Pecado de la vida
¿Qué de todo lo que hago está bien? ¿Cómo saber que es lo correcto? Y aún más importante ¿Quién determina aquellos límites?
Yo solo era un chico, uno que no buscaba destacar en nada. Quería ser invisible, porque siempre supe que yo no encajaba en lo que la gente denominaba como “normal”. Era más callado que otros niños, era más frágil, más pequeño, más sensible… Y a los ojos de la sociedad eso siempre estuvo mal.
Y ahora con 17 años, todo es más confuso aun. Ahora, menos que nunca, no debo, no puedo mostrar quien soy. Porque en este mundo, hacer eso es meterse a la boca del lobo.
Cada día, escucho como los llaman; “maricones”,”afeminados”, “jotos”, “putos”, “amanerados” e incluso “fenómenos”. Todos esos adjetivos, me molestan de sobre manera, pero no hago nada para defender a aquellos chicos, porque me aterra que vean lo que soy, me aterra que un día aquello que esos chicos dicen vayan directamente dirigidos a mi persona, y aun no entiendo por qué lo hacen. ¿Por qué son así? ¿Qué tiene de malo ser diferente?
Se supone que lo ”normal” es hombres con mujeres, pero ¿Qué pasa si a un chico le gusta otro chico? ¿O que tal, una chica con otra chica? ¿Qué no es un gusto, como de quien prefiere la vainilla o la fresa en lugar del chocolate?
Durante mi infancia había una película que me hacía tener esperanzas en la sociedad podría ser diferente.
Tarzan.
En la película, cuando Tarzan tiene un gran conflicto de identidad y se da cuenta que es muy diferente a los demás gorilas, pues claro, él era un humano. Su madre le dice que ella y el son iguales, aunque Tarzan no lo entiende enseguida, su madre le explica que esta igualdad se da porque ambos tienen dos ojos, una nariz, una boca, dos manos, y lo más importante, un corazón que los asemeja no como especie, si no como seres vivos que sienten. Si ellos siendo de especies distintas logran ver similitudes ¿Por qué lo demás, los chicos de la escuela, la gente en general no lo hacen?
Cansado de fingir ante todos, un día, decidí aceptar lo que en verdad era, y a partir de ahí sentí que me había quitado un enorme peso de encima, que podía respirar más profundo y mejor, me sentí conectado conmigo mismo, pero también, mi vida se volvió más difícil, más conflictiva y más deprimente, teniendo que soportar a diario insultos y aquellos adjetivos que tanto me aterraban, discriminaciones y en casos extremos, lo anterior casi siempre se veía acompañado de abuso físico.
Que locura ¿No? Tantas palabras hirientes, empujones y demás agresiones. Tantos malos días solo por preferir ensaladas en lugar de carnes, fruta en lugar de dulces y caramelos, vainilla en lugar de chocolate, hombres en lugar de mujeres.
Todo por ser indiferente, por tener otras preferencias, por ser homosexual, por ser como soy…
Ese exactamente fue mi gran y único PECADO.