Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El casamentero del santuario por Ghost princess Perona

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste este capítulo, es muy gracioso.

“Friendzoned” siguió lamentándose el toro a la mañana siguiente, incluso después de haberse divertido un buen rato a costa de la pelea que el gemelo mayor protagonizó con Asmita. El virgo se lo merecía, después de todo el gemelo menor no lo mandó a la friendzone. Mientras bebía su café y se ahogaba en auto compasión, decidió hacerle una visita a los gemelos, que al parecer no se estaban llevando muy bien en ese momento. Después de detener la batalla Deuteros incluso le había alzado la voz a su hermano por su novio, cosa que el ciego presenció con placer. Ya decidido subió después del desayuno, encontrando la casa de Géminis tan fría como si Dégel se hubiera mudado ahí.

“Aldebarán, hola” lo saludó Aspros. Deuteros simplemente ignoró a la visita y se fue a su habitación enojado.

“¿Qué le sucede?” preguntó algo preocupado. Nunca  había visto al gemelo menor hacerle la ley del hielo a nadie, más bien la aplicaban con él.

“Ah, nada. Es sólo que piensa que eres, digo y cito: Un toro prejuicioso, metomentodo, que lo único que desea es arruinar las vidas de los demás para sentirse mejor porque alguien lo mandó a la friendzone” recitó el peliazul.

“Auch” se sintió dolido el guardián de la segunda casa. No quería decir que lo que había dicho Deuteros fuera menos cierto, pero aún dolía. Sólo esperaba que Aspros no supiera quién exactamente lo había mandado a la friendzone.

“Espera, ¿es cierto? ¿alguien te mandó a la friendzone? ¿quién?” quiso saber curioso Géminis. Aldebarán tragó, no quería responder. ¿Qué podía decirle Aspros si se enteraba de que quería algo más con él? Ya habían llegado a ser amigos, no quería arruinarlo todo con él confesándole que lo amaba. Fue salvado por un estruendo que parecía venir del templo de cáncer y una maldición griega en voz ronca.

“¿Qué rayos fue eso?”

“Yo qué sé, el patriarca lo puso ayer por alguna razón. Bien por mí, ya que ahora ni Deuteros puede atravesar la cuarta casa para ir donde Virgo sin ser atrapado” ambos dorados salieron de la tercera casa y se encontraron con lo que parecía una red muy densa de hilos con cacharros encima cubriendo la casa de cáncer como una especie de capullo. En la puerta estaba Manigoldo con los brazos cruzados y un muy enojado Sage que sostenía un palo. Deuteros estaba atrapado y demandaba atravesar el lugar para ir a la sexta casa, pero las negativas del patriarca hacían que la sonrisa de su hermano se ensanchara.

“¿Qué diablos ha pasado aquí?” inquirió Aldé. Aspros, también curioso le hizo una seña a Manigoldo para que se acercara y les explicara lo que sucedía.

“Un dios me acosa sexualmente” fue su respuesta. Al ver las caras de estupefacción de sus compañeros sonrió. “Mejor empecemos por el principio”

-Flashback de la tarde anterior-

Manigoldo estaba ocupado en sus propias cosas, cuando mágicamente un paquete apareció en la entrada de su templo. El caballero de cáncer abrió la caja y en seguida su cara se encendió al rojo vivo. Lo que había dentro era la prenda más innombrable del mundo, incluso peor que las que usaba Kardia con el acuariano… hablando de eso, ¿acaso habían vuelto a usar el role play esa tarde? Los gritos del escorpión se le hacían más fuertes de lo usual. De repente vio una nota al fondo de la caja.

“Me pareces la criatura más rica del mundo, ¿por qué no tenemos un momento caliente en mi bañera, preciosura? Thanathos, dios de la muerte” el pobre peliazul no supo cómo contestar. Se paró inmediatamente y, con el papel en la mano, subió hacia la cámara del  patriarca con un gesto atontado. Tan sólo recibir ese tipo de mensaje lo hacía sentirse sucio, asqueado, necesitaba la ayuda de su maestro (por no decir padre).

“Manigoldo, ¿pasa algo?” preguntó Sage al ver llegar a su alumno con esa expresión. El joven usualmente era tan animado.

