Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De rumores y tensión sexual por DraculaN666

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Fanfic para la convocatoria del grupo en facebook Aomine x Kagami [Español] donde se recibía una imagen y se debía escribir algo al respecto...


No sé si es lo que se esperaba.


Disclaimer: Ningún personaje es mío. Mío es sólo las malas tramas y los chistes malos.

1


La cuestión es así: son un par de idiotas.


No, en serio, realmente lo eran. Por separado ya eran un caso especial pero juntos eran algo sin precedentes. Hasta Mitobe, generalmente tranquilo y taciturno sentía la imperiosa necesidad de expresar algo al respecto. Encerrarles en un cuarto y dejarles follar. Pero era un ser humano diplomático y se abstenía. Aunque, por supuesto, era un sentimiento que todos los allegados compartían.


Y luego estaba ese rumor sobre su posible relación secreta que alguien había comenzado a esparcir. Era un secreto a voces desde antes. Muchos esperaban que en algún momento como los casi adultos que eran solucionaran el problema. Pero al parecer todos sus amigos subestiman su idiotez y lo único que ha pasado es que la tensión sexual ha crecido y crecido y creció y si no se ponían a follar ya, seguramente se mataban, una de dos.


Pero, realmente, la cuestión es así. Su tensión sexual podía cortarse con un cuchillo y comerse en un emparedado. Hasta era contagiosa. Midorima y Takao pueden dar fe de ello… o al menos Takao porque Midorima negaría hasta la muerte que él siente alguna clase de tensión sexual con Takao, aunque se encierren por horas en los vestidores después de que todos se han ido.


Pero, y volviendo al tema, ¿cómo comenzó el rumor de que Kagami y Aomine eran pareja?


Oh, esa sí era una buena cuestión.


2


La pregunta más formulada durante el día fue “¿Qué hago aquí?” y no provenía de nadie más que Aomine. Teniendo en considerando que toda la generación de los milagros, incluyendo amigos, parejas y colados, se encontraban en la escuela de Seirin, ayudando con su festival cultural. Menos los de Rakuzan, porque ellos son demasiado cool y eso de juntarse con la prole no era lo suficientemente cool. Pero Akashi mandaba saludos… a veces.


Pero al “¿Qué hago aquí?” también se le agregaba un “¡Y vestido de policía!”, más indignado por parte del moreno. Encontraría a quien tuvo la fabulosa idea de hacer un café cosplay y le enterraría la macana muy profundo por el…


Bueno, Aomine no era el ser humano más feliz de la reunión, sin duda. El espíritu competitivo de Hyuuga había salido a flote, pidiendo casi ordenando que todo aquel que tuviera un poco de atractivo físico tomara un disfraz e hiciera que el pequeño café fuera la sensación del lugar. Con la sola presencia de Kise, oh tan afamado modelo, habría sido más que suficiente. ¿Pero cómo negarse a Kagami, Aomine, Murasakibara y Himuro como plus? No se llega a ser capitán por nada.


Así que ahí estaban, Kagami de bombero, Aomine de policía, Murasakibara de chef –el hizo los postres, lo merecía según había argumentado-, Kise y Himuro como mayordomos, los únicos con porte elegante y que verdaderamente lucirían el traje, había dicho Riko.


Sentirse humillado era decir poco. A él le prometen diversión y comida al asistir a un festival, no ser el criado de nadie.


—¿Qué? ¿Sólo yo puedo servirme a mí mismo? —Se había mofado Kagami en algún momento—. Servir té y postres parece ser demasiado para su majestad.


Sí, lo admitía, había caído totalmente en la trampa.


