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DOCE DIAS por Butterflyblue

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Notas del capitulo:

Perdon, perdon, perdon por la demora, un nuevo trabajo y mil cosas me han quitado mi precioso tiempo para escribir, prometo hacer espacio para no abandonar este trabajo. Actualizare pronto, asi que porfa  no me abandonen. Besos y gracias por leer.

Día 5

 

Los días pasaron sencillos y apacibles al principio. Kaoru era un esposo atento y encantador. Ryu solo tenía que dejarse mimar y quizás fue eso lo que comenzó a dañar las cosas en el recién formado matrimonio.

 

— ¿No crees que deberías parar ya? El médico te dijo que debías descansar, Ryu.

 

La mirada ceñuda de Ryu no hizo mella en las intenciones de Kaoru. Estaba transitando por el séptimo mes de embarazo y Ryu seguía con su misma rutina sin detenerse ni un poco en consideración a su estado.

 

—No tengo tiempo para descansos, Kaoru y me siento bien. No veo cuál es el problema.

 

Kaoru conocía muy bien la terquedad de su esposo, los meses que llevaban viviendo juntos habían sido idílicos, era cierto, pero no habían faltado las peleas y los roces. Sobre todo porque Ryu siempre quería imponer su voluntad.

 

Esta vez no iba a salirse con la suya.

 

—Ryu. —Le habló Kaoru, esta vez con advertencia, apagando la laptop donde Ryu estaba concentrado trabajando.

 

—¡Qué demonios!

 

— ¡No! —gritó Kaoru a su vez, acallando la pataleta de Ryu. —Si no es por las buenas, vas a escuchar por las malas, Ryu. No puedes seguir con este ritmo. La universidad va a seguir allí después de que des a luz, tienes que parar y darte un descanso.

 

Ryu al principio lo miró perplejo. Kaoru estaba regañándolo. Regañándolo como si fuera un niño pequeño. La perplejidad dio paso a la ira ¿Cómo se atrevía?

 

— ¡No soy un maldito inválido! —gritó mientras se ponía de pie, no sin cierta dificultad. — ¿Por qué demonios no entiendes? No quiero dejar el semestre por la mitad, si me esfuerzo podré terminarlo antes de que nazca el bebé y…

 

— ¿Eso es todo lo que te importa? El maldito semestre y ¿Qué hay de tu hija? ¿Te importa ella?

 

Kaoru estaba gritando muy alterado y Ryu estaba verdaderamente indignado con sus acusaciones.

 

—Claro que me importa. —murmuró mientras ponía una mano sobre su vientre. — ¿Cómo puedes siquiera preguntar eso?

 

Kaoru no quería discutir con su esposo, pero Ryu lo había sacado de sus casillas.

 

—Por todo esto. — Le dijo señalando el montón de libros y papeles sobre el escritorio, donde hasta hace unos segundos había estado trabajando. —Llevas todo el día allí, ¿siquiera desayunaste?

 

Ryu se sonrojó al instante, pues solo había comido unas galletas.

 

—Ves. —gritó Kaoru, haciendo que Ryu se sintiera culpable. —Y no es sólo hoy, llevas dos meses así. ¿Es que no fue suficiente el susto que pasamos?

 

Ryu le dio la espalda a su esposo, incapaz de rebatirle la crítica. Era verdad, habían pasado un buen susto hacía poco más de un mes. Ryu había estado estudiando hasta el cansancio y se le había subido la tensión, pasaron tres días en el hospital y el médico le había mandado reposo, aun así, Ryu parecía no querer bajar el ritmo.

 

Ryu cerró los puños con impotencia.

 

—No…no es justo…Tú sigues con tu vida, estás a punto de graduarte y yo…yo voy a retrasarme.

 

Aquellas palabras susurradas con dolor, lejos de apaciguar la ira de Kaoru lo enardecieron aún más.

 

— ¡Maldita sea! —gritó, estrellando su puño contra el escritorio. — ¿Cómo puedes ser tan…tan…?

