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DOCE DIAS por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Hola me alegro que les este gustando y soy feliz de que me lo hagan saber con sus mensajes, saludos y les dejo el dia 3. Gracias por leer.

Tercer día.

 

—Creo que esto es todo. — Exclamó Ryu con cansancio mientras terminaba de acomodar las cajas en la habitación de Kaoru.

 

Mudarse fue más fácil de lo que esperaba y el drama que pensó sería mover sus cosas, no fue tal. Quizás era la emoción con la que Kaoru se había tomado todo aquello. Era como si fuera un niño al que iban a regalarle algo que había deseado mucho.

 

—Te hice espacio en mi closet para que guardes tu ropa. —Le dijo Kaoru besando su cuello con ternura.

 

Ryu lo miró sonriendo. Dejándose llevar por su entusiasmo. Kaoru lo llevaba de la mano y él ciegamente lo seguía, le era imposible no seguirlo. Lo amaba con locura, y sí que era una locura pues apenas habían pasado días y sin embargo, no podía dejar de sentir que lo amaba ciegamente.

 

—Eres un desordenado. —protestó Ryu unas horas después, cuando le tocó poner un poco de orden en aquel caos que era la habitación de Kaoru.

 

El aludido se rio a carcajadas y se limitó a levantarlo en brazos y lanzarlo en la cama, haciendo caso omiso de las protestas de su pequeño amante. En el suelo quedaron regados las cajas y los libros, el closet quedó a medio ordenar y los amantes se limitaron a hacer el amor el resto del día, pues tenían muchos días por delante.

 

—Te amo. —murmuró Kaoru al oído de un dormido Ryu.

 

Acarició con amor el cabello húmedo que cubría la frente de Ryu. Era maravilloso tenerlo allí. El pequeño conejito ahora estaba en su cueva, indefenso y a su merced, para amarlo y cuidarlo por siempre. Kaoru sonrió abiertamente, pues tenía todo lo que deseaba en la vida.

 

Unos días después la vida iba a darles un enorme giro.

 

— ¿Nos vemos en la cafetería para almorzar?

 

—Tengo examen a mitad de mañana y luego hay un chequeo médico de rutina, no creo que alcance. —respondió Ryu mientras recogía su maletín. Al ver la mirada compungida de Kaoru se acercó y lo besó ligeramente. — Vivimos juntos Kaoru, te veré en la noche.

 

—No es suficiente. —protestó Kaoru besándolo con más profundidad mientras se fundían en un apretado abrazo

 

Ryu sonrió, aun con sus ojos cerrados, cuando Kaoru lo libero de sus brazos. Aquel amor posesivo y sensual era tan alucinante, tan abrumador.

 

—Eres…eres.

 

—El hombre que te ama. —terminó Kaoru por él, besando cariñosamente la punta de su nariz.

 

Ryu abrió los ojos y no pudo más que sonreír.

 

—Haré lo posible por llegar a la cafetería para el almuerzo.

 

Kaoru le sonrió complacido.

 

—Te esperaré.

 

Ryu atravesó sus clases con facilidad. El examen fue sencillo y al terminar casi de primero le pidió permiso al profesor para marcharse. Si lograba que en la enfermería lo atendieran con rapidez llegaría a tiempo a la cafetería para almorzar con su novio.

 

Tuvo suerte al pasar dentro de los primeros, pero nunca esperó lo que le dirían. La doctora que hacia el chequeo lo miró con emoción y lo llevó aparte a uno de los cubículos.

 

— ¿Te importa si hago un chequeo más profundo? —Le preguntó ansiosa.

 

Ryu la miró desconfiado, pero no vio motivos para negarse. Quizás ella había visto algo que no le gustó y eso le preocupó ¿sería que estaba enfermo?

 

Un poco después estaba sobre una camilla y ella lo exploraba minuciosamente.

 

—Es maravilloso. —La escuchó murmurar para sí. Olvidando por completo que él estaba allí y que ahora estaba seriamente preocupado.

 

—¿Pa…pasa…algo malo? —preguntó asustado y se quedó perplejo cuando ella rio con emoción.

 

—No… no, claro que no. Es que nunca había visto un hombre fértil —dijo tranquila, como si fuera lo más normal. —En las prácticas del hospital no me asignaron a obstetricia y como estoy recién graduada no he tenido mucha experiencia, de hecho este es mi primer trabajo fuera del hospital y estoy muy emocionada por la experiencia.

 

“Hombre fértil”

 

La chica seguía y seguía hablando mientras palpaba su vientre y sus tetillas y él solo podía pensar en aquellas palabras. Cuando logro coordinar sus ideas, pensó en la magnitud de aquel descubrimiento. Su hermano menor era fértil y eso había sido de gran decepción para la familia, pero su padre se consolaba con el hecho de que su hijo mayor no lo era y lo habían criado para ser el heredero de su imperio.

 

¿Ahora el también sería una decepción?

 

—Yo no tengo mucha experiencia, pero creo que estas en cinta, de unas dos semanas cuando mucho, pero como ustedes no son como nosotras que experimentamos la menstruación y todo eso, los cambios hormonales del embarazo se muestran más temprano en el cuerpo.

 

Ella no noto que él la estaba mirando con horror.

 

—Lo noté por la inflamación en tu vientre, cuando te estaba palpando note que te dolió un poco y tus pezones están oscureciéndose y puedo notarlos un poco inflamados también, no es muy perceptible para los demás pero para mí como médico si…

 

“¿Un embarazo?”