3


Era quizás la quinta vez que mascullaba en contra de la humanidad mientras se aflojaba los botones del traje de policía. Al final habían terminado con todo el numerito y lo único que quería era largarse de una buena vez después de conseguir algo de comer. Habría disfrutado coquetear con alguna chica de buen ver si esa sensación de acides no estuviera tan asentada en su estomago. Nunca iba admitir que era culpa de Kagami y de lucir tan bien ese traje de bombero. El pantalón no era holgado como normalmente debería ser, sino ajustado en las partes correctas –su trasero, si es necesario especificar-, la camisa se ajustaba a sus músculos de forma idónea. En realidad todos los trajes parecían más ajustados de lo necesario. El suyo propio le hacía ver bastante atractivo resaltando sus atributos –no que fuera necesario porque, obviamente, el ya resaltaba bastante sin un traje de adorno-, supondría que todo era cosa de Riko o Momoi.


Regresando a sus pensamientos sobre el pelirrojo y esa quemante sensación en su pecho –y su entrepierna, ya que andamos- provocada seguramente por tener que observar cómo las personas que habían asistido al café le devoraban con la mirada, o como un par de chicas indiscretas toqueteaban más de la cuenta con risitas estúpidas y miraditas coquetas.


Abrió con fuerza la playera que llevaba puesta, haciendo saltar los botones en varias direcciones. Sólo recordarlo le enfurecía.


Levantó el cabeza, que no sabía en qué momento había dejado caer entre sus manos, cuando escuchó a alguien entrar a la habitación donde se estaba cambiando de ropa. Según su criterio era el último en ir a cambiarse, por lo que se extrañó bastante al ver a Kagami parado en la puerta, aún vistiendo su traje de bombero.


—Estás tardando demasiado —fue lo que dijo el pelirrojo antes de entrar a la habitación después de cerrar la puerta y comenzar a sacarse la ropa.


Aomine tragó con fuerza, intentando desviar la vista y reprimir sus impulsos.


—¿Qué tanto miras? —Fue la pregunta que le hizo saber al moreno que estaba fracasando patéticamente en eso de ser discreto. Pero Kagami no podía de su parte al desabotonarse la playera de una forma muy, a su parecer, seductora.


Hace mucho calor aquí dentro. Se dijo intentando de nuevo apartar la mirada. Lo que era irónico considerando que estaban a mediados de noviembre.


Sin embargo, no pudo pensar en nada más al ver como la piel de Kagami quedaba expuesta poco a poco, a penas cubierta por una fina camiseta de resaque color blanca. Se preguntó por un momento si eso de usar ropa ajustada era un hábito en el pelirrojo, ya que esa prenda blanca se ceñía demasiado a su cuerpo, resaltando cada relieve de la piel de su pecho.


Lo último que supo de sí es el ligero ‘crack’ de su mente y de pronto era su cuerpo aprisionando el de Kagami contra la pared más cercana.


—¿Qué demo…? —Intentó quejarse el pelirrojo, pero se vio interrumpido cuando Aomine comenzó a pasear su nariz por su cuello, embriagándose con su aroma. Las manos del moreno bajaban poco a poco por sus costados, apretando sus caderas y volviendo a subir por su pecho, debajo de la camiseta.


Era cuestión de subir un poco más y apoderarse de sus labios, esos que tanto le llamaban, húmedos por la saliva que dejaba la lengua nerviosa del pelirrojo.


Faltaba tan poco y parecía que era el momento hasta que un ruido en la puerta rompió su pequeña burbuja.


Los dos se separaron inmediatamente, asustados por lo que estaba a punto de suceder. Se observaron como si fuera la primera vez que se veían en sus vidas y apartaron la vista al mismo tiempo, intentando romper la incomodidad del momento.


Aomine caminó hasta la puerta, más como una excusa para huir del pelirrojo que verdadera curiosidad por saber quién había hecho el ruido. Los pasillos del lugar estaban totalmente vacios, la mayoría de los estudiantes estaban en el patio de las instalaciones, comiendo, charlando o preparándose para el espectáculo de fuegos artificiales que habría en la noche.


No se dijeron ni una palabra más en lo que terminaban de arreglarse y evitaron cualquier mirada indiscreta que desencadenara cualquier otra reacción de su parte.


Era como si ese momento nunca hubiera existido, no planeaban hablar de ello nunca más ni dejar que nadie se enterara.


