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Amor Pecador por Hana_chamiel

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Notas del fanfic:

Éste es el primer fic que escribo y espero sea de su agrado. Los personajes no me pertenecen sino a J. K. Rowling y yo solo los uso para mi entera felicidad, sin recibir un centavo por ello.

Notas del capitulo:

Hola

Soy nueva en esto de escribir, así que espero les guste lo que les voy a presentar. Solo para aclarar, advierto que no es lo que parece y que probablemente más de uno se llevará una sorpresa. 

No pienso hacer la historia demasiado larga, aunque aun no la termino y no sé cuánto falte.

Bueno sin más que decir, espero la disfruten.

AMOR PECADOR

Capítulo 1

El principio del fin

 

El viento soplaba fuerte y con prisas, demasiado abrumador y con un silbido ensordecedor que atravesaba sus sentidos, más para ellos no era nada comparado con lo que estaban a punto de hacer.

Las lágrimas bajaban por el rostro del más joven, mientras una mirada de tristeza de parte del hombre al que amaba le hacía cada vez más consciente de lo que estaban por culminar. Ambos se amaban, como nunca nadie lo entendería, pero por ello mismo habían llegado a esa terrible decisión.

Sabía que aquél hombre que lo miraba con infinita desolación, lo quería más allá de la razón y por eso mismo sufría, porque la gente comete errores, niega verdades, miente y destruye, más aun así, él nunca lo negó, nunca lo hizo a un lado a pesar de el repudio, las críticas y el odio de todos aquellos que una vez lo admiraron.

Con el frío penetrante del atardecer, solo podía sentir aquella mano cálida que tomaba la suya en un suave apretón, una sonrisa sutil de aquellos labios que habían profanado los propios infinidad de veces y esos ojos cargados de sentimientos que solo podían mostrarle que a pesar de todo, eso era lo que deseaba, compartir la eternidad donde fuera que estuviera con aquél que le había dado todo.

Con suavidad, sintió la otra mano de su eterno amante tomar su cintura, acercarlo a ese cuerpo y esos labios que tanto adoraba sellarse sobre los suyos en un sutil roce. El último que tendrían. Y con esa sensación se dejaron llevar hacia el vacio de aquella cascada en el mundo muggle, mientras escuchaba el susurro de un “te amo”. Cerró los ojos y se envolvió en el cuerpo de aquel que tenía su corazón de manera prohibida, mientras el hombre que lo abrazaba, dejaba ir sus recuerdos a todo lo que lo llevó a ese punto. A su final.

 

18 años atrás, Colegio de Magia y Hechicería Hogwarts

 

Por los amplios pasillos del colegio, se escuchaban los gritos de euforia de los alumnos que pronto saldrían de vacaciones para pasar las navidades en sus hogares con sus familias, mientras Hagrid con su amable sonrisa ayudaba a decorar el Gran Comedor, siendo observado por el grupo dorado de Gryffindor, donde Harry escuchaba a medias la cátedra de su mejor amiga sobre estudiar para los exámenes que llegarían dentro de unos meses, ya que era su último año y después de tener que repetirlo por la guerra que había sucedido hacía poco más de un año, no quería reprobar, mientras Ron simplemente se dedicaba a comer todo lo que se encontraba en su camino.

Las palabras de Hermione eran como un zumbido para él, pero por cortesía trataba de asentir cada cierto tiempo, con la intensión de hacerla creer que realmente estaba logrando algo con ello, más cuando la última pregunta fue hecha y él asintió sin más, ella no pudo evitar fruncir el ceño y mirarlo molesta.

-          ¿Realmente te gusta o no me has estado poniendo cuidado Harry? – cuestionó la castaña cruzando sus brazos y de un tono un poco más alto, logrando sacar al moreno de sus cavilaciones.

-          ¿Me gusta quién? – preguntó un tanto confundido, cuando se percató de la mirada asesina de su amiga.

-          Harry, llevo hablando más de media hora y no has puesto cuidado a nada de lo que te he dicho ¿no es así? – finalmente expresó la chica, logrando que se sintiera arrepentido por su falta de interés.

-          Lo siento Mione, es solo que estaba pensando en algo más y me dejé llevar, realmente lo lamento – dijo en un tono bajo, por lo que Hermione después de analizarlo y notar su congoja, soltó un suspiro derrotado. Ella sabía que era mucho pedir que alguno de ellos le pusiera cuidado cuando hablaba de estudios, pero para su desgracia no lo podía evitar.

