Estábamos terminando el verano, pero estos últimos días parecían ser como si dicha estación apenas estuviera empezando.
El calor era agobiante, daban ganas de estar todo el día, e incluso hasta la noche, en una tina con hielo.
Este día no fue la excepción y yo me encontraba sentado en mi cama con el control remoto en mi mano y el aire del ventilador golpeando de lleno en mi cara, para ver si así se me lograba pasar aunque sea un poco el calor.
Como odio el verano, ya quiero que sea invierno.- Dije en un susurro para mí mismo sin despegar la vista del televisor tratando de encontrar algún canal entretenido.-
Hijo, iremos a comprar la mercadería, ¿Nos acompañas o te quedaras aquí en la casa?- La voz de mi madre me había sacado de mi concentración para luego fijarla hacia ella. No sabía cuándo tiempo había estado parada en el marco de la puerta hasta el momento que decidió ella decidió hablar y yo como estúpido tardé más de la cuenta en procesar sus palabras, y ¿Cómo no tardarme? Si con mis 16 años aún seguía en lo que mis padres llaman: “la edad del pavo”.-
¿Kookie va a ir?- En mis voz se podía apreciar bien cuanta pereza tenía en ese momento.-
Sí, ya se está cambiando ropa- Comencé a meditar en si iba o no, ya que en estos días mi humor era fatal; casi siempre estaba distraído, me ponía triste sin saber por qué y ni hablar de que casi no salía, no siquiera con mi mejor amigo Jimin, quien se la pasaba hablando la mayor parte del tiempo de su nuevo novio YoonGi.-
Yo digo que vayas, así te despejas aunque sea un rato.- Dijo mi madre con algo de esperanza en su voz tratando de convencerme.-
Ok, iré. Me cambio ropa y vamos.- Mi madre asiente con la cabeza y sale de mi habitación.-
Me puse la primera prenda que encontré en mi armario, si se le podía llamar así porque la verdad es que estaba hecho un lío, algún día me acordare de acordarme de cada nota mental que me hago al ver ese desastre.
Una vez listo cogí mi celular y mi infaltable mp3, si esa cosa no existiera yo realmente no sería nada, bendigo al que lo haya inventado y a aquel que invento la música. Ya cuando íbamos en el auto camino al supermercado solo pude observar el paisaje y una que otra mirada hacia mis hermano menor JungKook, que con apenas 12 años aún no sabe lo que es el amor o estar enamorado y por mi espero que nunca lo sepa, no quisiera verlo hecho mierda por idiotas que no lo merecen, tal como me pasó a mí.
Hermano, no sé qué te habrá pasado pero te he notado muy distante y frio, pasas la mayoría del día escuchando música, casi no me hablas, tampoco con nuestros padre. Pasas metido en tu propio mundo.- Las palabras que mi hermano me dijo tan solo 6 meses aún seguían frescos en mi memoria, como si hubiese ocurrido ayer.-
Al llegar Kookie se bajó corriendo del auto solamente para ir a buscar un carro y adentrarse en el supermercado.
Siempre era lo mismo, pasábamos por los diferentes pasillos sacando cosas que nos serian útiles en el resto del mes, mientras que yo seguía en mi propio “mundo alienígena” como le decía mi mejor amigo.
Todo era normal y cotidiano hasta que la figura de un chico de cabellos negros llama demasiado mi atención, solo me quedo como un bobo mirándolo como si fuera la octava maravilla del mundo. Aquel chico se gira provocando que nuestras miradas se conecten y produciendo a la vez que mi corazón empiece a latir a 1000 por hora y mis mejillas se calienten.
Desvié la mirada para seguir concentrándome en mi música en mi interior se creó la necesidad de volver a verlo y dejar grabado en mi memoria cada gesto de su cara y aquella sonrisa que irradiaba esperanza.
Creo que paso como media hora desde que con ese chico iniciamos aquel juego de mirarnos por mera “casualidad”. Yo por mi parte tenía una lucha interna: si acaso debía por lo menos sonreírle o simplemente no hacer nada, ya que nunca se me dio bien el tema de los coqueteos. No sé qué tenía ese chico pero cada vez que nos mirábamos mi corazón empezaba a latir a 1000 por segundo y mis mejillas le hacían competencia a un tomate de lo rojo que debía estar.
Pero como en esta vida nada dura para siempre y el karma hacen lo que sea por hacerme sufrir, aquel chico se va alejando con su madre, a otro pasillo creía yo, y eso de cierta forma hace que mi corazón se apriete, pero ya llegaría en algún pasillo donde nos volveríamos a topar y mirarnos.
5-10-15 minutos transcurrieron y él no aparecía…Le dije a mi padre que iría a la sección de los materiales escolares a buscar algo, pero en realidad iba a buscarlo o por lo menos tener la certeza de que sigue acá. Pasé por la sección de los muebles donde me pude divisar en un espejo como mis mejillas estaban rojas y poseía un brillo muy llamativo en mis ojos. Seguí avanzando y ningún rastro de él hasta que llegue a las cajas y ahí estaba…a punto de pagar todo lo que llevaba en su carro, eso solo significaba una sola cosa…ya se iba a su casa.
Di media vuelta para volver a reencontrarme con mi familia, mientras que con cada paso que me alejaba de él hacía que mi pecho soliera aún más y todo por culpa de ese desconocido.
Vuelvo a pasar por ese espejo y mi rostro sigue como días atrás estuvo: mejillas normales, mirada sombría, sin brillo alguno.
TaeTae, ¿Te ocurre algo? Tienes los ojos un tanto llorosos.- Pregunta Kookie con total inocencia.-
Nada kookie…- “solo que por unos minutos volví a amar y a ser feliz, pero en cosa de minutos se esfumo por el simple hecho de no ser tan valiente y preguntarle el nombre a ese chico” pensé con nostalgia.- Estoy bien…
Era oficial, nunca volvería a ver a ese hermoso chico con sonrisa llena de esperanza.