La ciudad estaba oscura, los automóviles se hacían menos cada minuto que pasaba, las luces nocturnas alumbraban un poco en la penumbra, ese, ese era el mejor momento para los bares nocturnos, lugares donde la gente puede pasar una noche en compañía de mujeres hermosas, y hombres atractivos.
Arthur Kirkland trabajaba en uno de ellos cada noche.
De día un hombre de oficina, presionado por sus jefes y cualquier otra persona que gozara verlo preocupado, presionado o enloquecido.
De noche, todo se iba al mismísimo demonio, vestía ropa ajustada, tomaba su guitarra y salía a presentarse ante la bola de homosexuales que gozaran con ver su trasero.
Una ciudad obsesiva e imprudente, donde los músicos son fracasados, donde la única manera de sobrevivir es trabajando en esos establecimientos.
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Era sábado en la noche, Arthur había salido demasiado tarde del trabajo, todo por que un tal Alfred F. Jones, un tipo que según le habían dicho había heredado la empresa, y que por lo tanto nunca lo vería, se le había ocurrido darle trabajo extra de ultimo minuto.
Caminaba solitario por la calle apenas iluminada, y alcanzó a mirar la entrada de su empleo nocturno
-míralos a todos, son unos idiotas- pensó para si- bueno, hoy en día 30,000 yen son buenos, No?....Si no lo fueran no trabajaría en esta estupidez.
Miro a su alrededor, podía ver a miles de mujeres con cortos vestido, bailando repegadas a otros tipos esperando su dinero, o simplemente por que estaban enamoradas y querían estar con su “persona especial”
-vaya, ellos también son estupidos...
Iba tan retraído en sus pensamientos que chocó contra un hombre, aunque en realidad el único que cayó fue el.
-lo siento, ¿estas bien?- dijo una voz seria y un poco gruesa.
Espera alguien preocupándose por otra persona en esa asquerosa ciudad no era normal.
Alzo la vista, y sus ojos chocaron con un color azul cobalto, apenas cubierto por unos lentes. Era un azul profundo pero luminoso.
-¿estas bien?- dijo el hombre sacando a Arthur del hechizo.
-¿eh?....¡eh!, ¡si...si...estoy bien!- dijo sacudiendo un poco su cabeza, tomo la mano que se ofrecía a levantarlo, y una vez de pie, pudo observar mejor a quien tenía en frente.
Era un hombre alto, muy bien formado, la piel bronceada, el cabello rubio oscuro, llevaba un traje negro hecho a la medida que le sentaba muy bien, una camisa azul cielo y una corbata azul con líneas negras, las cuales combinaban muy bien con su azul cobalto, al momento desvío la mirada, no quería que pensara que era un pervertido o algo así.
El hombre sonrío, pero de una manera que hizo que a Arthur se le erizara toda la piel, una sonrisa brillante y atractiva, cerró los ojos y soltó un “gracias” casi inaudible.
Espero a que el hombre se fuera, pero por alguna razón no paraba de mirarlo.
-hola, es un gusto conocerte....¿trabajas por aquí?- soltó el otro tipo, rompiendo el silencio, y con una voz sensual, atractiva, ese hombre era perfecto.
Y justamente pensar eso, puso nervioso a Arthur.
-s....si...- dijo desviando la mirada y con un ligero sonrojo en su rostro,¿porque se estaba poniendo así?, estaba siendo mirado de pies a cabeza, pero no de la manera que otros tipos lo miraban cuando salía al escenario, no lo veía con...morbo....sino...con algo más.
-me llamo Alfred, ¿no te gustaría ir a tomar algo?- dijo mientras se acercaba a paso lento hacia el.
-s....n...no....no gracias- dijo saliendo de la vista de Alfred.
-yo también soy un estupido- dijo para sus adentros mientras corría y se metía en el bar –ese tipo debe tener muchas mujeres tras de el, además, que hacia en este barrio...
Se sentó en su “ camerino” se maquillo un poco, se colocó sus pantalones de piel señidos, y una chaqueta de cuero, tomo su guitarra y salió.
Tal vez así olvidaría a ese tipo, salió, y empezó a sentir las miradas, en todo su cuerpo, toca las primeras cuerdas, menos de una canción era suficiente, para empezar a sacarse algo de ropa y empezar a bailar y después, los besos sin amor, y las manos tocando su cuerpo estaban de más.