-          Está bien Harry, por hoy no los molestaré más con esto, pero hablando de otra cosa ¿me dirás lo que te tiene tan pensativo? – cuestiona con un tono de voz más calmo, llegando casi a lo maternal – llevas días de esa manera y ya me está preocupando. Tú no sueles ser así, o por lo menos no desde que acabó la guerra – continuó ella, logrando que finalmente Ron dejara de ahogarse con la comida y se involucrara en la conversación.

-          Es verdad hermano, has estado muy extraño – dijo el pelirrojo dejando desconcertados a los otros dos. Si Ron, siendo uno de los hombres más despistados en el planeta en esos ámbitos se había dado cuenta, entonces debía ser demasiado evidente.

Harry no sabía qué decir. Llevaba un tiempo pensando en cómo decirles a sus mejores amigos lo que le sucedía, pero no estaba seguro si debía o no hacerlo. No porque no confiara en ellos, todo lo contrario, sino porque estaba seguro que no les iba a gustar; ambos eran demasiado preciados para él y lo último que deseaba era hacer que ellos lo repudiaran por eso. Simplemente no podía.

-          No me sucede nada, solo he pensado en cómo ha cambiado el mundo mágico desde que Voldemort desapareció finalmente, eso es todo – dijo tratando de sonar lo más convincente posible, aunque las miradas de sus amigos demostraban que no lo había conseguido, por lo que decidió continuar argumentando, cuando lo vio llegar.

En la entrada principal del Gran Comedor, se encontraba aquel rubio que en su tiempo era como una piedra en el zapato y que ahora no era más que aquél que le robaba el sueño. Después de terminada la guerra, Draco Malfoy había desaparecido con su familia por un tiempo, más los crímenes que pesaban sobre la cabeza de su padre los siguieron hasta encontrarlo y finalmente habían sido regresados para que él se encargara de cumplir su condena en Azkaban, mientras su familia se quedaba en la absoluta miseria.

Según había escuchado, Narcissa Malfoy se encontraba trabajando en una fábrica muggle y se había visto obligada a vivir en un pequeño apartamento allí, al no conseguir nada en el mundo mágico y Draco solo había sido aceptado nuevamente en Hogwarts por la amabilidad de la nueva directora McGonagall, quien le había dado una especie de “beca” por las notas que había tenido antes de que todo colapsara en el mundo mágico.

Desde entonces, podía notar a Draco solo, siendo un paria aun entre los de su propia casa, aunque casi todos habían pasado por cosas similares, viendo como a pesar de mantener su orgullo en alto, su físico iba en decadencia, las ojeras bajo sus ojos eran cada vez más evidentes y cómo cada día era más difícil escucharlo hablar. Ya no los molestaba en absoluto, de hecho, ya ni les dirigía la mirada, ni a él ni a ningún Gryffindor, de hecho a nadie, cosa que en un principio lo alegró, pero después de un tiempo comenzó a molestarle, logrando que se sintiera sofocado cada vez que lo miraba y no evidenciaba ninguna reacción de su parte.

Cuando sintió una mano sobre su hombro, se giró para ver a Ron observándolo, mientras su amiga no paraba de alternar su mirada entre Harry y la serpiente.

-          ¿Por qué no dejas de mirarlo así Harry? ¿Acaso te hizo algo? – cuestiona ella entrecerrando los ojos, ya dispuesta a hacer algo en caso de que hubiera molestado al moreno.

-          No Hermione, no me ha hecho nada, de hecho creo que desde que volvimos no ha vuelto a dirigirme una mirada siquiera. Es solo que me pregunto si estará bien – exteriorizó dándose cuenta muy tarde de sus palabras, cuando las miradas incrédulas de sus amigos se posaron en él – es solo curiosidad, nada más – trató de argumentar, levantándose de su puesto al sentir que pronto tendría infinidad de preguntas encima, que no estaba dispuesto a contestar, por lo que sin darles tiempo a cuestionar, comenzó a caminar hacia la salida, levantando la mano – saldré un momento, quiero caminar. Nos vemos más tarde – se despidió sin darles tiempo a reaccionar, logrando finalmente librarse de ellos.