O al menos ese era el plan.


4


Los dos, en lugares diferentes y a horas diferentes, se dieron cuenta de que algo iba terriblemente mal. Las miradas llenas de picardía de sus compañeros, acompañadas por sonrisillas burlonas no eran del todo normales, mucho menos lo era cuando algún compañero o conocido de otra escuela les enviaba un mensaje “felicitándoles” por al fin haber dado el paso de estar en una relación.


¿¡Relación con quién!? Pensaron Aomine y Kagami casi al mismo tiempo sin entender nada de lo que estaba ocurriendo a su alrededor.


No fue sino hasta que Imayoshi se acercó a Aomine y con toda la confianza del mundo palmeó su hombro –de forma demasiado amistosa para su gusto- y le dijo:


—Me alegro que Kagami corriera el riesgo de querer soportarte como pareja —Aomine nunca había sentido tantas ganas de borrarle a alguien la sonrisa de un puñetazo.


5


—¡Y a mí qué me dices imbécil! —Gritó Kagami fuera de sus casillas, arrepintiéndose al ver que todos sus compañeros de equipo giraban a verle con curiosidad. Salió rápidamente del gimnasio donde se encontraba entrenando para continuar con su conversación.


—Todos aquí creen que estamos saliendo, ¡debes saber algo! —volvió a exigir Aomine desde el otro lado del teléfono.


—Yo también me acabo de enterar que tú y yo tenemos una relación cuando Riko me dijo que no sería excusa para estar cansado en los entrenamientos —inhaló lentamente el aire para intentar tranquilizarse, no había sido una buena forma de empezar el día y tener a Aomine gritándole del otro lado del teléfono no ayudaba—. Todo esto es por tu culpa.


—¿Mi culpa? ¿Por qué sería esto mi culpa? —Dijo de forma indignada el moreno.


—Porque tú… ¡sabes a lo que me refiero! El otro día que estuvieron aquí…


Aomine recordaba perfectamente ese día, era difícil olvidarlo. Igualmente recordaba con exactitud el ruido que interrumpió ese momento que tanto había esperado.


El ruido.


Oh…


6


Aomine no era especialmente brillante, sobre todo en las cosas que no le interesaban para nada. Pero le era fácil sumar dos más dos y saber que el ruido que habían escuchado lo había provocado alguna persona que les había visto en tan comprometedora situación. Ahora simplemente la cuestión era saber quién.


Ambos coincidieron en ir con el más bocón de todos: Kise.


—¡Ya les dije que yo no fui! —Repitió por quinta vez el rubio, aprisionado contra una pared y los dos imponentes cuerpos de sus amigos—. ¡Pero me alegro mucho por ustedes, por cierto! Kurokocchi y yo habíamos pensado en apostar qué pasaría primero, si se mataban o fo…


—¡No estamos saliendo! —rugieron los dos al mismo tiempo, haciendo que Kise se encogiera un poco en su lugar.


—¿Ah no? Qué lástima…


—No hay nadie que sea más chismoso que tú, admite tu culpa y quizás no destroce tu cara —ofreció amablemente Kagami.


Kise tragó con algo de dificultad. No creía que ninguno de los dos fuera a hacerle algo realmente, ni siquiera le veía problema a que comenzara ese rumor que, a su parecer, en algún momento se volvería realidad.


—¿Qué ocurre aquí? —Intervino una nueva voz. El rubio nunca se había sentido tan dichoso por escuchar el malhumorado tono de voz de Kasamatsu.


—¡Ayuda! —Lloriqueó Kise de forma teatral, huyendo de sus dos captores y, patéticamente, ocultándose detrás del cuerpo de Kasamatsu.


—Ya hablaremos de nuevo —fue la advertencia de Aomine antes de retirarse del lugar. Kagami gruñó en forma de despedida, o en forma de amenaza, realmente nadie estaba seguro, y siguió al moreno a su siguiente destino.


—Están tan negados a su atracción mutua que nunca consideramos que en vez de matarse entre ellos, van a matar a alguien más —comentó Kise cuando considero que los otros dos ya estaban a una distancia prudente.