 

— ¿Tan que, Kaoru? —preguntó Ryu aguantando un sollozo. — ¿acaso no es verdad? Tú no has renunciando a nada, tu vida permanece igual ¿Y yo? ¿Y mis sueños, mis planes? Yo sólo quiero seguir viviendo como lo había planeado, yo sólo quiero…

 

— ¿Mi vida no ha cambiado, Ryu? ¿Es eso lo que piensas? ¿Qué sabes tú de mi vida? ¿Crees que me gusta estar metido en esta casa, jugando a ser el señor con dinero? ¿Crees que me gustó tener que ir a mendigarle dinero a mi hermano?

 

Kaoru lo miró con una furiosa indignación.

 

— ¿Mi vida no ha cambiado Ryu? ¡Jah! Yo jamás necesité de nada de estos lujos. No me interesó jamás reunirme con un grupo de estúpidos ricachones a hablar estupideces, como me obliga a hacerlo tu padre cada vez que quiere. Si voy a la universidad, si estoy tan desesperado en terminar mi carrera es para hacerme un nombre como artista plástico y quitarme de una vez por todas de encima, el estigma de ser el esposo pobre del heredero Isaka.

 

Ryu lo miró con sus expresivos ojos llenos de dolor, jamás se habían dicho aquellas cosas, pero Kaoru estaba lejos de terminar de desahogarse.

 

— ¿Dices que no pienso en tus sueños? Por tus sueños hice todo esto, por tus planes he cambiado mi vida. Si por mi hubiese sido viviríamos en mi pueblo, en la casita de mi abuela, lejos de todo esta parafernalia absurda que compra el dinero.

 

Kaoru lo miró con intensidad, estaba cansado pero era hora de dejar salir toda su rabia.

 

—Mi madre era una mujer ambiciosa, cínica, que solo vivía para los lujos. Dejo a mi padre cuando este ya no pudo darle nada más y eso lo mató. Su siguiente víctima fue Usami un hombre viudo con un pequeño hijo. Sentí lástima por el pobre hombre pues ella le amargaría la vida como lo hizo con mi padre y conmigo. La odie por años, odie su ambición y cuando me dejó todo ese dinero sentí asco, pero por ti, por ti renuncie a mi orgullo y toqué ese dinero que para mí era sucio.

 

Kaoru le dio la espalda y se dirigió a la puerta.

 

—No me vengas ahora con que tú has hecho más sacrificios, Ryu. Tu vida ha sido la única que no se alteró ni un ápice. Tu único sacrificio debería ser descansar un poco por el bien de tu hija.

 

Ryu escuchó el portazo que dio Kaoru al salir, con un sentimiento de culpa y de ira revolviéndose en su interior.

 

Aun así, eso no sirvió para que el terco muchacho bajara el ritmo que llevaba, él estaba determinado a sacar el semestre antes de tiempo. Se decía a si mismo que era lo mejor, así tendría más tiempo para cuidar a su hija una vez que naciera y no descuidaría las dos cosas más importantes para él.

 

Las discusiones no se hicieron esperar y la tercera cosa que debió ser importante para Ryu, se estaba desmoronando. Su matrimonio estaba cayendo abruptamente. Kaoru y él no parecían encontrar un punto de acuerdo y muchas veces terminaban las cosas, con Kaoru gritándole y largándose de la casa furioso.

 

Así pasó un mes más, aquella mañana lo visitaba su hermano. Kaoru no había dormido en la casa porque la noche anterior habían tenido una tremenda discusión pues Ryu se había sentido mal y se lo había ocultado a Kaoru. Este se había enterado por casualidad gracias a que una vecina le había preguntado cómo seguía su esposo, pues había visto a su cuñado entrar a la casa con un hombre que tenía toda la pinta de ser un médico.

 

— ¿Por qué no le dijiste que estabas sintiéndote mal? — le preguntó Hiroki, mientras ponía una taza de té en sus manos.

 

Ryu suspiró con pesar, sorbiendo un poco del relajante líquido.

 

—No quería que se pusiera…sobreprotector.