 

Ahora que lo pensaba, Kaoru y él habían estado haciendo el amor como conejos y no se había cuidado. Grave error, pues ahora estaba allí viviendo las consecuencias de su descuido.

 

—Voy a pedir que te hagan un examen de sangre para confirmarlo.

 

Ryu miró a la doctora, sintiéndose perplejo y abrumado. Asintió pues no pensó en que otra cosa responder. Una hora después estaba sentado en el pasillo de la enfermería con un papel entre sus manos que confirmaba todos sus temores.

 

Su teléfono sonó con un mensaje. Sabía quién era, así que no se molestó en mirarlo.

 

¿Qué iba a hacer ahora?

 

Había arruinado toda su brillante vida, todos sus planes, todas las esperanzas que había puesto su padre en él. Comenzó a llorar y se puso de pie para irse de aquel lugar, pensando en que no volvería jamás. Pensaba que con aquella noticia habían muerto todos sus sueños.

 

Cuando llegó a su casa era pasada la media noche y aunque sus padres le exigieron una explicación, Ryu se negó a hablar. Ryu se encerró en su habitación y se lanzó en la cama, miró inexpresivo todo a su alrededor. Ya no le quedaban lágrimas, solo sentía una profunda incertidumbre.

 

—Ryu te traje un té. —Le dijo Hiroki con suavidad, entrando en la habitación.

 

Ryu miró a su hermano, que se sentó en la cama a su lado y sintió que se rompía por dentro.

 

—Yo…yo…yo estoy… Dios…estoy esperando un bebé.

 

Las palabras salieron de sus labios temblorosos, pues era la primera vez que reconocía verbalmente lo que le estaba ocurriendo. Hiroki lo abrazó amorosamente y limpió sus lágrimas con suavidad.

 

—Todo va a estar bien Ryu, ya lo veras. Cuenta conmigo hermano, nada malo va a pasar, te lo prometo.

 

Ryu siempre supo que Hiroki era el más fuerte de los dos. Hiroki no se dejaba amilanar por los problemas, era decidido, emprendedor, dedicado, valiente. Su hermano soñaba con una vida sencilla, una familia, hijos y un esposo que lo amara. Él no tenía los grandes planes que Ryu había ideado ni la responsabilidad que Ryu llevaba sobre sus hombros.

 

Unos días después ya Kaoru estaba desesperado. No entendía que había pasado con Ryu. Se negaba a responder sus mensajes o llamadas y ni siquiera sabía dónde diablos se había metido. Habían pasado cinco días viviendo juntos y todo estaba bien ¿qué podía haber pasado? Ahora llevaba cinco días sin saber nada de él y eso lo estaba enloqueciendo.

 

Se sentó en la cama en la que tanto amor y tanta pasión habían compartido sin entender el cambio drástico que había dado su vida. Se levantó presuroso cuando alguien llamó a su puerta, pero no fue el rostro de Ryu el que encontró, sino el de un joven de apariencia hermosa y etérea que lo miró con un dejo de disculpa y expectativa.

 

— ¿Usted…es, Kaoru Asahina? —preguntó Hiroki con suavidad. Estaba harto de ver a su hermano destruirse lentamente y no pudo hacer más que tratar de resolver todo aquello.

 

—Si…¿Quién eres tú?

 

Hiroki le sonrió con amabilidad.

 

—Soy Hiroki Isaka, soy hermano de Ryu.

 

Kaoru enseguida lo tomo por los brazos lastimándolo un poco con el brusco movimiento.

 

— ¿Cómo está? ¿Dónde está? ¿Acaso le ocurrió algo?

 

Hiroki hizo un respingo al sentir la rudeza de aquellas manos oprimiendo sus brazos.

 

—Me… me está lastimando. —Murmuró y Kaoru lo soltó de inmediato.

 

—Lo siento, discúlpame. Es que me estoy volviendo loco, llevo días buscando a Ryu.

 

—Mi hermano está en casa y esta… bien físicamente. —Le informó Hiroki para tranquilizarlo. —Puedo pasar.

 

Kaoru más aliviado le cedió el paso y lo instó a sentarse.

 

—Está en su casa. — Murmuró Kaoru sentándose al lado de Hiroki. —Pero yo conseguí llegar hasta allí y me dijeron que él no había ido por allí en días.

 

—Mi padre ordenó eso.

 

Hiroki hizo una mueca de desaprobación por la actitud de su padre. Luego que se enterarán de la situación de Ryu lo habían encerrado como si fuera un delincuente y hasta hablaban de dar al bebé en adopción cuando naciera. Él no iba a permitir que eso pasara y sabía que Ryu cuando saliera de su letargo tampoco lo permitiría. Por eso había ido a buscar a Kaoru, pues ese hombre era el padre del bebé de su hermano y era el único que podía impedir que a Ryu lo sacaran del país y que su padre manejara a su antojo toda aquella situación.

 

—Tiene que ayudarme a sacar a Ryu de la casa. —Le rogó Hiroki. —Mi padre lo va a enviar a Inglaterra en unos días. Ryu no está en condiciones ahorita de hacer nada, está muy confundido y temeroso, solo usted puede evitar que cometa una locura.

 

Kaoru no entendía nada de aquello.

 

— ¿Por qué lo enviarán a Inglaterra? Y ¿Qué demonios es lo que le pasa a Ryu? ¿Porque se fue así? ¿Porque no ha hablado conmigo?

 

Hiroki no tenía más remedio que decir la verdad.