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Era la hora de la comida, Arthur salió a un parque a despejarse un poco, normalmente dormía poco, pero esa noche no podía dejar de pensar en el hombre que había visto.
Le molestaba, no se volvería a enamorar, eso era de idiotas, personas que buscan en otra lo que por si mismos no tienes.
-es por eso que estoy tan abajo...- dijo mientras bostezaba- de cualquier manera, no me aferrare a alguien....
Miro su reloj, entre bostezos y caminata se le había hecho tarde, salió corriendo y entro a su oficina, donde cuatro grandes pirámides de papel se levantaban.
-de una u otra forma, esto es solo la vida...-dijo tomando un papel y empezando a leerlo.
Llevaba ya tres horas revisando papeles, y decidió ir por un poco de agua.
Al salir se encontró con el mismo hombre de la noche anterior, se iba a retirar, pero, prefería verlo y tal vez no lo recordaba.
Se acercó, tomo un vaso, y miro de reojo al hombre, reía mientras estaba con uno de sus superiores....¿qué demonios hacia hablando con uno de sus superiores....es más...que hacia ahí?
Se sirvió algo mientras miraba y tomaba de su agua.
Alfred noto la mirada y volteo hacia Arthur.
-bueno Will, nos vemos luego.- dijo despidiéndose.
-si, hasta mañana, que descanse...- dijo el otro sonriendo y alejándose.
Cuando Arthur cayó en la cuenta de que Alfred se acercaba casi se atraganta con el agua, dejo el vaso e intento correr, pero para eso ya tenía al más alto aprisionándolo contra la pared.
-no me dijiste tu nombre la otra vez...- dijo sonriendo.
-no me dijiste que trabajabas aquí...- dijo recuperando su seguridad y volteando a verlo directamente.
-bueno....saliste corriendo....- dijo sonriendo- ¿trabajabas en ese bar?....
-bueno, lo que se sabe no se pregunta....- dijo desviando la mirada.
-bueno, entonces....¿bateas para ese lado?- dijo Alfred acorralando a Arthur.
-n...no!- dijo con su último aliento, Alfred lo estaba poniendo nervioso.
Alfred vio miedo y preocupación en los ojos de Arthur, tal vez no era como decían, lo liberó del agarre, y se sentó.
-yo tampoco creí que bateara ese lado....hasta...que...bueno, te conocí...bueno...te vi- dijo sonrojándose un poco. Arthur miraba la escena, el hombre seguro y confiado estaba allí, postrado en la silla con la cabeza gacha. Declarándose, de una manera un poco infantil.
Arthur sintió algo volcándose en su corazón. Aprendió que las personas no se enamoran a primera vista, que esa era una estupida mentira.
-p...pues...yo no siento algo por ti- dijo mintiendo lo mejor que pudo.
-mnnn...bueno, dame un beso aunque sea...- dijo poniéndose de pie- ¿por favor?
No sabia en que momento pero Alfred ya estaba cerca de el, y él mismo estaba acercando sus labios a los de Alfred.
Postro un beso suave en los labios del contrario. Planeaba hacerlo rápido, pero algo lo obligaba a quedarse junto a Alfred.
Empezó siendo suave, poco a poco se fue tornando más apasionado y posesivo, sintió las manos de Alfred aferrarse a su cintura, unas manos fuertes y grandes, un impulso lo hizo colocar sus brazos alrededor del cuello de Alfred y profundizar el beso, abriendo su boca de a poco, hasta dejar que el más alto entrara y empezara un dulce juego.
Se separaron solo por que sus pulmones ya les pedían a gritos oxigeno.
Arthur regreso en si, y un gran sonrojo apareció en su rostro, salió corriendo. Dejando a Alfred detrás con una sonrisa.
Regreso a su oficina y se clavo en los papeles.
Se paso así hasta que dio la hora de salida, termino con dos piramides, eso y era algo, había estado pensando todo el tiempo por lo que a veces tenía que leer dos veces la misma cosa, al salir, camino nuevamente a su trabajo.
Miro a su alrededor el mismo escenario de siempre.
-no pasa nada interesante, besos sin amor es una norma en mi trabajo....no debería...ser especial el....- penso sin terminar la frase.
Iba a entrar a su “empleo” pero algo lo hizo detenerse, penso un poco, después sacudió la cabeza y entro.
-el show debe continuar....- fue lo ultimo que dijo.
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Era su trabajo, pero algo lo hacia detenerse, el solo encontrarse con Alfred le ponía la piel de gallina, más se resignó y entro.