Durante su recorrido, ignoró el saludo de sus compañeros, los fantasmas o incluso los cuadros que lo alababan mientras caminaba. Siempre lo hacían sentir incomodo, pero en ésta ocasión no era consciente de ellos, solo quería continuar y llegar a algún lugar apartado, más sin embargo, su momento de calma fue interrumpido por una voz que conocía bien y llamaba con insistencia. Cerrando sus ojos trató por todos los medios de calmarse y girarse para hacerle frente, de todas maneras no quería un problema después por hacerle un desplante.

-          Hola Ginny – saludó sin mucho entusiasmo, aunque al parecer la chica o no lo notó o simplemente lo dejó pasar.

-          Hola Harry ¿a dónde vas? – preguntó con un leve sonrojo y un tinte de picardía en sus palabras. Por un momento Harry la observó y por más de que lo intentó, no pudo sentir simpatía siquiera por la chica. Era verdad que antes de la guerra habían tenido un pequeño romance y que le parecía hasta linda, pero a esas alturas de la vida, y observándola con detenimiento, no podía encontrar nada que le atrajera, por lo que había llegado a pensar que quizás el hecho de tener su vida al borde de la muerte constantemente, había hecho que se lanzara a sus brazos, con la idea de al menos no haber muerto sin tener una novia en su vida. Y ahora era cuando se arrepentía de ello, porque a pesar de haberle dicho en varias ocasiones que solo la quería como amiga y que su relación era algo del pasado, ella no parecía entender y seguía insistiendo en salir con él. A veces le daba lástima, pero otras veces deseaba gritarle en la cara que lo dejara en paz y que siguiera su vida, más se retenía por solo pensar en lo que diría Ron y toda la familia de pelirrojos. Los amaba como su propia familia y lo que menos deseaba era que lo odiaran.

-          Voy al baño Ginny, así que si no te molesta… - dijo como excusa a sabiendas de que ella no lo acompañaría allí, dejándola un poco molesta, pero al menos no lo terminaría culpando por ello.

Cuando se vio fuera de su vista, respiró más tranquilo y comenzó a caminar nuevamente hacia su destino, la sala de los menesteres la cual había sido reconstruida, tomando una ruta diferente y un poco más larga para evitar toparse nuevamente con alguien cercano y que lo retuvieran otra vez.

Finalmente, después de media hora, llegó al lugar indicado, pero al momento de caminar hacía ahí, pudo notar una figura que conocía muy bien, contemplando el muro mientras una puerta labrada hacía su aparición. Había decidido esconderse y esperar a que entrara, pero algo en su fuero interior le impidió ser sensato, por lo que como siempre, lo impulsivo salió a flote y cuando menos pensó, se encontró empujando al otro chico dentro de la sala y cerrando la puerta tras de sí.

-          Pero ¿qué demo…? ¿Potter? – dijo el chico rubio completamente desconcertado cuando se giró para contemplar a aquel que lo había empujado, completamente dispuesto a hechizarlo, más su varita no se levantó al ver de quién se trataba - ¿Se puede saber a qué ha venido eso? ¿acaso vienes a fastidiarme? – comenzó a cuestionar, recomponiendo su semblante orgulloso, para no darle el privilegio de mostrarle su verdadero rostro.

-          Lo siento Malfoy, pero quería entrar aquí para alejarme de alguien y cuando te vi entrando no tuve más opción – dijo el ojiverde, pero la ceja alzada del rubio demostró que su mentira no había sido lo suficientemente convincente, por lo que tuvo la decencia de ruborizarse un poco, aunque trato de disimularla mirando a su alrededor, quedándose maravillado del lugar que había imaginado el rubio. Eso demostraba la cuna de donde provenía, con la exquisita decoración en tonos verdes y platas, los muebles se veían muy bien.

-          Si tanto quieres estar aquí Potter, entonces me largo – escuchó de su interlocutor, por lo que se giró rápidamente, notando que Draco ya se encontraba a punto de abrir la puerta. Se sintió un poco fuera de lugar al ver la actitud del rubio, cuando hacía un tiempo, lo hubiera sacado a punta de hechizos de ahí, y extrañó esa actitud.