 

Hiroki lo miró con reprobación y Ryu le devolvió una mirada suplicante.

 

—Sólo faltan unos días más Hiroki, me falta una última asignación y habré terminado.

 

El tono de súplica de su hermano no lo convenció en absoluto, Hiroki tampoco estaba de acuerdo con el ritmo de vida que se había impuesto Ryu y mucho menos con la tensión que todo aquello había ocasionado en su matrimonio.

 

— ¿No crees que estás llevando todo esto demasiado lejos, Ryu?

 

—No te pongas de su parte, Hiroki. Por favor, entiéndeme, esto es importante para mí.

 

Hiroki suspiró, no quería alterar a su hermano. El médico se los había dicho, Ryu estaba muy estresado y eso estaba ocasionando las subidas de tensión. Tomó sus manos mirándolo con amor.

 

—Prométeme que vas a bajar el ritmo después de que entregues ese trabajo. Estas por cumplir el octavo mes, hazlo por ella, descansa, relájate.

 

Ryu lo miró con sus ojos llenos de lágrimas.

 

— Lo hago por ella. — Le dijo. —Quiero que este orgullosa de mi y… y también lo hago por mi papá, quiero que vea que nada cambió, que soy digno de llevar su compañía.

 

Hiroki lo abrazó y suspiró con cansancio, las prioridades de Ryu estaban equivocadas. Su hermano no había logrado superar su temor al fracaso, aun se pensaba indigno, aun pensaba que había cometido un grave error al embarazarse ¿como si el destino pudiera cambiarse?

 

Tarde en la noche regresó Kaoru a la casa. Estaba cansado y molesto, pero no podía estar lejos de los que amaba, así que armándose de paciencia decidió intentarlo una vez más. Pensó que Ryu estaría en la cama durmiendo, era bastante tarde, pero su furia fue mayúscula al no encontrarlo allí.

 

Corrió al estudio, donde sabía que lo encontraría, pensando en las palabras que le había dicho el médico cuando le había llamado para preguntarle qué había pasado con su esposo.

 

“Ryu está forzando demasiado su cuerpo, las subidas de tensión no son buenas en su estado y he estado pensado en practicarle una cesaría antes del término del embarazo. Quiero dejar pasar unos días para ver como evoluciona todo, pero Ryu debe poner de su parte.”

 

Y después de todas aquellas advertencias que ya Ryu conocía, aun así estaba allí, a esas horas de la noche, sentado frente a la computadora con un montón de papeles y los restos de frutas en un plato sobre la mesa, que supuso Kaoru había sido su única comida en el día.

 

Cuando Ryu lo vio entrar, abrió sus ojos con sorpresa, no esperaba que volviera esa noche, se estaba apresurando para terminar todo antes de que Kaoru volviera al día siguiente. Su intención era descansar, de verdad lo era, pero al día siguiente cuando ya hubiese terminado todo.

 

—Kaoru yo…

 

No pudo terminar y la mirada en el rostro de Kaoru le habló de su dolor, de su decepción, pero lo que más le conmovió fueron las lágrimas que brillaban en los ojos hermosos de Kaoru.

 

—No puedo más... murmuró Kaoru agotado, cubrió con una mano su rostro tratando de serenarse, pero estaba demasiado disgustado. —Lo he intentado, de todas formas, te lo pedí con amabilidad, con amor, te lo suplique, te grité, pero tú no entiendes. No quieres entender, te estás haciendo daño y se los estás haciendo a ella.

 

Kaoru soltó un sentido sollozo.

 

—Y yo no puedo hacer nada. — murmuró secando sus lágrimas. —Estoy harto, Ryu, harto. Haz lo que quieras.

 

Con esas palabras salió dando un portazo y segundos después Ryu escuchó el portazo en la puerta de entrada, se había ido y él no había hecho nada para detenerlo.

 

Cuando amaneció, Ryu apenas había podido dormir dos horas.