-esto de ninguna manera es un callejón sin salida, no es un callejón sin salida....- dijo el mantra todo el camino a su cubículo.
Mas cuando llego, Alfred ya estaba allí, revisando los papeles, estaba a punto de salir corriendo, pero decidió confrontarlo, optó por ser frío y entrar.
-que haces aquí...- dijo mirándo de reojo a Alfred.
-no me contestaste...- dijo dejando los papeles con una voz más infantil
-que no te conteste. ¡Guau! Que buena excusa- dijo Arthur con sarcasmo.
-pero...en serio no...te...gustaría salir conmigo, solo eso, una comida...-dijo Alfred acercándose.
-sabes que tengo mucho trabajo, así que por favor sal de aquí- dijo dandole la espalda a Alfred.
-puedo hacer que alguien más se encargue de eso...- dijo mientras acercaba sus manos para sentirse detrás de Arthur, pero algo lo detuvo. Y Arthur lo sintió.
Eso era nuevo para Arthur, parecía como si Alfred no quisiera incomodarlo, acepto, y salió con un Alfred feliz.
...
Cuando Arthur cayó en la cuenta ya era muy tarde, mas Alfred estaba tranquilo.
Ambos iban de la mano, después de mil suplicas por parte del más alto acepto salir con el, sin embargo el vuelco en el corazón seguía allí, y recuerdos de un dolor que creía olvidado regresaban.
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La luz de la luna penetraba las cortinas de Arthur. No podía dormir, el espectáculo lo había dejado agotado, pero aún así, los recuerdos que lo atormentaban no lo dejaban pegar los ojos.
Las cosas se repetían, se había enamorado, pero le dolía.
Años atrás también había caído y confiado en alguien, pero lo único que esa persona había dejado en el era el recuerdo de una traición, y un dolor profundo.
Ahora que lo pensaba, tanto Alfred como el otro tipo los había encontrado en el mismo lugar, en el callejón al que la gente va para buscar comprar amor....¿y si eso era lo que Alfred quería?...comprar sexo y sus sentimientos, para luego desecharlo.
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Llevaban unas cuantas semanas saliendo, los regalos y rosas no tardaron en hacerse presentes.
Eso hacia sentir cómodo a Arthur, pero, todas las noches que por alguna razón salía temprano, veía a Alfred en ese barrio, rodeado de algunas mujeres y dándoles sonrisas. Le dolía, pero no quería ver, por lo que salía corriendo.
Un día, terminando el espectáculo, decidió salir sin cambiarse, esa seria la ultima oportunidad de Alfred, si no veía una explicación, lo dejaría para siempre.
Y ahí estaba, plantado en la calle, mirando esos ojos azules mirando a una joven de grandes pechos, rubia, de ojos claros, que se acercaba a el.
Sintió su corazón caer de sus manos, romperse en pedazos más pequeños de lo que ya estaban, salió corriendo del lugar.
De ahora en adelante tomaría una personalidad fría con Alfred, no lo dejaría, un sentimiento en su interior le pedía venganza.
Eso quería Alfred eso tendria.
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Más no había asistido a su trabajo habitual, se quedaba postrado en su cama, hasta bien entrada la noche, cuando salía a caminar. Y sus pensamientos lo seguían.
“que no te queda claro que nunca te ame...” Recordé un mensaje que había mandado a Alfred....ah! La verdad es que no quiero....sentir eso otra vez...
Todo esto es como un maldito baile.
Ah, no quiero bailar.
"Pero y el?” Escucho mi recuerdo
Prefiero hacerlo solo- es todo lo que contesto
Camina y mira a Alfred acercarse.
-mira, ahí viene ese tonto sinvergüenza, incluso camina de la misma manera.- pienso sin darle más importancia.
Alfred solo lo mira alejarse, no sabe que pasa, pero no lo sigue.
“Quiero estar contigo” lee en la pantalla de su celular.
-¿eres estupido o algo así?-contesta para si.
Decir “te quiero” se ha hecho mucho para mi. Solo quiero ser un chico y bailar esta estupida danza.
Mira a Alfred a lo lejos.
Aun vistiendo esa ropa de Abercrombie & Fitch
No puedes ocultar tu tentación como un niño...
“NADA DE RELACIONES O SENTIMIENTOS AMOROSOS” dije alguna vez
mas los recuerdos me atacan, no puedo esquivarlos, me duele el recuerdo.