-          No, espera – logró decir antes de que Malfoy girara el picaporte, colocando una mano sobre la del rubio para detenerlo y sintiendo un escalofrío pasar por su columna al sentir la piel fría del otro. Cuando cayó en cuenta de lo que hacía, la retiró inmediatamente con un sonrojo bastante pronunciado en sus mejillas – no es necesario que te vayas, fui yo quien invadió tu espacio, lo siento – balbuceó el moreno sin saber que más decir. La mirada plata de Draco se entrecerró, tratando de encontrar la broma en el asunto, pero finalmente no vio nada más que al idiota de Potter actuando peor que de costumbre.

-          No sé qué pretendes Potter, pero no voy a seguirte tus estúpidos juegos, así que me voy – soltó finalmente el heredero Malfoy, abriendo la puerta y retirándose del lugar, dejando a Harry completamente aturdido por lo que había pasado.

 

~*~

 

Una semana después, el moreno se despedía de sus amigos, quienes se dirigían a sus casas para pasar las festividades.

-          ¿Estás seguro Harry? Sabes que mi familia quiere que pases las navidades con nosotros, así que no tienes que quedarte aquí solo – dijo Ron bastante extrañado y hasta un poco molesto de que a último minuto Harry le hubiera salido con que no pensaba ir con él.

-          Lo estoy Ron, discúlpame con tu familia por favor, pero es que simplemente deseo quedarme, hay algo que quiero hacer aquí en navidad y espero que lo entiendas – le contestó el moreno, cansado de decirle lo mismo nuevamente, pero es que entendía a Ron y sabía que estaba siendo muy injusto con él y todos los pelirrojos, más había algo que simplemente se lo impedía. Desde que había escuchado el rumor en el pasillo de que Draco Malfoy se quedaría en el colegio para las fiestas, no había pensado en nada más que en quedarse.

-          Entonces me quedo contigo – resolvió el pelirrojo, dejando desconcertado a Harry.

-          No Ron, sabes que tu familia te está esperando, no puedes dejar de pasar éstas fiestas con ellos, así que por favor no lo hagas – dijo un tanto desesperado por la sola posibilidad que eso representaba.

-          Pero tú eres parte de la familia… - comenzó a argumentar, pero fue detenido por su novia.

-          No lo presiones más Ron, debe tener sus motivos y no puedes imponerte de ésta manera – dijo Hermione sin dejar de mirar a Harry. Ella intuía que había algo más fuerte que hacía a Harry tomar esa decisión, pero no lo iba a presionar. Ella quería que si algún día se los contaba, fuera por su propia voluntad.

-          Pero Mione – trató de argumentar, pero al ver su mirada, supo que tenía las de perder, por lo que finalmente desistió – está bien Harry, pero si sucede algo, no dudes en enviarme una lechuza y estaré aquí cuanto antes.

-          Claro, la haré – dijo Harry totalmente agradecido por eso. Su amigo a pesar de todo se preocupaba por él.

-          Ten una feliz navidad Harry y espero al menos nos escribas ese día – dijo la castaña abrazándolo y dándole un beso en la mejilla.

-          Ustedes también – respondió mientras se soltaba y abrazaba a su amigo de la misma manera.

Sin más dilaciones, los vio subir al tren y esperó hasta que finalmente arrancó, dejándolo solo.

Ginny se había mostrado indignada cuando se enteró de su decisión, por lo que ni siquiera se despidió, cosa que de alguna manera lo alivió.

Cuando ya no pudo ver más el tren, regresó al colegio, notando que ese año había mucho menos estudiantes que en años anteriores, quizás porque finalmente había paz y todos la querían celebrar.

Al momento de dirigirse hacia el Gran Comedor, vio una sombra escabullirse por los pasillos, por lo que al notar de quién se trataba, decidió seguirlo llegando finalmente hasta la sala de menesteres nuevamente. Pensó en quedarse alejado, pero algo en el rostro de Draco se lo impidió. Acaso ¿eran lágrimas lo que bajaba por sus mejillas? El shock inicial desapareció cuando notó que aparecía la misma puerta de la vez anterior y al abrirla, pudo notar desde lejos que se trataba del mismo sitio que había imaginado la vez anterior, pero con algo diferente, al fondo, pudo divisar un enorme árbol de navidad.

Tuvo nuevamente el impulso de empujarlo y entrar, pero recordó lo que había sucedido la última vez y se detuvo, maldiciéndose por no haber llevado su capa de invisibilidad.