 

—Mi…hermano, está esperando un bebé… Su hijo Asahina San.

 

Después de una larga conversación. Hiroki y Kaoru hicieron planes. La noche siguiente Kaoru irrumpió en la casona aprovechando la ausencia de los padres de Ryu y con la ayuda de Hiroki. Ryu dormía cuando sintió los brazos cálidos rodearlo.

 

—Kaoru. — Murmuró lloroso acurrucándose aun dormido en el regazo del hombre con el que todas las noches soñaba.

 

Hiroki le hizo señas de no despertarlo. Kaoru asintió, dormido sería más fácil sacarlo de la casa.

 

— ¿A dónde lo llevará? — Le pregunto Hiroki, mientras Kaoru acomodaba a su novio en la parte trasera de su auto.

 

— Estaré a dos horas de aquí, en un poblado pequeño, es donde crecí, allí tengo una casa. No te preocupes, los cuidaré bien y te mantendré informado. —Kaoru estrechó las manos de Hiroki con agradecimiento. —Gracias por esto, te debo una.

 

Hiroki vio el auto marcharse en la oscuridad y esperaba que todo saliera bien, pues su hermano y aquel bebé merecían una mejor vida que la que sus padres le había trazado.

 

Cuando Ryu despertó en la mañana, no se encontraba en su habitación y también se sintió más ligero y descansado de lo que se había sentido en días.

 

—Qué bueno que despiertas, es hora de comer.

 

Aquella voz terminó de sacarlo de su sueño y sentándose en medio de la cama miró a Kaoru como si fuera un fantasma.

 

— No me mires así conejito. —Le dijo Kaoru poniendo la bandeja que traía llena de comida, sobre la mesa. —Tienes mucho que explicarme y créeme que lo harás, pero ahora tú y mi otro conejito tienen que comer.

 

Ryu retrocedió cuando Kaoru puso su mano fuerte, cálida y protectora sobre su vientre.

 

—No…no. Tú no puedes. .. No puedo estar contigo. Mis padres, ellos…

 

—Escúchame bien. — Le dijo Kaoru con dureza. —Nadie más que nosotros dos tiene voz en esto. No se te ocurra desafiarme con esto Ryu, pues vas a descubrir lo decidido que puedo ser.

 

El poder que ejercía Kaoru en él lo enojó.

 

¿Quién era él para decirle que hacer?

 

— ¡Me importa un carajo lo que tú digas! —Levantándose de la cama con enojo.

 

Kaoru también se puso de pie, con toda la disposición de no amilanarse.

 

— ¡No tienes derecho! —Le gritó Ryu, señalándolo con un dedo acusador, que temblaba como el resto de su cuerpo. —Tú me hiciste esto. Yo tenía una vida…u…una vida perfecta. Y apareciste tú y…lo cambiaste todo. ..

 

Ryu le dio la espalda a Kaoru para que no viera sus lágrimas ni el dolor que sabía reflejaba su rostro.

 

—Ryu…

 

— ¡No! No quiero oírte, no quiero verte más. Tu arruinaste mis planes, diriges mi vida y yo te sigo porque…porque…

 

—Me amas. —Le dijo Kaoru abrazándolo despacio. Besó su cabello y acarició su espalda suavemente, intentado calmarlo. —Me amas como yo te amo a ti, eso no es malo. Al contrario, es hermoso, perfecto y ahora tendremos un bebé que será la prueba de ese amor.

 

Ryu lo miró desamparado.

 

—Yo…soy un hombre. —Le dijo casi en un susurro. —Siempre pensé que me casaría con una chica, que…tendríamos hijos. Yo había planeado mi vida diferente, nunca habría pensado que me enamoraría de un hombre y que yo terminaría siendo la chica que…se embarazaría. — Ryu sollozó impotente. — ¿Tienes idea de la decepción que le causé a mis padres? No se habían recuperado del impacto de tener un hijo fértil y ahora tienen…dos y yo encima estoy…

 

Ryu se separó de los brazos de Kaoru y caminó hasta la cama recostándose en ella y haciéndose un ovillo. No quería hablar ni tampoco quería oír lo que Kaoru tenía que decir. Se sentía perdido y miserable. Le daba pena por su hijo y le daba miedo el futuro, un futuro que ahora no tenía como en antaño el rostro perfecto que él había creado.

 

No sintió cuando Kaoru cerró la puerta al salir de la habitación, ya nada le importaba.

 

Kaoru se sentó en el mueble de la pequeña salita. Aquella casita le traía buenos recuerdos, allí había sido feliz. Lamentaba que su abuela no estuviera allí con él, ella habría sabido que decirle a Ryu.

 

Ryu durmió todo el día, apenas comió y Kaoru trató de no importunarlo. Quería que su novio se calmara para que pudieran hablar. El tiempo vacío trato de usarlo Kaoru para arreglar la casa, limpiar el polvo ajustar los muebles que necesitaban arreglo. Compró comida para llenar la alacena y abrió las ventanas para que el aire se llevara el olor a encerrado que la casa tenia. Estaba en buen estado a pesar de todo y luego de un largo día de trabajo mostraba la cara alegre y acogedora que había tenido tiempo atrás.

 

Se asomó en la habitación y vio que Ryu dormía profundamente. Se acercó y lo beso con suavidad.

 

—Hasta mañana mis conejitos. Los amo.

 

Cuando Kaoru cerró la puerta, Ryu abrió los ojos, sintiendo un enorme desasosiego. Con un movimiento incierto tocó su vientre, pensando en lo grande que era aquello y en si él iba a poder afrontarlo. Estuvo largo rato mirando el techo, hasta que el sueño lo venció de nuevo.