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Arthur estaba sentado en su sillón, tomando un poco y olvidando lo demás. Sonó su celular y al notar el numero abrio y leyó.
“ porque no contestas”
- suena duro, pero... Todo el mundo ladra y no muerde, ¿qué hay de el?...- dijo para si en esa sala.
Hizo un esfuerzo para no contestarle
“todo lo que quiere de mi es sexo, ¿no?” escucho su recuerdo.
Agacho la mirada, por que continuaba con ese juego, quería bailar solo, por que no lo dejaba ya.
Escucho su puerta abrirse, trato de voltear y solo vio una sombra que se filtraba en la habitación, trato de levantarse, mas no tuvo tiempo ya que de un momento a otro se abalanzaron sobre el.
Cerro los ojos por instinto, esperando un golpe certero, mas no lo sintió, al abrir los ojos se encontró nuevamente con ese azul cobalto que lo hipnotizaba.
-Arthur...- escucho esa voz que tanto le encantaba llenar la habitación.
-....- no podía responder y solo un sonido ronco salió de su garganta.
-Arthur, no has contestado, estaba preocupado por ti, de repente ya no contestabas y...el mensaje...no creo que sea cierto...- dijo Alfred mirando fijamente a Arthur- tus esmeraldas ni mienten.
Empezaba a sentir el nerviosismo inicial, y en un arranque beso a Alfred,llevaba tanto deseándolo.
Alfred, sorprendido por el beso, empezó a tocar a Arthur, bajando de su pecho a sus muslos, contorneandolo durante el beso, sintiendo al más pequeño temblar.
Solo quiero ser un chico bailando, no necesito a nadie más, no tolero el amor ni los sentimientos, pero entras en el escenario, sin quererlo tomo tu brazo con fuerza, vamos brillemos en nuestro numero.
Cuando ambos se separaron. Alfred miro la cara roja y confundida de Arthur.
-no puedo acostarme con extraños- dijo en un susurro
-pero sabes que no soy un extraño- dijo Alfred depositando un suave beso en su cuello.
-ah...n..no- gimió Arthur en un tono casi inaudible.
-te deseo...- dijo Alfred acercándose más a su cuello
No digas esas estupideces.
Alfred comenzó a desabotonar la ropa de Arthur, lentamente, mientras un beso apasionado se gastaba en sus labios, siendo correspondido.
Arthur apenas y peleaba, hasta que llego un momento en el que empezó a desnudar a Alfred, quería liberar ese calor que dejaban las manos de Alfred al pasar sobre el.
Alfred bajo hasta el vientre de Arthur y comenzó a masturbarlo, mientras besos caían en todas direcciones.
-ahh....mnnnnn....m...más....- gimió Arthur tomando la cabeza de su amante y llevándosela a su propio rostro.
Sintió un dedo colarse en su entrada.
-¡Ahhh!....mnnnngggg....
-¿duele?- dijo Alfred a punto de sacar su dedo.
Más Arthur lo detuvo y fijo sus esmeraldas en el azul de sus ojos.
-ahhh...ya llegaste a este punto....no...no te detengas...- dijo con una sonrisa tímida.
Alfred comenzó a simular estocadas con su mano, mientras besos y caricias entretenían a Arthur, y poco a poco fue metiendo otro dedo, y luego uno más.
-ahhhh....Al....y....ya....no quiero...tus....ahhh....dedos....te...te...quiero...ahhh...ti- dijo mientras un hilillo de baba caía por el lado derecho de su boca.
Alfred, se separo un poco, pero al momento sintió a Arthur en su entrepierna, y en un segundo ya su miembro estaba dentro de la boca de este, sentía la lengua de Arthur recorrer su miembro, era asombroso.
Se vino en la boca de su compañero, quien levanto la cara y lo trago, Alfred se arrodillo y beso suavemente el rostro de Arthur, lo llevo a la habitación, lo recostó en la cama, y abrió sus piernas.
-aquí es más cómodo...- dijo con una sonrisa y dejando un nuevo beso en su frente.
-ca...cállate y hazlo- dijo Arthur regresando el beso
Alfred levanto las piernas de Arthur y empezó a abrirse paso en su entrada.
Cálidas lagrimas rodaron por el rostro de Arthur, Alfred se agacho y beso cada una de ellas, mientras susurraba pequeños y dulces “te amo”
Cuando estuvo dentro comenzó a moverse lentamente.
-¿es tu primera vez?-dijo Alfred mirando a su compañero.
