita con Minos… de todas maneras tenías que haberlo sabido o ¿ignoraste las sirenas de peligro de cita?”
“¿De  qué rayos hablas? Como si fuera posible ignorar que alguien se quiere ver mejor que antes, se arregla, pide la opinión de terceros sobre su aspecto, no le dice a los padres a donde va…” la cara de su hermano fue toda una vista. “No puedo creerlo, las ignoraste”
“¡Vas a llevarme en este instante a esa fiesta!” dijo Lugonis, tomando del brazo al espectro y levantándolo a la fuerza, forzándolo a guiarlo. Minutos después un muy mareado Luko y un furioso Lugonis llegaron al bar.
“¿Estás seguro que quieres hacer esto? Vale, vale, no me tienes que mirar así” dijo Dríade preocupado. “Es que te puede odiar por poner el bloqueo paternal en su primera cita y…” de repente sus ojos se ampliaron y su boca se abrió. “Hagas lo que hagas, no voltees”
“¿Por qué?”
“¡Sencillamente no lo hagas!” detrás de Lugonis, Albafica estaba sentado sobre las piernas de Minos compartiendo un candente beso con él, demasiado cerca. Internamente Luko agradeció a los dioses que Pefko fuera pequeño y que no tuviera edad para matarlo de un infarto como de seguro le ocurriría a su hermano si viera eso. En contra de su concejo, el mayor volteó y vio a su hijo en ese momento, desmayándose en el acto. “Lugonis… ¡Lugonis, despierta!” por más que lo zarandeaba no despertaba, así que tomó un trago helado de alguien y se lo vació encima.
“¿Qué pasó?” preguntó el otro al despertar.
“Viviste una experiencia traumática” fue la única respuesta que obtuvo del espectro. Se frotó la cabeza y recordó lo que había visto. Tuvo la acción más racional que podía tener un padre en esa situación. 
“¡ALBAFICA DE PISCIS!” puso grito en el cielo y arrancó a su hijo de los brazos de Minos.
“¡Papá!” gritó este, medio avergonzado, medio asustado por la actitud de su padre. Decidió callarse por ahora y dirigir una mirada apologética a Minos. Ya pelearía por la humillación social más tarde.
“Espérenme aquí” les pidió el mayor a su hermano e hijo y regresó al bar, tomó un coctel mortal para sacarse de la mente las imágenes de su pequeño con otro hombre y volvió como si nada. “Vamos”
 
Notas finales:

Les gustó? Envienme reviews, please!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).