 

Cuando amaneció, lo despertó un rayito de solo que se colaba travieso por la ventana. Ryu respiró profundo. Se sentía más calmado, quizás le había hecho falta dormir bien. Todos aquellos días había tenido pesadillas.

 

Salió de la habitación caminando despacio y en la sala se encontró a Kaoru dormido sobre una precaria sabana en el piso. Le dio ternura verlo acurrucado en el incómodo suelo. Supuso que lo había hecho para no molestarlo en la cama, pero quizás le habría gustado sentir su calor en la noche.

 

Se puso sus zapatos y salió de la casa. A pesar de ser tan temprano el pueblo se movía con entusiasmo. Camino por un rato por las callecitas y no supo cómo llego a las orillas del rio. A esa hora había gente en las riveras de este, conversando animadamente mientras lavaban sus ropas o recogían agua.

 

Ryu los observo un rato. Quizás si hubiese nacido en aquel lugar, en aquella vida sencilla, las cosas serían diferentes. No tendría responsabilidades ni unos padres que esperaran tanto de él, no se hubiese hecho una expectativas de vida tan elevadas.

 

De pronto un joven llego a la orilla opuesta del río. Llevaba una Yukata que se notaba ajustada en su vientre. Puso la cesta que cargaba en sus brazos sobre la grama y acarició su espalda.

 

— ¡Keiichi kun, deberías estar en la casa descansando! —gritó una mujer que estaba a unos metros de Ryu.

 

El chico sonrió y sobo su vientre redondo.

 

—No te preocupes Hana san, mi hijo y yo estamos bien. —Le dijo el chico mientras con dificultad se arrodillaba sobre la hierba y sacaba la ropa de la cesta para remojarla en el río. —Haru está pescando y quiero que cuando regrese estén todos las cosas listas, el pobre no ha hecho sino trabajar estos días.

 

Se enfrascaron en una conversación bulliciosa, pero Ryu solo veía la barriga del chico. Estaba fascinado por la belleza de aquella escena. La naturalidad con la que el joven conversaba, su sonrisa feliz, como si no careciera de nada. Tocó su vientre y se preguntó si él podría hacerlo, si podría vivir de aquella forma.

 

—Podemos hacerlo. —Murmuró una voz en su oído. Mientras una mano cálida se posaba sobre la suya y un cuerpo tibio lo envolvía en una pacífica sensación de tranquilidad.

 

Ryu se preguntó si habría expresado sus pensamientos en voz alta, y luego entendió que Kaoru lo leía como a un libro. Se recostó del ancho pecho de su novio y suspiró. Kaoru besó su cien cariñosamente y puso su otra mano sobre el vientre de Ryu.

 

—Nos casaremos, tendremos una bonita casa y seremos felices por siempre tú y yo y nuestros cinco hijos.

 

Ryu sonrió, cinco hijos eran muchos y él pensaba que apenas podría con uno. Pero la voz de Kaoru, su calor, su entusiasmo, su amor. Lo perdían, eran letales para él. No podía resistirse, no podía decir que no.

 

 Kaoru deslizo una pequeña cinta roja anudada como un aro en su dedo meñique y lo giro para que lo mirara.

 

—La leyenda del hilo rojo es muy bonita y yo sé que el otro extremo de mi hilo eres tú. Así que dejare esta cinta aquí como un símbolo de que te amo y cuando tenga dinero te comprare el más hermoso de los anillos, como te lo mereces. — Kaoru lo besó con ternura. — ¿Te casarás conmigo Ryu? Yo te voy a hacer feliz, lo prometo.

 

Ryu miró la cinta anudada en su dedo y sonrió, suspirando pensó que no tenía alternativa. Kaoru era su único camino el único que amaba y al que jamás podría decirle que no.

 

—Sí. —Murmuró cerrando los ojos y acurrucándose en el pecho de su ahora prometido, esperando que aquello no fuera un sueño.

 

Kaoru respiró aliviado, cuando no lo había encontrado en la casa había temido lo peor, pero allí estaba ahora, en sus brazos, tranquilo, aceptando ser su esposo. Las cosas iban a salir bien y ahora tendría que comportarse como le dictaba las nuevas responsabilidades que iba a asumir. Kaoru pensó que era hora de llamar a su hermano y pedir la ayuda que siempre se negó a recibir.

 

*******

 

—Voy a matarlo. — Proclamó Kaoru a los cuatro vientos cuando salió de la casa.

Afortunadamente estaban en una pequeña isla, a la que podía dársele la vuelta en dos horas. No había ningún medio de escape pues habían llegado en una lancha y esta solo volvería si Kaoru llamaba. Solo los rodeaba un vasto y hermoso mar azul y Kaoru confiaba en que Ryu siguiera temiéndole a nadar en lo profundo.

 

La casa estaba enclavada en una pequeña colina desde donde se podía ver toda la isla. Unas escalinatas bajaban hacia la playa y un camino empedrado se internaba en un bosquecito salvaje. Más allá del bosque había otra colina más pequeña donde el agua se volvía salvaje estrellándose con violencia de las rocas que bordeaban la colina.

 

Si no fuera porque Kaoru sabía que Ryu tenía una piel delicada que se quemaba fácilmente con el sol, lo hubiese dejado pasando penurias en donde fuera que estuviera.

