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Mi gran amor perdido. por Ross Golbach

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Ambos miraron la puerta, donde un Hashirama con tres bolsas de comida acababa de llegar y su rostro mostraba confusión.


¿Qué se suponía que Tobirama hacía? ¿Por qué estaba tan cerca de SU Madara?

Dejó las bolsas de comida en la mesita que se encontraba ahí y caminó hasta su hermano quien estaba muy cerca de Madara, demasiado que hasta parecía que hacían otra cosa y no charlar.


-¿Qué hacen? -Madara tragó saliva y se mordió el labio inferior para evitar decirle a Hashirama lo maldito hijo de puta que era su hermano menor, tenía que contenerse porque aunque se lo dijera no había manera de demostrarlo y aun si no se lo decía a nadie, sea o no sea verdad, se vengaría de ese maldito costara lo que costara.


-Nada aniki ¿Trajiste la comida? -Preguntó mientras con cuidado y sin ser visto, devolvía el movimiento libre al azabache quien con toda su fuerza de voluntad tuvo que aguantar las ganas de golpearlo ahí mismo.

-Sí, está ahí en la mesa -Señaló con su indice la mesa de madera café oscura donde las bolsas seguían reposando.


-Bien, si no te molesta tomaré la mía y comeré en casa, no llegues tarde -Se levantó de la cama con un par de ojos siguiendo cada movimiento que hacía.

Tomó la bolsa y salió de la habitación maldiciendo a su hermano mayor, él quería ver sufrir a Madara así como sus demás hermanos habían sufrido por culpa de los Uchiha y es que ellos ya estaban muertos... Debía vengarlos.


-¿De qué hablaron? -Abrió las bolsas y sacó dos ramen de miso que había comprado, dejándolos con cuidado en la cama y sacando dos pares de palillos para comer.


-Nada importante, banalidades -Apretó los dientes y maldecía mentalmente a ese maldito, no podía con la rabia que tenía pero en ese momento estaba débil, había perdido demasiada sangre y apenas se podía mover.


Ya dejaría la venganza para después.


-Por cierto, tenemos una platica pendiente -Decidió cambiar de tema al ver que el azabache estaba a punto de un colapso por la ira contenida.


No sabía sobre qué habían hablado pero preguntarle ahora era suicidio, a no ser que quisiera ser asesinado al dormir.


-Ah, si... Eso... -Sin darse cuenta ambos ya estaban sonrojados pero el que mas lo estaba era el Uchiha, rompiendo su orgullo.


Vio que el castaño estaba a punto de hablar y como no quería pasar mas vergüenza simplemente le besó, olvidándose por completo de la comida.


Poco a poco se fueron recostando en la cama que se había vuelto muy cómoda.

Los dedos del Senju bajaron por la espalda del azabache causando una corriente eléctrica en este y una lluvia de emociones en su ser.


Se separó de sus labios y comenzó a defender por su clavícula hasta su cuello y después su pecho, marcando al azabache para que todos supieran que era suyo completamente.


-Madara ¿Estas seguro? -Suspiros salían de la boca del Uchiha quien también tenía sus mejillas algo sonrosadas, dándole un toque bastante erótico al ambiente y a la situación en la que ambos líderes se encontraban.


Podían imaginar lo que diría la gente no solo de su clan, sino también de la aldea que estaban próximos a construir di es que Madara firmaba el acuerdo de paz que el castaño le ofrecía.


Paseó sus manos por el torso del azabache pellizcando sus pezones.


-Hablas mucho Hashi, solo hazlo -Y no podía estar mas seguro de su palabras ya que tomó la iniciativa y comenzó a desvestir a su amante de esa noche, amante de su vida y a la única persona que realmente amaría con un sentimiento tan puro.


Cuando la ropa había desaparecido ambos ya se encontraban bastante excitados y con una erección que clamaba atención.


El castaño metió dos dedos a la boca del azabache quien entendió por completo y comenzó a llenarlos de ese liquido bucal, dejándolos lubricados y listos para entrar en aquella zona tan íntima.


-Avísame si te duele -Y una risa se escucho, pero había olvidado por completo el orgullo de los Uchiha y aunque este se estuviera muriendo de dolor jamás se lo diría.


Metió un dedo, sacándolo y metiéndolo una y otra vez, agregando uno mas hasta que su entrada estuvo tan dilatada como lo era posible, solo esperaba no lastimarlo o jamás se lo perdonaría, ya que eso no era sexo, eso era amor y aunque sonara totalmente cursi le agradaba la idea de hacer el amor con Madara.


Acomodó su pene en la entrada de este y lentamente comenzó a penetrarlo, leves y suaves embestidas que con los minutos comenzaron a hacerse fuertes y rápidas, llenándolos de una sensación increíblemente nueva y tan placentera que llenaba de sudor sus cuerpos, llevándolos poco a poco a la cima del éxtasis donde la droga de sus labios se encontrarían una vez mas uniéndolos en cuerpo y alma, dejando ver el amor que se tenían y aunque era incorrecto tambien lo era correcto, porque, algo que te hace feliz no es malo ¿O si?


Gritaron en nombre del contrario a la vez que soltaban espasmos en su cuerpo llenando uno la entrada del azabache y este el pecho de ambos, la pegajosa sensación que en otro momento y con otra persona se habría vuelto molesta ahora bajaba por su pecho llegando a las sábanas y manchándolas en el proceso.


-Te amo Madara, te amo desde hace mucho tiempo -Su mirada se encontró con aquellos ojos noche que tanto le gustaban viéndose reflejado tal espejo, y un brillo cruzó du mirada al notar la sonrisa en la cara de este.


-Tambien te amo Hashi, desde hace mucho tiempo -Acercó su rostro como la primera vez y cortó el espacio uniendo de nuevo sus labios en un tierno beso, que se quedaría en eso, tierno, uno lleno de amor y de sentimientos que ambos tenían en su corazón.


Se separaron por la falta de oxígeno en su cuerpo y juntaron sus frentes y el Senju entendió el amor de los Uchihas, se dio cuenta de cuanto podían amar esto y que lo que mas anhelaban era el amor no solo de familia, sino amar y ser amados, Madara le había enseñado en ese corto tiempo como sus sentimientos podían ser tan sinceros y puros como jamás pudo haber creído.


-Jamás me dejes Hashi, jamás -Se acomodó en su pecho y cerró sus ojos, cayendo en los brazos del morfeo y soñando con ese hombre que tanto amaba.


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