Cuando la puerta se cerró decidió sentarse tras una columna a esperar. Pasaron las horas y la noche llegó sin que saliera, por lo que rindiéndose se levantó dispuesto a irse cuando escucho nuevamente la puerta abrirse, así que se escondió nuevamente, viendo salir a Malfoy con los ojos hinchados, probablemente de tanto llorar.

Su corazón le decía que fuera y lo estrechara en sus brazos, que lo consolara y hablara con él, pero su razón le hacía notar que sería mala idea y que al final no le agradecería que lo hubiera visto en su debilidad, por lo que optó por quedarse quieto y verlo marchar.

 

~*~

 

Al siguiente día, tuvo la previsión de llevar su capa y lo vigiló durante la mañana, hasta que lo vio tomar el mismo rumbo, por lo que se la puso y lo siguió, esperando lograr entrar a la sala sin ser visto. Con bastante dificultad logró seguirlo y cuando el rubio iba a entrar, lanzó un hechizo silencioso hacía el otro extremo del pasillo para que hiciera ruido, cosa que consiguió distraer al rubio mientras se infiltraba en la sala.

Al momento de ingresar, pudo notar que era la misma del día anterior y admiró el gran árbol, hermosamente decorado, aun mejor que los que se encontraban en el Gran Comedor. Cuando volteó a mirar, vio a Draco con el mismo semblante deprimente ingresar y contemplar el lugar con gran nostalgia, mientras se sentaba en un sofá doble frente a la chimenea y sacaba debajo de su capa una fotografía.

Harry se acercó cautelosamente, esperando no hacer ningún ruido para contemplarla desde atrás del sofá y pudo ver a los tres integrantes que se movían en ella, sintiendo algo de dolor. En la foto podía ver a Lucius Malfoy con un porte orgulloso y una medio sonrisa que jamás creyó que el hombre pudiera tener, a su lado su esposa, hermosa y radiante sentada en un sofá, igual al que ahora ocupaba Draco y en sus brazos un niño de no más de un año, el cual asumió era él, mientras lo mecía de lado a lado. Cuando se detalló en el espacio, se dio cuenta que era el mismo, por lo que asumió que el heredero Malfoy estaba recreando la sala de su hogar.

En ese momento se dio cuenta de que estaba siendo un invasor de los recuerdos del rubio y por un momento se sintió mal, pero luego de un momento desechó el sentimiento, después de todo, estaba conociendo una parte de él que no podía dimensionar antes de ese instante y eso solo hizo que los sentimientos que sabía poco a poco estaban formándose en su interior hacia la pequeña serpiente se fortalecieran un poco más.

Sin darse cuenta de lo que podía causar, lentamente dejó caer su capa, logrando que el rubio se sobresaltara al escuchar la tela mágica caer al piso, volteando y abriendo sus ojos a más no poder.

-          ¡Potter! ¿Qué haces aquí? – gritó después de salir de su estupor, levantándose para poder enfrentarlo, mientras la cólera se creaba en su interior.

-          Yo… lo siento Malfoy, pero te vi llorar y decidí seguirte – dijo dejando salir la verdad sin poder detenerla, sintiéndose como un imbécil al darse cuenta de su error.

-          Y ¿Qué te da derecho a seguirme? ¿crees que por ser el estúpido niño-que-vivió-y-venció te da derecho a hacerlo? – dijo en un tono más bajo, pero destilando todo el veneno que sentía en su interior - ¿acaso vienes a burlarte de mí y a regodearte de mi miseria? – volvió a cuestionar, mostrando su desprecio hacia el otro.

-          No te equivocas Malfoy, yo simplemente… - trató de justificarse, pero no encontraba las palabras para expresarlo.

-          ¿Tú qué? Ah ya sé, tu espíritu de salvador del mundo no pudo quedarse atrás y en cuanto me viste quisiste venir a tratar de ayudarme ¿es eso? – expresó el rubio con ironía, dejando ver algo que Harry creyó que había perdido y en lo más profundo de su ser, se alegró de que fuera así, más sin embargo, no pudo evitar sonrojarse ante la verdad de las palabras de Draco, aunque fuera por razones diferentes – entonces no me equivoco – concluyó el rubio al notar la reacción del otro, poniéndose más furioso de ser posible - ¡Lárgate de una vez y déjame en paz! – gritó nuevamente rojo de la ira.