-y...Ahh....que...si....s...i....ahhhh...- gimió Arthur
-bueno, solo...ah....como es mejor....- dijo Alfred mientras sus caderas iban en un vaivén lento y suave- lento?...
-ahhhh.....ahh....mngh
-o....ah....rápido...- dijo mientras aumentaba la velocidad y brusquedad de sus estucadas.
-ahhhhh....Al....ahhhhhhh....- gimió Arthur sintiendo a Alfred entrar más profundo.
-okay! Entendido!- dijo sin detener su velocidad.
Ambos se vinieron, y descansaron uno a lado del otro.
Arthur recostó su cabeza en el pecho de Alfred. Escuchar los latidos de su corazón sincronizarse con los de el, le recordaba que su corazón seguía de una pieza.
-¿es muy tarde para decir que te amo?-dijo Arthur hundiendo su rostro en el pecho de Alfred.
-te diría que si por que ya tuvimos sexo- dijo Alfred en tono infantil- pero...me alegra que sientas lo mismo.- dijo revolviendo los dorados cabellos de Arthur.
-tonto....- dijo Arthurantes de dormir.
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-¡¡¡ya es tarde!!!....levántate Alfred- gritó Arthur mientras se levantaba- ¡auch!- gritó al sentarse y sentir una punzada en su cadera
-llevas quien sabe cuanto tiempo sin ir y ahora te preocupa llegar tarde....-dijo Alfred- ¡¿estas bien?!- preguntó más preocupado al escuchar el quejido.
-ehh...es verdad...debí de haber perdido mi empleo- dijo resignándose – y si no, debo tener toneladas de trabajo.
-no, Tu trabajo se lo deje a otras personas, ven acuéstate- dijo Alfred mientras acostaba a Arthur.
-oye, dices eso como si fuera tan fácil...- dijo Arthur acomodándose de nuevo en el pecho de su novio.
-es fácil, soy el que manda- dijo Alfred con una sonrisa.
-espera....¿como te llamas?-dijo Arthur mirando a los ojos a Alfred,
-ah?...¿no te lo dije?....lo siento...me llamo Alfred F. Jones- dijo con Una sonrisa.
-¡¿ehhhhhh?!- gritó Arthur levantándose- ¡auch!
-acuéstate- dijo Alfred atrayendo a su novio de nuevo.
-eres mi...jefe...y...- dijo Arthur sorprendido...
-bueno, ya que conteste una de tus preguntas, ahora contéstame ¿por qué dejaste de hablar conmigo?- dijo Alfred mientras Arthur seguía en shock.
-te pregunte tu nombre, no es justo que tu sepas el mío...- dijo Arthur evadiendo la pregunta.
-no, con o sin tu apellido te amo...- dijo Alfred con una sonrisa.
Eso mato la voluntad y pena de Arthur por lo que lo soltó.
-siempre que salía del bar, temprano, te veía con mujeres, luego, vi a una realmente linda y tu la mirabas....me dolió...- dijo mientras sentía su cara arder.
-solo por eso!- dijo Alfred sorprendido.
-¡oye! ¡Ademas que hacías alli?- gritó Arthur sintiéndose avergonzado.
-¡iba diario a verte bailar....!- dijo Alfred- aunque me molestaba que más hombres te vieran, podía imaginar que lo hacías solo para mi...- dijo Alfred con un sonrojo- y esa noche, de la rubia, no la veía a ella, te miraba a ti, la luz de los faroles te hacían lucir como un sueño.
Arthur sintió lagrimas rodar por sus mejillas,lagrimas dulces y cálidas, lagrimas de felicidad.hasta ese momento no se había percatado que su mirada iba en su dirección, que la tipa solo salió detrás de el.
-¡q....que...!¿dije algo malo?...te hice sentir mal...-dijo Alfred preocupado.
Arthur beso a Alfred en la boca, no volvería a bailar para nadie más que no fuera el.
-ya no quiero bailar, no es ese bar, no para esas personas- dijo Arthur abrazando a Alfred,dándose cuenta que ese algo con el que Alfred lo veía era amor.
-pues ya no lo hagas, me sentiré mejor así, además, puedes vivir conmigo, seré tu esposo...- dijo Alfred rodeando en un abrazo a Arthur.
-te amo...- fue lo que dijo Arthur aferrándose más a Alfred.
Quería bailar solo, peor descubrí que este baile es mejor en pareja, este tonto baile que une almas, el baile del amor.