—Sino fueras esparciendo rumores no te pasarían estas cosas.


—¡Pero yo no fui! —Lloriqueó una última vez el rubio antes de seguir a su senpai.


7


Tratar de intimidar a Murasakibara con su porte fue una vil burla, pero la frustración les hacía pensar de forma poco clara.


—¿Qué tan difícil es que ustedes al fin hagan algo si yo ya lo hice con Murochin?


Aomine tuvo que arrastrar a Kagami fuera del lugar antes de que cometiera una locura.


8


Midorima se ajustó los lentes y bufó por cuarta vez desde que Aomine y Kagami se habían presentado en el lugar donde estaba. Le habían reclamado sobre ir esparciendo rumores sobre su ficticia relación y otras cosas que no recordaba porque habían comenzado a pelear… de nuevo.


—Me importa poco con quién se acuesten. Tampoco me importa con quien no se acuestan. Y mucho menos me importa que se quieran acostar entre ustedes y no quieran admitirlo. Si me disculpan, Takao me espera para entrenar —dio media vuelta para emprender camino, con su misma expresión desdeñosa.


—Pues a mí tampoco me importa que vayas a follar con Takao, no andes anunciándolo siempre que puedas.


Aomine aprendió a las malas que no debe hacer enojar a Midorima si su objeto de la suerte es un libro de 700 páginas y pasta dura. Midorima nunca falla un tiro.


Nunca.


9


Eran la imagen de la desesperación cuando fueron a Rakuzan e intentaron culpar a Akashi de ser el autor de ese rumor. Akashi todo lo sabe siempre y tiene el poder de difundirlo si así lo quiere. Pero no recordaban que el pelirrojo no había asistido al festival aquel día.


Y debían tener más en cuenta su gusto por las cosas punzo cortantes y su mal genio.


10


Debieron haber comenzado por Kuroko. O al menos eso pensaba Kagami. Era el más cercano y el que pasaba más desapercibido, pero cuando se les quedó viendo con ese rostro tan impávido y preguntó, con su usual tono indiferente:


—¿Están saliendo?


Supieron que no había caso. Si quiera pensar en interrogar a todo aquel que había estado en el festival y que les conociera –o perteneciera a su círculo social- les daba una terrible pereza.


De alguna forma habían terminado en el apartamento del pelirrojo, pensando en toda la gente a la que le habían preguntado. Sobre quién podría hacer comenzado ese rumor y, mucho más importante, por qué.


Bueno, el por qué estaba más que claro, eso sin duda. La tensión sí que estaba en el aire entre ellos, pero era difícil admitirlo así porque sí. Aomine siempre en su papel de macho alfa amante de las mujeres de grandes atributos y Kagami siempre más concentrado en el deporte y creyendo que de tener una relación sería con alguna chica.


¿Entonces por qué? ¿Por qué estaba esa necesidad entre ellos de tocarse cada vez que se veían? ¿Por qué la excusa de pelear simplemente para sentir el roce de la piel contraria? ¿Por qué los constantes sueños húmedos con el otro en esas noches llenas de soledad donde sólo tenían una mano para consolarse? ¿Por qué de un hombre y porqué, de entre todos los hombres, ese al que quizás considerarían su eterno rival?


Tantos porqué’s y ellos tan inexpertos en esos ámbitos como para poder explicarlo. Era complicado pensarlo. Si les era difícil admitirlo ante ellos mismos, ni hablar ante los demás.


Aomine se levantó de su asiento sin decir una palabra, tomó sus cosas y caminó hacia la puerta, con el mismo aire pensativo que había tenido todo el día.


—Es tarde —fue su única explicación al abrir la puerta e intentar irse.


Kagami ni siquiera pensó en ello por un segundo, simplemente su cuerpo se movió lo más rápido que sus pensamientos, y le impidió al moreno abrir la puerta. Le estampó contra una de las paredes y se le quedó mirando de forma intensa.