 

Descendió por las escaleras echando chispas, se dijo que cuando lo encontrara lo castigaría y entonces se detuvo. Con pasos calmados volvió a la casa y cerró la puerta. Ryu merecía una lección y que mejor que estar a la intemperie en la naturaleza, él que siempre había sido mimado y quisquilloso se merecía pasar una noche a merced de los elementos.

 

No estaba muy seguro de su decisión, pero igual se sentó en un mueble y dejo el tiempo pasar a cuenta gotas.

 

Cuando la mañana del tercer día lo sorprendió, se dio cuenta que se había dormido en el sofá, se estaba levantando de este cuando la puerta de la entrada sonó y por ella entro Ryu con cara de abatimiento y frustración.

 

— ¡Quiero que me saques de este lugar inmediatamente! —Le gritó furioso, pues las horas que había pasado en aquel lugar habían sido infernales.

 

Cuando había escapado pensó que iba a ser fácil huir de donde fuera que estuviera, no se esperó que su lugar de reclusión fuera una isla y mucho menos que no hubiese ni un solo medio para salir de allí.

 

Trato de nadar pero al sentir las aguas profundas se asustó tanto que regreso nadando casi sin aliento a la orilla. Sentado en la arena pensó en lo tonto de su idea, ¿hasta donde habría podido llegar nadando?

 

Camino internándose en el bosque, seguro de que Kaoru iría a buscarlo en cualquier momento, pero camino por casi una hora entre los árboles y descanso a la sombra de uno de ellos y Kaoru jamás apareció. Decidió explorar el resto de la isla y cuando llegó a la colina opuesta de donde estaba su cárcel, sintió que no podría avanzar más.

 

—Maldito. —murmuró molesto cuando se sentó bajo un árbol, abatido por tener la certeza de que no podría huir de allí.

 

Le dolían las nalgas por los golpes recibidos, pero más le dolía el orgullo, pues a pesar de todo le había gustado aquel tormento.

 

— ¿Por qué tuve que conocerte? Te odio… te odio.

 

Se levantó y mirando a través del bosque como pensando que sus gritos llegaría hasta él, dejó salir toda su frustración.

 

— ¿Me oíste? ¡Te odio! ¡Ojala nunca te hubiese conocido!

 

Pero era mentira, todo aquel odio, aquella furia, era mentira. Solo era el miedo un miedo monstruoso que había ido apoderándose poco a poco del corazón de Ryu, lo que lo hacía rechazarlo, lo que le hacía pensar que estaba mejor sin él, que estaba mejor sin nadie que le dijera que hacer con su vida.

 

Ryu se dejó caer sobre la arena y miro todo a su alrededor. El lugar era perfecto y otras circunstancias habría sido ideal, pero él no tenía nada que ofrecer y Kaoru no lo entendía. Había perdido tanto de sí mismo en aquellos años que ya no tenía nada que dar. Se negó a pensar en su bebé muerto y mucho menos en Shunsei, que había sido como una luz en toda su oscuridad.

 

— ¿Porque no entiendes que ya no soy el mismo?

 

El silencio no tenía respuestas, pero el si las tenía. Había pasado muchos meses y años sofocando su temor, apoyándose en Kaoru, dejando que él lo protegiera. Pero el miedo estaba allí, esperándolo, buscando la más mínima oportunidad para atacarlo. Vivir con aquel temor por tantos años lo hizo inseguro y poco a poco lo fue insensibilizando a las necesidades de los demás.

 

De pronto ya no notó la preocupación de Kaoru, ni la de Hiroki o la de sus padres y amigos. Hablar con Shinobu que había sido su amigo de años y que también era su terapeuta ya no le daba consuelo. Se había ido encerrando poco a poco e inconscientemente en la seguridad de su interior, haciendo un caparazón cada vez más impenetrable para guardar sus emociones.

 

Todo comenzó lentamente y ya de pronto no le gustaba que Kaoru lo tocara o le diera sugerencias. Comenzó a sentir recelo de sus palabras, todo lo tomaba como si fueran imposiciones. Se obsesionó con el trabajo al punto de que no le importaba si olvidaba fechas especiales o citas o incluso si llegaba a cenar a casa o no.

 

El final de todo fue cuando Ryu asumió la presidencia de la editorial, para Ryu fue como el retomar de los sueños que había abandonado por perseguir los sueños de Kaoru, de nuevo se sintió en control de su vida, de nuevo se sintió el mismo y con eso en mente olvido lo demás. Las aventuras, las alegrías, las tristezas, el amor, el deseo, todo lo que había construido con Kaoru quedo relegado a un segundo plano pues Ryu lo dejo a un lado, como si nunca hubiese existido.

 

Ryu se recostó del árbol, se sentía cansado y molesto, pero también estaba triste.

 

— ¿Qué quieren de mí? —preguntó con cansancio, deseando que Kaoru, sus padres y sus amigos, estuvieran allí para responderle.

 

—Este soy yo. —murmuró tristemente mientras contenía un sollozo pues al pasar sus manos por su torso lo sintió tan frágil y delgado.

 

Se había mirado al espejo muchas veces. Claro que lo hacía, el notaba los estragos en su cuerpo. De pronto ya no le provocaba comer y dormir se había vuelto un suplicio, solo lo lograba con pastillas y aun así no era un sueño reparador. Se levantaba igual de cansado y compungido. Soñaba con Kaoru cada día. El embarazo de Shunsei había sido terrible y ni siquiera había tenido fuerzas para traer a su hijo al mundo.