“Maestro, me ha llegado esto y quiero que lo veo” dijo el cangrejo, tendiéndole el papel. Sage posó sus ojos en él y al segundo siguiente estaba ardiendo en furia. Ahora comprendía la actitud de su pequeño a la perfección, tenía miedo. Y él se encargaría de espantar a aquel pervertido lejos de él.

“No te preocupes, yo te cuido” dijo con una sonrisa el lemuriano. En menos de una hora la casa de cáncer estaba rodeada de trampas que ni una sombra podría atravesar sin ser detectada (prueba de eso Deuteros quedó atrapado al menos tres veces en una noche) y el propio Sage se consagró vigilante de la pureza de su prácticamente hijo. Durmió en el sofá en lugar de en su cómoda y enorme cama en el templo principal, con un palo en la mano bendecido por Athena (Sasha no entendió mucho de la situación, pero igual le dio el palo al anterior cáncer) e incluso se estaba preparando para una larga estadía ahí.

“¿No cree que está sobreactuando, maestro?” preguntó el cangrejo un poco asustado. Las medidas de seguridad eran extremas, el lemuriano incluso se las habías arreglado para fabricar una alarma futurista que les avisaría de la presencia de cualquiera.

“Nada es demasiado cuando se trata de cuidar tu virtud, hijo” respondió el hombre, poniendo lo que casi de seguro eran láseres en las columnas que dispararían con el movimiento. Manigoldo solamente asintió y se retiró a su recámara, preguntándose cómo diablos iba a salir a hacer las cosas o a entrenar con todo ese alboroto. Pensó en sí mismo como un prisionero… pero luego recordó al dios y sus lascivas insinuaciones y se le heló la sangre.

“¿Quiere que lo ayude, maestro?” dijo regresando. “Puedo colocar las armas de libra en el tejado por precaución”

-Final del Flashback-

Los otros dos dorados estallaron en carcajadas. Hubieran seguido el resto del día, pero Manigoldo les recordó su situación amorosa. Aspros le restó importancia, pero Aldé… se deprimió otra vez por lo de la friendzone. Luego se dio cuenta de algo… ¡Dégel podía ayudar! ¿No le había concertado una cita con Aspros ayer? Con eso en mente decidió avanzar… esperen, ¿Cómo diablos avanzaba con esa fortaleza en el camino?

-En la casa de virgo-

Asmita se encontraba en su casa, tomando té para quitarse la rabia contra el toro idiota y el gemelo malvado. Demonios, Aspros no había parado de perseguirlo hasta que Deuteros lo encaró y los gemelos comenzaron a gritarse. En un principio el hindú se sintió muy extrañado de que su amado siquiera pensara en plantarle cara a su hermano, pero conforme la pelea escaló esa sorpresa pasó a ser pavor, sobre todo cuando dos explosiones de galaxia colisionaron, dejando a ambos gemelos inconscientes. En defensa de Deuteros, todos los argumentos de Aspros, como que era muy pequeño para tener novia y que su hermano debía cuidarlo de malnacidos como Virgo, eran patrañas, pero el que el demonio sacara a colación el tema de que su hermano mandó al toro a la friendzone… iba a ser la comidilla del santuario por semanas, pobre Aldé. De todas maneras se lo merecía… ¡Pero el que lo torturaran no iba a arreglar la situación! ¡Por fin tenía una cita con Deuteros y Aspros lo arruinó! ¡¿Cómo demonios podía caerle bien a ese sujeto para que dejara de meterse en su vida amorosa?!

“Grrrr…” gruñó Asmita, aplicando presión en su taza, rompiéndola en mil pedazos. Ese tipo ya lo odiaba lo suficiente por haber hecho que Deuteros lo traicionara, uniendo eso a su nueva actitud sobreprotectora de hermano mayor… era un desastre. De repente se le iluminó la cabeza. “Dégel…”

¡Claro, el acuariano podía ayudar! Le debía una por no matarlo cuando tradujo su diario, así que tendría que cooperar. Pensando en eso se encaminó a la casa de Acuario con una férrea determinación.