—Estaba pensando —comenzó el pelirrojo antes de que Aomine dijera algo o se quejara—, que ya que todos lo asumen, deberíamos hacerlo realidad.


—¿De qué hab…? —La pregunta murió en sus labios. Cualquier reproche se evaporó de su mente al sentir los labios de Kagami sobre los suyos.


Era un beso superficial, como probando el terreno, a la espera de cualquier rechazo. Sin embargo, fue más que obvio que los dos habían estado esperando eso cuando el moreno juntó por completo sus cuerpos y se impulsó para ser él quien dejara a Kagami contra la pared y su cuerpo. Sus bocas se abrieron paso al mismo tiempo para intentar conquistar con sus lenguas a la contraria. Era como siempre era todo entre ellos, una lucha de poder por definirse ganador ante el otro. Las manos se colaban bajo la ropa palpando la textura y el calor hasta donde les alcanzara. De alguna forma, entre tirones en los pantalones, rasgar las playeras y besarse hasta casi sacarse sangre, llegaron a la habitación del pelirrojo.


Cayeron con fuerza a la cama, rodando entre las mantas. De pronto era Aomine sobre Kagami, restregando su erección con la contraría, ganando suspiros y gruñidos por esa acción. Después era Kagami sobre el moreno, colando su mano en su entrepierna, moviendo lentamente sobre la longitud caliente y húmeda, dejando que su pulgar jugueteara con la punta del pene de Aomine, para después bajar su mano como anillo hasta la base y volver a subir. Le gustaba sentir las caderas del moreno subir y bajar de manera desesperada, intentando aumentar el ritmo. La mano del pelirrojo bajaba un poco más con uno de sus dedos, paseándolo entre los testículos de Aomine, bajando más y más hasta sentir la tensión del cuerpo contrario, entonces volvía a subir tomando con toda su mano la bolsa de carne, intentando distraer a su presa.


Sin embargo, Aomine volvía a invertir los papeles, besando con furia la boca de Kagami, hurgando con su lengua, chupando un poco la contraria mientras sus dos manos tomaban cada una, una nalga de Kagami y las estrujaba con fuerza, restregando sus erecciones. Los dos estaban ya sin ropa sobre la cama dejando que sus pieles compartieran calor. El moreno rompió totalmente el beso, observando desde arriba la imagen que era el cuerpo bajo el suyo. La respiración entre cortada, el cabello más enmarañado que de costumbre y los labios hinchados de tanto besarse.


Los labios de Aomine se curvaron en una sonrisa mientras metía dos de sus dedos entre los labios de Kagami.


—Más vale que los mojes bien —advirtió con burla, moviendo los dedos dentro de la boca del pelirrojo. Su pene dio un respingo bastante notorio entre sus piernas cuando la lengua de Kagami recorrió sus dedos lentamente, lamiendo uno a uno.


Cerró los ojos concentrándose en esa acción sin ver que el pelirrojo metía un dedo suyo en su boca, ensalivándolo al igual que los del moreno.


Para cuando Aomine fue consciente de esa acción, Kagami se encontraba nuevamente sobre su cuerpo, dejando caer todo su peso para que no intentara escapar.


—Ya te tocará en otra ocasión —dijo Kagami, siendo él quien en ese momento sonreía con burla y enterraba su dedo dentro de Aomine sin más preámbulo.


Sintió la carne cerrarse alrededor de su dígito con fuerza, sin permitirle moverse libremente.


—Deberías relajarte —recomendó besando ligeramente a lo largo del cuello del moreno.


—Deberías joderte —masculló Aomine con furia, removiéndose incómodo en su lugar.


Kagami ejerció más presión sobre Aomine, tomando sus manos y sujetándolas sobre su cabeza, impidiendo todo escape.


—No, no Aomine —susurró en su oído mientras movía en círculos su dedo, intentando meter y sacar lentamente para aflojar el lugar—, te voy a joder a ti —sentenció antes de comenzar a besarle con fuerza, en un intento por distraerle y que dejara de forcejear.