 

La recuperación de la cesaría había sido muy difícil y había tenido que aceptar a regañadientes la ayuda de su hermano, pues aunque no quería a nadie cerca tuvo que admitir que necesitada ayuda con su bebé recién nacido.

 

Ryu se durmió recostado de aquel árbol, preso del agotamiento y lleno de las imágenes de un pasado que había sido feliz hasta cierto momento. Cuando se despertó era de día. Estaba recostado en la arena y no podía creer que había dormido a la intemperie en aquel frio y Kaoru no lo había ido a buscar.

 Lleno de ira se encamino a la casa.

 

—Vas a sacarme de esta maldita isla Kaoru o te juro que te mataré. —murmuró lleno de ira, mientras se abría paso entre los matorrales.

 

Kaoru lo miró por unos segundos.

 

“Los castigos no deberás hacerlo desde la rabia o el odio. Él lo sabrá y entonces no habrá servido de nada lo que has hecho. Si estas molesto por algo que el haga o diga, retírate, respira, enfoca tus pensamientos y cuando hayas aligerado la molestia, regresa con él y dale lo que necesita.”

 

— ¿Me estas escuchando? Quiero volver a mi casa y me vas a sacar de aquí o cuando regresemos te hundiré en la cárcel.

 

Kaoru camino hacia el con tal cara de disgusto que Ryu retrocedió unos pasos. Lo tomó por el brazo y lo arrastró hasta la habitación.

 

— ¡¿Es que no me escuchaste?! ¡Suéltame! ¡Suéltame, cretino! ¡Imbécil! ¡Te odio! ¡Te odio!

 

Por más que Ryu se retorció y se retorció no logró soltarse del agarre Ferrero de Kaoru, este lo sentó en una silla con un violento movimiento y lo amarró con una destreza y una rapidez que dejo a Ryu boquiabierto.

 

Kaoru no lo miró en ningún momento y a pesar de sus gritos se mantuvo sereno. Cuando comprobó que los amarres estaban bien reforzados salió de la habitación.

 

— ¡No puedes dejarme aquí! ¡Kaoru! ¡Kaoru! ¡Maldito! ¡Ojala no te hubiese conocido nunca! ¡Sácame de aquí!

 

Kaoru escuchó un rato los gritos de Ryu, lo escuchó perder la voz y el aliento. Lo escuchó maldecirlo y llorar, pero extrañamente se sentía sereno. Era como si finalmente se hubiera reconciliado con la idea de que tenía que hacer aquello, por el bien de los dos, pues él también estaba a punto de volverse loco.

 

Kaoru sabía que si Ryu no lo hubiese buscado muchas veces para hacer el amor de forma desesperada y luego marcharse sin palabras, si no hubiese sentido en cada uno de aquellos encuentros que Ryu lo amaba, hace mucho que se hubiese dado por vencido. Habría conseguido la custodia de su hijo y se habría marchado muy lejos y sabe que pudo haberlo hecho, pues Ryu podría ser muy rico pero detrás de el no estaba solo una enorme fortuna, sino el apellido Usami y eso constituía un imperio, con el dinero y las influencias que tanto había rechazado podría conseguir la custodia de su hijo en un abrir y cerrar de ojos.

 

Pero él tenía esperanza y por eso se había embarcado en aquel plan, con la ayuda y los concejos de Shinobu habían preparado un plan para recuperar a Ryu.

 

Preparó el desayuno con total serenidad, espero unos segundos y respirando profundo entro a la habitación. Ryu lo miro con odio, pero ya no gritaba eso era la bueno.

 

Tomó la comida y se sentó frente a Ryu. Este apartó el rostro cuando Kaoru acercó la primera cucharada.

 

—Has agregado dos semanas más a tu cautiverio Ryu. —Le dijo sereno luego de un largo suspiro de cansancio. —Ya viste que la isla es impenetrable, solo saldremos de aquí su yo llamo para que vengan por nosotros y si sigues con tu comportamiento no lo hare nunca.

 

—Tú…tú no puedes hacer eso. —murmuro Ryu perplejo, pensando en lo que significaba aquello. Abandonar a su hijo a su vida. Kaoru no podía hacerle eso, pero vio en sus ojos tal resolución que por primera vez sintió temor de retarle.

 

— ¿Vas a comer?

 

—Si…señor. —respondió, tragándose todas las ganas que tuviera de protestar.

 

Comió, más que por obedecer lo hizo porque estaba hambriento. Kaoru no lo miraba, le dio la comida y luego se puso de pie para marcharse, todo en absoluto silencio. Ryu se quedó mirando la pared.

 

“Una semana más en este infierno”

 

Pensó consternado y estuvo dándole vueltas a aquello por horas hasta que Kaoru volvió con el almuerzo.

 

—Kaoru por favor…yo…

 

—No te he dado permiso para hablar. —Lo cortó Kaoru con displicencia y sin más se dispuso a darle el almuerzo.

 

“El necesita de tu voz, lo tranquiliza, le gusta oírla. Prívalo de ese privilegio cuando haya cometido un fallo. Hazlo ver lo mucho que le gusta escucharte, lo mucho que le gusta oír tus opiniones. Le recordaras con eso los momentos en los que te oía sin miedo, sin prejuicios. Le recordaras que le gusta tu voz, que le gusta lo que tenían.”

 

Ryu comió esta vez sin mucho apetito, pero aunque solo fuera porque Kaoru lo mirara o le dijera algo comió tranquilamente. Pero este le dio la comida y rápidamente se marchó.