-Más arriba-

El Cid de Capricornio le temía a muy pocas cosas. Un rabioso Ilias de Leo acababa de entrar y encabezar la lista, justo por encima de los dioses del sueño. Apretó su peluche de cabra una vez más, asustado. ¿Cómo se acercaría siquiera a Sísifo con semejante cosa cerca? Porque el león parecía una mole de destrucción masiva y la gran muralla china al mismo tiempo para los pretendientes de su familia. Suspiró. De repente Asmita pidió permiso para pasar y le contó que iba a la casa de Acuario a pedir concejos sobre relaciones a Dégel.

“Oye, te acompaño” dijo el portador de excalibur al darse cuenta de que el cubo de hielo bien podía ayudarlo a él también.

“¿Seguro? Recuerda lo que pasó la última vez”

“Ese fue Kardia, no Dégel… además no tengo nada que perder” y con eso fue a visitar a su vecino.

-En Piscis-

Luko, que seguía ahí sorbiendo uno de los batidos vegetarianos de su hermano por una pajita y soportando la resaca se encontraba en medio de una batalla campal entre padre e hijo, rosas venenosas voladoras incluidas. Los dos se estaban gritando desde hace horas, cosa que no contribuía con su dolor de cabeza. Tenía que admitir que en parte era culpa de Albafica, ¿quién mandaba al muchachito a comportarse de esa manera con u juez del infierno? Porque ese beso y esa pose no eran muy castas; aunque Lugonis estaba sobreactuando. Fue sólo un beso. Además ponerle el control paternal a un joven era lo peor que podías hacer, se rebelaría  y repetiría. Al final todo terminó con el peliceleste saliendo enrabietado del templo rumbo a Acuario.

“Eso no ha sido lo más inteligente del mundo, ¿sabes?... Ugh, creo que voy a vomitar” dijo el espectro, sintiendo cómo se le subía el ácido por la garganta.

“Entonces cállate” fue la única respuesta de Lugonis.

-En Acuario-

Un totalmente exhausto Kardia recién se levantaba… o mejor dicho levantaba la cabeza, porque era la única parte de su cuerpo que no dolía después de la sesión de sexo duro a la que fue sometido. Intentó moverse, pero su entrada chilló de dolor y lo obligó a yacer tendido sobre la cama. De repente sintió una mano acariciar su cadera y seguir hacia abajo, rumbo a su trasero.

“Ya no, por favor. Mi pobre trasero no podrá soportar más abusos” se quejó el pobre escorpión. En ese momento lo único que deseaba era alguna manera de protegerse de su novio, quien todavía no parecía satisfecho.

“Nop, no tuve suficiente ayer, saca fuerzas” dijo el aguador, plantando unos besos en la nuca del peliazul, que gimió adolorido al sentir dos dedos colándose en su interior.

“¡Es imposible, estuvimos haciéndolo hasta las tres de la mañana!” gritó la víctima, tratando de alejarse aterrado.

“¡Me dejaste sin sexo por casi un año, ahora te aguantas!” fue su única respuesta. Ya estaba a punto de sumergirse en el dulce cuerpo de su amante cuando pasó.

“¡Dégel!!!!!!!!!” llamaron unas voces. El de los lentes gruñó y se dispuso a ignorarlos, pero eran tan ruidosos que no pudo hacerlo por más de dos segundos. Volvió a gruñir y se levantó de la cama dispuesto a hacer correr sangre. Ya verían esos entrometidos lo que era meterse con el gran Dégel de Acuario. Se puso una bata para salir. Aún en la cama, Kardia levantó mentalmente el puño, estaba salvado. Ahora sólo tenía que pensar en cómo escapar.

“¡¿Dégel, donde estás?!” gritó Aldebarán, por mucho el más molesto de los cuatro.

“¡Hey, ven aquí! ¡No tengo mucho tiempo!” gritó Albafica, consciente de que si no subía en unos minutos su papá iría a llevarlo a casa, haciéndole pasar vergüenza en público otra vez.

 “Tenemos que hablar” decía un calmado Asmita, que fulminaba con la mirada a cierto metiche cuya intervención le causó un gran problema el día de ayer, ignorando las tradiciones de su país natal donde las vacas eran sagradas y no se las debía tocar.