Al principio parecía que no le iba a funcionar la táctica. El moreno no dejaba de intentar soltarse de su agarre y contraía su cuerpo sin dejarle maniobrar con su dedo. Pero con el pasar de los minutos, mientras sus dientes mordisqueaban sus labios y saboreaba de a poco su sabor, Aomine parecía ya algo más dispuesto. Cuando un segundo dedo se unió al primero parecía que el ciclo volvería a repetirse, sin embargo, en esta ocasión Aomine simplemente se tensó por completo, sin permitir que Kagami dejara de besarle. El pelirrojo estaba intentando concentrarse en todo al mismo tiempo que intentaba no perder el control y enterrarse por completo en el cuerpo del moreno. Era difícil mantener el agarre sobre el cuerpo bajo suyo sin aflojar en fuerza, mientras le besaba con un tinte de desesperación, olvidando a ratos cómo respirar, aunado a tener que mover sus dedos, de adentro hacia afuera, en tijera, buscando que Aomine le aceptara de una. Todo eso volvería loco a Kagami sin duda. Pero bien valía la pena.


Fue en algún momento que metía y sacaba sus dedos que sintió como el cuerpo de Aomine se estremecía con fuerza que supo que algo estaba haciendo muy bien. El moreno se aferró más a sus labios, negándose a soltarse porque estaba seguro que de hacerlo soltaría algún sonido poco digno y ahora era Aomine quien se aferraba con sus manos al brazo de Kagami. Éste reprimió una sonrisita de satisfacción e ingresó un tercer dedo. Dejaron de besarse, respirando con algo de dificultad. Aomine mordía con fuerza sus labios mientras Kagami se distraía dejando marcas a lo largo de su pecho.


—Me las pagaras —intentó Aomine sonar amenazante, pero considerando que la mitad de la frase fue un jadeo inteligible, no surtió demasiado efecto.


Kagami retiró sus dedos del interior del moreno y tomando las caderas con sus dos manos, acercó su pene a la entrada contraría, restregando la punta de arriba abajo, dejando que el líquido preseminal se esparciera por el lugar.


—Voy a esperar con ansias la revancha —sonrió antes de dejarse ir por completo en el interior de Aomine, de una sola estocada, hasta que el chasquido que provocó el golpe de sus testículos chocando contra la carne de Aomine le indicó que estaba por completo en su interior.


La opresión que le recibió era casi dolorosa. Las manos comenzaron a temblarle por el enorme esfuerzo que suponía no eyacular en ese preciso momento. El moreno se había aferrado a sus dos brazos, clavando sus uñas en su carne donde seguramente quedarían unas dolorosas marcas. También tenía los ojos cerrados con fuerza y se mordía el labio inferior hasta hacerlo sangrar.


—Realmente —habló al fin Aomine, respirando con fuerza para menguar el dolor—, de verdad no creo… no creo que quieras saber cómo me vengaré.


En un intento por distraerle, el pelirrojo comenzó a juguetear con el pene del moreno, subiendo y bajando su mano por el miembro algo laxo hasta lograr endurecerlo por completo. Supuso que había perdido algo de turgencia por el dolor, pero no debía ser tan terrible si se reponía de una forma tan rápida. Eso o Aomine en el fondo era un poco masoquista.


Fuese como fuera, Kagami salió un poco del interior del moreno, fijándose en sus expresiones para poco después volver a enterrarse de golpe. Realizó la misma acción un par de veces, de manera lenta, saliendo con delicadeza. Pero volvía a enterrase hasta la base con algo de saña, como si más que esperar que el moreno se acostumbrara, buscara hacerle saber qué era lo que tenía dentro y a quién le pertenecía.


Kagami no había perdido su sonrisa de satisfacción en ningún momento, se deleitaba al ver como el otro se negaba a hacer cualquier sonido, de dolor o de goce. Sin embargo, esos sonidos estrangulados que escapaban sin que pudiera evitarlo le ponían mucho más caliente de lo que habría imaginado.