 

—Hagamos estos juntos mi nena, te prometo, te prometo que voy a descansar, pero ayúdame con esto sí. —Le decía a su hija mientras despacio se vestía para ir a la universidad. —Después llamaremos a papá, le pediré disculpas y él va a volver, ya verás.

 

Ryu se sentía mal, él lo sabía, pero no quería reconocerlo. Su espalda dolía horriblemente al igual que su cabeza, además tenía náuseas y estaba mareado.

 

— Por favor. — Murmuró acariciando su vientre, mientras se sentaba en una silla y respiraba profundo. —Déjame hacer esto mi nena, vamos, ayúdame.

 

No pudo evitar un gemido de dolor cuando su vientre se retorció en un potente dolor. Cuando trató de ponerse dé pie, fue a dar al suelo.

 

Kaoru había dormido en el auto, fue incapaz de irse, pero tampoco quería entrar a la casa e iniciar una discusión. Cuando los rayos del sol comenzaron a molestarle, se bajó del auto y entró a la casa.

 

Lo escuchó antes de verlo, sus gemidos, su llanto y cuando corrió a la habitación lo encontró tendido en un charco de sangre.

 

Los minutos se hicieron eternos. Los gritos de Ryu en la ambulancia podía sentirlos en sus oídos, en su corazón. No lo dejaron entrar en la sala de emergencia a pesar de que la mano de Ryu no quería soltar la suya. Lloraba, ambos lloraban.

 

El médico salió y se lo llevó, todo era tan confuso, tan doloroso. Ryu lloraba, había muchas personas alrededor de él. Tomó su mano y lo besó, le susurró muchas veces que todo saldría bien, pero con el paso del tiempo él mismo perdió la esperanza.

 

No pudieron hacer nada para detener el parto, Ryu estaba muy débil, todo aquello lo agotó física y emocionalmente. La niña ya estaba muerta cuando llegó al hospital, tuvo que dar a luz y dejar sus fuerzas allí, pues tenía la certeza de que no la escucharía llorar, de que no vería sus ojitos abiertos.

 

Muchas horas después abrió los ojos en una habitación semi oscura, el único que estaba allí con él era Hiroki. No necesitó preguntar dónde estaba Kaoru, ya lo sabía, estaba con ella, diciéndole adiós a ella, a su pequeño amor, el amor que él había asesinado con su terquedad.

 

—Lo siento. — murmuró, cuando su hermano tomó su mano y lo miró con tristeza.

 

Pero ambos sabían para quien era esa disculpa, sólo que Kaoru no estaba allí para escucharla y quizás, quizás no querría escucharla jamás.

 

******

Muchos años después, se encuentra en la misma situación. En una habitación semi oscura, en un hospital y con su hermano a su lado. Solo que  Esta vez Hiroki no lo mira con compresión, ni con ternura, en su mirada más bien hay un profundo reproche.

 

— ¿Por qué no me dijiste nada? —Le pregunta cuando lo ve despertar.

 

Ryu aparta su mirada de aquellos ojos acusadores y suspira.

 

—…No…no quería que fuera real.

 

La respuesta enardece mas a Hiroki, que ya está harto de las ambivalencias de su hermano.

 

— ¿Y ya? ¿Ignoras que estás embarazado y todo desaparece? Te pusiste en peligro, Ryu. Y no, no desapareció, está allí, es real. Maldita sea Ryu, despierta.

 

Tan comedido, dulce y sensato como era Hiroki, Ryu jamás lo había escuchado alzar la voz y lo sorprendió que fuera con él la primera vez. Eso lo hizo sentirse miserable y sus ojos se llenaron de lágrimas, pero ni eso convenció a Hiroki.

 

—Eso, vamos, llora. Así vas a solucionarlo todo. Llevas años llorando y no has solucionado nada, Ryu. Estos meses te has convertido en un fantasma, ni siquiera por Shunsei has hecho un esfuerzo y ahora…ahora esperas otro…otro bebé y fuiste capaz de ponerte en riesgo, sabiéndolo.