“¡Vamos, aunque seas un super hombre no puedes estar tanto tiempo follando!” dijo El Cid, tratando de atraer la atención de su compañero. Todos los presentes lo voltearon a ver extrañados. “¿Qué?”

“Nada” fue la respuesta colectiva. Lo miraron con lastima, Dégel iba a matarlo. De repente apareció delante de ellos una escalofriante aparición: el furioso y aún sexualmente frustrado hombre de las nieves (con todo y copos de nieve volando alrededor).

“¿Qué se supone que están haciendo aquí?” preguntó, sonando más como un fantasma que como un caballero dorado al que sus compañeros acababan de interrumpir en medio del acto sexual (cosa que no pasaba muy a menudo por la total ineptitud de los otros dorados en cuanto a relaciones).

“Tenemos algunos problemas y creemos que tú puedes ayudarnos” dijo Asmita con suma tranquilidad. Los otros asintieron.

“¿Y se puede saber por qué tendría que ayudarlos?” preguntó el otro, arreglándose los lentes. La verdad, no tenía el más mínimo interés en sentarse con esos tontos a darles concejos. Estaba mucho más enfocado en el escorpión que lo esperaba (o trataba de huir desesperadamente) en la habitación. Su cabeza de abajo lo necesitaba desesperadamente.

“¿Porque eres un buen amigo y te preocupamos?” dijo Aldé, no muy seguro.

“Au revoir”  se despidió Dégel antes de intentar volver al cuarto.

“Hey, espera ahí, hielito” dijo Albafica, interponiéndose entre el aguador y su premio. “Tú fuiste quien me consiguió una cita con Minos, ahora vas a ayudarme a que esta relación funcione. Y eso quiere decir que tienes que deshacerte del control parental”

“¿Control parental? ¿Qué eres, una niña de catorce años?” se burló El Cid.

“¡Al menos no soy un reprimido al que le ha dado una hemorragia nasal masiva el ver al objeto de su deseo desnudo!” se la devolvió el hermoso, haciéndolo sonrojar.

“No me importan tus problemas familiares, me voy” dijo el acuariano, esquivándolo para irse. Fue detenido por Aldebarán.

“¡Tienes que sacarme de la friendzone!” rogó el toro.

“Espera, ¿en serio te mandaron a la friendzone?” preguntó el ciego, para después estallar en carcajadas. “¡Por eso me echaste a Aspros encima! ¡Qué cómico!”

“Es… hilarante en verdad Jajajajaja” se rió Dégel. “Pero eso no quiere decir que me importe, así que déjame” trató de irse otra vez, pero Asmita y El Cid hicieron equipo para detenerlo.

“Haz algo para librarme de Aspros/Ilias” pidieron ambos.

“¿Y por qué debería sacarles de encima a los hermanos mayores lunáticos de sus prospectos a novios?” preguntó el peliverde, casi perdiendo los nervios. Estaba urgido, ¿era tan difícil de entender?

“¿Porque Kardia me dejó en ridículo ante Sísifo?”

“Porque no los maté cuando sucedió lo de mi diario”

“No lo voy a hacer porque: uno, el que te diera ese sangrado nasal fue culpa tuya, y dos, tú querías matarnos, pero el patriarca te lo impidió” con estas palabras Dégel reanudó su camino al cuarto, dejándolos atrás con caras de estupefacción.

“¡Hey, que no hemos terminado! ¡Tienes que sacarme a mi padre de encima!”

“¡Vamos, no he pasado por el capullo de protección de Sage para irme con las manos vacias!”

“¡Ven aquí y arréglalo, que Ilias me va a matar!”

“¡Ahora sí los voy a matar!”

El acuariano los ignoró y cruzó la puerta, echando seguro al pasar. Ahí, en su cama, aún estaba tendido el escorpión, que lloraba. Era incapaz de moverse lo suficientemente rápido para escapar de su destino. El aguador se quitó la bata y se echó encima de él.

“A ver, ¿en qué nos que…?”

“¡DÉGEL!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!” esto le causó un tic en el ojo al de los lentes.

“¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUE NO ES MI PROBLEMA, JODER!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!” se pudo escuchar en todo el santuario.

Notas finales:

Espero que les haya gustado, el proximo será el utlimo. Reviews, please!!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).