Harry por un momento pensó que sería lo mejor, pero después de mirar nuevamente a Draco se dio cuenta que no podía dejarlo así.

-          No – dijo con determinación, logrando una cara de sorpresa en el rubio – no me iré sin hablar contigo – concluyó, logrando que la mirada de Draco se endureciera más.

-          Oh por favor Potty, déjate de estupideces y lárgate de una vez – el sarcasmo de Malfoy se dejó notar de nuevo – yo no tengo nada que hablar contigo, así que no me fastidies más – finalizó, señalándole la puerta al moreno, más éste no se movió de su lugar.

-          Malfoy, entiendo por lo que estás pasando y yo quiero ayudarte – dijo con firmeza, mostrando su lado valiente por primera vez desde que se descubrió ante Draco.

-          ¡Tú no entiendes absolutamente nada! así que deja tu inútil espíritu de bueno conmigo, que eso no te queda y déjame de una maldita vez en paz – gritó con renovada fuerza, por lo que Harry se sintió intimidado, pero nuevamente se dijo a sí mismo que no debía dejarlo.

-          Ya te dije que no lo haré, así que asúmelo y déjame hablar. Yo también perdí a mi familia, pero lo hice para siempre, tú al menos sabes que tus padres están vivos y… -

-          ¡Ja! ¿Crees que con que estén vivos es suficiente? Al menos tus padres no tuvieron que pasar por lo que los míos están pasando – dijo el rubio sin notar que nuevas lágrimas comenzaron a salir, por lo que Harry se sintió como un canalla, pero al mismo tiempo supo que era lo mejor que podía hacer por él, ayudarlo a desahogarse, por lo que aun con un nudo en la garganta, decidió seguir hablando de ellos, para que finalmente Draco pudiera botar todo lo que sentía.

-          Tus padres están pagando por lo que hicieron, ellos están donde deben estar por sus acciones – dijo sintiéndose un infeliz al notar la expresión del rubio, pero sabía que si lo dejaba así no lograría su cometido, por lo que con todo el dolor de su alma siguió hablando – ellos fueron mortífagos, ellos decidieron ayudar a Voldemort y se convirtieron en asesinos por él…

No pudo seguir hablando, el dolor punzante en su mandíbula lo dejó desconcertado y un poco desorientado. Nunca se había imaginado a Draco Malfoy pegarle al estilo muggle, pero ahí estaba y el dolor se lo demostraba. No pudo determinar en qué momento llegó el segundo y tercer golpe, o en qué instante cayó al piso con el rubio encima de él vertiendo sobre su rostro golpes y lágrimas por igual.

-          No hables de lo que no sabes maldito Potter – fue lo único que logró entender, el dolor era cada vez más intenso, pero en ningún momento intentó detenerlo, por dos razones, porque lo merecía y porque Draco lo necesitaba.

No supo cuánto tiempo transcurrió, pero finalmente la lluvia de golpes había cesado, más las lágrimas no y aun con sus ojos hinchados, pudo notar el dolor y el sufrimiento del chico que seguía sobre él.

Aun sintiendo que iba a caer en la inconsciencia en cualquier momento, logró levantar la mano hasta tocar suavemente el rostro de aquél ángel que se estaba desmoronando, retirando una lagrima y susurrando un “¿te sientes mejor?” antes de caer en la oscuridad.

 

~*~

 

Cuando despertó, se vio sobre una mullida cama, con tendidos verdes y de telas muy finas. No sabía exactamente dónde estaba, hasta que recordó lo sucedido, así que buscó alrededor, hasta que vio a Malfoy sentado nuevamente frente a la chimenea y supo que continuaba en la sala de menesteres. Trató de incorporarse, pero el dolor en su rostro se hizo más evidente, por lo que dejó salir un quejido, alertando a su acompañante, aunque éste no hizo amague siquiera de voltear a mirar.

Durante eternos minutos ninguno emitió palabra alguna, hasta que finalmente se escuchó un susurro que rompió el silencio.

-          ¿Por qué? – fue la pregunta del rubio, quien seguía contemplando el fuego en la chimenea - ¿Por qué lo hiciste? – volvió a cuestionar, finalmente levantándose y acercándose a la cama que había imaginado para Harry, sentándose a su  lado.