Comenzó a acelerar el ritmo a medida que pasaba el tiempo, con su lengua recorría el cuello del moreno, recogiendo las gotitas perdidas de sudor que encontraba en su camino. Había dejado de sentir las uñas de Aomine en su carne, pero las manos seguían en el mismo lugar, como si quisiera detener el duro embate de sus embestidas.


En algún momento los movimientos se volvieron violentos, las piernas de Aomine se enroscaron en las caderas de Kagami, buscando acercarle más a su cuerpo. Sus labios se buscaron en un nuevo beso, dejando que sus lenguas volvieran a reconocerse, mordiendo los labios hasta casi hacerlos sangrar o chupando con fuerza hasta dejárselos rojos.


Cuando Kagami se sentía más en control, con un Aomine inesperadamente entregado, sintió un empujón bastante fuerte. Se vio boca arriba en su cama, con el moreno sentado en su regazo, aún con su pene dentro de su cuerpo.


—Tú no mandas, Kagami —se relamió los labios el moreno de manera sugerente, contrayendo su cuerpo. Se deleito con el gemido que obtuvo en respuesta, sonriendo petulante y repitiendo la acción un par de veces.


—Tú tampoco, idiota —logró en algún momento responder Kagami, elevando sus caderas con fuerza para enterrar más su miembro dentro del moreno, quien se mordió los labios para intentar no soltar ningún gemido.


Estuvieron un rato con esa pequeña pelea, Aomine contraía su interior para estrujar el pene de Kagami, y éste elevaba sus caderas o masajeaba con su pulgar el pene del moreno, viendo quién sería el primero en sucumbir al placer.


Pero su pequeña riña se vio pronto olvidada cuando se concentraron en obtener placer. Aomine subía y bajaba lentamente sobre el miembro de Kagami, o balanceaba un poco sus caderas buscando dar en ese punto que le hacía delirar y el pelirrojo apretaba un poco sus manos sobre el miembro del moreno, esa acción hacía contraer el cuerpo de Aomine sobre su miembro.


No estaban muy seguros, siempre culparían al contrario de ser el primero, pero la verdad era que conteniendo a duras penas los gemidos, los dos se dejaron ir casi al mismo tiempo. Kagami dentro del moreno y éste salpicando el pecho del pelirrojo.


Se dejaron caer sobre la cama, totalmente exhaustos y respirando con fuerza.


Uno al lado del otro dejaron que el sopor les adormilara un poco y enfriara sus cuerpos. Sin ser demasiado conscientes de ello, quizás por el sueño o la magnitud de las emociones del día, sus cuerpos se buscaron entre las mantas y se quedaron dormidos abrazados el uno al otro.


11


Kise pensó en ello durante todo el día. Admitía que de haberse enterado él primero de algún chisme relacionado con Kagami y Aomine, lo habría ventilado ante todos sin perder tiempo. Pero esta vez era libre toda culpa, sólo había escuchado que algunos de Seirin hablaban sobre el tema.


Y mientras más lo pensaba, más sentía que una cosa llevaba a otra y…


Y por eso estaba en ese restaurante de comida rápida, observando a Kuroko sorber con total inocencia su batido de vainilla.


—Hasta podría creer que eres inocente, Kurokocchi —dijo sin creer que Kuroko pudiera ser el autor del rumor, pero no había otra explicación, de ser otro el culpable habrían dado con él en poco tiempo. Kise recordaba que poco después de que Kagami entrara a la habitación donde estaba Aomine, Kuroko se había ofrecido a ir a decirles dónde podrían encontrarles en el festival.


Kuroko dejó el vaso de su bebida sobre la mesa, sin despegar la vista de su acompañante. Después de unos segundos, sonrió con algo de malicia.


—No sé de qué me hablas, Kise-kun.


A veces los más serios son los peores. Pensó con pesar el rubio.

Notas finales:

No me gusta esta pareja... mucho menos que Kuroko deba presenciar sus momentos de tensión sexual... pero pos ñe. Ahora sí juro que es la última vez...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).