 

Hiroki sale de la habitación, antes de decir algo inconveniente. Está cansado y dolido. Ryu parece no entender la dicha que tiene. Acaricia su vientre y suspira con tristeza. Tras los problemas de su hermano su vida ha quedado en un segundo plano. Hay un hombre hermoso y maravilloso que lo ama, podría hacer una vida con él, pero no quiere dejar solo a Ryu.

 

Su hermano es tan afortunado y no lo sabe. Nadie lo sabe, pero él vive una vida secreta, una vida donde ha intentado darle un hijo al hombre que ama, pero dos veces ha fracasado. Esas pérdidas le han roto el corazón, pero nadie lo ha notado ni una sola vez. Los problemas de Ryu se llevan todo el tiempo y el esfuerzo de la familia y en ese tiempo él ha sufrido solo sus pérdidas, pues ni siquiera al hombre que ama se lo ha dicho.

 

Sabe que ha sido injusto con Ryu, él está pasando por un mal momento y no es justo culparle o juzgarle por lo que le pasa. Cuando piensa en lo que le ha dicho Kaoru al llamarlo, sabe que los días oscuros de Ryu no están sino por comenzar. Tal parece que el amor de Kaoru se ha terminado, dando paso a un profundo rencor que Hiroki no sabe a donde los puede llevar.

 

Cuando regresa a la habitación lo encuentra dormido, es mejor así, que recupere sus fuerzas. Ojala cuando despierte piense de otra forma. Hiroki se sienta a su lado y lo mira dormir, rogando porque las cosas se arreglen para todos.

 

Kaoru llega al atardecer. Ya Akihiko lo espera.

 

—Arreglé todo con el abogado, que me pediste, pero ¿estás seguro?...

 

—Mañana mismo hablaré con él, quiero que mi hijo esté conmigo lo más rápido posible y cuando el otro bebé nazca, también se lo quitaré, no importa cuánto dinero o influencias tenga que utilizar.

 

Kaoru se oye muy resuelto y Akihiko no puede siquiera refutar aquello.

 

—No entiendo cómo es que no dijo nada. Puso en peligro su vida y la del bebé.

 

Kaoru sacude la cabeza ante las palabras de su hermano y se sienta en un sillón de la sala sintiéndose derrotado.

 

—Él lo dijo, no lo quería.

 

—Yo no creo que Ryu sea capaz de algo así.

 

La voz de Misaki resuena en la sala y ambos hombres voltean a verlo.

 

—El mismo me lo dijo, Misaki. Tuvo oportunidades para decírmelo antes de que comenzara con toda esta locura y ni una sola vez me detuvo.

 

Misaki se acerca a su cuñado que lo mira con dolor.

 

— Ryu está enfermo Kaoru, nada de esto es a propósito. Shinobu te lo ha dicho muchas veces. Ryu jamás superó la muerte de ella.

 

Kaoru ya no está dispuesto a disculpar las conductas autodestructivas de Ryu, le vale muy poco si estaba deprimido o enfermo. Está harto de aquella historia y en ese punto solo quiere seguir adelante con sus hijos, ellos ahora son lo único que le importa.

 

Misaki lo acomoda en la habitación de huéspedes, tanto el cómo su hermano le han rogado que se quede unos días con ellos. No quieren que pase por todo aquello solo.

 

Cuando finalmente lo dejan a solas, saca su celular.

 

—No pude hacer nada. — murmura apenas le contestan.

 

— ¿Vas a darte por vencido?

 

—Estoy cansado Shinobu y ya…ya no lo quiero. Cuando me dijo que ya sabía lo del bebé…Sentí que no iba a poder amarlo más.

 

Shinobu suspira, siente dolor por sus amigos.

 

—Sabes que estoy aquí para lo que necesites, Kaoru. Espero que consigas la fuerza en tu corazón para seguir luchando.

 

Kaoru se duerme esa noche, sintiéndose tan agotado que no tiene tiempo de pensar. Se duerme profundamente esperando que al día siguiente tenga fuerzas para enfrentar todo lo que ha planeado hacer.

 


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