By chocoretas and other more things
Sí alguien le preguntase en esos momentos que estaría haciendo él nueve meses atrás, Minseok sin dudar respondería que estaría en el supermercado comprando sus deliciosas chocoretas y no ahí, en un cuarto con demasiadas luces para su gusto. Kim Jongdae era responsable de ello. Minseok estaba odiándolo en esos momentos como jamás hubiese odiado algo en sus veinte años de edad.
» Kim Minseok había recibido mucha plata ese día. Después de todo no todos los días se cumplían veinte años de edad. Pensó en que gastar el dinero que traía en sus manos y sólo una cosa se le venía en mente. Chocoretas. Eran dulces de menta con chocolate, su perdición total. Minseok había tomado la costumbre de comprar esos dulces todos los días desde que su mejor amigo, Luhan, le había compartido de esos chocolates y el resultado había sido de un Minseok amando intensamente las chocoretas.
Minseok aún ríe al recordar lo que Luhan suele decirle cada vez que lo miraba con esos dulces en las manos. “Tu amor por las chocoretas es más grande del que tu y yo tuvimos cuando estábamos juntos”. Después de todo era el chino el culpable de su adicción.
Minseok se encogió de hombros y decidió entrar al supermercado, dirigiéndose rápidamente a la sección de dulces. Buscó con desesperación sus adorados dulces y cuando lo encontró, se dio cuenta que era el último paquetito que había. Casi podía sentir rosar sus dedos en el empaque pero su felicidad se vino abajo cuando otra mano cogió sus dulces. Minseok casi se pone a llorar en esos instantes.
—Eso es mío.-Protestó infantilmente —Lo vi primero así que por favor devuélvemelo.-la persona frente a él lo miró desconcertado pero luego Minseok vio una gatuna sonrisa dibujarse en esos labios.
—Lo siento gordito pero yo las cogí primero.- Minseok casi se vuelve rabiosa al escuchar ese seudónimo. Él no estaba gordito, sólo tenía muchos mofletes.
—Deja de llamarme gordito, idiota.-Bramó —Y dame esas chocoretas, son mías.-gimoteó lindamente. Sí alguien le hubiese advertido a Minseok sobre esa persona que tenía enfrente jamás se le hubiese ocurrido actuar lindo por sus chocoretas pero nadie lo había hecho y lo siguiente que escuchó lo dejó sin habla.
—Sí me das unos cuantos besos podría dártelo.-Aseguró el muchacho —Soy Jongdae pero tú puedes llamarme esposo.-Minseok casi chilla pero él no lo hizo. El es un hombre. Se quedaron en silencio por largos minutos, sin siquiera moverse un ápice, Minseok lo estaba considerando seriamente y todo por sus chocoretas. Las chocoretas eran muy importantes para Minseok.
—Bien.-Aceptó —No puedes echarte para atrás, ¿entendido?-los inocentes ojos de Minseok no se percataron de la traviesa sonrisa de Jongdae, quien rápidamente extendió el paquetito de chocoretas hacia él.
—Vamos, las pagaré.-Minseok asintió, lleno de felicidad por tener sus dulces en las manos. Jongdae era un muchacho muy hablador y muy bromista, Minseok lo supo en cuestión de nada, también se enteró que Jongdae es menor que él y que Jongdae podía ser amable si se lo proponía —Ven, iremos a mi casa.
—No.-Respondió Minseok. Besarse no incluía ir a la casa del más joven, Minseok no iría —No iré a tu casa.
—Tú dijiste que no podíamos echarnos para atrás.-Acusó Jongdae.
—Pero nadie dijo que iríamos a tú casa. No te conozco, no me conoces, ¿Quién puede asegurarme que no eres un asesino?-Minseok preguntó alarmado y Jongdae rió.
—O un violador.-Minseok chilló en esta ocasión, dando unos pasos atrás pero unas fuertes manos cogieron la bolsa llena de dulces y otras cosas comestibles.
— ¡Mis chocoretas!-Lloriqueó —Devuélvemelas.
— ¡Hicimos un trato, Minseok!-Ladró Jongdae, frunciendo el ceño —Y sólo para que sepas no soy un asesino ni violador.- Minseok lo miró con recelo pero asintió.
—Bien, iremos a tu casa pero me darás las chocoretas ahora.-Jongdae extendió una vez más la bolsa en dirección de Minseok. Ambos hablaban animadamente, Jongdae disfrutaba de ver la dulzura y todo el aire lindo que soltaba Minseok. Le gustaba, debía admitirlo. Jamás había creído que de verdad se enamoraría a primera vista pero ahí estaba, enamorado de Minseok y su ternura. Cuando llegaron al departamento de Jongdae, el mayor se sintió nervioso porque, diablos, él no había besado a nadie desde que había roto con Luhan y además, jamás se había besado con un desconocido aunque en realidad él se sentía a gusto a lado de Jongdae como si fuesen amigos desde antes.
—Min,-Susurró Jongdae —quiero mi beso.-sonrió ampliamente y Minseok pensó que Jongdae era sólo un niño. Se acercó y el beso no tardó en llegar. Suaves labios sobre los de Minseok, acariciando tiernamente los suyos, suspirando en el beso y abriendo la boca para recibir más. El beso dulce pasó a algo más húmedo y ruidoso, las manos de Jongdae serpentearon hasta la cintura del mayor, acariciando suavemente.
Minseok no está seguro de cómo una cosa llevó a la otra y cuando se dio cuenta de la que ocurría, Jongdae ya había profanado en él. Envistiendo una y otra vez dentro de él, haciéndolo suyo, amándolo como Minseok jamás había sido amado. En ese momento Minseok estaba fuera de sí, olvidando completamente todo.
Dos semanas más tarde, la ginecóloga lo estaba felicitando. Tenía tres semanas de gestación y entonces recordó que Jongdae no uso condón cuando tuvieron sexo. Lo siguiente que hizo fue llorar, llamar a Jongdae, insultarlo tanto como se le vino en gana y después decirle eres un hijo de puta, si querías amarrarte a mí de por vida, felicidades lo has hecho. Vas a ser papá. «
Diciembre. Navidad. Daemin había nacido ese veinte de Diciembre. Después de horas en el quirófano, insultos de Minseok dirigidos a Jongdae y llanto de emoción, ambos padres se sentían tan realizados al tener a su pequeña bebé en brazos. Minseok al principio odió toda la situación, Jongdae hizo cambiar su mente y ahora eran una familia. Lo que siempre habían deseado los dos y además, una pareja que se ama como nada en el mundo.