-          Porque lo necesitabas – fue lo que alcanzó a decir con esfuerzo y acercando nuevamente su mano hasta el rostro del rubio, logrando que Draco abriera los ojos al máximo, pero ésta vez por la incredulidad.

-          ¿Estás jugando conmigo Potter? – preguntó aun perplejo por las palabras del otro y porque en cierto modo, no le molestaba en absoluto sentir la cálida mano de Harry en su piel.

-          No, yo solo… no podía verte sufrir más… ya no más Draco – susurró diciendo su nombre con tal reverencia, que el rubio no supo qué hacer. Cuando salió de su desconcierto se alejó sintiendo que todo su ser se calentaba de manera inexplicable, por lo que optó por caminar por el lugar, tratando de alejarse de él.

-          Eres un idiota Potter y no te he dado el derecho de llamarme por mi nombre – dijo tratando de sonar molesto, fallando en el intento.

-          Lo siento Malfoy – susurró nuevamente, logrando que el interior de Draco se removiera nuevamente, pero de molestia al escuchar nuevamente su apellido, sintiéndose molesto con él mismo por esto. De su capa sacó una poción y se la entregó a Harry quien lo miró un poco desconcertado.

-          Es para que se te quiten los moretones de la cara y después no tengan excusa para culparme por eso – dijo mirando a otro lado, logrando una sutil sonrisa de Harry, quien inmediatamente se arrepintió por el dolor, pero decidió acomodarse un poco mejor y beber la poción, logrando que hiciera muecas por el horrible sabor, hasta que lo terminó.

Draco lo miró completamente desconcertado al notar que Harry ni siquiera había dudado en ingerirlo, simplemente lo había tomado sin desconfiar de él en ningún momento. Ese simple acto logró remover algo en él, pero no lo exteriorizó.

Por su parte, Harry pudo sentir de inmediato el efecto y como poco a poco su cara se desinflamaba y dejaba de doler, por lo que le dio ahora si una gran sonrisa al rubio.

-          Gracias, ya me siento mejor – dijo el moreno, levantándose de la cama y acercándose cautelosamente al rubio, quien no se movió de su lugar hasta que el ojiverde estuvo a sus espaldas.

-          Ya te dije, no quería tener problemas por esto, así que no me des las gracias – expresó girándose para darse cuenta de que estaba a solo pocos centímetros de Potter, quien aunque era un poco más bajo, imponía algo dentro de él, por lo que sintiéndose un poco mareado, se alejó y se dirigió hacia la puerta de salida, necesitando huir de ahí lo antes posible.

Pensó por un momento que el moreno lo seguiría, pero por fortuna no fue así, por lo que al abrir la puerta se detuvo un momento y tan solo murmuró un “gracias” antes de cerrar y desaparecer en la oscuridad.

 

~*~

 

Los días posteriores, fueron la misma rutina. Draco escapaba después del desayuno y Harry lo seguía, más para sorpresa de Harry, llegó un momento en que el rubio dejaba la puerta abierta para que él siguiera.

Comenzaron a hablar, a conocerse, a contarse sus pasados, sus sueños a futuro y lentamente dejaron de ser Potter y Malfoy, para convertirse en Harry y Draco.

Hasta que la mañana de navidad llegó. Harry no miró siquiera los regalos que le habían enviado, ni recordó escribirle a sus amigos, simplemente corrió a aquella sala, donde ya era esperado.

Draco no dijo nada, simplemente entró y dejó ver a Harry la sala que había imaginado. Diferente a la anterior, ésta solo contaba con una enorme cama con dosel, y cuando Harry cerró la puerta, sintió por primera vez aquellos cálidos labios que tanto había anhelado, dejándose llevar por la suavidad de aquellas manos que lo acariciaban, que lo desnudaban y dejando que las propias recorrieran aquel hermoso cuerpo que tanto había deseado, desnudando, sintiendo, delineando, besando, lamiendo, preparando y profanándolo hasta escuchar el más alto grito de placer del hombre que amaba, que jamás pudo imaginar.

Cuando el clímax pasó y su corazón se ralentizó, solo pudo murmurar un “te amo”.

 

Continuará

 

Notas finales:

Gracias por leer y espero que si les gustó me lo comenten para ver si sirvo para escribir y vale la pena continuar :)


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