 

—Kaoru. — Lo llamó Ryu sin muchas fuerzas y de pronto sintió su rostro húmedo de lágrimas, pues le hacía falta aquella voz.

 

Kaoru pasó el resto de la tarde caminando por la isla. Llamó a Hiroki, habló con su hijo y habló también con su hermano. Después de tranquilizar a todos, miró la puesta de sol y volvió con el anochecer a la casa.

 

Preparó lo que iba a usar en la regadera y fue por Ryu, ya estaba listo para castigarlo por lo que había hecho, con el sentimiento correcto en su corazón.

 

Ryu lo sintió entrar en la habitación, ya había comenzado a temer que lo dejaría dormir atado en aquella silla, pero en cierta forma no quería que viniese a él con ese aire de desdén. También pensó que si venía a darle comida se la escupiría en la cara pues con toda la tensión que sentía lo menos que quería era comer.

 

—Si vienes con comida ya puedes llevártela. No tengo hambre y no voy a comer.

 

Ryu lo sentía moverse por la habitación pero no podía girarse para verlo.

 

De pronto sintió que los amarres de sus manos eran sujetados. Kaoru los había ajustado mucho y las muñecas le dolían. Un gemido salió de sus labios cuando se ajustaron con más fuerza.

 

—Te dije que no tenías permiso para hablar. —murmuró Kaoru con una voz ronca y profunda en su oído.

 

Ryu quiso gritar pues sus muñecas le dolían. Pero en la voz de Kaoru había una clara advertencia y sus siguientes palabras, mientras lo desataba se lo confirmaron.

 

—Es hora de tu castigo.

 

Kaoru lo cargo y se lo hecho sobre el hombro. Ryu con las manos y los pies atados se sentía impotente y expectante, pero no se atrevía a hablar por miedo a lo que eso ocasionaría.

 

Llegaron al baño y Kaoru lo puso de pie bajo la regadera, levanto sus manos y las ato un gancho que descendía desde el techo. Las puntas de sus pies apenas tocaban el suelo cuando Kaoru lo colgó allí.

 

— ¿Duele? —Le preguntó Kaoru, mirándolo directamente.

 

Ryu negó con la cabeza, pues no dolía solo era incómodo y fue aun peor cuando Kaoru lo desnudó por completo.

 

Ryu, asustado y ansioso esperó, hasta que lo sintió tras él. Kaoru masajeo sus nalgas con descaro y eso conmociono y éxito a Ryu con el mismo nivel.

 

—No…no puedes hacer esto cada vez que quieras. No soy tu puta. —Le espeto Ryu aunque sin la seguridad o el aplomo que hubiese querido.

 

Un grito se quedó atorado en sus labios cuando la mano de Kaoru cayó sobre su nalga con una sonora palmada que resonó en el baño.

 

Ryu gimió, perdido en un lugar en su mente entre el dolor y el placer.

 

—Puedo, claro que puedo. Esto es lo que quieres, sabes que lo quieres. —murmuró Kaoru en su oído. —Este es el monstruo que crees que soy, el que creaste en tu mente.

 

Kaoru dejo caer su mano sobre la otra nalga de Ryu y esta vez Ryu no pudo evitar el grito de dolor.

 

— ¡Suéltame! —Gritó lleno de miedo, pero no por lo que estaba pasando, sino por lo que sentía, por las verdades y el dolor en las palabras de Kaoru.

 

Kaoru no hizo caso a su protesta y lo nalgueó una vez más. Ryu se retorció y grito pero estar colgado no lo ayudaba mucho.

 

—Tu palabra segura Ryu. —Espero Kaoru con violencia.

 

Ryu se negó a decirla y fue castigado con otra ruda nalgada.

 

—Ci…cielo. —murmuró Ryu derrotado.

 

—Que pasará si la usas sin necesitarla realmente. —Kaoru esperaba una buena respuesta o lo iba a nalguear hasta que no pudiera sentarse.

 

—U.. Una…semana más. —Ryu quería llorar pero no iba a darle el gusto.

 

Kaoru tomo algo que había dejado sobre una mesita y tomando el pene de Ryu se lo puso. Era un anillo para el pene lo que evitaría que Ryu se corriera.

 

Ryu se removió incómodo y trato de bajar la cabeza para ver lo que Kaoru le ponía pero no pudo lograr mirar.

 

Kaoru abrió la regadera y comenzó a enjabonar a Ryu. Este estaba rígido y en silencio pero cuando Kaoru comenzó a circular su culo se estremeció. Kaoru movió su dedo alrededor del agujero de Ryu, circulándolo con sugestivos movimientos. Finalmente lo penetro con uno de sus dedos y Ryu gimió sintiendo entonces lo que Kaoru había colado en su pene.

 

No quería excitarse, no quería darle el gusto a Kaoru, pero una vez más el poder que este ejercía sobre dentro y fuera de la cama era increíble.

 

—No lo hagas. — suplicó.

 

Kaoru hizo caso omiso a su suplica y besó su cuello con suavidad. La erección se hizo más grande y el dolor más insoportable. Kaoru alterno por casi veinte minutos entre nalgadas en aquel húmedo culo y penetrarlo con sus dedos lubricados. En ese punto Ryu lloraba y gemía suplicando porque lo dejara correrse.

 

Provocadoramente susurro en su oído, mientras lo penetraba con tres de sus dedos —No vas a poder correrte.

 

Su cálida y húmeda beso el también húmedo cuello, enviando escalofríos de placer por todo el cuerpo de Ru que no hicieron sino acentuar su tormento.

 

Oh Dios, oh Dios, oh Dios

 

Grito en su mente. Cada terminación nerviosa en su cuerpo se estremecía. Un orgasmo inminente y demandante se formó en sus bolas apresadas por el anillo que le evitaba correrse y hormigueaba dolorosamente en su pene. Se retorció, intentado liberarse o quizás buscando prolongar aquel tomentoso y apasionado castigo. Ryu no lo sabía.

 

Ni le importaba.

 

Kaoru detuvo sus caderas mientras se ponía de rodillas llevando el pene de Ryu a su garganta.

 

Ryu sintió un cálido y familiar mareo en el espacio en su cabeza en el que aún quedaba algo de cordura, el brutal golpe de su excitación lo recorrió como el dolor de mis nalgadas, golpeándolo tan duro como la certeza de que estaba allí, atado, indefenso y sin ningún remordimiento feliz de lo que estaba ocurriendo.

 

 

Ryu sollozaba y rogaba.

 

Sus ojos derramaban lágrimas porque él quería obedecer, quería oír la voz de aquel hombre para siempre, quería amarlo y vivir bajo su protección. Lo quería todo con él.

 

La lengua de Kaoru estaba causando estragos en su pene, haciendo que un gemido se formara en los labios y saliera más bien como una súplica. Kaoru lo tragaba con atrevido descaro, sacudiendo su mundo. Su boca lo estuvo atormentando por lo que a Ryu le parecieron horas, inundándolo con ráfagas de placer tras placer sobre su duro y doloroso pene.

 

—Por favor, por favor, por favor —Ryu balbuceaba sin pensar, llorando gimiendo, rogando para que aquel tormento terminara. El orgasmo estaba allí pero no podía alcanzarlo y dolía y era una maravillosa sensación que lo dejaba exhausto y más allá de todo sentimiento negativo.

 

Kaoru liberó las manos de Ryu cuando lo sintió a punto de desmayarse con tan excitación.

 

Ryu colapsó, sus brazos se sentían tensos por sostener su peso. Jadeando, llevaba aire a sus pulmones. Se estremecía violentamente. Su cabeza giraba, estaba mareado, no podía pensar

 

—Ahora voy a hacerte el amor —El cálido aliento de Kaoru lleno su mente. Kaoru acarició con su los labios de Ryu besándolo dulcemente mientras lo llevaba cargado a la habitación.

 

—Te amo tanto Ryu, tanto. Te necesito, regresa a mí por favor. Te lo suplico —Susurró Kaoru cuando lo recostó en la cama

 

 

 Ryu lloró ante aquellas palabras, su cerebro tan embotado de emociones que fue incapaz de reaccionar ante aquel amor.

 

Kaoru desato sus pies y abrió sus piernas con suavidad, besando la suave piel de estas. Se posiciono entre ellas y acaricio con su pene el culo de Ryu que lo esperaba ansioso.

 

Ryu movía la cabeza de un lado a otro gimiendo desvergonzadamente, por lo quería, quería sentirlo dentro de él.

 

Kaoru lo penetro mientras lo besaba. Ryu arque su espalda recibiéndolo con placer. Cada empuje le quitaba el aliento, pero Kaoru no empujaba demasiado duro ni demasiado rápido. Las manos de Kaoru acariciaban su espalda y la curva de sus caderas. Ryu tomo el pene de Ryu moviendo su mano con erráticos intervalos, manteniendo a Ryu tenso con la anticipación. Haciendo que doliera.

 

Ryu apenas y sostenía el orgasmo, los gritos y gemidos de placer y dolor hicieron que su voz enronqueciera.

 

Y grito y lloro y gimió hasta que Kaoru penetrándolo con más fuerza, quito el anillo de su pene y lo masturbo unas pocas veces ordenándole con satisfacción.

 

—Corretea mi amor.

 

Ryu se estremeció. Su visión se volvió difusa. Las penetraciones de Kaoru frotaron su próstata.

 

Ryu gritó su potente liberación mientras su pene, esparcía el caliente, y húmeda semen sobre su vientre. Una y otra vez, su pene se estremeció y soltó chorros de semen. Su mente giraba con satisfacción. Sus manos cerradas en un puño se asían a los amarares que las mantenían juntas sobre su cabeza. Sus músculos se quedaron flácidos y lo último que oyó y sintió fue el semen de Kaoru llenando su culo y los gemidos de su amor estallando como música en sus oídos.

 

 

—Te amo. —Le dijo Kaoru pero luego no escuchó nada más.

 

 

Su agotado cuerpo colapsó sobre las sabanas.

 

Kaoru se recostó a su lado, su mano subía y bajaba por las mejillas húmedas de lágrimas y sudor de Ryu. Murmurando palabras de amor.

—Quiero recuperarte. —Le dijo con ternura mientras besaba sus labios y lo miraba dormir con una pacífica expresión.

 

Ryu se había desmayado sobrepasado por tanta extinción, tanto dolor y tanto amor. Kaoru lo vistió con una cómoda pijama y estuvo con él, largo rato. Hasta que luego de dejarlo bien amarrado a la cama se fue a dormir a su habitación.

 

Había pasado otro día y Kaoru sentía que no habían avanzado nada. Y los días se le terminaban pues sabía que no pida dejar mucho tiempo al bebé con Hiroki y que él y Ryu eventualmente tendrían que volver estuviera o no resuelta su situación.

 

Lo que no sabía Kaoru es que la vida le haría volver antes de lo esperado y por la razones menos imaginadas.

 

 

 

 


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